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BREVES MEMORIAS por MINARAI

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Notas del capitulo:

Como les avisé tengo problemas tecnicos, pero ya está aquí el siguiente capítulo.

CAPÍTULO 7. ¿Lo entiendes o te lo explico a besos?

 

- Hola, que bueno que me llamaste — Su voz y todo él se veía feliz cuando respondió la video llamada.

- ¿Te da gusto verme?

- Claro que sí, estoy muy feliz Camus. — No podía ocultarlo - Me dieron la obra y mañana firmo el contrato. — Le dio la noticia sin darle tiempo de preguntar nada.

- Trabajaste mucho por ella, sabía que lo conseguirías — No podía negar que la noticia le había alegrado el día, no, más bien el viaje completo. - Me siento muy orgulloso de ti.

- Tú me apoyaste muchísimo así que te espero para celebrar ¿Cuándo vuelves?

- El viernes estoy por allá. Permíteme — Camus dejó en espera al castaño mientras atendía algo más. - Sei debo irme, pero mañana te habló para que me cuentes cómo te fue.

- Ok hasta mañana entonces, espera, espera, Hårdek te quiere saludar. — Levantó al bebé de la silla porque estaba balbuceando y le indicó que viera la pantalla de su laptop - Anda amorcito saluda a Camus — Como ya lo había hecho costumbre tomó el bracito del bebé y lo meneó como saludando.

- Hola Hårdek, cómo estás.

- Pa pá

- ¡¡Qué dijiste Hårdek!!

El bebé tocó la pantalla y volvió a repetir - Pa pá.

A lo lejos se escuchó claramente la voz de Aioria llamándolo - ¡¡Camus llegaremos tarde!!

- Ya voy — Gritó sin apartarse de la pantalla. - Me dijo papá Sei, me dijo papá.

- Como pudo ser posible Hårdek — Le habló al bebé que sonreía - Llevo meses enseñándole y a ti te llama papá.

- Papá Hårdek, papá. — Camus se mostró completamente emocionado. — Debo irme, mañana te habló ok.

- Hasta mañana bye.

En contra de toda su voluntad Camus tuvo que cortar la llamada cuando Seiya se despidió de él.

Para ese entonces, el bebé ya tenía once meses de edad, empezaba a decir palabritas y a gatear, Seiya disfrutaba mucho con su hijo y procuraba hacerse todo el tiempo posible para estar con él, aunque estaba involucrado en grandes obras ninguna había estado bajo su total responsabilidad hasta ahora, los últimos dos meses los había pasado trabajando arduamente para presentar un proyecto viable a los inversionistas y logró obtener el contrato, por ello estaba tan feliz porque sería el primer proyecto bajo su total supervisión y Camus había pasado más tiempo en casa de Seiya para apoyarlo cuidando a Hårdek que en la mansión. Seiya no volvió a recurrir a Miho después del inconveniente que le causó con Jabú.

Después de la llamada de Camus se fueron a la mansión, Hyoga y Shun habían llegado un día antes igual que Milo.

- Felicidades por eso, debemos celebrarlo — Shun se mostraba contento, ver a Seiya sonreír como antes no tenía precio, aunque no podía asegurar exactamente a qué se debía tanta felicidad, pero bueno, eso era lo de menos.

- Si claro, pienso hacer una parrillada la próxima semana, hasta mañana firmo el contrato y no quiero adelantar las cosas.

- Eso sí, pues por Hårdek no te preocupes, nosotros estaremos aquí unos meses y te podemos apoyar con él. — Hyoga también tenía noticias que dar.

- O sí, ¿y eso por qué?

- Porque venimos para hacer los trámites de adopción de un niño...o niña, no sabemos aun. — Después de ver a Seiya desempeñarse como papá y lo feliz que Hårdek lo hacía, Shun empezó a sentir que algo les faltaba en su vida y ya que no podían procrear pues la opción de adoptar era muy buena para ellos.

- Que genial, Hårdek va a tener otro primo o prima. Muchas felicidades por ello, Camus va a estar feliz con la noticia.

- ¿Por qué lo dices? — Milo se había mantenido al margen de la conversación entre los divinos hasta que el nombre de su cubito salió a colación.

- Porque Camus ama a los niños — Aseguró, Seiya habló sin darse cuenta de lo que sus palabras significaban para Milo, para el castaño el guardián del onceavo templo era solo un buen amigo. - No lo van a creer, pero antes de venir aquí hablamos en una video llamada y Hårdek le dijo papá.

- ¿Por qué lo llamaría así? — Preguntó Shun algo contrariado.

- No sé, yo le he enseñado tanto para que me diga papá y va y se lo dice a él.

- Tal vez por que han pasado mucho tiempo juntos — Milo necesitaba confirmar sus sospechas.

El castaño reflexionó por un segundo - Supongo que sí, Camus me ha ayudado mucho con Hårdek estos últimos meses.

- ¿Y Miho? — Hyoga intentó en vano cambiar el rumbo de la conversación, notó de inmediato el cambio en la expresión de Milo.

- No le quiero causar más inconvenientes con Jabú — Estaba algo avergonzado, no era su culpa, pero el unicornio sentía celos y había discutido con su esposa por la atención que ella tenía con Hårdek y obviamente con Seiya, ellos aún no tenían hijos y miraba como Miho se desvivía en atenciones por ellos.

Ahí quedó la extraña conversación que a ojos de Milo y sabiendo lo distante que llegaba a mostrarse Camus era algo a considerar. Todos a excepción de Seiya habían notado la presencia de Camus en su vida, la constancia con que Seiya lo sacaba a colación en sus conversaciones y ahora enterarse que hablaban por teléfono era demasiado. Para Shun fue una alerta ante la posibilidad de que Seiya olvidara a su hermano, para Milo era evidente por qué Camus no había vuelto con él, aunque no entendía del por qué con Seiya, qué diablos tenía él y sobre todo por qué estaba tan atento hacía las necesidades del castaño y su bebé si él parecía no importarle como hombre. Hyoga en cambio estaba feliz por su maestro, por años lo había visto indiferente ante su propia felicidad, como si se hubiera resignado a vivir hasta que la muerte lo visitará una vez más y para siempre y ahora saber que su amigo había logrado lo que nadie antes en su frío mentor era genial, aunque también tenía sus reservas pues también había notado que Seiya no estaba enterado de lo que todos ya sabían, Camus estaba enamorándose de él sino es que ya lo estaba completamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El espontáneo y efímero roce en su mejilla que Seiya le había dado hace meses poco a poco fue cobrando fuerza en su alma, empezaba a escuchar como su corazón le soplaba sentimientos de amor hacía el castaño, poco a poco su dolor y miedo se iban alejando, no quería renunciar a lo que sentía y parecía ser que Seiya lentamente y sin proponérselo iba curando su alma.

- Hola, que bueno que ya estás aquí — Seiya le sonreía, habían ido él y el bebé por Camus al aeropuerto. - ¿Qué tal el viaje? ¿Estás muy cansado?

Camus se sentía complacido, había veces que sentía una gran conexión con Seiya, como si sintieran lo mismo. - Todo bien y no, no estoy cansado, el viaje no fue tan largo — Tendió los brazos hacía Hårdek e inmediatamente el bebé se fue con él - ¿Por qué?

Seiya tomó el equipaje de Camus y empezaron a caminar al estacionamiento - ¿Quieres ir a mi casa? Preparé una de tus comidas favoritas. Después te llevamos a la mansión.

- Me parece perfecto. ¿Qué preparaste?

- Ratatouille.

- En serio — Camus sabía que Seiya compraba la comida, no era bueno en la cocina, en pocas palabras se le quemaba el agua.

- Bueno, tuve algo de ayuda.

- Mmnnnn — Sonrió - Traje una botella de vino que quiero degustar contigo.

 

 

 

 

Después de la casi cena porque ya eran las siete de la tarde-noche Camus paseó al bebé para dormirlo mientras Seiya lavaba los platos, cuando todo estuvo en perfecto orden se fueron a la sala a degustar el vino que Camus había llevado y platicar un poco más.

- Vaya, no imaginé siquiera que así fuera vivir allá.

- Pues sí, la guerrilla deja lo peor en la gente de cada bando y sí no hay verdadera intención de pararla por parte de sus líderes sus pobladores sufren por años.

- Eso sí.

- Mejor hablemos de cosas más agradables ¿Quién te ayudó con mi hijo? — Sonrió de solo recordar el momento.

- Puedes creerlo, yo trabajando para él, esmerándome para que me reconozca como su papá y a ti te lo dice. — Seiya tampoco lo podía olvidar aparentemente. También reía de solo recordar.

- Yo no tengo inconveniente — Camus habló serio.

- ¿No? — Preguntó sin mirarlo, bebía su vino.

- No — Respondió seguro de sus palabras, era el momento que había planeado, le abriría su corazón.

Acortó distancias y le quitó la copa al castaño para ponerla en la mesa, se acercó más a él y volvió a tomarlo de ambas manos, Seiya no entendía lo que pasaba.

- Te amo — Le dijo, Camus hablaba claramente sin rodeos, directo y al punto. - No sé cómo pasó, yo no lo busqué, pero eso es lo que siento por ti.

Seiya estaba paralizado, no había pasado por su mente siquiera, estaba tan ocupado con su hijo y su trabajo que ni Ikki había pasado por su mente en ese último tiempo, mucho menos iniciar una nueva relación y menos con Camus, el maestro de su hermano, uno de los doce dorados y para rematar el de sentimientos indescifrables. Aunque pensándolo mejor, con él era diferente, a veces creía conocerlo mejor que Hyoga.

Sin despegar su vista de los marrones ojos tomó aire, Seiya estaba en shock y no decía nada, no se apartaba de él, pero no respondía. - Te debe parecer tan ilógica y repentina mi confesión, pero no es así yo lo he meditado bastante y creo que tenemos posibilidades de tener una buena relación, yo no tengo compromiso con nadie y creo que tú tampoco — Acarició su mejilla suavemente esperando una respuesta, después de unos minutos acotó - Comprendo que fue un atrevimiento de mi parte — Camus se puso de pie dispuesto a retirarse e hizo reaccionar al castaño.

- No Camus, lo lamento, es que... es que yo no sabía... — Seiya no sabía cómo expresarse, no lo imaginó y no sabía que decir. - es que yo...

- No sientes nada por mí — Completó lo que Seiya no era capaz de decir - Discúlpame si te he incomodado, será mejor que me vaya. — Caminó a la puerta, tomó su equipaje y se fue.

Seiya se quedó en el mismo sitio inmóvil sin entender que había pasado allí.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estar en la cama sin dormir lo cansaba más de lo que esperaba, seis noches había pasado así, Camus le había llamado en una ocasión, pero Seiya estaba ocupado en la obra y no pudo responder, tampoco intentó devolver la llamada, no sabía cómo enfrentarlo. Se levantó a la mitad de la noche y observó a su hijo dormir muy placenteramente abrazando a cafecito, el osito se lo había dado Camus, la cobijita y la pijamita que traía puesto el bebé también. Desde que Hårdek llegó a su vida había empezado una amistad verdadera con Camus, antes se saludaban, pero lo empezó a tratar realmente debido a su hijo. Poco a poco encontró en Camus a un amigo con el que se sentía a gusto el tiempo que pasaban juntos.

 

 

 

 

- ¿Hace mucho que esperas? ¿Por qué no me dijiste que venías? — Seiya iba llegando a su casa con su hijo dormido en brazos y vio a Hyoga esperando por él en la puerta.

- Pasaba por aquí y decidí venir — Le ayudó a Seiya con la bolsa que traía en su mano para que pudiera abrir.

- Wow te quedó muy muy bien — Era la primera vez que veía la casa completamente amoblada. - Tienes muy buen gusto.

-  No lo hice yo solo — Fueron hasta la cocina mientras Hyoga miraba todo a su paso. - Ven bebé recuéstate aquí — Acomodó a Hårdek con bastante cuidado en el portabebés que tenía en la cocina.

- ¿Quién te ayudo? ¿Miho?

- No, fue tu maestro — se sentía extraño nombrarlo sin haberlo visto - Camus.

A Hyoga no se le hizo extraño, ya sabía que pasaban juntos mucho tiempo, aunque la última semana había notado que su maestro estaba ¿Triste? - Pues les quedó todo muy bonito.

- Gracias. — Sin duda se sentía triste - ¿Cómo está?

- Más callado de lo normal ¿Y tú cómo estás? — Sabía que algo pasaba y con su pregunta el castaño lo confirmaba.

- No sé, no lo puedo definir.

- Así que al fin te lo dijo — Afirmó con aire sereno.

- ¿Tú lo sabías?

- Ha sido mi maestro desde que era un niño...y nunca antes lo vi sonreír — Se dibujó una pequeña sonrisa en sus propios labios - Llegué a pensar que era parte de la técnica — él también aprendió cuando se mudó a vivir con Shun.

Camus mostraba una faceta nunca antes vista para aquellos que lo conocían de años, por eso sorprendía a todos los que lo veían sonreír, llevar al bebé en brazos, hablar por teléfono y suspirar.

- No sé qué hacer ahora. — Se sinceró, después de todo estaba con uno de sus más allegados.

- Tal vez sea buena idea poner distancia por un tiempo.

- ¿De qué hablas?

- Se va mañana a primera hora.

- ¿Qué? ¿Por qué? — Reaccionó demasiado sorprendido.

- Solicitud del patriarca — Hyoga tenía información de primera mano - parece ser que se desplegará ayuda humanitaria alrededor del mundo por etapas, desde antes que Saori y Julián se casaran están combinando esfuerzos entre los marinos y nosotros de manera muy precisa y por largo tiempo.

Sintió cierta desilusión, no sabía exactamente por qué, pero no podía permitir que Camus se fuera así. - ¿Vas a la mansión? Yo te llevo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

- Hola.

Le sorprendió muchísimo verlo ahí, frente a él, pensó que después de lo sucedido jamás le hablaría otra vez - Seiya, ¿qué haces aquí? ¿Hårdek está bien? — Dejó de lado la prenda que tenía en sus manos.

- Eh, sí ahora lo dejé con Hyoga.

Camus estaba terminando de empacar, iba al santuario decidido a aceptar cualquier misión que lo alejara lo suficiente de Japón el mayor tiempo posible, en esos días que no tuvo contacto con Seiya sentía volverse loco por dos razones, la primera por haberse permitido aceptar sentimientos que pensaba no merecer y segundo por haberlos manifestado. Caminó hacia el castaño para enfrentarlo. - Seiya siento mucho haber...

- Yo no.

- ¿Qué dijiste?

- Que yo no lo siento, al contrario.

- Pero tú...

- Me tomaste por sorpresa y no supe que decir, yo no imaginaba lo que me dijiste, yo...

- No tienes porque disculparte, tú no sientes nada por mi y está bien.

- No sé lo que es — Se acercó más al mayor - no te voy a mentir, pero me siento seguro a tu lado, me gusta pasar tiempo contigo y si tú...

- ¿Qué?

Suspiró, los días después de la confesión de Camus se sentía incompleto, extrañaba sus llamadas, su voz, su presencia y cuando Hyoga le dijo que se iba infinita tristeza lo invadió, ahora solo restaba decir lo que pasaba dentro de él que ni él mismo entendía  - si tú me ayudas a descifrarlo, podríamos intentarlo, yo también quiero que pase.

No sabía que pensar o sentir, básicamente le estaba pidiendo que lo intentarán sin compromiso alguno y ateniéndose a las consecuencias porque al fin de cuentas él no sabía si era amor o no, todo lo contrario al amor que él sí sentía. - Me estás diciendo que estás dispuesto a darme una oportunidad —  Lo único que le quedaba por hacer era arriesgarse, estaba convencido de que al final lo conquistaría.

Le sonrió - Creo que sí.

Sin más preámbulos Camus se acercó a Seiya y lentamente unió sus labios, no era la primera vez que besaban, pero si era el primer beso entre ellos.

 

En su vida había rehuido a sus obligaciones, tampoco lo hacía en esta ocasión, pero si habló con el patriarca de la importancia para él de quedarse cerca de Japón, con su discreta solicitud de un asunto pendiente por resolver confirmó lo que a oídos del patriarca había llegado, con esa información en sus manos y sabiendo la promesa de su Diosa, Shion decidió enviar de vuelta a Japón al llamado mago del hielo y agua por tiempo indefinido.

Feliz regresó a informar su estadía y así mismo fue recibido, tenían por delante una misión que cumplir, Camus demostrar su capacidad de amar a sí mismo por medio del castaño y Seiya sacarse del alma, corazón y de sus pensamientos al Fénix de una vez por todas.

 

 

 

 

Habían decidido ir lentamente sin presionarse el uno al otro se mantuvieron viviendo en la mansión y en su casa respectivamente, se veían todos los días y Hårdek estaba más que acostumbrado a los brazos y cuidados de Camus, ahora su trabajo era más logístico en la orden.

 

- Ponte cómodo, que quiero que veamos la película que Chucho me prestó.

- Por fin se acordó.

- Sí, es más distraído que yo — Seiya lavaba los platos de la cena mientras Camus lo esperaba paciente recargado en la barra, él ya había dormido al bebé, después acostumbraban tomar una copa y platicar en la sala o ver una película antes de despedirse para un nuevo día.

Una vez que acabó en la cocina se acomodaron en el sillón muy cerquita uno del otro, Seiya por alguna razón aun guardaba sus distancias con Camus y él no quería presionarlo de ninguna manera, sus avances en la intimidad eran lentos y hasta esa noche solo habían apasionados besos y caricias sobre la ropa, pero Camus deseaba mucho más y la película de terror que estaban viendo le daría el pretexto perfecto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que les este gustando, espero sus comentarios...si acaso los tienen.

Gracias por leer.


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