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Inesperado por iscristin

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Notas del capitulo:

Hola! Aqui estoy de vuelta para traerles un nuevo capítulo de esta historia. En el capítulo pasado los sentimientos ya estaban saliendo a flote, pero ahora las cosas se pusieron intensas.... ufffff

No voy a decir mucho, solo que se puso un poco candente el asunto. Espero que lo disfruten.

 

¡Besos!

- ¿Quieres salir a caminar por la ciudad?

Habían pasado ya algunos días desde el último encuentro entre el caballero de Pegaso y el Dorado de Cáncer, y desde entonces no habían podido pasar tiempo juntos. Ambos necesitaban espacio para sus sentimientos.

El dorado había aceptado por fin sus sentimientos por Seiya, pero le menor aún no se daba cuenta de ellos, aunque fueran igual de intensos que los del otro. Después de lo que Deathmask le había dicho el Pegaso había vuelto a su templo con el corazón desbocado. Se recostó para dormir pero no pudo conciliar el sueño por mucho tiempo. Todo lo que había vivido con el mayor se repetía en su cabeza una y otra vez sin darle un respiro, mientras su corazón latía a mil por hora. Los días siguientes estuvo muy ocupado con el entrenamiento de Aioros pero las palabras de Death le retumbaban en la mente como un mantra, que lo hacía sentir menos nervioso ante esa incomodidad que lo invadía desde hace tiempo.

Por su parte el italiano se había mas constante con su entrenamiento. Al principio empezó a dedicar algo de tiempo para ponerse en forma; pero conforme pasaban los días, se volvió más disciplinado y terminó por entrenar desde que amanecía hasta que anochecía sin descanso, al punto que quedaba completamente exhausto. Quería estar listo en caso de que alguien lo atacara a él o a Seiya, además estar concentrado en algo le ayudaba a poner en orden sus pensamientos.

Estaba desesperado.

Al principio pensó que la mejor opción era esconder lo que sentía para no asustar al mocoso con sus emociones y se alejara de él. Pero le tomo muy poco descartarlo por completo. Esconder lo que sentía era pedirle que detuviera la caída de una cascada con las manos.

Estaba nervioso, inseguro de pensar que tal vez el Pegaso no sentía lo mismo por él, pero era tan grande su necesidad de estar a su lado que no le importaba si él no lo amaba de la manera que Cáncer lo hacía. Iba a estar a su lado y simplemente iba a dejar las cosas ser; si aceptaba o no sus sentimientos no iba a cambiar el hecho de que iba a protegerlo con su alma y corazón.

Aquel día estaban de fiesta. Las cosas habían quedado bastante bien entre el inframundo y la tierra, y querían celebrarlo. Esa noche iban a reunirse todos los caballeros en la sala del patriarca convocados por la diosa Athena a celebrar el actual tiempo de paz. Todos llevaban una rigurosa vida de entrenamiento pero en contadas ocasiones se permitían tener ese tipo de momentos de libertad, donde todos convivían y pasaban un tiempo agradable juntos como la familia en la que se habían convertido después de tantas guerras compartidas. Cuando inició la reunión todos estaban pasando un rato agradable; había comida y bebidas para todos mientras convivían amenamente.

Deathmask había llegado demasiado temprano ya que había ayudado a Afrodita a acomodar unos horribles arreglos florales. Ese día traía una camisa negra sin mangas y un pantalones de mezclilla negro, que le iban bastante bien con su actitud quemeimportista y lo hacían ver rebelde y muy atractivo; aunque para él fuera todo una tontería, hizo el esfuerzo por ir lo mas arreglado posible ante ese “momento importante”; aunque no quiso reconocerlo ante sí mismo, quizá, se dijo muy en el fondo, también se arregló pensando que tal vez el de Pegaso lo notaba un poco más. Vaya que estaba jodido por aquel niño ¿No era consciente de lo imbécil y cursi que lo traía? Pensaba que iba a volverse loco muy pronto.

Arreglar las benditas flores era un aburrimiento del asco pero al menos lo ayudaba a calmar sus nervios. Iba a ver a Seiya ese día y la idea de no poder acercarse a él directamente le hacía tener un sabor amargo en la boca. ¿Qué clase de celebración es aquella en la que no puedes estar junto a quien amas? Estaba por demás arisco en ese momento. Su amigo Afrodita lo miraba divertido. Deathmask era un caso perdido. Pasaba de estar flotando entre las nubes a querer que el mundo se fuera a la mierda en cuestión de segundos. Su bipolaridad estaba escalando gravemente últimamente. Desde aquella mañana en la que atrapó al  peliazul más animado, había mostrado una iniciativa particular no solo a entrenar, sino que había pasado mayor tiempo con él e incluso había convivido con su querido Shura, ¿Qué estaría pasando con su amigo? ¿Estaría consumiendo drogas? No supo encontrar una respuesta; siguió en lo suyo dejando a su amigo hacer corajes consigo mismo.

Estaban ambos dedicados a los suyo, y de pronto los habitantes de la Casa de Sagitario llegaron, Deathmask vio primero a Aioros y busco disimuladamente a Seiya , quien estaba detrás del arquero pero al entrar se puso a su lado, y cuando lo vio  casi se le cae la quijada al suelo.

Seiya traía una camisa de botones Blanca de manga corta, tenía los botones de arriba abiertos, dejando al descubierto su pecho, y llevaba un pantalón negro que le quedaba muy pegado, marcando sus tonificadas piernas (y otras cosas). En conjunto todo lo hacían ver bastante atractivo.

Aquella imagen dejó al de Cáncer hipnotizado como idiota; podía caer un avión en aquel lugar y destruirlo todo a su paso y él apenas lo notaría. Seiya notó la mirada penetrante en su persona y descubrió a Deathmask mirándolo intensamente. No pudo evitar la avalancha de mariposas que le invadieron el estómago ante esa visión. Se puso rojo y miraba a un lado intentando no evidenciar su vergüenza.

Cuando Deathmask recobró la compostura le hizo una señal de saludo muy disimulada mientras le sonreía como imbécil. Seiya le hizo una seña parecida con la misma cara de idiota. Su maestro estaba hablando amenamente con Mu, quien saludó a Seiya y en aquel momento se tuvo que distraer de su “charla a distancia” con el de Cáncer.

Tal vez aquella noche no iba a ser tan mala, pensó el peliazul.

Seiya estuvo gran parte de la noche conviviendo con sus amigos los de bronce, con quienes se reían a todo pulmón y disfrutaba su amistad al máximo. Esos pequeños momentos los hacia más unidos. Todos sabían que algo pasaba en su vida que lo tenía de mejor humor y se veía más relajado que nunca, pero no tenían la menor idea del porqué. Respetaron su silencio y le dieron tiempo a que compartiera sus sentimientos en su debido momento.

Mientras tanto Deathmask estaba hablando con Afrodita y Shura, quien se unió a ellos apenas llego y se abrazó de su novio. “Hablando” supuestamente, ya que el único que decía algo era Afrodita, quien dialogaba como un poseso, el de Capricornio lo miraba con ternura infinita escuchándolo como si su vida dependiera de ello, mientras el peliazul fingía poner atención con un “si, no, aja” cada tanto, mientras miraba disimuladamente al Pegaso hablar con sus amigos. Maldito niño endemoniado, se veía condenadamente sexy. ¿Por qué lo torturaba de esa manera?

A la par de aquello, aunque estaba concentrado en la plática con sus amigos, Seiya no podía quitarse la mirada que Death le dio antes de la cabeza. Nunca nadie lo había visto de esa manera, eso lo hizo sentirse complacido, además que ese día había arreglado lo más que pudo (demasiado tomando en cuenta lo desgarbado que era con su apariencia) por la importante ocasión. Le daba un poco (mucha) curiosidad pensar que le diría el mayor, no por nada en especial, se dijo, solo quería una honesta opinión de amigos. Pobre ingenuo, que manera de mentirse a sí mismo.

Además, aunque le costó un poco admitirlo para sí mismo, el de Cáncer se veía todo sexy esa noche, Le costaba admitir que lo veía como un hombre; un hombre atractivo y muy deseable.
Ya era tarde y algunos caballeros se habían retirado a descansar a sus respectivos templos, por lo que Seiya aprovechó la oportunidad y se despidió de sus amigos para ir a descansar. Ellos le desearon buenas noches, iban a beber un poco más y también iban a retirarse de allí a descansar; habían entrenado todo el día y solo tuvieron libre poco antes de la reunión, así que estaban agostados también. Seiya también le comentó a su maestro que iría a descansa a su templo, a lo cual accedió Aioros de buen gusto, lo felicitó por su buen rendimiento ese día y le deseo buenas noches.

Poco después de aquello el peliazul, se disculpó para irse a su templo, algo a lo que nadie puso demasiada atención, ya que el dorado era por demás arisco y no solía pasar mucho tiempo en esas reuniones. Afrodita y Shura se quedaron un rato más platicando sobre sus planes a futuro, completamente enamorados el uno del otro, y tan centrados en su amor estaban que no le prestaron mucha atención a la partida de Cáncer.

Seiya y Deathmask no había intercambiado palabra alguna en toda la noche, pero solo con un par de miradas supieron que querían verse esa noche; Sin mensajes, sin palabras, solo con la mirada ambos sabían que querían salir de aquel lugar. Uno salió tras del otro y se lograron encontrar cerca de los rosales que estaban fuera del templo de Piscis , para desde ahí dirigirse al templo de Cáncer. Era más seguro para ambos, no querían llamar demasiado la atención.

Llegaron y se sentaron cada uno en un sillón del recibidor. Ambos estuvieron callados un momento, un poco nerviosos por estar solos, pero Seiya era Seiya, y no pudo estar callado por mucho tiempo, dando inicio a su plática infinita sobre cualquier cosa que le cruzara la cabeza.
Estuvieron un largo rato hablando de cualquier cosa (principalmente Seiya hablando por los codos mientras Death hacia comentarios más escuetos), del entrenamiento de ese día. Seiya le contaba sobre las cosas que Aioros le hacía hacer, lo feliz que estaba con ser discípulo de alguien como él, lo mucho que lo admiraba, algo que el italiano podía notar incluso a un kilómetro de distancia; para el menor el de Sagitario era un ser humano perfecto, lo idolatraba y buscaba ser alguien parecido a él, era obvio para todos que lo quería como a un padre, algo que Aioros correspondía con la misma intensidad. El castaño era como su hijo, era estricto con él pero lo guiaba con cariño, era su pequeño orgullo.

Cáncer lo sabía, lo veía, y aunque no tuviera el valor de admitirlo, sentía envidia de su relación tan estrecha, de lo mucho que Seiya lo admiraba, que viviera con él y que pasara todo su tiempo con Sagitario.

Así era, Deathmask, el temible caballero de Cáncer, estaba terriblemente celoso de Aioros. Maldito Centauro afortunado.


-Me he sentido… menos inseguro últimamente sobre ser un caballero, las cosas están saliendo bien y me siento menos triste… aunque a veces deseo sentarme a hablar con él y contarle mis sentimientos, así tener confianza total entre nosotros, pero ¿qué tal si se enoja conmigo?.... no lo soportaría, ¿tú qué crees que debo hacer? - comentaba un preocupado Seiya.

El dorado lo miraba con devoción, no había escuchado una sola palabra de lo que había dicho, perdido en esos hermosos ojos cafés llenos de inocencia. Se quedó callado por un momento, y llenándose de valor (además ignorando olímpicamente las preguntas del menor), le dijo:

- ¿Quieres salir a caminar por la ciudad? -

Seiya abrió los ojos sorprendido, no esperaba recibir esa invitación, si bien le gustaba ir a Rodorio era muy tarde para estar fuera.

- ¿Ahora mismo? Es tarde y seguramente mi maestro se preocupará si me voy sin avisar nada... ¿tú quieres ir?

El mayor se limitó a mirarlo con una media sonrisa - ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo que papi Aioros te castigue? ¿No puedes salir sin su aprobación? - comentó en un tono burlón pero relajado, sabía que eso lo haría molestar, y también, aunque sea un poco podía expresar un poco sus celos -... la noche está fresca y me apetece caminar fuera de este lugar. Vamos pegasito, atrévete a no ser perfecto por una noche y escápate conmigo - le dijo mirándolo a los ojos con su habitual sonrisa arrogante.

Seiya le miró a los ojos, no sabía que decir, por un lado no quería hacer enojar a su maestro, menos decepcionarlo, pero muy en el fondo deseaba hacerle caso al mayor y por un momento ser libre de hacer lo que quisiera. Su corazón latía con fuerza

- ¿A dónde iremos?

Cáncer le regaló una amplia sonrisa de pura satisfacción, le gustaba corromper la nobleza de ese mocoso inquieto.

- No lo sé, solo quiero largarme un momento de aquí, y será más fácil mientras estén todos reunidos y borrachos.

- No estoy seguro - Seiya se frotaba el cuello con la mano.

- Solo sígueme, vamos un momento fuera de este maldito lugar y pasamos rápido por el pueblo. Si no hay nada interesante por hacer volvemos y aquí no pasó nada, haz ido al condenado pueblo antes, ¿no?

-.... pues sí, pero no sin decirle a Aioros.

- Siempre hay una primera vez para todo en esta vida, Seiya. Si algo pasa yo me responsabilizaré de todo - le dijo Cáncer con una sonrisa tranquilizadora, aunque le parecía divertido su renuencia a hacer algo tan simple, no quería hacerlo sentir mal.

- De acuerdo... pero será rápido - Seiya dijo, con toda la convicción que pudo, no se sentía del todo convencido pero tampoco quería verse como un niño frente al mayor, además, la idea de estar con él en el pueblo, solos, lo hacía sentir demasiado emocionado.

Ambos se dirigieron cautelosamente a las afueras del santuario. La mayoría de los templos estaban vacíos y en los que no los dueños estaban descansando, pero de igual manera no querían llamar demasiado la atención, así que bajaron las máximo sus cosmos  por si las dudas e iban como alma que lleva el diablo. Despues de lo que se sintió como una eternidad en la que apenas y respiraron, pudieron "escapar" sin ningún contratiempo. Si hubo ojos curiosos en su camino, no se percataron en lo más mínimo.

Se fueron por el camino que llevaba directo al pueblo; ahí pasaban todos cuando querían tener un tiempo libre o necesitaban comprar cosas. No era un camino desconocido pero se sintió diferente mientras caminaban tranquilamente bajo la luz de la luna, juntos. Al principio estaban en silencio mientras se escabullían del santuario por la necesidad de ser sigilosos, pero ahora, el mayor le daba espacio al Pegaso para que se sintiera más tranquilo, ya que Seiya estaba hecho un remolino de emociones.

El pegaso estaba extasiado por lo que estaban haciendo. No le habían dicho a nadie sobre su partida (no había necesidad, estaban de fiesta y en realidad podían hacer lo que quisieran) y tenían la libertad de ir a cualquier lugar, pero estaba muy inquieto de pensar que su maestro podría volver rápido al templo de Sagitario y descubrir que le había mentido, algo que le daba más miedo que estar frente a cinco exclamaciones de Athena.

No quería decepcionarle. Ni tampoco hacer que se preocupara.

Esta feliz, asustado, preocupado, ansioso, y muchas otras cosas que no podía explicar. Solo salió a dar un paseo, ¿cuál era el maldito problema?

El problema que no estaba dispuesto a aceptar, era que estaba con Deathmask, estaban solos, no sabía a dónde lo llevaba, era de noche y estaba a su total merced. Pero lo que estaba sintiendo Seiya al respecto estaba lejos de ser temor por su vida o mucho menos, sentía un hormigueo en sus manos, le temblaban ligeramente sus piernas, su corazón latía con fuerza y sentía un revoloteo en su estómago tan fuerte como una tormenta. ¿Que era este sentimiento? No lo sabía pero no podía describirlo como desagradable o bueno, simplemente era intenso y lo hacía sentir al límite.

Después de un tiempo, ya más tranquilo, comenzaron a hablar sobre cualquier cosa; ellos estaba acostumbrado a hablar con confianza, incluso los silencios eran cómodos, pero esa noche el silencio era tan pesado que le causaba a ambos un nudo en la garganta y preferían llenarlo con cualquier cosa.

Caminaron hasta llegar a su destino, Rodorio. Un pueblo por demás tranquilo, que por las horas  tenía pocos transeúntes, había pocos lugares abiertos y no tenían muchas opciones. Se limitaron a caminar tranquilamente mientras seguían hablando de cosas triviales, disfrutando de la compañía mutua hasta que Deathmask comentó:

- conozco un lugar que está abierto a estas horas pero está un poco apartado de aquí, ¿quieres ir?

- ¿qué tipo de lugar es?

- Es un bar - le comento mientras prendía un cigarro.

Seiya se puso una mano en cuello y dijo con algo de pena - nunca he ido a un bar -

- Lo imaginé, pero siempre hay una primera vez para todo, ¿no lo crees? - Dijo el mayor con una sonrisa traviesa, estaba feliz, como no se sentía en mucho tiempo, estar ahí, con Seiya, le hacía sentir como el hombre más afortunado del planeta. Había pasado tanto tiempo de su vida solo, muy solo, pero en el presente, gracias al castaño había descubierto lo mucho que valía la pena la vida si estabas al lado de la persona correcta, que era el pegaso, y quien llegó a su vida a llenarla de alegría y color, como nadie, jamás.

Quería llevarlo a un bar para que se relajara un poco, había tenido días tensos y necesitaba conocer lo que era disfrutar el momento y relajarse; ambos eran caballeros y se podían defender perfectamente de cualquiera que se les cruzara enfrente. ¿Qué podía salir mal?

Seiya miraba a los ojos a aquel hombre que llegó a su vida que traerle emoción, y aunque todas las alarmas en su cabeza le decían que era una mala idea, su corazón estaba retumbando con fuerza, quería hacerlo, quería intentarlo aunque sea una noche, ser libre...

- e-es cierto! Yo soy un caballero de Athena y no le temo a nada !Vamos a ese bar! - casi gritó con un brillo de emoción en sus ojos. Ante los ojos de Deathmask su emoción era tan infantil como cuando le dices a un niño que van a ir por un helado.

Era adorable, y aquí estaba uno de los caballeros más temibles, totalmente rendido ante ese mocoso impertinente, sintiendo como su corazón le retumbaba de emoción en el pecho. Estaba jodido, se dijo mentalmente.

- Bien, "caballero de Athena", vamos al bar. Sígueme.

Caminaron nuevamente, Seiya iba siguiendo a Deathmask, estaba feliz como hace tiempo no lo veía el mayor, hablaba por los codos, primero con emoción y luego con terror, para luego volver a la emoción que traía más terror, y así sucesivamente. Estaba muy divertido viéndolo. El pegaso era un tesoro para él.

Mientras caminaban, a pesar de parecer estar completamente tranquilo, dentro de su cabeza, el mayor se preguntaba si hacía lo correcto, si era mejor volver y seguir ambos con sus vidas como siempre. No quería causarle problemas al mocoso; no es que le importara lo que pensaran o hicieran en la orden, ni si lo afectaba, si querían deshacerse de él para luego es tarde. Pero si se preocupaba por como lo afectaría al castaño, si tendría problemas con Aioros, si se sentiría triste, o si se enojaría con él. No se lo perdonaría jamás. Entonces volteó a verlo nuevamente, ahí estaba esa sonrisa.

Estaba jodido. Estaba jodidamente enamorado de él, lo aceptaba, y aceptaba ser regañado, golpeado, incluso desterrado mañana si podía ver así de feliz al menor, al menos por esa noche.

Llegaron a un bar que no era muy grande, pero tenía un ambiente muy relajado. Entraron y el lugar estaba iluminado con una luz neón azul, había algunas personas bailando, otros bebían en la barra, Seiya se sentía como un crío en ese lugar (y lo era en realidad, a sus cortos 16 años no debería estar en aquel sitio, pero por su complexión atlética se veía mayor de lo que era y al parecer pasó desapercibido para todo mundo).

Se sentaron en la barra, Deathmask pidió dos bebidas, Seiya nunca había escuchado antes el nombre de aquello, pero era consciente que seguramente iba a tener alcohol. Estaba emocionado, al diablo con todo.

Les llevaron las bebidas, y ni corto ni perezoso, Seiya se lo bebió como un vaso de agua, haciéndose el valiente. Creyó tontamente que sería cualquier cosa hasta que empezó a toser y tener arcadas. El mayor se reía descaradamente de él.

- jajajaja, tómatelo con calma Pegasito, no se te vaya a subir el alcohol muy rápido, no quiero que papá Aioros me atraviese con una flecha por el culo.

- ¡Al diablo! Yo estoy pasándolo bien, no voy a contenerme.... por cierto, ¿qué era eso? Es dulce y me gusta, pero el licor es muy fuerte

- Es vodka, es un licor potente, o al menos eso dicen pero para mí es cualquier cosa, aunque seguramente para ti que no haz bebido antes debe ser una bomba, la cual no quiero hacer estallar, bébelo más despacio - le dijo mientras pedía otro vaso

- de acuerdo- dijo terminándose lo que quedaba de su bebida y pidiendo otra- gracias por traerme aquí, por todo esto - le dijo el menor con un brillo especial en sus ojos.

- No te pongas sentimental mocoso, vinimos a pasarla bien, no a ponernos cursis- lo dijo con la mayor despreocupación del mundo, y restándole toda importancia, pero viró el rostro hacia la pista mientras le daba un largo trago a su bebida, no quería que viera el ligero sonrojo de sus mejillas.

Seiya siguió bebiendo de manera despreocupada mientras charlaban amenamente, le gustaba el sabor a arándanos combinado con aquel licor, y no sentía ningún cambio en su persona, pensaba que tal vez no era tan fuerte como Cáncer había dicho. De lo que el menor no era consciente era que estaba cada vez más risueño, se tambaleaba un poco, estaba más torpe y lento mientras bebía de aquella endemoniada bebida. Estaba poniéndose muy borracho pero no era consciente de ello.

El mayor también estaba bebiendo sin medirse en lo absoluto, se sentía más desinhibido que nunca, no estaba pensando claramente en lo que estaba haciendo ni las consecuencias de ello, y en un momento sacó un porro que guardaba por si “estaba demasiado estresado” para empezar a fumarlo; en aquel bar todo mundo pasaba de todo y había más de uno consumiendo algo ilegal por ahí. Le ofreció una calada al menor, quien no dijo que no e intentó hacerlo como le explico el mayor; lo único que logró fue ahogarse y empezar a toser, pero no por eso fue menor el efecto. Estaban los dos muy, pero muy “alegres”, y nada les importaba en aquel momento.

Las luces neón hacían sentir a Seiya como si flotara sobre aquel bar. No existía ninguna preocupación, ni temor. Nada importaba, no había un mañana, un futuro, guerras, caballeros, diosas, nada. Todo era felicidad. Repentinamente, por un impulso, se levantó de su asiento para ir a la pista a bailar.

Para Seiya, todo se estaba moviendo en cámara lenta mientras avanzaba entre la gente. Se sentía liviano como una pluma, pero sus movimientos eran lentos y pesados como si estuviera dentro de una piscina, su cara era todo un poema, se reía y se sentía vivo como no se había sentido antes.

La pista estaba algo llena, se introdujo entre el cumulo de gente, y comenzó a moverse lentamente al ritmo de la música, totalmente ensimismado en su “viaje”, sintiéndose cada vez más deshinibido. Estaba pegado a varias personas mientras bailaba desinhibido, no había escuchado antes esa canción pero le parecía buenísima. Solo se dejó llevar por la música y movía su cuerpo sin pudor, sentía un mar de sensaciones distintas, era como si no hubiera un mañana y estaba gozando al máximo.

El castaño volteaba de vez en cuando a la barra, ahí estaba Deathmask mirándolo divertido, obviamente estaba muy borracho (y drogado). Podía vislumbrar en su mirada algo más que no conocía, algo que no había visto en los ojos de nadie más antes, no sabía que era pero algo dentro de él se despertó, como si hubiera estado dormido por mucho tiempo, y empezó a mover su cuerpo con más soltura, movía lentamente sus caderas mientras cerraba sus ojos. Sabía que Deathmask lo miraba, y quería que lo viera, que lo notara y no tuviera ojos para nadie más esa noche. Ahí, en medio de su “viaje”, lo había descubierto, se mostró ante sus ojos como una especie de revelación divina. Y no podía seguir negándolo a sí mismo.

Estaba enamorado de Deathmask. Estaba perdidamente enamorado de aquel hombre que llego a su vida de manera inesperada, y estar con él era lo único que quería, lo único que necesitaba.

El dorado estaba sentado, mirándolo. No quería, bueno, si quería, pero no debía. Era un mocoso, era su compañero de armas, no debía mirarlo de aquella manera, pero no podía evitarlo, ese niño se le metió en la piel como una droga a la que se había vuelto un adicto. Lo necesitaba ansiosamente; al tenerlo ahí moviéndose de esa manera, con su ropa pegada por el sudor, marcando su tonificado cuerpo que se movía de la manera más sexy del mundo, se sentía extasiado. Jamás imaginó que sería capaz de desear de la manera que lo estaba haciendo al Pegaso, que descubrir el lado sexy de aquel mocoso, quien alguna vez fue su oponente de batalla, y su compañero de armas, pero que ahora amaba como un desquiciado, era siquiera posible.

Parecía que aquel mocoso buscaba provocarlo, cuando sus miradas se encontraron el Pegaso empezó a moverse con más sensualidad y se mordía sus labios provocadoramente. Condenado niño, no sabía lo que estaba provocando en su persona, y maldita sea, movía demasiado bien ese culo.

No debió fumar aquel porro, mucho menos darle una probada a aquel crío, que se veía asquerosamente mal en aquel punto, pero al menos en un buen sentido, estaba muy "alegre", y no era distinto con Cáncer. El alcohol mezclado con la droga le habían pegado más fuerte que nunca, tal vez porque esta vez no estaba usándolos como un escape a su melancolía y su miserable vida. Hoy estaba viviendo el presente, y estaba feliz al lado de aquel mocoso hiperactivo que se le metió en las entrañas. No supo en qué momento se levantó de la barra, solo supo que se estaba acercando lentamente a la pista, mirándolo profundamente mientras el otro se movía sensualmente.

Seiya se había dejado llevar por el éxtasis de la música, se movía cada vez más atrevido, con menos inhibición, se tocaba el cuerpo con las manos como si quemara, su cuerpo estaba muy caliente y quería que lo tocaran ansiosamente. Mientras bailaba enloquecidamente sintió el cuerpo de alguien cerca suyo, volteó y ahí estaba su querido Deathmask mirándolo intensamente. Esa profunda mirada de ojos azules como el océano, lo hizo sentir vulnerable como nunca se había sentido en su vida, ese hombre era su perdición. No quería estar cerca de nadie más esa noche, quería estar cerca de él, sentir su cuerpo contra el suyo, se dio la vuelta, se pegó a él desesperadamente y empezó a bailar nuevamente, más sensual que nunca.

Deathmask estaba drogado y borracho, su sentido común se fue a la basura esa noche, y agarró a Seiya por las caderas como un animal hambriento, se lo pegó y empezó a “bailar” con el mientras este se movía sensualmente, parecía que quería volverlo loco, estaba ahora mismo en el cielo.

Ambos se dejaron llevar por sus sentidos, estaban pegados el uno al otro como si su vida dependiera de ello, buscaban el tacto del otro desesperadamente y estaban al límite, viviéndolo todo como si no hubiera un pasado persiguiéndolos, ni un mañana esperándolos a seguir con sus obligaciones. Cualquiera que los viera pensaría que eran dos extraños intoxicados por la lujuria, pero mirando detenidamente las delicadas caricias llenas de ternura del mayor y la mirada de borrego enamorado del otro, se podían perfectamente cuenta que había ahí algo más, tan hondo como las profundidades del océano. Estaban enamorados, y nada ni nadie podían frenar esos sentimientos tan intensos como las llamas del infierno.

Estaban bailando y disfrutando al máximo de todo. Seiya ahora estaba frente a él, estaban abrazados y tenían sus frentes unidas, mirándose a los ojos. Estaban sumidos perdidamente el uno en el otro, sus bocas estaba muy cerca la una de la otra, podían sentir el aliento del otro rozar sus bocas, la distancia se iba a cortando poco a poco…. pero nada puede ser perfecto.


En ese momento un muchacho se tropezó con el castaño, y derramó algo de su bebida sobre él. Eso los distrajo a ambos que voltearon a ver al otro, quien se disculpó con Seiya mirándolo intensamente, fingiendo que el otro ni siquiera existía. Al pegaso no le molestó, borracho como estaba le podían tirar una bolsa de basura encima y no lo notaría, así que le hizo una señal al chico que no se preocupara en lo absoluto con una sonrisa mientras seguía pegado al otro descaradamente. La sonrisa fue correspondida por el otro que se le quedó mirando de una manera muy sugestiva. Seiya captó la mirada de varias personas esa noche con sus movimientos tan atrevidos y su cuerpo tan bonito, pero nadie se acercó a él por temor a aquel hombre con cara de pocos amigos que estaba encima de él como un buitre asumiendo que era su celosa pareja, y por su pinta sabían muy bien que iban a estar en un grave problema si osaban siquiera mirar a su “amado”.

Pero ese chico no pudo evitarlo, esa sonrisa lo volvió loco. Le dijo que era muy amable mientras le pasaba la mano por el brazo, muy lento, demasiado lento para gusto del italiano, quien ante tal escena sintió como si  un volcán hubiera hecho erupción dentro de él, se sentía casi enfermo y su estómago se retorcía de celos al ver a ese muchacho mirar a Seiya frente a ÉL. ¿Cómo se atrevía? Seiya era SUYO. Le quito el brazo de manera brusca, se puso frente a él y le  dedico la mirada más asesina que pudo; el chico no tuvo más opción que irse inmediatamente. Tampoco era tonto, valoraba su vida.

- Death… Deathmask… yoooo… -Intentó decir Seiya sintiéndose culpable, pensó que talvez el otro se había enojado con él.

-ven- tomó la mano del Pegaso con fuerza y lo jalo lejos de aquel lugar. Nadie más iba a mirarlo o tocarlo de ninguna manera mientras él respirara.

Llevó a Seiya al baño de hombres, que era individual, y los encerró a ambos ahí. Solo iba a limpiarlo y no quería que nadie intentara nada raro si lo dejaba solo. Eso se dijo.

Empezó a limpiarle la ropa con un pedazo de papel, mientras tenía una cara seria, solo era licor y se iba a secar, pero estaba concentrado como si de ello dependiera su vida; no miró al otro ni una sola vez a los ojos mientras con toda su concentración le limpiaba con ridícula parsimonia. Es que no podía evitarlo; se le había pegado al cuerpo aquella camisa desabotonada y se veía delicioso, no pudo evitar quedarse viendo como un imbécil aquella maravillosa vista. Además, se sentía ridículo por actuar tan celoso ante algo tan simple.

Seiya estaba apenas sosteniéndose en pie mientras le limpiaban, estaba muy nervioso al estar solo con el italiano tan cerca y no quería delatarse, mientras el mayor seguía molesto con aquel chico por osar a sonreírle así a SU Seiya. Eso lo notó el pegaso, que estaba molesto, pero no supo identificar el por qué. Estaba confundido y nervioso.

- Esstas ennnnnn enoooo... estassss enojado connnnn migo? - dijo Seiya como pudo, de pronto vulnerable con la mirada nublada

- no – dijo intentando esconder sus celos, no quería verse estúpido.

- perrrrdonnnnnnn

- ¿porr... por qué?

Seiya de pronto, recargo su cabeza en el hombro del mayor y puso sus manos sobre su pecho, inhaló profundamente el olor del mayor, una combinación a la Colonia y el sudor de su cuerpo, un olor que le parecía lo más delicioso del mundo, como si oliera su hogar.

Deathmask se quedó quieto, paralizado en estado de shock, su corazón empezó a latir rápido, no sabía qué hacer ni qué decir. Seiya acercó su boca a los oídos de él y le susurró lentamente lo más cuerdo que pudo:

- No mee im-mporta quien me mire, o me sonría... yo... yo ssolo bailo para ti, yo teee quieero ati…. yoooo... soy tuyo.

Maldita sea, mil veces maldita sea. Él era un caballero de Athena, había peleado contra dioses y había asesinado personas a diestra y siniestra, sin ninguna emoción en su pecho, pero ahora estaba aquí, sintiéndose terriblemente vulnerable en los brazos de aquel mocoso. Si Hades rompiera en ese instante los pactos de paz, y destruyera todo el santuario frente a sus ojos, se sentiría menos conmocionado. Maldito niño, lo tenía terriblemente jodido.

A la mierda el mundo, a la mierda el santuario, la orden, la lógica y su sentido común, lo empujó a la pared y lo acorraló como un lobo a su presa, le tomó la nuca y lo besó, lo besó con toda la pasión que gritaba su cuerpo y alma.

Ese beso tomó por sorpresa al castaño en un principio, pero cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando respondió ese beso con la misma intensidad. Ambos se abrazaron como si al soltarse el mundo se fuera a caer en pedazos, estaban muy desesperados el uno por el otro, necesitaban saborear su saliva, sentir la piel del otro rozando la propia y estar lo más cerca posible. Se besaban como dos desquiciados y parecía que querían devorarse.

Seiya gemía quedo y no pudo evitar pegar sus caderas a las del otro mientras se movía desesperado como un animal en celo, logrando poner a Death más caliente de ser posible, haciendo que perdiera la poco y contada cordura que le quedaba; el italiano lo agarro de los glúteos con fuerza y posesión, incitándolo a moverse más rápido, aferraba su entrepierna a la de él, dejándose llevar de éxtasis por los movimientos de Seiya. Maldito niño, se movía demasiado bien.

Deathmask se separó de él y lo miró, Seiya tenía los ojos cerrados pero los abrió lentamente, su cara estaba roja, sus ojos nublados, su gesto reflejada el placer que sentía. El mayor vio deseo en esos ojos, algo que no había visto antes, y le gusto demasiado, estaba  aterrado por lo mucho que deseaba ver nuevamente esa mirada en él, deseaba más, mucho más. Quería seguir, pero primero tenía que saber si eso quería el otro:

-¿Quieresss… quieresss hacerrr esto?

-¿q-que?

-Estasss… estamos muy borrachoss.. si no lo deseasss yo…

No pudo terminar, porque el otro lo calló con otro beso igual de desesperado que el anterior, tomo sus manos y las puso en su cintura; lo que fuera que pasara estaba listo. El mayor no necesitaba otra respuesta.

Deathmask empezó a besarle el cuello mientras con una mano le tocaba el miembro sobre la ropa, estaba tan duro como el suyo, el menor soltó un gemido bastante sonoro y cerró los ojos mientras su cabeza caía hacia atrás. Se sentía como una barra de mantequilla en los brazos de Cáncer que se derretía a su toque, sentir su mano masculina sobre su miembro era lo más excitante y maravilloso que había sentido en su corta vida, quería gritar su nombre hasta desgarrarse la garganta, quería que lo masturbara con tal fuerza que le arrancara el miembro, quería quemarse y volverse cenizas en sus brazos.

- ahhhhhhh

Sus gemidos eran cada vez más ruidosos, aquello prendía más y más al mayor quien le sacó el miembro del pantalón y se lo empezó a masturbar con violencia. Quería que se corriera en su mano, quería hacerlo gritar de placer, y lo logró exitosamente, haciendo gemir al menor escandalosamente. Seiya no se quedó atrás y puso su mano sobre la entrepierna del otro, quien no pudo evitar gemir, estaba en el cielo ahora mismo y podía morirse feliz, se abrió el zíper del pantalón y se sacó el pene erecto, tomo la mano de Seiya y lo guio para que lo masturbara con la misma violencia; era la sensación más gratificante, sentir aquellas manos sobre su cuerpo.

- Deathmask... ahhhhhhh

Escuchar su nombre en su voz cortada por el placer era el sonido más celestial del mundo, lo ponía al mil, soltó su mano y tomó entre sus manos ambos miembros y los empezó a masturbar juntos. Estaban los dos ahora mismo en el cielo. Seiya casi estaba gritando, se retorcía del placer mientras estaba abrazado a cáncer con desesperación, estaba gimiéndole en el oído mientras decía su nombre mil veces, el otro se sentía morir de placer, los masturbaba a ambos con una mano y con otra aferraba a Seiya por el trasero con fuerza, quería marcarlo, dejarle marcas que le recordaran que era suyo. Seiya le acariciaba la espalda hasta la nuca con total devoción.

- mmmmm... dime que te gusta Seiya…ahhh

- ahhhh .. siiiiii, me gusta.... quiero más

- ahhhh.... dime.... que... eres... mío... ahhhhhhh... Seiyaaaa


- Soy... tuyoooo... yo... soy tuyo..... Deathmask.... ahhhh.... Deathmask

No alcanzaban las palabras para describir el placer que sentían. No había nada más en el mundo más que ellos dos. Siguieron masturbándose de manera salvaje como si la vida se les fuera en ello, y ambos terminaron casi al mismo tiempo, el orgasmo que tuvieron fue explosivo e hizo que ambos terminar con fuertes gritos masculinos. Quedaron llenos de semen por todo el cuerpo, estaban sudados y con la ropa hecha girones. Eran un hermoso desastre.

El mayor recargaba su cuerpo sobre Seiya, quien estaba hecho una gelatina sobre el otro mientas se aferraba a su pecho para no caer al suelo desmayado. Su cara estaba enterrada en su pecho, sus ojos estaban cerrados por el placer y su cara era un poema, estaban haciendo lo posible por recuperar el aire mientras se aferraban el uno al otro.

Se dejaron llevar hasta el límite aquella noche, y ninguno sabía que les deparaba más adelante, ni que consecuencias traería algo así en sus vidas, lo único que sabían era que lo que acababa de suceder era demasiado intenso y demasiado especial como para fingir que no había pasado nada, a partir de ahora las cosas iban a ser diferentes y lo sabían.

Deathmask necesitaba ser claro con él, necesitaba decirle todo lo que sentía en ese momento, y lo que significó para él lo que habían compartido, así que tomo delicadamente su barbilla con una mano y lo obligó a mirarle a los ojos, y trato desesperadamente decirle con la mirada lo especial que era para él, lo mucho que le importaba y lo mucho que lo necesitaba, lo quería, lo quería ardorosamente, y necesitaba que lo entendiera; con una ternura que contrastaba con su misma persona, acaricio con la otra mano su mejilla, y depósito un beso sobre sus labios, un beso corto, pero muy intenso.

Seiya captó el mensaje, no necesitaba más, aquel hombre tan huraño y serio, que escondía una dulzura que solo él conocía, le estaba diciendo que le quería, y él le correspondía con toda su alma el sentimiento, le respondió otro beso corto en los labios y luego en la mejilla, lo miró con todo el cariño que pudo y volvió a abrazarlo recargando su cabeza en si pecho, podía escuchar su corazón latir con fuerza, y ese sonido lo hacía sentir nuevamente como si estuviera en su hogar.

Así se quedaron un buen rato, disfrutando del calor del otro, sintiéndose relajados después de haber compartido un momento tan íntimo y haberse declarado el uno al otro, no eran necesarias las palabras, ambos lo sabían. Se querían…se deseaban.

Empezaron a limpiarse y vestirse, Cáncer era el más cuerdo, así que ayudó a Seiya a limpiarse y acomodar su ropa lo mejor posible. Seguían bastante drogados por lo que hicieron todo de manera torpe, mientras reían como idiotas. Cuando estuvieron listos salieron del baño estrepitosamente, muertos de la risa. Había algunas personas afuera que los miraban con morbo y curiosidad. Se habían acumulado muchas personas en espera de usar el baño, ya que tuvieron que utilizar todos el de mujeres. Habían escucharon claramente lo "ocupado" que estaba el de hombres, así que se adaptaron a las circunstancias.

Al salir todos los que estaban ahí se les quedaron mirando, morbosos, pero eso no les importó un comino y se fueron sin mirar atrás, tomados de la mano riendo felices de estar juntos, no había preocupaciones en sus corazones, que el mundo pensará lo que quisiera.

Corrieron por la ciudad extasiados, disfrutando de la compañía del otro. De un momento a otro comenzó a llover, ya era bastante tarde (o temprano en todo caso) y corrieron tomados de la mano de vuelta al santuario, riendo como dos idiotas. Esa noche fue una promesa, sabían que las cosas iban a ser distintas y estaban dispuesto a luchar por estar juntos y que esos momentos que estaban compartiendo duraran para siempre. No iba a ser fácil, pero nada en su vida lo había sido e iban a correr el riesgo.

Notas finales:

Muchas gracias por leer. Espero que les haya gustado. Como han visto las cosas ya escalaron muchisimo, ahora sigue ver a donde les lleva todo esto.

Nos vemos pronto para el siguiente capítulo, no se lo pueden perder, ahora viene el drama, uyuyuyuyuy.

¡Un abrazo!


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