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Inesperado por iscristin

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Notas del capitulo:

Hola! Estoy tan feliz de estar de vuelta! Sus comentarios y ánimos me han hecho demasiado feliz, muchas gracias! Ahora les traigo un nuevo capítulo que no se pueden perder.

En esta ocasión, vemos la perspectiva de la situación de diferentes personajes, así que aqui pasan MUCHAS cosas, me pregunté mucho si no puse demasiado en un solo capítulo pero no me nacía cambiarlo, Sientan la libertad de comentarme al respecto, para tenerlo en cuenta, jeje. Espero lo disfruten.

Hay una palabra que puede resumir a la perfección este capitulo: DRAMA

¡Besos!

Seiya comenzó a despertar lentamente. Se sentía adormilado de todo el cuerpo, como si hubiera luchado tres guerras santas seguidas. Cuando abrió sus ojos y pudo enfocar correctamente, se dio cuenta que estaba en su habitación, acostado sobre su cama, y que al lado de él, estaba Deathmask. El mayor estaba bastante descompuesto y golpeado, dormido sobre una silla cerca de la cama, recargando su cabeza encima de su mano. Se sentía muy confundido y adolorido, la cabeza le daba vueltas y no sabía que había pasado ni como había llegado ahí, pero entonces el dolor en una zona tan particular de su cuerpo le hizo recordar de golpe todo lo que había acontecido aquel día.

La noche tan especial con Deathmask, la pelea con Aioros, su escape lejos de todos. El ataque de Radamanthys…. El rubio… había sido agredido sexualmente por Radamanthys.

El miedo se apodero de él y comenzó a respirar vertiginosamente, sentía como si se ahogara, ya que el aire no entraba en sus pulmones debido al nudo que tenía en la garganta, que era tan fuerte y agresivo que le causaba arcadas, pero no podía vomitar. Era la sensación más desesperante que había sentido en su vida, y solo quería que todo aquello parara en el instante, quería salir corriendo, se levantó de golpe y empezó a respirar con más fuerza colocando sus manos en el pecho. El movimiento hizo que Deathmask despertara inmediatamente.

-Seiya… Seiya por favor… tranquilo, estoy aquí, todo va a estar bien- lo intentó acercar a él para abrazarlo pero el menor le huía, eso le rompía el corazón.

-No me toques Deathmask… por favor…vete… no vuelvas… vete-

El italiano sentía que se moría de dolor. No le importaba si el mundo entero se oponía a su relación con Seiya, pero si el mismo pegaso era quien no quería estar cerca de él nunca más... no podía aceptarlo.

-Seiya por favor… no me alejes de ti, no voy a hacerte daño, yo te amo, jamás te lastimaría… por favor…-

Seiya empezó a llorar con amargura. Necesitaba a Deathmask con toda su alma pero no sentía merecerle después de lo que pasó.

-Yo no puedo hacerlo. No quiero que estas aquí… vete por favor… esto es mi culpa… vete

-Seiya por favor, escucha… no fue tu culpa… cálmate por favor- al peliazul se le hacía un nudo en el estómago por lo que estaba escuchando. No podía soportarlo, no eso.

-No no no no no no- tomó su cabeza con las manos mientras negaba. -yo no quiero nada, no quiero vivir… Estoy roto... déjame solo… estoy roto, no quiero que estés cerca de mí, aléjate de mí- Decía con la voz rota mientras lágrimas amargas escurrían de sus ojos.

Al peliazul aquello le había roto el corazón en pedazos; empezó a llorar también de la impotencia y la desesperación ¿Por qué les pasaba esto? ¿Por qué? Si él hubiera sido quien sufriera aquel daño tan cruel hubiera sido entendible, porque fue un hombre ruin y merecía pagar por el daño causado pero ¿Por qué Seiya? Él no había hecho daño a nadie, era un ángel, él no se lo merecía, él no…

-Por favor, te lo suplico- dijo entre lágrimas, ya nada la importaba, ni siquiera suplicar. El pegaso se había convertido en todo para él, todo- no me alejes de tu lado, yo te amo Seiya. Te amo.

Al castaño esas palabras solo le causaban más dolor en el corazón, él también lo amaba con su alma, pero no sentía merecer ese amor –Vete y no vueltas Deathmask…. por favor vete, no te quiero volver a ver.

-No Seiya por favor, no quiero estar lejos de ti, te amo… por favor no me alejes, te amo- Estaba hecho pedazos ¿Lo odiaba? No creía que podría seguir viviendo si no podía estar cerca de él nunca más. Lloraba desesperado.

-No me merezco que me ames. Todo esto es mi culpa, no debí irme tan lejos, debí haber luchado… fue mi culpa, debí defenderme, yo debí luchar… - decía el pegaso hecho pedazos. No se sentía merecedor de ser amado, nunca más.

Deathmask no pudo escuchar más; se levantó y se posicionó frente a Seiya. Intentó tomar su rostro pero el menor se hacía del quite. Lo tomó por las muñecas y le dijo mirándolo a los ojos:

-Seiya… escúchame con atención. Lo que pasó NO fue tu culpa. No fue te culpa. Te inmovilizaron con una droga muy potente. Te sacaron muestras de sangre y nos dijeron que la cantidad de droga en tu organismo era tan alta que debiste haber muerto de sobredosis, pero tu condición de caballero te dio mayor resistencia de la que tiene una persona común… Seiya, ningún caballero, ni siquiera Aioros, hubiera podido defenderse, ni moverse si quiera. – Seiya simplemente lloraba, ya no se resistía pero tampoco se acercó a él- No se trata de fuerza o de cosmos ni valentía, era algo de lo que ninguno de nosotros hubiera podido hacer nada. Tú eres el caballero más fuerte que he conocido… pero incluso si luchaste contra miles de dioses y quimeras... tú eres un ser humano, prácticamente sigues siendo un niño, mi vida, y nadie tiene el derecho de hacerte a ti o a nadie lo que ese miserable te hizo. No te merecías lo que te paso, no te lo merecías

Seiya empezó a llorar con más fuerza, con un sentimiento de impotencia muy grande, ya no continuó alejando al peliazul pero aun no podía dejarlo acercarse, estaba asustado, roto, adolorido; No quería estar viviendo aquello, no quería. El peliazul solo con escuchar ese llanto tan amargo sentía que el alma se le iba del cuerpo y que se le estrujaba el pecho de dolor, quería simplemente morirse, pero tenía que ser fuerte, por él, por los dos. Así que continuó.

-Necesito que te quede muy claro. NO fue tu culpa, el único culpable fue el malnacido que lo hizo, nadie tiene derecho a hacerle eso a ningún ser humano, jamás, es un acto cruel e inhumano que no debió pasar, pero que lamentablemente sucedió, y yo aunque daría mi vida por ello, no tengo la manera de cambiarlo, no tengo la fuerza ni el poder de hacer que nunca hubiera pasado – lo miraba intensamente, aunque el otro no le devolviera la mirada, necesitaba transmitirle todo lo que sentía - lo que pasó no define quien eres ni tu fuerza ni tu valor como ser humano... lo que define quien eres son las cosas que has hecho, las vidas que ha salvado, el amor que le profesas a tus amigos, a tu maestro, a tu diosa, a mi…Tu eres una estrella brillante, eres luz, la luz de mi vida y de muchas personas, no importa que o quien intenté apagar esa luz tu eres demasiado, tú eres fuerte, y no vas a permitir que eso suceda, incluso si ahora no puedes verlo, tú vas a levantarte de esto y vas a volver a brillar con más fuerza… pero yo no voy a permitir que te hagas daño de esta manera, que te culpes de algo que estuvo fuera de tus manos… escúchame bien Seiya –Le tomo con fuerza el rostro y lo miro a los ojos, no lo dejó huir de aquello- Yo te amo, soy yo quien no te merece… si quieres que ya no estemos juntos por que ya no me amas o porque tienes miedo de mi o me odias, yo voy a hacerme a un lado y no me voy a acercar nunca más a ti como me lo haz pedido, porque para mí no hay nada más importante que tu bienestar y haría lo que fuera por tí… pero no puedes pedirme que me aleje de ti … incluso si tengo que hacerlo a la distancia, voy a estar para ti siempre, y voy a amarte hasta el final de mis días.

Seiya no pudo escuchar más; se abalanzo sobre el mayor y lo abrazo con necesidad. Deathmask le devolvió el abrazo al Pegaso con desesperación, como si quisiera que el otro se fundiera con él y se volvieran uno. Seiya se hizo un ovillo sobre su pecho y se dejó cuidar por el hombre que amaba mientras soltaba lágrimas amargas. Lo necesitaba más que nunca.

-Te amo… te amo tanto… por favor no me dejes… no quiero estar solo… no quiero que me abandones… quédate conmigo.

-Yo también te amo, jamás me voy a ir de tu lado. Estoy aquí contigo. Te amo.- Lo besaba por todo el rostro con devoción, mientras le ponía una mano sobre la espalda y acariciaba la nuca con la otra con amor.

Se quedaron así, amándose el uno al otro, y no se dieron cuenta que desde la puerta Aioros los miraba a ambos. Se retiró en silencio, no quería interrumpirlos.

El dorado se sentó en un sillón, se sentía cansado, deprimido, roto, culpable. No había llorado desde lo que pasó. No podía. Todo lo tenía atorado en la garganta, y lo estaba ahogando como si estuviera dentro de una piscina muy honda y no supiera nadar, había conocido aquel día el mismo infierno.

Desde siempre, el arquero se había sentido orgulloso de haber sido un hombre fuerte y luchador, no se rendía ante las adversidades, y siempre sacaba fuerza de donde podía por las personas que amaba; pero en aquel momento, se sentía derrotado como nunca antes en su vida. Estaba destruido.

Todo lo que conocía se desmoronó frente a sus ojos, había quedado hecho pedazos en un instante en una escala que lo superaba como ser humano y no sabía por dónde empezar a reparar todo aquello. Su corazón se marchitaba lentamente mientras la culpa lo estaba devorando por dentro. Se sentía tan culpable por tantas cosas que no podía dejar de ennumerarlas en su cabeza; primero dejar que Seiya se enamorara de aquel infeliz frente a su cara sin haberlo notado, haber perdido su control en sí mismo y no haberse medido con el muchacho … Haber permitido que ese monstruo infeliz lo lastimara, no haber llegado antes, no haber estado ahí para protegerlo, al que era para él su hijo propio ¿Cómo se había equivocado tanto?

En aquel momento, no se sentía como un caballero; se sentía vulnerable y pequeño y no sabía que era lo que tenía que hacer.

-Hola Aioros,  ¿Puedo pasar? –dijo Saori, llegando de improviso, saludando amablemente a su caballero. Respiro hondo. Tenía que hablar con él y no iba a ser sencillo, menos en aquel momento.

La pelimorada se sentía hecha pedazos. La vorágine de eventos desafortunados que fueron pasando desde su pequeña celebración por los acuerdos de paz fue algo que ella no esperaba que sucediera y que la dejó profundamente deprimida. Ella amaba al castaño con toda su alma.

Ella lo sabía. Desde el día que el destino de su querido Pegaso y el caballero de Cáncer se habían cruzado supo que lo había perdido, pero no estuvo dispuesta a aceptarlo. Al principio simplemente se dijo que era una bella amistad y que eso seguramente haría que el castaño se sintiera más animado, ya que ella había notado una tristeza particular en su corazón y no supo cómo ayudarlo. Estuvo tan ocupada en sus obligaciones de Diosa que las cosas simplemente pasaron y ella tuvo que aceptarlo mientras veía aquella relación florecer frente a sus ojos.

El tiempo pasó hasta que llegó el día de la celebración y estuvo concentrada en preparar todo a la perfección. Todo estaba muy bien, el ambiente era por demás fresco y todos se la estaban pasando bomba; ella estaba ocupada en organizar todo y no tuvo mucho tiempo para convivir pero estaba realmente contenta viendo a sus caballeros disfrutar de la noche, y no pudo evitar sonrojarse al ver disimuladamente al Pegaso con su atuendo de aquella noche.

Más tarde cuando se estaban acabando el vino, ella había bajado con Mu por unas bebidas que tenía guardadas en el templo de Aries; el lemuriano se había ofrecido amablemente a ayudar a su diosa y a su maestro Shion en la preparación del evento, por lo que ahí había dejado varios suministros y se prepararon los bocadillos ofrecidos; muy tarde, casi en la madrugada, se dirigieron al templo de Aries por las cosa faltantes, estaban alistando lo que necesitaban; el lemuriano aprovecho para ir a su cuarto a tomar unas cosas, y mientras lo esperaba, los vio pasar. Iban corriendo y no se detuvieron a revisar si había alguien a su alrededor, solamente se escaparon completamente felices y dichosos.

En aquel momento, las cosas habían quedado claras para ella, ya no podía seguir negándolo; una lágrima había escapado de sus ojos y simplemente sonrió con melancolía. Dolía, claro que sí, pero sabía que su querido Seiya merecía ser feliz y lo único que pudo hacer fue bendecir con su corazón a aquel par con el enorme deseo de que el italiano hiciera feliz al hombre que amaba. ¿Qué se le iba a hacer?

Al día siguiente, agotada y emocionalmente cansada, tuvo que atender a otros dioses que había bajado a la tierra a hablar con ella. Los tratados de paz que tuvo con Hades fueron exitosos y esperaba generar lazos así de buenos con otros dioses y reinos para por fin otorgarle a su querida tierra la paz que merecía.

Todo fue demasiado rápido para que ella pudiera reaccionar, cuando sintió la conmoción de todo lo que estaba pasando, cuando sintió el dolor y las suplicas de todos los involucrados, no supo que hacer, ni cómo actuar, simplemente guió a sus caballeros a donde estaba el castaño con la esperanza de que ellos lo salvaran de todo aquello. Intentó seguir, como la Diosa fuerte que era con las reuniones pero le fue imposible, pidió disculpas a los otros Dioses y tuvo que retirarse de aquello porque sentía que en cualquier momento iba a desfallecer, la reunión quedó pospuesta hasta nuevo aviso, los dioses en cuestión no tuvieron inconvenientes afortunadamente.

Salió corriendo por todo el santuario, tenía que ir con Seiya. No era tan rápida como sus caballeros pero tenía que hacer el esfuerzo, por él. No se detuvo hasta que en la entrada al santuario encontró a una turba de todos los caballeros y en eso vio llegar al de Cáncer completamente deshecho con el castaño en sus brazos.

Cuando lo vio completamente roto y lastimado. Sintió que se le caía el corazón y el alma al piso; quería largarse a llorar hasta morirse, pero fue fuerte, por él, que tantas veces la había salvado en un pasado, y se hizo cargo de la situación como le fue posible.

Había actuado como se esperaba de ella, a la altura de una Diosa, y se sentía satisfecha con ello, Seiya estaba a salvo y Radamanthys nunca más iba a estar cerca de él mientras estuviera viva, eso seguro.

Cuando todo se tranquilizó, encerrada en la soledad de su cuarto, se quitó su máscara de deidad inquebrantable y se desplomo hecha un mar de lágrimas; sola, rota y vulnerable, como la humana y mujer que era. No pidió ayuda ni consuelo; vivió su dolor en soledad, ¿qué hubieran podido hacer por ella? Simplemente lloro hasta la saciedad, para luego reponerse y seguir adelante. El castaño necesitaba de ella y no podía dejarse caer. Fue fuerte, por su amor por él.

Sabía que la relación de su castaño y el de Cáncer había generado muchas reacciones en muchas personas, por lo que se decidió a hablar con todos los involucrados para que Seiya pudiera sanar en los mejores términos posibles, así que aquí estaba, frente a Sagitario, dispuesta a ayudarlo a sanar.

El arquero se sobresaltó por la presencia de su diosa, tan absorto estaba en su propia miseria que no la había sentido llegar. Se levantó inmediatamente e hizo una reverencia.

-Athena… disculpe, no la sentí llegar… ahora mismo Seiya esta con… el caballero de Cáncer- le costaba decirlo, sabía que fue él quien había salvado a su alumno pero todavía no podía aceptar su relación del todo, todavía le guardaba rencor y sentía que en parte era su culpa todo lo que estaba pasando. -¿Desea que le comunique que está aquí? – dijo calmándose, no era el momento de alimentar sus rencores.

Saori lo miró y sonrió con empatía. Sabía que su caballero estaba sufriendo.

-Tranquilo, quisiera hablar contigo primero, si no te molesta – le dijo con mucha amabilidad, esperando que él estuviera listo.

-¿Conmigo?.. En qué puedo servirle.- dijo haciendo una reverencia, la pelimorada simplemente le dijo que se relajara. Vino a hablar con él como mujer, no como diosa. Con una sonrisa le dijo:

-¿Cómo estas Aioros?

-Si le soy honesto… me siento  como una basura. Quisiera haber evitado todo esto. – no intentó esconder lo miserable que se sentía ¿de qué servía? De nada.

- Todos lo hubiéramos querido Aioros.... créeme que yo más que nadie hubiera querido evitar esto y no sentir esta culpa en el pecho – dijo la pequeña mujer, con un enorme pesar y tristeza, sintiéndose en aquel momento muy débil.

El arquero se quedó en silencio mirándola. Se sentía igual que ella, y no había necesidad de adornar las cosas con palabras huecas.

-A pesar de todo, tengo fe en que las cosas van a estar bien… Seiya está vivo, eso es lo más importante. Radamathys va a recibir su merecido y seguirá pagando por sus pecados hasta el fin de sus días- la bella mujer apretó los puños cuando dijo eso. Había mantenido la compostura cuando se medió esa situación con Hades, pero se sentía fúrica. Esto jamás debió haber pasado. Con todo su esfuerzo dejó eso de lado para hablar con el arquero, ese no era el momento- Pero eso no es en lo que quiero enfocarme en este momento; es algo más lo que quisiera preguntarte

-¿Que necesita saber, Athena?- Pregunto con el mismo respeto, pero algo más intrigado. ¿Qué era más importante que todo esto? Para él, absolutamente nada

-Me gustaría saber… Supe que discutiste con Seiya antes de que huyera, y sé que fue por Deathmask – el castaño mayor hizo una mueca de disgusto, que la pelimorada notó - supongo que no estás contento con lo que descubriste ese día…. Quisiera… ¿Pregunta el por qué? – fue directa, pero dulce. Quería ayudar a su querido caballero.

Aioros al principio se sorprendió de lo directa que había sido la diosa; desconocía el hecho de que supiera al respecto de lo que había pasado con el de Cáncer y él mismo, pero cuando se recuperó de la sorpresa, se puso inconscientemente a la defensiva, e iba a objetar que no se oponía a absolutamente nada, pero no podía engañarse a sí mismo ni a ella. Simplemente se le quedó viendo a los ojos y busco dentro de sí la manera correcta de explicar lo que sentía.

-No quiero que lo lastime- Sentenció con dureza

-¿A Seiya?- ¿Qué podría lastimarlo más que lo que había pasado?

-Si… no quiero que ese infeliz lastime a mi muchacho... no puedo permitirlo, no quiero que lo lastimen más de lo que lo lastimaron… lo lastimamos, hasta ahora.

-Aioros- lo miró con empatía y melancolía- no tiene por qué ser así, no todo el mundo desea lastimar- tomó una de sus manos entre las suyas, necesitaba hacerle entender – no puedo pedirte que no quieras protegerlo, porque no serviría de nada, y lo entiendo perfectamente. Yo tampoco deseo que nadie lo lastime nunca más, porque él es muy importante para mí, pero creo que ha quedado claro que oponerse a lo inevitable solo ha hecho las cosas más difíciles, ¿no lo crees?

- No me estoy oponiendo a lo inevitable, apenas y se conocen, no estamos en una novela, las cosas no funcionan así tan mágicamente. Él no conoce a mi muchacho como lo conozco yo, no puede venir aquí y actuar como si él le perteneciera, además Seiya ni siquiera conoce por completo el pasado de aquel sujeto, yo no sé realmente qué tipo de ser humano es el día de hoy, pero por el pasado que le precede yo no recomendaría ponerle una estatua al mejor ciudadano del siglo- dijo con un ligero sarcasmo ¿Qué todos eran de memoria ligera? ¿Solo él recordaba el pasado del italiano? – esto es un encaprichamiento, Seiya es joven, y puede enamorarse de alguien de su edad, construir una relación con alguien sano y olvidar a ese tipo tan retorcido.

Saori sonrió con amargura. Claro que hubiera querido que el castaño se enamorara de alguien más… de ella, pero no servía de nada querer forzar las cosas. Ella quería que el castaño fuera feliz – Seiya podría tomar tantos caminos, algunos que me harían más feliz que otros – dijo con anhelo en sus orbes azules- pero él eligió este camino y no queda más que estar ahí para él. Sé que tú sabes que Deathmask demostró lo mucho que lo quiere, y por ello fue capaz de protegerlo. Te lo digo Aioros- le dijo mirándolo a los ojos- Deathmask no es Radamanthys.

-¿Cómo saberlo? Si fuera otra persona, otro caballero de la orden, incluso alguno de sus amigos los de bronces, pero, tenía que ser precisamente el asesino de Cáncer- dijo con desprecio- ¿Cómo sé que un día no va a despertar en la mañana siendo el mismo hombre que intento dañarte a ti y lo dañe a él? ¿Cómo puedo saberlo? – Estaba a la defensiva, enojado y dolido, no estaba listo. No quería ceder.

-Nadie puede saberlo, ni siquiera yo…. Pero creo que ha demostrado, incluso ahora, que lo quiere ¿no lo crees?

-No lo sé…

-Además, si acaso eso pasara, estoy segura que tú te encargarías de darle su merecido así como lo hiciste con Radamanthys, ¿no es así? – le dijo con una sonrisa enternecida. El de Cáncer había mostrado su amor incondicional al pegaso, pero Aioros había dejado bien claro que su amor paternal por Seiya no tenía competencia con absolutamente NADA.

El arquero volvió a inundarse de ira pero intentó calmarse. Solo de pensar en el pedazo de basura de Radamanthys…. Si se lo volvía a topar en la vida, lo de aquella tarde iba a parecer una palmada en la espalda comparada con lo que le vendría encima.

-No lo sé, Athena… tienes razón en que, si le llegara a tocar un solo pelo a mi muchacho no habría poder humano que lo salvara de mi furia, pero yo lo que quiero es evitar que suceda en primer lugar… yo, no me esperaba que fuera él quien lo tenía tan feliz últimamente. Sabía que estaba saliendo con alguien por que se salía tarde cuando creía que yo estaba dormido, y cada vez lo veía más feliz… pero cuando supe que era él, no pude evitar pensar en… no sé, me recordó heridas de mi pasado. No quiero verlo sufrir ¿Es tan difícil entenderlo? – le dijo con los ojos aguados. Se estaba rompiendo.

-¿Te refieres a antes de la traición de Saga?-

Si… antes de Saga.- Escuchar ese nombre se había sentido como un cuchillo afilado en su corazón. El dorado miró hacia otro lado, se dejó envolver por la tristeza de aquellos años una vez más. ¿Cuántas lágrimas había derramado por Géminis? Cuando estuvo muerto pudo evadir aquel dolor, pero cuando fue revivido la agonía de su corazón lo envolvió como una exclamación de Athena, amar a quien te traicionó y mandó asesinar no era fácil, en lo absoluto; fue fuerte y se levantó, actuó como si no le importara nada y siguió con sus obligaciones de caballero, y empezó a sanar con lentitud. El constante apoyo de su hermano menor y la alegría infinita de Seiya fueron un bálsamo que le hicieron recobrar su sonrisa, pero había cosas que siempre dolían y no se iban.

Saori lo sabía. Sabía que Aioros había estado enamorado de Saga; ella era una bebé cuando pasó todo lo de la traición del de Géminis, pero fue capaz de verlo a través del corazón del arquero cuando lo revivió y sintió su dolor. Vió a través de él los primeros encuentros, los primeros besos, las primeras caricias y las sonrisas del de Sagitario; había amado con locura al otro hombre y se entregó con totalidad a él. Cuando descubrió la traición, su corazón se había roto en pedazos pero actuó como el caballero que era y luchó contra él. Fue gracias a su sacrificio que ella estaba viva. Había sido muy valiente, pero sí que le dolía. Ella lo entendía. Fue muy duro para el arquero superar el dolor, no como caballero, si no como hombre. Había confiado con toda su alma en el otro; lo amaba, y había sufrido mucho.

-Él no es Saga, Aioros.- le tomó el rostro con una de sus manos, quiso transmitirle todo el apoyo que fue posible.

-Lo sé- dijo con la voz quebrada -Pero no son tan distintos… incluso Deathmask le fue fiel a Saga sabiendo que no era el patriarca. Seiya me dijo que lo había perdonado como usted lo había hecho… Pero yo no puedo hacerlo tan fácilmente, tengo miedo que lastime a mi muchacho… no me perdonaría abrirle las puertas a su vida y permitiera que le hiciera daño, como me lo hicieron a mí. –Dijo, con las lágrimas atoradas en sus ojos. Había sufrido, sí, pero ver sufrir a quienes amaba, a su hermano o a Seiya era para él más duro que cualquier cosa que pudieran hacerle.

Athena lo sabía, le dedicó una sonrisa de comprensión y lo abrazó con fuerza. El arquero lo necesitaba. Fue entonces que Sagitario, al fin se permitió llorar, por Seiya, y por él. La pelimorada también lloraba, por el dolor que el otro le trasmitía y por el dolor propio, también ella lo necesitaba; el arquero también era para ella lo más parecido a una figura paterna que había tenido.

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Seiya y Deathmask estaban abrazados el uno del otro dándose el apoyo emocional que necesitaban. El peliazul lo sostenía con toda la ternura que le era posible, haciéndolo sentir seguro y amado con todas sus fuerzas, no había vivido algo así en su vida y no sabía que era lo que tenía que hacer, o como, pero hizo lo único que pudo hacer, estar para él y amarlo con pasión.

Para el de Cáncer todo lo ocurrido había sido un evento traumático como ninguna otra cosa en su vida, le movió el piso y lo dejó hecho pedazos. Cuando el italiano llevó al Pegaso al santuario ya habían varios caballeros en  conglomeración, curiosos por la conmoción que habían sentido, y empezaron a bombardear con preguntas al dorado, que simplemente no pudo responder, estaba en shock.

Afortunadamente Athena había bajado hasta donde estaban y le pidió con toda la paciencia que tuvo que lo siguiera hacia el templo de Sagitario. El otro le hizo caso mansamente. En momentos como eso lo único que necesitaba era alguien que le dijera que hacer. Llegaron y lo llevaron a su cuarto para recostarlo.

Athena curó las heridas físicas del menor con la fuerza de su cosmos lo más que pudo. La droga seguía en su organismo, por lo que lo Saori lo mantuvo en un sueño tranquilo hasta que se pasara el efecto y pudiera moverse; seguramente si despertaba aún sin moverse iba a sentirse muy frustrado. El peliazul estaba seguro, como lo estaba Saori también, que su Seiya iba a reponerse de cualquier herida física. Lo que iba a tardar en sanar, eran las heridas emocionales. Se sentían ambos igual de frustrados. Aquello no debió haber pasado.

Despues de aquello, desde la perspectiva del de Cáncer pasaron muchas cosas que se sentían como una película que se reproducía frente a él; Incluso el castaño fue revisado por médicos, pero el italiano parecía no prestar atención a nada de lo que pasaba a su alrededor; no se había despegado de él ni un segundo, si Aioros estuvo de acuerdo con su presencia o no, no se dio por enterado por que su atención estuvo al 100% dedicada al pegaso pasara lo que pasara, incluso si el mundo se derrumbaba a su alrededor, le importaba muy poco. Solo estaba ahí para él.

Cuando había personas a su alrededor, se mostraba duro, serio y concentrado en el castaño, con su cara imperturbable mientras lo veía dormido. Pero cuando quedaba solo con él, se quitaba esa máscara frígida y daba rienda suelta a su dolor; le tomaba la mano y la besaba o la ponía sobre su mejilla mientras lloraba y le pedía que lo perdonara.

El italiano nunca había tenido que pasar por algo semejante en su vida, tan ermitaño como era no había tenido que llorar corazones rotos, pérdidas, enfermedades, muertes, ni nada por el estilo; solo se preocupaba por sí mismo y su propia mierda; era un lobo solitario de profesión que no conocía la preocupación ni la empatía. Esa era su realidad, pero en aquel momento el tener por primera vez a una persona que amaba, que era más importante para él incluso que sí mismo, le había hecho conectar con la parte más profunda y escondida en sus entrañas; su humanidad.

Por primera vez sintió con fuerza el peso de sus acciones pasadas. Fue consciente que, él, con sus manos, pudo haber sido el causante de un dolor semejante en otros seres humanos y que no existía justificación alguna para las cosas que había hecho. ¿Podría algún día redimirse de sus pecados?

En aquel momento no estaba ningún caballero o rufián, no estaba un asesino a sangre fría o ningún villano de película. En ese pequeño cuarto, al lado del hombre que amaba, estaba él, roto, asustado, pequeño y arrepentido; Deathmask, el ser humano.

Y como humano que era, se permitió llorar por ello.

Cuando Saori llamo al Dios de inframundo a arreglar aquella situación, por primera vez se separó de él, porque para sentir algo de paz y calmar su alma, necesitaba ser testigo de que aquel hombre no iba a volver a estar cerca del pegaso nunca más.

Wyvern fue capturado y llevado ante Athena, quien estaba mostrando una frialdad que nadie nunca había visto en ella. La diosa llamó al Dios del inframundo y le explico la delicada situación que estaban afrontando. Le contó con lujo de detalle lo que había pasado, que fue transmitido por el mismo Cáncer mientras cuidaban de Seiya. Fue dura, fría y muy clara en decir que esto era una ofensa muy grande no solo contra ella sino contra los tratados de paz que había acordado, que si otras fueran las circunstancias esto hubiera podido desencadenar una guerra entre ellos, pero que estaba dispuesta a dejarlo pasar si el Dios se hacía cargo de la situación y le prometía que aquello no iba a volver a pasar nunca, con ningún otro caballero, ni con ningún humano, si quiera.

Hades estaba fúrico; había sido un trabajo agotador haber llegado a los términos establecidos entre ambos reinos y pensar que todo su trabajo era casi arruinado por el impertinente de su Juez, le hizo hervir la sangre como nunca antes se había sentido. A Wyvern le esperaba una eternidad en el tártaro como mínimo; se lo llevó de ahí prometiendo por su propia inmortalidad que nunca más iba a pasar algo semejante y que el susodicho en cuestión iba a ser severamente reprendido con torturas inimaginables; incluso la invito a ser parte de aquello cuando ella quisiera.

Saori no estaba muy segura si aceptar o rechazar esa oferta.

Las cosas quedaron arregladas entre ellos, y no hubo muchas más que hacer más que estar al pendiente del castaño mientras se recuperaba. Todos sus amigos le dedicaron tiempo y estuvieron presentes para él. Muchos se sorprendieron bastante de ver al italiano pegado ahí como un perro guardián del pegaso, pero no preguntaron mucho, simplemente mostraron su apoyo; ya averiguarían que fue todo aquello que pasó luego de que se recuperara. El peliazul en algún punto fue vencido por el sueño, hasta que el castaño despertó. En un principio fue todo muy doloroso, pero en aquel momento, se sentía en paz porque lo tenía ahí en sus brazos, a salvo.

Seiya se había tranquilizado bastante; seguía llorando en silencio con su rostro recargado sobre el pecho de Deathmask; sentir el cálido cuerpo de su hombre protegiéndolo ayudó a su corazón a calmarse, todavía estaba bastante aturdido por todo lo que había pasado pero al menos no estaba en crisis como cuando despertó. Tan metido estaba en su burbuja con el peliazul que le tomó bastante darse cuenta que Aioros estaba en el templo. Sintió su cosmos, que estaba bastante alterado, y también pudo sentir el de Athena. Estaba asustado de confrontarlos a ambos.

-Aioros está aquí… no quiero verlo… tengo miedo de que siga enojado conmigo… o que me odie….por favor no dejes que entre…- se aferró al mayor con más fuerza mientras volteaba a verlo a los ojos.

-Tranquilo mi niño- le dio un beso en la frente para luego mirarlo a los ojos – no tienes por qué estar asustado, nadie está enojado contigo. Tu no hiciste nada malo – le acarició la mejilla con amor - y estoy completamente seguro que lo último que Aioros siente hacia ti en este momento es algo cerca a la ira; todo lo contrario- Le dijo mirándolo a los ojos con una sonrisa tranquilizadora.

-¿Cómo lo sabes?

-Bueno… no he hablado con él… Pero considerando el lamentable estado en el que quedó Radamanthys cuando se enteró de lo que hizo… puedo afirmarte que su ira no está enfocada hacia ti en lo absoluto- la sonrisa de satisfacción del mayor confirmaba lo que decía; El arquero había explotado como una bomba nuclear,  y el León no estaba muy distinto a él. Los hermanos no habían asesinado al Juez del infierno por el simple hecho de que otros caballeros habían ido en su ayuda al sentir la conmoción de cosmos… pero irónicamente terminaron ayudando a Wyvern al quitarle de encima a los dos que lo habían dejado en un estado tan lamentable, que solo fueron capaces de saber su identidad porque la preguntaron; si no, hubiera sido cualquier espectro para ellos fácilmente.

Deathmask en persona había visto como quedo el desgraciado aquel y no pudo sentirse más satisfecho. Incluso si no había sido él quien le hizo pagar por sus atrocidades, sentía un placer perverso por verlo en aquel estado. Hubo momentos en los que la ira se apoderaba de su cuerpo y quiso arrepentirse de su decisión, mandar todo al carajo y terminar lo que había empezado. Pero luego recobraba el control sobre sí mismo, y se sentía satisfecho de lo que hizo, o no hizo más bien.

Sabía que matarlo hubiera sido un castigo demasiado rápido, y no se hubiera sentido realmente satisfecho; nunca creyó ser capaz de odiar de esa manera, pero no hubiera valido la pena. Nada, absolutamente nada valía más que merecer estar al lado de Seiya. Al menos quedó conforme con el trabajo de los hermanos y la diosa. Aunque él lo odiara, estaba más que complacido con su “suegro”.

-¿En serio? ¿Mi maestro peleó con Radamanthys?– pregunto inseguro.

-Por supuesto Seiya, aunque “pelear” no parece el término correcto, cuando uno pelea hay ataque desde los dos lados, más bien lo estaban aniquilando – dijo con cierta satisfacción sádica – Oh Seiya hubiera sido genial que vieras lo débil y pequeño que se veía Radamanthys después de la paliza de Aioros y Aioria. Vaya que son un par de temer.

-¿Aioria también estuvo ahí? – Al menor aquello le hacía sentir más avergonzado. ¿Cuánta gente lo había visto en aquel lamentable estado?

-Claro que si... fue con Aioros tras nosotros… cuando nos encontraron me vieron sostenerte y pensaron que te había matado... faltó un segundo para que yo terminara hecho picadillo por esos dos, pero al escuchar lo que había pasado fue como si el demonio mismo los hubiera poseído… eres más querido de lo que crees, pegasito.- le dijo dándole un beso en la frente.

Seiya escucho eso y se sintió mucho más tranquilo. Claro que se sentía feliz por ser tan querido por las personas que amaba, pero aun así era difícil dejar atrás la vergüenza que todo aquello le había causado. Solo esperaba que Aioros no estuviera decepcionado de él y rezaba por tener el valor de verlo a los ojos nuevamente y no sentirse débil.

-y ¿Saori?... ¿Está molesta?

-Amor… todos nos llenamos de cólera por lo que había pasado, pero con el malnacido aquel, no contigo… incluso Athena, hubieras visto lo aterradora que es cuando está enojada. No creo haber visto ese lado de ella jamás. Es toda una fiera – Seiya no pudo evitar sonreír. Él era el mejor amigo de Saori, por lo  conocía mejor que nadie sus diferentes facetas, y su lado más sanguinario no le era desconocido. Estaba seguro que hizo estremecer incluso al Dios de los muertos. Tendría que darle las gracias más adelante.

-Quiero salir un momento a hablar con ellos… vuelvo enseguida- Se dispuso a levantarse pero el menor no se lo permitió. Se aferró a él como un koala y le suplico:

-No te vayas…

-Vuelvo en un momento, no tardare, yo tampoco quiero estar lejos de ti mucho tiempo- le dio un beso corto en los labios y se fue directo a donde estaban la diosa y el arquero. Seiya realmente quería estar en los brazos del mayor, pero también estaba cansado, sin darse cuenta sus ojos se fueron cerrando nuevamente y se dejó arrullar en los brazos de Orfeo.

Athena y Sagitario estaba abrazados, pero se separaron cuando sintieron venir al de Cáncer.

-Deathmask…

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer! Este capitulo fue un viaje emocional muy intenso, hubo muchas cosas densas el día de hoy, y les agradezco muchisimo por ser parte de esto. Les traeré pronto el siguiente capítulo.

Me hace muy feliz su apoyo y me anima a continuar con el fic! Muchas gracias por eso! les mando un abrazo

¡Besos!


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