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Inesperado por iscristin

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Notas del capitulo:

Hola! Estyo muy feliz de estar de vuelto. En realidad debí haber publicado el capítulo ayer, ya que así es como lo he estado haciendo desde el principio, pero algunas cosas fueron dificiles de construir y no quise apresurar las cosas. Preferí darme el tiempo para hacerlo bien y que me sintiera feliz con el resultado.

En el capítulo pasado pasaron muchas cosas, y como prometí, este capítulo está mucho mas alegre. Más cosas van resolviendose. Han pasado solo unos días desde los ultimos sucesos, y veremos como van avanzando las cosas para todos. Bienvenidos al que parece ser el penultimo capitulo! ojalá lo disfruten

Gracias por todo su apoyo, lo valoro mucho!

Besos!

El ataque de Radamanthys fue algo que impactó muchísimo a todos los protectores de Athena. Era la primera vez que algo así de grave sucedía en el santuario y había despertado en muchos un gran coraje y preocupación. Seiya era uno de los suyos y lo que había pasado era algo que nadie debía de pasar, nunca, un acto de crueldad deliberada que no debía de permitirse jamás.

Todos estaban de corazón con el pegaso y durante los días venideros se habían reunidos los caballeros dorados con Athena y el patriarca para discutir sobre la situación; no podían volver a permitir que aquello sucediera, por lo que se había iniciado una gran discusión sobre lo importante que era proteger la seguridad de quienes cuidaban a Athena, por el bien de todos.

Aioros fue uno de los más comprometidos con esas reuniones; todos sabían lo mucho que quería al pequeño pegaso, por lo que le dieron el espacio y el apoyo que necesitaba; se unieron a él para buscar la mayor protección y seguridad posible para todos ellos y sus discípulos. Era un evento que los había marcado profundamente a todos e iban a buscar que se convirtiera en un camino de crecimiento como la familia que eran y no dejarse derrumbar.

El caballero de Cáncer también estuvo muy interesado en todo el asunto; no estuvo tan activo en las reuniones por el simple hecho que a él los demás le valían un reverendo pepino, solo estaba preocupado por Seiya y era a él a quien le otorgaba toda su atención.

La relación entre el castaño y el italiano se volvió de conocimiento general poco después de todo lo que pasó y decir que causó una gran sorpresa en general, es decir poco. Nadie en el santuario podía imaginar una pareja más inesperada; muchos no entendían que veía el alegre pegaso en el amargado caballero de Cáncer, pero a pesar de ello, nadie dijo nada. Algunos le temían al italiano y su terrible carácter, otros (la mayoría) le temía a Sagitario y lo protector que era con Seiya, y a los demás en realidad no les importaba, no era su asunto y si eran felices no había mucho que decir al respecto.

Cuando sus amigos los de bronce supieron sobre su situación amorosa, apoyaron en todo momento al castaño, quien les contó tímidamente sobre sus sentimientos. Les habló sobre cómo habían sido las cosas además de disculparse por no haberles contado antes, pero los otros le dieron todo su apoyo y si estuvo alguno en contra de ello jamás lo expresaron, lo único que les importaba era la felicidad del más joven de ellos. Hicieron el esfuerzo, igual que el italiano, de al menos, empezar a generar un diálogo entre ellos para conocerse mejor. Era una sorpresa, pero habían visto lo contento que había estado el pegaso todo ese tiempo, como también lo mucho que se notaba que el peliazul amaba a su amigo, no pudieron si no ponerse igual de alegres por ambos.

Por su parte, para Deathmask fue difícil adaptarse a convivir con personas completamente ajenas a él, no era un experto en temas de sociabilidad, pero hizo su mayor esfuerzo por su niño. No se había despegado de él y había puesto de su parte para conocer mejor a quienes iba a visitarlo mientras se recuperaba.

Un día, mientras estaban los dorados en reunión, el pequeño Andrómeda aprovechó que su amigo se quedó solo para acompañarlo y se quedó hablando con su castaño amigo sobre temas del corazón, interesado en conectar mejor con él. Estaban sentados en el cuarto de Seiya mientras hablaban en confidencia. Shun le había mostrado su apoyo incondicional y estaba feliz de poder hablar por fin de corazón a corazón con su mejor amigo.

-Debo admitirlo Sei, jamás imaginé que fuera Deathmask quien te traía cacheteando las banquetas, ni en mis más locos sueños- dijo sonriendo; era la verdad, de todas las personas posibles jamás le pasó por la mente el de Cáncer, ya que nunca lo había visto ni siquiera saludarlo. Las vueltas que dá la vida, pensó el peliverde. Seiya sonrió.

-Yo tampoco lo imagine, pero aquí me tienes, completamente loco de amor por ese hombre, casi creo que me hizo un amarre o algo-

-jajaja no digas tonterías

- ¡Es en serio! Me tiene hechizado, cada que respiro lo tengo en la mente, solo quiero verlo sonreír, si no está a mi lado me siento incompleto, siento mariposas mágicas volando en mi estómago- enlisto el castaño serio- no puede ser otra cosa que los síntomas de un embrujo- terminó dramáticamente

-Eso es amor tonto

-y del bueno

El peliverde rodó los ojos. El castaño nunca cambiaba. Aun así le sonrió y le dijo:

-Estoy feliz por ti amigo, espero que ustedes dos duren mucho

- Yo también lo espero- dijo soñadoramente -Lamento no haberte contado antes, me costó tiempo darme cuenta sobre lo que sentía y cuando por fin lo tuve claro las cosas estallaron frente a mis ojos como una bomba, apenas y estoy intentando entender qué carajo fue lo que pasó – al decir lo último no pudo evitar mirar hacía la venta que había en su cuarto, mirando hacia el horizonte. Era cierto, todo había pasado tan rápido que apena y tuvo tiempo de asimilarlo, las cosas iban a tardar en sanar, lo supo.

Shun lo vio con empatía y tomó su mano entre las suyas – no te preocupes por eso en lo absoluto, lo entiendo. Tú necesitabas tiempo para poner en orden tus sentimientos, y créeme que puedes contarme lo que necesites cuando te sientas listo, no te presiones. Además, lo importante es que lo sé ahora y podemos chismear al respecto todo lo que queramos- le trasmitió todo su apoyo como pudo y le dedico una tierna sonrisa. Iba a estar ahí para él, pasara lo que pasara. El Pegaso lo miro y se la devolvió, estaba feliz de poder sincerarse con él.

-Tienes razón, hay tanto que tengo que contarte

-Soy todo oídos

-Pero antes de que te cuente mi historia en exclusiva, en vivo y a todo color, necesito que empieces tú a contarme lo que veías a compartir conmigo, no creas que se me olvida. – El Pegaso sonrió pícaro; el peliverde había llegado ese día a contarle algún secreto, pero estaba todo misterioso al respecto; apenas había llegado le comentó que necesitaba hablar de algo mientras su rostro estaba sonrojado y no le tomó mucho al castaño saber que su amigo andaba en los pasos del romance también. Estaba feliz por él y se moría de las ansias de conocer de quien se trataba.

El de Andrómeda en aquel momento se puso completamente rojo casi en un tono carmín. Al más adorable de los de bronce también lo había mordido el bicho del amor y quería platicar con su mejor amigo para que le diera consejos.

-Pues sí, es verdad, quería contarte algo… creo que yo también soy víctima de un embrujo de amor- se pasó una mano sobre el cuello intentado esconder su bochorno

-¡Enhorabuena! Vamos, dime ¿Quién es el afortunado?

-Te voy a decir, pero escucha Seiya… no puedes contarle a nadie nunca, jamás, nunca, mucho menos a ikki, que no sabe y si se entera así sin más me asesina. Tienes que esperar hasta que yo lo cuente ¿entendido?- Le dijo completamente serio y poniendo el dedo menique para que se lo prometiera; el castaño entrelazó su dedo con él sonriendo.

-nadie lo sabrá jamás, soy una tumba- juro solemnemente con una mano en el pecho, para luego sonreír y acercarse a él. El peliverde se acercó a su oído y le susurro el nombre de su enamorado. El castaño abrió la boca y los ojos de la sorpresa. Vaya, vaya, quien lo hubiera pensado…

Hablaron sobre las cosas que sentían como hace mucho no lo hacían y pasaron un rato muy agradable juntos. Esos pequeños momentos de felicidad lo ayudaban a escapar por un momento de su trágica realidad. Estaba luchando por estar bien con todo su corazón y no se iba a dar tan fácil por vencido, aunque le estaba costando.

Seiya parecía avanzar lentamente hacia adelante; pocos días después de esa conversación se sintió un poco más animado y empezó a entrenar nuevamente. Decía sentirse mejor y quería volver a la normalidad lo más rápido posible.

Las cosas parecían estar bien, aunque no pasó desapercibido un cambio en su persona, muy drástico, y no sabía cómo recuperarse a sí mismo.

El humor del siempre alegre pegaso se vio mermado considerablemente. Su habitual rostro alegre y su brillante sonrisa estuvieron ausentes gran mayoría del tiempo, aunque el menor hacía todo lo que estaba en su poder por mostrarse enérgico, compuesto y con todo en perfecto orden, pero no podía esconder el sol con un dedo, su alegría infinita no estaba con la misma intensidad, aunque los demás intentaran animarlo o sacarle al menos una risa sincera como en antaño, no les era tan fácil. El pegaso se sentía roto.

Esta situación era muy difícil para él; nunca había pasado por algo semejante. Estaba acostumbrado a luchar valerosamente ante enemigos que superaban su poder descomunalmente, y ante cada golpe levantarse hasta ganar. Pero lo que había pasado iba más allá de guerras santas, no era una lucha contra un Dios invencible o guerra interminable; aquello era una lucha contra un evento mundano, y una lucha consigo mismo que no sabía cómo ganar.

Aioros había sido un enorme apoyo para el castaño. Había sido su hombro para llorar, su fuerza y su consejero, había tomado más que nunca el papel de un padre en su vida y no lo dejó vencerse por lo que había sucedido.

Desde el principio entendió que no iba a ser fácil para el menor superar un acontecimiento como ese. El castaño entrenaba con más fuerza que nunca, hasta que casi desfallecía del cansancio, y al arquero, le preocupaba verlo desgastarse de esa manera. El pegaso parecía un poseso mientras entrenaba y no se detenía incluso aunque estuviera muerto del cansancio, solo parando cuando su maestro le decía que ya era suficiente; era como si luchara contra un oponente invisible pero lejos de llevarlo a una mejora, parecía que solo luchaba contra sigo mismo y que no avanzaba, solo se desgastaba en el proceso, lo que lo hacía sentirse más frustrado que nunca. Aioros hizo lo que pudo por ayudarlo pero era algo que solo Seiya podía vencer, así que se quedó a su lado ayudándolo a salir adelante.

Asi fue como se dieron las cosas, Aioros siendo tu apoyo juntos con sus amigos, quienes daban lo mejor de sí; como nunca antes se había convertido en una tarea compleja encontrar la manera de ayudarlo a salir adelante, alguno sentían que no tenían las herramientas adecuadas para hacerlo, pero ese no era el caso de  Deathmask.

El italiano no había perdido oportunidad para pasar el tiempo con su niño, y había sido un enorme apoyo, junto con Aioros, para sacarlo del estado depresivo en el que se encontraba en un principio. Cuando se conocieron, el de Cáncer vio a través de las barreras del otro, por lo que lo conocía de maneras que los demás ni siquiera se imaginaban, solo tal vez su maestro, y no se sentía derrotado como en otros momentos en su vida, al contrario, se sentía más fuerte que nunca.

Desde el momento en el que Seiya entró en su vida había encontrado una razón para vivir, para luchar, y ahora que lo necesitaba, aunque sentía que se desgarraba por dentro del dolor al verlo mal, encontraba la fuerza para luchar por verlo bien, por recuperar a su Seiya y ser felices juntos nuevamente.

Aquello, no solo había ayudado muchísimo a Seiya; desde una perspectiva externa, había sorprendido de manera colosal el radical cambio en el dorado de Cáncer.

El italiano entrenaba todos los días sin excepción, había dejado de lado en gran medida su carácter huraño y su apatía por la vida, se había vuelto la sombra del pegaso y cuando estaba a su alrededor se convertía en un ser humano completamente distinto, estaba ¿feliz?, y no tenía ojos para nada más que el menor. Que si, sabían que eran pareja pero verlo así al de Cáncer fue algo que no se esperaba nadie, y cuando tenía la oportunidad se unía a Seiya en su entrenamiento, bajo la muy estricta supervisión de Aioros.

La relación suegro-yerno entre los dos caballeros dorados iba avanzando muy lentamente, pero lo hacía, y eso también había ayudado mucho al de bronce anímicamente.

El arquero puso la mayor disposición que pudo para aceptar al otro en la vida de su discípulo; no confiaba en él y no le quitó el ojo de encima, pero con el tiempo empezó a verlo con menos recelo; el de Cáncer hizo todo lo que estuvo en su poder para ayudar a Seiya y no lo abandonó como en algún momento el de sagitario llego a pensar, no era un ciego y veía claramente lo mucho que esos dos se amaban, además de que Seiya parecía más alegre y tranquilo cuando estaban juntos, así que aprendió a aceptarlo en su vida también. Todos estos factores fueron pequeños fragmentos que ayudaron a construir esa atípica relación,  funcionaba de una manera particular, como no en cualquier otra; había sido toda una lucha estar juntos y se aferraban el uno al otro, con la fuerza de su corazón casi de manera desesperada; habían estado todos esos días unidos al máximo para juntar fuerzas y salir adelante.

No había existido ningún tipo de acercamiento de tipo sexual entre ellos, ni por asomo. El peliazul había entendido perfectamente aquello, le había dado todo el espacio que necesitaba y solo había estado ahí para él para apoyarlo con amor. En ese sentido las cosas estaban bien, y estaban tranquilos, pero era difícil para ambos encontrar normalidad en sus vidas y les estaba cobrando factura.

Seiya tenía sus días; a veces estaba muy vulnerable y se pegaba al italiano como un koala para que lo mimara y le hiciera sentir seguro, otros, en cambio, sentía dentro de sus entrañas una pesadez que no sabía explicar por momentos, no era tristeza, no era dolor, a los cuales ya se había acostumbrado, simplemente sentía un nudo en la garganta como si se ahogara en su propio cuerpo y no quería cerca a nada ni nadie; su corazón estaba herido y necesitaba ayudarlo a sanar con algo pero no estaba seguro con qué; intuía que el tiempo era una buena medicina pero que trabajaba con una parsimonia que le estaba robando vida y felicidad. No se sentía agusto en su propio cuerpo, como si ya no le perteneciera y eso lo frustraba a un punto agobiante, más porque todo eso no le permitía estar feliz ni siquiera cuando estaba con su novio y no sentía que eso fuera justo, le aterraba que le otro se cansara de su actitud al punto de perderlo y eso lo hundía más en la miseria.

El peliazul lo sabía, y lo entendía. Nunca fue un hombre de carácter fácil, estuvo gran parte de su vida enojado con la vida misma y no podía sino empatizar con el castaño; él era consciente de lo duro que su niño luchaba por salir adelante y lo mucho que se esforzaba por mejorar. Intentaba hacerlo sentir seguro, que no se sintiera forzado a sentirse bien solo por él. ¡No era necesario! Lo único que realmente necesitaba es que le permitiera estar a su lado, lo amaba en cada una de sus facetas, lo amaba tal cual era, para él era una necesidad básica hacerlo feliz porque su bienestar era una prioridad, pero si el castaño estaba más reservado que antes, no le causaba el impacto que a los otros, él lo había conocido así, sin filtros, y así se había enamorado de él; él iba a amarlo con totalidad y se iba a quedar a su lado lo que le restaba de vida.

Al castaño le costaba soltar sus miedos pero el italiano no se dejaba amedrentar por ello, le tenía mucha fe. Le daba su espacio con la esperanza de que Seiya con el tiempo se sintiera más fuerte y entendiera de una buena vez que iba a estar ahí, y que no se iba a deshacer de él ni con veneno.

Habían sido días complejos. La trágica pareja estaban luchando por mantenerse bien, y Seiya por un momento pensó que no iba a ser capaz de superar las cosas, hasta que un día, fue visitado por alguien que le dio la respuesta que tanto estaba buscando.

Deathmask estaba hablando con Aioros en la cocina; no era una charla demasiado agradable, ya que el peliazul estaba intentando convencer al arquero de algo, mientras el otro solo parecía negarse rotundamente a lo que fuera que le estuviera proponiendo. Eso fue lo que Aioria encontró cuando entró en el templo de sagitario un día. Miraba todo muy divertido; él había pasado bastante tiempo con su hermano, escuchándolo rabiar sobre el de Cáncer, pero en acción era otra realidad, lo trataba de manera “decente” y hacía el esfuerzo de adaptarse a su presencia.

Decidió que era mejor dejarlos rabiar el uno contra el otro, parecía que les hacía felices, y aprovechar para visitar al pegaso, ya que hace un tiempo no lo hacía y tenía muchas ganas de platicar con él. Abrió la puerta de su cuarto y lo vio acomodar sus cosas. Hizo un ruido con la garganta para anunciarse, y el menor volteó. Le salió una sonrisa sincera cuando vio al león.

-Hola Aioria, ¿Cómo estás?

-Hola pequeño, estoy feliz de verte- dijo entrando al cuarto y acercándose a él. Se dieron un sentido abrazo, se querían muchísimo.

-No nos hemos visto estos últimos días, casi pensé que me habías olvidado o algo- El león había estado para Seiya de manera importante, lo hacía reír y lo ayudaba para convencer a Aioros de salir de vez en cuando, pero lo últimos días había estado un poco ausente y se sintió preocupado de que estuviera enojado con él, así que  cuasi le preguntó aquello, algo nervioso.

-¿Cómo crees? Ni siquiera lo pienses, por todos los dioses, sabes que te estimo mucho, eres mi familia, y jamás te dejaré de querer bobo. Si fuera por Aioros tú ya serías mi sobrino con todas las de la ley – Eso a seiya le lleno el corazón de dicha y se sonrojó un poco, sabía que no era nada de los hermanos pero lo trataban como parte de ellos, y eso era invaluable para él – pero para mí tu eres como mi hermanito menor, solo no le digas a tu maestro, que sabes como es y me saca pleito por eso.

-Jeje, tranquilo no lo sabrá de mí– chocaron puños

-Lo que pasa es que he estado ocupado con ciertas cosas y me fue difícil encontrar tiempo, pero pase lo que pase, yo estoy aquí para ti– le sacudió el cabello con cariño. Era verdad lo que dijo, aunque, la verdad sea dicha, lo tenían ocupado más bien. Su discípulo, quien al principio le estaba sacando canas verdes, lo había cautivado de una manera que nunca imagino que fuera posible, y había estado “bastante ocupado” saciando el fuego interior del fénix… pero esa era otra historia. – Ahora estoy aquí porque vine a ver como sigues, y platicar contigo de muchas cosas.

-No te preocupes, lo entiendo, solo quería estar seguro- dijo algo abochornado por ser tan paranoico- me alegra mucho que estés aquí, ahora mismo me siento tranquilo, hace un momento estaba pasando el rato con Deathmask y en eso llegó mi maestro a pedirle que le ayudara con la cena. Está haciendo un enorme esfuerzo por llevarse bien con él- terminó con una sonrisa

- o buscó una excusa para que no se quedara mucho tiempo solo contigo ¿no?

-También- Ambos sonrieron. Sabían cómo era el mayor y así lo querían.

Despues de lentrenamiento de ese día, el de Cáncer había pedid permiso con toda la paciencia que le fue posible adquirir en su humanidad  al suegro del infierno para pasar el tiempo con su novio, quien accedió de malos modos. Se entretuvieron platicando animadamente en el cuarto del menor mientras que Aioros estaba en la cocina; estaban bastante animados los dos y se miraban con amor mientras conversaban, el peliazul estaba embelesado mirando al castaño, y estaba a punto de robarle un beso, cuando, casi mágicamente, en ese mismo instante entró el arquero ruidosamente a “pedirle amablemente” al peliazul que lo ayudara en lo que estaba haciendo. Con santa paciencia, el italiano dijo que si casi resignado, y fue hacia la cocina, diciéndole al castaño que lo esperara un momento y dándole un beso en la frente.

Seiya se puso rojo como un tomate y trataba de hacer cualquier cosa para distraerse mientras esperaba, y también mientras se le pasaba la vergüenza. Aioros parecía tener una especie de radar infalible y sabía exactamente cuándo era el momento oportuno para interrumpirlos.

-Mi hermano nunca va a cambiar- dijo negando divertido – supongo que nada se le puede hacer, más que acostumbrarte a ello. Créeme que conmigo no es tan distinto, pero como ya estoy mayorsito y no vivimos juntos no es tan intenso el asunto conmigo. No te preocupes, lo hace porque te quiere y quiere protegerte.

-Lo se Aioria, yo también lo quiero mucho, y a ti también

-Últimamente creo que te quiere más a ti que a mí, me voy a poner celoso

-¡No digas eso!

-jajajaja, es broma burrito, más bien ya te quiero yo más a ti que a Aioros, me pondría celoso pero de él, ese sargento no te quiere tanto como yo

-Más te vale- Se abrazaron

-¿Entonces están las cosas bien? ¿Te has sentido mejor? – le dijo poniendo una mano sobre su mejilla y mirándolo con preocupación. Él había visto el estado tan lamentable en el que quedó por culpa del rubio malnacido aquel en aquella ocasión y esa imagen era algo que no se le iba de la mente con nada; le rompía el corazón en pedazos, por lo que hacía su mejor esfuerzo por estar ahí para él lo máximo posible.

-Es… complicado. Por lo general estoy tranquilo, bien, e intento que las cosas sigan con normalidad en mi vida; pero hay días en los que no logro encontrar paz y me siento raro… no se explicarlo, me siento como agobiado o como si me sintiera raro en mi propia piel… no es tan fácil para mí todo esto, yo solo quisiera volver a sentirme como antes – dijo con los ojos aguados – pero estoy haciendo lo que puedo

El león le sonrió con melancolía; le dolía muchísimo saber que el muchacho tuviera que pasar por algo así, no le parecía justo y sentía una enorme rabia con Radamanthys. Seiya había estado bastante deprimido y no sabía cómo ayudarlo.

-Te entiendo perfectamente, y creo que es totalmente válido que te sientas así. No siempre tienes que estar feliz por los demás, Seiya. Tienes derecho a vivir tus emociones como nazcan de tu corazón. Todos estamos aquí para ti, no estás solo

-Yo de verdad que lo entiendo, y sé que lo que dices es cierto- dijo con algo de agobio- pero no termino de sentirme bien, y siento miedo, mucho miedo, Aioria

-¿Miedo de que?

- No sé, de tantas cosas…de no volver a ser nunca más yo mismo, de que todos se alejen de mí… que mis amigos me hagan a un lado... de todo

- No digas eso, ninguno de nosotros va a alejarse de ti, te queremos muchísimo, ¿Cómo puedes pensar eso?

-Lo sé, de verdad lo sé, pero… ¿Qué tal si se cansan de mí? Es una posibilidad, y no sé si estoy listo para ello… ¿Qué tal si Deathmask se aleja de mí? – la angustia se apoderaba de su alma al pensar en ello, no quería estar lejos nunca más del peliazul.

-¿Deathmask? ¿En serio? Mira, yo no estoy tan metido como mi querido hermano en su relación, y siendo honesto no lo conozco mucho… pero en el poco tiempo que los he visto estar juntos, al menos a mí, a diferencia de Aioros, no me quedan dudas de que te quiere – dijo como si fuera lo más obvio del mundo; al león le parecía que el de Cáncer, más que amar al pegaso, estaba ENFERMO por él. ¿En serio el menor no lo veía? Sabía que era despistado, pero esto era demasiado.

-¿En serio?- no pudo evitar sonrojarse un poco. Lo sabía perfectamente, pero que el león, que siempre había sido su amigo y lo protegía tanto, le dijera eso, le hizo sentir muy feliz.

-¿Lo dudas?

-No… no es eso, yo sé que Death me quiere, lo siento en mi alma y yo también lo quiero con todo mi corazón

-¿Entonces?

-Yo… simplemente, me da miedo que se aburra de mí, que se canse de que no esté bien nunca – dijo con total honestidad, no podía dejar ese miedo atrás – Si me deja ¿Qué es lo que voy a hacer? – le pregunto con verdadera preocupación

-Pues—se rascó la cabeza el rubio – comprar un traje negro

-¿Un traje?

- Claro… si te llega a dejar, al día siguiente Aioros lo mataría, y yo amablemente organizaría su funeral. Tú simplemente tendrías que vestir adecuadamente para la ocasión

-Eres un tonto Aioria… estoy hablando en serio- le aventó un cojín a la cara, dividido entre sentirse molesto y divertido

-Yo también- levantó sus manos en son de paz- ¿acaso dudas que eso pasaría?

-Claro que no

-Entonces no te enojes conmigo y relájate.... Mira, nadie puede predecir el futuro, y es verdad que nada es seguro en esta vida, pero vivir constantemente preocupado por cosas que no pasan todavía solo va a llevarte a sentirte aun peor, incluso a enfermarte. –Dijo de manera despreocupada, el león siempre veía las cosas de manera práctica y eso le agradaba mucho al Pegaso - ¿Quieres mi consejo? Disfruta tu relación. Disfruta del amor que estás sintiendo y de todas las experiencias que vivas a su lado, ya después el tiempo dirá si deben estar juntos o no. Suelta, y déjate llevar. Además, ese hombre esta allá afuera en la cocina luchando valerosamente contra los incesantes ataques de nuestro querido Aioros; yo no imagino a nadie haciendo tan valerosa acción sin realmente querer quedarse contigo por la eternidad.

Seiya sonrió divertido y lo abrazó, nadie lo calmaba como lo hacía aquel hombre y sabía que tenía razón. Gracias a la vida por tener a su “hermano mayor” a su lado.

-Gracias Aioria, eres lo máximo

-Claro que lo soy, por eso me adoras con locura

-Bobo

-bobo tú, por necio. Si vuelves a decir que piensas que te voy a dejar de querer me voy a ofender muchísimo.

-okey okey, es una promesa, tonto.

-Eso espero… no dejes que esto te gane Seiya, tu eres muy fuerte y valiente y vas a salir adelante. No permitas que ese malnacido gane esta batalla.

-No- dijo con convicción – no se lo voy a permitir

-Eso es. Ese perro no se merece ni siquiera vivir, es una escoria

-¿Está vivo?- Preguntó con completa honestidad. Supo que Hades había estado en el santuario y se lo había llevado; no intentó averiguar mucho al respecto, porque era muy doloroso, pero en verdad que no tenía idea de qué carajo había pasado con él.

-Supongo, no lo sé, supuestamente Hades le iba a hacer pagar muy caro. Ojalá le esté sacando la mierda cada vez que respire

Seiya quedó en silencio por un momento, asimilando aquello. No sabía muy bien como sentirse al respecto. A veces era difícil decirlo, si quiera pensarlo. Había sido violado. Era una putada y le causaba un nudo en la garganta. No podía negarse a sí mismo que aun sentía miedo, que necesitaba tener cerca a alguien en quien confiara para sentirse por completo seguro, y eso lo frustraba al punto de la impotencia. Se sentía vulnerable, y muy roto.

Sabía perfectamente que existía ira y resentimiento en su corazón, era imposible esperar algo distinto, y era esa ira lo que lo estaba carcomiendo en vida, era algo que se acumulaba en sus entrañas y lo quemaba por dentro. No sabía dónde poner esa furia, o que hacer con ella. No sabía que era lo que tenía que hacer.

- Nunca lo vi después de lo que pasó, solo sé lo que me han contado al respecto

-Tal vez ese es tu problema ¿no crees? Todos lo vimos hecho una mierda y fuimos testigos cuando se decidió su destino por parte de su Dios. Me atrevo a decir que fue casi placentero… tal vez si lo hubieras visto hecho un ratón asustado como nosotros te sentirías más tranquilo, pero bueno, créeme que nunca más va a estar cerca de ti… nosotros estamos aquí para ti Seiya, yo estoy aquí para ti y te voy a proteger siempre, todo va a estar bien- volvió a abrazarlo

Seiya escuchó aquello y algo hizo click en su corazón. ¿Sera posible? ¿Será realmente ese el problema? Tenía muchas emociones acumuladas en su garganta. No tuvo tiempo de seguir divagando porque mientras el rubio lo abrazaba, su novio entraba a su cuarto.

El italiano vio a los otros abrazados, y no pudo evitar, primero sorprenderse porque nunca se dio por enterado de cuando llego el León, y segundo, sentir un ligero (enorme) escozor en sus entrañas al verlo abrazar tan protectoramente a SU Seiya. ¿Quién se creía ese idiota?

-Hola ¿Interrumpo algo?

-Deathmask

-Hola cuñado, gusto en verte – saludo como si nada; había notado perfectamente el tono asesino del otro y su mirada nada adorable hacia su humanidad, pero le importaba muy poco. Él veía a seiya como su familia, estaba enamorado de otra persona y no se iba a pelear con el novio posesivo por algo que ni al caso. Además, él estaba en la vida de Seiya desde antes que él, mejor que se ubicara y entendiera rápido, el león no iba a tratarlo distinto porque fuera un celoso –estaba saludo a mi hermanito.

El italiano relajo el semblante cuando escucho el “cuñado” y “hermanito”, ya que eso aclaraba muchas cosas, pero no se relajó del todo. No eran familia de sangre y uno nunca sabe –me alegro, yo también vine a abrazar a MI novio. – Volteó a ver al mencionado -Aioros me tiene podrido y me haces falta, rescátame por favor

Seiya sonrió y se acercó a abrazar a su pareja. El peliazul se sintió aliviado cuando por fin lo tuvo en sus brazos.

-Aioria, ¿Qué tal si te quedas a cenar con nosotros? Quiero seguir platicando contigo – dijo Seiya inocentemente, sin ser consciente de lo que pasaba a su alrededor.

El mencionado sonrió; le hubiera encantado quedarse para hacer rabiar al de Cáncer, más por la cara que puso al escuchar eso, pero prefería ir a su templo a descansar en los brazos del fénix –Agradezco la invitación, pero debo retirarme, tengo algunas cosas que hacer. Te prometo que vendré más seguido, de verdad hay muchas cosas que quisiera contarte pequeño- no podía esperar para hablarle sobre su noviazgo con Ikki, sabía que su pollo y el castaño eran bueno amigos y que este último iba a apoyar su relación con fervor. Esperaba que fuera su aliado cuando le diera la noticia a su hermano. Vaya cosas le esperaban.

El italiano intentó no sonreír demasiado cuando el otro se negó. Sabía que se estaba portando como un niño inmaduro pero le importaba muy poco. Más vale prevenir que lamentar.

El protector de Leo se retiró con una sonrisa. Estaba contento por pasar tiempo con el muchacho y que se hubiera desahogado con él. Sabía que iba a levantarse de aquello y que iba a volver a tener esa alegría tan radiante que le caracterizaba, solo necesitaba un poco de ayuda. Caminó rápido y no demoró demasiado, en casa le esperaban cosas fantásticas.

Por su parte los enamorados estaba en un abrazo, el de Cáncer le decía que su maestro lo quería volver loco y mientras el pegaso lo miraba divertido. Aioria tenía razón, no tenía caso preocuparse por algo que ni siquiera había pasado, era mejor simplemente disfrutar de su cálida compañía y pedirle a los dioses con su corazón que le dejaran quedarse para siempre a su lado.

Entre risas estaban hablando, muy cerca sus rostros el uno del otro, y estaban a punto de besarse nuevamente, les hacía tanta falta sentir los labios del otro en los suyos…

-Les aviso que ya está lista la cena, pasemos al comedor todos juntos para convivir como la hermosa familia que somos- solo un poco sarcástico, solo un poco.

Los otros dos brincaron, casi asustados. ¿Cómo le hacía? Mientras Seiya escondía el rostro completamente rojo. El italiano miraba con recelo al de Sagitario. Aquello ya era guerra declarada, se dijo. Hicieron lo que el arquero había pedido y comieron en una tregua forzada.

Cuando terminaron, Seiya y Deathmask volvieron al cuarto del menor a seguir hablando de cualquier cosa, no les había otorgado mucho tiempo el arquero para seguir en aquello antes de que se retirara el azul y debían aprovecharlo. El pegaso intentaba ser parte de aquella conversación con todas sus fuerzas, de verdad lo intentaba, pero su mente estaba en otro lado en aquel preciso momento.

No había vuelto a pensar en Radamanthys en mucho tiempo; cuando lo mencionaban intentaba desviar su mente a otra parte y evadir las emociones que atormentaban a su corazón cada que volvía a su mente el recuerdo de aquel fatídico día, pero lo que le dijo el de Leo sí que le removió el alma. Los recuerdos bailaban sobre su mente como serpientes venenosas.

Había vivido cada momento de aquel suceso casi como si fuera solo un espectador en la vida de otro ser humano; los recuerdos iba pasando de uno a otro dolorosamente; haber tenido el cuerpo del juez sobre el suyo mientras lo desgarraba por dentro, presenciar la pelea que vino después de ello para luego desmayarse sobre los brazos de Deathmask. Iban y venía, dolorosamente, sin descanso y sin piedad. Le estaba costando demasiado fingir que estaba bien.

Todo había pasado tan rápido que parecía simplemente una ilusión de su cerebro. Luego de eso despertó para ver a su novio a su lado, y aquello simplemente se había sentido como una pesadilla cruel en su mente, pero a nivel físico y emocional, las heridas eran reales y todavía sangraban.

No quería pensar en el rubio, no            quería. Pero no podía evitarlo. Le costaba tanto decir esa palabra, era tan doloroso.

Violación.

¿Por qué había pasado? ¿Por qué Radamanthys lo había violado? No terminaba de entenderlo, aunque evitara el pensamiento como a una enfermedad no podía dejar de preguntarse cuál era el sentido de aquello, cuál era el propósito o la finalidad en su vida de algo tan asqueroso y podrido. No podía sacar de su pecho el terrible sentimiento de injusticia que le envenenaba el alma lentamente y lo hacía sentir como si no valiera nada. Lo intentaba, intentaba fingir que todo estaba bien y que no lo había afectado en lo absoluto, pero ya no tenía la fuerza suficiente para mentirse a sí mismo.

¿Por qué lo había destruido de aquella manera. ¿Por qué a él?

Las lágrimas escaparon de sus ojos inmediatamente sin piedad mientras miraba a los ojos azul profundo del hombre que amaba, deseando que quizá, en esas bellas lagunas de azul profundo pudiera encontrar la respuesta que su alma clamaba. Ni un segundo pasó para que el otro se callara, sorprendido y completamente asustado ¿Qué estaba pasando?

-Seiya… Seiya, mi amor ¿Qué te pasa mi niño?

Quiso decir algo, gritar con todas sus fuerzas hasta lastimarse la garganta y dejar salir toda la negrura de su alma. Pero nada salió de sus labios, simplemente recargo su frente sobre el pecho del mayor, apretando sus camisa con ambos puños, fuertemente, mientras el llanto amargo seguía escapando con gemidos dolorosos. Deathmask lo abrazo con desesperación

-Por favor Seiya, dime que sucede… - le acariciaba la espalda tiernamente. Muy en el fondo sabía de dónde provenía ese dolor agónico, lo sabía perfectamente y le despedazaba las entraña, pero quería que hablara él y sacara lo que le atormentaba el pecho.

-Quédate conmigo….- susurro apenas, pero el otro escuchó perfectamente

-Mi amor, Aioros va a sacarme arrastrando de aquí y yo…

-Quiero que te quedes Deathmask, te necesito - suplico

No hizo falta más, tomándolo en sus brazos los recostó de lado mientras lo arrullaba. Si lo necesitaba ahí, ahí iba a quedarse. Si el arquero no estaba contento con aquello bien podía matarlo de un flechazo y dejar su cadáver ahí abrazando al pegaso, pero no iban a sacarlo de ahí ni con un ejercito entero.

-Quédate por favor… me duele… no quiero estar solo… me siento solo

-Aquí estoy Seiya, mírame- lo tomó de la barbilla- aquí estoy contigo. No me voy a ir a ningún lado. Te amo. – besó su frente y puso nuevamente su rostro sobre su pecho.

Las lágrimas siguieron por gran parte de la noche en la que ningún de los dos descansó en lo absoluto. En algún punto el arquero se asomó ligeramente por la puerta, dispuesto a sacar a patadas al rufián del peliazul, pero al ver tal escena, se le comprimió el corazón de dolor. No los molestó y se retiró a su propio cuarto. Ese no era el momento, y sabía bien que el de Cáncer no se atrevería a hacer nada con el Pegaso en aquel estado.

Un nudo se hizo en su garganta y tampoco pudo cerrar los ojos en toda la noche. Quería ayudar a Seiya pero no sabía cómo, no sabía cómo.

Por su parte el italiano tampoco sabía qué hacer, su novio estaba sufriendo y se dedicó a abrazarlo, besarle la frente y decirle cosas al oído para calmarlo, otra cosa no se le ocurría. Aunque sufría, y lloraba con él, se dijo a sí mismo que tenía que ser fuerte por los dos y que iba a ayudarlo a salir de aquello como fuera posible, no le importaba qué tuviera que hacer o como, pero lo iba a levantar de aquel hoyo en el que se estaba hundiendo.

Seiya lloraba, un poco más tranquilo, no porque sintiera menos dolor, sino porque tenía muy claro qué era lo que tenía que hacer. Dejó salir lo que tenía su corazón guardado sin pudor, pero esperando impacientemente a que amaneciera para hacer lo que tenía que hacerse, ya no podía escapar. Necesitaba hablar con Saori.

Notas finales:

Muchas gracias por leer! Sé que dije que el capitulo era más alegre, y que al final las cosas se tornaron bstante trites, pero creanme, es el preambulo para lo que viene, que es el final.

Seré sincera, no se que tan largo va a quedarme, por lo que no se si sera un capitulo o si vo ya tener que dividirlo en dos partes, pero es el final. Por lo mismo no se si llamar a este el penultimo capitulo o no.

De verdad muchas gracias, me anima muchisimo sus comentarios y apoyo, estoy feliz y espero que les guste esta historia. Ya pronto termina y espero que les guste el final.

 

Les mando un abrazo y un beso! no quiero prometer nada, pero seguro que el sigueinte capitulo será subido entre el sábado y el lunes! Muchas gracias

Besitos


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