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Mi niño amado por ami4alice

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Notas del capitulo:

Como ha pasado un tiempo desde que termino la primera parte... He decidido darle tres capítulo para que disfruten.

Espero les guste.

La habitación era algo pequeña a lo que estaba acostumbrado, aun así, suponía que se trataba de una buena habitación. Se encontraba bien amueblada y tenía excelente iluminación, Kari no pudo evitar preguntarse desde cuándo tendrían ese lugar preparado para su visita. Desde el primer momento en que entró al templo, sintió que los estaban esperando, como si fuese algo predicho el que ellos aparecerían allí. Kari no deseaba pensar mal del templo, pero las acciones de este solo lo hacían pensar así.

Sin poder evitarlo, Kari chasqueó mientras estaba sentado en aquel cómodo sofá. Desde hace un buen rato que se encontraba solo en aquel cuarto, hace poco vinieron unos frailes y dejaron un par de cosas para él, pero nada más. Lo que más le enojaba es que se habían llevado a Dewis antes de que se diera cuenta. Ese lugar no dejaría de darle mala espina y aun desconocía el motivo de ello. Tal vez encontrarse en una habitación completamente solo causaba que su enojo incrementara, para su suerte, la puerta sonó, dejándose ver a uno de los frailes. Todos se veían igual para él, así que no sabría decir si se trataba de la misma persona u otra.

-Está todo listo, ¿puede por favor venir conmigo?

No acotó nada y se levantó de su asiento.

Obviamente su paso sería firme, lleno del enojo que lo había estado carcomiendo en la habitación. Siguió al fraile en completo silencio y este le guió a una puerta bastante asombrosa si lo pensaba un poco, con tantos detalles que Kari sentía que iba a quedar completamente ciego si la veía por demasiado tiempo. Cuando la abrieron fue peor el brillo que recibieron sus ojos, la sala estaba demasiado brillante y que hablar sobre las cosas dentro de aquel lugar. Pudo notar que el techo sobre él era completamente de vidrio, podría ver perfectamente el cielo desde adentro.

Cuando la puerta por la que atravesó fue cerrada, se percató de que el fraile no entro en la sala. Eso le causo intriga, pero algo lo llevó a seguir hacia adelante. No dejaría de pensar que aquel lugar era increíble, podía notar el esfuerzo que pusieron en cada uno de los detalles dentro de la sala, no había nada que no fuese hecho con dedicación. Al llegar al final, donde vio aquella estatua de mármol, se le quedó mirando un largo rato, uno que pareció eterno, como si no pudiera apartar la vista de aquella figura inanimada. Mientras más la veía, más sentía que su cabeza iba a explotar, solo llego a desviar la mirada cuando la cabeza le comenzó a doler con intensidad, llevando una mano a su frente.

El dolor causo que retrocediera un poco y casi tropezara, cayendo de rodillas al suelo. Se agregó a su malestar el mareo, si no fuese porque el ambiente no olía a nada, podría creer que lo estaban drogando, pero no fue así. De pronto, todo su escenario cambio por un corto momento, en vez de la baldosa del suelo, había tierra, no solo eso, podía apreciar sangre en sus manos. Cuando llego a elevar la mirada, la estatua ya no se encontraba colocada majestuosamente, sino algo fisurada e inclinada, podía decir que hasta tenía algo de sangre.

¿Qué se supone que estaba viendo?

Simplemente no pudo más y antes de poder darse cuenta, se inclinó hacia su derecha y cayó en el mundo de la inconsciencia, siendo cubierto su alrededor de oscuridad. Todo fue borroso después de allí, oía voces a lo lejos, escuchaba cosas que no reconocía, todo estaba siendo demasiado confuso y por eso no pudo volver a abrir los ojos. No fue sino rato después que los abrió de golpe, encontrándose con un techo desconocido. Su respiración estaba agitada y cuando se sentó en aquella cama donde estaba acostado, pudo darse cuenta que tenía compañía.

Dewis estaba allí, sentado en una silla y recostado a la cama, dormía tan tranquilamente que todo lo de antes parecía una lejana pesadilla. Solo verlo a él le traía una extrema paz, una inexplicable. Se inclinó hacia su compañero, besando un poco su cabeza e impregnándose un poco de su olor. Ciertamente tener a ese chico cerca le aliviaba de muchas formas. Se separó y llevó su vista en una cierta dirección al sentir que había alguien más en la habitación. Cuando se acercó pudo observar al sumo sacerdote, que se encontraba solo por muy raro que eso sonase.

-¿Qué ha pasado?

No creía obtener una respuesta, ya que el sumo sacerdote se encontraba solo. El otro hombre sonrió, ocultando su expresión tras las mangas de su túnica.

-Finalmente el reloj ha comenzado a correr.

-¿Qué?

Kari se encontraba impresionado al haber oído la voz del sumo sacerdote.

-Emperador… -dijo acercándose -. Necesito que abra la puerta a sus recuerdos.

-¿Qué?

Volvió a repetir, pero todo lo demás se volvió borroso.

El sumo sacerdote se acercó a Kari, llevando una mano a su frente y tocando esta con sus dedos. Luego de tan simple acción, Kari fue a dar otra vez al mundo de la inconsciencia, aunque sería más preciso decir…

Al mundo de sus recuerdos.

.

.

.

Kari recordaba muy bien la primera vez que comenzó a ser consciente de él mismo. Tendría alrededor de un año cuando entendió más cosas de las que se supone un niño de su edad debía comprender. Lo primero que llegó a captar, fue el asunto de ser un candidato a emperador. ¿Qué significaba eso? No lo sabía realmente, pero todos comenzaron a tratarlo de una forma especial, lo cual hizo que odiara ser un candidato.

La servidumbre lo trataba cordialmente todo el tiempo, muy diferente a su familia a quienes los trataban sin tanta cortesía. No solo eso fue lo que causo una gama de sentimientos en el joven, sin importar qué hiciera o quisiera, todos buscaban complacerlo sin importar si tenía razón o no. Solo producía un sonido y todos saltaban a complacerlo, como si fuese alguna clase de ente místico que lograría cumplir sus deseos si se comportaban bien delante de él y le daban todo lo que quisiera o pidiera. El asunto no solo se repitió en su hogar, en el palacio también pasó lo mismo. Había una razón profunda por la que Kari siempre vivió oculto detrás de la falda de su madre.

Esa mujer que lo trajo al mundo actuaba muy diferente a los demás, ella si lo regañaba y no le daba todo lo que quería, lo trataba como lo que era, solo su hijo. Kari siempre se sintió cómodo con su madre, muy diferente a las demás personas, las cuales sentía solo malas vibras de parte de los demás. A ojos del chico, parecía como si todos tuvieran una máscara en sus caras, ocultando todo el tiempo sus intenciones. Su madre nunca llego a tener una, siempre lo que sentía era lo que mostraba y eso siempre fue lo que más le gustaba de la mujer. Honesta y directa, pero a la vez inocente y pura.

Cuando tuvo que quedarse en el palacio debido a que se trataba de un candidato al trono y esa era la costumbre, se sintió mal, ya que su madre siempre fue su refugio y ahora mismo no podría tenerla para protegerlo. Al momento en que fue con ella al palacio a presentarse como corresponde ante el emperador, supo lo que tendría que vivir por mucho que le pesara. Aun podía recordar muy bien ese día, también fue el momento en que tuvo el placer de conocer al otro candidato.

La primera vez que vio a Kam Noth fue debido a su madre, quien lo encontró entre los arbustos. Kari se le quedo viendo fijamente mientras estaba detrás de su hermana mayor, otra mujer con la que se sentía cómodo. Él pudo notar perfectamente la agonía que estaba pasando el otro niño, sin necesidad de detallarlo o que le dijeran algo, Kari podía verlo. Porque había una sombra detrás del otro niño de su misma edad, la misma sombra que veía en muchas personas, aunque la de ese otro niño parecía la sombra de alguien más, lo cual le causo curiosidad.

Todo el tiempo que estuvieron caminando por el jardín tenía su mirada en el otro niño, preguntándose dónde terminaría esa sombra que tenía sobre los hombros susurrándole cosas, pero Kari no se sentía en confianza para hablar sobre lo que observaba en otras personas, así que todo el tiempo se mantuvo en silencio, pegado a la falda del vestido de su hermana, por lo menos hasta que se encontraban delante del gran árbol característico del imperio. Allí se quedó mirando al árbol fijamente sin poder apartar la mirada, había algo que le atraía de ese gran árbol, algo que desconocía por completo.

Llego el momento de la presentación ante el emperador y al estar dentro de la sala, Kari pudo apreciar una ligera conexión entre su madre y el emperador, pero paso desapercibido cuando miró al frente, precisamente a la presentación de su rival. Estaba demás expresar que fue realmente mala y no lo decía por opinión propia, sino por lo que veía en el vacío. La palabra patético aparecía por todos lados. Pronto fue su momento de presentarse, pues su madre le tomó de las manos y se agacho para quedar frente a frente.

-Relájate y sé tú mismo.

Aquellas fueron sus palabras antes de moverse a la alfombra roja.

Le dedico una mirada al emperador y de pronto sintió una voz golpear en su cabeza, como si le estuviera sugiriendo algo, a Kari le llevó un par de segundos poder comprender la voz dentro de su cabeza.

Da un paso hacia adelante e inclínate llevando tu mano dominante a tu pecho y coloca una rodilla en el suelo

Tal cual le indicó la voz dentro de su cabeza, realizó aquellas acciones con elegancia, como si estuviera acostumbrado a hacerlo. Después vino su nombre, el cual dijo con perfecta claridad, pero el momento no le impresionó, no, eso no había sido lo que más le llamo la atención. Al momento en que levantó su mirada para ver al emperador, por un corto momento vio otro escenario.

Sentado en el trono había otro hombre con una corona en su cabeza, con una mirada de depredador. Agregado a eso el diseño de las paredes también cambió, se trató de una sala más abierta, además, había otra clase de personas, con ropas diferentes. Fue debido al toque de su madre en el hombro que Kari se levantó para moverse del lugar. Lo que acababa de pasar lo dejo fuera de base por un instante, ya que no comprendió por qué había visto semejante cosa, ni siquiera presto atención a lo siguiente que sucedió, cuando cayó en cuenta se encontraba en el carruaje con su hermana y su madre, sin saber muy bien lo que estaba sucediendo, aun así, decidió ignorarlo.

No iba a ganar nada pensando demasiado en algo a lo cual no tenía respuesta.

.

.

.

El tiempo pasó y fue momento de quedarse en el palacio del emperador.

-¿No puedes quedarte conmigo?

Su madre llevó su mirada a él un instante, en serio que le sorprendía la capacidad con que Kari hablaba tan bien, aunque le parecía curioso que nunca lo hiciera delante de otras personas.

-Ya sabes cuales son las reglas cariño –dijo Kairi con una sonrisa -. No me puedo quedar contigo, se supone que debes enfrentarte a esto tu solo.

Kari no dijo nada en respuesta a aquellas palabras, solo se dejó llevar un poco por la dulce caricia de su madre, siempre le agradaba que le diera ese tipo de afecto aun cuando una parte de él no terminaba de comprender el significado de cariño o amor. Sabía que su familia lo quería mucho, pero él no terminaba de entender ese tipo de concepto, lo quiso atribuir a que se trataba todavía de un niño y por eso no comprendía sobre conceptos tan profundos y abstractos.

Su madre pareció sentir el desánimo de su hijo, por eso decidió dar una idea.

» ¿Qué tal si damos un paseo? –sugirió Kairi -. Será divertido.

Ni espero una respuesta de parte de su hijo cuando lo tomó de la mano para salir de aquella habitación y comenzar a caminar por los pasillos del palacio. Tenía que decir que no le gustaba el lugar, pero no debido a la estructura, sino más bien a lo que podía sentir y ver, que al parecer otros no notaban para nada. ¿Acaso se estaba imaginando cosas?

De pronto, su madre chocó con alguien. De nuevo se estaban encontrando con el otro candidato.

-¿Mamá? –soltó antes de llevar su vista al otro niño, caminando a este para ofrecerle su mano, luego oyó la respuesta a la pregunta que le hizo a su madre -. ¿Te… ayu…ayudamos?

A pesar de haber ofrecido su ayuda, Kari mantenía su mirada en Kam, debido a lo que podía presenciar que parecía nadie más lo hacía. Lo veía muy claramente ahora que se encontraba más cerca, la palabra patético se encontraba pegado en su cara como si fuese parte de él. Tuvo sus dudas y preguntas con respecto a ello, aun así, trato de seguir la conversación.

-A mamá… gusta… paseos.

Kari dejó escapar esas palabras en su momento. Siguieron su recorrido con tranquilidad, de verdad que era agradable pasarla con el otro niño, pero no podía evitar pensar en esa palabra pegada a la cara del otro, cuando no la llevaba puesta parecía que todo a su alrededor lo tenía pegado. Como si el otro niño estuviera destinado a la desgracia. Llego la noche y el momento de separarse finalmente toco, por eso se encontraba en la entrada, donde un carruaje esperaba a su madre.

-Nos estaremos viendo hijo.

Su madre se inclinó para darle un beso en la frente a su hijo.

-¿De verdad no te puedes quedar?

Pudo escuchar la dulce y suave risa de parte de su madre, quien negó con la cabeza.

-En serio que no entenderé por qué te muestras como menos delante de otros –dijo y Kari no contesto a eso -. No me puedo quedar y lo sabes, pero no te dejaré solo.

Un abrazo de parte de la mujer fue lo último que recibió de ella.

Se quedó completamente solo en la entrada, aunque había sirvientes, se sentía solo. Kari llevó un momento su mirada a los sirvientes, logrando presenciar como algunas palabras estaban pegadas a ellos, al igual como le pasó con Kam. Kari comprendió tiempo después que esas palabras en realidad eran los sentimientos más profundos de esas personas. Debido a eso, Kari obtuvo la costumbre de no mirar a otros a la cara.

¿Quién querría poder ver los verdaderos sentimientos de los demás? Nadie.

.

.

.

El tiempo siguió pasando y mientras más se relacionaba con Kam, se daba cuenta de un par de cosas. El chico era bastante agradable, en realidad bastante capaz a sus ojos, aunque tristemente, todo se arruinaba debido a aquella sombra que podía ver todo el tiempo, a veces más fuerte en otras ocasiones más débil. Fue tarde el momento en que se dio cuenta el verdadero dueño de aquella sombra que asechaba a su rival y que fue uno de los causantes que provoco el rencor hacia su persona.

Kari buscó de todas las formas que pudo ayudar a Kam para que no cayera en las garras de aquello que parecía acecharlo, pero en un punto se dio cuenta que sin importar lo que hiciera, había cosas que no podía cambiar, además, también se percató que su existencia misma fortalecía aquella sombra y rencor, así que tomó la decisión de no involucrarse más con el otro chico. Por lo menos hasta ese día donde todo cambió por completo.

Honestamente Kari sentía que no pertenecía a ese lugar, a pesar de que era un candidato al trono, no se sentía especialmente agradecido por ese hecho. ¿Qué sentido tenía volverse emperador? Se preguntaba constantemente desde que empezó a vivir en el palacio. Claro está que su posición lo llevó a conocer a personas increíbles, porque los dos chicos que se volvieron sus caballeros terminaron siendo una parte importante en su vida. Aun podía recordar la primera vez que los vio, había sido llamado por el emperador a la sala del trono, allí lo esperaba con dos jóvenes.

-¿Me ha llamado, emperador?

-¿Sabes que podría mandarte preso por no saludar correctamente?

-Saludare debidamente cuando usted se lo merezca.

A ojos externos, la relación entre el emperador y los candidatos era escasa, pero tenía que ser de esa forma o iniciarían rumores sobre favoritismo y lo que  menos se debía de buscar se trataba precisamente de esa clase de cosas. A pesar de eso y de lo que se podría pensar, la relación entre Kari y el emperador no reflejaba precisamente amabilidad, aunque no demostraban eso al estar en público, ambos sabían mantener las apariencias.

El emperador rió suavemente, antes de levantarse de su asiento y caminar a donde se encontraba parado Kari. La diferencia de tamaño debido a la diferencia de edad era demasiado evidente, aun así, eso no le impidió a Kari tener su mirada en aquel hombre. Muchos le tenían miedo, otros una gran admiración, él no sentía nada hacia el emperador, en realidad hacia nadie. Duraron en completo silencio mientras se encontraba uno frente al otro, el que rompió ese silencio fue el mayor.

-Ya se han escogido las personas que te protegerán.

Luego de decir aquello, le dio la espalda para volver a su asiento. Cuando estuvo nuevamente sentado, se giró en dirección de su espalda, con la clase de expresión que tenía el otro, se imaginó que no le iba a decir nada.

» ¡Tienen permiso de entrar!

Hasta ese momento habían estado solos, pero después de aquellas palabras, entró el concejero junto a dos niños que parecían cercanos a su edad. Uno de cabello negro y otro de color castaño, Kari no tuvo interés por detallar algo más que eso.

» Preséntense.

Evidentemente eso fue una orden, así que los otros dos se miraron un momento con duda. El de cabello negro fue el primero que se acercó y se arrodillo.

-Yo soy un aspirante a caballero de la familia Deguchi –inició el joven -. Mi nombre es Simón.

Al acabar levantó su rodilla del suelo, volviendo al lugar donde antes estuvo parado. Cuando estuvo en su lugar, el otro niño hizo lo mismo.

-Yo vengo de la familia Sano, Noel Sano, aspirante a caballero.

Ambos se presentaron ante Kari, luego regresaron a su lugar junto al concejero que veía todo en silencio. Todas las miradas fueron a dar al emperador.

-Ellos son los que se asignaron para protegerte, espero se lleven bien a partir de ahora.

El emperador se levantó de su asiento y sin agregar más nada se retiró de la sala, siendo seguido por el concejero, quedando así en la sala los dos niños y él. No dijo absolutamente nada y se giró para comenzar a caminar en dirección a su habitación, no le sorprendió cuando los otros dos le siguieron unos pasos atrás.

Al llegar a su habitación se detuvo un momento para mirar a los otros dos niños. Como cualquier otra persona que había conocido en su corta vida, ellos no fueron exceptos de tener ciertas palabras pegadas a su cara o a su alrededor, aunque estas eran menos que las que veía en los adultos. Estuvo por unos minutos ahí parado, decidiendo sobre lo que tenía que hacer, tomando la decisión de dirigirse hacia los que pasarían bastante tiempo a su lado. La pregunta real era… ¿Cómo decir aquello?

-Ustedes… ¿Quieren ser mis caballeros?

Evidentemente la pregunta fuera de lugar sorprendería a ambos niños. Kari pudo ver la respuesta sin necesidad de que se la dijeran.

» Esta bien, no tienen nada de qué preocuparse –dijo con una corta sonrisa mirándolos directamente -. De todas formas, yo no deseo ser emperador, además, creo que mi vida no será muy larga.

Ni quisiera se quedó a esperar una reacción de parte de los otros dos niños, terminó de abrir la puerta y entro en su cuarto cerrando la puerta detrás de él. Semejante cosa dejaría sin palabras a cualquiera, no sería una sorpresa, pero la verdad es que a Kari no le importaba mucho. A lo largo de lo que llevaba vivo, su motivación lentamente desaparecía. ¿Qué hacia allí precisamente? No conseguía motivación para continuar viviendo.

Eso pensó durante mucho tiempo.

.

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El tiempo siguió pasando.

Sus caballeros no comentaban nada a su alrededor, siempre estaban siendo unas perfectas estatuas paradas detrás de él, sin acotar u opinar algo. Tenerlos así solo les recordaba ese corto tiempo en su casa y las personas del palacio. Todos siempre parecían mirarlo como si él se encontrara en un valioso altar, nunca comprendería ese pensamiento. Como acostumbraba, se encontraba tomando el té en el jardín, ese lugar se trató del único lugar donde verdaderamente estaba cómodo, sentía una increíble paz estando allí, sobre todo si se encontraba con aquel majestuoso árbol. Llevó su mirada al gigante árbol un momento, sin apartar la mirada de este.

-Cuando desaparezca, espero poder formar parte de ti.

Aquello fue un susurro más para sí mismo que cualquier otra cosa, pero los otros dos alcanzaron a oírlo. Kari se dio cuenta porque las estatuas se agitaron un poco, debido a eso, decidió llevar su mirada a esos dos.

» ¿Sucede algo?

Los otros dos se miraron un momento, como si estuvieran decidiendo lo que iban a decir y quién lo iba a decir, Simón terminó perdiendo.

-Señor… -inició con duda -. ¿En serio no quiere volverse emperador?

Lo miró por un largo rato, antes de dejar escapar una leve risa.

-¿Qué razones tengo para serlo?

Le contestó con una pregunta.

-Se supone que ese es el mayor honor –inició Noel en un tono bajo -. Todos desean estar en esa posición.

-¿Y para qué desean estar en esta posición? ¿Qué puede hacer realmente el emperador?

Hubo silencio de parte de los otros dos caballeros. Kari se levantó de su asiento un momento y se giró para poder quedar cara a cara con los otros dos.

» Díganme una cosa… Si ustedes estuvieran en esta posición ¿qué harían? –pregunto con una sonrisa en su rostro -. Sean honestos y abiertos, no les pasara nada sin importar lo irrespetuoso que puedan ser.

De nuevo se silenciaron un momento donde cruzaron miradas. Ciertamente ese niño al que tenían que servir era completamente extraño, muy diferente a lo que mostraba en público. Noel suspiró con duda, se iba a negar a contestar, pero en eso notó como el otro comenzó a hablar.

-Si estuviese en su posición, buscaría proteger a las personas.

-¿Y si te dijera que las personas que proteges son los malos?

Simón se quedó en silencio un rato.

-Yo…

-No lo sabrías, es entendible –comentó Kari -. Los entiendo, después de todo siguen siendo niños.

Kari se había acercado a ambos y sin más llevo sus manos a la cabeza de los otros dos, dando leves palmadas. La verdad es que a los otros les pareció extraño que no se incluyera en esa oración, al fin y al cabo, Kari también era un niño cercano a su edad.

Hasta allí llego su primera conversación.

.

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Kari no podía dormir, nunca pudo hacerlo.

Todas las noches, cuando tenía que ir a dormir, sentía un cierto miedo, de volver a tener esas pesadillas que le impedían conciliar el sueño. Su madre siempre se quedaba con él hasta que se quedaba dormido, pero siempre se despertaba de golpe. Sin importar qué hizo o que consumía, nada lograba que esas horribles pesadillas se fueran, así que Kari comenzó a sufrir de insomnio. El miedo a las pesadillas que no terminaba de entender, pero que el sentimiento era tan real, provocaba que las noches fueran extremadamente pesadas para él.

Esa noche en su habitación en el palacio no fue diferente.

Quiso intentar ver si lograba dormir corrido sin despertarse con miedo por las pesadillas, pero fue completamente inútil. Como de costumbre al cerrar los ojos, lo primero que pudo ver fue aquel lugar que no conocía, aquellas personas que no reconocía y el caos, un inmenso y horrible desastre que causaba que temblara levemente. El mismo sueño se repetía una y otra vez, así que ya Kari se sabía el patrón del sueño. Iniciaba en lo que parecía ser una guerra, donde tenía sus manos cubiertas de sangre, donde observaba una estatua de mármol arruinada y suplicaba. Luego todo reiniciaba como si se tratara de un mal sueño, la historia en ese punto comenzaba a cambiar, pero el final parecía siempre tener el mismo.

Terminaba cuando iba caminando, arrastrándose por las paredes, sintiendo como su costado se volvía cada vez más caliente. Su vista se nublaba con cada paso que daba, llegando al final de su recorrido cuando se encontraba con lo que parecía ser un gran terreno con hermosa flora. Allí caía desplomado en el suelo, trataba de levantarse de nuevo, pero solo se arrastraba inútilmente. Luego de recorrer un poco más el suelo, terminaba donde todo comenzó, delante de aquella estatua de mármol.

Al observar la majestuosa estatua, unas palabras comenzaban a aparecer por todos lados atormentándolo.

“Este es tu castigo”

Aquello aparecía por todos lados nublando por completo su vista, lo podía ver hasta encima de su propia piel. De pronto todo se silenciaba de golpe y  hacia que girara hacia atrás debido al sonido que escucho de esa dirección… Allí todo llegaba a su fin.

Algo terminaba atravesándolo, acabando con su vida.

-¡Gah!

Kari dejaba escapar todas las veces que despertaba de golpe debido a las pesadillas en mitad de la noche, observando como su respiración estaba agitada y se encontraba sudando frío. Todo el tiempo sucedía lo mismo, Kari sentía perfectamente la sensación de algo atravesándolo y acabando por completo con su vida. Eso hacía que no pudiera evitar temblar, pero cuando miraba su mano temblorosa esta se traspolaba y antes de darse cuenta la veía completamente llena de sangre. Cada noche siempre se repetía lo mismo al punto de cansarlo, uno de los motivos de su falta de motivación se trataba precisamente de eso.

Decidió salir de la cama para tomar algo de aire, quizás eso lograría calmar un poco el miedo que recorría su cuerpo. Además de iluminar su empañada vista, porque todo se veía como cubierto de oscuridad, a veces, hasta su propia mano o piel parecían cubiertos de ella. Se asomó en la puerta, observando que en ese momento no había nadie, así que aprovecho para dirigirse a la cocina por algo de agua. Mientras caminaba por los pasillos, se detuvo un momento a observar la luna, no pudo evitar agitarse cuando al mirarla, esta estaba cubierta por lo que parecía ser sangre. Kari normalmente no mostraba nada en su cara, pero cuando sus sueños parecían pasarse a la realidad, simplemente no podía evitar sentir terror.

Salió corriendo de inmediato, no supo que lo llevo a correr, solo lo hizo. Cuando se vino a dar cuenta, estaba delante de aquel inmenso árbol, aunque en esta ocasión no le llamó la atención este, sino lo que había a unos pasos delante de él, frente al árbol. Pudo ver a un pequeño niño parado, por lo que podía observar, se encontraba también en pijama. Decidió acercarse, no supo que lo motivo a eso, solo sintió que tenía que hacerlo.

Antes de decir algo, el otro niño se giraba a verlo. Algo dentro de él se agito de golpe, más aun cuando pudo apreciar su sonrisa.

-Finalmente… -le escuchó decir mientras estiraba su mano en su dirección -. ¿Finalmente has venido a cumplir tu promesa?

De pronto, tuvo el gran impulso de ir a tomar aquella mano, aunque tristemente no alcanzo a hacerlo. Al solo dar un par de pasos y tratar de alcanzar esa mano, fue a dar directo al suelo, tal parecía que no fue el único.

A pesar de que parecía imposible, trato de alcanzar la mano del otro que también se encontraba tirado en el suelo, pero con cada esfuerzo que ponía para acercarse, algo parecía jalarlo en la dirección contraria. Y mientras más estiraba su mano hacia el otro, podía apreciar como las gotas de sangre comenzaban a caer al suelo. No logró llegar al otro niño ni tomar su mano, puesto que alguien más interrumpió su tarea. Otras manos igual de pequeñas tomaban la suya, sosteniéndolas con firmeza.

-Parece que aún no es el momento.

Fue lo que alcanzó oír antes de caer en el mundo de la inconsciencia. Lo único que logro ver antes de desmayarse, fue la persona que le sostenía las manos, un niño lampiño de cabello blanco como la nieve, además de la dulce voz.

Cuando despertó de nuevo, se encontraba en su cama. ¿Aquello había sido otra clase de sueño? Esperaba que lo fuera.

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.

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Antes de que todo el mundo se enterara, ya Kari lo sabía.

Un día que su madre fue a visitarlo como de costumbre, él se dio cuenta de aquel hecho… A su madre no le quedaba mucho tiempo. Se sintió contrariado, pero más que todo, no supo cómo sobrellevar aquello. ¿Le debía decir a alguien? ¿Tenía que comentarle a su madre? No lo sabía y tampoco es cómo supiera lo que se sentía la muerte, aunque sentía que en realidad eso es lo que buscaba todo el tiempo, que el Dios de la muerte viniera finalmente por su vida. Tristemente por la que vino fue la de su madre.

Decidió solo disfrutar del tiempo que le quedaba a su madre, pasar lo más que podía con ella. Aun a esas alturas no llegaba a comprender la mayoría de sentimientos de las personas. Por eso mismo se sentía un poco extraño al tratar con su propia familia, no la odiaba o algo así, solo que no llegaba a comprender esos sentimientos que dirigían a su persona. Para él todo carecía de sentido, mucho más se sintió así luego de aquella noche donde vio a ese otro niño, el cual no podía recordar con precisión, a ninguno de los dos que pudo ver antes de desmayarse, porque por mucho que quiso creer que se trataba de un sueño, supo que no era así.

El momento en que se dio cuenta de la pronta muerte de su madre fue aquel donde la consiguió delante del gran árbol. Con el tiempo Kari se percató que él no era el único que se sentía cómodo en ese lugar. Al verla y aunque la mujer le mostró una sonrisa, Kari podía verlo, las preocupaciones de su madre. Todo a su alrededor y por primera vez, Kari pudo ver una máscara en la cara de su madre, eso solo le hizo suponer una cosa… Ella también sabía que iba a morir pronto. Pero Kari tomó la decisión de seguirle la corriente.

Otro factor que le hizo darse cuenta de que su madre era consciente de su situación, es que lo visitaba demasiado, aunque la mujer nunca lo dijera, ella solo lo visitaba seguidamente cuando estaba angustiada. Una vez le confeso que se sentía siempre en calma cuando estaba a su lado, como si nada más en la vida importara y solo debía relajarse. Él nunca llego a comprender esa sensación de protección, en realidad, ninguna de las emociones que le expresó su madre.

Ese día en que nació su hermano menor, fue el día decisivo para su madre. Él se encontraba en su despacho revisando un par de papeles, cuando sintió un fuerte golpe en su pecho. Sin explicación alguna, salió de la oficina sin decirles nada a sus caballeros, solo se marchó y comenzó a caminar sin rumbo fijo, por lo menos eso había sido lo que creyó hasta que se detuvo en aquel lugar, justo en el pasillo que daba hacia el gran árbol.

-¿Madre?

Fue lo que alcanzó a decir cuando vio a su madre parada en frente. Ahí lo vio con claridad, como la energía de su madre se dispersaba de su cuerpo. Lo siguiente que se escuchó se trató del grito de parte su madre, todos comenzaron a movilizarse, su hermano pequeño venía en camino.

No supo en que momento lo llevaron a la habitación o si había sido su decisión caminar hasta aquel cuarto donde atendían a su madre. Lo único seguro es que mientras veía fijamente aquella puerta, podía observar como algo desaparecía y no podía saber con certeza hacia dónde se estaba yendo. Veía las cosas que las sirvientas sacaban de la habitación y ver la sangre en las sabanas solo causaba que recordara sus pesadillas. Solo dejó de ver la puerta al momento en que la voz del emperador llego a sus oídos.

Sintió como el mayor le abrazo y no llego a entender por completo el motivo de haber hecho tal gesto, no es como si ellos se llevaran bien. Aun así, decidió no apartarlo, porque pudo observar, como el que verdaderamente necesitaba de ese abrazo no fue él. Por primera vez vio un sentimiento diferente en el emperador, haciéndole entender que también era humano. Uno bastante frágil y pequeño, aunque él ya sabía que todos los humanos en la mayoría del tiempo fueron fáciles de destruir o manipular.

Todos se emocionaron cuando el llanto de su hermano llego a sus oídos, había nacido con buena salud el niño. Allí se quedó completamente solo, ya que todos le prestaron atención al recién nacido. Kari aprovecho para irse de aquel lugar infestado de gente curiosa. No tenía un rumbo fijo, solo camino, dándose cuenta que sin importar por donde caminara, terminaba llegando a aquel lugar donde se encontraba el gran árbol, como si su destino fuese encontrarse en ese lugar. Tal vez no estuvo tan equivocado con su pensamiento de ese entonces.

Llevo su mano al árbol, sintió paz, la que siempre sentía cuando estaba cerca de este. Se quedó allí el resto de la tarde y se la pasó ahí el resto de días…

Hasta que se declaró la muerte de su madre.

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.

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Todos lloraban la muerte de su madre, menos él.

¿Qué significado había de llorar?

No es como si con aquello pudiera hacerla regresar, no, aunque existiera la forma de regresarla iba a ser imposible, porque la esencia de su madre ya no se encontraba con ella. Kari solo estuvo mirando el suelo en aquella ceremonia de despedida para su madre, ni siquiera se acercó cuando la enterraron, solo se quedó en la distancia. Él ya sabía que iba a morir y ni así sintió algo diferente. Lo que si podía decir es que tuvo una sensación de soledad, normalmente la tenía, pero en ese momento se afianzo mucho más que antes. Mientras el  sumo sacerdote realizaba sus rezos, Kari salió de aquella sala de luto donde estaban todos velando a su madre.

Caminó por los pasillos, teniendo una mano sobre la pared, no supo qué le llevó a tocar la pared, solo sintió que así estaría un poco más cerca de su madre, ella tenía esa clase de rara costumbre. Recorrió el pasillo tocando la pared, solo dejándose llevar un poco mientras caminaba. Terminó en el jardín, pero no frente al gran árbol como de costumbre, sino en otra zona, llena de un par de flores, unas que tenía que decir que al verlas le recordaban a su madre. Suponía que así se debían sentir las personas que acababan de perder a alguien importante, aunque no sabría afirmarlo con tanta seguridad. Se quedó mirando un rato las flores sin hacer nada, solo estando allí parado.

De pronto otra flor apareció en su campo de visión.

Al elevar la mirada, se pudo dar cuenta que la flor la sostenía otro niño de cabello castaño, tenía una sonrisa en su rostro mientras le ofrecía aquel obsequio. Se le quedó mirando un rato, antes de que su mente entrara en colapso, ese escenario ya lo vivió antes y no estaba tan equivocado. Se dio cuenta de pronto que en el pasado también recibió una flor de la persona más importante para él… ¿Él tenía a semejante persona en su vida?

La pregunta repentina hizo que las lágrimas comenzaran a caer por sus mejillas, esa se podría tomar como la primera vez que lloraba en toda su vida. Estiro ambas manos a la ajena para tomar la flor, sosteniendo por un momento las manos del otro niño, se sentía extremadamente cálido, lo certifico cuando llevo una de sus manos a su cabeza, acariciándolo con dulzura. No preguntó nada, solo se quedó acariciando su cabeza con ternura. De repente, algo golpeo su mente con fuerza y antes de darse cuenta simplemente perdió el conocimiento, mientras una frase invadía su mente.

“Entonces… Yo seré tu apoyo y tú serás el mío ¿está bien?”

Cuando despertó se encontraba en su habitación, teniendo su mano estirada hacia la nada. Con esa frase que repentinamente lo invadió sintió por primera vez algo que jamás tuvo antes… Ganas de continuar viviendo.

Cerró su mano que se encontraba abierta, tomando una decisión en ese preciso momento. Así tal cual como la frase que repentinamente escuchó dentro de su cabeza, decidió que él se convertiría en el apoyo necesario para que el otro lograra todo lo que se propusiera, sin importar el costo que tuviera que pagar por ello o lo que tuviera que hacer, él no se retractaría ante aquella resolución que había obtenido. Allí, en ese preciso instante, Kari tomó la decisión de convertirse en el apoyo de Dewis.

Él creería en el otro chico sin importar qué, se convertiría en su fortaleza.

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¿En qué momento Kari se dio cuenta sobre que sus sentimientos de protegerlo y creer en Dewis se convirtieron en algo más?

Al principio el sentimiento venía cargado con uno de responsabilidad, pero mientras más lo trataba y se relacionaba con él, veía como se esforzaba y trataba con todas sus fuerzas de lograr su objetivo, todo eso comenzó a causar un nuevo sentimiento que al principio no llego a reconocer. Quería estar a su lado, le gustaba estar cerca de él, en cada oportunidad que tenía no podía evitar el querer tocarlo y simplemente no lograba contenerse. Poder saber que era el centro de atención del otro chico lo hacía sentir bien y de alguna forma completo. Aunque lo primero que Dewis le mostró fue miedo y terror, a pesar de que aquella no fue su primera vez encontrándose. No llego a entender el motivo de aquel sentimiento dirigido a él, después de todo, Kari no recordaba haber hecho algo malo al otro chico.

Aun cuando quiso cambiar todo eso y le frustraba un poco que lo tratara así, decidió ser paciente, porque además de esos sentimientos, Kari podía percibir un poco de arrepentimiento. Cuando finalmente todo eso quedo atrás Kari se sintió lleno de dicha, lo suficiente para sacarle una sonrisa mientras trabajaba al recordar todo aquello. Simón y Noel que llevaban bastante tiempo junto a él lo miraron un poco desconcertado, pocas veces Kari sonreía, por no decir que casi nunca. Su relación con sus caballeros había comenzado a cambiar ligeramente, desde que comenzó a ser un poco más expresivo.

-¿Algo bueno ha pasado?

Escuchó a Simón preguntar, así que se giró a verlo.

-Hm… No sabría decirlo.

Los dos caballero se miraron un momento, antes de decidirse a continuar.

-Kari… -dijo Noel, desde hace tiempo Kari pidió que se llamara por su nombre -. Tú… ¿te traes algo con ese aspirante a caballero?

No contesto a la pregunta, ya que no llego a comprenderla por completo, quedándose un minuto pensativo.

-No… -dijo Simón interrumpiendo su silencio -. Creo que lo que queremos saber realmente es… ¿Qué es lo que siente cuanto está cerca de él?

Hubo otro silencio de su parte.

-Es evidente que le da favoritismo… -agrego Noel.

Kari golpeo el escritorio un poco con la pluma con la que estaba firmando sus documentos. No quitaba que sus caballeros tuvieran algo de razón, después de todo ellos eran los que más presenciaban todo desde un ángulo externo y objetivo.

-¿Qué siento por él?

El que pregunto eso fue Kari, más para sí mismo que para sus caballeros.

» Es agradable estar con él… quiero que solo se fije en mi cuando estamos juntos, quiero apoyarlo cuando me dice que quiere hacer algo. Creo que también me gusta tocarlo y cada una de sus reacciones…

Sus caballeros cruzaron miradas un momento mientras Kari dejaba escapar semejante cosa. Simón se inclinó hacia su señor, haciendo que Kari le mirara, por la cercanía que tenían.

-Kari… eso se podría confundir por amor.

La respuesta que recibió ciertamente lo dejó descolocado, no había pensado sobre eso para nada.  ¿Aquello era amor? Bueno, no es que él supiera reconocerlo muy bien que se dijera y en realidad, no obtuvo una respuesta sobre ello sino hasta más adelante.

Después de esa conversación con sus caballeros, esa tarde Kari fue a la biblioteca imperial para poder buscar un libro que le hiciera entender mejor sobre la conversación que tuvo antes. Ciertamente las cosas habían cambiado desde que tomó aquella resolución, había comenzado a ser más abierto, aun había cosas y emociones que no llegaba a comprender, pero todo eso carecía de sentido cuando se encontraba con Dewis. Todo parecía carecer de sentido cuando estaba a su lado y lo único que importaba era una sola cosa, poder seguir apreciando esa sonrisa, esa vergüenza que cada tanto le mostraba, esa determinación, todo eso es lo único que parecía tener sentido en su mundo.

Reviso cada libro que mencionara la palabra, intentando entender su significado. Había tantas formas de entender una simple palabra como lo era el amor, que por un momento confundió a Kari. ¿Sentiría de verdad esa clase de sentimiento por Dewis? Duro toda una semana tratando de comprender si así es como todo el tiempo se había estado sintiendo. Lo que si comenzó a notar, es que cada vez que pasaba su mano por aquella palabra, lo primero que pensaba era en el otro chico.

-Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona… Sentimiento de intensa atracción emocional y sexual hacia una persona con la que se desea compartir una vida en común…

Repitió lo que aparecía en el libro. No podía decir que la idea que plasmaba ahí le desagradaba, más aun cuando hablaba sobre compartir su vida. Él si deseaba compartir su vida con Dewis, de eso no tenía dudas, aunque la parte de atracción es la que no terminaba de comprender, incluyendo también la parte sexual. ¿Él quería tener algo más allá que solo toques inocentes con Dewis?

No supo la respuesta sino hasta mucho tiempo después.

Notas finales:

¡Eso ha sido todo de este capítulo! 

Como se han dado cuenta, estamos viendo desde el punto de vista de Kari. 

Esperemos a ver qué sucede. 


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