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Cocina con el corazón por Mascayeta

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Al ver a papá en la puerta de la escuela de Kiseki, supe que la mentira sobre mi empleo quedo expuesta.

Llevaba dos semanas sin trabajo por culpa de una compañera que, en asocio con la esposa de mi exjefe, lograron que prácticamente saliera del salón de té a la cárcel. Agradecí que el policía explicó las consecuencias de mi acto para el negocio, haciendo que las dos mujeres no presentaran cargos y dejaran al descubierto el plan que maquinaron.

Ese día conocí lo que era una expresión de genuina lástima, el joven oficial en lo que me llevaba a casa recomendó que colocara una denuncia por calumnia, lo que dijo era verdad, si seguía en la actitud de aceptar los rechazos por mi condición, nunca podría demostrar que los Omegas masculinos por la rareza de nuestra condición no éramos "errores genéticos".

La población actual se divida en dos sexos y tres subgéneros, donde los Omegas masculinos constituíamos un porcentaje muy pequeño, prefiriendo pasar por betas para no ser rechazados por la característica de poder gestar como una hembra.

Con un suspiro acaté la indicación de papá subiendo al auto sin discutir, en lo que mamá daba la bienvenida a mi bebé explicándole que debíamos hacer una diligencia y por eso no podría estar con él.

En esos quince días Kiseki y yo pasábamos la tarde juntos cocinando los postres que Yamada-sama me pedía por intercesión de Yukina, uno de los chicos que apoyó mi versión de que la misma joven que me acusó fue quien solicitó mi ayuda para defenderla del Alpha, que al final resultó ser su pareja.

El viaje fue en silencio, mi padre era una persona que no expresaba sus emociones; sin embargo, en cada uno de los momentos que necesite de él, allí estaba para protegerme. Por eso sabía que algo no andaba bien, y lo confirmé cuando se estacionó frente al edificio de Servicios Sociales.

Descendimos para al llegar a la oficina de Ichimura-san, al abrir la puerta el ambiente estaba inundado del fuerte olor de alguien desconocido, me aferré a papá para que con sus feromonas me envolviese, la esencia de Sándalo se impuso sobre la del caballero que disgustado solicitó tomáramos asiento.

—Antes de empezar debo explicarles que su antiguo encargado fue trasladado al sector sur del país, por eso desde ahora y hasta que su hijo cumpla la edad reglamentaria para pasar bajo nuestro cuidado, soy el encargado de su caso.

—No entiendo —dije con extrañeza—. Kiseki seguirá conmigo después de cumplir años, no sé porque dice semejante desatino.

El Alpha sonrió satisfecho por mi intervención. Abrió la carpeta sobre su escritorio en la que aparecía mi fotografía en primer plano y la información que de sobra conocía.

«Yokozawa Takafumi. Edad veintisiete años, sexo masculino y subgénero Omega. Estado Omega soltero con una cría. Sin pareja estable. Sin independencia económica, actualmente sin trabajo».

Mi padre apretó mi mano, sé que su malhumor no explotaría hasta la casa por ocultarle todo lo que ese tipo contó de mi despido. Ojalá hubiese sido sólo eso, el Alpha se regocijó comentando lo ocurrido desde que Haitini me desalojó del apartamento que compartía con Masamune hasta el día anterior.

—Entonces si estamos claros, usted no se dio cuenta del embarazo por el constante uso de supresores y la irregularidad en su celo —afirmé con la cabeza—. Esto evitó que se efectuara el aborto que es obligatorio en el caso de acceso carnal sin autorización, ya que tenía cinco meses de embarazo el día que fue llevado de urgencias al hospital.

—Cuando el niño nació se le concedió el permiso para quedarse con él por los exámenes que mostraron ser un Alpha —mi padre interrumpió por la mueca sarcástica del asesor—. De acuerdo con el procedimiento a los cuatro años se hará el análisis de feromonas para determinar que rango posee, hasta entonces debe permanecer con mi hijo, señor...

Sólo entonces me di cuenta de que no había dicho su nombre, separó los ojos de los papeles y extendió la mano a mi padre.

—Disculpe mi grosería. Yokobô Anata, jefe de la División del Departamento de Educación para los Subgéneros —Yokozawa-sama correspondió el gesto con desconfianza, sus años de trabajo en el gobierno le dieron la experiencia para descubrir cuando existía una segunda intención—. Sin embargo, Takafumi-kun según su historial demuestra que no posee estabilidad económica, por tal motivo el pequeño pasará a nuestra responsabilidad.

El olor de aquel sujeto volvió a golpearme con fuerza, pedí a mi padre no intervenir y que saliera de la oficina, ese asunto lo debía arreglar yo, demostrar que tenía el control de mi vida y la capacidad para mantener a Kiseki.

—Como es obligación dos semanas antes del cumpleaños traeré los papeles para realizar su examen de subgénero, y ese mismo día le entregaré el documento que demuestre que tengo lo necesario para mantener a mi hijo hasta que cumpla su mayoría de edad.

Sus ojos variaron del verde aceituna a un rojo oscuro, fue cuando recordé ese aroma.

—Me alegra que ya sepas quien soy —murmuró en lo que se acercaba para acorralarme en el sillón que me encontraba—. Acepté de mala gana tu rechazo en la universidad, además estaba próximo a graduarme, pero no he perdido ni uno de tus pasos y debo confesarte que tu mala suerte no es casualidad.

El aliento de Anata en mi rostro provocó un escalofrío, el peso de su boca sobre la mía hizo que reaccionara levantando mi puño para golpearlo como la noche que ganaron el campeonato de beisbol universitario, desafortunadamente sólo conseguí tener mi brazo sujeto y que correspondiese a su beso por la manera como sus feromonas se elevaron.

La puerta de la oficina se abrió dando paso a papá que me lo quitó de encima.

—Me aseguraré de que cumpla su promesa en el tiempo indicado, pero no lo quiero cerca de Takafumi.

Yokobô acomodó su traje para volver detrás de la mesa.

—Si para el 15 de octubre no tengo la constancia que lo certifique, conoce la manera de conservar el cachorro, así que espero no haya oposición en ese instante.

—Yo mismo traeré lo papeles —respondió mi padre—, y si no es así, la boda será el mismo día del cumpleaños de mi nieto.

Al salir del edificio caminé en dirección contraria a la de papá, no me siguió, era lógico ya que tenemos el mismo temperamento. Ahora no tenía ni idea que debía hacer, ese hombre era importante por su apellido, poseía las conexiones suficientes para continuar cerrando las puertas a mi alrededor, así que podría ahorrarme más fracasos y aceptar su proposición.

De repente me sentí rodeado de demasiadas personas gritando con pancartas, el calor, los fuertes empujones y los flash de las cámaras lograron aturdirme por completo. Al pasar todo el ruido en mi mano estaba un volante con un formulario de inscripción.

Ingresé al centro comercial mientras leía lo que decía el papel, cuando vi el premio mis ojos brillaron. Llené con rapidez los datos y me aproximé al lugar donde y empacaban lo que debió ser un stand de información. Las admisiones habían cerrado.

—La prueba de preclasificación será mañana a las nueve, si prometes que cocinarás el mejor postre del lugar, no me arrepentiré de lo que voy a hacer.

—¿Por qué? —cuestioné al joven pelinegro que en el gafete aparecía como Asistente de Producción Kazuma Henmi.

Alzó los hombros y respondió con una sonrisa que me pareció abrir la puerta a un mundo de posibilidades.

—Tu collar, tienes un cachorro y por la cara que llevas lo más seguro es que piensan quitártelo —me sorprendí por la agudeza del chico—. Además, algo me dice que saldremos ganando con tu participación.

Al final acepté sin pensar cuánto equivaldría en dinero esa ayuda, luego entendería que Henmi lo que menos deseaba era una recompensa económica.

 


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