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Cocina con el corazón por Mascayeta

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Y heme aquí con mi hijo dormido entre los brazos dirigiéndome a un examen médico que desmienta la estupidez de que me dejé embarazar para atrapar a Takano Masamune.


Por lo menos poseo la compañía de Yuudai quien tiene a su sobrino internado en este mismo sitio, a Yasuda y a Henmi, los cuales por la familiaridad con que se tratan han logrado minimizar el mal presentimiento que desde la mañana me domina; además de permitirme ver las expresiones de hastío y celos que el ojiverde coloca cada vez que la pareja del productor y su ayudante demuestran la complicidad que existe entre ellos.


Nunca pensé que a Furogawa le gustara un Omega masculino, por la forma como nos trataba era más lógico creer que odiaba todo lo relacionado con los de mi subgénero, pero entre más conozco a este Alpha, más desconcertado me encuentro.


Según lo que contó —evitando escuchar a los dos pelinegros—, para cuando se graduó de la preparatoria, en el restaurante donde cenaban un hombre ingresó a robar, disparó indistintamente para que le dieran el dinero matando al señor Furogawa e hiriendo de gravedad a su hermana embarazada en el vientre. Desde ese día se convirtió en el apoyo emocional y económico de su mamá, y del niño de cuatro años que necesitaba con urgencia una operación por las secuelas del siniestro.


—La bala destrozó uno de sus riñones, la otra entró y salió de su cabeza y aún los médicos se preguntan cómo sobrevivió —dijo mirándose las manos para concluir con una triste sonrisa—. Un Alpha normal, sin estudios y a cargo de dos personas, no es un buen prospecto para nadie, menos cuando las cuentas se acumulan y lo mucho que podría ofrecer en una cita es una gaseosa.


Suspiré cavilando en su deducción, el destino no tenía en cuenta género ni posición social.


—Pronto le harán el examen para saber su subgénero —agregó Furogawa—, pido a Dios que sea un Beta como su madre, si fuese un Alpha o un Omega de inmediato me lo quitarían.


Afirmé con la cabeza, si lo ponía en la balanza él necesitaba el premio más que yo, y eso era algo que me dolía, porque éramos conscientes que podíamos no llegar al final, curiosamente también el pensamiento de vender lo obtenido hasta ahora en el concurso, alivianaba en algo la carga y daba la oportunidad de seguir buscando.


Descendimos en la Clínica, Yasuda-san acompañó a Yuudai en lo que nosotros íbamos con Kuzama al laboratorio, nadie me preparó para la recepción que nos esperaba. En la puerta se encontraban Yokobô Anata, Takano Masamune y ese infeliz pelirrojo, Haitini Shin.


—¿Quién diría que mis ojos hoy se regocijarían con semejante visión? —no entendí la frase hasta que percibí las feromonas de miedo que expelía Henmi.


Aproximándose a nosotros, Anata pasó de largo para abrazar al ayudante de producción que parecía inmovilizado por el terror, el comentario a su oído le hizo reaccionar con lágrimas que salieron con lentitud.


—¿Sucede algo con mi Omega?


—¿Tu Omega? —preguntó Anata con sorna por la aseveración de Yuudai en lo que atraía a Kazuma hacia él, y me entregaba un sobre que reconocí de inmediato como los documentos que debía presentar para que sustentaran que por las fechas de embarazo y de mi convivencia con Masamune, él no podía ser su padre.


—Sí, mi hermano es SU pareja —recalcó Yasuda dejándonos sorprendidos a Furogawa y a mí—, así que espero te abstengas de cualquiera de tus jugarretas, él ya no es tan débil como aquella vez.


La carcajada del hombre fue un cruel recordatorio para el Omega menor, ya que por más que el Alpha lo cubriera con sus feromonas, el chico no se tranquilizaba. Anata era bueno ocultando la ira cuando algo no salía de acuerdo con sus planes, dio media vuelta ignorando al trío, en lo que Yasuda intercambiaba lugares con Henmi.


Los observé alejarse por el pasillo escuchando a Furogawa hablar de su sobrino, el Omega le dio un golpe en el brazo cuando le auguró la felicidad del niño al saber que ya tenía una tía.


Kiseki se removió despertando con un lindo bostezo, lo besé en la frente y le expliqué que pronto estaríamos con el médico que le sacaría una muestra de sangre. La expresión de dolor incluso antes de ver la aguja y que indicaba el comienzo del llanto, fue detenida por una sonrisa y las ganas de bajarse de inmediato cuando detectó el aroma a manzana de quien llegó corriendo a abrazarme desde atrás.


—¡Hiyo-chan! —los dos niños se saludaron efusivamente en lo que veía acercarse al presentador idiota que la noche anterior casi no me quito de encima.


Después del primer desafío Hiyori había asistido a las clases de cocina con nosotros debido a la propuesta de hacer el programa con niños, esto ayudó a que nos convirtiéramos en "amigos", y que conociera a Kiseki, yéndolo a visitar en algunas ocasiones con su abuela, la señora Kirishima. En las conversaciones telefónicas con mi príncipe, no se cansaba de hablar de la cachorra que comenzó a llamar Onee-chan.


Ojalá después de que el concurso concluyera, no tuviesen que separarse.


La presencia del doctor Narahito permitió que ingresáramos al consultorio donde nos explicarían el procedimiento, la mirada de Yokobô con disimulo iba de Hiyo a Kiseki hasta que al fin manifestó la inconformidad que tenía por la presencia de Kirishima-san y su hija.


—Soy el encargado por parte de la empresa de verificar que todo se haga con legalidad —respondió el castaño con una sonrisa hipócrita—. Hoy mi hija llegó de viaje y tuve que recogerla, no tenía con quien dejarla.


Al percatarse que Yasuda no se encontraba por ningún lado, rodó los ojos aceptando la razón. Los exámenes se harían de manera individual, Kiseki no quiso separarse de Hiyori, así que el médico me pidió dejarlos junto a Kirishima Zen. Al salir mis nervios estaban peor que cuando llegué, más cuando Masamune se me acercó con el previo consentimiento de su pareja.


—Tiempo sin vernos Takafumi —respondí el saludo con un gruñido—. Ese día te fuiste con mi gato y parte de mi dinero, si hubiese sabido que era para tu prueba de embarazo...


—Espera, ¿dices que robé tu dinero? —Takano continuó hablando como si mi cuestionamiento fuera estúpido. El muy imbécil le creyó todo al pelirrojo, supuestamente le pegué, hice berrinche de celos, y, por último, tomé el dinero que tenía en el closet, el gato y salí.


—...eso no importa ahora, quiero decirte que incluso si el niño no es mío haré lo posible para obtener la custodia del cachorro. Has demostrado que no tienes estabilidad y al ver anoche tu presentación en ese programa, puedo asegurar que lo dicho por Servicios Sociales es verdad.


¿Verdad? El maldito de Yokobô le entregaría mi hijo a cualquiera con tal de hacerme caer ante él, por lo visto el juego era simplemente dejarme sin Kiseki. Apreté mis puños con fuerza, quería golpearlo, sin embargo, el lugar y las circunstancias no me lo permitían. Mi mejor amigo, la persona que ayudé y sostuve por años me acusaba de ladrón, cuando el dinero que él recibía se iba en licor y juerga, mientras lo que yo ganaba dando clases particulares sostenía la casa, y le dejaba a su disposición para que lo utilizara sin problema.


—Nunca pudiste cuidar de ti mismo, y dices ¿qué quieres a MI hijo contigo? —mi padre tenía razón, el amor no se mendiga y yo lo hice durante el tiempo que pasé a su lado—. Kiseki no lleva tu sangre y agradezco a todos los santos por eso. Soy más capaz de lo que crees y no necesito a un Alpha a mi lado para educarlo.


Haitini llegó dispuesto a apoyar a su pareja, sin duda él fue quien me acusó, y comprendía la razón. Nunca podría darle hijos por ser un Beta, mi niño equivalía asegurar su relación, una que sin duda tarde o temprano concluiría al no obtener la descendencia que la familia de Masamune siempre le pedía.


—¿Siendo el amante de cualquiera de los hombres a tu lado? —tan cegado por el amor me hallaba que ese lado mezquino de Takano nunca lo quise aceptar—. Anata-sama ha sido claro que el cachorro ya demostró ser un Alpha Dominante, lo que significa que por ley el Estado se hará cargo de su educación, hasta que uno del mismo rango lo adopte.


La enfermera fue oportuna para que yo no le contestara como se merecía, pidió la presencia de quien fue mi primer amor para los exámenes, en lo que Kiseki salió en brazos de Kirishima-san, al verlos juntos supe que su presencia allí no era circunstancial.


—Fuiste tu...aquella noche —el presentador me entregó al niño hablándome con la voz de su lobo.


«No es el momento»


Esto tenía que ser una maldita broma, entre tanto Alpha ¿por qué Kirishima Zen?


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