Yokobô Anata sonrió por las propuestas en sus manos, además de la solicitud hecha por Takano, ese Alpha odioso del concurso también pasó una pidiendo adoptar a Kiseki. Sin embargo, la que más le interesaba era la del extranjero que proponía un pago al contado bastante jugoso.
Poco le importaba lo que sucediera con ese mocoso, para él todos los cachorros que llegaban a los hospicios equivalían un desperdicio de fondos del Estado. Por eso, cuando se dio la oportunidad de obtener un beneficio económico con una pareja a la que no podía comprobársele la veracidad de los documentos, cedió al primero de muchos pagos especiales. Los mismos que aumentaron cuando las solicitudes se hicieron específicas con respecto al subgénero, la única condición era que esos pequeños no tuviesen vínculos concretos o quienes se preocuparan por recuperarlos.
Pero como nada es perfecto, para ese mismo tiempo un Omega de cabello negro y ojos marrones llegó a hacer su pasantía en el departamento bajo su caro, rápidamente Kazuma le demostró a Yokobô que era una persona diligente y muy profesional, lo que comprobó cuando el chico se percató de sus actividades ilícitas.
Henmi reunió en pocos días información que podía hundirlo y manchar el nombre de su familia, el día antes de entregar las pruebas lo acorraló en la oficina demostrándole que le pasaría si seguía interviniendo en donde no lo llamaban. Desafortunadamente cuando lo tenía como quería el imbécil del hermano del Omega llegó para detenerlo, lo único bueno que quedó de ese evento, es que mantuvo silencio, pasó su carta de renuncia y no volvió a saber de él hasta la semana pasada cuando lo vio entrar con ese Alpha de bajo rango que le protegió.
Recogió todos los papeles sobre el escritorio, le diría a su secretaria que informara que el proceso de selección había comenzado, que en ocho días una vez realizada la comprobación de la información, se reuniría con cada uno de los aspirantes a hacerles la propuesta correspondiente, al final se quedaría con el cachorro quien más le pagara.
Abandonó su despacho para dar las indicaciones a la mujer que lo miró con una sonrisa bastante insinuante y que Anata respondió con interés, treinta minutos después ambos estaban en el apartamento de ella disfrutando del placer de ser amantes sin compromisos, además, al día siguiente con cualquier regalo costoso que le diese a su secretaria, la joven se sentiría complacida y seguiría haciéndose la de la- "vista gorda" con el negocio que tenía. Eran -al parecer del Alpha- una dupla perfecta.
Yokobô sonrió satisfecho, su vida era perfecta, pensó en lo que finalizó el acto permitiendo a su secretaria descansar después de usarla. Se levantó para bañarse, odiaba la sensación de sudor en su cuerpo y más el leve olor a perfume de la chica, una vez limpió se miró al espejo pensando en el único aroma que quisiera mantener a su lado, se vistió, dejó una nota a la pelinegra y salió hacia su propia vivienda.
Al llegar a la casa se encontró con alguien que no quería ver.
—¿Qué hace aquí Mei?
—Vengo a darte buenas noticias —saludó la rubia dándole un beso en la mejilla—. Al menos debías dejarme pasar a tu "humilde" hogar.
Anata abrió la puerta para que ambos autos pudiesen entrar a la casa, su ex-novia era de las personas que menos soportaba en la vida, a veces pensaba como pudo enredarse con alguien tan insulso como ella.
—Te escucho —la incitó el Alpha a hablar tan pronto estuvieron en dentro de la casa, quería que se marchara lo antes posible.
—Tu deseado Omega aceptará casarse contigo, pero te hará firmar un papel para que no puedas alejarlo de su bastardo —el hombre se sintió satisfecho, el haberse encontrado con ella en la fase de inscripción del programa fue la mejor cosa que le sucedió—. Tienes que inventarte algo para que salga del programa.
—¿Algo más que quieras contarme? —la Omega se dirigió al bar para servirse un poco del vino, su expresión indicaba que temía por la presencia de Yokozawa en el concurso.
—Olvídalo, no es nada importante —dijo la chica mirando su mano. Bebió de un solo trago el contenido de la copa y limpiando la gota se derramó en su barbilla se volteó a mirarlo—. El miedo de Yokozawa es el tiempo, así que debes presionarlo con ese punto.
El Alpha analizó las palabras de la presentadora en lo que ella le comentaba como obtuvo la información, se había obsesionado con Takafumi desde que lo conoció en la selección de participantes, al principio porque lo consideró un buen prospecto como pareja, pero luego cuando descubrió su subgénero, la situación cambio a completo desagrado. No obstante, esa circunstancia le favoreció a él y a sus intereses, entre más odio le profesara al Omega masculino, más información obtendría para alcanzar su objetivo.
Cerca de la medianoche la chica se despidió, debía regresar al Resort y aunque al día siguiente las grabaciones iniciaban en la tarde, no era bueno que notaran su ausencia. Yokobô la acompañó hasta el auto para despedirla con un abrazo, la verdad es que pensaría luego en como recompensarla.
Al cerrar el portón pudo notar un auto que partía segundos después que el de la rubia, por un instante creyó que la estaban siguiendo, pero luego desechó la idea, más cuando el convertible era demasiado atrayente para pasar desapercibido.
Por el retrovisor del Audi, un castaño vio al Alpha dar vuelta y perderse dentro de la mansión. Fue imprudente, pero al igual que Kayama había escuchado la conversación de Yasuda con Yokozawa, iba a dejarlo pasar y contarle a los demás inversionistas que uno de los posibles finalistas se retiraría de la competencia por voluntad propia, pero cuando lo escuchó nombrar a Takano Masamune su corazón se detuvo.
¿Quién diría que ese Omega era amigo de su único amor?
La figura de Mei-chan dirigiéndose al parqueadero despertó su curiosidad y comenzó a seguirla sin preocuparse por ser descubierto. Llamó a Nao para preguntarle quien vivía en esa dirección y su relación con Takano. El joven fotógrafo tenía varios contactos en la policía y conocía personas que podrían conseguirle la información con rapidez, cuando el dueño de la casa llegó, Onodera tenía en su celular los datos que requería.
Leer sobre la vida de su antiguo senpai fue doloroso, por lo visto el Alpha no superó bien su partida y eso le llevó a cometer varios errores que terminaron con expulsar al Omega que demostró ser su soporte en la época de universidad. Ahora estaba por casarse con ese Beta, un tipo que por lo visto disfrutaba de la posición social de Takano, pero que llevaba años engañándolo con diversas parejas.
Ritsu se sintió culpable de toda esa situación. En lo que esperaba a la rubia recordó como a sus quince años descubrió que era Omega, y peor aún, que se había enamorado de uno de sus senpai: Takano Masamune.
Aunque las cosas iniciaron de forma extraña, pronto los dos se dieron la oportunidad de tener una relación que se fortaleció hasta que su padre se dio cuenta. Después de su primer celo juntos, el señor Onodera lo esperaba con un tiquete y una maleta. No importaron sus gritos y las veces que rogó que lo dejaran avisarle a Masamune. Se calló cuando el ultimátum fue aceptar lo que se le imponía o arriesgarse a ver morir al joven. Desde ese entonces vivió en Londres, estudió para hacerse cargo de la empresa y acató la orden de casarse con An Kojinata actuando como un simple Beta.
El fuerte movimiento del timón hizo que recobrará la atención en el camino, con rapidez se ubicó en la berma para descender y ver que había ocurrido. Uno de los neumáticos parecía haber sido cortado, se agarró el cabello y recordó en bache sobre el que pasó minutos atrás. Marcó al servicio de ayuda para esos sucesos, el auto que se estacionó detrás del suyo le sorprendió por la rapidez en la ayuda. El hombre que descendió en la medida que avanzaba le trajo a su memoria la imagen de dos amantes adolescentes, una que reforzó al escuchar la voz que dijo su nombre.
—¿Ritsu?
—Takano-san...