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Encrucijada. por NNK

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Capitulo XXVI: Segunda Personalidad.

 

Guillermo observo la camilla de su hijo dirigirse hacia el interior del hospital. Vio cómo las enfermeras atendían rápidamente a Renato, negó con la cabeza, él iba a estar bien, solo necesitaba saber que había provocado el desmayo. Fue hacia el profesor y Maximiliano, quien observaba con impaciencia al hombre.

— ¿Usted es?—preguntó el profesor al ver a ambos. No conocía a los padres de Renato.

—Yo soy Guillermo Aihara, el padre de Renato y él es Maximiliano Aihara, su hermano mayor ¿Qué ocurrió en el zoológico?—preguntó Guillermo con prisa, haciendo callar a su primogénito.

—Lamentó conocerlos en esta situación, Soy Cristóbal Donoso—se presentó.

Guillermo le miró por unos segundos, era el estúpido que Renato había herido hace casi dos años. Qué pequeño era el mundo.

—Sus compañeros dijeron que estaba con dolor de cabeza desde la mañana, se desmayó en el baño, ha estado inconsciente alrededor de una media hora. —explicó preocupado. —Lo siento.

—No te preocupes, ya sabremos más cuando los médicos nos digan, gracias por acompañarla—agradeció con una sonrisa Guillermo—Puedes volver.

—Por favor, avisen si le ha ocurrido algo grave por el grupo del curso—pidió con una sonrisa, preocupado.

—Claro no se preocupe, los tendré informados—habló Maximiliano, viendo como su padre caminaba a sentarse. —Muchas gracias.

Guillermo fue hacia la sala de espera a sentarse, su corazón estaba acelerado, no estaba acostumbrado a estar en un hospital, ni mucho menos que la causa de la visita fueran sus propios hijos. Era la primera vez que él se desmayaba y eso le preocupaba, eso no indicaba nada bueno para la salud de su hijo. Llevo sus manos a la cara, tenía un nudo en su garganta.

Maximiliano se sentó al lado de su padre y solo puso una mano en su hombro y le sonrió, Guillermo retiró sus manos de su cara, mostrando sus ojos enrojecidos. Maximiliano golpeó el hombro de su padre. Lo abrazo.

—Tienes que estar tranquilo, Renato estará bien—animó Maximiliano con una sonrisa.

— ¿Desde cuándo soy yo, quien actúa así?—preguntó a su hijo con una sonrisa. Era la primera vez que estaba aterrado por uno de sus hijos.

—Siempre hay una primera vez—comentó con una sonrisa alegre.

—Llama a Alejandro y dile que no le diga nada a Felipe— pidió Guillermo comprensivo.

—Tranquilo, iré afuera a llamar— comentó, levantándose del asiento.

Maximiliano salió fuera del hospital, sacó su celular del bolsillo y marcó el número de su novio. Estaba preocupado por su hermano, solo esperaba que Alejandro no hubiera dicho nada. Felipe se ponía muy ansioso cuando Renato estaba enfermo, al punto de enfermarse el mismo. Escucho los tonos de llamada del celular, sintiéndose animoso.

—Maximiliano, ¿Cómo está Renato?—se escucho Alejandro preocupado, desde la otra línea.

—Están examinándolo. ¿Alejandro le has comentado algo a Felipe?—preguntó preocupado.

—No he querido, está muy entusiasmado jugando un juego nuevo que le prestaron—hizo saber con una sonrisa, mientras veía que Felipe estaba preocupado de ganar los niveles del juego,

—Por favor no le digas nada, yo le explicaré cuando lleguemos a casa—pidió con una sonrisa alegre. —Te quiero mucho.

—No te preocupes. También yo—confesó con una sonrisa alegre.

Maximiliano sonrió avergonzado y cortó la llamada. Suspiro y volvió al hospital, buscó a su padre con la mirada. Guillermo estaba en la máquina de cafés, sacando uno mediano, había pasado media hora y el médico aún no aparecía para comunicarles el estado de su hijo Maximiliano llegó a su lado, recibió el vaso y vio como sacaba otro.

Ambos bebieron un sorbo cuando tuvieron sus vasos y volvieron a sentarse nuevamente unos minutos. Maximiliano y Guillermo se levantaron cuando el médico salió y llamó a los familiares de Renato. Se acercaron a él con rapidez y desesperación.

— ¿Qué le ocurre a mi hijo?—preguntó Guillermo con tono preocupado.

—Deben estar tranquilos, Renato solo se desmayo por la fiebre, tiene solo una gripe, le daré el alta en cuando se termine el suero que le hemos puesto—dijo con una sonrisa.

— ¿Podemos verlo?—preguntó  Maximiliano con una sonrisa.

—Claro, solo una persona—pidió el médico. Maximiliano miró a Guillermo, quien sonrió.

Guillermo siguió al médico con una sonrisa. Odiaba el olor del hospital, se alivio cuando vio que Renato estaba sentado en la cama, con el suero puesto en su brazo derecho. Le miró y solo lo abrazo cuando vio sus ojos enrojecidos. Sonrió, su hijo estaba más asustado que todos sus familiares. Se miraron a los ojos y Guillermo supo que algo no estaba bien con Renato. Observo para ambos lados y corrió la cortina para tener más privacidad con su hijo.

—Renato ¿Qué pasó?—preguntó sentándose en la silla con una sonrisa.

—Lo escuche, quería salir—susurró despacio y asustado—Lo sentía luchar papá. Había muchos niños gritando y él solo quería salir—confesó llorando.

—Renato, tranquila, ganaste la batalla—Guillermo sonrió orgulloso—Ahora, no te preocupes, iremos al médico y veremos que no intente salir nuevamente.

— ¿Lo prometes?—dijo con una sonrisa.

—Sí, mi amor, no lo dejaremos salir nunca más—prometió con una sonrisa.

Renato se dejó abrazar con su padre. Guillermo sonrió. Sabía que algo malo estaba ocurriendo con su hijo, no iba a permitir que Renato recordará todo lo que había hecho en su pasado, por no saber controlar sus emociones a tiempo, se demoró siete años en volver a ser un joven normal, no iba a permitir que todos esos esfuerzos fueron en vano. Acaricio su cabello, tratando de calmar los sollozos asustados de su hijo.

Renato solo lloró abrazando a su padre, se había asustado mucho en el zoológico. Había luchado mucho por mantener su cordura en el baño, pensó que había perdido cuando se desmayó, pero se alivió cuando despertó y pudo reconocer a los médicos, familiares y amigos. Su dolor de cabeza había desaparecido y ya no escuchaba ninguna voz dentro de su cabeza. Ahora sí podría volver a su casa y descansar.

 

Notas finales:

Gracias a todos los que llegaron hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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