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Encrucijada. por NNK

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Capítulo XXVII: Alejandro sabe la verdad.


 


Guillermo terminó de vestirse en el baño, se miró al espejo, mientras comenzaba a lavarse los dientes. La ducha le había ayudado a aclarar su mente, estaba preocupado por la salud de su hijo, sabía que algún día tendría que enfrentarse a esto nuevamente, solo que en este momento no se sentía preparado para ello. Pensó que solo vendría a solucionar un solo problema, pero parece que tendría que enfrentarse a muchos más.


Se enjuago la boca y se limpió la cara con una toalla, se puso su reloj de muñeca, viendo que eran las once de la noche, salió del baño viendo que Maximiliano y Alejandro veían una película acurrucados en el sillón, decidió ir a ver a sus hijos para darles más tiempo a solas.


 Hoy había sido un día de fuertes emociones a pesar de que no haya pasado nada grave. El miedo y la preocupación habían tomado protagonismo y todos merecían descansar como mejor se les ocurriese, mientras aún pudieran disfrutar de esa paz familiar. Abrió la puerta del cuarto de su hijo Felipe viendo como este jugaba videojuegos a través de su celular, levantó una ceja cuando este le sonrió nervioso.


—No te dije que te durmieras hace una hora—comentó. Felipe miró para ambos lados y escondió el celular.


—Es que en un juego muy divertido, papá—trato de excusarse con una sonrisa alegre—Además Renato no irá a clases mañana.


—Eso no quiere decir, que tu también faltaras—habló Guillermo. Felipe ladeo la cabeza sin entender. — Yo puedo ir a dejarte. Renato es el que necesita descansar, no tú.


—Pero papá, solo por mañana— pidió Felipe con un puchero.


—Que no. Alejandro dijo que tienes examen de matemáticas y debes ir, pasado mañana prometo que te dejaré faltar— prometió con una sonrisa, mientras se sentaba en la cama.


—Pero, pasado mañana es Sábado—reclamó con molestia.


—Venga cierra los ojos y a dormir— habló Guillermo con una sonrisa.


Guillermo dejo el celular en la mesita de noche. Esperó unos segundos y sonrió al ver que su hijo caía en brazos de Morfeo. Se sintió un poco culpable con su hijo al no contarle lo ocurrido con su hermano, pero no quería alterar a Felipe, él sufría mucho cuando se trataba de Noelia, él la quería mucho y no quería preocuparlo más.


Salió del cuarto de su hijo, observo hacia el comedor viendo que Maximiliano y Alejandro seguían acurrucados, mientras se daban uno que otro beso. Qué envidia sentía de ellos. Entró al cuarto de su hijo, sonrió comprensivo al verlo despierto, mientras intentaba dormir, se acercó a él y se sentó en la cama.


—Renato, dijimos que ibas a dormir—comentó, viendo al nombrado.


—No puedo, papá. No puedo—susurró asustado—Por favor no me hagas dormir.


—Nada de eso, necesitas descansar—se negó Guillermo con una sonrisa. —Vamos a  intentar dormir.


—No quiero ¿Y si en vez de yo despierta él?—preguntó con miedo.


—Renato, si dejas que el miedo te domine, estas dejando que él gane—recalcó viendo como su hijo le miraba asustado. —Tienes que relajarte y calmarte, y confiar en que vas a volver a despertar.


Renato le miró con súplica, pero prefirió rendirse al entender que su padre no se iba a mover de su cuarto hasta que se durmiera, cerró sus ojos, sintiendo que pesaban no sabía que estaba tan cansado. Se durmió soñando con nieve. Guillermo, observo su reloj de muñeca viendo que pasaban de las doce y media, acercó su mano a la cara de su hijo, lo movió para ver si hacía un gesto, pero sonrió al ver que se había dormido de una vez por todas.


Salió del cuarto de su hijo, viendo como Maximiliano y Alejandro se besaban. Sonrió, quería dejarlos, pero estaba demasiado cansado y malhumorado como para soportar a ese par de tortolos.


—Maximiliano—habló, viendo que ambos estaban en lo suyo. Tosió malhumorado— ¡Max!—exclamó enojado.


Maximiliano se separó de su novio, sonrojado y se levantó con rapidez del sillón junto con él, tomó la mano de Alejandro, poniéndose delante de él.


— ¿Por qué la proteges? No voy a golpearte, aunque no me faltan las ganas—confesó con enojo. — Maximiliano, voy a dormir.


—Papá. Alejandro quiere ayudar y creo que debemos contarle sobre Renato—pidió permiso con una sonrisa preocupada— ¿Me dejas contarle?


—Ya es tarde Maximiliano, cuéntale tú. Solo quiero dormir ahora—pidió agotado, viendo como su hijo le sonreía.


Maximiliano llevó a su novio a su cuarto, luego de apagar las luces del departamento para que su padre durmiera tranquilo. Alejandro se acomodó en la cama y puso su cabeza en el pecho de Maximiliano con una sonrisa.


—Tu padre no parecía muy contento hoy—comento un poco preocupado.


—No está acostumbrado a vernos en el hospital y está preocupado por Renato—confesó Maximiliano con una sonrisa.


—Todos estamos preocupados por él, ¿Qué es lo que tiene Renato realmente?—preguntó preocupado.


—Renato, tiene un trastorno disociativo, tiene doble personalidad—confesó Maximiliano. Alejandro se sentó en la cama mirándole preocupado, provocando duda en Maximiliano al continuar—Renato tiene una segunda personalidad, una muy peligrosa, que no ha despertado en seis años. El desmayo de hoy fue debido a que esa personalidad quiso despertar y no lo logró. De hecho Renato no recuerda nada desde que nació hasta sus diez años — contó con una sonrisa aliviada.


— No lo sabía. Ahora entiendo porque no se habla del pasado en tu familia—comentó, mirando a su novio con preocupación.


—Es una de las razones. Renato ha pasado por mucho debido a ese problema y papá no quiere que la vida que tanto le costó construir se desmorone—confesó, apenado.


—Entonces me uno a la lucha para que Renato, pueda seguir siendo él—murmuró con una sonrisa.


Maximiliano sonrió y solo beso sus labios, suavemente.


 

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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