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Hasta que me recuerdes por RLangdon

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A Naruto le había tomado cerca de dos horas el poder conciliar el sueño. Había tomado un baño luego de ver su aspecto desaliñado en contraste con su cabello lleno de hojarasca.

No fue sino hasta media hora después de haberse quedado dormido que, unos leves pero insistentes movimientos sobre sus hombros, lo espabilaron.

Bostezó con genuino cansacio y al mirar en derredor se encontró con el serio semblante de Hinata. 

Una vorágine de emociones lo sacudieron por dentro pero Naruto hizo su mejor intento por disimular la sorpresa a tan repentina acción de su parte. 

¿Se habría dado cuenta de los clones.

-¿Hinata?- preguntó, parpadeando. La aludida dio una sonrisa a medias por respuesta. Y aunque se notaba cansada, Naruto intuyó que debía haber un motivo verdaderamente importante para que ella decidiera despertarlo a tan altas horas de la madrugada.

-Lamento haberte despertado. Sé debes estar cansado...- antes de que Hinata pudiera continuar con su unilateral perorata, Naruto la abrazó con fuerza. -Naruto Kun...

-Lo lamento- fue todo lo que pudo decir Naruto.

Estaba consciente de que había hecho muy mal por dejar de lado su rol de padre de familia, pero le costaba demasiado olvidar el pasado y darse cuenta de la realidad de las cosas...odiaba ser hokage.

Nada más apartarse del abrazo, se percató de que Hinata mantenía su brazo izquierdo oculto tras de su espalda. La curiosidad le pudo y trató de mirar, pero la joven Hyuuga se lo impidió al retroceder unos pasos.

-Es algo que me gustaría que usaras mañana- informó mas seria, y con ello, avivó la curiosidad del rubio. 

-¿Que es?- Naruto no podía ocultar su ansiedad, provocando que Hinata sonriera divertida.

-Lo arreglé para ti- extendió su brazo al frente y Naruto se congelo al observar una copia de su viejo atavio. Se trataba de los típicos pantalones naranjas y la chamarra de igual color, ambos de su talla. 

-¿Que pasa?...¿No te gusta?- la expresion de Hinata denotó intriga y preocupación por el repentino e incómodo silencio.

Lentamente Naruto se forzó a sonreír, tomó las prendas y abrazó a Hinata una vez más.

"No puedo seguir con esto...no quiero"

-Se que te has esforzado mucho.

Con mayor efusividad, Naruto rodeó el cuerpo de la joven entre sus brazos. La besó en la mejilla y se dio media vuelta para salir del cuarto.

Había encontrado en sus encuentros con Sasuke, la emoción que tanto echaba de menos, pero se sentía atado de manos, casi literalmente.

-Naruto kun...

Naruto se detuvo en el umbral de la puerta. Cuando se giró para ver a Hinata, notó que esta dudaba en decirle algo, parecía contrariada.

-¿Si?

-Te amo..- pero al último segundo, Hinata se arrepintió de sus palabras. Pretendía preguntarle por cuánto tiempo seguiría tan ausente de su familia, pero por algún extraño motivo, y a pesar de ser su esposa, se sentía incapaz de hacerlo. 

**

-Te amo...

Sasuke permaneció inmóvil junto a la puerta. A su lado y con los ojos empañados, Sakura lo retenía de la capa. 

Había sido un error regresar. Él no podía quedarse. Konoha no era más su hogar. El bosque lo era. Porque le proveía libertad y plenitud. 

Solamente había retornado para ver a Naruto. Era un egoísta al intentar devolverle recuerdos que, claramente, Naruto no echaba en falta. 

No podía hacer que Naruto lo recordara, si este no lo deseaba, pero ¿No era mejor así? 

No podían llevar una doble vida debido a las obligaciones del Uzumaki. Con el tiempo, terminarían desgastandose tratando de mantener una fachada ante los ojos de los aldeanos y los Shinobis. Se estaban engañando a sí mismos si pretendían mantener un lazo a todas luces inexistente e insostenible. 

Por lo tanto, debían despedirse en buenos términos. 

Así al menos podrían continuar cada uno con sus sueños. Naruto sirviendo a la aldea que tanto amaba, y Sasuke errando como el alma libre y solitaria que era. 

Además, la luna y el sol nunca acontecían al mismo tiempo. Su destino era incierto, pero lo prefería a saberse atado en un matrimonio con una persona a la que no amaba. 

Salió de la casa sin atender al insistente ruego a sus espaldas. Ya era tarde para despedirse de Naruto, y de todas formas, no se sentía particularmente inclinado a verlo.

Rumbo al bosque, leyó el pergamino que había extraído de una de las gavetas del escritorio de Naruto en la torre Hokage. 

Era hilarante hasta qué extremo llegaba Naruto con tal de complacer a otros. Sasuke no era así, nunca lo había sido. 

Dejó el pergamino adherido a la corteza de uno de los árboles en el campo de entrenamiento, con la fútil esperanza de que Naruto lo encontrara.

Aunque para entonces, quizá ya sería demasiado tarde.


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