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Sin mi, no eres nada por RLangdon

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Cubrió sus oídos con ambas manos en cuanto escuchó la puerta de al lado cerrarse, Sasuke acababa de llegar de la universidad como de costumbre. Una semana había transcurrido desde la última vez que lo golpeará sin motivo aparente.


Aún recordaba la confusión que denotó el semblante del Uchiha al observar su puño impregnado en sangre, quizás se había… arrepentido.


Apenas si le miraba un par de veces durante el día. Sasuke solía acudir únicamente a llevarle comida a la habitación y cerciorarse de que no intentara escaparse. 


Como si eso fuera posible, la pieza en la que se encontraba ahora solo tenía una ventana y estaba cubierta de barrotes tras el cristal.


No era tan acogedora como la otra habitación, sin embargo seguía siendo demasiado lujoso para albergar a un rehén.


Cada día, le repetía las mismas confusas preguntas ¿Qué sabes de él? ¿Dónde está? ¿Cómo lo conociste?


Un simple "no lo sé", era la respuesta para todas aquellas interrogantes. Sasuke vociferaba alguna maldición por lo bajo y se retiraba a su cuarto. No pasaban ni siquiera dos minutos cuando Naruto escuchaba los fuertes golpes que el Uchiha propinaba a los muebles del cuarto.


El sonido de cristales rotos, así como objetos cayendo al suelo, no pasaban desapercibidos para el rubio. Sasuke buscaba la manera de descargar su furia, pero extrañamente… ya no lo hacía con él.


En más de alguna ocasión, se había portado altanero e indiferente.


Estaba cansado, aburrido, fastidiado. No podía negar que ese lugar le agradaba, era prácticamente un sueño poder habitar en una casa como esa, la comida era exquisita, y Sasuke le ataba a la cama únicamente durante la noche. De pronto sus deseos por escapar se habían esfumado, ciertamente no tenía a donde ir, y siendo aun menor de edad, estaba consciente de que lo alojarían en algún orfanato, donde permanecería hasta que cumpliera la mayoría de edad, definitivamente no quería estar en otro lugar desconocido. Ya no confiaba en nadie.


Su más reciente angustia se centraba en la insistencia de Sasuke por averiguar un asunto, del cual, ni siquiera estaba enterado. Se sentía estúpido al preocuparse por la persona que le había hecho daño, aun así, no podía evitarlo, le resultaba imposible controlar esas emociones.


Tal vez el problema no eran las demás personas, era él. Después de todo siempre lo culpaban por cuestiones que le eran desconocidas, comenzaba a sentirse una carga para la humanidad.


Tres, cuatro, cinco golpes seguidos resonaron contra la pared. Ya no lo soportaba, incluso estaba dispuesto a aceptar cualquier señalamiento falso que Sasuke le hiciera con tal de que se detuviera, sabía del daño que el joven se estaba ocasionando.


Se levantó de la cama, pero el ruido cesó de repente. Se mantuvo inmóvil cuando la puerta se abrió, mostrando a un Sasuke por demás serio.


-Sasuke- dijo en voz baja, observando las lastimadas muñecas del mayor, la sangre traspasaba, aun con las vendas.


El aludido no le tomó mayor importancia, no estaba llegando a ningún lado, le costaba demasiado controlar su ira y no tenía tiempo para desperdiciar en tonterías.


-¿Vas a decirme ahora que vínculo tienes con él, o seguirás mintiendo?- el rubio se limitó a agachar la cabeza, no importaba cuantas veces se lo dijera, Sasuke seguía insistiendo.


-Yo no tengo ningún vínculo con nadie- articuló en voz apenas audible. –En especial con ellos.


-¿Ellos?- la expresión en su rostro cambió. Sasuke se acercó más hacia el chico. Esta vez Naruto hablaba en plural y esa cuestión le había desconcertado. -¿Quiénes son ellos?- inquirió, sujetando al rubio del mentón para mirarlo directamente a los ojos, buscando algún indicio de mentira en los mismos, pero…no lo encontró.


-Mis secuestradores- una respuesta seca, al igual que las anteriores. El Uchiha observó dubitativo al chico. Todo el tiempo Naruto había creído que sus cuestionamientos eran referentes a los individuos desconocidos que lo subastaron, cuando en realidad se refería al bastardo de su hermano.


-No estoy hablando de esos sujetos, Naruto- profirió apático, no sabía si el chico mentía al respecto para encubrir a ese maldito, o realmente estaba confundido.


-¿No?- Naruto alzó la mirada nuevamente, si Sasuke no se refería a ellos, entonces ¿A quién?


-Sabes bien de quién estoy hablando- frunció el entrecejo, cansado de las idioteces y sobretodo del afán que tenía Naruto para encubrir a su hermano. -¿Hasta cuándo dejaras de fingir que no sabes nada de Itachi?


Y ahí estaba la respuesta, una semana lidiando con aquellas preguntas, escuchando como el mayor se descargaba contra la pared o los muebles de la casa, y todo se debía a un torpe malentendido.


Naruto forzó media sonrisa al darse cuenta del error que el mayor había cometido, no le odiaba, por el contrario, había comenzado a sentir una clase de afecto hacia él, aún siendo señalado injustamente.


-¿Cómo voy a saberlo?- preguntó encogiéndose de hombros. Sasuke rechinó los dientes, la indiferencia de ese chiquillo le hacía hervir la sangre. –Fuiste tú quien lo mencionó la primera noche.


-¿Qué?- sus inalterables facciones denotaron consternación y asombro al escuchar al chico.


-Lo repetías una y otra vez- continúo Naruto sentándose sobre la cama. Acercó sus rodillas al pecho, abrumado por lo que sucedería ahora. Y es que, estaba convencido de que el mayor se desharía de él en cuanto dejara de serle útil, siendo este el caso. –No sé quién es Itachi- admitió, suspirando cansinamente.


Sasuke permaneció estático, analizando lo que Naruto le acababa de decir. Tenía sentido el hecho de que repitiera por inercia lo que escuchó la noche anterior. Prácticamente volvía al principio, no tenía información sobre Itachi, Naruto no sabía nada al respecto y la policía comenzaba a movilizarse con la búsqueda de los menores.


Ya no tenía necesidad de conservar al chico, sin embargo tampoco quería dejarlo ir, no…sería peligroso si Naruto lo señalaba ante la autoridad como el principal responsable de su rapto, sin embargo había otra razón, no menos insignificante que la primera, Naruto lo hacía sentir…extraño.


Era imposible para él, definir con exactitud las emociones que embargaban su cuerpo con la simple presencia del chico. Aun más con los frecuentes altibajos emocionales que se habían presentado días atrás sin motivo aparente, ¿También se debían a Naruto?


De ser así, todo resultaba contradictorio. Sensaciones reconfortantes se mezclaban con ira y odio. Debía tomar una decisión sobre su siguiente movimiento y ni siquiera estaba en condiciones para meditarlo con claridad.


-¿Me dejaras ir, o seguiré contigo?- cuestionó Naruto. Su voz traspasaba cierto deje de suplica, no quería volver a la calle. Se rehusaba a seguir soportando el dolor que le ocasionaba la soledad, aún si eso le costaba su libertad.


Sasuke sacudió ligeramente la cabeza para apartar sus pensamientos. Los nudillos de sus muñecas ardían cada vez más, conforme pasaban los minutos. Comenzaba a dolerle fuertemente la cabeza y no era capaz de dilucidar la situación.


Tomó asiento en la cama, junto a Naruto. El menor le observaba con detenimiento, esperando una respuesta a su anterior interrogante, al menos quería saber lo que sucedería con él, ahora que no le era de utilidad a Sasuke.


-Sa…- el mayor sujetó con firmeza a Naruto del cuello de la camisa, cerró los ojos y lo atrajo hacia su rostro. No dijo nada, simplemente permitió que sus labios se unieran en un cálido y suave beso. El menor correspondió con timidez el gesto, estaba confundido, ese sujeto lo manipulaba de alguna manera, no estaba seguro a su lado, sin embargo tampoco creía correr grave peligro. Una sensación extraña lo recorrió entero. Sasuke se separó de inmediato del beso, observó la inmensa confusión en el rostro de Naruto.


-Nada- dijo en un murmullo casi imperceptible para el rubio. Acto seguido se levantó de la cama.


-¿Q-que dijiste?-  Naruto tocó sus labios con la yema de los dedos. No comprendía en absoluto lo que Sasuke pensaba. En un momento estaba bien y al siguiente sumamente molesto. En su corta y miserable vida había conocido un sujeto tan inestable como Sasuke, entonces ¿Por qué tenía esa sensación de haberlo visto antes? …quizás había sido un sueño, a esas alturas, le costaba bastante distinguir entre la realidad y los sueños, pensamientos entrecortados recurrían a su mente, las personas de su pasado se volvían simples sombras.


Un pasado doloroso, un presente vacío y un futuro incierto. Ya nada importaba, no tenía a nadie consigo, debía aferrarse a alguien, y ese alguien…era Sasuke.


-Sasuke- el aludido se detuvo al llegar al marco de la puerta. Claramente no iba a responderle esa interrogante a Naruto, ya que, ni el mismo sabía qué estaba ocurriendo con su persona, algo estaba cambiando, o en su defecto, un sentimiento desconocido e inquietante lo estaba agobiando al grado de hacerle perder los estribos.


Se había equivocado con Naruto, más no pensaba reconocerlo, lo había comprado sin saber acerca de aquella confusión que se había suscitado entre ambos. Desconocía por completo los planes de Itachi para con el chico, pero de algo estaba seguro...no volvería a cometer otro error.


Regresó sobre sus pasos y se inclinó ligeramente frente a Naruto, observando con suma atención la cicatriz apenas visible que recorría parte de la mejilla del chico, confundiéndose entre las raras marcas que ya poseía. Acercó su mano hacia esa zona.


El menor retrocedió por inercia, tal vez lo había hecho enojar.


Se mantuvo viéndole distante, era normal que el menor rehuyera el contacto después de lo ocurrido. Se dirigió al cajón junto a la cama y se dispuso a sacar una caja blanca del mismo.


Alcohol, algodón, una gasa, y cinta, era todo lo que necesitaba.


El menor seguía sumido en sus pensamientos, de su anterior vida no había quedado absolutamente nada, inclusive los recuerdos se habían vuelto borrosos.


Reaccionó en cuanto el ardor en su herida se hizo presente. Un pequeño quejido escapó de su garganta pero no se movió. Sasuke terminó de humedecer la lesión con el algodón impregnado en alcohol. Tomó la gasa y la colocó sobre la mejilla de Naruto, adhiriéndola con dos trozos de cinta.


Se levantó de la cama en cuanto terminó de cubrir la herida. Divagaba en las posibilidades de que la policía efectuara una investigación en diversos puntos del país, incluyendo los alrededores cercanos a su vivienda. Por otra parte, Naruto no estaba en ninguna de esas fotografías, por primera vez dudó sobre formular esa pregunta al rubio acerca de sus padres, sopesando la idea de que fuera huérfano, en dado caso, solo debía ocuparse de integrar al chico a la sociedad.


No sería sencillo, pero era menester que se movilizara pronto o levantaría sospechas cuando algún detective acudiera a su casa para hacer una revisión pertinente a las investigaciones de los menores desaparecidos. En definitiva, Naruto debía empezar a salir, sin embargo no sabía qué parentesco emplear para cuando los cuestionamientos surgieran...


Quizá sería conveniente adjudicarlo como algún primo paterno, además, disponía de los documentos básicos.


**


Miraba atentamente por la ventana del departamento, la última reunión con los miembros de Akatsuki había sido realmente exhaustiva. Tres horas, repasando cada detalle del plan. Y a pesar de ser el líder, sentía que algo estaba mal, estaban omitiendo un asunto importante.


Era de esperarse que, tras ausentarse seis días de aquellas juntas, los integrantes del grupo discutieran asuntos en cuestión relacionados con el Jinchuriki.


No había sido fácil mantener a Sasuke a raya para que la organización no lo tuviera en la mira, había objetado a favor de su hermano con la única finalidad de evitar inmiscuirlo en sus asuntos.


Después de todo, los Akatsuki debían centrarse en Naruto, ¿Y que si Sasuke lo odiaba? Ese había sido su plan desde el comienzo, era necesario despertar el odio en su hermano para alejarlo de sus asuntos. Un rotundo fracaso haberse presentado en la subasta. Aún así, podía cambiar las cosas, siempre y cuando Sasuke estuviera bajo el efecto de esa droga sintética, estaría seguro.


-No ha habido mayor cambio en el comportamiento de Sasuke- informó Deidara con un deje de apatía. –Solo lo he visto dos veces esta semana, y su seriedad es intachable, aunque…aun no sabemos donde vive.


-No es necesario- musitó Itachi. –Solo debemos cerciorarnos de que no salga del país.


-Dudo que pueda darse ese lujo ahora, los aeropuertos y centrales de autobuses están siendo monitoreados.


-Entonces solo habrá que esperar el momento adecuado para ir por Naruto- puntualizó, tamborileando los dedos sobre el escritorio. Ese asunto lo ponía nervioso de sobremanera.


-¿Por qué haces esto, Itachi?- se aproximó al pelinegro, este lo observó de reojo, indiferente. –Hemos tenido más de una oportunidad para interceptar a tu hermano fuera de las instalaciones del colegio- un silencio incomodo reinó el departamento.


-No podemos, ni debemos precipitarnos.


-Mentir no es tu fuerte- lo contradijo con una amplia sonrisa. –Igual yo solo obedezco tus órdenes- rodeó el cuello del Uchiha con ambos brazos, sintiendo un contacto más cercano y placentero. Quizás era un tanto despistado, pero interiormente sabía lo que Itachi trataba de evitar –Aun me pregunto quién es el segundo chico- comentó pensativo. Itachi lo observó, perplejo.


-¿Qué chico?- se separó lentamente del abrazo. Los miembros de Akatsuki ocultaban algo, probablemente insignificante…o tal vez no.


-Es verdad- expresó el rubio, devolviéndole la mirada a Itachi. –Te integraste mucho después que todos.


-Deidara- tomó asiento en el escritorio, pasando a tomar el supuesto libro de iniciación que Madara le proporcionara meses antes. –Quiero que me pongas al tanto de todo, necesito saber cada detalle para llevar a cabo la invocación del Kyubi, no omitas nada- el rubio asintió en ademan. No entendía la actitud que mostraba Itachi, sobretodo disponiendo de toda la información relevante, según palabras de Kisame. Siendo Itachi el actual líder y base fundamental de la organización ¿Qué tema deseaba saber, del cual no estuviera aún informado? …algo no encajaba del todo, y eso lo alteraba.


Sus intenciones de abandonar el grupo habían desaparecido tan pronto como Itachi ingresara al mismo. Serviría única y exclusivamente a Itachi, el resto no le importaba en lo mas mínimo, ni siquiera creía que el propósito que la organización buscaba con tanta vehemencia pudiera cumplirse. Aun con el Kyubi, debían aprender a controlar el poder de semejante bestia, y aunque cada miembro, incluyéndole, había desarrollado habilidades sorprendentes tanto físicas como mentales, hacía falta mucho más para alcanzar esa meta tan utópica. Podrían devolverle vida al cuerpo, pero… ¿Serian capaces de integrar el alma?


**


Hacía casi tres horas desde que Sasuke abandonara la habitación. Naruto aún estaba incrédulo ante el comportamiento del Uchiha. Su mente le estaba haciendo una mala jugada, o simplemente el mayor se había resignado ante el insistente asunto que le recriminara durante días.


El hecho de que Sasuke se expresara de esa forma no era lo que más le confundía, sino la razón por la cual lo hacía…su propio hermano. Si Sasuke era capaz de llegar a esos extremos solo para conseguir información de Itachi, ¿Qué sería capaz de hacer cuando lo tuviera enfrente?


Suspiró con pesadez y se dirigió al baño, estaba cómodo ahí, pero quería salir, el encierro lo afectaba demasiado, pese a hacer un esfuerzo sobrehumano para ocultarlo, ya no lo soportaba, necesitaba aire fresco, no importaba si solo eran unos minutos, anhelaba con intensidad volver a contemplar el cielo, sentir la brisa contra su piel, ver a las personas convivir entre ellas, imaginarse que su vida tenía sentido, reemplazar las lagrimas por sonrisas, y lo más importante, tener a alguien a su lado.


Entró a la tina una vez que el agua llenara tres cuartos del interior de la misma. Ansiaba ser el mismo de antes, y Sasuke representaba su última esperanza para salir de las penumbras que lo invadían.


Observó afligido el sello adjunto en su piel, aquel raro símbolo, cuya circunferencia era delimitada por una especie de tinta negra. No importaba cuantas veces la tallara, ni que material empleara sobre la misma, la marca no desaparecía con nada. No recordaba cómo, ni quien había grabado ese sello en su abdomen, mucho menos lo que significaba. Podría tratarse simplemente de una etiqueta para evitar perderlo, en caso de que escapara.


**


Caminaba con fingida parsimonia a las afueras del estacionamiento, seguro de haber tomado la decisión correcta. No podía continuar perdiendo su valioso tiempo en ese lugar. Todo el tiempo se había mantenido distante, en cuanto a relaciones sociales se refiere. Vivía sumergido en sus pensamientos, no le interesaba en lo mas mínimo mantener una conversación con personas hipócritas, para él todos eran simples humanos inferiores.


No sabía cómo dar inicio a una conversación, pero si como finalizarla. Encerrado en la rutina de cada mañana dentro de esa institución, aquello debía estar alterando su estado de ánimo, en efecto, había concluido que sus recientes altibajos emocionales se debían a la fatiga y el estrés aunado a los problemas que últimamente lo abatían. Aunque eso no tenía mayor importancia ahora, se había encargado de cobrar el último cheque que la institución le otorgara, así como hacer un retiro en el banco de sus ahorros.


La calurosa tarde le hizo reflexionar sobre su reciente estado de bipolaridad. La gente iba y venía por la transitada avenida. Últimamente el sopor lo estaba consumiendo, estaba cansado de tener que lidiar con una situación de esa índole. Aparentemente Naruto no tenía nada que ver con Itachi, de ser así ¿Por qué pensaba en conservarlo?


Se hallaba en un estado de tensión, confusión, y estrés. Era demasiado. Sus actividades diarias desde que llevara a Naruto consigo, consistían en su empleo de la universidad, minuciosas investigaciones sobre el paradero de los chicos desaparecidos, y primordialmente, la falsificación de los documentos del chico.


Técnicamente se basaba en un delito para encubrir otro mayor. Al falsificar los documentos de Naruto, claramente estaba infringiendo las normas de la autoridad, sin embargo, se valía de ello para evitar posibles interrogatorios futuros en base a las actuales investigaciones que la policía se encargara de llevar a cabo.


Terminó por convencerse de que al mantener al chico consigo, le sería más fácil dar con su hermano. Itachi estaba inmerso en asuntos claramente ilegales, pero a diferencia de él, parecía tratarse de asuntos cuya índole era desconocida. Aun no se tragaba el cuento de que su hermano estuviera tras de algún esclavo sexual, mucho menos, siendo este menor de edad, no…Itachi pretendía hacer algo más, demasiados cabos sueltos y ningún indicio que le indicara como llegar a él para comenzar a esclarecer sus dudas.


Detuvo su andar al llegar a su automóvil negro, situado a unos pasos del encargado del estacionamiento. Un hombre de edad mediana, con signos de la vejez presentes en su rostro, cabello castaño y unos anteojos que en conjunto con su traje, daban la apariencia de tratarse de algún funcionario.


Pagó discretamente, sin siquiera observar al hombre. No hubo intercambio de palabras, apenas un sutil roce de manos para que el sujeto tomara el dinero.


Abrió la puerta del vehículo, convencido de estar siendo observado a distancia, y no se equivocaba. Varios metros atrás se encontraba un joven rubio vistiendo un atuendo negro. Caminaba a prisa por entre los vehículos, no debía perderle el rastro.


Mantenía una conversación por celular con su superior.


-Si Itachi- articuló con un timbre de preocupación en la voz. Temeroso por la reacción del otro. –Renunció- aun se preguntaba interiormente, que había sucedido para que Sasuke decidiera abandonar tan de repente su empleo, era imposible que se diera cuenta de su presencia dentro de la universidad, mucho menos de la alteración a su desayuno, aquella droga poseía la cualidad de pasar desapercibida en cualquier liquido, sin importar la temperatura del mismo, por otro lado, el efecto no surgía, sino hasta horas después de haber sido ingerida, no había forma de que Sasuke descubriera eso.


Su respiración se agitó, mientras discutía acaloradamente con el teléfono en la mano. Buscaba desesperado con la mirada la placa del vehículo de Sasuke. Debía seguirle, era indispensable descubrir en donde vivía para poder encontrar a Naruto.


Si la organización se enteraba de semejante error, podría repercutir en el puesto que Itachi ocupaba dentro de Akatsuki, tenía que apresurarse.


-Ahí está- exclamó con alivio al divisar el vehículo negro. Más la sensación pronto desapareció, el automóvil se estaba alejando. Observó a un individuo a su derecha, subiendo a taxi y sin perder tiempo, se aproximó a él, ofreciéndole una nada despreciable suma por seguir al BMW que recién dejaba el estacionamiento.


Subió al auto y se dispuso a darle instrucciones al conductor.


El vehículo avanzaba con velocidad, esquivando otros automóviles, pasando algunos semáforos en rojo, no había duda de que Sasuke estaba escapando.


Deidara comenzaba a desesperarse, tomó el control del vehículo apenas el siguiente semáforo cambiara a rojo. El muchacho no tuvo más opción que resignarse, después de todo, le había pagado por adelantado.


Los minutos transcurrían y Sasuke no daba señas de detenerse pronto, puesto que ni siquiera había disminuido la velocidad durante todo el trayecto.


El rubio mantenía la vista fija en el BMW negro, no debía perderle la pista. Los siguientes cruces lo hicieron dudar. La zona estaba casi desértica, observó un lote baldío a escasos metros de donde se encontraba. El vehículo de Sasuke se detuvo ahí.


El rubio bajó con rapidez del automóvil y se dirigió hasta el lote. La portezuela del BMW se abrió de repente.


-¡No puede ser!- su desencajado rostro mostró incertidumbre y molestia.


**


Aceleró un poco más, sintiendo la adrenalina invadir su organismo. El viento se impactaba contra su cuerpo a medida que incrementaba la velocidad.


Oprimió el freno al llegar a su destino. Descendió de la motocicleta, aun con la sensación de excitación recorriendo cada centímetro de su cuerpo.


Se retiró el casco. Su cabellera negra estaba ligeramente alborotada. No pudo evitar esbozar una sutil sonrisa de satisfacción. Le había pagado al hombre del estacionamiento para que condujera su vehículo hasta el lote baldío del lado opuesto de su domicilio. No sabía quién era el sujeto que pretendía seguirlo, bien podría tratarse de algún subordinado de la subasta, o algún agente de la policía. De algo estaba seguro, debía tener cuidado de ahora en adelante, cada movimiento, cada salida, tomaría las medidas necesarias.


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