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Percepción por rmone77

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Notas del capitulo:

—Invierno Porteño—

Las dos semanas de descanso habían terminado y no podía huir más de sus responsabilidades, debía incorporarse a sus actividades académicas lo más pronto posible. Pasados los días y con un poco de las emociones guardadas y olvidadas, Do había dejado de beber la misma cantidad de alcohol que antes, con la conciencia de que necesitaba algo de lucidez el tiempo que permaneciera terminando sus estudios o ayudando en la consulta ayudando al profesor, sin embargo, en su hogar continuaba manteniendo los mismos hábitos, lo cual no hubiese sido más peligroso si es que se hubiese mantenido alejado realmente de todo peligro.


Como parte del compromiso de su terapia pactó visitas al departamento del profesor Guk para volver a ayudar con las distintas investigaciones que mantenía, pero sin involucrarse como antes, como lo hizo al conocer a Kim, sino más bien en lo que el profesor llamaba “trabajo de escritorio”. Eso mantenía su mente ocupada y también le permitía mantener conversaciones triviales que, en primera instancia, pasarían desapercibidas, pero que le permitirían a aquel profesor indagar un poco más sobre el estado mental y emocional de Do. Esto no era algo que hacía por interés propio, porque no se relacionaba con el cariño que le tenía al muchacho, sino que había sido más bien una petición por parte de SooJung. Le regalaba de su tiempo e interés, aunque la solicitud había sido más escueta y firme: “tenlo vigilado por mí”.


SooJung en realidad era un puente de unión de varias cosas en la relación de aquellos dos hombres: Kim y Do. Siendo ex pareja de uno, confidente de otro y en su especialidad, la terapia de pareja era el enlace en los problemas que podría presentar cualquiera de los dos y que pudiese afectarlos. Por supuesto que no era una relación sana ni menos profesional, ya que se había involucrado emocionalmente con ambos y ya no podía tomar decisiones adecuadas al respecto. Y por mucho que el profesor mantuviera algún tipo de estabilidad y vigilia en el chiquillo, ni ella, ni Kim hubiesen podido saber al peligro que Do se exponía nuevamente, como si estuviera en un bucle infinito de maldad, uno que no se iba a detener nunca y que no tenía razón alguna de ser.


—   Hey, KyungSoo.


Aquellas palabras tan simples y más, esa voz tan reconocible en su mente, le hicieron voltearse. Era aquel hombre siempre obsesionado con su presencia y con el que se había involucrado físicamente alguna vez. Se arrepentía de ello, no por él en particular, sino por ese momento de su vida en que se había abandonado a todo tipo de banalidades y cuestiones carnales que sólo profundizaron el vacío dentro de sí. También lamentaba haber dañado inconscientemente a todas esas personas, incluso cuando él pudo haber recibido daño también. Sin embargo, este hombre había sido diferente, además de buscarlo insistentemente en la consulta un par de veces, en realidad nunca le hizo mal. Siempre fue cordial con él, muy educado y considerado. Debía ser en parte porque este hombre le llevaba un par de años, al igual que Kim, y era de ahí de donde desprendía la madurez con la que finalmente afrontó el asunto. Luego de que Do había sido tosco con él en la última discusión de la que incluso Kim fue testigo, nunca volvieron a verse y tampoco hubo una disculpa por parte de alguno. En otra instancia eso no le hubiera importado en lo más mínimo, aunque en el presente, cargando aún la muerte de su abuelo, en su permanente estado de labilidad mental y con las emociones revueltas, sin siquiera saber qué sentir, sintió culpa por él. Además, de alguna forma le recordaba a Kim, quizá el traje, o quizá la sonrisa melancólica que le había dedicado luego de llamarlo por su nombre.


—   ¿Podemos hablar?


Do iba saliendo de la consulta y sus únicos planes en mente tenían que ver con vino y whisky. Terminó siendo la interminable culpa la que le hizo aceptar un café en un lugar cercano.


—   Quiero disculparme por los malos ratos que pude haberte hecho pasar. En realidad, me comporté con un niño y no como el adulto que soy. No puedo justificarme con nada. Estaba abrumado con tu indiferencia, a pesar de que, ya sabes, sentía que éramos muy compatibles.


La vergüenza oculta tras las comisuras pronunciadas de su boca provocó como reflejo una dulce sonrisa en el rostro de Do. A pesar de lo mal que se encontraba, de la inestabilidad desconocida que estaba pasando en su vida, este muchacho que alguna vez fue un niño indiferente e indolente del mundo que lo rodeaba, había cambiado lentamente y cada pequeña cosa nueva que había descubierto, principalmente junto a Kim, lo había transformado en un buen chico. Si bien, aun no lograba la empatía como cualquier persona normal, sí era capaz de entender un poco sobre los sentimientos de los demás.


Por supuesto que aquella sonrisa genuina y brillante no pasó desapercibida para aquel hombre que sólo suspiró, llevándose el café a la boca.


—   Te ves un poco… diferente.


Do agachó la cabeza como gesto de asentimiento. Desde la muerte de su abuelo, por primera vez sentía algo distinto al dolor y el desconsuelo diario. La cúpula de culpa en la que estaba envuelto empezaba a cristalizarse en algún punto y el simple encuentro con este hombre con el que alguna vez compartió éxtasis e indiferencia, le hacía sentir que no se había quedado estancado como pensaba, que sí había avanzado.


Por extraño que pareciera, no le fue nada difícil contarle a un desconocido como él lo que había pasado este último tiempo. Nada detallado, simplemente cosas triviales. Se veía diferente, se sentía así. Aunque no todo el mundo fuera capaz de reconocerlo.


Aunque la situación con aquel hombre se había arreglado de forma suave y tranquila, alguno de sus compañeros de la universidad aún mantenía cierto recelo con su presencia, sobre todo aquel muchacho que se había llevado la peor parte la última vez, casi siendo acusado de todos los cargos la vez que había sido drogado. El muchacho, además, había sido amenazado por Kim, aun cuando no tuvo nada que ver. Dentro de su mente inmadura no encontraba responsabilidad en su deseo de aprovecharse de la vulnerabilidad de Do aquella ocasión, en vez de haber llamado a la policía de inmediato como cualquier persona haría.


Al menos el recelo no pasaba de miradas insidiosas, rumores y choques intencionados que Do sabía ignorar muy bien, lamentablemente era algo a lo que había estado acostumbrado toda su vida y de lo que había sido consciente en mayor o menor grado.


—   Ten cuidado, ¿qué es lo que te pasa?


Yeul, aquel universitario obsesionado con Do no dejaba de meterse con él, buscando intencionalmente que el muchacho tuviera que darle disculpas una y otra vez por cosas que no sabía. Yeul había sido intimidado por Kim y aquello no se le borraba de la cabeza. Un jovenzuelo orgulloso y arrogante como él se sentía como una víctima cada vez que veía a Do y buscaba mil excusas para darle problemas. Lo golpeaba y reía tras sus espaldas, buscando venganzas insignificantes que le levantaran el ego una vez más. Aquello era visto por todos los demás compañeros, aunque nadie se atrevía a hacer nada.


—   Disculpa.


Las palabras secas de Do hervían aún más en los oídos de Yeol, porque no le parecían sinceras y probablemente no lo eran. El chiquillo ya no era tonto y SooJung le había enseñado a lidiar con ese tipo de situaciones.


Con lo que no contaba este tonto universitario sería culpado sobre cualquier situación a la que fuese expuesto Do, ya que con la vista siempre constante del profesor Guk y la vigilancia permanente de SooJung en la distancia, Kim lo buscaría nuevamente para hacerle preguntas, aunque no de forma tan amigable como la primera vez.


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