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Percepción por rmone77

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Notas del capitulo:

—Die for you—

 


La primera vez que tuve conciencia plena de él fue al encajar todas las experiencias previas junto con su rostro. Ubicar allí, en el puente suave de su nariz que me guiaba a dos grandes ojos, las emociones que había despertado en mi interior. Sentir la penetrante mirada proveniente de un muchacho que sólo se dedicaba a observar y nada más. Sin pensar o reflexionar acerca de lo que sus retinas captaban, simplemente miraba, de pie, un par de segundos y que, con un suave pestañeo, dejaba de hacerlo, ladeaba el rostro y pasaba a mi lado sin dedicarme atención. La primera impresión que tuve de él contrastaba terriblemente con lo que había imaginado antes. Creí que, al participar de este tipo de estudios, tendría una conducta extrovertida y agradable, que luego podríamos tener una charla amena y mentiría si es que no reconociera que nos imaginé en uno o dos encuentros sexuales. Sin conocerlo, lo singular de su tacto, o la tersidad de su piel me recordó mi infidelidad, recordé lo que me había hecho sentir atraído y los impulsos que me llevaron a cometer aquello. Y no sólo eso. Me recordaron también las innumerables veces que antes había deseado estar con un hombre. En mi mente lo justificaba con que me sentía atraído a sus gestos gráciles, lo fino de sus figuras, las voces dulces y aquellos toques y susurros que me confundían, pero KyungSoo no tenía nada de eso, sólo había sido mi imaginación y mi mal hábito de justificar todos mis actos, incluso los más impulsivos. Él era opuesto a estas excusas, debe haber sido esa la razón que me hizo estar tan pendiente de sus movimientos, incluso de los que llegaba a desconocer. Fue realmente desesperante intentar conseguir algo de él, porque tenía un muro invisible con letras escritas en grande, muy visibles: "no hay nada que pueda darte". Y aun así me gustaba mirarlo. Me daba una sensación suave, como si admirara una vieja y hermosa estatuilla, queriendo acercarme cada vez más para ver mejor.


No quiero sonar cliché, pero sería difícil poner en simples palabras la sensación envolvente que me hacía sentir. Llamaba tanto mi atención por lo indescifrable que era, se sentaba indiferente frente a mí, viendo la carta del restaurante para pedir algo, meciendo sus gruesas pestañas que se escondían bajo sus párpados, con una mirada de cachorro alerta, envuelto en ropas grandes en donde sus manos se veían aún más diminutas. Tenía una chaqueta de cuello alto, negra y con recubierto, esponjosa; literalmente nadaba dentro de ella. Cuando se sentaba hacia atrás, los bordes se estiraban y le cubrían por completo el cuello, cosquilleando en su mentón, por el color tan oscuro resaltaban sus pálidos labios y antes de llegar a besarlo tenía mil fantasías sobre ello. Tenía una mirada filosa, pero cuando bajaba la guardia su rostro se adormecía y parecía que siempre estaba adormilado, con las mejillas abultadas, los párpados pesados y una sutil curva encima de su labio inferior. Me parecía tan lindo. Esa expresión de indiferencia. Me enamoré de él a primera vista.


Luego de tantos sabores amargos, KyungSoo era chocolate dulce derritiéndose sobre mi lengua, saturando mi sentido del gusto. Tomaba alcohol como si fuera agua, casi sin cambiar la expresión sombría de su rostro, pero era demasiado evidente frente a la comida que no le gustaba, ponía gestos de reproche, aunque de igual manera seguía comiendo. Tenía siempre el cuerpo frío. Frecuentemente escondía las manos en su chaqueta, encogiendo los hombros, rozando el mentón por el cuello suave de su ropa. Cuando estaba ebrio se le notaba en la nariz y las mejillas, en sus ojos también. Los abría más de la cuenta para disimular su ebriedad. No reprochaba casi nada y siempre me seguía. Era increíblemente directo en contraste con la postura de su cuerpo, siempre tan escondida. Cuando estaba muy borracho su lengua se volvía picante y hablaba cosas pervertidas sin darse cuenta. Se reía con tanta travesura, con su voz grave, sólo intentando ser perdonado. Sus ojos se perfilaban en una simple línea y terminaba sonriendo siempre al final, con sus labios formando un lindo corazón. Fuera de todos mis gustos irrisorios, jamás había pensado que un hombre se veía tan lindo al reír. Era desconcertante. Las distintas expresiones que pude conocer en cada momento que compartíamos juntos, era tierno. No de esa ternura desesperante sobre algo que es demasiado perfecto, sino tierno por la forma en que siempre contrastaba con su entorno, como si estuviera en otra dimensión. Y en esta dimensión se me tenía permitido entrar, aunque fuese sólo por un par de horas.


La primera vez que pude hacer realidad los deseos de mi imaginación experimenté de forma física y emocional aspectos de mí desconocidos. Noté que su cuerpo no era tan delgado como hacía parecer su ropa y, aunque sus muslos parecían débiles, sabían apresarme con fuerza. Que su piel era muchísimo más fría y suave de lo que imaginé y que, experimentado o no, la actitud introvertida y contenida que siempre lucía no se apreciaba de ninguna manera cuando tuvimos sexo. Incluso, lucía completamente desinhibido y entregado también a su propio placer.


Con mi orgulloso carácter, ni siquiera intenté resistirme a sus nulos encantos, o a las ideas que surgían en mi mente sin su permiso y caí en cuenta de la profundidad de mis sentimientos cuando sentí que esta vez sería yo el juguete de alguien más. Cómo me hubiese gustado entenderlo desde el principio. KyungSoo no necesitaba ser protegido por nadie, pero me habría gustado ser el caballero que llegaba a salvarlo a su vida, quien arreglara sus problemas y le diera la paz que necesitaba. Qué arrogante de mi parte darme un papel así de importante, cuando él era el protagonista solitario de su propia travesía. Debí limitarme a ser un simple escudero, un personaje desechable, pero terminé involucrándome más de la cuenta, terminé sobrepasando cualquier límite y eso trajo terribles consecuencias para los dos.


Quizá ese es el punto de inflexión en esta historia, ese instante en que me di cuenta de que no podía manejar esta situación de las sombras y necesitaba involucrarme más de la cuenta. Necesitaba tener más control, porque de lo contrario iba a perder la cabeza. Y estuve a punto, muchas veces. Muchísimas veces. Si miro hacia atrás, la persona que era antes de conocerlo no hubiera aguantado todo este caos con el único deseo de poder tenerlo a mi lado una vez más. Porque de todas las veces en que estuvimos separados y, por sobre todo, en las que tuve que verlo con sus ojos cerrados, con el rostro magullado y el cuerpo amedrentado, todo ese tiempo me tragué las ganas de hacer algo más. "Algo" que nos habría podido separar de forma permanente. En ese tiempo en que dejé de vernos como iguales y creí que tenía que protegerlo de todo y todos. Se me metió en la cabeza la idea de que nadie más que yo podía entenderlo y ayudarlo, que a lo largo de su vida nadie realmente había hecho algo por él. Que simplemente todos a su alrededor se compadecían de él por lástima y se quedaban como meros espectadores, incluso con morbo, de lo que pudiese llegar a sucederle. Me reconforta ridículamente pensar que, si no nos hubiéramos conocido, él no estaría tan bien como ahora. Es la única manera que tengo de perdonarme por todo lo que le hice pasar, por todo en lo que se vio envuelto a causa de mí.


"Estuve pensando que, si no nos hubiésemos conocido, habría muerto sin que nadie se diera cuenta."


Pueden llegar a ser ciertas tus palabras. Pero me pregunto si es que yo de alguna manera fui el detonante para todos estos hechos. Ciertamente, puede que sí, que si no te hubiese arrastrado vivirías tranquilo dentro de la burbuja que habías creado. Habrías continuado adelante con tus planes, te habrías graduado y en algún punto de esos años habrías podido conocer a alguien que te ayudara de verdad, que no tuviera imperiosas ganas de mantenerte a su lado, aunque fuese de formas retorcidas. Alguien bondadoso, que hubiese sabido entenderte desde el primer momento y que nunca te hubiera juzgado. Alguien diferente a mí.


Supongo que al punto en que esto nos ha involucrado, si no nos hubiéramos conocido, el que hubiese muerto hubiera sido yo. 


 


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