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Princesa por Liss83

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Despertó lentamente boca abajo sobre la cama más suave que hubiese tocado en su vida. Estaba completamente desnudo, solo una suave sabana le cubría los glúteos. Respiro hondo y sonrió sin abrir los ojos. Se negaba a despertar

Sintió suaves roces al mismo tiempo en diferentes partes de su piel. El aroma le dijo que eran, pero abrió los ojos para comprobarlo

 

 

 

-          Buenos días, princesa - dijo una voz encima suyo

-          Sigo dormido - dijo mirando la suave lluvia de pétalos rojos que caía sobre él

-          ¿Entonces quién se va tomar el desayuno delicioso que nos trajeron? - dijo Blaise

-          No me puedo mover - dijo Arthur haciendo una mueca de dolor

-          ¿fui demasiado torpe? - pregunto Blaise preocupado

-          Fue tal como lo soñé - dijo Arthur girándose - disfrute cada segundo. Gracias. Por segunda vez en mi vida, me siento completamente satisfecho

-          ¿Cuándo fue la primera vez? - pregunto Blaise curioso

-          Antenoche -  dijo Arthur abrazándose a su cuello

-          ¿Me dejas probar algo? - pregunto el millonario besando suavemente su clavícula derecha

-          Creo que anoche no quedo un milímetro de mi sin explorar - dijo Arthur dándole besos suaves en el cuello

-          Anoche yo te concedí un capricho - dijo Blaise - concédeme tú ahora uno a mi

-          Todo los que quieras - gimió Arthur

 

 

 

Una mano le acaricio el muslo derecho mientras se acomodaba entre sus piernas. Los labios ascendieron hasta llegar a los suyos. Era un beso lento, suave, delicado, como los pétalos de rosas que ahora estaban dispersos por toda la cama. Daba la impresión que las manos que recorrían su piel sentían miedo que en cual cualquier momento desapareciera, pues no eran dignas de tocarla.

 

 

 

-          Relájate - le susurro su amante - tan solo déjate adorar

 

 

 

Los besos bajaron por su pecho, por su vientre hacia el sur de su cuerpo, cruzando el territorio de la torre erguida que debería dispensar vida. La misma que se encontró deseando albergar en su vientre

Los labios y lengua asaltaron su hombría de tal manera que le fue imposible reprimir el gemido que nació de lo más hondo de su ser. La boca bajó la torre de carne hacia la cama de tal manera que sin dejarla ir, la lengua se coló entre sus glúteos lastimados, pero lejos de provocar dolor solo lo volvía a empujar a los fértiles terrenos del placer

La inspección que la lengua hizo de su interior fue minuciosa pero muy placentera. Si antes esa zona le había dolido, ahora solo lo llevaba al éxtasis. Todo era con calma, sin prisas. Con la delicadeza que Blaise imprimía en cada cosa que se relacionaba con él

 

 

 

Los besos siguieron bajando por sus muslos hasta llegar a sus pies, y volver hacia arriba. Lo estaban adorando como a un dios y no sabía será digno de ese trato. Los labios hicieron una parada especial sobre los suyos mientras Blaise se acomodaba entre sus piernas, antes que una legua inspeccionara palmo a palmo cada milímetro de su boca.

Un brazo fuerte rodeo su cintura y él envolvió sus piernas alrededor de la cintura de su amante. Una caricia suave recorrió su rostro y él abrió los ojos para perderse en la mirada cargada de infinito amor que tenía frente a él

 

 

 

-          No sé si soy digno de que sientas algo por mí - dijo Blaise -, pero si no lo soy, tenme piedad y no te alejes de mí. Eres mi vida entera - mientras lentamente entraba en el pelirrojo -. Nada tiene sentido si no lleva tu sonrisa. Te amo Arthur Weasley. Te amo. Esa es mi única verdad absoluta

 

 

 

Instintivamente Arthur quiso comparar las sensaciones que lo envolvían en ese momento con las que había experimentado la noche anterior. En el bosque todo había sido pasional, un desenfreno que jamás se había permito en la vida. Un sexo de en sueño destinado al placer total de su cuerpo. En cambio lo que estaba sintiendo en ese momento era una comunión absoluta entre su cuerpo, mente y espíritu. Iba mucho más allá de lo que él conocía. Todo él se estaba fusionando a otro hombre con una precisión casi milimétrica. ¿Acaso eso era lo que los humanos se pasaban la vida entera buscando y, en muchos casos, nunca encontraban?

El vaivén de dos cuerpos que solo buscan el placer del otro para alcanzar la misma gloria. Si la noche anterior, Arthur Weasley había estado a las puertas del cielo, en ese preciso momento estaba en la habitación principal de este

 

 

 

-          ¡Blaise! ¡Princesa! - fueron los gritos que se escucharon al unísono en toda la habitación

 

 

 

Blaise se dejó caer sobre el pelirrojo con la respiración agitada y los ojos cerrados. Se deslizo hacia un lado y atrajo a Arthur para colocarlo sobre él, mientras le acomodaba el cabello empapado en sudor. Arthur empezó a besarle el pecho

 

 

 

-          Me gustaría decir tantas cosas… - dijo Arthur

-          No digas nada - interrumpió Blaise - faltarían palabras. Ya iremos aprendiendo las palabras correcta con los años. Por ahora déjalo así 

 

 

 

Se miraron en silencio y por un instante se perdieron en la mirada del otro. Por fin ambos descubrieron aquello que los poetas llamaban amor. Blaise le acaricio el rostro, Arthur cerro los ojos entregándose a la caricia. Lentamente acercaron sus labios y se fundieron en un beso dulce cargado de promesas de amor, pero no de esas que se dicen al calor de las circunstancia. No. Sino de esas que salen del alma con  la esencia misma de la realidad

 

 

 

_____________________

 

 

 

Miraba por la ventana cuando la puerta se abrió lentamente. Respiro hondo y se limpió una lagrima. Se giró y lo vio entrar lentamente. Había hablado con los compañeros de su marido y sabía perfectamente que Arthur no había viajado Newcastle

El pelirrojo alzo la vista y respiro hondo

 

 

 

-          Buenas noches - dijo el hombre pero ella no contesto -. El viaje fue largo. No te preocupes por mí. Voy a darme un baño y a dormir

-          Hable con Amos - dijo la mujer molesta -. no fuiste a Newcastle - Arthur no respondió - ¿con que vagabunda me engañas? - grito

-          Conocí a la persona correcta - dijo Arthur -. Viajamos para…

-          ¿Y me lo dices con esa desfachatez? - grito Molly fuera de si dándole una bofetada - ¿Quién es? Merezco saber quién es la…

-          Es el hombre más maravilloso que pueda existir - dijo Arthur

-          ¿Hombre? - pregunto  atónita

-          Soy gestante - dijo Arthur sin alterar su voz, por primera vez en su vida no se  avergonzaba de ser quien era -. Él… ya te dije. Nos conocimos. Nos enamoramos, y el viaje, que por cierto fue a…, eso no importa, lo que importante aquí es que él me propuso matrimonio y yo acepte

-          ¡estas casado, imbécil! - grito Molly mientras Arthur se dirigía a su dormitorio - ¡casado! ¿acaso lo olvidaste? ¡yo soy tu mujer!

-          Y yo la de él - dijo Arthur sacando su maleta

-          Si te vas… si te vas te lo quitare todo - sentencio Molly - te dejare en la calle. Me quedare con absolutamente todo

-          La casa ya está pagada - dijo Arthur preparando su maleta - los papeles saldrán a tu nombre. Por los ahorros no te preocupes. No es mucho pero te servirán por un tiempo - cerrando su maleta -. A más tardar pasado mañana te visitara mi abogado

-          Pero… yo… yo no me quiero divorciar - susurro Molly

-          De corazón - dijo Arthur - te deseo que encuentres alguien que te haga feliz. Todo lo feliz que tú te mereces y que nunca estuvo en mis manos hacerte

-          Arthur - suplico la mujer - no lo hagas - el pelirrojo solo tomo su maleta y se dirigió a la puerta - ¡si te vas, no te llevaras nada! - y le arrebato su maleta - ¡absolutamente nada!

-          Si así lo quieres - dijo Arthur respirando hondo -, adiós Molly

 

 

 

Y esta vez no pudo hacer absolutamente nada para impedirle que saliera. Vencida. Así fue como cayo llorando en el suelo. Vencida, llorando y con un montón de palabras atoradas en su garganta. Llorando sin poderle decir que lo amaba. Que no le importaba que fuese  un gestante o que vivieran en la miseria absoluta. Si le volvía a decir que la amaba, ella le creería y seria la mujer más dichosa del mundo

Ya no importaban los lujos, las joyas o la posición. Solo quería el amor de ese hombre que acababa de cruzar la puerta. Pero algo muy dentro de ella le decía que no importara lo que hiciera, había perdido todo lo que importaba en la vida. Había perdido a su Arthur Weasley

 

 

Notas finales:

Penúltimo capítulo ¿Qué les pareció?

¿Logrará Arthur su final feliz o volverá a equivocarse al amar?

Nos vemos la próxima semana

Besitos


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