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Seducción Indirecta por mfernandasadiklover

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Harry comenzó la mañana en el Londres muggle, sinceramente hace mucho que no se relacionaba con ellos, así que los objetos le parecieron bastante interesantes y útiles.

Envió el regalo ese mismo día con una guía de uso, esperaba que, con esto, el incidente del fin de semana no volviera a ocurrir, había visto que quitar el ojo de encima a Malfoy significaba un montón de sufrimiento para ambos.

Tuvo problemas para aprender a usar el regalo, pero supuso que el hurón con lo inteligente que era, lo lograría más rápido, si de algo estaba seguro era que el muchacho tenía una gran facilidad con los objetos mágicos o no.

 

A mi realmente preciado y caprichoso

Draco Malfoy

Espero que mi regalo te guste,

voy a llamarte mucho y podremos platicar todo lo que quieras.

No dejaré que te vuelvas a sentir solo.

Con cariño,

Harry Potter

 

Malfoy leyó las palabras sonriendo y con emoción rompió el paquete para descubrir qué era eso tan útil que decía Potter.

Dentro de la caja había un objeto rectangular de color plata.

       —¿Qué diablos es esto? —susurró en voz alta, se acomodó en la cocina y se sirvió un poco de té antes de seguir leyendo las instrucciones de ese aparato tan curioso.

Bueno se dijo satisfecho, era un regalo y además el Gryffindor decía que con eso podrían conversar sin límites. Gracias, estúpido Potter pensó sonriendo.

Harry aún no terminaba de entender cómo funcionaba el celular cuando recibió el primer mensaje.

       “Potter este juguete es increíble, y creer que los muggles podrían inventar algo así, qué locura. Gracias y recuerda que prometiste ponerme atención”. 

Harry dejó de ponerle interés a la pila de documentos que tenía por terminar y comenzó a deslizar los dedos lentamente sobre las teclas táctiles del aparato.

       “Malfoy, recuerda que soy un hombre muy ocupado”.

Dejó el celular en la mesa cerca de él, porque realmente no tenía interés en nada más que en recibir la respuesta. El suave timbre le hizo coger el aparato muggle y mirarlo con atención.

       “Sé nota Potter, admítelo estás pegado a la pantalla ahora mismo”. 

Harry se mordió el labio nervioso, la serpiente no podía verlo ¿o sí?

       “Malfoy, incluso desde la distancia que nos separa puedo saber que estás recostado en ese feo sillón con Scorpius sobre tu pecho y con Kreacher preparándote algo caliente. Eres tan predecible”. 

Sonriendo envió el mensaje y luego se percató que había un pequeño símbolo bajo el texto que cambiaba de color.

Dejó escapar una carcajada ahora entendía por qué Malfoy había notado lo ansioso que estaba, por suerte el hurón era igual, por la rapidez que contestó, mucho más rápido que Harry en realidad.

       “Y yo puedo saber perfectamente que estás ignorando tus responsabilidades, déjame adivinar, una pila de documentos sin terminar”. 

Harry giró la cabeza para mirar la habitación, no estaba siendo espiado ¿o sí? Se preguntó de nuevo.

El pequeño aparato dio una vibración y Harry demoró unos segundos en aceptar la llamada, jamás le diría que no había entendido que debía deslizar el dedo.

       —Diga —habló aclarándose la garganta, era extraño ponerse algo en la oreja y esperar escuchar la voz de Malfoy.

       —Potter. —Fue el leve sonido que llegó a sus oídos, acomodó sus lentes sonriendo al ser llamado de esa manera tan suave, como si Malfoy hubiese esperado mucho y ahora al fin podía escapar de sus labios.

       —Bueno. ¿Qué crees que estoy haciendo ahora? —le preguntó solamente para no quedarse en silencio saboreando la voz de Malfoy en su oído.

       —Tal vez estás sentado, hablando conmigo y pensando solo en mí. —Harry negó con la cabeza sonriendo, no podía enojarse por algo que era verdad, además la voz de Malfoy sonaba extrañamente suave, casi melosa, que se traía entre manos este hombre.

       —Eso era demasiado fácil de saber, te dije que te pondría mucha atención, trato de cumplir mi promesa. —Escuchó una risita y aunque Harry no podía verlo, sabía por todos los meses que lo conocía que ahora mismo se estaba mordiendo el labio inferior mientras disfrutaba del placer que parecía causarle ser el centro del universo.

       —Potter, ¿qué supones que estoy haciendo ahora? —Harry tragó saliva, se enderezó de su asiento y maldijo en voz baja al botar papeles al piso.

       —No lo sé, por la hora tal vez estás amamantando o creando alguna poción para ti. —Harry recogió los papeles y trató de volver a sentarse, pero la voz baja de Malfoy lo detuvo.

       —Revisa tu galería Potter, si es que eres capaz de encontrarla. —Corto la llamada dejando a Harry confundido, nervioso y extrañamente ansioso.

¿Cuál es la galería? Pensó nervioso y detuvo todo lo que estaba haciendo. Rebusco en el celular, si hubiese tenido conocimiento hubiera ido al chat de mensajes con Malfoy, pero la curiosidad y la ansiedad lo dejaron temblando y no se le ocurrió nada más.

La encontró luego de unos estresantes minutos.

Abrir la imagen no fue la mejor idea, no cuando estaba en la oficina y tenía que enfocarse en su trabajo, ahora solo podría imaginar a ese idiota.

Malfoy el muy descarado le había regalado una preciosa vista de su ombligo. La foto le permitió apreciar como tenía a Scorpius durmiendo sobre su vientre babeando la cremosa piel.

La forma de su ombligo fue lo primero que había llamado su atención, tenía una apariencia preciosa, un aspecto que fácilmente se le podría describir como coqueto.

Un pequeño orificio que Harry quería besar. Pero lo que sí llamó su atención y lo dejó quieto fueron las cicatrices que se asomaban en la foto con ese tono rosa pálido que solamente servían para hacerle recordar que él había hecho eso.

La culpa lo distrajo del resto del mundo, su mente comenzó a calmarse al mirar el rostro sonriente, parecía alegre y aunque aún notaba ojeras bajo sus ojos podía notar que estaba mejor.

Además, el hurón no parecía molesto o que guardara rencor por lo que hizo Harry. Incluso en la foto la camisa estaba enrollada sobre los codos dejando a la vista la marca tenebrosa, parece que Malfoy había dejado finalmente el pasado atrás.

La ternura le hizo acariciar la foto con la yema de los dedos, observar a Malfoy ser tan libre de las restricciones, ser liberado del dolor y verlo amar a otro ser humano era algo que Harry amaba mucho. Intento llamarlo, enviarle mensajes no era lo mismo que escuchar su voz.

       —Malfoy, eres el sujeto más cruel y odioso que conozco. —La risa no se hizo esperar, ese hombre rubio estaba disfrutando bastante con este leve e inofensivo jugueteo o coqueteo como lo había llamado Hermione.

       —También la más atractiva —dijo entretenido. Harry ordenó el desastre que había hecho y se preparó para muchos otros, porque dudaba que Malfoy no lo molestara en horas de trabajo.

 

***

 

Comenzaron a pasar los días y Harry era muy feliz, su relación con Ginny estaba bastante ligera, ella se sentía muy satisfecha de poder estar junto a sus amigos.

Estaba maravillada de poder confiar en su esposo para cuidar a los niños, el propio Harry se sentía muy feliz de hacerlo, después de todo era el padre y amaba a sus hijos, todavía mejor cuando podía pasar el fin de semana con Malfoy.

 

La mansión era enorme y tenía grandes jardines mágicos que James amaba, con sus pequeñas piernas correteaba jugando y riendo mientras Harry fingía que lo iba a atrapar.

Albus y Scorpius tenían su propio patio de juego donde Malfoy se había encargado que lo más peligroso fuera un peluche suave.

Harry se frotó la frente alejando el sudor, el sol cálido y corretear por ahí le habían dado calor y sed, tomó en brazos a su hijo y lo llenó de besos hasta que la risa del pequeño inundó el lugar.

La cabellera rubia de Malfoy brillo bajo el sol, su cabello largo estaba recogido en una coleta alta dejando al descubierto su pálido cuello, quiso mirar más abajo, pero su vista fue detenida por una playera muggle que le pertenecía a Harry.

Usaba también unos pantalones de pijama gris que pertenecían al Gryffindor obviamente, al parecer Malfoy pensaba que usar su propia ropa para jugar con los niños era una tontería. Una sonrisa comenzó a extenderse en su rostro al verlo llegar a su lado.

Relamió su labio inferior al tenerlo cerca, se sentía inusualmente emocionado.

       —Únicamente te falta utilizar mi ropa interior, si quieres te presto los que llevo —dijo sonriendo de lado. Malfoy le tendió un vaso de jugo a James y a él, luego le sonrió con burla, tenía los ojos brillantes.

       —Si quieres desnudarte aquí a mitad de mi jardín como un exhibicionista, entonces no me ocupes de excusa. —Se dio la vuelta y su cabello brillante bailó detrás de él, Harry dio una risita y caminó siguiendo el perfume que dejaba a cada paso que daba.

Olía jodidamente bien.

       —Malfoy tienes que ser honesto, estoy seguro de que te falta algo con que llenar mi ropa. —Se quedó en silencio completamente mortificado por haber lastimado de alguna manera al hurón con su comentario.

El Slytherin lo miró al darse cuenta de su repentino silencio. Le sonrió con calma como diciéndole sin palabras que ese ya no era un tema que pudiera lastimarlo. Pero luego esa mirada se desvaneció y se instaló una seductora, lamiendo su labio inferior le tiró un beso juguetón.

       —¿Quieres revisar acaso con que lleno mi ropa? —preguntó Draco levantando una ceja, dio una sonrisa ladeada al observar su expresión descolocada y siguió caminando mientras reía.

Era un maldito… jodidamente sensual.

Entraron a la mansión porque era hora de almorzar y Malfoy había estado toda la mañana hablando de lo maravilloso que iba a quedar el almuerzo, jamás probaría algo mejor que la comida que preparaba según él.

El león realmente le creía. Lo vio moviéndose en la cocina probando y dando leves tarareos, estaba absolutamente feliz.

Harry se alegraba tanto, al Slytherin le gustaba aparentar sobre las cosas, que había olvidado a su esposa, su nuevo cambio o el repudio del mundo, pero hoy, es la primera vez en meses que Malfoy podría realmente estar feliz.

Se acercó a él por la espalda, estaba comiendo seguramente cuestionando el sabor y no noto al pelinegro acercarse.

Primero fue una leve inhalación, pequeña y silenciosa, pero luego el aroma a manzanas le inundó las fosas nasales y le dejó la cabeza mareada de placer, como si ese olor fuera una bofetada de feromonas que le debilitaron las rodillas y mandaron cosquillas al miembro. El deseo le hizo pasar saliva dificultosamente.

Se acercó un poco más, casi desesperado por saciar su apetito, Malfoy ya había notado su presencia, pero se quedó ahí quieto esperando como una presa fácil, seguramente suponiendo que Harry quería tomarlo por sorpresa y asustarlo.

Pero el león estaba muy lejos de esos inocentes pensamientos, lo que Potter quería, era comer a besos ese cuello, clavar los dientes en esa piel enrojecida por el sol, lamer sus orejas y hundir su nariz en su fragante cabello.

Respiró profundamente tratando de calmarse, sentía como la tensión se acumulaba en su bajo vientre, el hormigueo extendiéndose por todo su pene lo obligó a tomar distancia, sería horrible que Malfoy sintiera su erección restregarse contra él.

       —¿Qué sucede? —le preguntó curioso al notar a Harry que se había quedado atrás sin moverse.

       —Es solo que quede pasmado con el buen aroma, las manzanas dulces huelen deliciosas. —Malfoy lo miró sobre el hombro sonriendo, estaba realmente complacido, seguramente feliz de que el postre de frutas fuera elogiado.

Harry no sabía que en esa cocina no había ninguna manzana a la vista.

 

El almuerzo había sido tan espectacular que Potter a regañadientes tuvo que elogiar tanto que se le cansó el cerebro y la lengua por tantas palabras que utilizó. Lo peor era su cara de presumido, casi podía observar cómo le crecía la nariz. Aunque seguía siendo muy bonita para su mala suerte.

Por la tarde se tendió en la alfombra junto a los niños, James y Albus peleaban por los juguetes que el abuelo les había regalado, el calor de la chimenea calentaba los pequeños cuerpos y pronto comenzaron a dormir sobre las rodillas de su padre.

Albus el más pequeño agitaba los brazos para que James jugará con él, pero al no tener respuesta rápidamente se quedó dormido. Ahora solo queda Scorpius se dio cuenta Harry.

Malfoy se lo había llevado para cambiarle la ropa. Cuando regresó el bebé estaba dormido y fue acomodado junto a los hijos de Harry en una cuna cerca del fuego. Draco se recostó en la alfombra suavecita y dio un suspiro cansado.

       —Estoy agotado Potter, espero que mañana los atiendas tú, tengo los pies hinchados y me duele la cadera. Lo peor es que sueno como un mago anciano —reclamó y rápidamente añadió—: ¿Me veo acabado, cara rajada? —Harry giró la cabeza y lo miró directamente.

Se veía hermoso con el brillo del fuego, tan delicado, pero más allá de su belleza, lo que realmente le gustaba era que se notaba sano, ni un rastro de enfermedad.

Semanas realmente dolorosas habían pasado para poder llegar a este punto. Estaba tan aliviado de que todo haya salido bien. De estar a su lado para verlo ser feliz.

       —No te ves para nada viejo, tenemos la misma edad y pareces muchísimo más joven que yo. —Malfoy le sonrió y se acercó lo suficiente como para rozar hombro con hombro.

       —Potter, tan torpe para los cumplidos, pero te perdono porque eres dulce cuando quieres. —Harry le miró con ternura.

Ginny llegaba al día siguiente por la tarde así que Malfoy le había dicho si podía quedarse a dormir y el salvador del mundo mágico no rechazó la idea, no se arrepentía en nada.

Su corazón se agitó levemente cuando el bonito chico se acercó más.

       —No puedes estar más cerca Malfoy, rompes los límites. —Harry lo miró fijamente esperando la reacción a su comentario.

       —¿Descansar mi suave cabecita en ti es algo malo? —. El pelinegro lo miró asombrado, Malfoy se acomodó sobre su pecho y le observó con ojos brillantes y esperanzados, ¡oh maldita víbora!

       —No es malo, pero... —Harry buscó las palabras, realmente no encontró nada para negarle el pequeño gesto de cariño.

       —¿Entonces que me abraces es malo también? — preguntó arrugando el entrecejo, la mirada de Malfoy era tan inocente, tan esperanzado y necesitado de cariño.

¡Qué manipulador! Pensó sin poder negarse. ¡Ah maldita sea! Se rindió y le rodeó la cintura con el brazo y descanso la mano en la generosa cadera atrayéndolo hacia su cuerpo, lo único que lo alejaba de la piel era la fina capa de ropa. Soy demasiado débil ante él se dijo negando frustrado.

       —Supongo que un abrazo entre amigos no es malo, pero no te acostumbres que yo no mimo a mis compañeros todos los días. —Malfoy lo miró con un puchero, aun cuando estaba notablemente feliz de no ser rechazado.

        —Pero me dijiste que yo no era cualquier amigo ¿acaso mentiste? —murmuró apoyando su cuerpo como si quisiera fundirse contra Potter, Malfoy estaba fuertemente presionado a su costado.

       —No mentí, lo eres, pero las caricias son para mi esposa solamente. —Harry chilló cuando sintió la mordida en el pecho.

Lo miró enojado y las bonitas pestañas se movieron cuando Malfoy parpadeo de forma lenta, como un hurón que acaba de maquinar una travesura y no espera el regaño sino una recompensa.

        —¿Entonces, que me acaricies la espalda está fuera de los límites de tu afecto hacia mi dulce existencia, Potter? —preguntó alzando una ceja acompañada de una juguetona sonrisa.

Desvió la vista de su cara porque sabía que estaba siendo observado con una mirada demasiado tentadora para soportar.

Con una sonrisa miró el techo y su mano se movió lentamente por la cadera hasta el centro de la espalda donde dejó caricias leves, Malfoy hizo un suave ruido gustoso.

       —Ya no eres un hurón, sino una serpiente muy maliciosa. —Malfoy le dio una mirada divertida, ni siquiera ofendido de la voz burlona de Harry. Demasiado cómodo para preocuparse por otra cosa que no sea el calor del cuerpo del chico pelinegro rodeándolo.

       —Potter, siempre fui una víbora, solo tú me consideras un vulgar hurón. —Harry le acarició la espalda un poco más fuerte, con el pulgar, hace presión en un punto en el centro de la carne y su recompensa fue un ligero escalofrío del cuerpo contrario.

       —Si te considero un hurón, pero vulgar eso es imposible. —Volvió a presionar justo en el mismo punto frotando con fuerza y esta vez, Malfoy tuvo que morderse los labios para reprimir el gemido de placer que se le quiso escapar, Harry dejó salir un suspiro tembloroso.

Quién hubiera pensado que el hurón era un chico tan sensible, ojalá tuviera una mejor vista de su cara contraída de placer al sentir sus manos presionar los puntos buenos de su cuerpo.

Malfoy dejó escapar un ruido pequeño y se frotó contra el costado del salvador, Harry lo rodeo con el otro brazo dejándolo semi recostado sobre su cuerpo.

Potter hundió la nariz en el cabello rubio y pudo por fin cumplir el deseo que llevaba desde la mañana. Su aroma flotó en sus fosas nasales y cerró los ojos para disfrutar todo lo que podía.

Su cadera temblaba por la intensidad del placer que sintió y el calor comenzaba a ser abrumador. Debía detenerse.

Tenía que hacerlo, pero no podía parar, quería más, deseaba sentir a Draco.

¡Maldita sea! Estaba imaginando en frotarse contra el chico rubio hasta que ambos llegaran al orgasmo.

Debía parar, detente, por favor. Piensa correctamente las cosas, él busca tu cariño porque eres su amigo, te abraza, ya que confía en ti, te quiere, tú eres su zona de tranquilidad.

Pareció servir, se sintió menos desesperado, Draco solo quería cariño, era como un niño perdido, que busca amor y sentirse protegido. La forma en que ambos estaban abrazados le dejó el pecho contraído de alegría.

Era su lugar en la vida de ese chico, no podía arruinar las cosas, eran muy felices así, deseaba seguir junto a Draco el resto de sus días, pero Harry sabía que esos pensamientos no podían continuar. No debía estar atado a otro que no fuera Ginny y su familia.

Lo abrazó fuertemente y le besó el cabello para tomar valor y alejarse de él. Luego de unos segundos de tortura e indecisión lo dejó libre.

       —Malfoy. —Comenzó diciendo tímidamente. Pero no pudo terminar la frase, porque el hurón se alejó de inmediato mirándolo con el rostro rosado de la vergüenza.

       —Potter, tengo que ir al baño —dijo y salió huyendo.

El propio Harry quiso ir al baño para huir, fue una suerte que Malfoy se marchara o habría notado la extrañeza de la situación por muy buena que fuera. Trató de relajarse, de pensar en otras cosas, en algo más desagradable.

Lo que sea para disminuir las cosquillas en su entrepierna.

El hombre rubio le tendió una taza de chocolate cuando regresó de donde sea que se fue, Harry para entonces estaba adormilado y el dulce caliente era una buena opción para finalizar el día.

       —Te demoraste tanto que creí que te había tragado el baño. —Malfoy se sentó relativamente lejos y eso de inmediato le llamó la atención.

Lo miró de reojo, el chico sensible estaba con una pierna sobre la otra y bebía cortos tragos de chocolate.

Lejos de las manos de Harry

       —Muy gracioso, Potter. — el león arrugó la nariz mirándolo realmente extrañado, no había burla o sarcasmo en su voz, era monótona y la primera vez que la escuchaba.

       —¿Pasa algo? —preguntó nervioso. Malfoy movió los ojos en su dirección y luego miró la taza de chocolate caliente. Abrió la boca para contestar, pero volvió a callarse y siguió pensando.

       —No es nada —dijo finalmente.

 

En el cuarto de invitados, Harry llevaba mucho tiempo sin poder dormir. Draco después de esa corta respuesta se había quedado en silencio hasta que Potter le dijo que era hora de acostarse.

Se levantó a mirar a los niños, pero estos estaban cómodamente dormidos, dando un largo suspiro decidió ir a la habitación de Malfoy, necesitaba hablar con él, quería explicaciones sobre su actitud y además se negaba a dormir con una sensación tan nefasta como lo era la incertidumbre.

La habitación de la serpiente estaba tal como la recordaba, curiosamente era la segunda vez que entraba, la primera vez había sido pocos días después de la muerte de la esposa de Malfoy.

La puerta no emitió ni un solo sonido cuando se cerró detrás de su espalda.

       —Malfoy —llamó a la figura quieta sobre la cama—. Hurón —murmuró al no obtener respuesta.

Ya que el chico se negaba a contestar, Harry se acercó a la cama y con cuidado se recostó con él. Al notar que no fue expulsado a gritos se acomodó lo suficientemente cerca como para tomar el cuerpo contrario bajó las mantas, lo abrazó fuertemente cuando lo sintió estremecerse.

       —Doy asco Potter, solamente mírame, jugando a la casita feliz contigo, olvidando que es ella a quien debía abrazar y querer, fingiendo que no existió para no recordar que fui incapaz de cuidarla. —Harry se apegó a su espalda que temblaba con el llanto.

Su nariz acarició la suave piel de su cuello en un contacto leve para tratar de calmarlo.

       —No hay nada de malo con dejar ir a alguien que ya no está, debes enfocarte en tu felicidad y en la de tu hijo. —Malfoy volvió a llorar con fuerza como si las palabras de Harry no fueron alentadoras sino dolorosas.

       —Potter, estaba gimiendo mientras prácticamente me frotaba contra tu cuerpo, necesitado de cariño, de atención, no me reconozco, no sé en qué me he convertido. —Harry lo abrazó un poco más fuerte, podía sentir los latidos acelerados en el torso del contrario.

—No estabas haciendo algo indebido, querer ser abrazado es normal en todos, no hay nada malo en eso, me alegro de que confíes en mí. —Malfoy se giró para mirarlo, fue tan repentino que Harry se quedó en silencio pasmado.

       —¡Pero Potter, no es todo! ¡Estaba mojado mientras me tocabas! ¿Qué dices sobre eso? ¡Manche mi ropa y fue extraño! —El silencio que siguió después del estallido de ira fue bastante largo e incómodo.

Harry lo miraba boquiabierto asombrado por la declaración, la serpiente tardó varios segundos en darse cuenta lo que había dicho por qué luego se giró para no mirar al pelinegro.

       —Malfoy —llamó cuando pudo recuperar la voz, pero este siguió sin mirarlo—. ¿Estás enojado conmigo...? ¿Draco? —murmuró finalmente Harry y se acercó más al muchacho.

Decir su nombre fue efectivo porque el hombre rubio le miró avergonzado.

Fue bastante fácil acomodarlo en los brazos para tratar de confortar a su hurón, mientras besaba su frente pensó cuidadosamente en qué decirle.

       —No sé a qué te refieres, no has hecho nada malo —respondió Malfoy y se alejó levemente de él, lo suficiente para poder mirarlo a los ojos, no se veía enojado, solo triste. Harry le dio un suave besito en la mejilla y el príncipe Slytherin se quedó quieto conteniendo lo que deseaba realmente.

       —¿Por qué estás molesto? Dime —preguntó Harry nervioso, el hurón curvó la boca y el rojo coloreó su rostro, agradeció que la luz de la habitación fuera la suficiente para poder admirar lo bonito que se veía.

Eso hasta que el ceño se comenzó a juntar y su labio carnoso se estiró en una señal de molestia.

       —¡Sabía que a las mujeres les pasaba eso! ¡Pero fue tan repentino! ¡Tan humillante y vergonzoso! Incluso moje mis pantalones. —Lo que había comenzado como un diálogo exaltado terminó en un suave susurro demostrando lo avergonzado que se sentía al confesar su problema.

El chico de oro se sentó en la cama para mirarlo mejor y Malfoy imitó su acción, mirándolo ceñudo.

       —¿Mojarla? ¿De qué hablas? —Harry comenzó a morderse el labio inferior ansioso, ¿acaso se había excitado con su toque? Se removió incómodo, sintió algo en su bajo vientre, cosquilleando acariciando toda la zona, avergonzado desvío la vista de la reacción que estaba teniendo.

       —De sangre, estúpido Potter. —Harry abrió los ojos ante lo dicho, la sorpresa fue tanta que sintió un leve dolor en el cuello cuando giró para mirarlo—. Todo ahí abajo duele y además me siento triste, enojado y no paro de sentir culpa, tengo un lío de emociones, quiero que me abraces, pero también tener que pedírtelo es lo último que haría, así que buenas noches.

El Gryffindor se quedó quieto sentado con la mente en las nubes, Malfoy, en cambio, se recostó dándole la espalda.

       —Me quedaré contigo esta noche ¿quieres eso? —la serpiente le miró por sobre el hombro, una mirada inexpresiva en su rostro.

       —Ya te quedaste esta noche, no sé a qué te refieres. —Malfoy se dio la vuelta volviendo a su posición ignorando a Potter, este sonrió levemente.

Bueno alguien estaba haciéndose el duro, sabía perfectamente cómo arreglar el mal humor del señor hurón huraño.

       —Me refiero, si me quedo esta noche aquí, en tu cama contigo. —Draco no lo miró, pero Harry sabía que lo estaba escuchando porque su mejilla dejó a la vista ese hoyuelo que se forma cuando da una sonrisa ladeada.

       —No es necesario, ya sabes los amigos no duermen juntos. —A Potter no se le pasó por alto el énfasis que utilizó, ni la voz de Malfoy que sonaba divertida. Como si hubiese conseguido exactamente lo que quería.

De ser así, Draco estaba consiguiendo que Harry rompiera todas las barreras en su relación, era una maldita serpiente manipuladora, pero eso no importaba, no cuando era tan feliz de que el hurón lo fuera.

Observó su cabeza y puso su mano para peinar los desordenados cabellos, lo tenía más largo que la última vez que lo había visto, era tan bonito. Con voz suave le susurro lo que quería hacerle, cada palabra dicha con mucha ternura para que en la mente de Malfoy no quedaran dudas del cariño y atención que Harry iba a darle.

       —Voy a abrazarte toda la noche, pegarme a tu espalda y oler tu cuello profundamente, amanecer y apretarte en mis brazos hasta que sientas que me llevo una parte de tú ser al separarme. Besar tus orejitas y decirte lo valioso que eres para mí, ¿entiendes? — finalizo de hablar y la mandíbula estaba tensa por contener el deseo que comenzaba a filtrarse.

Su chico sensible se dio la vuelta mirándolo apenado y ligeramente avergonzado, con una mirada que lo hizo pasar saliva porque para él esos ojos mostraban que también lo deseaba.

Esas palabras no podían ser dichas a alguien que era su amigo, fueron susurras con deseo, necesidad, con amor entremezclado de lujuria, de un hombre que desea a otro.

Harry y Draco lo sabían, pero era mejor para ambos seguir fingiendo que ese cariño dulce con el que el salvador lo trataba era solo porque era un amigo especial y nada más.

       —Pero dijiste que esas cosas íntimas son para tu esposa, ¿o tú te duermes abrazado a un amigo? —no lo hacía. Pero el Slytherin no tenía por qué saberlo.

       —Lo hago con las personas que me importan y se sienten deprimidas. Así que acurrúcate porque haré todo lo que dije. —Malfoy se sentó en la cama feliz, Harry espero que se arreglara el cabello y luego se recostó contra él pegando su pecho a la delgada espalda.

Abrazarlo no era algo malo, solamente estaba siendo amable con alguien que lo necesita. No tenía por qué sentir que traicionaba a su familia, aún no cruzó la línea pensó antes de sumergirse en el delicioso calor de Draco.

 

***

 

Las semanas comenzaron a pasar y Ginny, aunque era feliz con la nueva rutina en su vida, sabía que algo iba mal.

Harry estaba distante, no físicamente por qué pasaba mucho tiempo con los niños y con ella, pero había algo raro en él, era esa duda la que la tenía despierta aun siendo tan tarde.

Se giró a mirarlo, era un día jueves por la madrugada, Harry dormía a su lado completamente quieto, eso era raro.

Él acostumbraba a moverse, con la guerra su dormir se volvió aún más inquieto y despertaba con las pesadillas, pero desde hace tiempo él no tenía malos sueños y ahora no se movía de su sitio. Ella miró el techo pensativamente.

Tal vez debería cancelar su cita con sus amigos y quedarse con su esposo y los niños este fin de semana. Pasear con ellos o ir a la madriguera, y por la noche entregarse al amor con Harry y comenzar un nuevo día junto a su familia.

Lastimosamente, para ella, cuando comenzaba a dormirse Harry se levantó de la cama, dormida pensó que ya era hora de ir a trabajar y que debía levantarse a prepararle algo de desayunar, tenía sueño y no noto la mirada espantada de su pareja al verla.

       —¿Pasa algo? —preguntó adormilada, Harry se quedó ahí quieto en la cocina, el celular levemente escondido entre sus manos y el mostrador.

       —¿Qué haces levantada a esta hora? —le preguntó su esposo nervioso, ella ladeó la cabeza confundida.

       —¿Qué hora es? —preguntó curiosa, el pelinegro le sonrió tenso.

Escondiendo levemente su cuerpo para que ella no notara nada extraño.

       —Es de madrugada, vuelve a la cama —pidió. Ella asintió y se giró para irse, por desgracia para Harry, Ginny se detuvo y miró extrañada a su esposo.

       —¿Qué haces despierto? — murmuró interrogante. Potter le miró unos segundos y luego contestó con voz levemente temblorosa.

       —Quería un vaso de agua. —Ella asintió y se fue con pasos pesados por el sueño.

Harry dejó escapar un suspiro y miró el celular que tenía en la mano, observó el mensaje que había dejado a medio escribir.

Estúpido Malfoy pensó enojado y escribió rápidamente para poder volver a la cama. 

Luego se detuvo, la culpa no era del hurón sino del mismo Harry que había despertado y quiso hablar con él, pero si le reclamará que estuviera despierto a esta hora, debería dormir y descansar.

       “Serpiente ve a tu guarida y duerme, no me metas en más problemas, o voy a castigarte mañana cuando vaya contigo”.

Levantó la cabeza para mirar el pasillo al no observar a Ginny volvió su vista al celular y a la respuesta de Malfoy que había contestado rápidamente.

       “Potter, si eso fuera así, yo debería castigarte, por no estar dormido y por ser el culpable de esto, si la comadreja se entera será enteramente por tu culpa… ¿Por qué no me hablas de lo que me harás si no me duermo?”

Harry se apoyó contra la pared y nervioso llevó su mano a las gafas. Sonrió antes de contestar.

       “Bueno si llegara el caso de tener que castigar a la serpiente, no le llevaría ningún regalo que compre para él. Segundo puede que se me olvide de ir a su habitación por la noche”.

Potter miró el celular impaciente, podía imaginar la cara de enfado formándose en el hurón, había prometido llevarle películas muggles.

El sábado se convertía en noche de cine, había instalado un televisor enorme en la habitación de Malfoy, no en la recámara principal, sino en otra de invitados.

El cuarto principal no la habían vuelto a usar, Malfoy había designado una habitación nueva para cuando ellos durmieran juntos.

Al parecer el Slytherin se sintió incómodo de dormir con Harry en la cama que compartió con su esposa y el león estuvo de acuerdo, porque tampoco quería que Malfoy pensara en ella cuando estaba con él.

Una ira irracional le dejaba una horrible culpa debido a su deseo de monopolizar a su serpiente. Jamás había reflexionado en cosas como esas, normalmente no era un hombre celoso, más bien no tenía problemas de celos.

Pero con ese bastardo como siempre todo era confuso, la idea de que el lugar en el corazón de Malfoy fuera arrebatado era insoportable, por eso necesitaba cuidarlo, para que Draco no intentara reemplazarlo.

La vibración del celular lo sacó de sus preocupaciones, la pantalla brilló y Harry sonrió ante la respuesta estaba mucho menos preocupado, volvió a la cama tranquilo.

Malfoy le había mandado una foto suya y podía observar como el hombre estaba en cama amamantando a su hijo.

Se veía tan adorable, tan malditamente hermoso. ¿Cómo era posible ser cada día más lindo?

Su carita sonriente a través del celular le dejó unas inmensas ganas de que el tiempo pasara rápido y poder ir con él.

Oh Merlín deseaba tanto estar ahí justo ahora. Abrazarlo hasta que se duerma y que al despertar su sonrisa sea lo primero que vea.

Cerró los ojos apenado y arrepentido de pensar de esa manera. Algo estaba cambiando, y le asustaba no ser capaz de retener ese cambio.

 

Ginny abrió los ojos cuando su esposo se acostó, la idea de que Harry ocultaba algo se hizo aún más grande en su mente.


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