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Sentimientos Hacia Ti por AniBecker

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La fiesta por fin llegó a su fin y, aunque debía de reconocer que se puso las botas con el gran menú de la boda, no le hizo ninguna gracia tener que andar así vestido, o aguantar las supuestas enhorabuenas y buenos deseos para su matrimonio, cuando ni si quiera podía pensar en que podría a llegar salir bien.

Y lo peor estaba por empezar, claramente, porque se trataba ni más ni menos de su noche de bodas.

No es que le tuviera miedo a Kagami, o lo viera capaz de forzarlo, pero eso no quitaba de que iba a dormir por primera vez con él, juntos, en la misma cama, y casados.

Abrió con lentitud la puerta del baño, donde se encontraba encerrado desde que subieron a la habitación, comprobando de que Kagami seguía metido en el jacuzzi que se encontraba en la gran terraza.

Cerró nuevamente la puerta sin hacer ningún ruido y volvió a su debate mental sobre la ropa que había encima de la encimera de mármol del lavabo.

Ante él, se encontraba la dichosa lencería que había ido a comprar semanas atrás con su madre y Satsuki. Estaba debatiéndose de si debía usarla o no.

—¿Estás bien? —oyó la voz de Kagami al otro lado de la puerta.

—Eh… sí. ¿Necesitas usar el baño? Ya salgo.

—No, no lo necesito. Sólo me preocupé si te ocurría algo, ya que llevas encerrado bastante tiempo. Yo me voy a la cama —titubeó, mientras ocultaba su sonrojo bajo la toalla con la que se estaba secando el cabello.

—En seguida salgo.

Al final, terminó por colocarse el fino conjunto de lencería blanca con detalles azulados, sólo que no se colocó el camisón compañero, sino que se colocó una camiseta ancha que le llegaba más arriba de medio muslo.

Tampoco quería parecer un virginal omega con los nervios a flor de piel por su gran noche de bodas. Vale, sí, podría ser virgen y todo lo que quisiera, pero no se encontraba nervioso por dar ese paso, sino porque no sabía cómo actuar, o qué haría Kagami.

Si se daba el caso de tener una noche de bodas, pues ya llevaba el atuendo puesto, sino se daba el caso, mejor para él y tampoco se tendría que enterar Kagami de lo que llevaba puesto debajo de la camiseta.

Para él era más sencillo que el pelirrojo se encontrase durmiendo en cuanto saliera por esa puerta.

Tomó aire y salió, sin pensárselo más veces.

Al salir, Kagami se encontraba en la cama mirando su teléfono móvil. Al percatarse de no encontrarse ya solo en la habitación, levantó su mirada hacia un nervioso Aomine.

—Uhm… siento si tardé —sus ojos no pudieron evitar fijarse en el torso desnudo del pelirrojo.

—Yo…no tenemos por qué hacer nada si no quieres. Tampoco tiene por qué enterarse ni tu abuelo ni nadie de que no pasó nada —faltaba decir que Kagami también se sentía nervioso y algo avergonzado por esa nueva situación.

—¿En serio?

—Claro, esto es algo nuevo para los dos… No pienso tocarte, lo prometo —levantó sus manos frente a él, a modo de juramento—. Somos amigos, no tiene por qué cambiar nada entre nosotros —le sonrió.

—Sí, claro —le devolvió el gesto con una media sonrisa—, es lo mejor.

Se acercó a la cama y se metió en ella, tratando lo menos posible de tan si quiera rozarse con el pelirrojo.

Se sintió aliviado de que ambos estuvieran de acuerdo de que era lo mejor que esa noche no ocurriera nada, lo mejor era no forzar las cosas. Lo que sí le dolió un poco dentro de su ser, fueron esas palabras de somos amigos.

A la mañana siguiente, Kagami tuvo un pequeño problema con su amigo. Y no era para menos, el dulce aroma a chocolate lo tenía muy presente desde anoche, aparte de que sus ojos vieran tal escena: Aomine completamente dormido, dándole la espalda, abrazado a su almohada y con la camiseta medio levantada, bastante levantada, dejando ver todas sus piernas y parte de la lencería que llevaba debajo.

Sintió al moreno removerse entre sueños, hasta terminar de abrir los ojos y desperezarse.

—Bu…buenos días…

—Buenos días. Eh… —señaló la puerta del fondo y tuvo que levantarse rápido e ir al baño al sentir una punzada en su despierto miembro. Tal y como estaba, sabía que no iba a bajarse a no ser que se desahogara. Y no era para menos, al ver visto de tal forma al moreno, no podía quitarse de la cabeza tal imagen.

Aunque se sintió un poco mal al haberle visto la lencería, porque eso quería decir que él esperaba anoche algo más, y él, como idiota, le dijo que no.

Pero quién se sintió mal fue el propio Aomine al ver salir corriendo a quién era su ahora esposo. Pensó que se sentía incómodo a su lado.

—Ka…Taiga —rectificó, llamándole por su nombre. Ahora que estaban casados debía llamarle por su nombre, ¿no? —. ¿Estás bien?

—Sí… —gimió, rectificando su voz después—. Sí, sí. Me estoy dando una ducha. Si quieres puedes bajar mientras a desayunar, antes de que se termine el horario del desayuno.

Le estaba dando a entender que no quería verle, al menos de momento. Captó la idea.

—Está bien, como quieras.

Sin más, se vistió y bajó al restaurante.

Observó a su alrededor en el restaurante del lujoso hotel, viendo que había muchas parejas enamoradas, hasta algún que otro amante también.

Suspiró mirando la alianza de bodas que ahora portaba en su mano izquierda. A quién se lo contara, no se lo creería. Acaba de casarse, ayer se supone que debía haber tenido su noche de bodas —que por otro lado, agradeció que no fuera a la fuerza y Kagami lo hubiera respetado, pero en el fondo, no comprendía el comportamiento de éste—, y hoy deberían estar desayunando y comportándose como esas estúpidas parejas enamoradas, en cambio, se encontraba desayunando solo en ese momento.

Por fin, vio aparecer al pelirrojo.

—Pensé que ya no llegabas a desayunar —se levantó de la mesa y esperó a que llegara el otro.

—Ya está todo listo, si quieres nos regresamos ya.

—¿Tan pronto? ¿No que no debíamos abandonar la habitación hasta la tarde? Pensé que podríamos ir a la playa o algo.

—Bueno, es que pensé que entre que llegamos, te instalas y demás… Además, mañana hay clases, y estamos en el tercer año como para andar faltando, ¿no?

—Pues está bien, vámonos entonces —respondió, sin más remedio que aceptar—. ¿No te paras al menos a desayunar?

—No te preocupes, no tengo hambre.

Durante el trayecto, no mencionó palabra.

Pasaron primero por casa de los Aomine para recoger todas sus pertenencias antes de ir al apartamento de Kagami, dónde ahora vivirían juntos. Bajaron las maletas del taxi y entraron al apartamento.

—Bueno, ya habías estado antes aquí, así que ya la conoces. Este es el baño —le indicó la primera puerta a la izquierda desde la puerta de entrada. Ahora señaló la primera a la derecha—. Este es el baño, aunque ya lo sabes, y la última puerta que hay, es la habitación. La sala y la cocina también las conoces.

Ambos entraron en la habitación que compartirían juntos a partir de ahora.

—Tienes libre toda esta parte del armario, y también estos cajones de la cómoda. ¿Te ayudo a acomodar?

—No te preocupes, si termino pronto.

—En serio, así terminas más rápido — colocó una de las maletas encima de la cama y la abrió.

Mientras terminaba de ayudarlo a desempacar, se vio en un mal momento, y es que nada más ver la ropa interior que fue arrebatada de sus manos por parte del omega.

¿Qué clase de maldito pervertido era? Primero el despertar en el hotel, y ahora con sólo ver la ropa interior.

Era un omega y como tal debía llevar el uniforme femenino en la época estudiantil, pero luego lo veía fuera de clases y llevaba ropa masculina siempre, lo que no se esperó es ver que sí llevaba ropa interior femenina siempre.

—Puedo solo, en serio —dijo avergonzado.

—Eh… sí, así yo… voy a ir preparando la cena.

—¿Debería hacerla yo?

—No, no hace falta, en serio, olvida como te hayan educado como omega, pero no tienes obligación de tener que hacer todo tú todo lo de la casa. Tú termina con calma —con rapidez, salió de la habitación.

Cuando terminó, salió hasta la sala, donde ya estaba casi preparada la comida.

Cenaron en silencio, recogieron y se pusieron a ver un partido de la NBA hasta que finalizó y llegó la hora de dormir.

Que esa era otra, otro suplicio que a partir de ahora iba a ser para Kagami con Aomine durmiendo a su lado todas las noches.

Al menos para Daiki no fue tan incómoda como la anterior, aunque en esta ocasión, sí lo fue para Taiga que, a la mañana siguiente, tuvo exactamente el mismo problema.

Se levantó rápido y fue a la ducha para que el moreno no se diera cuenta y pensara lo peor de él.

Al menos cuando Aomine se despertó, ya estaba duchado y pareciera que sólo estaba tomando una ducha mañanera antes de ir a clases y no que parecía que estaba huyendo del omega como si tuviera la peste.

—Perdón, me he dormido —se disculpó Daiki. No era el mejor a la hora de levantarse temprano, pero siempre solía oír el despertador, otra cosa era que cuando lo despertara, lo apagara después para seguir remoloneando.

—No, si aún ni sonó el despertador, sólo me desperté antes y entré a la ducha. Date una ducha tú en lo que yo preparo el desayuno.

—Espera y te ayudo.

—No te preocupes, te espero en el comedor —asintió y también fue a la ducha, para después colocarse su uniforme y salir para tomar el desayuno—. Uhm, toma antes de que se me olvide —le puso encima de la mesa una llave, mientras se metía de golpe lo que le quedaba de la tostada en la boca—. Me voy ya, tengo entrenamiento matutino y voy tarde, la entrenadora me va a matar.

—Que te vaya bien —apenas pudo decir, porque el pelirrojo se marchó a toda prisa sin si quiera despedirse.

Una vez que se fue, cayó en cuenta de que Taiga no se había llevado un almuerzo, ni que él había preparado nada. Se hizo una nota mental de levantarse más temprano para prepararlos mañana.

Terminó de recoger todo y revisó en el refrigerador para ver qué preparar en la noche, ya que Taiga era el que la preparó anoche y también hizo hoy el desayuno y, aunque le había dicho que no debía hacer todo en la casa como el pelirrojo creía que lo habían educado como omega, él quería también contribuir.

.

—¡Dai-chan! —exclamó sonriente su amiga—. No te hacía el día de hoy aquí, pensé que estarías aún en tu luna de miel —dijo con tono burlesco en su voz.

—Déjate de tonterías y no grites tanto. Era normal que viniera a clase, ¿no? Además, Taiga también tiene clases.

—Uh… con que Taiga, ¿eh? Ya le llamas por su primer nombre y todo.

—Es normal, ¿no? —respondió, avergonzado.

—¿Y qué tal con él? ¿Han sido dos noches de buena pasión?

—Eso no es de tu incumbencia, Satsuki.

—Oh, vamos Dai-chan, ¿es que no me vas a decir cómo te fue con él? ¿Fue amable? ¿Qué tal es un alfa en acción?

—Satsuki, ya. Son cosas privadas, ¿vale? Deja de preguntar —la fémina se quedó sorprendida. Vale que había preguntado de más, pero le extrañaba la contestación de su amigo.

Cuando terminaron las clases, salió dirección al supermercado de camino a casa. Cuando compró todo lo necesario, fue hasta Seirin, le pillaba de camino y ya esperaba a Taiga para regresar juntos.

Mandó un mensaje a Taiga, diciéndole que se encontraba en la puerta y, aunque le extrañó, le dijo que ahora salía.

—Ho…—fue a saludarle cuando lo vio salir, pero el pelirrojo le cortó.

—¿Qué haces aquí? —más que sorpresa, notó molestia en la pregunta. Observó a ambos lados y después le tiró del brazo para llevarlo a un lado apartado de la puerta principal.

—Pasé a comprar y como me pillaba de camino, quise pasar por ti. ¿Es que tienes entrenamiento? —preguntó, al verlo con la ropa deportiva.

—Sí, tengo entrenamiento,

—¿No tuviste esta mañana?

—Mañana tenemos un partido, así que hoy tenemos entrenamiento doble, así que es mejor de que te vayas, porque no puedo acompañarte.

—¿Pasa algo? —notó el ligero cambio hacia él.

—No me pasa nada, sólo aquí no saben nada de lo nuestro, ¿vale? Regrésate tú, me están esperando.

—Está bien… —fue cuanto pudo decir, se sorprendió de ese trato tan frío, pero caminó dirección a su casa, debía preparar la cena, seguro que cuando regresara Taiga estaría muy hambriento.

No estaba muy acostumbrado a cocinar, sí era cierto que su madre algo le enseñó, pero nunca antes lo había hecho él mismo. Pero quiso esmerarse, ya que sería la primera cena oficial con él viviendo juntos, por lo que hasta llamó a su madre para preguntarle algunas cosas.

Terminó de colocar los platos encima de la mesa, y se sentó observando el reloj que había en la pared de la cocina. Eran las ocho y media, y Kagami aún no había regresado. Se extrañó, pero como le dijo que tenía mañana un partido, pensó que era normal de que se retrasara, así que prefirió esperar.

Cerca de las diez de la noche, supuso de que podría haberle pasado algo, así que tomó su teléfono para llamarlo, pero en ese momento, la puerta sonó, dejando ver a Kagami, que fue directo al baño para ducharse.

Al ver que no entró a la sala para saludarle, fue él hasta la puerta del baño.

—Bienvenido.

—Ah… perdona, estoy tan acostumbrado a estar viviendo solo que no recordaba que estabas aquí.

—Llegas tarde, ya iba a llamarte por si te pasó algo. Dúchate y te caliento la cena.

—No, sólo que terminamos un poco más tarde el entrenamiento y después fuimos a casa de la entrenadora para preparar el partido, lo siento, se me olvidó decirte —algo dentro de él le dolió.

Pues sí, podrías habérmelo dicho cuando fui a tu instituto. Quiso decirle.

—No te preocupes, entonces guardo la cena para mañana, no hay problema —esbozó una sonrisa forzada.

—¿Tú has cenado ya?

—Sí, no te preocupes —mintió—, voy a guardar la comida y me voy para la cama, ¿vale? Me siento algo cansado.

—Está bien, que descanses.

—Buenas noches.

Recogió la cena y se fue para la habitación, se cambió de ropa y se metió en la cama. La verdad que era una pequeña confusión debido a que Taiga no estaba acostumbrado a convivir con alguien, y se le olvidó avisarle, pero eso no quitaba de que le había dolido haberse sentido olvidado.

Kagami terminó de ducharse y entró en la habitación, encontrándose a Aomine ya completamente dormido, esparramado en la cama abrazando una de las almohadas. Muy sexy para su vista y su entrepierna.

Malditas hormonas de adolescente,

No podía acostarse así, por lo que fue nuevamente al baño. Después, para tratar de cansar a su cuerpo para que de esa forma cuando regresara a la habitación no le volviera a jugar una mala pasada, prefirió ponerse a ver algo en la televisión, quedándose durmiendo en el sofá al final.

A la mañana siguiente, el ver a Kagami dormido en el sofá, hizo que le volviera a doler un poco el pecho, a sentir algo extraño.

—Taiga, ¿qué haces durmiendo aquí?

—Ah… me puse a ver unos partidos del rival de hoy y me quedé dormido —se llevó una de sus manos a la nuca, tratando de disculparse.

Si no querías dormir conmigo, me lo podrías haber dicho. Pensó, sabiendo que lo de quedarse dormido era una excusa.

—Si duermes en el sofá, te resfriarás. Voy a preparar el desayuno, ve a asearte y prepararte mientras —no respondió, se levantó mientras el moreno hacía el desayuno—. ¿Sabes? —preguntó una vez regresó, ya preparado con su uniforme—. Ayer me di cuenta de que no te llevas almuerzo, así que te preparé uno. Es la primera vez que lo hago, así que no quedó muy bien —confesó, sonrojado.

—No tenías por qué haberte molestado, normalmente suelo comprarme varias cosas en la cafetería de la escuela, pero gracias —aceptó el bento—. Normalmente me levanto con la hora justa, así que no suelo tener tiempo.

—Ya no tienes por qué comprarte algo allí, yo puedo prepararlo.

—No tienes por qué obligarte a hacerlo, Too está más lejos de aquí que Seirin, así que pierdes de tu tiempo en prepararlo.

Si lo que no quieres es que te lo prepare, dímelo claro.

—Me levanto antes, no hay problema —le sonrió.

—Pues entonces está bien. Gracias por el desayuno, voy saliendo —tomó su mochila y se colocó los zapatos en la entrada. Antes de salir, esta vez sí se acordó—. Hoy tengo partido, así que, si ganamos, cenaremos fuera para celebrarlo, y si perdemos, no traeré ganas de cenar, así que no prepares nada y no me esperes para cenar, ¿de acuerdo?

—Está bien, yo… igual tengo entrenamiento hoy, no sé a qué hora regrese tampoco. Suerte en el partido.

—Gracias, me voy.

—Que te vaya bien.

Suspiró, aún en la entrada. ¿Por qué tenía la sensación de que con este matrimonio no iba a ser feliz?

Sabía que, si venían de una relación de amigos, bueno, más que amigos, rivales, no iba a salir bien. Sumándole también que él estaba acostumbrado a estar solo, tener ahora a alguien con quién compartir su vida, no es algo fácil, él tenía sus costumbres, horarios y manías. Además, nunca había salido el tema, pero suponía que Taiga no era homosexual.

Pero, si no era homosexual, ¿por qué se había casado con él? ¿Sólo por hacerle un favor? ¿O para poder seguir viéndose y jugar en varias ocasiones?

Lo peor, era que él sí estaba enamorado de Kagami… 

 


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