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Soulmate por Blacky_Swann

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Las ganas de arremangarse le inundaron; el sol brillaba fuertemente debido a la hora, por lo que cualquier indicio que buscara bajo la tela, no sería captado por sus ojos. No, a menos que le hiciera casita a su brazo. El golpeteo que el pie del otro niño hacía contra el pavimento, lo sacó de sus pensamientos. El bonito castaño seguía de pie, con el brazo estirado en su dirección, y el otro, en jarra sobre su cadera. Fingió limpiarse las secas lágrimas con el antebrazo, antes de volver a tomar la mano ofrecida, y esta vez, si ponerse de pie. El calor en su piel volvió, pero para su sorpresa, sentía una extraña sensación de tranquilidad. El extraño comenzó a caminar, soltando su mano, solo para cambiar de mano, y volver a enlazarse. Se sentía un niño pequeño que debía tomar la mano de su hermano para no perderse.

—No te estás ayudando, JiMin Park —se recriminó mentalmente, cerrando momentáneamente los ojos.

—Nunca te había visto por aquí. ¿Acaso eres nuevo?

—Ammmm... sí. Nos mudamos hace unas semanas.

— ¡Ah! ¡Entonces eres tú!

— ¿Yo?

— ¡Sí! La familia que acaba de mudarse.

Vaya, las noticias vuelan rápido.

—Lo siento. Es un vecindario pequeño y tranquilo. Nos conocemos casi entre todos; así que caras nuevas, es una noticia gigante —el moreno no logró contener la risa que la emoción que aquel chico le provocaba. Y tampoco notó la mueca de satisfacción que creó en el mayor.

Durante el pequeño viaje, el castaño no dejaba de nombrar las calles, decir algunos datos de las personas que vivían en tal o cual casa y demás. Nunca en su vida, JiMin había estado tan atento a la verborrea de otro ser humano como en ese momento. Había algo en su inesperado guía turístico, que le invitaba a memorizar todo lo que le mostraba. Quizás su alegría demoledora, o la bella sonrisa que no había abandonado en ningún momento su rostro. Y sus ojos cayeron hasta sus dedos entrelazados; el calor en su antebrazo no había mermado en ningún momento, pero también había dejado de preocuparle.

—Y... ¡llegamos! —soltó el castaño, señalando el pequeño supermercado. En ningún momento, soltó la mano del chiquillo de la acera. — ¿Es todo lo que llevarás?

—Si... es todo lo que me pidió mi mamá —respondió JiMin, sorprendido de que le alcanzara para todo lo que había en la lista, y aún sobrara dinero.

—Bien, entonces es momento de regresar.

Y su mundo se detuvo de nuevo. Llegó al supermercado, sí, pero no recordaba en qué calle se encontraba su casa, o lo que había a su alrededor. Tan solo, recordaba la casa blanca, con floreadas jardineras en las ventanas. Y para su pesar, ya había visto varias casas así. — ¿Hyung? No recuerdo donde está mi casa —habló apenado, y algo aterrado.

—Yo sé dónde es —habló despreocupado el castaño, tomando de nuevo la mano de JiMin, comenzando a caminar. —Es la única casa del barrio que ha sido vendida. Esa bonita casa con el extraño balcón en la sala, donde te vi por primera vez.

JiMin caminaba junto al castaño, confiando plenamente en que lo llevaría a la casa correcta. Se detuvo en seco al escuchar la confesión tan casual que el mayor había hecho. Por primera vez. Los engranes de su cabeza dando vueltas a toda potencia, rememorando esa escena la primera vez que visitaron la casa con su tía. Incluso ignoró la queja del castaño al ser jalado por él de esa forma tan repentina. El chico de la sonrisa más dulce del mundo. Su rostro no tardó en incendiarse hasta las orejas, intentando soltar su agarre; en vano, ya que el castaño estaba plantado frente a él, con una enorme sonrisa, apretando la regordeta manita entre la suya.


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