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Soulmate por Blacky_Swann

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A JiMin le costó casi todas las energías de su vida el lograr llevar a SeokJin a su habitación y "salvarlo" del extenso interrogatorio al que sus padres lo estaban sometiendo. No es porque le estaban contando anécdotas vergonzosas de él o algo parecido. Para nada. Y aun así, tuvo que soportar un poco más a su mamá cuando la dulce señora Park les subió un par de jugos de uva para que pudieran pasar una "tarde divertida". Jin no dejaba de reír al ver al pequeño recargado de espaldas contra la puerta, las rollizas manitas cubriendo su rostro, y soltando quejidos de frustración, mientras al otro lado de la puerta se escuchaba la voz de la señora Park: —Si necesitan algo, no duden en llamarme, cielo.


—Me agradan tus papás —soltó de la nada Jin, sentado en el piso, con la espalda bien recta, mirando a JiMin. El pelinegro rodó los ojos, antes de acercarse al mayor. —Es porque no te humillan a ti.


— ¿No es ese el trabajo de los padres? ¿Avergonzarnos un poco con aquellos que llegan a nuestra vida? —el menor miró a SeokJin, con la mirada entrecerrada.


—Hablas como todo un anciano, hyung —se burló un poco, haciendo reír al mayor, quien solo se encogió de hombros con una mueca graciosa.


—Quizás. Pero si estuviéramos en mi casa, créeme que mis padres hubieran hecho lo mismo que los tuyos. Solo digo lo que la experiencia me dice —se llevó una papita a la boca, guiñando un ojo al menor, quien solo torció la boca con confusión, asintiendo lentamente.


—Supongo que tienes razón —concordó luego de un momento en silencio, sentándose al lado del castaño. Memorias de su vida en Busan llegaron a su mente, y el cómo su mamá hacía lo mismo cuando llevó por primera vez a sus amigos; incluso, la escena se repetía en casa de cada uno de los niños. Una sonrisita escapó de sus labios, haciendo reír orgulloso al mayor. —Dime, hyung... ¿te gustan los videojuegos? —el castaño llevó su mano al pecho, con una graciosísima mueca de falsa ofensa.


— ¿Qué clase de pregunta es esa, JiMinnie? ¿Qué acaso tu no respiras? —el pelinegro empezó a reír ruidosamente, cayéndose de lado ante los gestos y el tono del mayor, que no tardó en seguirle con una estruendosa risa entrecortada. Unos minutos después, lograron calmarse, SeokJin limpiándose un par de lágrimas que habían escapado de sus ojitos. Tomó algunos juegos desperdigados en el piso, cerca de la consola. — ¿Cuál de todos te gusta más? —le mostró los cartuchos al menor, mientras este encendía el televisor y sintonizaba el canal para que el juego pudiera verse.


JiMin gateó un poco, y empezó a revolver los cartuchos, hasta dar con su favorito: Snow Bros.


—Este. Es divertido, y podemos jugar ambos, sin que tengamos que esperar a que uno muera para tener nuestro turno. ¿Te parece? —SeokJin asintió en silencio, con la sonrisa plasmada en el rostro; gesto que fue contagiado al dueño de la habitación, quien no tardó en agachar la mirada, fingiendo concentrarse en colocar el juego.


Luego de batallar un par de veces con el aparato para que leyera el juego, no tardaron en llenar la habitación con el sonido de los botones del control y el ruido del mismo juego. De vez en cuando, se escuchaban sus propias voces con una mezcla de fastidio y diversión cuando no lograban el movimiento que querían, o sus personajes desaparecían por culpa de los monstruos. Lentamente, la botana que JiMin había juntado, fue desapareciendo, entre las risas y gritos de alegría de aquel par de niños. Ambos ignorantes de las fugaces miradas que uno y otro se lanzaban.


De vez en cuando los señores Park se turnaban para "vigilar" a los niños, apenas asomándose por la puerta con sumo silencio, sonriendo al ver lo feliz que se miraba su hijo. Solo interrumpiendo para ofrecerles un poco más de "comida chatarra", o algún bocadillo preparado por la señora Park. Sin que se dieran cuenta, la tarde declinó, dando paso a la oscuridad y un cielo lleno de estrellas.


—SeokJin, cariño —la voz de la señora Park se hizo presente desde la puerta, obligando a los chicos a pausar el juego. —Ya llegaron por ti —anunció, regalándole una sonrisa antes de irse. Ambos niños se miraron con cierta tristeza, antes de ponerse a apagar el juego y recoger un poco. —Espera —habló Jin, acercándose al escritorio de JiMin, tomando una pluma y ponerse a garabatear algo en una de las libretas del chico. —Cuando quieras, puedes hablarme. Pero por el momento, mañana pasaré por ti para ir juntos al parque, ¿te parece?


El pelinegro sonrío encantado, aceptando la oferta del mayor, antes de correr ambos escalera abajo para despedir al castaño.


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