No había sido el mejor día para Rin, el entrenamiento fue exhaustivo luego de que no lograra el tiempo base para clasificar a la siguiente ronda y no dejaba de pensar en ello.
Estaba frustrado y no podía negarlo, seguía sufriendo con cada derrota y en días como ese sobreponerse le resultaba aún más complicado. Solo quería llegar a casa y olvidarse de todo mientras tomaba una ducha antes de dormir.
Haru había terminado su entrenamiento temprano y decidió buscar a Rin. De inmediato notó que no estaba bien, pero dado que no parecía tener ánimos para conversar al respecto prefirió no mencionarlo al menos hasta que se sintiera más tranquilo.
El camino de vuelta a casa había sido silencioso, Rin estaba demasiado pensativo mientras miraba por la ventana y apenas parecía prestar atención a Haru. Por su parte, él no había intentado iniciar la conversación o decir algo, simplemente lo acompañó en silencio.
Luego de algunos minutos que les parecieron casi eternos estaba frente a la puerta de su hogar. Haru iba tras él y tan pronto como la puerta estuvo abierta y ellos dentro no dudo un instante antes de rodear su cuerpo en un abrazo.
Sintió el cuerpo de Rin tensarse ante el contacto, pero tan pronto entendió lo que hacía tomó sus manos acariciándolas suavemente mientras la sonrisa se instalaba en su rostro mostrando lo reconfortante que resultaba.
—Eres increíble, Rin. Sigamos esforzándonos y demos lo mejor mañana también ¿Sí? —se acercó lo suficiente para poder besar su mejilla antes de que él girara para besar su nariz.
—Esforcemonos mañana también, Haru —no dijo más, ni siquiera se sentía capaz de decirle lo mucho que necesitaba eso y cuanto había logrado tranquilizarlo.
La misma advertencia, hasta aquí la historia
No había sido el mejor día para Rin, el entrenamiento fue exhaustivo luego de que no lograra el tiempo base para clasificar a la siguiente ronda y no dejaba de pensar en ello.
Estaba frustrado y no podía negarlo, seguía sufriendo con cada derrota y en días como ese sobreponerse le resultaba aún más complicado. Solo quería llegar a casa y olvidarse de todo mientras tomaba una ducha antes de dormir.
Haru había terminado su entrenamiento temprano y decidió buscar a Rin. De inmediato notó que no estaba bien, pero dado que no parecía tener ánimos para conversar al respecto prefirió no mencionarlo al menos hasta que se sintiera más tranquilo.
El camino de vuelta a casa había sido silencioso, Rin estaba demasiado pensativo mientras miraba por la ventana y apenas parecía prestar atención a Haru. Por su parte, él no había intentado iniciar la conversación o decir algo, simplemente lo acompañó en silencio.
Luego de algunos minutos que les parecieron casi eternos estaba frente a la puerta de su hogar. Haru iba tras él y tan pronto como la puerta estuvo abierta y ellos dentro no dudo un instante antes de rodear su cuerpo en un abrazo.
Sintió el cuerpo de Rin tensarse ante el contacto, pero tan pronto entendió lo que hacía tomó sus manos acariciándolas suavemente mientras la sonrisa se instalaba en su rostro mostrando lo reconfortante que resultaba.
—Eres increíble, Rin. Sigamos esforzándonos y demos lo mejor mañana también ¿Sí? —se acercó lo suficiente para poder besar su mejilla antes de que él girara para besar su nariz.
—Esforcemonos mañana también, Haru —no dijo más, ni siquiera se sentía capaz de decirle lo mucho que necesitaba eso y cuanto había logrado tranquilizarlo.