No se trataba de una celebración en particular ni nada parecido, pero había organizado una cena especial en un restaurante cercano a su hogar. Había intentado no cuidar demasiado su apariencia aunque estaba nervioso.
Usaba un pantalón de mezclilla negro, un saco del mismo color, y una camiseta blanca. Su cabello no estaba demasiado arreglado, pero había trenzado un mechón de su cabello tal como Haru lo había hecho una vez.
Había doblado las mangas de su saco hasta el codo y dejó unos cuantos cabellos fuera de su peinado, quería verse lo más relajado posible pese a que no podía tranquilizarse, porque sabía que si no lo hacía preocuparía a su pareja.
Esperaba a Haru jugando con sus dedos sobre la mesa. Ni siquiera sabía como podría controlar sus nervios cuando apareció por la puerta. Usaba un pantalón blanco, una camisa azul celeste y un suéter azúl oscuro; su cabello estaba peinado hacia atrás y ni un solo cabello estaba fuera de su lugar.
—Te ves muy bien —tras llamar su atención y esperar a que llegara hasta la mesa soltó ese halago, estaba nervioso y no podía decir nada más.
—Siempre te ves bien, no puedo decir mucho al respecto hoy —se sentó en la silla frente a él sin dejar de verlo—. Incluso trensaste tu cabello —acarició su rostro suavemente con el pretexto de revisarlo.
—¿Te parece si ordenamos ya? —no sabía que responder a eso, así que distraería la atención tanto como le fuera posible.
* * *
—Es solo un brindis sencillo, lo hemos estado haciendo bien en las prácticas y deberíamos celebrarlo —sonrió mientras terminaba de pedir una botella de champaña y un par de copas.
—Es lo suficientemente extraño que cenemos fuera y ahora quieres brindar ¿A qué se debe todo esto?
Rin intentaba buscar una excusa creíble, y para su suerte el mesero volvió a su mesa con la botella. Colocó las copas en sus lugares y se detuvo unos instantes para decirle algo.
Haru aprovechó la distracción y sacó rápidamente al anillo de la caja para colocarlo dentro de la copa de Rin, quería sorprenderlo y creyó que esa sería la mejor manera de hacerlo.
—¿Brindamos entonces? —sonrió mientras llenaba las copas, estaba tan nervioso por lo que iba a hacer que ni siquiera vio el anillo en su interior—. Sabes, Haru... —hizo una larga pausa jugando un poco con la copa evitando mirarlo—. Han pasado muchas cosas en estos días, y no es solo porque hayas conocido a mi mamá... —mientras más intentaba relajar sus nervios menos lo lograba, ni siquiera podía poner en orden sus pensamientos e intentar hablar era inútil.
Solo atinó a dar un largo trago a la bebida intentando ganar un poco de valor cuando sintió algo en su boca. No tenía idea de que era, pero sabía que el objeto no era tan pequeño ni tan grande. Tomó la servilleta para secar el líquido que aun tenía y depositar lo que sea que fuera que ocultara la bebida.
Una vez que todo estuvo en orden revisó la servilleta para asegurarse de que era lo que casi lo asfixia. Y ahí estaba, otro anillo, pero esta vez plateado, la argolla era más gruesa que la del anillo de promesa y tenía una aguamarina al centro y dos más pequeñas a los lados.
—Rin, quiero pasar mucho tiempo más a tu lado, compartir muchos más paisajes y seguir hacia adelante contigo...
—¿Y por eso intentas asesinarme? —le lanzó la servilleta antes de poner toda su atención en el anillo, apenas podía creer que eso estuviera ocurriendo—. Si de verdad quieres que pasemos mucho tiempo más juntos deberías hacer lo que cualquier persona. Así —dejó el anillo sobre la mesa antes de sacar del bolsillo de su saco una cajita con un anillo también plateado que tenía tres argollas unidas casi en espiral y una aguamarina en cada punta de las argollas.
Haru tenía la sorpresa grabada en su rostro mientras Rin tomaba su mano izquierda para colocar el anillo en su dedo anular. Suponía que estaban ahí por un motivo en particular, pero no se imaginaba que ambos pudieran tener la misma idea.
—Incluso si no es algo oficial quiero que sigamos hacia adelante, juntos —presionaba su mano sin dejar de verlo, quería mostrarle sus sentimientos y sabía que su mirada diría mucho más que sus palabras.
Haru se levantó lo suficiente para tomar el anillo, acarició la mano izquierda de Rin y fijó su mirada en la suya mientras colocaba lentamente la sortija en su dedo anular.
—Avancemos juntos, Rin —presionó suavemente su mano antes de juntar sus frentes mientras sus miradas permanecían unidas.
Quizá no resultó como lo habían planeado, pero definitivamente lograron transmitir sus sentimientos y dejar en claro lo importante que eran uno para el otro, además de lo comprometidos que estaban con su relación.