Takeshi quería a Tsuna. ¿Cómo no hacerlo, cuando le salvó la vida? ¿Cuando siempre estuvo a su lado tanto en las buenas como en las malas?
Tsunayoshi era uno de los mejores amigos que Takeshi podría haber pedido y se enorgullece de ser considerado su mano izquierda, su guardián de la lluvia en el que siempre podía confiar.
Aunque a veces, desearía alejarse del castaño para no volver.
Se sentía tan ruin cada vez que esos pensamientos pasaban por su mente. No era culpa de Tsuna, no directamente al menos.
¿Cómo podía culparlo de que todas las personas de las que se enamoraba Takeshi le rechazaron por el castaño?
Algunos se enfurecerían y atacarían al castaño llamándolo mal amigo, traidor. Nadie podía quitarle una pareja a tu amigo o interferir cuando este se enamoraba de alguien. Había que apoyarlo, no arrebatarle la oportunidad de confesarse.
Solo que Tsuna no sabía qué Takeshi era gay. Tampoco era consciente de que atraía a los hombres pues el jefe Vongola sólo pensaba en Kyoko. Y desde luego, desconocía que cada vez que su lluvia le llevaba a un "amigo" era porque quería presentarle a su novio; sin embargo, nunca tuvo la oportunidad.
Moviéndose en la cama, Yamamoto podía recordar la primera vez que llevó a un novio a la mansión a conocer a Tsuna.
Estaba dispuesto a decirle de su orientación sexual y mostrarles que él también tenía una persona que amaba en su vida. Él sabía que su famiglia no eran homofóbicos, así que estaba tranquilo respecto a eso. Todo iba bien, hasta que su amante conoció a su cielo.
Takeshi estaba a punto de presentarlo como su novio, sin embargo, él le interrumpió para decir que eran solo amigos. En ese momento su corazón se rompió un poco, pero se terminó de destrozar cuando su pareja acabó su relación. Al parecer, se había enamorado a primera vista de Tsuna.
Takeshi nunca volvió a contactarlo.
Esa situación se había repetido muchas veces. Por lo que trato de dejar de enamorarse de personas que iban a caer por su cielo nada más conocerlo. Fue difícil, pero logró poner esa barrera en su corazón. Una que cayó cuanto más tiempo pasaba junto a otros guardianes.
Todos estaban metidos fuertemente en la mafia, todos eran conscientes de lo que pasaba y sus lazos se habían fortalecido a base de batallas.
El primer guardián del que se enamoró fue Gokudera.
Nunca le dijo nada.
No era difícil ver la devoción, amor y anhelo que salían de sus ojos directo a su cielo. Solo Tsuna iba a obtener su corazón, por lo que la batalla estaba perdida desde el comienzo.
Luego cayó ante los pies de Kaoru. El miembro de los Shimon era fuerte, tan tímido que le resultaba adorable y tan parecido a él, que fue inevitable caer en un enamoramiento. Pensó que tenía una oportunidad ya que él conocía a Tsuna desde hacía mucho y no tenía una obsesión por su cielo.
Se equivocó.
Descubrió cuando estaba más enamorado de él, que Kaoru tenía un amor platónico por Tsuna.
Esa noche Takeshi se quedó dormido del agotamiento por haber llorado durante horas. A la mañana siguiente, fingió estar bien como si su corazón no se hubiera roto.
Había sufrido muchos desamores, pero aún así quería amar y tener su propia familia, por lo que se dio una última oportunidad. Esta vez no pudo contener sus sentimientos por Byakuran. Era un cielo caótico, peligroso y extremadamente atrayente para él. Je, resulta que un cielo caótico ama a uno cálido.
Esa fue la última vez que permitió que su corazón se rompiera. Renunció a la idea de amar, levantó una gran barrera en su corazón y se aseguró de alejarse de los hombres de los que sentía que se enamoraba. Solo cuando esos sentimientos morían, volvía a acercarse a ellos.
Esa era actualmente su vida.
No podía culparlos por romper accidentalmente su corazón ni a su cielo por ello. Entre un cálido cielo que siempre les acoge y una lluvia que solo borra penas y sangre; cualquiera se quedaría con el cielo.
Tsunayoshi tampoco lo hacía con mala intención, por lo que Takeshi permaneció a su lado.
Lloraría en las noches, fingiría ser feliz en el día y en las misiones permitiría que le dañaran solo para poder tener una excusa de sentir un toque en su piel de alguien más aunque eso pudiera costarle la vida.
Algún día quizás descubriera alguien esto, por ahora el guardián de la lluvia solo sería un muñeco que se pondría una máscara para fingir que todo estaba bien.