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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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En el departamento del piso más alto de la tecnológica torre de Eos, el imponente rascacielos que junto con la torre de Júpiter y Parthea dominaba los cielos de Tanagura, Raoul encontró a Benson para recibirlo.

El joven mueble estuvo terriblemente preocupado por su Maestro, pero por timidez o por temor a que su llamada pudiera ser detectada por el radar de Júpiter, no se atrevió a comunicarse con Katze. Por lo tanto, se sintió muy aliviado de verlo regresar a casa con buena salud.

"Bienvenido de nuevo, Milord". Como mueble, a Benson no se le permitía expresar sus sentimientos ni dirigirse a los Elites con preguntas directas, así que se limitó a mantener un porte neutro y se apoderó de su abrigo.

El Blondie lo llamó antes de que pudiera alejarse. "¡Benson!"

"Dígame, Maestro".

"Sé que fuiste tú quien me llevó donde Katze. Hiciste un buen trabajo".

"Gracias, Maestro". El chico se sonrojó. Era la primera vez que recibía un cumplido.

"Actualízame sobre lo que sucedió durante mi ausencia".

Benson contó que algunos de los guardias de Júpiter habían venido a preguntar sobre el estado de salud de Lord Am y que él les había dicho que su amo se encontraba indispuesto e incapaz de recibir visitas, pero estable. "He pospuesto todas sus citas y anotado todas las llamadas recibidas, Milord. Además, esta misma mañana llegó una misiva de la torre de Júpiter en la que se invita a vuestra señoría a acudir al santuario en cuanto esté en condiciones de hacerlo. La carta también dice que, si dentro de tres días sigue siendo incapaz de caminar de forma independiente, yo deberé encontrar una manera de... transportarlo".

Ante la idea de no poder moverse, a Raoul le dio un escalofrío, pero no mostró su malestar. "Está bien, Benson, asegúrate de que nadie venga a molestarme hoy. Haz una cena ligera".

"Se hará, Maestro". El joven eunuco se despidió con una reverencia y desapareció en la cocina.

Raoul entró en el dormitorio y se acostó en la cama. Habían ocurrido demasiadas anomalías en pocos días. Su cuerpo aún sentía las secuelas de la cura a la que Iason lo había sometido para evitarle el sufrimiento del Grito de Júpiter. Necesitaba dar forma a sus nebulosos recuerdos.

La imagen recurrente era la de un humano desnudo. Un lisiado con el pelo largo y castaño recogido en una cola de caballo. Un hombre insolente y desvergonzado que le susurraba algo al oído: bombón.

El eco tangible de esa palabra irreverente tuvo el efecto de enfurecerlo y excitarlo al mismo tiempo. Raoul sintió un cosquilleo en el área de la ingle. Su órgano sexual estaba reaccionando a estos recuerdos con una respuesta fisiológica de tipo eréctil. Su mano derecha fue instintivamente a tocarlo, pero se detuvo. No podía. Estaba prohibido.

La visión se volvió más definida y real, convirtiéndose en Guy. Se movía sobre él. Lo estaba penetrando analmente. El hormigueo se hizo más fuerte y se convirtió en necesidad.

Otra imagen: Guy arrodillado entre sus piernas que chupaba su miembro mientras lo miraba con hambrientos ojos avellana. Incapaz de contenerse más, Raoul abrió el botón de sus pantalones y comenzó a masturbarse.

Una voz masculina resonó en su cerebro con irreverencia:

"No digas nada, bombón.

No hagas preguntas.

No importa dónde estás.

No importa lo que ocurre y por qué.

Lo único que importa es lo que te estoy haciendo.

¿Lo sientes?

¿Te gusta?

Si la respuesta es afirmativa, haz que la escuche.

Deja salir tu voz".

Guy entraba y salía de su cuerpo mientras hablaba de una manera tan obscena y provocativa. Algo creció y explotó dentro del noble Blondie. Una sensación increíblemente nueva y poderosa, y sin embargo ya experimentada.

Raoul se corrió, expulsando furiosamente su propio semen. En estado de shock, se quedó mirando la sustancia blanca y viscosa que ensuciaba su mano.

***

Mientras tanto, en Ceres, un mestizo de cabello castaño pensaba en ardientes ojos esmeralda, piel diáfana y largos rizos dorados. Ya había vaciado su quinta botella de Stout, pero aún no lograba difuminar esos recuerdos.

Mientras sus sentidos se confundían y su mente caía en los brazos de Morfeo, una sola palabra escapó de sus labios: "Raoul".

***

A la mañana siguiente, Lord Am le encomendó a Benson la tarea de entregar un paquete a Gideon Lagat. Fue recibido por un joven alto y delgado, con finos ojos gris perla y rebelde cabello turquesa que le llegaba a los hombros. Como ambos eran muebles de tipo A, frecuentaban las mismas salas comunes y se conocían de vista. Era Creek, el mueble de Lord Lagat.

"Buenos días, ¿cómo puedo ayudarte?" Él preguntó cortésmente.

"Buenos días. Tengo una entrega urgente para tu Maestro de parte del mío, Lord Am".

"Lo tomaré". Los dos muebles se despidieron formalmente y Benson se alejó.

***

Gideon Lagat se había quedado en su departamento desde el día de la terrible sentencia de Júpiter. No se le había prohibido salir, pero como fue relevado de sus funciones no tenía compromisos.

Además, ya se había corrido la voz en Eos de que Ruphias Dean heredó su título de Señor de Midas. Gideon se había convertido en el blanco de amargas habladurías y no quería ser visto vagando por los pasillos y salas de la torre.

No le había contado a nadie lo que sucedería en dos días y estaba tratando de alejar su mente de este ominoso pensamiento. Para un Elite, la restauración cerebral equivalía a un renacimiento. La neuro-corrección daría lugar a un nuevo Gideon sin recuerdos. Era un procedimiento que no se daba a la ligera, normalmente estaba reservado para los Elites que ya no funcionaban correctamente.

Gideon no podía creer que había caído tan bajo. ¿Realmente su Creador le tenía tan poca estima que creía necesaria una solución tan drástica?

En teoría, no debería importarle. Los Blondies vivían de acuerdo con los roles asignados. Llevaban a cabo su trabajo de forma meticulosa e impecable y seguían las reglas del sistema de castas Tanaguriano. El sentimentalismo y el arrepentimiento eran eventualidades inconcebibles y no previstas por su matriz original.

O al menos, así debería ser, pero el alma de Gideon estaba inquieta y preocupada. No podía dejar de preguntarse qué pasaría con Creek y su mascota Aylin. La posibilidad que Júpiter le permitiría al nuevo Gideon mantenerlos a su servicio era escasa y la idea de que ellos podrían acabar abandonados en la calle, o peor enviados a la eliminación, lo destrozaba.

Sin embargo, aunque su futuro estaba tan profundamente ligado al de los dos humanos que vivían con él, no había querido preocuparlos innecesariamente. El destino de todos ellos estaba sellado y no había nada que él pudiera hacer para cambiarlo. Una vez dictada una sentencia, Lambda 3000 nunca se retractaba de sus decisiones.

Aylin era una dulce criatura de diecisiete años que vivía con Lord Lagat desde los catorce. En Eos se recomendaba cambiar de mascota cada año, y Gideon ya había superado ese periodo de tiempo, pero adoraba a Aylin y no tenía intención de deshacerse de ella.

Concebida en un tubo de ensayo mediante una cuidadosa selección genética, Aylin fue criada en la gran Academia de Tanagura como casi todas las mascotas pertenecientes a los Elites de alto rango. Tenía el pelo largo de color púrpura, que Creek solía peinar en dos sencillas trenzas, piel blanca casi luminiscente y ojos oscuros salpicados de violeta. Era menuda y no excesivamente delgada. Lucía con orgullo un discreto collar de anillos entrelazados que, además de adornar elegantemente su cuello, servía de pet-ring.

Aylin tenía un carácter ingenuo y alegre. Era curiosa, sonriente y llena de intereses que iban desde el dibujo hasta la literatura. Las mascotas suelen ser analfabetas, pero Aylin le había rogado a Creek que le enseñara a leer y escribir y Gideon no se opuso a esta solicitud poco ortodoxa, aunque rompía las reglas.

Odiaba los cotilleos y era discreta y reservada, muy diferente de otras mascotas egoístas y engreídas que estaban ansiosas por lucirse, presumir sus cualidades y hablar mal de los demás. Por esta razón, Aylin no pasaba demasiado tiempo charlando con sus compañeros en los salones de Eos y prefería la compañía de Creek y su Maestro.

Gideon se había encariñado con ella y sólo la hacía exhibir el mínimo impuesto por Orphe. Evitaba que se apareara con otras mascotas y limitaba sus presentaciones públicas a la mera masturbación.

También se preocupaba mucho por Creek, que llevaba casi diez años a su servicio. En un principio, lo había elegido por la peculiaridad de su apariencia: color de pelo inusual, ojos delgados y ligeramente inclinados, aspecto enjuto y orejas ligeramente puntiagudas.

Gideon era un amante de la belleza exótica y la extravagancia, considerado el más excéntrico de los Blondies. Cuando no tenía que llevar ropa formal o ceremonial, le gustaba lucir colores extravagantes y llamativos.

Sin embargo, con el tiempo había llegado a apreciar a Creek no sólo por su apariencia, sino también por su carácter ligeramente rebelde, juguetón y juvenil. Por su espontánea torpeza que lo diferenciaba de otros muebles tan formales y atentos a la etiqueta.

Al principio había sido difícil - las habilidades de Creek para llevar la casa y realizar sus tareas de mueble eran tan escasas que a veces resultaba exasperante, cualquier otro amo se habría deshecho de él rápidamente en favor de un sirviente más eficiente, y Gideon puso a prueba su paciencia en varias ocasiones. Pero a estas alturas se había acostumbrado a él, con todos sus defectos e imperfecciones, y ya no quería volver a la monotonía de los muebles canónicos.

"Maestro Gideon". Creek hizo su entrada en el vestíbulo con un paquete en la mano. "El mueble de Lord Am ha traído esto para ti".

"Gracias, Creek. Ve a despertar a Aylin y prepárale un baño".

"De inmediato, Maestro". El joven eunuco sonrió y se dirigió a la habitación de la mascota.

Gideon había tomado la costumbre de dirigirse a su mueble de forma educada, a veces casi cariñosa, y le permitía tutearlo. Pedía pero no ordenaba. No veía nada malo en añadir un gracias o un por favor a sus peticiones. Le gustaba que el ambiente en su casa fuera relajado y agradable para todos los que vivían allí.

Esta nueva filosofía más respetuosa de los humanos era bastante reciente. Gideon no siempre había sido así, pero de alguna manera Creek y Aylin lograron persuadirlo de que los humanos no eran meros objetos desechables -accesorios del hogar fácilmente reemplazables - sino que cada uno de ellos era único y valioso. Tales conceptos serían considerados herejía por sus iguales y alta traición por Júpiter, pero Gideon tenía cuidado de no hablar de ello con nadie.

¿Seguiría siendo de la misma opinión después de la limpieza mental? Gideon sacudió la cabeza para desterrar ese pensamiento inoportuno y se concentró en el paquete que tenía en la mano.

Se había preocupado bastante por la salud de Raoul, dado el estado al que Júpiter lo redujo. Incluso había llamado varias veces a su casa, pero le dieron información vaga. Se tranquilizó al descubrir que al menos seguía lo suficientemente lúcido como para enviarle un paquete.

Dentro encontró un comunicador portátil de un tipo que nunca había visto y una nota: ‘Llama al único número guardado en el dispositivo. Hazlo en privado. Sé discreto. Raoul’.

Según las normas de Eos, todos los pasillos y salas de la torre estaban vigilados por vídeo, pero la privacidad dentro de las viviendas estaba asegurada. Ni siquiera Júpiter podía acceder a ellas. Generalmente Gideon no tenía nada que ocultar a Creek y Aylin, pero dada la delicadeza de los últimos acontecimientos entró en una habitación y cerró la puerta.

Tras unos pocos timbres, el mini-proyector del aparato mostró el rostro de un hombre pelirrojo con una llamativa cicatriz en la mejilla izquierda parcialmente cubierta por su largo flequillo. Gideon tuvo la impresión de haberlo visto antes en algún lugar, pero no pudo recordar dónde.

- Buenos días, Lord Lagat. Hablo en nombre de mi Maestro, Minosi Kan. Él se enteró de su disputa con Júpiter y está dispuesto a ofrecerle refugio y protección durante el tiempo que sea necesario. -

Gideon frunció el ceño con sospecha. - ¿Con quién tengo el placer de hablar? -

- Soy Katze, - respondió el hombre.

- Muy bien, Katze. Supongo que sabes que si me encuentro en esta incómoda situación es precisamente por tu Maestro. ¿Por qué debería confiar en él? ¿Y por qué demonios el Sr. Kan estaría interesado en ayudarme? -

- Sus sospechas son perfectamente legítimas, Milord. Mi amo se siente en deuda con usted por ser el causante de sus problemas con Júpiter y quisiera agradecerle por haber facilitado la venta territorial. También nos gustaría hacerle una propuesta de negocio, pero el proprio Sr. Kan hablará con usted de eso. -

Gideon se tomó un par de minutos para pensar. Realmente no confiaba mucho en este excéntrico multimillonario que había engañado al consejo para que cediera Herbay a Ceres bajo falsos pretextos, pero no tenía muchas opciones. En dos días se reiniciaría su mente y no quedaría nada de su antiguo yo más que un cascarón vacío. No tenía nada que perder. Además, la debilidad de Gideon era la curiosidad. De ninguna manera iba a perder la oportunidad de hablar cara a cara con el hombre que había causado tanta agitación en Amoi y de preguntarle sus verdaderas intenciones. Pero tenía una condición.

- Está bien, Katze, pero llevaré a dos humanos conmigo. -

- Perdone mi indiscreción, ¿acaso son muebles o mascotas? -

- Así es. -

- Si usted cree que son de confianza, no tengo nada que objetar, pero asegúrese de apagar el GPS en sus dispositivos de rastreo antes de salir de la torre. No los quites, eso generaría sospechas, bastará con apagarlos. -

- Siendo así, acepto la oferta de tu Maestro. ¿Qué debo hacer? -

- Esté en el estacionamiento de Eos hoy a las 6 de la tarde. Sector H, salida 13. Use las escaleras. Evite los ascensores y los caminos abarrotados. Intente pasar desapercibido. Traiga pocas cosas con usted, sólo los efectos personales imprescindibles, nosotros le proporcionaremos el resto. Deje cualquier equipo electrónico o rastreable en casa, pero lleve este comunicador. Un coche negro con vidrios polarizados vendrá a recogerle. La persona que lo conduce se llama Sid. ¿Está todo claro, Lord Lagat? -

- Obviamente. Esperaré a tu hombre a las 6 p.m. -

- Adiós, Lord Lagat. - El líder del mercado negro cerró la comunicación.

***

"Creek, ¿ya se despertó Aylin? Necesito hablar con ustedes dos urgentemente", anunció el rubio mientras volvía a la sala.

La chica salió de su habitación, inmediatamente seguida por el joven eunuco. Estaba descalza y con el pelo despeinado. Llevaba su bata de cama amarilla pastel. "¿Querías verme, Maestro Gideon?" preguntó, bostezando y frotándose los ojos.

"Sí, niña, pero déjame decirte que no es saludable dormir tanto en la mañana".

"Mis nuevas sábanas son tan suaves, Maestro, que es una pena salir de la cama". Aylin fue a sentarse en el regazo de Gideon y le besó la mejilla. El Blondie la tomó cómodamente rodeando su torso y le indicó a Creek que se sentara en la silla junto a ellos.

"Creek, Aylin, tengo que confesarles algo. Es un asunto del que debería haberles hablado hace unos días, pero que preferí callar. ¿Oyeron hablar del escándalo de Herbay?"

"Sí, Maestro Gideon", respondió la chica con franqueza. "Ayer algunas mascotas en el salón insinuaron que por tu culpa los mestizos de Ceres se apoderaron de una parte de Midas llamada Herbay. Les dije que son unos mentirosos y que nunca más se deben permitir hablar de ti de esa manera".

"Eres muy querida, Aylin, pero en realidad esas mascotas dijeron la verdad y Júpiter está muy enojado conmigo por esta razón".

Creek saltó de preocupación. "Maestro Gideon, ¿Júpiter te hizo daño? ¿Es por eso que parecías tan enfermo la semana pasada?"

"Todavía no, Creek, pero quiere hacerlo. Planificó un reinicio mental para mí. Tendré que ir a la clínica pasado mañana para comenzar el procedimiento de limpieza".

Aylin inmediatamente comenzó a sollozar. "¡Por favor, Gideon, no dejes que te haga esto! ¡Dile que no quieres! ¡Eres un Blondie, no puede obligarte!"

"No llores, cariño". El Elite acarició sus mechones despeinados y la invitó a descansar la cabeza en su pecho. "Desgraciadamente, él puede obligarme. Pero la razón por la que les estoy contando todo esto no es para angustiarlos. Me ofrecieron una alternativa. Dejaré Eos hoy y me esconderé de Júpiter. Me gustaría que vinieran conmigo, pero no sé nada sobre nuestro destino y tampoco sé si la persona que se ha ofrecido a ayudarme es un aliado o un enemigo. Podría ser una trampa".

Aylin se secó los ojos, que adquirieron una chispa de coraje, e intercambió una mirada de complicidad con Creek.

"Iremos contigo, Maestro", dijo este último sin la menor vacilación. "Te ayudaremos a esconderte de Júpiter. No permitiremos que nadie te haga daño".

"Sabía que podía contar con ustedes". Gideon besó a Aylin en la frente y sonrió al eunuco, mostrándole su aprecio. Luego, dio algunas instrucciones. "Empaca una bolsa con lo esencial para todos, Creek, pero no pongas nada electrónico en ella, ni siquiera un reloj o una calculadora. Sólo ropa cómoda y que ocupe poco espacio. Quédate con tu uniforme y prepara a Aylin con ropa formal para mascotas. Hoy a las 5:30 de la tarde saldremos del apartamento".

***

Mientras tanto, en un lugar entre Ceres y Midas situado unos metros bajo la superficie, sonaba otro comunicador con ondas invisibles para Júpiter.

- Iason, Lord Lagat aceptó. -

- Bien, Katze. Asegúrate de que en Nueva Ceres todo esté listo. -

El majestuoso Elite de cabello marfil entró en el cuarto donde su flexible amante aún dormía. Riki estaba en el centro de la cama, con las sábanas retorcidas entre sus piernas desnudas, la boca medio abierta y el cuerpo en una posición desordenada. Su pelo negro contrastaba con el blanco puro de la seda.

Iason se quitó la prótesis - no le gustaba llevarla en la cama - y se subió encima de él para despertarlo con un beso. Riki entrecerró los párpados. "¿Qué hora es?" Preguntó en un tono ligeramente quejumbroso.

"Las 11 de la mañana", respondió el rubio, antes de imprimir un segundo beso en sus labios. "Gideon aceptó".

Habiendo abandonando su cansancio, el mestizo se reincorporó. "¿De verdad? ¡Eso es genial! Así que... ¡comenzamos con la tercera fase!"

"Pronto, amor. Pronto".


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