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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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Gideon, Aylin y Creek salieron del departamento a las 5:30 de la tarde como establecieron. Para mantener las apariencias, estaban vestidos como si se tratara de una salida social normal de un maestro con su mascota a cuestas.

Gideon vestía un elegante traje Elite compuesto por una túnica y un pantalón azules, un cinturón blanco y una capa fucsia. Llevaba con una correa a la chica de pelo morado, que calzaba unas botas altas de cuero rojo brillante con tacones de aguja y tenía puesto un top del mismo color con minifalda laminada. Creek los seguía a corta distancia con su uniforme rosa claro típico de los muebles de tipo A.

Siguiendo las instrucciones, evitaron los ascensores y tomaron las escaleras. En el camino se encontraron con algunos muebles, mascotas e incluso un par de guardias, pero nadie les prestó demasiada atención. En el segundo piso, sin embargo, fueron avistados por Lord Aisha Rosen, quien no perdió la oportunidad de ir hacía ellos. "¡Gideon!"

"Aisha".

"No has estado por aquí últimamente. Supongo que esta ausencia se debe a la venta de Herbay, que resultó en un encuentro con Júpiter".

"Supones bien, querido Aisha, pero como puedes ver estoy volviendo a mis viejos hábitos. Llevaré a Aylin de compras".

"Me alegra. Ten cuidado, Gideon. No desafíes a Júpiter. Fue muy magnánimo con sólo relevarte de tus obligaciones. Podrías haber incurrido en castigos peores, como la restauración cerebral".

Sorprendido, pero no demasiado al descubrir que parte de su castigo no se había hecho público, Gideon se limitó a asentir. "Creo que tienes razón, Aisha, seguiré tu consejo. Si me disculpas, ahora procederé con nuestro paseo".

"Muy bien. Que tengas un buen día". Lord Rosen se hizo a un lado y los tres fugitivos continuaron su descenso.

El sector H del garaje estaba a tres niveles por debajo del suelo. Faltaban pocos minutos para las 6 cuando llegaron a la salida 13. Sabiendo que toda la torre estaba vigilada por vídeo, Gideon se mostró inicialmente escéptico sobre cómo se había diseñado ese plan, pero tuvo que recapacitar. El lugar de encuentro estuvo muy bien pensado, situado en un punto ciego donde la única cámara presente estaba fuera de servicio.

El coche negro descrito por Katze llegó puntual. Se bajó un chico alto y musculoso con el pelo gris perla cortado a cepillo, que llevaba una camiseta sin mangas ajustada y unos vaqueros. Sonreía relajado, como si no acabara de colarse en uno de los edificios más peligrosos y bien protegidos de todo Amoi y no fuera a ayudar a un Blondie a escapar de Eos.

"¡Hola! Eres Gideon, ¿verdad? ¡Encantado de conocerte, soy Sid!" Exclamó alegremente, levantando una mano a modo de saludo.

"Soy Gideon Lagat", confirmó el Elite con seriedad. "Y nuestras instrucciones son entrar en tu coche".

Al ver a las dos personas que acompañaban al androide, sobre todo a la chica menuda y escasamente vestida, Sid no ocultó su asombro. "Vaya, ¿eres una chica? ¡Nunca había visto una tan de cerca!"

"Ellos son mi mascota Aylin y mi mueble Creek", señaló secamente el Blondie.

Mientras Sid miraba Aylin de pies a cabeza, ella sonrió divertida. Había sido entrenada para ser observada. No pudo evitar pensar que aquel hombre de aspecto fuerte y valiente, tan diferente de los muebles y mascotas que había conocido hasta ahora, fuera muy guapo. Fue con malicia disfrazada de inocencia que le preguntó a su dueño: "Maestro, ¿tengo que cambiarme de ropa ahora?"

"Sí, querida, viajarás más cómoda, pero date prisa. Creek te ayudará".

En un abrir y cerrar de ojos, con la asistencia de su mueble, Aylin se quitó la correa y la ropa de mascota y se puso un pantalón, una camiseta de manga larga y un par de zapatillas deportivas. Todo esto, por supuesto, lo hizo sin el menor asomo de vergüenza o intento de ocultar su desnudez.

Sid se quedó literalmente petrificado. No sólo acababa de ver a una mascota femenina por primera vez, sino que ella se había desnudado por completo delante de él.

Gideon tuvo que aclararse ruidosamente la garganta para sacudirlo, lo que tuvo el efecto de hacerlo estremecer. "Tenemos que escapar de Eos, ¿verdad?"

"¿Eh? ¡Oh, sí! ¡Súbanse al coche!"

El Blondie se sentó delante, Creek y Aylin en el asiento trasero. Sid introdujo la llave, levantó el vehículo unos centímetros del suelo y se puso en marcha sin demora. Atravesó rápidamente el túnel subterráneo y llegó a la puerta de salida. Insertó una tarjeta magnética en la ranura, la luz pasó de rojo a verde y la barra se levantó.

"¡Agárrense fuerte!" Advirtió, antes de arrancar de nuevo a gran velocidad.

Aylin no se esperaba tal empujón, inicialmente se asustó y escondió la cabeza en los brazos de Creek. El joven eunuco estaba a su vez tan nervioso y tenso como una estatua de yeso.

Al llegar al Main Gate - es decir, la gran puerta que separaba la elevada metrópolis hexagonal de los androides de los barrios de Midas - Sid frenó y deslizó la misma tarjeta magnética de antes en otra ranura. La puerta se abrió, dejándolos pasar.

"¿Cómo demonios obtuviste un pase de salida libre de Eos?" Preguntó el Blondie asombrado.

"Pertenecía a un mueble que se eliminó esta mañana", explicó el joven. "Los registros de seguridad se actualizan todos los días a las 8 de la tarde, por lo que su tarjeta de acceso sigue activa".

"Muy ingenioso. Noté que no tienes ningún chip de identificación PAM implantado en tu oreja. ¿Eres un mestizo?"

"Correcto, soy de Ceres". Sid se sentía perfectamente a gusto en esa conversación. Para nada intimidado por la imponente presencia del Blondie, respondía a todas sus preguntas con extrema naturalidad.

"¿Trabajas para Minosi Kan?"

"Algo así". El mestizo sonrió con el aire de quien sabe mucho.

"¿Y puedo preguntarte a dónde nos llevas?"

"No veo por qué no. De todos modos, te enterarías en unos minutos. Nos dirigimos a Nueva Ceres".

"¿Nueva Ceres? ¿Y dónde se encuentra este lugar?"

"Creo que lo conoces como Herbay. No podrías creer lo lejos que llegamos con la construcción en sólo tres semanas".

"¿Tres semanas? ¡El territorio de Herbay fue donado a Ceres hace sólo diez días!"

"Las obras comenzaron el mismo día que se firmó el contrato de compraventa".

Ante esta revelación, Gideon no pudo evitar sacudir la cabeza en señal de rendición. "Veo que fue un engaño bien planeado desde el principio. ¿Cuándo podré encontrarme con tu amo?"

"No tengo amos, Mr. Blondie. De todos modos, si lo que quieres saber es cuándo verás al señor Kan, no puedo darte una fecha exacta, pero supongo que pronto".

El coche se detuvo frente a una gran pared de metal. Sid bajó la ventanilla y llamó al chico que custodiaba la puerta. "¡Oye, Phil!"

"¿Sid? Joder, me alegro de que seas tú, estaba a punto de dar la alarma. ¿A quién llevas contigo?"

"Invitados especiales de Katze. Todo está bajo control".

"De acuerdo, te dejaré entrar".

Una enorme puerta, que era invisible cuando estaba cerrada, se abrió y volvió a sellarse inmediatamente después de su paso.

"Por Júpiter, ¿qué le hicieron a Herbay?" Gideon no ocultó cierta irritación. Las paredes se extendían amenazadoramente a ambos lados y parecían no tener fin.

"Sólo un poco de protección, Blondie. Las fronteras de Nueva Ceres se han fortificado con un muro metálico y estamos reforzando las de Ceres también desde dentro. Irónico, ¿no crees? Júpiter hizo levantar esos muros para aislarnos, y nosotros los estamos usando para protegernos. Por cierto, te complacerá saber que eliminamos todos los receptores, cables y antenas de Herbay. El satélite de Júpiter no tiene forma de ver su interior".

"Veo que lo están haciendo en serio", observó el androide, genuinamente impresionado.

"Oh, sí, Mr. Blondie", respondió el mestizo con satisfacción. "Lo estamos haciendo muy en serio".

Unos veinte minutos después, Sid aparcó frente a la que parecía ser una pequeña villa rodeada por un patio con cercas altas. Salió primero y se encontró con otro mestizo, que tenía el pelo rojizo hasta los hombros, unas gafas exageradamente grandes y un voluminoso collar de cadena. "¿Todo bien?" Este último preguntó.

"Todo según el plan", confirmó Sid. "La tarjeta de acceso que me dio Katze funcionó perfectamente tanto para entrar como para salir. Conoce a Gideon, Aylin y Creek". Luego, se volvió hacía los Tanagurianos. "Este es Luke, ha preparado el lugar para su llegada. Los ayudaremos a instalarse".

La casa era de reciente construcción, a juzgar por el olor aún persistente a pintura fresca, el brillo del piso y la ausencia de desgaste en los marcos de las ventanas.

Mientras Gideon y sus protegidos miraban a su alrededor, Sid se llevó a Luke a un lado. "¿Has visto qué bonita es la chica?" Le confió en voz baja. "Deberías haberla visto antes. Llevaba un traje súper sexy lleno de purpurina y unas botas de tacón muy alto. Antes de subir al coche, se desnudó completamente ante mis ojos para cambiarse de ropa. ¿Puedes creerlo? ¡Se quitó todo! Pude ver su pecho y su cosita también. ¡Estaba a punto de correrme en los pantalones!"

"¡Qué suerte! Debería haber pedido conducir el coche", respondió el otro, fingiendo estar interesado, aunque en realidad a Luke nunca le gustaron mucho las mujeres. Sus predilecciones estéticas y sexuales se dirigían exclusivamente al género masculino, incluso una vez había rechazado a una prostituta que se le había ofrecido. Pero no se podía negar que Aylin fuera una belleza, y Sid parecía tan entusiasmado hablando de ella que sería una pena menospreciarlo.

Mientras tanto, Gideon se había sentado cómodamente en una de las sillas y pudo observar - y sobre todo, oír claramente, gracias a sus sentidos mejorados - las interacciones entre los dos mestizos. "Si ya terminaron de apreciar a mi mascota, ¿podrían explicarme que sucederá a continuación? ¿Aquí es donde vamos a vivir?"

Sid se sonrojó. Aylin lo miró con ternura y no pudo evitar reírse, pero ocultó la boca detrás de su mano para no parecer demasiado grosera.

"Sí, vivirán aquí", intervino Luke. "Hay tres dormitorios, dentro de los cuales encontrarán ropa. En los baños hay toallas limpias y todo lo necesario para la higiene personal. La cocina está totalmente equipada con provisiones. Sid y yo nos vamos ahora, pero volveremos por la mañana. La recomendación es no salir de la propiedad por el momento, tenemos que explicarles primero cómo pasar desapercibidos. Lamentablemente no sabíamos que habría una chica, no son muy comunes por estos lares, así que sólo encontrarán ropa de hombre".

"No importa, señor Luke", dijo Aylin, con un tono increíblemente dulce, tras pedir con la mirada el permiso de su Maestro para hablar. "Será divertido llevar ropa de hombre, se ve cómoda. Y gracias, señor Sid, por el viaje en coche. Fue emocionante. Nunca me había subido a un vehículo tan rápido".

Al oír la voz tranquila y persuasiva de la chica, el mestizo de pelo gris se quedó helado y con una mirada un poco atónita. Gideon tuvo que aclararse la garganta de nuevo para llamar su atención.

"Oh, sí. Así que... nos vamos", se despidió, caminando torpemente hacia atrás sin apartar los ojos de Aylin. Estaba tan distraído y tenía tanta prisa por marcharse que chocó contra la mesa y tiró una silla. "Para cualquier emergencia, pueden contactarse con Katze utilizando el comunicador especial que les dimos. Asegúrense de no salir de casa. ¡Y bienvenidos a Ceres!"

En cuanto se cerró la puerta - que era una clásica puerta con bisagras, muy diferente de las corredizas automáticas que se utilizaban habitualmente en Eos - Creek se puso en pie de un salto, como si de repente recordara que tenía papeles que desempeñar y no estaba de vacaciones, y adoptó una postura de mueble. "Maestro Gideon, haré una inspección de la casa para asegurarme de que todo está en orden. Luego, si lo deseas, puedo prepararte un baño y encargarme de la cena".

"Eso sería encantador, Creek".

Mientras el eunuco iba a explorar las distintas habitaciones, Aylin tomó uno de los cojines del sofá y lo colocó en el suelo. Se sentó en él y apoyó la cabeza en las piernas de Gideon, quien comenzó a acariciarle el pelo de forma casi paternal.

Con esa calma familiar, terminó el primer día de Lord Lagat y su familia fuera del control de Júpiter.

***

Raoul estaba inquieto.

Como no era aconsejable para él salir de casa hasta al menos el tercer día, cuando debía mostrarse a Júpiter, sus jornadas transcurrían entre el laboratorio y la biblioteca.

Nada, en general, lo relajaba tanto como hojear sus antiguas enciclopedias de bioingeniería molecular o crear nuevas sustancias mezclando átomos en alambiques. Sin embargo, ese día había leído y releído las mismas frases sin poder prestar atención a lo que estaba haciendo. Los elementos no se mezclaban, lo que resultaba en reacciones químicas incorrectas. Nuevos recuerdos invadían sus ondas cerebrales y no había forma de apartarlos.

Guy secándole las lágrimas y refrescándole las sienes que estaban calientes, con un paño humedecido.

Un fuego ardiente que se extendía desde el interior de sus muslos. La necesidad reprimida de consumación no concedida lo hacía temblar y retorcerse.

Su ano se encogía y dilataba por sí mismo, en la agonizante exigencia de ser llenado. Sus muñecas tiraban desesperadamente las ataduras de titanio.

El eco de una voz - no, su propia voz - suplicando, gimiendo y gritando. Un gruñido bestial saliendo de sus propios pulmones.

Guy lo besaba suavemente, acariciaba su cabeza y le susurraba versos reconfortantes. Los latidos de su corazón se reducían, su cuerpo se relajaba, las pulsaciones en su ingle se desaceleraban un poco. Entonces, el mestizo volvía a atormentarlo, estimulando alternativamente su esfínter, su escroto, su pene, sus pezones, su cuello, sus orejas, los dedos de sus pies. Una tortura interminable que nunca lo conducía a la ansiada liberación.

En un arrebato de ira, Raoul apretó un alambique, rompiéndolo en mil pedazos y lastimándose la mano con diminutos fragmentos de vidrio. No suficientemente aplacado, agarró algunos de sus instrumentos de laboratorio y los lanzó contra la pared.

¿Por qué lo humillaron así?

¿Por qué, en retrospectiva, se sentía abrumado por las ganas de ser tocado de nuevo?

¿Por qué el fuego que le revolvía las entrañas por la necesidad, era más fuerte que el que nacía de la ira de la humillación sufrida?

¿Por qué quería volver a sentir a Guy dentro de él?

¿Por qué se estremecía por la mano, la boca, la lengua y el pene de un lisiado sucio e insignificante?

¿Porque la masturbación no era suficiente, y quería el sabor salado de Guy entre sus labios y el calor áspero de su piel entre sus brazos?

Lo absurdo de la miseria que sentía era incomprensible. Raoul agarró la enorme estantería de ébano y la hizo caer sobre el escritorio. Golpeó la pared. Su furia era tan grande que podría continuar destruyendo y haciéndose daño, hasta que no quedaran nada más que astillas y sangre androide a su alrededor, pero la voz de Benson tocando insistentemente la puerta del estudio lo hizo desistir.

"Maestro Raoul, ¿se encuentra bien? ¿Necesita ayuda? ¡Por favor, déjeme entrar!"

Raoul recuperó la compostura, respiró hondo y abrió la puerta.

Al ver la sangre manchando la mano de su Maestro y la destrucción dentro de la habitación, el joven mueble palideció: "¡Maestro, está herido! Por favor, déjeme acompañarlo a la enfermería".

"Trataré mis heridas yo mismo. No te preocupes por reorganizar el laboratorio, haré que venga una empresa de limpieza por la mañana".

"E... está bien. La cena se servirá en media hora".

Con los dientes apretados y tratando de controlar sus impulsos, Raoul se fue a encerrar en su habitación.


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