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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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Creek abrió los ojos perezosamente, se sentía sereno y descansado como no lo había hecho en mucho tiempo. Extendió su mano para tomar el despertador de la mesita de noche y ver que hora era, pero para su desconcierto no pudo encontrarlo.

La luz del sol entraba por la ventana e iluminaba la habitación. El follaje de un abeto se asomaba desde un rincón, creando sombras armoniosas y danzantes sobre las cortinas. Como una avalancha, los acontecimientos del día anterior volvieron a su memoria. Ya no estaba en Eos. Había huido con Aylin y su Maestro.

Se puso en pie de un salto y empezó a buscar un reloj, pero lo que descubrió cuando logró encontrar uno lo hizo entrar en pánico. ¡Las nueve de la mañana!

Creek siempre era el primero en levantarse. Su despertador estaba puesto a las seis.

Se puso el uniforme del día anterior y corrió hacia la sala de estar, esperando que su amo aún siguiera dormido. Sin embargo, para su desgracia Gideon y Aylin ya lo estaban esperando sentados frente a la mesa.

"Maestro, lo siento. Me temo que me he quedado dormido", murmuró, acercándose con la cabeza gacha.

"Nos dimos cuenta, Creek. Ven y siéntate con nosotros", respondió tranquilamente el Blondie, señalándole una silla.

Aylin vertió con rapidez un poco de té caliente en su taza y untó con mantequilla una rebanada de pan tostado, que puso en su plato.

El eunuco estaba evidentemente mortificado, pero Gideon no le dio demasiada importancia a su falta. Creek era Creek, y no era posible cambiarlo ni mediante reproches ni con disciplina. Esto el Blondie lo había aprendido con el tiempo.

"No hagas un escándalo por algo tan insignificante. Más bien, ¿no encontraste ropa de tu talla?".

"Oh..." El joven bajó la mirada hacia su uniforme arrugado. "En realidad, ni siquiera busqué, Maestro. Simplemente corrí aquí con lo primero que se me presentó".

A Aylin se le escapó una risa. Imaginando la reacción del joven al darse cuenta de la hora que era, Lord Lagat también sintió simpatía por él, pero se mantuvo serio. "Estás perdonado por hoy, pero recuerda que ya no estamos en Eos y sería muy inapropiado que siguieras llevando este uniforme. Por la misma razón, supongo que no te peinaste ni te lavaste la cara, ¿verdad? Pareces un pollito con las plumas erizadas".

Creek se puso rojo como un tomate. "Así es, Maestro Gideon".

Aylin sonrió de nuevo, mirando con cariño al pobre mueble avergonzado.

"No tienes remedio", declaró el Blondie, sacudiendo la cabeza. "Ahora termina tu desayuno, luego irás a cambiarte y a ponerte presentable. Nosotros nos encargaremos de limpiar la mesa".

La linda mascota llevaba unos vaqueros con un cinturón de cuero y una camiseta negra de tirantes para hombre. Se sentía como la chica mala de una película que había visto unos meses antes. 'No está nada mal alejarse un poco de los colores provocativos que me imponían en Eos', pensó divertida.

Su cabello caía suelto sobre sus hombros. De vez en cuando, echaba un vistazo al espejo que tenía detrás para contemplar su nuevo aspecto.

Gideon se dio cuenta en seguida. "Te ves muy bien vestida así, Aylin. Me gusta este estilo mestizo en ti. Contrasta con tus rasgos dulces e inocentes".

"Gracias, Maestro, a mí también me gusta mucho", respondió la chica halagada.

Aylin nunca perdía su sonrisa. Su espíritu alegre y despreocupado era como un soplo de aire fresco para el imponente Blondie.

Cuando sonó el timbre de afuera, los tres Tanagurianos acababan de terminar de comer. Creek se levantó para ir a comprobar quién era, pero Gideon lo reprendió. "¿No te dije que fueras a cambiarte? Yo recibiré los invitados. Deben ser Sid y Luke".

"Le pido perdón, Maestro."

Mientras el joven corría hacia su habitación, Gideon salió al patio. Detrás de la reja estaban efectivamente los dos mestizos acompañados por un tercero que tenía el pelo rubio oscuro recogido hacia atrás.

"¡Buenos días, Mr. Blondie!" Saludó Sid alegremente al entrar en la casa. "¿Cómo fue tu primera noche en Ceres?"

"Buenos días. La noche fue bastante agradable. Sobre todo para mi mueble, que ni siquiera consiguió despertarse a tiempo". Para ser escuchado por Creek, Gideon había hablado en voz muy alta. Le gustaba burlarse un poco de él cuando tenía la oportunidad, y Creek cometía tantos errores que las oportunidades surgían continuamente.

"Oh, bien. Me alegro de que el niño prolijo haya roto algún patrón", comentó Sid, que obviamente no conocía a Creek.

Gideon se puso serio y cruzó los brazos delante del pecho. No le gustaban las sorpresas y mucho menos los inesperados, y el tercer mestizo no estaba en los planes. "¿Me presentas al recién llegado?"

"¡Claro! Él es Norris. Norris, Gideon. Gideon, Norris. Él tenía... curiosidad por conocerte".

"Ya veo. Y dime, ¿este amigo tuyo sentía curiosidad por mí, o sus miras estaban dirigidas hacia mi Aylin?"

Justo en ese momento, Norris estaba haciendo un escaneo completo de la chica, como si sus ojos pudieran ver a través de su ropa. Luke tuvo que darle una palmada en la nuca para que volviera a la realidad.

"¡Ay, lo siento!" Norris trató de justificarse, frotándose el cuello adolorido. "Es que no hay chicas por aquí. Fue más fuerte que yo".

Gideon puso los ojos en blanco, resignándose a la idea de que su mascota nunca dejaría de ser una gran atracción para los habitantes de Ceres.

"Entiendo. Pueden mirarla, pero recuerden mantener sus manos quietas. Aylin es de mi propiedad y no permitiré que nadie se acerque a ella sin mi permiso ni que le falte al respeto, ¿está claro?"

"Por supuesto. Muy claro", respondieron Norris y Sid, asintiendo al unísono. Pero por mucho que intentaran apartar la mirada de ella, era imposible hacerlo. Incluso con las mejores intenciones del mundo no podían resistirse a aquella criatura angelical, vestida como una motera y con el pelo morado suelto sobre sus hombros.

'Al menos, uno de los tres no parece interesado', pensó Lord Lagat, buscando un lado positivo al asunto y conteniendo el impulso de volver a aclararse la garganta. Luego, intentó cambiar de tema. "Vinieron a darnos instrucciones sobre cómo movernos por estos lares, ¿verdad?"

"Así es", Luke fue el que habló esta vez. "Estos barrios aún se presentan en su mayoría deshabitados, pero muchos de los edificios están en construcción y el paso de trabajadores es frecuente. El chico de pelo azul no tendrá problemas, siempre y cuando no lleve ese ridículo uniforme de mueble, pero un Blondie y una chica serían demasiado llamativos. Sé que algunos androides tienen habilidades especiales, como cambiar el color y la longitud de su cabello. ¿Tú Puedes hacerlo?"

Gideon reaccionó sospechosamente a esa pregunta. "No sé dónde oíste hablar de eso, Luke, pero el único de nosotros con este tipo de habilidad era Iason Mink, quien falleció hace más de un año. Había recibido de Júpiter dones exclusivos que sólo conocían sus allegados. ¿Cómo lo sabes?"

Gideon adoptó una actitud hostil. No se conformaría con una respuesta no exhaustiva.

"Te lo diré", intervino Norris. "Éramos amigos de Riki the Dark. Hace un tiempo fuimos a visitarlo a Apathia, y el Blondie que vivía con él cambió el color y la longitud de su pelo ante nuestros ojos".

El androide quedó asombrado por esta revelación, pero la explicación logró satisfacerlo. "Así que eran amigos de aquél mestizo salvaje. Siempre desaprobé la decisión de Iason de tomarlo como mascota, pero debo admitir que era un humano fascinante".

"Riki era especial", concluyó Sid secamente. "Pero no estamos aquí para hablar de él. La cuestión es que, si no puedes cambiar el color y la longitud de tu pelo, tendrás que teñirlo y cortarlo. No puedes caminar por Ceres con esa cascada rubia. Y lo mismo ocurre con tus ojos, tendrás que disimularlos con lentillas tintadas. No podemos correr el riesgo que se expanda la voz de que un Blondie está viviendo en Nueva Ceres".

Gideon dudó por un momento, pero luego aceptó. "Lo entiendo, no será un problema. Alteraré mi pelo y usaré lentes".

Luke exhaló aliviado. Le habían dicho que los Elites eran reacios a dejar que le cortaran el pelo, que era el símbolo de su linaje, pero al parecer a Gideon no le importaba tanto. "Traeremos todo lo que se necesita esta tarde. ¿Qué color quieres?"

"Negro", decidió el androide, con un destello de luz en su mirada. "Tanto los ojos como el pelo. Como tu Riki the Dark".

"Está bien. En cuanto a Aylin, tendrá que seguir usando ropa de hombre, además de vendarse el pecho y atarse el pelo o cortárselo cuando salga de casa. Así no llamará tanto la atención. También debería imitar una voz masculina o evitar hablar, sobre todo al principio".

"Me aseguraré de que se sigan estas instrucciones", confirmó el Blondie.

"En este caso, después de modificar tu apariencia podrás moverte libremente dentro de las murallas. Les proporcionaremos un mapa del barrio y un aero-coche. Comida, dinero y todo lo necesario para su sustento".

"Veo que tu líder es particularmente generoso y bien organizado. ¿Cuándo tendré el placer de conocerlo?"

"Pronto, Gideon, muy pronto", respondió Sid. "Nos vamos ahora, pero volveremos más tarde con las herramientas para teñir tu cabello".

Los tres mestizos se despidieron y salieron de la casa. Creek, que había mientras tanto terminado de prepararse y se había unido a los demás en la sala de estar, se acercó a su amo con preocupación.

"Maestro Gideon, escuché parte de la conversación. ¿De verdad vas a cortar tu hermoso pelo?"

"¿Por qué no? Será divertido mezclarse con los mestizos." La respuesta de Lord Lagat fue tranquila y natural, pero Creek tenía ganas de llorar. El pelo largo era lo que diferenciaba a los Elites de los androides de bajo nivel. Cortarlo era un símbolo de vergüenza y degradación, y un acto irreversible porque nunca volvería a crecer. El sacrificio al que Gideon se estaba sometiendo voluntariamente era inconmensurable.

"No seas catastrófico, Creek, es sólo cabello", minimizó el Blondie. "Ahora acérquense, tanto tú como Aylin. Estamos a punto de convertirnos en miembros de esta sociedad, y en ese sentido es importante que nada los identifique como un mueble y una mascota. Voy a eliminar sus etiquetas. De todas formas, ya las había desactivado antes de dejar Eos y no son más que adornos. Creek, extiende tu brazo".

El eunuco hizo lo que se le indicó y su Maestro rompió el sello del brazalete que lo marcaba como mueble. Su muñeca vacía se volvió increíblemente ligera.

Creek llevaba ese accesorio desde que Gideon lo había elegido, hace diez años, entre todos los demás muebles que habían terminado su periodo de formación. Era poco más que un niño, y no se había recuperado del todo aún de la cirugía de mutilación genital que le habían practicado seis meses antes en Guardian.

Para él, ese brazalete simbolizaba la salvación. Pues se mostró tan descuidado y torpe durante el entrenamiento, que se había convencido a sí mismo de que ningún Elite jamás lo elegiría, y que acabaría entre los muebles desechados. Sin ella se sintió de repente desnudo y solo. Como si lo estuvieran abandonando a su suerte.

El Blondie percibió su malestar. "¿Qué te pasa?"

"Maestro Gideon, no te deshagas de mí. Quiero seguir siendo tu mueble", murmuró el joven, conteniendo a duras penas las lágrimas.

El Blondie acarició su cabello. "Qué tonto eres. No me voy a deshacer de ti. Si esa hubiera sido mi intención, no te habría traído conmigo para empezar. ¿No te parece?"

Creek asintió avergonzado. Estaba tan abrumado por los cambios que una lágrima resbaló por su mejilla.

El tono de Gideon se suavizó un poco. "Debes entender que ya no estamos en Eos. Tenemos que acostumbrarnos a seguir las reglas de una sociedad diferente a la nuestra. De ahora en adelante sólo podré protegerte cuando estés cerca de mí, pero habrán circunstancias en las que te encontrarás solo, y cuando eso ocurra ya no serás mi mueble, sólo serás Creek y tendrás que asumir tus responsabilidades. Este es un momento en el que todos tenemos que madurar. He renunciado al favor de Júpiter, a la protección de Eos y a mis privilegios de Blondie. Tú tendrás que renunciar a estar bajo mi custodia en todo momento. Acerca tu cuello, Aylin".

La chica se inclinó hacia adelante para permitir que su amo abriera el broche de su collar.

"Ya está", declaró finalmente el Elite. "¿Qué se siente al ser dos simples seres humanos, en lugar de un mueble y una mascota?"

Aylin se pasó la mano por el cuello limpio. "Me siento igual que antes, Maestro. Como si nada hubiera cambiado".

"Así es, cariño. Nada y al mismo tiempo todo ha cambiado. Como simples humanos, a veces tendrán que tomar decisiones. Ya no seré quien siempre las tome por vosotros. Por supuesto, eso no cambia el hecho de que sigan siendo de mi propiedad. Tú en particular, Aylin, recuerda que si alguno de estos mestizos salvajes te pone la mano encima no dudaré en arrancarle la cabeza. En este sentido, tendrás que revisar algunas de tus conductas en público. Ya no será apropiado que muestres partes privadas de tu cuerpo. Te ayudaré a gestionar estos cambios".

"Está bien, Maestro". La chica estaba decidida. Creek, por otro lado, aún no parecía convencido. "Maestro, fui entrenado para ser un mueble. No sé hacer nada más. Ya ni siquiera soy un hombre. ¿Cómo puedo vivir en Ceres? Me enseñaron a ser una máquina, a renunciar a mi humanidad y a vivir en función de la familia a la que sirvo. No puedo mezclarme con hombres completos. Ellos son diferentes a mí."

Gideon escuchó atentamente las palabras de su asustado sirviente, y sin burlarse de él le habló con franqueza como si fuera su igual. "Tu razonamiento es sólido, Creek, pero hay un punto que no has considerado. La formación para muebles no funcionó bien contigo. No has perdido tu humanidad y no te has convertido en una máquina. Para ser honestos, nunca fuiste un buen mueble. Y lo mismo ocurre con Aylin, el entrenamiento tampoco funcionó bien con ella. No lograron convertirla en un cuerpo sin mente dedicado al sexo y la lujuria. Es precisamente por esta razón que los he mantenido durante tanto tiempo y tratado de forma diferente a otros muebles y otras mascotas. Porque son especiales.

Creek, si te preocupa tu mutilación física, nadie te obligará a tener una vida sexual. Mientras mantengas tu ropa puesta no eres muy diferente de otros mestizos. De cualquier manera, no voy a lanzarte a las calles de Ceres de repente y sin protección. ¿De acuerdo? ¿Me mirarás a los ojos y me demostrarás que lo entiendes?"

El joven levantó su mirada aún húmeda y la puso a la misma altura que la de su Maestro. "Sí. Pido disculpas. No volveré a quejarme".

***

Por la tarde, Sid y sus dos amigos regresaron con el tinte para el cabello como habían prometido. Aunque en muchos aspectos era un atolondrado, Luke era un peluquero apasionado y prometedor. Él, Gideon y Creek entraron en el baño y salieron casi dos horas después.

Lord Lagat se veía majestuoso y oscuro. Los mechones de color carbón caían de forma irregular sobre su frente y hasta la base de su cuello. Iba vestido completamente de cuero negro. Sus magnéticos iris del color del cielo se escondían tras un profundo ébano veteado.

Creek lo seguía, acunando con tristeza un largo mechón de hilos dorados.

Aylin quedó fascinada por el nuevo aspecto de su Maestro y se acercó a él con ojos brillantes y una sonrisa irreverente. Los dos intercambiaron una mirada de complicidad. Con su nueva ropa mestiza se sentían extremadamente cómodos.


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