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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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Veinte días después de Dana Burn los pacientes estaban clínicamente curados y serían dados de alta en breve.

La puerta de la habitación de Guy no estuvo cerrada con llave desde el día de su conversación con Riki e Iason. Sin embargo, Guy no salió y ellos no volvieron a visitarlo.

Katze estaba trabajando para preparar su salida de la clínica. Por razones de seguridad, su presencia en el hospital se había limitado al mínimo para discutir algunos asuntos urgentes con Iason, nada más. No podía arriesgarse a utilizar ningún medio de comunicación, ni siquiera protegido o encriptado.

Se difundió desde Tanagura la noticia oficial que, debido a un defecto técnico en el motor de la nave en la que viajaban, el líder del sindicato y su mascota sufrieron un accidente fatal durante un viaje de negocios interplanetario.

Lord Raoul Am fue nombrado su sucesor.

***

Era una mañana aparentemente igual a cualquier otra. Iason, después del desayuno, entró en el baño privado de su habitación para darse una ducha. Riki se armó de valor y le siguió. En silencio, sin mirar al rubio que le observaba intrigado, se desnudó y se metió rápidamente en el cubículo.

Ese comportamiento era muy inusual para él. Riki nunca había buscado la compañía íntima de Iason, la evitaba cuando podía o - la mayoría de las veces - actuaba de forma completamente pasiva, resistía y esperaba que el rubio terminara con él.

Sin embargo, desde el momento en que Iason había perdido una pierna para salvar su vida y la de Guy era como si algo hubiera cambiado. Riki ya no se sentía un prisionero. Ya no deseaba escapar. Ya no le tenía miedo.

Todavía no entendía la verdadera razón por la que Iason había actuado de esa manera, pero una cosa era cierta: el gélido Lord Mink se preocupaba por él, de alguna forma, y Riki ya no se sentía tan indiferente a sus afectos.

El chorro de agua era cálido y relajante. El mestizo permaneció largo rato alli abajo, desnudo, avergonzado y en silencio, mientras la mirada tranquila y atenta del androide no perdía ni uno solo de sus apenas perceptibles movimientos musculares.

Riki estaba nervioso. Su nuevo aparato sexual se había curado por completo, pero no había probado que funcionara e Iason no lo había visto desnudo aún. No se sentía completamente cómodo y confiado con su nueva apariencia.

Seguía siendo un hombre, sus testículos estaban presentes y sanos, sus impulsos no habían cambiado. La diferencia era que donde antes colgaba su pene ahora sólo había un orificio.

¿Y si no pudiera venir? ¿Y si no le gustara este nuevo tipo de sexo? ¿Y si Iason, a pesar de sus afirmaciones anteriores, se decepcionara?

El Blondie enjabonó la esponja y comenzó a lavarle con suavidad, pasando la suave herramienta por sus hombros y cuello, brazos y axilas, pecho y caderas. Si bien las mascotas proyectadas en laboratorio fueran, en su mayoría, sin pelo por elección genética, las zonas pilosas de Riki eran las normales de un hombre de su edad, a excepción de la ingle recién operada.

El androide se arrodilló a la altura de su ombligo. Al sentir la cara de Iason justo delante de su nuevo aparato, Riki reaccionó inicialmente con pánico. Durante las interminables noches de Apathia, el rubio solía practicarle sexo oral, pero ahora Riki no soportaría ser estimulado de esa manera.

Afortunadamente, el androide se limitó a lavarle suavemente las caderas y el interior de los muslos. Le invitó a apoyar la espalda en la pared de la cabina y a abrir ligeramente las piernas para limpiar bien entre sus nalgas y en el perineo. Sólo al final se concentró en la zona del pubis. Dejó caer la esponja y enjabonó sus testículos y la piel encima de ellos con las manos.

Riki se sintió inmediatamente excitado. Su nueva zona inguinal, sensible y palpitante, transmitió una agradable y radiante sensación de calor al resto de su cuerpo.

Mientras Iason realizaba movimientos circulares alrededor del orificio uretral con una mano, cogió un puñado de espuma con la otra y le rodeó el escroto, haciendo vibrar sus testículos. Riki reprimió un chillido.

Movió los dedos detrás de sus gónadas, separó ligeramente las nalgas y los hundió entre ellas. Nuevas sensaciones que nunca antes había provado envolvieron al mestizo. Comenzó a respirar de forma acelerada y a emitir pequeños gemidos.

Mientras la mano derecha de Iason seguía estimulando los contornos de su uretra, los dedos de su mano izquierda encontraron la cálida y arrugada abertura y se deslizaron fácilmente en su interior gracias al generoso enjabonado.

"Iason ... No puedo soportarlo más. Por favor... déjame..." La voz de Riki sonó como una súplica. Esa era la regla. Para venir, se requería la aprobación del Maestro. De lo contrario, el anillo que impedía su eyaculación no se ensancharía. El condicionamiento que había recibido estaba tan arraigado en Riki que, incluso sin tener pene, era como si el anillo de mascota siguiera dominándolo.

"Ven, mascota".

Riki empujó sus caderas hacia delante y eyaculó. El semen blanco y viscoso llegó a la cara y al pelo de Iason. Sin aliento, casi se derrumbó sobre sí mismo.

El rubio se levantó, se lavó rápidamente, detuvo el flujo de agua y le tendió una mano a su mestizo para ayudarlo a salir de la cabina. Ambos se envolvieron en una gran toalla y se dirigieron a la cama.

"Sabes que ya no tienes que pedirme permiso, ¿verdad?" Preguntó el Elite, tumbándose junto a Riki y acariciando su pelo mojado.

"Sí, pero no pude evitarlo. Es por eso que en Ceres no podía hacerlo. Nunca... vine... en ese año y medio".

"No me lo habías dicho".

"Bueno, antes no hablábamos mucho. No sobre cosas realmente importantes, al menos. Sólo lo poco que era muy necesario".

"Debes haberte sentido solo".

"Un poco. Solía hablar con Katze y con los chicos del mercado negro. Antes estaban Cal, Daryl y M..." Hizo una pausa, pensando que lo que iba a decir sería inapropiado.

"¿Mimea?" Iason terminó la frase por él.

"S ... Sí, ella".

"Lo entiendo. Supongo que tenemos mucho que compensar, mascota."

El eco de esa palabra tuvo el efecto inmediato de cerrar el estómago de Riki por un momento. Entonces, extrañamente, se relajó. "¿De verdad ya no tendré que ser una mascota?"

"No, mientras te quedes a mi lado por tu propia voluntad."

"Entonces... ¿qué somos? ¿Una especie de pareja? ¿Soy... un hombre libre?"

"Depende de lo que entiendas por libertad, Riki", reveló el rubio, sin dejar de peinarlo con los dedos. "No te permitiré dejarme, pero para todo lo demás puedes actuar como te parezca. No te obligaré a hacer cosas que no quieres hacer. No te daré razones para querer huir."

Riki asintió pensativo, era más de lo que había recibido de él hasta ahora. No sabía hasta qué punto podía confiar realmente - Iason había demostrado más de una vez que podía ser imprevisible y cruel - pero ¿qué opción tenía? Estaba oficialmente muerto y no se le podía ver por Amoi. Mutilado como estaba, vivir en Ceres sería imposible. Más importante, Riki sabía que no podría seguir viviendo lejos de Iason, lo necesitaba tanto físicamente como - y esta era la novedad - emocionalmente. Además, Iason había perdido una pierna y casi la vida protegiéndolo. Se lo debía. Se quedaría a su lado para devolver el favor.

"Sabes, siempre odié que me llamaras así. Mascota, quiero decir. Pero ahora que ya no soy una de ellas... me dá una sensación diferente. Me excita, supongo, pero sólo cuando estamos los dos solos. No quiero que lo digas delante de otras personas".

"Serás mi mascota secreta", le susurró Iason al oído.

Riki sintió que la sangre volvía a fluir entre sus piernas y una ola de calor se irradiaba desde su nueva zona sensible. Sacudido por aquella extraña y urgente necesidad, puso la primera excusa que se le ocurrió para bajarse de la cama, alejarse y calmarse un poco, pero Iason se lo impidió apretándolo contra el colchón y ocupando su boca con un beso.

Habiendo perdido toda voluntad de reprimir sus instintos primarios, Riki se rindió al deseo y con un movimiento repentino se arrodilló entre las piernas del androide, tomó su miembro en la boca y comenzó a chuparlo, alternando entre su lengua y sus labios y utilizando sus manos para cubrir toda la enorme longitud. Finalmente, se tumbó de espaldas y abrió las piernas, ofreciéndose sin pudor al ser etéreo que había sido su perdición durante años. "Fóllame, por favor".

Iason introdujo dos dedos en su esfínter, todavía resbaladizo y completamente relajado, y lo masajeó suavemente hasta que primero tres y luego cuatro dedos entraron sin dificultad. Colocó la punta, reluciente de saliva y preesperma, de su enorme eje y comenzó a penetrarlo. Se detuvo un par de veces para permitirle acostumbrarse a la circunferencia, y continuó hasta que estuvo completamente dentro de él.

A Riki le encantaba la sensación de llenado y la intensa estimulación que le proporcionaba Iason. Le había costado adaptarse al tamaño de su pene - que le había causado mucho dolor y repetidas laceraciones, sobre todo en los primeros tiempos - pero ahora su cuerpo se había acostumbrado a recibirlo. Ahora, nadie más que aquel androide rubio de mirada gélida podría satisfacerle.

Iason comenzó a moverse, primero lentamente y luego aumentando la velocidad de sus estocadas. Cada vez que su vientre se estrellaba contra los testículos del hombre que tenía debajo, un torrente de ardor y electricidad se irradiaba de su recién reconstruido aparato, haciéndole estremecer. Pronto Riki no pudo soportarlo más. "Aaaah p ... por favor", gritó.

"Ven", autorizó la Elite. Casi al mismo tiempo, ambos se liberaron con fuerza.

Iason salió del cuerpo caliente y palpitante de Riki y lamió un poco de la sustancia viscosa que se había derramado en su bajo vientre. Ambos se recostaron durante mucho tiempo contra el cuerpo del otro.

Sólo unos minutos después, el joven se dio cuenta de que Iason se había quitado la prótesis. No lo había notado en su momento. Se dejó envolver por sus muslos, cerró los ojos y se quedó dormido.

***

Una media hora más tarde les despertó un discreto golpear. Riki se puso la bata y fue a abrir la puerta. Detrás de ella estaba alguien que no esperaba ver en ese momento: Guy. Todavía llevaba puesto el mismo camisón de hospital de fina tela azul marino. Al parecer, Katze no se había molestado en proporcionarle otra ropa.

Guy se maldijo internamente. Desde la noche anterior se encontraba ansioso por tener que ir a hablar con ellos, y justo parecía que llegó en un momento inoportuno. 'Mierda'. "Hola. Si están ocupados, puedo volver más tarde..."

"No, quédate". Riki miró hacia atrás para asegurarse que Iason también se hubiera vestido con su bata. "¡Adelante!"

Lord Mink no llevaba puesto el miembro artificial, que parecía haber sido arrojado porque estaba en el suelo bastante lejos de la cama. Su mitad inferior estaba cubierta sólo por la sábana. Primero, Riki recogió la prótesis y la dejó a su alcance. Luego, señaló a su ex una silla y se sentó él mismo en el borde de la cama.

Guy se sentía incómodo. Ver el impedimento de Iason en vivo era impactante, esa prótesis tenía algo macabro, parecía una pierna de verdad. Además, la habitación olía a sexo y las sábanas parecían recién manchadas. 'Joder, qué situación'. Guy se preguntó cómo Riki todavia... sería una pregunta para más adelante, si es que había alguna posibilidad de enfrentar el tema.

"Guy", Iason interrumpió el silencio que se estaba volviendo incómodo. "Supongo que viniste porque tienes algo de que hablar".

"Sí". El hombre se frotó el cuero cabelludo con el dorso de la mano. "Eso es... Me doy cuenta de que he metido la pata. No quiero justificarme. Lo hice por Riki, realmente pensé que era lo correcto".

Miró a su antiguo compañero de banda. "Riki, te he hecho daño. Tenía que ser un daño colateral necesario. Creía que tu libertad no tenía precio y quería devolvértela. Ahora sé que debí escucharte y creerte... Lo siento... Sé que no te sirven de nada mis disculpas, pero no puedo retractarme de mis acciones".

Ahora venía la parte difícil. "Iason, yo... quería matarte. Todavía te odio. Seré honesto contigo, no me siento responsable por tu lesión y me importa una mierda que hayas perdido una pierna. Supongo que sientes lo mismo por mi lesión". Dirigió su mirada al espacio vacío que llenaba su manga izquierda.

"Sin embargo, no tendrías que llevarme a un lugar seguro. Aunque no fue tu iniciativa, sino una petición de Riki, estoy en deuda contigo y un Bison siempre paga sus deudas. Además, estás con Riki. Mientras tus sentimientos por él sean sinceros y no le hagas daño, te consideraré parte de mi banda. Riki es la persona más importante de mi vida, así que no me falles o te juro que la próxima vez te mataré de verdad".

Todo esto lo dijo sin mirar a Iason a los ojos, excepto por la última frase, cuando sus pupilas adquirieron un brillo amenazante.

"Debería haber muerto en Dana Burn. Nunca pensé que saldría vivo de alli. Hubiera sido más fácil para mí, ahora tengo que vivir no sólo con el remordimiento de lo que le hice a Riki, sino también con él de toda la gente inocente que perdió la vida por mi culpa, entre ellos muchos hermanos mestizos. He oido hablar de esto en la radio todos los días desde que estoy aquí. Se suponía que la explosión sólo derrumbaría a Dana Burn, pero supongo que... calculé mal la cantidad de explosivos". Cerró el puño con tanta fuerza que se le blanquearon los nudillos. "Y ahora, por mi culpa deben esconderse de Júpiter".

Guy volvió a mirar a la extraña pareja, que nunca había interrumpido su discurso. "No tengo mucho que ofrecerles, sólo mi vida, pero incluso con un sólo brazo soy capaz de luchar y empuñar un arma. Se me dan bien las estrategias y tengo un cerebro que funciona. He decidido... aceptar su unión y cooperar con ustedes. Sean cuales sean sus planes, les ayudaré a realizarlos. Les protegeré de Júpiter o de cualquier otro enemigo, y trataré de compensar mis errores. Espero... que acepten mi oferta".

Durante unos minutos nadie dijo nada. Entonces, el Blondie hizo un discreto gesto con la cabeza. "Aceptamos tu regalo, Guy de Ceres".

El hombre asintió. Sin nada más que decir, se levantó de la silla y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Riki habló primero. "Sabes, Iason, realmente deberíamos decirle a Katze que le traiga algo de ropa".


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