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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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Katze estaba en su oficina cuando su holocomunicador sonó. En la pantalla del remitente tildaba el nombre de Raoul Am. Joder, no tuvo más remedio que aceptar la llamada.

- ¿Sabías, Katze, que eres uno de los principales herederos de Iason? - Una vez más, Raoul demostró que no le gustaban las galanterías ni los giros y fue directamente al grano.

- No, Su Excelencia, no sé a qué se refiere. -

- Iason había registrado un testamento en el que dejaba todos sus bienes a su mascota mestiza. Como ese individuo ya no está en vida para reclamar su herencia, hay que pasar al segundo de la lista, es decir a ti. -

Esto fue totalmente inesperado.

- Te convertiste en el propietario de todas las cuentas y líneas de crédito de Iason, así como de sus objetos personales, joyas y obras de arte. De sus bienes raíces, fábricas y posesiones fuera de este mundo. Todo excepto el ático de Eos, que le pertenece a Júpiter y ahora se ha convertido en mi residencia. Su mueble A8391 también será tuyo de ahora en adelante, debes conocerlo como Cal.

Katze quería estrangular a su Amo. '¿Por qué demonios no me avisó Iason?' - Su Excelencia, estoy realmente sorprendido por estas revelaciones. -

- Ya veo. Todos los documentos legales y los objetos de valor serán entregados hoy mismo, el antiguo mueble de Iason se encargará del traslado. Si utilizarlo, venderlo o deshacerte de él, quedará a tu discreción. - Dicho esto, el rubio cerró la comunicación.

Realmente, un giro inesperado de los acontecimientos.

***

Esa misma tarde, dos camiones con las posesiones de Iason – ahora de Katze - llegaron a uno de los almacenes del líder del mercado negro. Cal fue el primero en desembarcar, cargó dos cajas y comenzó a llevarlas al interior. Al reconocer a su nuevo dueño, se inclinó respetuosamente. "Maestro, mis servicios están a su disposición".

Katze, con los brazos cruzados en el umbral, le miró atentamente. "¿Cuánto hace que no comes, Cal?"

El joven mueble de la familia Mink, un chico de apenas 16 años, parecía más delgado desde la última vez que Katze lo vio. Estaba pálido y sus ojos revelaban varias noches de insomnio.

De hecho, desde la partida oficial de sus dos amos la vida de Cal no había sido fácil. Al quedarse solo en el gran ático de Eos, había llorado durante días. Luego, los guardias de Júpiter habían venido a por él sin darle tiempo siquiera de alistar una maleta con sus cosas. Desde entonces vivió en una celda en el cuartel general de los guardias, en la Torre de Júpiter, donde prácticamente se olvidaron de su existencia. De vez en cuando le llevaban un plato de comida, apenas suficiente para mantenerlo con vida, mientras esperaban saber más sobre su destino.

Sólo hay dos caminos posibles en Tanagura para los muebles desechados, repudiados o abandonados por sus amos: la eliminación o la relegación a mueble de tipo D, es decir la escala humana más baja existente. Por esta razón, fue un alivio para Cal cuando le informaron que había sido asignado al servicio de Katze, por lo menos una cara conocida y en la que su Maestro Blondie confiaba. Realmente esperaba que su nuevo dueño lo necesitara y no lo rechazara.

Sin dudas, verse tan debilitado no era una ventaja para él. "Lamento mi apariencia, Maestro. No afectará a mi capacidad de trabajo".

"Mis hombres terminarán de descargar la mercancía, tú ven conmigo".

El destino puede ser a veces terriblemente irónico. ‘¡Un antiguo mueble que posee un mueble!’ En esto pensaba Katze, sonriendo internamente, mientras conducía a Cal al interior de sus oficinas y le mostraba una de las habitaciones traseras, normalmente utilizada para albergar a comerciantes ultraplanetarios.

"Te instalarás aquí. Tendrás tu propio baño y al final del pasillo encontrarás la cocina. Come algo y atiende tus necesidades. ¿Tienes ropa para cambiarte?"

"Me temo que no, Maestro". Cal llevaba más de veinte días con el mismo uniforme sucio, arrugado y maloliente. Obviamente, no había podido ducharse, peinarse o cepillarse los dientes.

"Te daré algo de mi ropa junto con una toalla".

Cal mostró un destello de impaciencia y preocupación. Necesitaba sentirse útil y sacudirse el miedo a ser vendido o eliminado. "Maestro, ¿hay algo que pueda hacer por usted?"

Katze, que estaba bien familiarizado con el condicionamiento recibidos por los muebles, no se sorprendió lo más mínimo de tanto servilismo y le dio instrucciones precisas. "Prepara dos tazas de té y cuatro sándwiches de carne y verdura, deja uno en mi mesa y cómete el resto. Dúchate y descansa un poco. Pon una alarma para las cinco de la tarde, ponte la ropa que encontrarás en la puerta y ve al mercado de la esquina. Compra lo necesario para abastecer la despensa, ropa informal para ti - aquí no tienes que llevar uniforme - y cualquier cosa que cubra tus necesidades personales. Tendrás un chip de crédito con fondos ilimitados a tu disposición. Una vez hecho esto, podrás retirarte para la noche, ya no requeriré tus servicios por hoy".

No era lo que Cal esperaba, pero las órdenes eran órdenes y debían cumplirse al pie de la letra sin objeciones. "Gracias Maestro, me ocuparé de ello ahora mismo".

El hambre y las ganas de lavarse eran tan grandes que su primer impulso fue correr a la cocina, pero logró contenerse. Realizó la reverencia protocolaria y comenzó a caminar con porte, mientras la idea de tener por fin algo sustancioso entre los dientes hacía que le hormigueara el estómago.

***

Treinta días después de la explosión de Dana Burn el refugio estaba finalmente terminado: una búnker subterráneo que unía la oficina de Katze en Midas con la base interna del mercado negro en Ceres.

El búnker ya existía, era un viejo edificio bajo tierra de la época en que la Zona 9 - también conocida como Ceres - se rebeló contra Júpiter, antes de convertirse en un barrio autónomo confinado del resto de Midas.

Desde que Katze tomó el control de las operaciones de contrabando de Amoi, se utilizó para el almacenamiento secreto y el transporte de bienes y personas hacia y desde Ceres. Se accedía a él a través de dos túneles: uno que llevaba a las oficinas del mercado negro en Midas y otro que llevaba a un almacén situado en el interior de Ceres, que como fachada era una tienda donde se vendían repuestos para motos.

Katze lo renovó por completo, haciéndolo habitable y cómodo. Hizo instalar un avanzado sistema de aire acondicionado para garantizar un intercambio constante de aire y una temperatura ideal, y colocó ventanas ficticias con holoproyectores en cada cuarto para simular el paisaje exterior.

El refugio contaba con tres habitaciones con baño, un estudio, una biblioteca, una cocina grande y bien equipada, una despensa, un comedor, un amplio salón, una sala de recreo con zona de billar y un pequeño gimnasio. Los espacios estaban decorados con las obras de arte y los artefactos que antes habían adornado el ático de Eos.

Incluso habían conseguido recrear una especie de jardín en el que habían colocado una fuente y varias plantas y árboles. Alrededor de la casa, un pasillo garantizaba que se pudiera seguir utilizando el túnel para transportar mercancías de Ceres a Midas y viceversa sin perturbar la intimidad de sus ocupantes.

Afortunadamente, gracias a que las cuentas bancarias de Iason habían sido heredadas por Katze, las obras de renovación siguieron adelante sin reparar en gastos.

***

El joven eunuco colocó la bandeja del desayuno sobre el escritorio de su amo.

"Gracias, Cal. Necesitaré tu ayuda con un recado esta mañana. ¿Sabes conducir?"

"Por supuesto, Maestro".

"Muy bien. Llevaremos dos coches, quédate detrás de mí".

"Como quiera, Maestro".

Más tarde, mueble y ex-mueble se subieron cada uno a un coche volador. A Cal no le costó seguirlo, pues quizá para no llamar demasiado la atención, el jefe del mercado negro siempre mantuvo una velocidad moderada. Se detuvieron frente a la puerta de una clínica.

Tras aparcar los vehículos, Katze dio a Cal nuevas instrucciones. "Necesito acompañar a algunos residentes de este hospital a mis oficinas. Ve y avisales que estamos listos para salir, los encontrarás en la habitación número 3. Yo, mientras tanto, cargaré su equipaje".

"Por supuesto, Maestro". Enterarse de que Katze prefería cargar el equipaje y dejarle a él la tarea de ir a buscar a unos invitados que ni siquiera conocía dejó a Cal bastante sorprendido. Lógicamente, debería haber sido al revés, pero su trabajo consistía en obedecer órdenes sin cuestionarlos.

Encontró la habitación número 3 cerrada, así que tocó y esperó que le dieran permiso para entrar.

Quien abrió la puerta fue un familiar mestizo de pelo oscuro que lo abrazó con tanta fiereza de tirarlo al suelo. Luego, empezó a reírse y a hablar de forma incoherente y excitada.

Aunque había vivido sus últimos meses como mascota en Apathia, lejos de Eos, y nunca había sentido especial afecto por los muebles que se habían encargado de cuidarlo, Riki se había preocupado bastante por el destino de Cal, ya que Iason se había marchado prematuramente sin dejar ninguna aparente previsión para su destino.

Descubrir que el chico que le había ayudado a sobrevivir a las penurias de Eos seguía vivo fue reconfortante, como un pequeño regreso a la rutina del pasado, antes de que todo cambiara. ¡Ese bastardo de Katze! ¡Le iba a hacer pagar por no decirle!

Cal ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar, sorprendido como estaba y zarandeado a derecha e izquierda por un eufórico Riki. Finalmente, se disolvió en sollozos. "¡M... Maestro Riki! ¡Está vivo! Me dijeron que murió junto con el Maestro Iason. Creí que no le volvería a ver".

El pobre Cal no podía dejar de llorar, las lágrimas le dificultaban incluso la respiración. En contra de todas las reglas - que dictaban que el contacto entre muebles y mascotas debía ser mínimo y limitado en aras de higiene, estética y salud - Riki lo abrazó de nuevo para intentar calmarlo. "Estamos bien, Iason está aquí también. Siento que te hayas preocupado".

Cal inhaló y trató de recomponerse. "¿El Maestro Iason está aquí?" Todavía sentado en el suelo, trató ponerse de pie al ver al rubio dentro de la habitación.

La autenticidad de su emoción sorprendió incluso a Iason, que ofreció a su sirviente una mano para ayudarle a levantarse y se sentó en el borde de la cama con él en su regazo. Una acción inconcebible que hasta ahora sólo había hecho con Riki.

Por lo general, los Elites no tienen contacto físico con sus muebles, y Cal nunca había sido tocado directamente por él salvo por acciones disciplinarias ocasionales. El hecho de que Iason ahora lo tuviera sobre sus muslos, con una mano firme en su pecho y la otra acariciando su espalda mientras intentaba ayudarlo a superar un ataque de ansiedad era... bueno, sorprendente. Katze observó conmovido la escena desde el pasillo. No era una imagen que se veía todos los días y se alegró de haber mantenido el secreto.

Cuando Cal logró calmarse, Iason y Riki le explicaron, sin entrar en detalles, que habían tenido que fingir sus muertes y que nadie más que los presentes sabía la verdad. Que tendrían que vivir escondidos y que él podría quedarse con ellos como en Eos.

No hablaron de sus lesiones ni de por qué estaban en una clínica. De todos modos, lo descubriría tarde o temprano pero por ahora no había razón para romper ese momento de alegría. Por supuesto, Cal confirmó inmediatamente que quería volver a servirles.

El joven eunuco salió de la habitación con la cara roja y los mocos goteando de su nariz. Riki, a su lado, le estaba entregando un pañuelo.

Guy, que por fin había recibido una bolsa de ropa decente de Katze, había observado la reunión desde el pasillo.

En Ceres, los muebles tienen mala reputación. Se les considera incluso peor que las mascotas, siervos bastardos y cobardes que lamen los pies de las Elites de Tanagura sólo para luego ser arrojados como si fueran basura. La vergüenza de la humanidad.

Así que ser testigo de una muestra de afecto tan sincera de un mueble a su dueño y viceversa fue surrealista. Casi parecían... una familia.

Antes de salir a la calle, Iason cambió el color y la longitud de su pelo en un abrir y cerrar de ojos, era una habilidad particular suya. Lo hizo azul con un corte medio y se puso unas gafas de sol.

Riki e Iason subieron al coche conducido por Cal y Guy al de Katze. Llenos de dudas, aprensión y expectación, se dirigieron a su nuevo hogar.


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