Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Mirando por la ventana del pequeño departamento de Guy con un cigarrillo en la mano, Riki observaba el estrecho y maloliente callejón lleno de basura que tenía debajo, donde dos ratas se estaban peleando por restos de comida. Tiró el cigarrillo y se quedó viendo mientras se consumía lentamente en el hormigón antes de apagarse.

No muy lejos de él, Guy estaba sentado frente a la computadora, ocupado en la elaboración de un nuevo proyecto. A pesar de su falta de experiencia, se había tomado muy en serio su papel de intermediario entre Ceres y el mercado negro; en poco tiempo ya había hecho grandes cosas por su barrio.

Desde el momento en que - gracias a las habilidades de Iason y a los fondos de la herencia, que permitieron nuevas inversiones específicas - el negocio de Katze/Iason había despegado, sus activos crecieron exponencialmente llegando a ser prácticamente ilimitados, y seguían creciendo.

Estas condiciones favorables hicieron posible que Riki lograra convencer a Iason para que desempeñara un papel social en Ceres. En la práctica, lo que el mercado negro estaba haciendo por los suburbios era puramente desinteresado. Era voluntario.

Proporcionaban a cada joven recién salido de Guardian un lugar donde vivir, además de ayudas económicas y alimentarias gratuitas. La única condición obligatoria para obtener esos privilegios era asistir a cursos de formación para aprender un oficio. Mecánica, fontanería, carpintería, metalistería, medicina, agricultura, enseñanza, construcción de nuevos edificios y renovación de los existentes, informática, creación de nuevos objetos a partir de residuos. Todos trabajos útiles dentro del barrio.

Así se evitaba que los chicos salieran a robar a los ciudadanos de Midas para no morir de hambre o se mataran entre si en peleas pandilleras. Ahora que se mantenían ocupados y se sentían útiles, ya no necesitaban ir a llenar su aburrimiento y embrutecer el vacío de sus existencias en los fondos de las botellas de Stout en los bares.

Para que todo esto fuera posible, Guy seleccionaba personalmente a los mestizos de mayor confianza y asignaba a cada uno de ellos un área de especialización a cambio de un salario. En cuanto a los profesores de los cursos, la elección recaía en personas con aptitudes específicas y un don para la enseñanza.

Las cenizas de Ceres, es decir la parte que se había derrumbado debido a la explosión de Dana Burn, se convertieron en el terreno fértil para la reconstrucción. Centros educativos, nuevos pisos, comedores sociales, consultorios médicos, fábricas, parques, jardines, carreteras, centros de distribución de alimentos y otros bienes básicos. Cada día surgían nuevos edificios y estructuras. Katze les proporcionaba planos y materiales, pero los trabajadores eran casi todos voluntarios. Chicos y hombres de Ceres con esperanza en el futuro.

La vida en los barrios marginales estaba mejorando, pero aún quedaba mucho camino por recorrer.

Riki se sirvió una taza de café de la jarra y se sentó junto a su amigo. "¿En qué estás trabajando?"

"¿Recuerdas los nuevos proyectos, es decir saneamiento de calles, depuración de aguas y reciclaje de residuos? Acabo de terminar de escribirlos, le estoy enviando una copia por correo electrónico a Katze junto con el mapa de la línea de alcantarillado.”

"¿Ya has decidido cómo proceder?"

"Para el saneamiento de las calles, he organizado cinco equipos que serán operativos a partir de la próxima semana. Una parte de los residuos recogidos, la que no se puede reutilizar, acabará en la nueva incineradora; los residuos orgánicos, en el contenedor de compost; el resto en el nuevo almacén del sector este, donde se clasificarán y prepararán para su procesamiento.”

Riki se levantó de la silla para coger la lata de galletas de la estantería. "¿Has conseguido hacer funcionar los robots de reciclaje?”

"Por desgracia, no", admitió Guy con un bufido. "Se siguen atascando, no conseguimos arreglarlos".

Riki se tomó unos segundos para pensar. "Hablaré con Iason. En Tanagura están muy avanzados con la robótica y el reciclaje, seguro que se le ocurrirá una solución".

"Vale, hazme saber lo que dice." Cada vez que salía el nombre de Iason en la conversación, Guy se sentía incómodo. Masajeándose una sien a la vez con la mano, apagó el terminal. Había pasado demasiado tiempo frente a la pantalla y sus ojos estaban cansados. "Hablando de... Iason... ¿cómo van las cosas entre él y el otro rubio?"

"Raoul está en nuestra casa ahora mismo, él es la razón por la que he venido aquí", confesó Riki. "No lo soporto, actúa como si fuera el dueño del lugar. Pero lo peor es que me trata como un insecto molesto. ¡Es un grano en el culo! A veces tengo la tentación de decirle que se vaya al infierno, pero eso no sería bueno para Iason, así que prefiero irme no más".

Guy asintió con seriedad. "No puedo creer que casi mate a Katze con un látigo".

"Créelo, lo he visto con mis propios ojos. Pero lo más loco es que desde entonces se ha vuelto sobreprotector con Katze. Cada vez que viene, comprueba que se alimente bien, que haya dormido y que no esté forzando la espalda. Hoy mismo, tras pillarlo subido a una escalera, lo llevó a nuestra casa, lo acostó en la cama y lo regañó. Fue a la cocina, preparó una especie de batido energético lleno de no sé que basura y lo obligó a beberlo hasta la última gota. Deberías haber visto la cara de Katze, parecía la de un niño regañado."

Riki tomó un sorbo de café caliente y se recostó en su silla. "De todos modos, me alegra que Raoul esté de vuelta en la vida de Iason. Creo que se sentía un poco solo, aunque no lo exteriorizara. Que ahora tenga un amigo sincero que se preocupa por él es definitivamente algo positivo.”

"¿No crees que deberías hacer lo mismo?" Guy sugirió.

"¿Qué quieres decir?"

"Confiar en alguien. Luke, Sid y Norris aún creen que moriste en ese accidente espacial. Deberías decirles la verdad. Te vendrían bien unos cuantos amigos más".

Riki masticaba distraídamente su galleta mientras miraba un punto invisible en la pared. Confiar en sus viejos amigos. Decirles la verdad. ¿Podría realmente correr ese riesgo? "Lo pensaré", decidió. "Pero tu tienes que prometerme que intentarás llevarte bien con Iason. Joder, prácticamente trabajan juntos y son vecinos. ¡Él no está enfadado contigo! En serio, ¡todo está en tu cabeza!”

"Supongo que... yo también lo pensaré”, aceptó el mestizo.

***

Unos días después, a última hora de la tarde, Iason y Riki estaban jugando al billar. Dos vasos de whisky medio vacíos en el borde de la mesa de terciopelo verde, luz suave y música de bar de fondo.

Riki, concentrado en un agujero especialmente difícil, se había inclinado hacia delante. Iason observaba cómo su magro y musculoso trasero - apretado en unos sutiles pantalones de cuero negro - se contraía en pequeños movimientos, perceptibles sólo para una mirada atenta e interesada.

De repente, le arrebató el taco de la mano. "Sobre la mesa, mascota, de espaldas". Era una orden. Iason había cambiado a la modalidad ‘Maestro’.

Un escalofrío de lujuria y palpitación excitada recorrió la columna vertebral de Riki, que sin mediar palabra obedeció la orden y se subió a la mesa de billar. Con las plantas de los pies apoyadas en la superficie verde, dobló las rodillas y abrió las piernas.

Iason comenzó a tocarlo con la punta del palo. Le rozó el vientre y luego se lo pasó por la ingle y los muslos. Podía ver los músculos de Riki temblando bajo la fina capa de cuero.

Cuando el palo de madera le tocó entre las nalgas, Riki levantó la cabeza para mirar, pero Iason le dio un fuerte golpe en el muslo, arrancándole un chillido. "No lo intentes, mascota. Cierra los ojos.”

Apoyó la punta del palo en su esfínter. Riki estaba muy cachondo y los pantalones empezaban a ser un estorbo, así que Iason puso el taco sobre la mesa, abrió el cierre y se los quitó una pierna a la vez. El joven de pelo negro le ayudó levantando su pelvis. Luego llegó el turno de la ropa interior: un suave calzoncillo de algodón negro.

Como ya no tenía un pene que proteger, Riki había empezado - por consejo de Iason - a usar ropa interior para eunucos. Prendas simples y sencillas, sin encajes ni adornos. Simplemente le gustaba la comodidad y la suavidad de ese tipo de tejido y no quedaba ningún espacio vacío en la parte delantera.

Iason agarró la pelvis de Riki y la tiró hacia el borde de la mesa de billar. Levantó sus piernas y las apoyó sobre sus propios hombros. Se reclinó sobre él y empezó a acariciar los bordes del cálido orificio uretral con la punta de la lengua.

Se alejó un momento y volvió con un pequeño frasco de gel lubricante y un preservativo en la mano, en el que introdujo el extremo más ancho y menos afilado del taco de billar. Tras lubricarlo bien, lo utilizó para penetrar las entrañas de Riki.

El mestizo jadeó. No sabía lo que Iason había puesto dentro de él - se sentía como algo duro, definitivamente no era su pene y no eran dedos. Quería mirar, pero no podía, le habían ordenado mantener los ojos cerrados. Mordiéndose los labios para resistir la tentación, intentó relajarse y mantener constante el ritmo de su propia respiración. Con sus manos, acariciaba la superficie aterciopelada de la mesa de billar, como si apretara y liberara algo invisible.

Sin dejar de mecer la vara dentro de Riki y de moverla de manera rotatoria y hacía las dos direcciones, Iason se volvió a inclinar sobre su ingle - que estaba roja, excitada y palpitante - para lamerla y chuparla. Los testículos de Riki, túrgidos y ligeramente levantados, y el fino hilillo de pre esperma que había empezado a salir, indicaban que estaba terriblemente excitado. Eran el equivalente a una erección en curso.

"Todavía no, Riki, todavía no", susurró el rubio, soplando aire caliente sobre su sensible orificio uretral.

Sacó el taco de billar, se lubricó él mismo y lo penetró en un solo movimiento. El hombre soltó un grito de asombro.

Para que Riki no se corriera demasiado rápido, Iason tuvo que moverse lentamente. Se sumergía casi hasta el fondo y luego volvía a salir. Esa acción se repitió muchas veces. Esperó a que las señales del cuerpo del mestizo indicaran que estaba al borde del orgasmo para aumentar su velocidad. La mesa de billar golpeó contra el suelo. Las bolas de juego rebotaron y rodaron en todas las direcciones.

Riki eyaculó con un espasmo y un gemido agudo. Iason le siguió poco después y se desplomó sobre su amante.

Minutos mas tardes, lo besó en los labios y le quitó un par de mechones oscuros que se habían pegado a su frente sudorosa. "No me pediste permiso.”

"Es... es verdad", se dio cuenta Riki, recuperando el aliento. Era la primera vez que consumaba un orgasmo sin la aprobación previa de Iason. "No se me ocurrió. Lo olvidé".

"Bien, me alegro." El Blondie lo besó de nuevo y lo ayudó a bajar de la mesa.

Riki se limpió sumariamente el vientre y las nalgas usando su calzoncillo, y propuso: "¿Ducha?"

"Me parece una excelente idea", aceptó el otro, y de la mano se dirigieron a la habitación.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).