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Fuego y miel por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Advertencia: Contenido +18

 

 

 

—Lo siento, King.

Lo escuchaba a través del teléfono e imaginaba el rostro penoso que tendría.

—Te prometo que la siguiente vez sí llegaré a la hora del té.

—Es la sexta vez que repites esa promesa.

—Lo sé, lo siento mucho, pero esta vez es de verdad.

—Está bien.

—¿Estás enojado?

—Sí —UK apretó los labios.

—Te voy a compensar, lo prometo —se escuchó ruido de fondo.—. Debo irme, King.

—Ten una buena tarde, querido.

—Tú también, meu amor.

Enfadarse con la pareja era común, bastante, y más cuando se tenía una relación tan larga como la suya, pero solucionarlo de la forma correcta era la clave para continuar con la misma bonita relación de siempre. Y aun así, a pesar de que ya lo hablaron, acordando no hacer promesas que no cumplirían, Portugal seguía haciéndolo.

Sucedió otra vez.

La misma llamada de antes, las disculpas casi al tiempo para que UK no se quedara plantado esperando a su pareja en la bonita cafetería elegida para esa ocasión. Era insoportable, ardía su estómago por la ira de verse como una broma para la persona que amaba. Contaba la novena ocasión en menos de tres meses que pasaba aquello, y aunque al principio entendió que las reuniones y trabajo los sobrecargaban, que ninguna de esas promesas se cumpliera ya era una ofensa.

—King.

—Ya sé, querido —soltó un largo suspiro y apretó el teléfono—. Ten una buena tarde.

—Gracias y lo siento.

Se sentía humillado.

Y la humillación no era algo que su persona soportara.

Pero siguió despidiendo a su amado vínculo con un beso cariñoso en la mejilla, y recibiéndolo con la cena caliente cada que volvía a casa. En su ser no estaba la degradación de alguien tan importante para él, los malos tratos no eran aceptados, pero sí la venganza fría, precisa y silente.

—Tendré que viajar a territorio canadiense. ¿Quieres ir conmigo?

—¡Claro que sí! —Portugal le sonrió emocionado.

—Prepara tus cosas, no sé cuánto tiempo nos quedaremos por allá.

—¡Enseguida! —se levantó animado y desapareció en las escaleras.

UK miró el reloj de bolsillo que Portugal le dio como muestra de cortejo hace mucho tiempo, acarició el grabado y lo guardó esbozando una sonrisa. Retractarse no era algo que hiciera, así que olvidando las posibles consecuencias negativas que tendría su plan, continuó como si nada.

Escondió el calendario.

Planificó sus reuniones y los horarios de estas.

Calculó todo detalladamente, tomando en cuenta imprevistos y cualquier posible escenario para que el plan saliera como él deseaba. Y cuando llegó el momento, solo se enfocó en los últimos documentos que analizaba a la par que esperaba la llegada de su invitado.

Fue una treta.

Portugal respiró profundo y un aroma fantasma le acarició la punta de la nariz.

Extasiado por su memoria olfativa su mente se llenó de recuerdos sobre su alfa, la sonrisa en la mañana, la declaración de cariño, el beso diminuto que compartieron como despedida. Sostuvo la chaqueta que UK dejó olvidada en una silla el día anterior, se aferró a la prenda con una sonrisa y aspiró el sutil aroma que lo acompañó por tanto tiempo.

Sintió una sutil oleada de excitación cuando halló un condón en uno de los bolsillos internos, imaginando en lo que tal vez planeó el británico como para tener algo tan curioso en el bolsillo, y terminó avivando su libido a la par que recordaba uno de esos sueños lascivos que no se había podido completar.

Olvidó su plan de pasear por ahí hasta que UK terminara el trabajo y revisando la nota que su alfa le dejaba por si había alguna emergencia, halló la dirección del despacho temporal que UK estaría usando esos días. Sonrió gatunamente por el plan que acaba de armar.

Llamó para verificar.

Llegó casi perdido en su idea malévola.

Le dio el día libre a la asistente de esos días.

Colocó el seguro a esa oficina.

Lo recibieron con un beso amoroso.

Y en menos de lo pensado se halló sentado en el regazo de su alfa, abrazándolo por el cuello, con cada pierna apretándose contra esa cadera, siendo correspondido a aquel beso apasionado que lo dejó sin aliento. Se vio satisfecho cuando despeinó esos cabellos y desacomodó aquella corbata para abrirse paso y apartar esa camisa pulcramente blanca.

—Estás jugando con fuego.

Fue la advertencia del alfa. Y fue esa voz grave que resonó en sus oídos lo que terminó por elevar su excitación a un punto sin retorno. Portugal no tuvo siquiera que responder con alguna broma y solo soltó un gemidito fingido para provocar a su alfa.

La mirada fulgurante le dio una respuesta positiva.

—No tienes permitido hacer ruido.

Portugal asintió al mandato y solo rio bajito mientras se deslizaba un poco hacia atrás para apoyarse en el escritorio a sus espaldas.

—¿No quieres que nos descubran? —apoyó sus brazos y sin pena arrojó algunos documentos.

—No quiero que te escuchen.

—Haré lo que pueda.

El omega abrió sus piernas y las apoyó en los brazos de aquella silla para quedar lo más expuesto posible e intentando no estar del todo incómodo. Sonrió satisfecho cuando apreció aquellas manos despojarse de los guantes negros de ese día, y no soltó ni una queja cuando fue empujado y recostado sobre la madera fina.

—Seducirme en la oficina tiene consecuencias.

Fue un regaño y aun así Portugal sintió su erección punzarle.

—Harás lo que te diga a partir de ahora, Portugal.

—Será un placer.

—Primera orden —se recargó sobre ese cuerpo para susurrar sobre esos labios—. No hables.

Se tuvo que morder el labio inferior cuando sintió los dedos de King ascender por sobre su intimidad, repasando la tela, apretando un poco hasta que el índice de esa mano se detuvo en su ombligo. Y soltó el aire cuando aquellos labios descendieron plasmando delicados besos en descenso hasta sus muslos. La mordida en el interior de su pierna lo hizo soltar un suave gemido.

Se aferró al filo de ese escritorio porque se sintió mareado.

Escuchó su cinturón zafarse, y sin tacto su pantalón fue abierto.

Cuando soltó un gemido audible, una mordida en su vientre lo hizo arquearse un poquito.

—Dije que no hagas ruido.

Se mordió el labio.

Adoraba cuando UK cambiaba su faceta dulce a una más dominante, le fascinaba que el alfa se mostrara superior, y le gustaba cómo su travesura tomaba forma.

Tuvo que cubrir su rostro con sus brazos cuando aquella lengua que le llevaba al cielo cuando compartían un beso profundo, se deslizaba por encima de su húmeda ropa interior para aumentar el problema que ya tenía entre sus piernas. Soltó el aire cuando sus prendas inferiores empezaron a deslizarse y el frío de la habitación le erizaba la piel.

Tortuoso vaivén sobre la tela que no hacía más que generarse oleadas de placer agónico porque su piel aun no disfrutaba correctamente. Grave fue su error cuando gimió el nombre de su alfa, porque instantáneamente su goce se terminó.

—Recoge tus piernas, Portugal.

—¿Qué?

—Sujeta la parte posterior de tus rodillas y flexiona las piernas.

Orden explícita y detallada que Portugal completó casi al instante, porque sentía la amenaza de que todo terminara si es que volvía a cometer un error. Aceptó su rol sumiso.

Le bajaron la ropa interior solo lo suficiente como para que no lo dejara separar correctamente las piernas pero que dejara su trasero expuesto y su virilidad erecta al aire.

Juró ver la sonrisa complacida de UK y eso solo lo hizo enloquecer.

—Menciona un número del uno al tres.

—Dos —respondió curioso.

—Buena elección.

Portugal admiró como la mano derecha del gran reino se elevaba mostrando índice y medio ondearse en burla, para después verlos desaparecer dentro de aquella boca autoritaria que quería ver engullendo otra cosa.

Se quejó en suaves y fingido sollozos, pero su ruido no duró.

La mano libre se deslizó hasta sujetar la base de su pene y lo apretó suavemente para después ascender con una lentitud casi asfixiante que obligó al omega a cerrar los ojos y disfrutar. Estuvo a punto de soltar sus piernas, pero cuando amagó con hacerlo, el suave movimiento en su miembro se detuvo. Era una amenaza muda.

Entendió que si quería seguir sintiendo tal placer, debía cumplir las órdenes.

Y cuando se sujetó la piel con fuerza, aquellos dedos calientitos siguieron su movimiento descendiendo con mayor rapidez y volviendo a subir con lentitud para detenerse en el glande unos segundos. Portugal sintió su cuerpo calentarse, sus feromonas salirse de control, y su boca salivar porque ni siquiera podía tragar su saliva o sentía que perdería cada sensación fascinante del momento.

—Sin ruido, ¿de acuerdo?

Portugal asintió y casi al instante sintió al par de intrusos abrirse paso en su esfínter. Agradecía su naturaleza omega por humedecer aquella zona, y solo brindarle placer ante el castigo, porque incluso así sintió una punzada de dolor efímero carcomerle la parte baja.

Sentía la diestra masajear su interior buscando su próstata, y la zurda castigarlo con un vaivén lento que solo lo desesperaba más. Pero se sentía tan bien que empezó a jadear suavemente y a gemir muy bajito. Cerró los ojos para disfrutarlo correctamente, pero volvía a abrirlos solo para ver la sonrisa satisfecha de su alfa.

—Oh… deus…

Soltó su voz sin poder evitarlo cuando su punto dulce fue presionado y casi sintió eyacular.

Sintió pánico porque todo acabara y esperó la siguiente orden.

—Bájate y date vuelta.

Estaba perdido entre su casi orgasmo y su sentido auditivo atrofiado, así que las manos de su alfa lo ayudaron a acatar la orden y a darse vuelta para de inmediato reposar boca abajo en el escritorio. De no existir ese mueble, Portugal juraba que hubiese caído como peso muerto porque sus rodillas le temblaban como gelatina.

Ni siquiera pudo descansar o retomar algo de lucidez cuando esas manos le guiaron a elevar la cadera y esos dedos volvieron a hundirse en su interior. Se aferró al borde con una mano mientras la otra tapaba su boca para ocultar los gemidos que en ese punto ya no podía controlar.

El movimiento se volvió más grácil, rápido, y los escalofríos aumentaron a la par.

Portugal no quiso, pero terminó gimiendo en voz alta por unos segundos antes de que el tan ansiado orgasmo lo llevara a derramarse a la par que gemía el nombre de su alfa. Su cuerpo tembló, su esfínter se apretó, y escuchó la suave risita del gran reino que lo abandonó poco después.

UK se alejó, lo dejó sobre el escritorio, y se sentó en aquella silla para observar en silencio el desastre que había dejado.

Cuando pudo, Portugal se irguió y buscó la mirada de su gran amor, reuniendo fuerzas para exigir que continuaran, pero solo se halló con un satisfecho alfa que se limpiaba las manos con un paño humedecido.

—¿King?

—Hasta aquí llegaremos por hoy.

—Pero… —quiso protestar.

—Hasta aquí… Porque estoy enfadado contigo.

Estaba confundido y tembloroso, así que el portugués terminó por deslizarse hasta sentarse en la alfombra y respirar un poco antes de elevar su mirada y pedir explicación. Pero la respuesta fue la misma.

—Estoy enfadado.

—¿Qué? —boqueó—. Pero si me besaste en la mañana y me dijiste que me amabas.

—Nunca te trataría mal, querido, y tampoco te diría mentiras. Pero eso no disminuye mi enfado.

—Juegas sucio, King —se limpió el sudor de la frente—. Estás enfadado y aun así eres muy dulce conmigo —lo miró—. Pero no me dejes así… Termina lo que empezaste.

—Que esto sea una lección, querido.

—Tus lecciones generalmente me agradan, pero esta vez no.

—Que pasar tu celo fuera de casa sea tu castigo.

—¿Qué? … —todo tomó sentido, la oleada de excitación de la mañana no fue casualidad—. Espera, King… ¿Planeaste esto?

—Es obvio.

—Pero…

—Rompiste tu promesa doce veces —le acarició la mejilla—. Que esta sea una advertencia para que no vuelvas a hacerlo.

—¡Pero!

—Te ayudaré a asearte y vestirte.

—¡King!

—Te amo, querido, pero no permitiré que te burles de mí.

Portugal suspiró.

Aceptaba que se merecía eso y tal vez un poco más.

¡Pero pronto entraría en calor!

Y aun quería tener sexo con su gran reino.

 

 

 
Notas finales:

No sé si esto fue dominación asertiva, pero va. Ya estaba escrito y me gustó como quedó.

XD

 

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