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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Weeenas, ¿Les parece si dejamos las actualizaciones todos los viernes? Es decir, no estoy segura de poder cumplirlo exactamente casa semana, pero no sé pierde nada tratando xD Ademas así no pierden tiempo dando vueltas por la página a ver si ya he actualizado.

En cuanto al sexo de la cría Uchiha ya llevo un 1 a 1, me falta que Zidian y Edmary desempaten ese berengenal con sus teorías UwU 

Hoy nomás quiero pedir que no me funen antes de tiempo, lean el capítulo completo y luego deciden xD 

Pequeña uva, te quiero mucho. Hoy no tengo mucho que decir, tengo miedito JAJAJA 

Kaory, Zidian Ojalá y les guste el capítulo! Me avisan que tal les parece la idea de las actualizaciones los viernes por la noche UwU 

 

 

 

XXIII

You did not break me

I'm still fighting for peace

  I've got thick skin and an elastic heart

But your blade, it might be too sharp

I'm like a rubber band until you pull too hard

Yeah, I may snap and I move fast

But you won't see me fall aparta

'Cause I've got an elastic heart



Deidara no podía creer su mala suerte.

Aún si el mundo ninja estuviera compuesto por varias zonas importantes que tendían a ser muy concurridas, seguían existiendo una cantidad inmensa de lugares que visitar, que justamente su ruta a la biblioteca chocase con la misma vía que Madara había decidido tomar tenía que ser una coincidencia de lo más increíble, de esas que son escasamente probables que ocurran pero al mismo tiempo cuando suceden algo termina saliendo mal.

Su pulso aumento ligeramente, pero él se enfocó en mantener su chakra lo más estático posible para que el revuelo de energías lo volviera indetectable. Su entrenamiento con el Kinjutsu apenas podía considerarse cómo tal, obteniendo pocos resultados de entre los cuales solo uno de ellos le estaba ayudando en ese momento, y era el desarrollo del control sobre su núcleo de chakra. Sabía que de alterarse demasiado volvería a ser tan visible como una supernova, por lo que tomó asiento muy lentamente, forzando a su organismo a mantenerse calmado en lo que sus ojos veían como el fantasma de los Uchiha se alzaba por encima de una pila de cadáveres que, a juzgar por los destrozos al pueblo, formaron parte de la población.

– ¿Estos son suficientes? – Cuestionó súbitamente una voz algo más gastada, haciendo que Deidara chasqueara la lengua al ver aparecer a Obito.

Aparentemente ignorante de su presencia, Madara echó un vistazo desinteresado a su alrededor.

– Lo son por ahora.

– Cuando llegue el momento de proclamar la guerra vamos a necesitar más.

– Esto es apenas una práctica – El guerrero bajó armoniosamente de la montaña de cuerpos, pisando cada uno con un rostro neutral que mantuvo al acercarse a su compañero – Kabuto aún no es capaz de alcanzar el nivel del segundo Hokage para emplear el Edo Tensei, necesitará más de un intento si quiere lograrlo antes de la fecha pautada.

– Es un milagro entonces que tú resucitación haya salido bien – Comentó el de la máscara, consiguiendo una risa floja en el mayor.

– En lo absoluto. Fui obligado a utilizar casi todo mi chakra para mantenerme en este cuerpo, tú no lo notaste porque te enteraste de mi regreso cuando ya estaba lo suficientemente estable.

Apático como mayormente era, Obito se mostró fastidiado.

– Solo a un ingenuo se le ocurriría utilizar a alguien más poderoso que él para su primer intento de resucitación.

– No necesariamente, él buscaba posicionarse como un ninja poderoso y nada mejor que hacerlo contando con la ayuda correcta, sin embargo, si se equivocó al escogerme – Su cabeza se ladeó un poco, mirando el horizonte en lo que un brillo malicioso iluminaba sus rasgos al recordar el terror en los ojos Kabuto, palideciendo aún más al ver que había podido librarse de su control – El poder y la convicción de ser grande no siempre van de la mano, desafortunadamente para él, no aplica lo mismo en mi caso.

– Habrá pensando que ibas a matarlo – Aunque alejado últimamente de todo lo referente al mundo ninja gracias a sus deberes en Akatsuki y la búsqueda del siguiente Uchiha, no se le hizo demasiado difícil suponer que incluso alguien como el aprendiz de aquella serpiente se paralizaria al estar en presencia de Uchiha Madara.

El susodicho hizo un gesto como si lo pensara por unos segundos.

– No estaba muy equivocado, la idea pasó por mi mente al principio pero decidí ser táctico antes que impulsivo y fíjate, hemos llegado bastante lejos. Lo único que sigue siendo necesario es que aprenda a utilizar la técnica como se debe.

– Sigue siendo mucho trabajo – Procediendo a sentarse en su habitual pose despreocupada, el Uchiha recargó su rostro en la palma de su mano – Habría sido más fácil hacer negocios con Orochimaru.

– No lo creo. Ese Sannin es listo, no en vano ha vivido tantos años. Al final escogería el bando que vea más cerca de la victoria y no nos conviene un aliado que vaya a traicionarnos a último segundo – Estiró un poco sus brazos con rigidez, viéndose cansado pero también enfocado en la meta que quería alcanzar – Kabuto es joven e inexperto, pero trabajó a su lado los años suficientes como para que su ayuda sea prometedora. Solo necesita algo de tiempo para alcanzar su potencial.

– Esperemos que sí – Obito emanaba un aire parecido al suyo, reflejando su agotamiento en la pesadez con la que caían sus hombros – Aún si tenemos una buena ventaja no sería inteligente descuidar esa defensa. Los clones de Zetsu son resistentes, pero los ninjas revividos serán los que abarquen más terreno.

– No te confíes demasiado en ello, la mejor defensa que tiene el plan Tsukuyomi somos nosotros.

– Y Sasuke – Añadió entonces con una gracia que fue compartida por el otro.

– Esperemos que de aquí a un par de meses el chico resulte ser una buena adquisición, el nivel que maneja ahora es lamentable, de haber nacido en mi época lo habrían despedazado cuando aún era un niño. Suerte para él que ahora los enemigos son más incompetentes y que su poder puede aumentar con facilidad si participa en un par de batallas. Al menos Itachi contribuirá con eso – Por su manera de decirlo quedaba claro que él también sabía que la pelea entre los hermanos Uchiha era inevitable, y aunque eso a Deidara seguía revolviendole las prioridades, Madara no podía verse más conforme; Se giró al enmascarado – Recuerda reclutarlo para que sirva a Akatsuki una vez que Itachi no sea un estorbo, capturar algunos Jinchuriki le servirá de entrenamiento antes de la guerra.

– ¿Piensas entrenarlo personalmente?

– No, es lo suficientemente adulto como para arreglarselas por su cuenta, solo figurate de no dejarlo solo. Podrá ser el Uchiha más débil que tengamos ahora, pero nadie que logre engañar a un Sannin y revolucionar a toda una aldea debería ser tomado a la ligera.

– Es algo arrogante, aunque eso se puede remediar – Meneó suavemente su cabeza en lo que debajo de su máscara componía un gesto de interés – ¿Piensas decirle sobre el niño antes o después?

– Después – Contestó seriamente – Primero necesito evaluar su habilidades, ya luego de que sepa que hacer para convertirlo en un verdadero guerrero digno del apellido Uchiha puede que considere decirle sobre el pequeño desliz de su hermano. Eso garantizará que no se vaya a ninguna parte.

– No le hará mucha gracia que lo chantajees.

– Sasuke se lo puede tomar como quiera, tú solo asegúrate de mantener al niño lo suficientemente oculto como para que no lo encuentre y el resto será sencillo.

– Hay que encontrarlo primero – Aún si pudiese sonar sarcástico, su única intención era constatar un hecho que actualmente les estaba dando bastantes problemas; Mantener vigilado a Itachi todo el tiempo no era viable puesto que aún necesitaban de su contribución para las misiones de Akatsuki, y prescindir de él resultaba un inmenso problema si consideraba la rotunda negativa que obtendría de Pain. Cómo líder su deber era escoger a los mejores ninjas para trabajar a su lado, por lo que dispensar a Itachi cómo miembro del equipo, en especial teniendo en cuenta la amplitud de sus habilidades, sencillamente no era negociable a menos que quisiera una guerra contra sus propios colaboradores.

A pesar de estar al tanto sobre el nivel de complicaciones que se les habían juntado últimamente, Uchiha Madara no se vió afectado de ninguna forma.

– No te preocupes – En su rostro no hubo ninguna sonrisa o gesto que pudiera resultar sospechoso, pero su voz guardaba un tinte extraño cuando volvió a hablar – Eso no será un problema.

Aún con toda la confianza que pudiera tener, Deidara experimento una sensación de inestabilidad. Itachi era increíblemente astuto, pero Madara también lo era y subestimarlo no era plausible si querían terminar vivos para cuando todo acabase, por ello se quedó en su sitio sin bajar la guardia en ningún momento, echando a un lado la intranquilidad y esperando con la paciencia que no tenía a que el duo de Uchihas se retirase; Se tardaron más de lo que había creído, partiendo en dirección al norte mientras seguían parloteando sobre un par de detalles que decidió escuchar ya que aunque no le incluían, a Sasuke si y supuso que la información sería importante para Itachi.

Esperar fue todo un martirio gracias a la escasez de tolerancia y al nivel de presión que seguía aumentando en su vejiga. Había perdido la cuenta de las veces que debió hacer una pausa en el camino para vaciar el poco contenido que podía almacenar, agradeciéndole al cielo que finalmente los hombres se fueran para volver a hacerlo pues llevaba rato aguantando las ganas.

Habiendo terminado aquello y tras comerse algunas galletas que se había traído, Deidara retomó su ruta original a un paso más lento solo por si los Uchiha seguían cerca de la zona, tardandose poco más de una hora en entrar los terrenos colindantes con la biblioteca y permitiéndose tener un breve receso en lo que tomaba agua, robando de paso una capa para cubrirse un poco; Descansó apenas media hora en lo que se daba un vistazo rápido para ver si todo seguía en orden, luego continuó con su camino estando algo más fresco y conforme de que el monstruo anduviera bastante tranquilo para variar.

Llegó a la biblioteca dos horas más tarde, manteniendo un buen ánimo por haber superado sus complicaciones físicas así como tampoco ser capturado de nuevo. El sol estaba en lo más alto y pudo reconocer la figura de un hombre algo más bajo que él rellenando con desinterés unos papeles.

– ¿Que información necesita? – Al parecer la capa había sido una perdida de tiempo, pues el sujeto apenas levantó la mirada de sus quehaceres.

Deidara no lo tomó en cuenta ya que sabía exactamente lo que estaba buscando.

– Todo lo referente a la absorción de chakra.

No dió detalles cuando se los pidieron, alegando que cualquier tipo de información asociada al tema le servía. No obstante, lo reconsideró en el segundo que le apuntaron a una sección de la biblioteca inmensa cuyo contenido era imposiblemente amplio, contando con pergaminos, libros y documentos de diversos años y locaciones a lo largo del mundo ninja, destacándose aquellos que mencionaban el nombre de técnicas que fueron prohibidas por su alto nivel de letalidad en el usuario.

Haciéndose a la idea de que aquello tomaría algo de tiempo, Deidara saco un racimo de uvas había robado de camino y se sentó para empezar a leer.

Fuese de mal gusto o no comer en aquel sitio era irrelevante si de todas maneras planeaba robarse todo lo que llamara su atención, aún si al momento de seleccionar el material no fue una decisión fácil. Había muchísimo que podría servirle para su propio entrenamiento, incluso uno de los pergaminos era exclusivo sobre el manejo de técnicas especializadas para la absorción de energía. Desafortunadamente no era un instructivo como hubiera querido, pero contenía información muy valiosa que iba desde como relacionarse correctamente con su técnica, a como poder alinear su fuerza interior para utilizar el Kinjutsu solo cuando él lo deseara, y no de manera inconsciente como hasta ahora había sido.

" ...Y si lo que quieres es llevar una vida sin más accidentes te recomendaría que empezaras a entrenar para cuidarte, porque la próxima vez la sorpresa si podría ser doble."

Deidara sufrió un estremecimiento profundo al imaginarse transitando un segundo embarazo, añadiendo lo jodidamente irónico que sería si luego de esforzarse tanto por salir vivo de aquella situación con los Uchiha terminase cayendo en exactamente el mismo hoyo, solo que con un clan diferente; Era probable que debido al súbito apego que había desarrollado por Itachi en las últimas semanas no pudiese ver con claridad un futuro en el que tuviera una pareja sexual diferente, sin embargo, no debía olvidar que su relación no sería duradera por mucho que quizás la idea estuviera comenzando a dejar de parecerse tan mala, por lo mismo debía empezar a enfocarse en su salud, encontrando alguna manera de cuidar su cuerpo para evitar así que otra tanda de genes ajenos terminasen metidos en su cuerpo; Gracias a las charlas con sus médicos sabía que la posibilidad no era recomendable por muchos motivos, principalmente porque en todos salía perjudicada su salud y aún si se las arreglaba para salir vivo terminaría atravesando igualmente una situación difícil, pues así como no quería tener que apuñalarse anualmente para sacarse los restos de su irresponsabilidad del cuerpo, tampoco seria correcto andar por la vida trayendo más versiones pequeñas de él para luego dejarlas en mano de alguien más. Al mundo le bastaba consigo mismo, y si de por sí ya era complicado emocionalmente el hacer con el pequeño monstruo lo mismo que sus padres hicieron con él, no podía pensar en repetirlo una segunda o tercera vez.

Aparte el mismo truco le iba a ayudar para tener un mejor control sobre si mismo así como también nivelar su poder, por lo que se enfrascó en su lectura con la seriedad que ameritaba el asunto.

Escondió tres libros y dos documentos que hablaban sobre posibles entrenamientos para llevárselos a su casa, guardandolos en un saco que oculto en el bolsillo interno de la capa y que luego tiraría por la ventana que utilizaría para fugarse de allí lo más disimuladamente que pudiera.

La tarde lo sorprendió con la mente metida hasta el fondo de un mar de conocimiento que no dejaba de sorprenderle. Era cierto que no era fanático de la lectura pero tampoco podía relegar toda la responsabilidad de su salud a sus médicos e Itachi, principalmente porque era su vida y nadie más que él merecía estar al corriente de cualquier cosa que pudiera llegar a pasarle, de modo que adquirir toda esa información, así fuese algo repetitiva, le hizo sentir más en control sobre el momento que estaba atravesando.

Afortunadamente aunque había caído con fuerza se estaba levantando con las mismas ganas, y eso le llenaba de confianza.

Solo le faltaba terminar por superar sus problemas con la comida, una vez logrado eso podría decir que efectivamente había conseguido imponerse a la situación.

Su renovada seguridad casi le hizo olvidar por completo la información que había venido a buscar desde un principio, encontrandola por casualidad al empezar a caer la noche. El pergamino era similar a los que Kaiyah poseía, y no le tomo demasiado tiempo averiguar que Itachi también había leído la misma información. El como logró conseguirlo sin poderes oculares o una mente brillante realmente no fue tan complicado, puesto que mientras el genio del clan Uchiha le hacía honor a su nombre y no dejaba huellas que los extraños pudieran asociar a él, Deidara era diferente porque le conocía más a profundidad, pudiendo reconocer aquel simpático doblez que siempre hacía en las esquinas de los libros que leía, tenía una forma algo amorfa y en su mayoría lo hacía sin darse cuenta, como en una especie de manía que hacía cuando lo que estaba leyendo captaba especialmente su interés; Descubrirlo en su momento fue sencillo gracias a su desafortunada costumbre de colarse en su habitación mientras escribía en silencio, persuadiendole para cambiar sus planes a unos más placenteros en lo que sus ojos azules miraban de reojo como algunas páginas de sus libros poseían justamente el mismo doblez en la esquina.

Se sentía orgulloso por haberlo encontrado, pero cualquier sentimiento positivo se le esfumó a medida que fue leyendo.

A medida que cada pequeño trozo de información se fue filtrando en su cerebro, sus gestos fueron variando en consecuencia. Pasando desde el asombro al confirmar su teoría hasta la estupidez de no haberse dado cuenta antes, terminando por experimentar de nuevo la misma sensación picosa que surgió en su pecho cuando intuyó lo que podía estar sucediendo, aquella que no podía ser más que una inmensa y arrebatadora ira.

Estaba increíblemente molesto, tanto que habría explotado la biblioteca de haber podido.

No supo exactamente que le molestó más, si el descubrimiento de algo similar cuando se suponía que las cosas estaban mejorando, o el hecho de que Itachi también había leído la misma información hace tiempo y no le dijo ni una sola palabra al respecto.

"Maldito Uchiha" Gruñó sintiendo como subía su mal humor, recordando como se suponía que habían superado la etapa del secretismo cuando al parecer todo había sido puro teatro, "Pero esta vez no me jodes" En esta ocasión no le iban a funcionar los ojos dulces o las caricias pecaminosas, estaba completamente abocado en recibir una explicación y la conseguiría de una u otra manera; Cerró entonces el libro con fuerza, metiendolo abruptamente entre sus cosas y procediendo a tirarse por la ventana justo cuando el encargado ya se había levantado para decirle que debía irse.

A su espalda logró escuchar las protestas del empleado gracias a su pequeño acto criminal, aunque apenas lo notó, estaba demasiado ocupado pensando en lo que había leído y en como eso le daba sentido a muchísimas cosas. La teoría realmente no fue difícil estructurarla, lo complicado era probar que no estaba equivocado y desafortunadamente no era de esa manera por mucho que así lo hubiera querido.

Se detuvo para recuperar el aliento una vez que pudo visualizar su casa en el horizonte, inclinándose un poco hacía adelante para enfocarse en su propia respiración. Correr no había estado en sus planes pero el enfoque en sus pensamientos le hizo ignorar el aumento de velocidad que tomó en los últimos kilómetros, cansandole algo más de lo que debería y provocando que quisiera terminar de una vez por todas su recorrido para poder dormir; La oscuridad ya era bastante densa aún si la luna se mantenía brillante, por lo que intuyó que debían ser las once de la noche, debiendo utilizar su buena memoria y la luz que se filtraba por las ventanas de su hogar como guía para llegar a su destino.

Algo inusualmente cálido le abordó al suponer que si seguían despiertos a esa hora es porque estaban esperándole, velando por su bienestar de una manera que, aunque no fuese fanático de esa clase de detalles, le hacía apreciarles un poco más de lo que ya hacía; La escena en cierto modo le recordaba a esos momentos en donde la familia espera al miembro faltante para cenar, y ser participe de algo similar no era algo a lo que estuviera acostumbrado.

Una imperceptible sonrisa adornó su rostro al ver sombras pasearse dentro de la casa, tal vez no era partidario de formar vínculos pero estaba empezando a sentir por ese par algo remotamente parecido al afecto. No sabía con exactitud si era una buena decisión, pero la sensación resultaba tan natural y cómoda que prefirió dejarla estar sin más problemas.

El confort, sin embargo, pereció en el segundo que trató de enderezarse e inmediatamente volvió a la misma postura con una mueca. Estaba adaptándose a sentir dolor todos los días, pero ese era uno nuevo, más agudo y algo picoso. Normalmente lo que solía dolerle eran los órganos por la presión, pero ahora lo único que resentia era la piel de su abdomen, llegando a asociar la sensación con tener algo extraño dentro de su cuerpo que acabase de estirarse bruscamente como si quisiera romperle la piel para poder salir; Fue un mal momento que se fue tan rápido como había aparecido, siendo lo bastante intenso como para dejarle sin aliento unos segundos en lo que optaba por sentarse.

El malestar había desaparecido pero su abdomen se quedó tenso unos minutos más, manteniendo un estado de quietud rígida que fue roto por un suave pero consistente empujón.

"¿Eso fue...?" Desconcertado, echó un poco la capa hacia un lado para poder detallar mejor la curva en su cuerpo, parte de la camisa se le había levantado por un costado así que podía notar las leves manchas rojizas que a veces aparecían por el roce de la tela, así como también las sobresalientes líneas blanquecinas que trepaban por su cadera. Intentaba no verselas porque no le gustaban, prefiriendo enfocarse en el ligero bulto que se asomaba por unos segundos cerca de su ombligo antes de esconderse, causado por el golpecito de lo que suponía era un pequeño pie; Tras salir de su estupor, Deidara alzó una ceja "Bueno, es un hecho que talento para el Taijutsu seguramente no te va a faltar" No era una sensación dolorosa, quizás ajena y algo extraña pero no desagradable.

"Por ahora, supongo" Echando los ojos a un lado volvió a cubrirse con la capa para protegerse del frío, dejando al pequeño monstruo practicando sus patadas en lo que él terminaba de recomponerse para poder finalizar su travesía.

– Me imagino que la historia ha de ser buenísima – La simpatía de aquella voz le hizo girar la cabeza, pasando a esbozar una desganada sonrisa en lo que diviso una silueta aparecer por un costado.

– No tanto como la tuya – Al tenerlo más cerca, reparó en las vendas que cubrían la extensión de sus brazos – ¿Cazarrecompensas de nuevo?

– Lo usual – Alzó los hombros, caminando hasta sentarse a su lado con aquel ligero tambaleo que indicaba que a su rodilla le faltaba sanar – ¿Y tú?

– También – Inspiró hondo, ya no sentía ningún efecto residual de aquel mal momento que acaba de pasar, incluso su piel volvía a estar como siempre. Lo único que seguía sin cambiar eran aquellos esporádicos golpecitos.

Ren le miró con algo parecido a la empatía.

– No voy a preguntar que hiciste porque no es mi asunto, pero como tu médico estoy en mi derecho profesional de saber si al menos estás bien.

– Si – Anotaría el comentar sobre el evento reciente cuando estuviera menos cansado – Relájate, no pienso morirme todavía.

– ¿Y el monstruo que tal?

– Jodiendome la vida como todo un Uchiha – La resignación en su voz le sacó una risita burlona a su segundo médico, así como un gesto de intriga que le pedía más detalles. Usualmente lo ignoraba, pero extrañamente no encontró incómoda la idea de satisfacer su curiosidad – Ya ha descubierto que tiene pies.

El otro chico alzó sorprendidamente ambas cejas antes de dejar salir una carcajada de lo más entretenida.

– ¡Anda, pero que adorable! – Su forma tan dramática de decirlo le hizo rodar los ojos; Él se rió otro poco – Kaiyah se va a morir cuando se entere, y yo me veré en la obligación de tomar fotos para inmortalizar el momento.

Algo más adaptado a la excentricidad de su carácter burlón e impulsivo, Deidara echo un vistazo curioso a la casa.

– ¿Ella sigue despierta?

– Despierta y regañona – Clarificó, pasando a poner mala cara – Prácticamente me ha corrido de la casa pensando que he sido yo quien anda promocionando tus excursiones nocturnas.

– Bueno, en cierto modo si colaboraste – Su comentario hecho con una gracia que empeoró el humor del médico – Así que para evitar que te maten ¿Por qué no hacemos un trato? Tú no le dices a nadie que me diste la información y yo le digo a Kaiyah que no me andas incitando a la fuga.

– Pero es que no lo hice – Se quejó él en medio de un refunfuño que Deidara pasó por alto para agrandar su gesto burlón.

– ¿Y a quien crees que le va a creer?

– Oh, eres un enano malvado – Entrecerrando sus ojos con una actitud de indignación que no pudo ocultar la gracia que sentía al respecto, así como el deseo de colaborarle un poco al extenderle la mano para que pudiera ponerse de pie; Deidara la aceptó sin pensarlo demasiado,  queriendo terminar de una vez por todas con su pequeña pero educativa excursión.

El regreso a casa resultó confuso, apenas pudiendo recordar el alivio en los ojos perla de la Hyuga y la calidez de su cama cuando finalmente se pudo ir a dormir. Se sentía bastante cansado en general, y aún si tener su espacio solía ser algo que le agradaba bastante, la información que había recolectado le tenía más pensante de lo habitual, impidiéndole disfrutar del pasar de los días con la tranquilidad que hubiera querido.

– ¿Te sirvieron los pergaminos que te presté? – Kaiyah había comprado en el pueblo un desayuno ligero que olía muy bien, logrando persuadirle de servirse un poco en lo que tomaban algo de aire fresco en el jardín. O al menos ella lo hacía, porque él estaba bien abrigado a pesar de que apenas eran las dos de la tarde.

Deidara asintió con la cabeza un par de veces tras masticar un trocito de pan, procediendo a bajarlo con un largo trago de té medicinal. La combinación era sencillamente deliciosa y no podía evitar tener una imperceptible sonrisa en la cara por tan maravilloso descubrimiento.

– Fueron más útiles de lo que creí.

– La medicina es así – Sonrió ella de forma simpática al verle más relajado – Puede llegar a ser engorrosa, pero termina siendo interesante una vez que le agarras el truco.

– ¿Tu has continuado investigando, no?

– ¿Sobre tu técnica? – Preguntó, consiguiendo una afirmación silenciosa pues estaba demasiado concentrado en su comida – Pues la verdad no mucho últimamente, me he estado centrando más en los efectos secundarios del chakra del Kinjutsu.

– ¿Efectos secundarios? – Reiteró él, alzando levemente las cejas.

– Ninguno que a ti te afecte, así que no te preocupes por eso.

– No imaginé que lo hicieran – Su honestidad a ella le pareció algo sorprendente, en especial que volviese a preguntar – ¿Hay algo con el Kinjutsu que pueda ser peligroso para ese monstruo?

Aún si seguía manteniendo ese tono casual que no llegaba ni de cerca al interés que continuamente mostraba el Uchiha, el simple hecho de que preguntase le pareció tan surrealista que se sintió como suspendida unos segundos, procesando rápidamente el momento de pasmo con una leve sacudida de cabeza.

– No diría que peligroso es la palabra correcta, más bien son algo así como efectos colaterales.

– Creí que estar rodeado de chakra era bueno.

– En parte, pero recuerda que la mayoría de las cosas cuando son en exceso tienden a traer complicaciones, y aún si el chakra le trae beneficios como impedir que herede la enfermedad de Itachi, eso no quita que estar constantemente tragando energía pueda ser perjudicial de alguna forma, o al menos eso creía.

– ¿Y no es así? – Cuestionó entonces, observando cómo ella pasaba a verse algo más despreocupada.

– No exactamente, he descubierto que si le traerá algunos efectos secundarios pero nada que obstruya su desarrollo, lo más probable es que sea solo su apariencia.

Deidara hizo un ruidito de burla.

– ¿Que? ¿Le saldrán cuernos o algo así?

– Pues no, aunque Ren de seguro se reiria si eso ocurre – Contrario a sus palabras, fueron ellos los que compartieron una corta risa – Yo me refiero a algunas afecciones más comunes, al menos en lo que se refiere a niños concebidos de forma natural.

– ¿Cómo cuáles?

– Cómo poliosis, heterocromia o vitiligo.

– ¿Heterocromia? – No había planificado verse interesado, pero la mención de aquello le hizo recordar que siempre llamó su atención ver aquel colorido dispar en los ojos de las personas. Muy pocas veces había podido verlo, y aún si probablemente este caso no fuera la excepción, la idea de formar parte de algo parecido no se le antojó tan mala – Genial.

Kaiyah le observó afectuosamente en lo que terminaba de comerse su desayuno, era menos de lo que le habría gustado pero se veía tan tranquilo devorando aquel extraño té que se reservó el comentario.

– Hay más en la cocina por si se te antoja – Su sugerencia hizo a su paciente arquear una ceja.

– ¿No que esa era la parte de Ren?

– Si, pero él está afuera – Pasando a utilizar aquél tono de entretenida confidencia – Además tampoco tiene que enterarse.

Deidara soltó una risita cómica, impulsiva y libre. A pesar de las complicaciones que estaba atravesando seguía manteniendo un carácter incorregible, y su terca predisposición a mantenerse lejos de las ansias suicidas había conseguido que pudiera centrarse un poco más en el entorno que le rodeaba, así como las personas que se desenvolvían en él, descubriendo que la vida poseía un lado simple que no necesariamente debía ser aburrido. Aún seguía venerando la belleza de su arte efímero y el resplandor de fuego que provocaban sus explosiones, ansiando oler el aroma a quemado en el aire y cumpliéndose el capricho de vez en cuando, pero también encontraba placenteras otras actividades menos ilicitas, tanto aquellas que podía hacer solo como las que disfrutaba más en compañía.

Su lado explosivo no se había visto muy de acuerdo, pero aceptó finalmente que su anhelada transición a los momentos de calma era necesaria tanto para su cuerpo como su mente; El chakra del Kinjutsu le daba la fuerza para mover una montaña si así lo quería, pero su espíritu no era invencible y mantenerse tranquilo, ya sea tomando una siesta o caminando tranquilamente por el bosque, le devolvía algo de estabilidad al tifón de preocupaciones que arrasaba dentro de su cabeza.

Seguía estando pensativo por lo que había investigado en la biblioteca, y aún si se esforzaba por leer aquellos pergaminos que no le causaban conflicto, eso no desaparecía al único que si lo hacía.

– Estoy bien así – Respondió entonces, no pudiendo resistirse de tocar el tema – Por cierto, ¿Cuando se supone que volverá ese Uchiha?

– La verdad no estoy segura, normalmente no comparte esos detalles con nosotros – De ser una persona menos observadora habría cambiado el tema, pero ella convivía bastante con su paciente por lo cual era capaz de ver cómo de vez en cuando miraba al horizonte, aparentemente esperando algo. Aunque luego cambiaba de opinión y continuaba con lo que sea que estuviera haciendo en ese momento. Se había dicho que no preguntaría para no tensar la delgada línea de confianza que habían logrado construir, más eso no la abstenía de colaborar con cierto disimulo – Se fue hace una semana, ¿No?

– Una y media – Especificó en lo que su ceño se fruncia un poco, tener cinco meses y una semana – y media, específicamente – no le pareció un reto tan complicado al principio, por lo menos hasta que su monstruo comenzó a patear. Ahora le despertaba sin falta a las cinco de la mañana, a veces haciéndole brincar gracias al golpe en su vejiga que le hacía teletransportarse al baño si no quería sufrir un accidente matutino; Se movía sin horario fijo, metiéndole una sucesión de golpes que deseaba replicar en la cara de Ren por atreverse a pensar que aquello era tierno.

Kaiyah mostró pensativa.

– Pues en ese caso debería venir pronto para ver el reporte de tu antigua revisión, unos cinco o seis días quizás.

– Vale.

Lo más probable es que no se diera cuenta, pero el artista había torcido la boca con un desagrado que más bien terminó viéndose como un pequeño gesto de decepción, apilando sutilmente sus labios en un montoncito de inconformidad que a ella le pareció épico.

– ¿Sabes? Ahora que lo pienso no estaría mal escribirle para adelantar su visita, a fin de cuentas aún no le he hablado sobre los efectos colaterales del chakra y tu siguiente revisión es la próxima semana, si se tarda mucho sería demasiado complicado tener que explicar tanto en poco tiempo.

– Si tú lo dices – Su desinterés fue creíble para cualquiera excepto para ella, aunque igualmente actuó como si lo fuera.

– Hecho entonces – Tomó su plato vacío y se puso de pie con energía – Terminaré con esto y le escribiré una carta para que el cuervo se la lleve, es más seguro.

– Bien – Estaba seguro de que ella no esperaba nada más, por lo mismo sintió que era buena idea decirlo – Gracias.

La sonrisa que recibió a cambio fue deslumbrante.

– No hay de qué.

Apreciando silenciosamente su intervención, Deidara se dedicó a continuar con sus estudios en lo que dejaba correr el día, optando por concentrarse en el entrenamiento de su técnica y realizando en la comodidad de su habitación aquellos ejercicios que no eran complicados de hacer, como canalizar su energía, aprender a diferenciar los chakras que tenía circulando en su sistema y viendo con cuáles tenía más afinidad. El suyo apenas lo toco puesto que sabía que era experto utilizandolo, el de Itachi era algo complicado puesto que a veces se resistía pero terminaba por obedecerle al final. Para comprobarlo se quedó practicando con una vela por un buen rato, maniobrando la pequeña flama y familiarizándose con las sensaciones que podía experimentar.

El chakra del Kinjutsu solo lo sentía cuando hacía esculturas, así que hizo algunos pájaros de arcilla para poder sentir el chakra fluctuando hasta las bocas en sus manos. Su manipulación era más conocida ya que tenía tiempo utilizandola pero a su vez también estaba más pesada, casi perezosa, imaginó que era porque su principal función era comprimirse para crear un ambiente cómodo y saludable para su monstruo experto en Taijutsu, manteniéndolo caliente y resguardado de cualquier peligro exterior.

Finalmente la única energía a la que no pudo acceder fue a la más pequeña y singular, esa que era resultado de la combinación de todo y se encontraba paseando por la frágil anatomía del pequeño. No era mucha, pero que pudiera captarla significaba que tendría una buena reserva de chakra por nacimiento, y esa era una cualidad que escasamente se veía en ninjas, en especial luego del casi exterminio del clan Uzumaki.

Continúo practicando de la misma manera los siguientes dos días, finalizando la otra mitad de la semana sin tener noticias de Itachi gracias al atareo que seguía teniendo en Akatsuki. No obstante, no se amargó, pasando su semana número veintidós en compañía de Kaiyah puesto que Ren últimamente se la pasaba de viaje, trayendo de los consultorios de su compañera más equipamiento médico así como algunas cosas que necesitarían para el parto; Deidara no indagó más de lo necesario, distrayendose con la compañía de su doctora e incluso pudiendo verla pelear cuando ninja solitario quiso capturarla en nombre de la Aldea de la hoja. Sus técnicas eran muy buenas pero sobresalía principalmente en el Taijutsu, utilizando los movimientos característicos del clan Hyuga que le proveian una precisión impresionante. Él ni siquiera debió intervenir, observando cómo al final el sujeto cayó muerto con todos sus puntos de chakra bloqueados.

La pelea le pareció tan interesante que continuaron comentandola de camino a casa, deteniéndose solamente cuando la habilidad sensorial del artista le detuvo apenas entraron a los terrenos de la construcción, y como Kaiyah era fiel conocedora de sus habilidades, le sonrió con amabilidad.

– ¿Ya llegó?

– Ajá – Se escuchaba apático de una manera que le tentó la risa, pero logró contenerla a tiempo.

– Yo aún tengo que ir a ver si Ren recogió todo lo que debía, ¿Que te parece si posponemos el reporte para mañana? Creo que ambos necesitan tomarse el día libre para descansar.

– Suena bien – Asintió él, recibiendo una palmadita en el hombro.

– Te he dejado más antibióticos por si los necesita, trata de que no se exija mucho y lo mismo va para ti también. Recuerda que ambos están delicados de salud.

– Somos dos enfermos terminales que están más allá que acá, anotado.

– Ustedes son un caso especial – Apretando los labios para no darle el gusto de hacerla sonreír con sus burlas, la Hyuga se fue en dirección contraria para dejar que aquel duo resolviera lo que sea que tuviesen entre manos.

A pesar de haberlo esperado por un tiempo considerable, Deidara tuvo un lapsus de indecisión rodeado de algo que se asemejaba a un mal presentimiento, quizás se debía a que su carácter no era el más idóneo para debatir sobre un tema sin llegar a las explosiones, pero pondría de su parte para que la casa resultase intacta. Entre eso y el pacifismo que el Uchiha mantenía casi siempre, esperó que la conversación no terminara siendo tan desastrosa.

Nada más entrar vio sus zapatos acomodados en su sitio, muy distinto a él que por lo general solo los dejaba tirados antes de pasar al resto de la casa. La parte graciosa venía después, ya que si Itachi estaba de visita entonces cuando volviera a buscarlos lo más probable es que estuvieran minuciosamente acomodados justo al lado del otro par.

– ¿Compras de último minuto? – Fue su primer comentario al ver que había traído consigo unas cuantas bolsas.

Itachi se había girado ante el sonido de su voz, aún portaba el uniforme de Akatsuki más no la capa, y su estoico semblante formó una mínima sonrisa al verlo llegar.

– Me pareció una buena idea.

– No diré que no – Se acercó un poco para ojear las compras, sintiendo algo de interés gracias a que había olvidado almorzar ese día; Un colorido envase llamó su atención, y se encontró alzandolo con sarcasmo – ¿Acaso se te bajaron los niveles de azúcar?

– No – Repuso él muy tranquilo – Eso es para tí.

"Oh..."  El envase estaba húmedo y frío, por lo que probablemente era algún tipo de helado que seguro le gustaría. A ese Uchiha podía quitarle el crédito por muchas cosas, pero conocía muy bien sus gustos.

Notando su buen ánimo, el recién llegado se le acercó para posar su mano sobre su hombro.

– ¿Todo bien? – Era la pregunta que siempre le hacía, y aún si tenían pendiente una conversación, dejaría que primero se instalase un poco.

– Todo bien – Contestó, murmurando con algo de gracia – Buenos días, Satanás.

Fue entonces cuando en medio del cansancio brutal que se reflejada en su expresión surgió una bonita sonrisa.

– Buenos días, Deidara.

Había un detalle de su relación inconclusa que a Deidara le gustaba bastante, y ese era que no necesitaban de mucho contacto físico para expresar intimidad. Jamás fue una persona que sintiera la necesidad de tocar a alguien para manifestar lo que sentía, y se sintió bastante cercano a Itachi en ese sentido ya que él también parecía más identificado con la comunicación verbal, dejando de lado esos momentos incómodos en donde no se sabe si está bien acercarse o mantener la distancia. Ambos sabían comprenderse sin recurrir a ello, sin embargo, tampoco podían decir que les molestaba la idea de agregar algún gesto más cariñoso a la mezcla de vez en cuando.

Ese día el recibimiento no había venido con un abrazo, pero ese pequeño gesto era lo suficientemente significativo para ambos.

– Ren no se dónde anda – Respondió el artista sentado en la mesa luego de que acomodasen todo en su lugar, incluyendo el helado para que no se derritiera; Itachi ya se había bañado y cambiado de ropa, optando por comer en vez de dormir aún si Deidara alegó que no tenía mucha hambre, pero que igualmente podía acompañarle – La mayoría del tiempo se pierde por ahí, pero por lo general siempre vuelve cuando debe.

Itachi asintió como si aquello fuera totalmente comprensible, y teniendo en cuenta de quién hablaban, así era.

– ¿Kaiyah? – Inquirió entonces, a lo que Deidara recordó las últimas palabras que le había dicho.

– Tenía que verificar un par de cosas antes de volver, aunque dijo que estaría aquí mañana. Yo personalmente no estoy muy seguro, ese consultorio suyo queda jodidamente lejos.

– ¿Ya has ido? – Viéndose algo intrigado mientras continuaba comiendo.

– La verdad no, y tampoco es que me afane la idea de ir realmente. Su trabajo es pasable a domicilio, pero no me imagino trabajando en un sitio con un montón de criminales enfermos – Torció la boca, haciendo sonreír a medias a su acompañante – ¿Que tal Akatsuki, por cierto?

No fue una pregunta indiscreta de ningún tipo, y sin embargo Itachi se vió más reticente.

– No tan bien como a Pain le gustaría.

– ¿Mucha complicación con los Jinchuriki?

– Algo parecido – Estaba utilizando aquel tono reservado que solía colocar de manera inconsciente cuando algo más le aquejaba, más no podía indagar si él no le daba pie para ello, por lo mismo sencillamente decidió creer que se debía al exceso de trabajo causado por la falta de miembros.

– Bueno – Comentó sin mucho apuro – Al menos tu equipo pudo capturar al cuarto colas.

– Kisame se encargó de la mayor parte del trabajo, en realidad.

– La humildad no te queda, Uchiha – La broma, aunque efectiva en su invitado, no le abstuvo de suspirar con pesadez – No extraño Akatsuki en lo absoluto, pero la misiones suicidas tenían su encanto.

– ...¿No has hecho nada nuevo? – A pesar de la comodidad que pudiera representar el tener la seguridad de que Deidara estaba seguro en la casa, no era una sensación del todo disfrutable cuando sabía de antemano que no era el estilo de vida que a él le gustaba llevar; De haberle podido encontrar alguna actividad ninja que no pusiera en riesgo su salud le habría dicho, pero la inestabilidad del Kinjutsu y aquel par Uchiha buscándolo le impedían cumplir con esa misión, por lo tanto siempre se aseguraba de mostrarse interesado por cualquier cosa nueva que hiciera dentro de sus límites, buscando así que no se desanimara.

En aquella ocasión, sin embargo, la última travesía que Deidara había tenido le proporciono una delicada información cuyo secretismo había durado lo suficiente.

– De hecho si – Moviendo hacía un lado el adorno en medio de la mesa, el artista forzó un tono casual – Se podría decir que me lancé a una pequeña aventura.

Itachi alzó levemente ambas cejas con un amable interés.

– ¿A dónde?

– De hecho, la ubicación no es tan interesante como la información que descubrí ahí.

– Imagino entonces que no fue en el pueblo.

– Joder, no. La comida será buena pero la gente es aburrida – Rondando un los ojos para el entretenimiento de su acompañante – No encontraría un buen drama ni aunque esperase toda la vida, así que me puse a hacer otras cosas.

– ¿Más esculturas explosivas?

– Al principio si, luego decidí leer un rato.

– ¿Leer? – Aquí su intriga no fue injustificada ya que Deidara no era muy conocido por su amor a los textos.

– Bueno, digamos que después de pasar una noche en vela cuidando tus despojos me dió curiosidad por aprender más – Había intentado sonar distante y despreocupado, solo que eso no logró aminorar la cálida sensación que embargó al Uchiha al saber que a pesar de todo había sentido interés por su enfermedad, pasando a verse ligeramente conmovido.

– No tenías que hacer eso.

– Tal vez no – Aceptó con su habitual elocuencia –  Pero en vista de que tú te has informado sobre lo patético de mi situación no me pareció raro hacer lo mismo.

– Es justo – Concedió amablemente, intentando no desmotivarle con la neutralidad de su tono – Aunque no hay mucho que quede por investigar.

Como viendo que aquello tenía toda la impresión de ser la apertura que buscaba, Deidara se recordó una última vez el mantener la calma y decidió comenzar a soltar la bomba que estuvo reteniendo por  casi dos semanas.

– En realidad si creo que hay algo – Su implicación logrando que su invitado se mostrase cortés, pues aún sí personalmente ya había investigado todo no quería quitarle la buena voluntad.

– ¿De que se trata?

– Absorción de chakra.

Lo había dicho de forma tan contundente que el siguiente bocado que Itachi se pensaba llevar a la boca quedó a medias, con su mano tensandose alrededor de los palillos en lo que sus ojos negros pasaban a mirarle con cautela.

Deidara esbozó entonces una media sonrisa que no podía definirse de otra manera que irritada.

– Está curioso ¿Sabes? Porque siempre pensé que los medicamentos eran los que te mantenían con vida, pero resultó que no era del todo cierto. Esas medicinas puede que te ayuden, pero no son del todo efectivas si tu nivel de chakra está demasiado bajo como para que puedas asimilarlas – Tenía conocimiento de aquello en particular puesto que aunque su cuerpo no pudiera recibir antibióticos por culpa del Kinjutsu, si tenía un chakra lo suficientemente fuerte eso ayudaba a que su cuerpo se mantuviera estable el tiempo necesario para sanar por su cuenta. Era un proceso doloroso, aunque ciertamente eficaz – Lo había pensado hace tiempo, por eso no me parecía tan buena la idea de tenerte pasandome chakra a cada rato, sin embargo, pensé que podías mantener tus límites bajo control. Al menos hasta que leí uno de los pergaminos de Kaiyah – Con su expresión comenzando a verse duramente irónica – No decía mucho sobre tus síntomas, pero había una indicación muy clara para los médicos sobre no utilizar ningúna técnica que pudiera quitarle energía a un paciente enfermo.

– ...¿A dónde fuiste exactamente, Deidara? – Preguntarlo no fue del todo necesario puesto que intuía la respuesta, y lo confirmó cuando vió aquel trozo de papel deslizarse por la mesa. Era el mismo en el que Ren le había anotado sus fuentes de información.

– Saber que habías ido a un sitio como este no me pareció tan raro, pero si el que aún sabiendo lo que yo encontré ahí no hicieras nada al respecto... o que no me lo dijeras – Detrás de lo ofendido en su tono había un ligero tinte de decepción que logró hacer que sus ojos se ensombrecieran un poco – Encontré mucha información sobre la absorción de energía, pero aún si varias cosas me parecieron estupideces, la única que no paraba de repetirse en todas partes es el peligro que representa estar perdiendo chakra constantemente, y más si se está enfermo.

– Deidara...

– Itachi, no estás empeorando porque te toque hacerlo, lo haces porque te la pasas cerca de mi sabiendo que te quito las pocas posibilidades de recuperarte cada vez que te absorbo chakra. No tengo la capacidad de entrenar como se debe cargando con todo esto, y aún si pudiera necesitaría de mucho tiempo que ninguno de los dos tenemos, en especial tú – Mencionar aquello hizo caer sus hombros, con su pecho lleno de aquel sentimiento culposo que no podía evitar sentir – Te estoy matando...

Sus palabras parecieron hacer ruido en su cabeza, haciéndolo enderezar casi de inmediato.

– No es así.

– ¿Y como es? – Cuestionó con dureza, repitiéndose mentalmente el no caer en una disputa innecesaria – Porque de no ser tan horrible como se escucha como mínimo me lo hubieras dicho cuando lo supiste.

– Comentarlo no hubiera hecho la diferencia – El Uchiha había dejado de lado la comida, enfocándose enteramente en la conversación – No te equivocas en decir que tiempo es lo que menos tenemos, y enfocarse en algo que no tiene solución es una forma poco práctica de perderlo.

– Es práctica si evita que te mueras – Su seriedad generando en el otro un gesto algo ausente.

– Nada tiene la capacidad suficiente para evitar que eso pase.

– Pero esto si que la tiene para contribuir a que suceda más rápido. Mira – Se tocó con frustración un costado de la frente en un intento de organizar sus ideas – Puedo entender de alguna forma tu insano esmero en sacrificarte por tu hermano, pero que esto lo decidieras pasar por alto es una reverenda estupidez. Es casi como si tus ganas de morirte te estuvieran nublando el juicio.

– Siempre he tenido presente como va a ser mi muerte, Deidara – Jamás había esperado que lo entendiera tan bien como él mismo, aunque siendo justo tampoco pensó que estarían discutiendo el asunto de aquella manera – Atrasarla no está en mis planes y adelantarla tampoco.

– Pues no es lo que parece – Estaba aferrándose con cierta desesperación al plan original que conllevaba una conversación pacífica, pero la molestia picando en su pecho le estaba complicando el trabajo – Porque una cosa es que te resignes a morir algún día y otra muy diferente es que te descuides al punto de desaparecer.

– Desaparecer es inevitable – Expresó con un semblante de cansancio que no parecía mitigar el incipiente enojo del otro chico – Pero puedo garantizarte que estar cerca de ti no va a afectar nada.

– ¿Seguro? Porque el colapso que te dió el otro día me da a entender lo contrario.

– Muchas cosas sucedieron en ese entonces, la pelea en las lejanias no estaba planeada ni tampoco utilizar el Sharingan. Simplemente fue un mal momento.

– Itachi, eres un maldito criminal de rango S – Estaba inspirando algo fuerte para este punto, sorprendiendole que estuviera tan empeñado en seguir poniendo excusas – Malos momentos los vas a tener siempre porque todo el jodido mundo ninja te quiere ver muerto, y terminarán consiguiendolo más temprano que tarde a menos que hagas algo al respecto.

– ¿Algo al respecto? – Pronunció con lentitud, aunque ya estaba al tanto de lo que diría a continuación.

Deidara procedió a mirarlo con una seriedad que le advirtió que de ahí en adelante la conversación no sería para nada fácil.

– Tienes que dejar de venir. No me interrumpas – Alzó un poco la voz al verle intenciones de hablar – Se supone que eres un prodigio, así que como tal deberías saber que aunque tengas planes de perder contra Sasuke como mínimo tendrías que poder darle una buena pelea, ¿La idea es que sea creíble, o me equivoco?

Itachi dejó salir un pesado suspiro.

– No.

– Pues si el chiste es que crea que realmente logró vencerte debes ponerle empeño para que así sea, y no podrás derrotar a nadie si estás más muerto que vivo – Con un resoplido, Deidara supo sin lugar a dudas que sus esfuerzos terminaron siendo en vano, declarándose oficialmente de mal humor – Maldición, que estando así de enfermo como aquel día hasta yo podría haberte vencido si me lo proponía.

– El distanciamiento no es la única forma de anular tu técnica – Habiéndole dado unos segundos para que no se alterase demasiado, Itachi habló en un tono que buscaba mermar su ira – Era un caso diferente al inicio ya que no tenía conocimiento sobre el Kinjutsu, en cambio ahora estoy más relacionado a su funcionamiento y al como bloquearlo.

– No me digas ¿Sharingan? – Apretó la mandíbula en lo que esbozaba una mueca sarcástica – Itachi, si lo que quieres es terminar de quedarte ciego hay formas más rápidas de conseguirlo.

– Seguramente – Por mucho que su calma tuviera como objetivo instarle a la tranquilidad, parecía estar consiguiendo el efecto contrario – El Sharingan siempre trae consigo muchas complicaciones si no se usa de la manera correcta, pero existen opciones para reducirlas a largo plazo.

El Uchiha aún no iba por la mitad de su discurso cuando Deidara ya se encontraba negando quejumbrosamente con la cabeza.

– Te estás exigiendo demasiado.

– Tú igual – Señaló con una notoriedad que obtuvo toda la atención de aquellos ojos azules – Cada uno decide como sobrellevar la situación, y si yo he escogido este camino es porque puedo asegurarte que no será peor que cualquier otra cosa con la que esté lidiando ahora.

– Que no sea peor no significa que sea buena. Además... – Exhaló de forma algo incómoda, aún estando indispuesto a discutir sobre el tema pero aceptando que era necesario mencionarlo – Aún si el enfrentamiento contra Sasuke será pronto, pensé que al menos te interesaba vivir lo suficiente para conocer a tu mocoso.

– Aún lo quiero – No había ni una gota de deshonestidad en su respuesta, y eso solo le confundió aún más.

– ¿Y entonces?

– Deidara, aún si no puedes creer que mi plan van a funcionar, al menos cuenta con que mi misión no se va a interrumpir por nada relacionado a tu técnica sin importar cuanto daño pueda causarme.

– Eso tú no lo sabes – Espetó, aferrándose al borde de la mesa con la mandíbula tensa – Esta es la primera vez que un Kinjutsu evoluciona, así que no tienes ninguna forma de garantizarme que no te voy a encontrar muerto un día por haberme acercado más de la cuenta. Y cuando eso pase ¿Que se supone que debo hacer, eh? ¿Me devuelvo a ver si con Madara tengo mejor suerte o aprovecho y también me muero? Porque sinceramente no se me ocurre ninguna otra opción.

– No va a ser necesario que hagas ninguna de esas cosas – Seguía hablando de manera pausada aún si sabía que ya era imposible enojarlo más – Incluso si algún día algo de eso llega a pasar, ten la seguridad de que existe otra alternativa.

– ¿Hablas de un plan de reserva? – Indagó entonces, experimentando de todo menos alivio cuando le vió asentir con la cabeza – ¿Y desde cuándo tienes algo como eso?

Itachi hizo un gesto de indecisión que al artista no le vaticinó nada bueno.

– Más o menos por las mismas fechas que me enteré de la absorción de energía.

– ¿Hace más de un maldito mes? – A su incrédulo cuestionamiento solo le siguió un silencio incómodo por parte de su invitado – ¿Por lo menos pensaste en decírmelo?

– No imaginé que querrías saberlo.

– No, ¿Te digo que realmente hiciste? Asumir lo que pensaba – Su molestia no habría sido tanta de no ser porque constantemente tenía que lidiar con el mismo problema todos los días. No importaba lo mucho que intentase hablar sobre lo que quería saber, de alguna forma u otra los temas incómodos se terminaban colando, y para rematar todos a su alrededor pensaban que la mejor táctica para no perturbarle era asumir lo que pasaba por su cabeza. Eso le hacía enfurecer, pues para empezar ni siquiera él mismo lograba entenderse aún, y que otras personas presumieran de poder hacerlo, aún si supuestamente era por su bien, resultaba un insulto al esfuerzo que ejercía todos los días para mantenerse estable – Honestamente no es como si no estuviera acostumbrado, pero considerando que esto de tu muerte también me afecta pensé que al menos considerarias decírmelo.

– Lo hice – Aún si en su voz seguía existiendo cierto cargo de conciencia, se escuchó muy seguro – Luego surgieron varias cosas que me hicieron aplazarlo.

– ¿Cómo qué?

– Cómo Akatsuki, la recaída, nosotros... – La forma en la que pronunció aquello último le causó un ligero estremecimiento que, aunque significativo, no aminó su furia – Tampoco quería mortificarte más de la cuenta por una posibilidad que podía evitar con algo de esfuerzo, por ello tomé la decisión de suspender esa idea mientras no fuese un asunto de urgencia.

– Hombre, pues que bien te salió el plan – Era imposible que se viera más sarcástico – Ojalá y este otro no sea igual porque sino estaré bien jodido.

Itachi le observó hacer aquellos gestos de enfurecida impaciencia que se había acostumbrado a ver en la base. No era inusual que estuviera molesto con él en aquella época, pero ahora que se habían acercado mucho más, una discusión se sentía amarga, carente de cualquier tipo de gracia.

Queriendo enmendar un poco todo el drama que había surgido, el Uchiha se inclinó un poco al frente.

– ¿Quieres saber cuál es el plan entonces?

– Depende ¿Me lo quieres decir ahora porque crees que es lo correcto o solo porque estoy enojado? – Sus ojos azules cargados de rencor – Porque si la respuesta es lo segundo entonces no quiero saber una mierda.

– Te lo quiero decir porque creo que hay mucho que deberías saber aún si no siempre quieres escucharlo.

– Perfecto ¿Entonces es mi culpa? – Le encaró tan súbitamente que Itachi quedó algo desubicado unos segundos – Pues perdona si mi mal humor le impide a tus ojos satánicos ver si es buena idea contarme cosas que me corresponden saber. Ahora resulta que el problema no es que te costase preguntar, sino la crisis que me cargo por culpa de este maldito embarazo.

– No he dicho eso – Tenía las cejas algo fruncidas, empezando a sentirse algo inquieto por la carga excesivamente negativa que tenían entre ellos cuando se supone que habían progresado – Tampoco pienso que sea tu culpa.

– Faltaría más – Echó los ojos a un lado mientras su cabeza le daba vueltas al martirio con el que constantemente debía lidiar – Porque yo me la paso sufriendo cada maldito día desde que abandoné la base. Que tú no puedas entenderlo cuando te la pasas moribundo es una estupidez.

– Siempre te he entendido – Habló con algo más de fuerza ahora, necesitando validar su punto – Aunque quizás no de la forma quisieras.

– Lo que yo quiero es que por una vez tengan las agallas de preguntarme que es lo que quiero escuchar. No me pienso suicidar por cada cosa que me digan, y aún si ellos lo piensan creí que al menos sería diferente contigo. Es decir, se supone que me conoces.

– El conocer a alguien no siempre hace las cosas más fáciles, Deidara. Incluso a veces puede ser mucho peor.

– ¿Lo dices por el clan Uchiha? – Itachi realmente no había estado pensando en ello, más bien en la inestable relación que tenían y como menguaba de manera que lograba confundirlo, pero llegó tarde para corregir su equivocación – No tiene ningún sentido que quieras aplicarme las mismas tácticas que utilizaste hace casi diez años, menos sabiendo como acabó todo.

De lo dos era evidente que Deidara era el más exaltado, pero que Itachi se viera más tranquilo no significa que no estuviese tenso, y la prueba irrefutable de ello fue seguir con el hilo de la conversación aún cuando tenía las herramientas de sobra para cambiar el tema; El porqué no optó por ese camino no estaba muy claro, incluso para él. Probablemente se debiera a qué se encontraba cansado del viaje, agotado por el cúmulo de preocupaciones, frustrado por las acciones de Madara, preocupado por las impulsivas decisiones de Sasuke y ahora también culpable porque aparentemente había vuelto a tomar una mala decisión sin haberlo querido.

Estaba herido, con los pulmones ardiendo por la enfermedad y la cabeza enfriándose con aquella seriedad que siempre congelaba su expresión cuando tocaba el tema del asesinato de sus padres.

– Las estrategias que se usaron en esa época no fueron las mejores, pero tampoco provocaron que las cosas terminaran de esa manera.

– No, lo fue el que quisieras resolver con paz algo que solo ameritaba una guerra.

– La guerra no siempre es la solución – Odiaba el conflicto, despreciaba el tener que asesinar personas y ahnelaba tanto un mundo de paz que cualquier mención de algo caótico alrededor de su familia parecía encender una chispa que efervecia su interior, como si necesitara levantarse para evitar algo que ya no tenía solución – A veces es necesario utilizar otros métodos, otras alternativas aún si cuesta tiempo o no son las más sencillas de escoger. Elegir la paz por encima el conflicto no siempre es la decisión más tomada, pero escogimos utilizarla por el bien de la aldea y el legado del clan.

– ¿Y cómo te fue con eso? – El arrepentimiento llegó tan pronto como hubo pronunciado aquello, en especial de manera tan cruel sabiendo de antemano lo delicado que era. No obstante, no llegó a considerar el retractarse cuando Itachi le miró con una seriedad increíblemente aplastante.

– Mejor que a ti, al parecer.

Eso le hizo quedar en pausa, totalmente quieto en ese corto pero doloroso segundo en el que recordó que no tenía sentido ni justificación alguna para hablar de problemas familiares cuando él jamás tuvo familia propia.

Si de recibir comentarios despiadados se tratase, Deidara estaba bastante acostumbrado a ser el blanco de ellos la mayoría del tiempo, siendo la única diferencia que jamás había recibido algo remotamente parecido por parte de Itachi, incluso cuando le había dado motivos de sobra en el pasado. Que escogiera justo ese instante para hacerlo fue tan angustioso y desgarrador, que sin importar cuánta respuesta cruel se atorase en su garganta ninguna consiguió salir, con el sentimiento de furia viéndose opacado por el repentino escozor que le hirió el pecho, obligandole a parpadear un poco antes de mirar a otro lado; Itachi tampoco le había estado mirando, pero lo hizo de todas maneras cuando se puso de pie, esperando cualquier tipo de blasfemia, golpe o amenaza que se le pudiera ocurrir, abierto a toda posibilidad... excepto una.

Con los ojos algo abiertos, el Uchiha le vió irse mientras el remordimiento le quemaba el pecho.

Al final Deidara concluyó que su mal presentimiento no fue infundado. Esa conversación había terminado siendo un desastre.

Su primer impulso pudo haber sido salir de la casa y perderse con la intención de angustiarle a propósito, pero lo sulfúrico de su rabia había llamado inconscientemente al cienpiés que durante todo ese tiempo se mantuvo obedientemente en su esquina. El animal alzó la mitad de cuerpo una vez estuvo frente a él, y Deidara rememoró en su rostro de arcilla el día que con una figura similar perdió la primera batalla que tuvo contra Itachi, sintiendose envolver en una emoción punzante cuya desolación le hizo tomar su escultura entre la manos y arrastrarla consigo para encerrarse en su habitación.

Deidara se recostó en su cama con el animal enrollado a sus pies, escasamente utilizaba las almohadas pero encontró cierta comodidad abrazando una, queriendo poder maldecir a su acompañante y al mismo tiempo comprendiendo que quizás si la cosa había escalado hasta aquel punto era porque nunca trataron el tema cuando debieron hacerlo.

Habian tantas cosas inconclusas en su relación que era imposible atribuirle del todo la culpa a alguno, nunca antes habían convivido tanto y por ello sus problemas personales nunca afectaban a alguien más. Ahora la inestable volatilidad de su carácter dejaba confuso al Uchiha, y la mala costumbre de Itachi de cargar todo sobre su espalda hacía que él se sintiera constantemente excluido. Ninguno lo hacía con la intención de provocar un daño en el otro, simplemente nunca antes esas factores tuvieron la posibilidad de herir a alguien más que no fuesen ellos mismos.

Y si no lo hablaban, desgraciadamente ese patrón no iba a cambiar.

Levantarse y buscar la forma de solucionarlo era una buena idea, por lo menos si no se hubiera sentido tan mal. No se recordaba tomando las críticas tan a pecho, y estaba seguro que de haber venido de otra persona habría sido diferente, tristemente no era el caso, y la importancia que indudablemente tenía aquel sujeto en su existencia fue lo que le hizo quedarse aplastado en su sitio, pensando en lo estúpido que fue el permitirse desde un principio gestos que no iban acordes a la relación supuestamente sexual que tenían; Si habían querido, así fuese remotamente, algo más, debieron llegar a un acuerdo, pues esa lógica de actuar como si fueran algo que a según no eran solo causó un sinfín de problemas que aún seguían pagando.

Pensó en ello por un largo tiempo, quedándose recostado en lo que también se reprochaba por haberse saltado todas las comidas del día aún cuando se suponía que estaba cambiando sus malos hábitos. A pesar de ello no se quiso levantar, dejando pasar las horas en lo que él se hundía en su asfixiante burbuja depresiva. Se sentía enojado, pero también triste de una forma que logró contraer su rostro y humedecer sus pestañas. Atribuirle la totalidad del sentimiento a la conversación previa no parecía correcto, más bien era como si hubiese estado reteniendo tantas emociones que al final solo necesitó de un motivo para dejarse consumir por ellas.

Estar acostado era tan incómodo como reconfortable, no curando en lo absoluto la presión en su garganta o el sentimiento de frustración, pero la inmovilidad en cierto modo le ayudaba a imaginar que era invisible, completamente inexistente en un espacio en el que no dejaba de experimentar dolor.

Estaba tan adaptado a no importarle nada que no se había detenido a pensar lo mucho que eso realmente le afectaba.

Sus párpados se estrecharon un poco más cuando la tenue luz del pasillo se filtró ligeramente por la puerta, haciéndolo parpadear para alejar la molestia picazón de sus ojos resecos. No había cerrado la puerta quizás porque no encontró motivo para hacerlo, sin embargo, sus conjeturas fueron erradas; Deidara estaba de lado, y no se movió cuando le sintió caminar, tampoco perdió tiempo intentando disimular los resquicios de humedad que quedaban en la almohada bajo sus mejillas, menos para alejarse. Optó sencillamente por quedarse quieto, observando un vacío que dejó de parecerle interesante cuando un rostro ajeno se recargó superficialmente sobre su hombro izquierdo.

– No me fue bien – El murmullo fue bajo, afligido y dócil, evidenciando que quizás él no era el único que se sentía lastimado en más de un sentido.

Debido a las largas horas de mutismo, la voz de Deidara se escuchó grave y ligeramente ronca.

– ¿Con que?

– Con el clan Uchiha – Exhaló con suavidad – No me fue nada bien.

– Ya lo sé – Una de sus comisuras se elevó un poco porque sabía que esa era la respuesta que él sabía que debió darle en un principio, y así como Itachi podía reconocer aquello, a él tampoco le vendría mal hacer lo mismo con sus propios errores – Sí quería saber, por cierto.

– ¿El plan de reserva? – Obteniendo a cambio un breve ruido de afirmación que le torció la boca de inmediato – No es de las mejores ideas que he tenido, sobretodo porque incluye un factor que no pensaba involucrar en este asunto.

A Deidara aquel tono le hizo sentir como si estuviera disculpándose por algo, y aquello tentó de sobremanera su curiosidad.

– ¿Cuál?

– Sasuke – Contestó con el desasosiego habitual, quizás bañado con algo más grave que propició su gesto de duda.

– Él está bien, ¿No? Porque Madara no tiene planes de contactarlo mientras tú estés en medio, aunque de todas formas sigue queriendolo en su bando.

– Lo había imaginado, pero no va a conseguirlo.

– Tú ya no vas a estar para ese entonces, ¿Por qué estás tan seguro?

– Porque Sasuke va a estar muy ocupado como para pensar en cosas del pasado, incluso si me involucran.

– ...¿Ocupado? – Repitió lento, pero su manera de decirlo le facilitó el captar rápidamente cuál era su idea – ¿Vas a dárselo?

– Mi hermano aún tiene mucho por crecer, y encargarle una responsabilidad de esa índole no sería muy diferente a lo que yo tuve un hacer con él cuando era más joven – Era notable que la idea le afectaba bastante, aunque intentó disimularlo – Cuento con que será diferente en este caso, Sasuke sabrá que estar en exilio no es la mejor opción si tiene que cuidar de alguien, eso le obligará a regresar a la aldea en busca de seguridad y resguardo. No tengo confianza en el consejo, pero Uzumaki Naruto es tenaz, tengo la confianza de que logrará que ambos puedan instalarse sin demasiados problemas.

– El detalle es que estás olvidando que Madara solo le dirá la verdad sobre tu pasado cuando tenga todo asegurado.

– No pensaba esperar a que ninguno de ellos hiciera algo, me es suficiente el hacerle llegar la información por mi propia mano junto con lo demás... – Respiró profunda y lentamente, intentando retener su propia tristeza en lo que sus ojos delineaban la silueta de su abdomen – Siempre he sabido que quizás no llegue a vivir lo suficiente como para que me recuerde, pero puedo vivir con ello si logro garantizar que esté a salvo.

– Lo estará – Así como Itachi, Deidara tampoco estaría presente para verlo crecer, pero al menos tendría algo que él no: La oportunidad de vivir para garantizar que llegase a Konoha con vida. Una vez hecho eso el resto le correspondería a Sasuke.

El Uchiha apreció su respuesta ya que sabía la dificultad que representaba aquello para él, y aún si no supiera si planeaba llevarlo personalmente con su hermano o haría que alguien lo hiciera mientras veía de lejos, seguía sintiendose agradecido por ello.

La luz de la luna se colaba por la ventana, y en medio de aquella leve claridad Itachi pudo ver el resquicio de su semblante acongojado, así como los translúcidos caminos secos que comenzaban en la esquina de sus ojos y bajaban por el puente de su nariz. La visión le presionó el pecho, haciendo que enterrarse un poco más el rostro en su hombro.

– Lo siento mucho – Habían muchas cosas en su vida por las cuales se arrepentía, y haberle hecho sentir peor de lo que comúnmente hacía se acababa de convertir en una de las principales.

– Ya – Masculló por lo bajo, observando de reojo la profundidad de sus ojeras, la coloración rosácea al rededor de sus pupilas y el evidente cansancio que ensombrecia su rostro – Supongo que yo también.

Efectivamente no era la mejor respuesta que podía dar, pero la terquedad en su voz consiguió una sonrisa en su acompañante.

– ¿Hay alguna otra cosa que quieras saber? – Estaba siendo amable y lo sabía, no pudiendo evitar encontrar algo adorable la dedicación en su rostro.

– En realidad sí.

– Dime.

– ... ¿Aún queda de ese helado? – Su estómago acababa de recordarle que seguía existiendo y no se le ocurria nada mejor para satisfacerlo que algo frío y dulce; Algo más pesado seguramente habría sido una opción más idónea, pero se permitió el consenso cómo retribución por los esfuerzos del día.

– Si – A Itachi la pregunta le hizo sonreír nuevamente – ¿Quieres que lo traiga?

– No estaría mal.

Su acompañante fue por su helado en lo que él aprovechaba para sentarse y ver al cienpiés quien se había estirado a lo largo de su espalda en una especie de barrera para impedirle el paso al Uchiha, debio suponer que por ello es que no se pudo acercar mucho, de manera que le dió entonces una palmadita en la cabeza a su creación y la hizo bajar al piso, ya recompensaria su lealtad más adelante; Su acompañante llegó pronto con su golosina casi intacta salvo por la pequeña cucharada que él mismo le había robado cuando lo estaba guardando, eso significaba que Itachi no había comido ni un poco, y lo recto de su actitud le resultó tan cómico que terminó ofreciéndole un bocado que rápidamente se transformó en varios.

Ambos sabían que no estaban pasando por su mejor momento, pero como adultos y amantes medianamente razonables que eran podían pasarlo por alto siempre que hubiera cercanía, un ambiente tranquilo y una cantidad considerable de azúcar.

Le dió algo de sed cuando terminó de comer, pero contrario al vaso de agua que esperó recibir, Itachi le dejó con la boca abierta cuando le extendió una taza de su té medicinal.

– ¿Quien te dijo? – Inquirió en medio de un gruñido, a lo que el Uchiha le otorgó una mirada algo simpática.

– Es posible que Ren hiciera algún comentario al respecto.

– Que imbécil – No hallaba sitio alguno en dónde meter la cabeza para superar el terrible bochorno – Mejor que no, tu sigues enfermo así que... – En completo silencio, Itachi echó la mano atrás y sacó otra traza, sonriendo al verle alzar las cejas. Luego se encogió de hombros – Conste que eres tú quien me está incitando.

Probarlo en compañía resultó mejor de lo que había creído, en especial porque ya fuese por lo años de práctica o mera especulación, sentía que a él le salía mejor la mezcla exótica de la bebida.

– ¿Kaiyah ya habló contigo sobre la última revisión? – Preguntó cuando ya le quedaba la mitad del té. A Itachi, quien le quedaba más, se mostró calmado.

– No mucho, solo los detalles mas importantes por medio de un pergamino, ¿Por qué?

– Aparentemente ya tiene una idea de que puede ser tu mocoso.

– Ya veo – Imaginaba que le respondería, pero le preguntaría de todas maneras – ¿Quisiste saberlo?

– La verdad no – Sintiéndose en lo absoluto juzgado cuando el otro asintió sin problemas – Supongo que es porque eso no hace ninguna diferencia, pero tenía curiosidad de saber si tú querrías.

– No lo sé – Confesó honestamente – Antes era más común esperar a verlo en persona, aunque saberlo de antemano no parece una mala idea.

– ¿Vas a esperar entonces?

Tras considerarlo unos segundos, Itachi decidió que el tema necesitaba de más tiempo para llegar a un veredicto.

– Lo pensaré.

– ¿Así como también pensaras en no enfermarte más de lo que ya estás si no te alejas? – Intentó decirlo de una forma que no buscaba conflicto, aunque de igual manera le sacó a su invitado un gesto de aflicción – Mira, la verdad es que estoy demasiado cansado como para discutir, pero necesito saber si ahora formo parte de la lista de cosas que te acortan la vida.

Pensar en que su presencia podía ser casi tan dañina como su misma enfermedad le daba escalofríos, y por ello Itachi le apretó un poco la mano cuando le quitó la taza vacía.

– Convivo cada día con muchas cosas que son dañinas, pero tú no eres una de ellas.

– ¿Eso en que me convierte entonces? – Con su intriga difuminandose en una media sonrisa al ver que le extendía la mitad que le había quedado de su bebida, procurando verse lo más transparente posible.

– Justamente lo opuesto.

No sentirse halagado fue prácticamente imposible.

– ¿Que haremos ahora? – Aquella pregunta, sin embargo, no era tan sencilla de responder, incluso para Itachi.

– Encontraremos la forma.

– ¿Y eso en dónde se supone que nos deja?

Viéndose algo vago por unos segundos, el Uchiha terminó por esbozar una pequeña sonrisa.

– En el punto que queramos, supongo.

– Pues ese punto debe tener algo sólido, porque estoy harto de vagar entre un extremo y otro como si me pudiera dar el lujo de complicarme más la vida.

– Entonces no te compliques – La punta de sus dedos se encontraron, y él no perdió el tiempo para juntarlos – Escoge un extremo, el primero que se te ocurra, y será ese en el que estaremos a partir de ahora.

– No lo sé, me suena demasiado fácil – Nunca habían estado en un solo punto, lo más usual es que se la pasaran oscilando entre varios de ellos como si quisieran probar un poco de todo lo que podrían llegar a ser; Frunció los labios – ¿Crees que podamos ser conformes?

– Podemos ser todo – Su tranquila resolución resultandole bastante cómica.

– O tal vez nada.

– También – Asintió un poco, quitándole la segunda taza vacía para mirarlo expectante – Depende de tí.

Deidara se tomó su tiempo para pensarlo un poco, jamás se había podido imaginar que las circunstancias le darían la oportunidad de establecer algo fijo que fuese menos complicado de sobrellevar, aunque sorprendentemente la idea no le resultaba del todo atractiva. Siempre tuvo el concepto de que aquella relación que tenían iba más allá de cualquier título que pudieran otorgarle por el mero hecho de ser lo que se acostumbra, y que hacerlo en cierto modo era restringirse innecesariamente. Quizás es por ello que el problema nunca fue el vínculo o el nombre que pudieran llegar a ponerle, sino la actitud que habían tomado al respecto.

Y si no había ninguna complicación entorno a ello, entonces no tenía sentido cambiar nada. No obstante, si de tomar una decisión para alivianar los conflictos se tratase, entonces tenía una idea bastante clara de que camino deseaba tomar.

A fin de cuentas, si el tiempo estaba medido ¿Que importaba mantener los límites?

– Me conformo con el todo.

La disputa finalmente pareció aclararse tras un subidon de buen ánimo y un renovado coro de risas que se mantuvieron activas el resto del día; Deidara se encontraba conforme con la reconciliación a pesar de todo, más eso no le quitaba las ganas de hacer algo que se le había ocurrido justo antes de irse a dormir en brazos de su acompañante.

– Estoy bien así – Le dijo a Itachi al día siguiente cuando Kaiyah llegó para hablar sobre las revisiones, pero él se negó a seguirlos – Ya he escuchado todo lo que va a decirte, saldré mejor un rato y veré si compro algo.

– De acuerdo – Accediendo sin problemas y regalandole un gesto agradable – Ahora vuelvo.

– Lo mismo digo.

Cuando la silueta del genio de su clan se perdió con la Hyuga por la extensión del pasillo, él aprovechó para salir de la casa, buscando cuidadosamente un punto en el que su guardaespaldas animal no tuviera visibilidad. En otras situaciones le habría tomado más tiempo, pero cuando Itachi andaba cerca el animal se volvía algo más más flojo, quizás porque sabía que su dueño estaba cerca para hacer sus quehaceres; Utilizando aquella flojera a su favor, Deidara se alejó unos cuantos kilómetros para sentarse a esperar la llegada de su otro médico con una sola misión en mente.

Ren se mostró enérgico cuando lo vió esperándole a medio camino.

– Pero mira nada más, esto si es nuevo – Sentándose a su lado casi de inmediato – ¿Como estás, rubio?

– Sobreviviendo – Contestó de la forma cómica que siempre le sacaba una sonrisa burlona – ¿Que hay de ti? ¿Aún te persigue el mundo ninja?

– Para perseguirme tendrían que poder verme, y soy un profesional en pasar desapercibido – Esbozó una sonrisa maliciosa antes de darle un ligero empujoncito – Pero no creo que me estuvieras esperando solo para saber cómo me va.

– Pues no, no realmente. Más bien necesito que me colabores con algo.

Fiel a su mejor costumbre, el médico se ubicó un poco mejor para escuchar los detalles.

– Soy todo oídos.

La idea que se le había ocurrido era algo complicada, consistía básicamente en controlar el Kinjutsu al punto de que solo pudiera absorber una cantidad más reducida chakra, de esa forma no solo el daño que le causaría a Itachi sería mínimo sino que también podría estar cerca de cualquier persona cuya salud le importase – como Kaiyah y el mismo Ren – sin tener el pavor de quitarle más chakra de la cuenta, aparte de que también era una buena base para próximamente maniobrar por completo su técnica y así prevenir otro embarazo no deseado.

– Suena bien, pero existe un detalle – El médico en cuestión le alzó una ceja – Para que se pueda controlar bien una técnica es necesario utilizar toda tu energía, eso significa que debes estar en sincronía con tu flujo entero de chakra, cosa que ahora no puedes hacer ya que la mitad de tu energía está siendo utilizada para el desarrollo de tu monstruo.

– Por ahora lo que estoy buscando no es controlar la técnica por completo, solo lo suficiente para poder restringirla, y para eso no necesito de todo mi chakra.

– Esa parte la entiendo, pero por mucho que lo hagas sonar sencillo, no debes olvidar que si accidentalmente llegas a gastar más chakra de la cuenta te puedes andar muriendo otra vez.

– Exactamente, y es ahí donde necesitaré de tu colaboración – Se removió de manera algo más entusiasmada, robándole un suspiro a su compañero.

– ¿Por qué siento que esto no va a gustarme? – Posiblemente era porque tenía conocimiento de su carácter, pero la sonrisa que le dedicó en ese momento no le dió un buen presentimiento.

Deidara le metió un golpe en el hombro.

– No dramatices tanto, solo necesito que me guíes para conocer mis límites, ¿Se supone que eres un ninja con habilidades sensoriales, no? Lo único que debes hacer es indicarme cuando comienzo a utilizar más chakra de la cuenta para así saber cuándo debo detenerme.

– No es tan sencillo, rubio – Contesto algo serio al ver que literalmente le estaba pidiendo que monitorease sus signos vitales – El nivel de chakra no es una escala del uno al cien que siempre se mantiene fija, si la persona ha entrenado entonces su punto máximo puede llegar a ciento veinte, pero si está enferma o agotada puede que solo tenga acceso a un setenta por ciento de su potencial. Tú actualmente estás en un punto en el que tú chakra fluctúa más de lo normal, por lo que saber cuál es la mitad exacta que puedes utilizar es muy difícil.

– Eso ya lo había pensado – Le costó sacrificar algunas horas de sueño, pero no fue una perdida total el planificar su estrategia mientras tenía a Itachi acurrucado a su lado – Tal vez no pueda saber cuál es el límite exacto, pero quizás pueda reconocer cuando comienzo a llegar a él. Si intento controlar la técnica y comienzo a sentir algo raro, tu podrías escanear mi nivel de energía, y si está a la mitad en ese momento entonces sabré que si vuelvo a sentir algo parecido es porque estoy cerca del límite, no importa si no es el mismo.

– Es una teoría interesante – Accedió sin muchas ganas, aunque indudablemente estaba interesado – Me refiero a que si sientes un mareo y luego certifico que estás a la mitad de tus capacidades, eso puede significar que cada vez que te marees deberás detenerte.

– Exacto...

– Pero – Alzó un dedo sin perder la seriedad profesional – Debes recordar que si sientes algún síntoma negativo es porque estás entrando a una zona peligrosa, la idea sería que justamente no tengas que llegar a ese punto.

– Ya lo sé – Frunciendo el ceño con algo de mal humor ya que esa era la única parte que desgraciadamente no había planificado demasiado – Pero si no llego a ese punto no sabré cuando parar. Además no es tan grave, me detendré apenas lo sienta.

– No lo sé... – Ren estaba considerablemente indeciso al respecto, pero Deidara no le permitió divagar mucho, pasando a verle con cierta urgencia.

– Vamos, no le diré a Kaiyah si es lo que te preocupa, solo necesito tu ayuda la primera vez, luego podré hacerlo por mi cuenta – Lo que creyó que quizás terminaría de convencer a su médico solo le hizo cruzarse de brazos con un aire de sospecha.

– Si no le dirás a Kaiyah me imagino que tampoco dirás al Uchiha.

Prontamente incómodo, Deidara formó en su rostro un gesto vago.

– No es importante que lo sepa por ahora.

– Rubio, no creo que...

– Ren, se lo que hago – De todas formas no planeaba ocultarlo para siempre, solo lo necesario para certificar que la práctica era efectiva y ya luego escogería un momento para contárselo, eso principalmente porque imaginaba que la amplia gama de posibilidades desfavorables le pondrían nervioso de saberlo antes de tiempo – ¿Me vas a ayudar o no?

El otro criminal estaba conciente de que aquello no podía ser tan buena idea como Deidara tan elocuentemente se lo hacía ver, pero aún si se negaba sabía que tarde o temprano encontraría la forma de hacerlo sin su ayuda, por lo que decidió que si iba a hacer algo riesgoso como mínimo que hubiera un doctor cerca.

Suspiró con pesadez.

– ¿Cuándo empezamos?

La sonrisa de Deidara no pudo ser más entusiasta.

– Justo ahora.




.

Continuará...

Notas finales:

Aclaraciones:

1_ Existe una escena (Me parece que es en el capítulo 126 de Naruto Shippuden) en el que Itachi le pregunta a Naruto porque se preocupa tanto por su hermano, a lo que este le contesta que es porque lo considera un hermano más de lo que él jamás podría. Itachi entonces sonreía y tomaba la decisión de confiar en el para darle el ojo de Shisui, sabiendo de antemano que la única persona que se preocuparía tanto por Sasuke como el mismo, era Naruto. Ahora, no estoy segura de en que parte de la historia iban para ese momento, pero aquí vamos a tomar como que esa escena ya sucedió (Considerando el apuro por el embarazo y que sigue saliendo a misiones, es posible) así que es por eso que le menciona a Deidara que confía en que Sasuke estará bien si está con Naruto.

Dándole aprobación al cuñado, si que si xD 

Pequeña uva, ojalá te haya gustado, hubieron algunos coñazos pero se solucionó rápido. Algo raro viniendo de mi, eh? XD 

El siguiente capítulo es uno de mis favoritos así que esperen a que lo termine para que le agarren cariño igual que yo UwU 

Nos vemos la próxima semana!

Menma.

 

 

 


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