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Peligroso DongHae por DenisseZepol

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HyukJae no podía creer que acabara de pedirle a DongHae que se fuera a vivir con él, acababa de conocer al tipo. ¿Estaba loco? Le gustaba el orden en su vida. Le gustaba que todo estuviera en su lugar. 


 


A HyukJae le gustaba su cordura. 


 


—¿Todos los asistentes viven con sus jefes? — DongHae preguntó, mientras presionaba las palmas de sus calientes manos sobre el pecho de HyukJae, haciendo que la temperatura en la sala subiera unos grados. 


 


—No, cada jefe de departamento tiene sus propias reglas. Como lo que necesito de ti es muy extenuante, y consume mucho tiempo. Sería mejor así. 


 


¿Realmente lo sería? HyukJae no estaba seguro, pero la idea de DongHae haciéndose daño, en los tres tramos de escaleras, volvía a HyukJae loco. No le había pasado desapercibido que el casco de DongHae estaba destrozado y lleno de arañazos. Sólo esperaba que el hombre llevara la maldita cosa todo el tiempo. 


 


—Sólo para que me quede claro, Señor, ¿me va a pagar por horas? 


 


—No, tendrás un salario, DongHae. 


 


DongHae se apartó y se puso en cuclillas delante de HyukJae, con los brazos descansando sobre sus muslos. Sus ojos cafés saltaron a la ingle de HyukJae y luego se trasladaron rápidamente a la alfombra. —¿Voy a tener mi propia habitación, Señor? 


 


No, si puedo evitarlo. 


 


—Sí, DongHae. Tendrás toda la privacidad que desees. —Hasta que HyukJae tuviera a DongHae bajo su tutela y le mostrara al hombre lo mucho que, realmente, necesitaba orientación. Si HyukJae no intervenía, DongHae iba a terminar matándose a sí mismo, y probablemente simplemente caminando por una maldita habitación. 


 


—¿Qué pasa con Larry y Dizzy?


 


Cierto, los animales domésticos. HyukJae no era un hombre al que le gustaran las mascotas, pero iba a tolerar a un pequeño gato y a un pez. ¿Cuánto daño podían hacer un pececito y un gato atigrado? —Me parece justo mientras asumas la responsabilidad de su cuidado, DongHae. No voy a tener bolas de pelo ensuciando el piso, ni a tolerar una pecera sucia. Estas son tus mascotas. Espero que tomes el apropiado cuidado de ellos. 


 


—Ya lo hago, Señor. 


 


—Entonces está decidido. Ve a recoger sus cosas. Voy a enviar un coche a buscarte en una hora. —Dijo HyukJae, sacudiendo el cristal azul de sus pantalones. Iba a tener que llamar a mantenimiento y darle una charla a alguien por el desorden que todavía quedaba. 


 


—¿Señor? 


 


HyukJae miró hacia arriba para ver DongHae mirando a su entrepierna una vez más. Sabía que estaba muy dura, pero tener a DongHae acostado encima de él había sido inesperado, y HyukJae no pudo retener la reacción aunque hubiera querido. 


 


Y no quería. HyukJae quería que DongHae viera lo que le provocaba. Y por la reacción del chico, DongHae lo aprobaba. Ahora todo lo que HyukJae tenía que hacer era mostrarle la vida D/S. Y si era posible comprarle al hombre un poco de plástico de burbujas, plástico de burbujas transparente, por supuesto, para que lo usara cuando caminara. 


 


Si todo iba bien, HyukJae sería capaz de enseñar a DongHae como centrarse y no ser tan torpe hasta el punto de herirse. Mirando al impresionante joven, al ver los moretones que cubrían varios brazos, HyukJae oró para llevarlo a cabo. 


 


—¿Sí? 


 


—¿Cómo puedo saber qué coche va a ser para mí? ¿El conductor mantendrá un cartel con 'L DongHae', como hace la gente en los aeropuertos? 


 


—No —dijo HyukJae mientras caminaba alrededor de su escritorio, y pulsaba el botón de su teléfono para llamar a su secretaria. 


 


—¿Sí, Sr. Lee? 


 


—Prestaré mi coche a DongHae. ¿Puedes por favor enviar a TaeIl? 


 


—Sí, Señor Lee. 


 


—¿Quién es TaeIl? — DongHae preguntó. 


 


—Mi chofer. Sabrá qué coche es, porque te llevara a casa para recoger sus cosas. 


 


—¿Usted tiene un chofer? — DongHae hizo una especie de bufido que HyukJae se había ido dando cuenta que era la risa natural del hombre. Era algo lindo—. Ostras, tengo uno de esos, también, pero lo llamo mi conductor del autobús. 


 


HyukJae escondió la sonrisa cuando TaeIl llamó a la puerta de la oficina y entró, juntando las manos detrás de su espalda. TaeIl era muy eficiente. —¿Quería verme, Señor? 


 


De alguna manera la palabra Señor no tenía el mismo efecto sobre HyukJae que cuando era DongHae quien la utilizaba. Su polla tarareaba cada vez que las cinco letras salían de los labios de DongHae. Que lo asparan si no lo tenía suplicando a finales de la semana. 


 


—Sí, por favor lleva a DongHae a donde tiene que ir y luego llévalo a mi apartamento. Y quiero que mantengas tus ojos en él en todo momento. No dejes que nada le pase. 


 


TaeIl asintió. —Sí, Señor Lee. 


 


—Tío, seguro que tiene un montón de gente a su disposición, Señor Lee. 


 


Era cierto, pero sólo había una persona que le interesara a HyukJae —Mi trabajo tiene sus ventajas DongHae. 


 


HyukJae no dio un suspiro de alivio hasta que la puerta se cerró detrás de DongHae y TaeIl. Se sentó en su silla y apoyó la cabeza hacia atrás, mirando el techo. Se estaba buscando problemas con DongHae mudándose con él. Lo sabía. Pero no podía pensar en ninguna otra forma de mantener a DongHae a salvo. 


 


El hombre era una zona catastrófica andante. 


 


—¡Cristo! — HyukJae alcanzó su teléfono y marcó un número que conocía bien—. SeHun, soy Lee HyukJae. Necesito que tus hombres y tú vayan a mi apartamento tan pronto como sea posible y eliminen cualquier cosa rompible, todos los floreros, mesas de vidrio, y cualquier otra cosa en la que alguien pudiera caer, tropezar o dañarse con ella. 


 


—Ahora mismo, Señor Lee. 


 


—Es posible que también deban quitar los objetos afilados de la cocina. 


 


—¿Va usted a tener un bebé, Señor Lee? —La pregunta fue hecha con un ligero temblor en la voz de SeHun. 


 


—Se podría decir eso —murmuró HyukJae. Se aclaró la garganta cuando la línea se mantuvo en silencio—. No, un amigo viene a quedarse conmigo, y es un poco propenso a los accidentes. —Wow, eso era un eufemismo—. Sólo estoy tratando de mantenerlo a salvo. 


 


—Muy bien, Señor Lee, voy a poner un equipo de limpieza a trabajar en ello. 


 


—Gracias, SeHun. Eres una joya. 


 


Y debía serlo por lo que HyukJae le pagaba por limpiar su casa dos veces por semana. Le costaba un ojo de la cara, pero hacía un trabajo condenadamente bueno. Y ofrecía garantía y seguridad. En los cinco años que HyukJae había estado utilizando los servicios de SeHun, nunca había tenido ni un solo problema. 


 


HyukJae dijo adiós a SeHun, a sabiendas de que se ocuparía de adecuar su apartamento, y volvió su atención a su trabajo. Sospechaba que tendría que llevar trabajo a casa si quería tener terminado, el último análisis financiero, antes del fin de semana. Tenía planes para el fin de semana, y no incluían nada ni nadie aparte de DongHae, y preferiblemente desnudo y satisfecho sexualmente. Bueno, al menos HyukJae estaría sexualmente satisfecho. DongHae podría no estarlo. 


 


—¿Sr. Lee? 


 


HyukJae levantó la vista de sus papeles para ver a JinRi de pie en su puerta, mordiéndose el labio. Se preguntó por qué simplemente no lo había llamado, en lugar de aparecer en su puerta. Era un comportamiento muy inusual. 


 


—¿Sí, JinRi? 


 


—TaeIl está al teléfono, Señor. 


 


El miedo lleno a HyukJae mientras cogía el teléfono sobre el escritorio. Sus dedos agarraron el receptor con tanta fuerza cuando se lo llevó a su oreja, que perdió la sensibilidad en ellos casi de inmediato. —¡¿Cómo se ha herido DongHae ahora?!


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