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Peligroso DongHae por DenisseZepol

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DongHae hizo una mueca al ver a TaeIl abrir la puerta del apartamento, dejando pasar a HyukJae. Los ojos amatista del hombre, instantáneamente, se fijaron en DongHae, escaneándolo de pies a cabeza. DongHae bajó lentamente la bolsa de hielo, que tenía sujeta con su mano contra su cabeza, y envió al hombre una débil sonrisa. 


 


—Me olvidé de mi casco. 


 


HyukJae negó. — DongHae, ¿qué voy a hacer contigo? 


 


DongHae tenía algunas ideas, pero no creía que fuera, el mejor momento, para mencionarlas. Su nuevo jefe parecía tener un problema con el comportamiento torpe de DongHae. Si HyukJae pretendía mantenerse en torno a DongHae, probablemente debería acostumbrarse a ello. 


 


—¿Todavía tengo el trabajo, Señor? 


 


Bueno, ¿era malo que las fosas nasales de HyukJae se dilataran? 


 


—Sí, DongHae, todavía tienes el trabajo. — HyukJae miró alrededor de la habitación, haciendo una mueca cuando vio todo lo que estaba roto—. ¿Lo tienes todo preparado? 


 


—La mayor parte, Señor. 


 


Los ojos de HyukJae regresaron a DongHae, reduciéndose a pequeñas ranuras. —¿La mayor parte? 


 


—Todavía tengo un par de cosas que coger del cuarto de baño, Señor. 


 


—Entonces ve a buscarlas. 


 


—Sí, Señor. — DongHae subió de un salto y se dirigió hacia el baño. 


 


—¿Ah, Señor? 


 


DongHae gimió al oír la voz de TaeIl. Sabía que el hombre iba a chismorrear sobre él. Se levantó rápidamente y se apresuró hacia el cuarto de baño, cerrando la puerta detrás de él y luego se inclinó hacia atrás apoyándose contra ella. 


 


Oh hombre, a este ritmo, nunca mantendría su empleo. Y trabajar para HyukJae parecía traer muchos beneficios. Por un lado, y tal vez el más importante, estaría alrededor de HyukJae Lee, este le hablaría con sus dulces ojos, podría verlo caminar y DongHae podría tener un millón de fantasías con sólo observar el caminar del hombre. 


 


Vivir con el hombre, así como ser su asistente personal, era la guinda de un pastel muy grande. Un pastel de HyukJae, con glaseado de chocolate, espolvoreado con azúcar y todo. DongHae se dio una palmada en la boca cuando empezó a reír y uno de sus famosos bufidos salió en su lugar. 


 


DongHae chilló y se dio la vuelta cuando alguien llamó a la puerta. 


 


— DongHae —gritó HyukJae a través de la gruesa madera—. Abre la puerta. 


 


DongHae se inclinó y, lentamente, giró el pomo de la puerta, abriéndola sólo una rendija. Se inclinó para mirar por la rendija cuando HyukJae abrió. DongHae dio un salto atrás para que la puerta no le golpeara el rostro y rápidamente perdió el equilibrio. 


 


Se golpeó la cabeza con el borde de la bañera y las luces brillaron ante sus ojos. Se dejó caer al lado de la bañera, deseando estar en cualquier lugar, excepto, en donde se encontraba, con un dolor de cabeza impresionante y su nuevo jefe mirándolo fijamente con obvia desaprobación. 


 


Sí, estaba dejando una gran impresión en el hombre. DongHae había perdido la cuenta de cuántas veces había roto algo o se había hecho daño a sí mismo, desde que conoció al hombre. Estaba condenado. Por mucho que quisiera este nuevo trabajo, una parte de DongHae quería estar cerca de HyukJae, para que el hombre reconociera que existía, y tal vez mostrara un poco de interés. 


 


A este ritmo, HyukJae iba a alejarse y, tal vez, a pedir una orden de restricción para mantenerlo lejos de él. DongHae suspiró mientras se sentaba y se frotaba la parte de atrás de su cabeza. A este ritmo, nunca iba a tener sexo. 


 


—¿Estás bien? —le preguntó HyukJae mientras entraba en el cuarto de baño y se ponía de rodillas delante de él. 


 


—Estoy bien, Señor —respondió DongHae, sintiéndose de repente como si todo el mundo lo llamara idiota. 


 


—Ven aquí, déjame echar un vistazo. 


 


Cuando HyukJae trató de tirar de él más cerca, DongHae lo evitó. No quería a HyukJae besando sus pupas. Quería que HyukJae lo besara en los labios. —Estoy bien, Señor. 


 


— DongHae. 


 


Los ojos de DongHae se quebraron al escuchar el severo tono que escuchó en la voz de HyukJae. Simplemente no podía dejar de mirar al hombre. Su voz era tan dominante que envió escalofríos de placer por el cuerpo de DongHae hasta sus pies. 


 


—¿Sí, Señor? —susurró. 


 


—Inclínate hacia delante y déjame ver tu cabeza. 


 


A pesar de sus anteriores protestas, DongHae se encontró inclinándose hacia adelante. Hizo una mueca cuando los dedos de HyukJae sondearon el blando bulto en la parte posterior de su cabeza. No era el primer tropiezo que había tenido, y sin duda, no sería el último. 


 


—Bueno, no se ve tan mal. No hay sangrado, sólo un golpe — dijo HyukJae—. Creo que una bolsa de hielo debería funcionar. 


 


—Gracias, Señor. — DongHae sintió la mano de HyukJae debajo de su barbilla, levantando su cara hacia arriba. Levantó la mirada vacilantemente para bloquearla con la de su jefe. Wow, estaban tan cerca. DongHae sintió el aliento de HyukJae sobre sus mejillas. 


 


—Puedes darme las gracias siendo más cuidadoso, DongHae. 


 


—Eso no significará que estas cosas no ocurran, Señor — explicó DongHae, sintiéndose un poco desesperado—. Solo ocurren. No importa lo cuidadoso que sea, ocurren. 


 


—Quiero que hagas algo por mí, DongHae. 


 


—Cualquier cosa, Señor. 


 


—Cierra los ojos. 


 


DongHae frunció el ceño por un momento y luego, lentamente, bajó los párpados. No sabía lo que le esperaba, pero sin duda no sería la sensación de los labios de HyukJae presionando contra los suyos. DongHae respiró hondo y se echó hacia atrás, con los ojos entreabiertos. 


 


—¿Señor? 


 


—Cierra los ojos, DongHae. 


 


Los ojos de DongHae se sentían tan amplios que no sabía si iba a ser capaz de cerrarlos. Pero lo intentó, bajando lentamente, de nuevo, sus párpados. Esperó, permaneciendo quieto, rezando, y cruzando los dedos, también los de los pies. 


 


Y ahí estaba. 


 


DongHae gimió con fuerza, cuando sintió el suave golpe de la lengua de HyukJae lamiendo la comisura de sus labios. 


 


¡Infiernos! HyukJae Lee, el hombre más sexi que jamás hubiera conocido, lo estaba besando. DongHae ansiosamente abrió la boca cuando sintió la lengua de HyukJae apretando contra sus labios, como si estuviera pidiendo aceptación. Aceptaría cualquier cosa que el hombre quisiera hacerle. 


 


Por fin, siiiii. 


 


El cuerpo de DongHae empezó a temblar, cuando la boca de HyukJae se inclinó sobre él, y la lengua del hombre se adentró en el interior de su boca, explorándola, conquistándola. Oh, maldita sea, el hombre sabía besar. DongHae dobló los dedos de los pies cuando sintió la mano de HyukJae en su pelo. 


 


A DongHae le dolía el cuerpo desde la parte superior de la cabeza hasta los dedos de los pies. Sentía como si un gran orgasmo estuviera a punto de ocurrir. Su polla estaba amenazando con romper las costuras de sus pantalones vaqueros y estallar si el beso continuaba por mucho más tiempo. Nunca nadie lo había besado así. 


 


Cuando DongHae, sintió la mano de HyukJae apretando contra su dura polla a través de sus pantalones vaqueros, fue todo lo que necesitó. DongHae gritó y se arqueó en el aire, presionando su polla con más firmeza contra la mano de HyukJae, y dándole libertad al placer que lo barría atravesándolo. 


 


Ya se avergonzaría por haberse corrido con sólo un beso, más tarde. En este momento, sólo quería disfrutar de la sensación de HyukJae apretándole la polla una y otra vez como si el hombre tratara de prolongar el orgasmo de DongHae. 


 


Cuando la razón regresó lentamente a DongHae, y el esperma en sus pantalones se volvió frío, el horror comenzó a llenarlo ante lo que acababa de hacer. Sintió que la sangre de su rostro se calentaba, mientras trataba de levantar los ojos hacia HyukJae, pero simplemente no tenía el coraje. Si no había perdido el trabajo debido a su torpeza, ciertamente lo perdería por correrse ante su nuevo jefe. 


 


—Oh, Señor —le susurró DongHae mientras intentaba escabullirse de los brazos de HyukJae—. Lo siento mucho. Yo... yo... 


 


—Tranquilo, DongHae. 


 


DongHae apretó los labios mientras HyukJae se dirigía a él, pero se negó a mirar al hombre directamente. Sin embargo, lo miró a través de los mechones de pelo que caían sobre sus ojos, cuando el hombre se puso de pie. 


 


—Levántate, DongHae. 


 


DongHae se levantó. Bajó la mirada hacia el suelo. 


 


—Termina de preparar tus cosas. 


 


Los ojos de DongHae se abrieron rápidamente. —¿Todavía me quiere, Señor? 


 


HyukJae sonrió, y oh, fue la más sexi sonrisa que hubiera visto nunca. Cuando HyukJae extendió una mano y la enroscó alrededor de la parte inferior de la cara de DongHae, este se apoyó en ella. 


 


—Sí, DongHae. Todavía te quiero. — DongHae casi gime cuando la mano de HyukJae cayó—. Ahora, acaba de recoger tus cosas. Estaré en la sala de estar, y espero que termines sin más lesiones, ¿entendido? 


 


DongHae no podría haber detenido su sonrisa aunque el mundo estuviera en llamas. —Sí, Señor. 


 


Vio cómo Lee salía del baño, y DongHae no pudo evitar mirar el buen culo del hombre. Maldita sea, si el hombre no tenía el mejor culo en pantalones arrugados. Era agradable y firme y tan- 


 


—Termina tu equipaje, DongHae —gritó HyukJae desde la otra habitación. 


 


Equipaje, correcto. 


 


DongHae se agarró el pelo y retorció los mechones rápidamente hasta que tuvo una larga trenza por la espalda, y luego la ató con una goma elástica. Le gustaba mucho su pelo largo, pero a veces le estorbaba. Y por la forma en la que transcurría su día, necesitaba mantener su cabello lejos de su cara. 


 


DongHae no necesitaba ningún accidente más. 


 


No estaba seguro de si debería pensar en el Señor Lee como HyukJae, pero se había corrido con tan sólo un beso de ese tipo. Eso debería valer para llamarlo por su nombre de pila. 


 


Aunque fuera sólo en su cabeza. 


 


Reunió los elementos del botiquín y luego los colocó en una pequeña caja. Mirando a su alrededor, DongHae vio que lo tenía todo. Cogió la caja y cuidadosamente abrió la puerta del baño, caminando hacia la sala de estar. HyukJae estaba mirando por la polvorienta ventana, con las manos detrás de su espalda. 


 


DongHae se detuvo y se quedó mirando las manos de HyukJae. Recordando donde habían estado, sólo unos pocos minutos antes. Y vaya si no las quería sentir otra vez. Eran ágiles, largas y fuertes. Quería sentirlas envolviéndose alrededor de su polla, tirando de ella mientras DongHae cantaba a los cielos. 


 


—¿Ya terminaste? — HyukJae se volvió, y sus labios se abrieron ligeramente. Miraba a DongHae como si nunca lo hubiera visto antes. 


 


DongHae se giró y miró hacia atrás, sólo para asegurarse que no había causado algún tipo de catástrofe, mientras caminaba desde el baño. —¿Hay algún problema, Señor? —preguntó DongHae mientras se daba la vuelta. 


 


HyukJae se aclaró la garganta, moviéndose hacia las pocas cajas que DongHae había apilado. —No, nada en absoluto. —Pero los ojos del hombre, volvieron a mirarlo, de ese extraño modo. Este se encogió de hombros mientras se sentaba sobre una de las cajas. 


 


—Todo hecho. 


 


—Muy bien —dijo HyukJae y luego asintió hacia TaeIl. El conductor tomó algunas de las cajas y comenzó a llevarlas hasta la puerta. 


 


—Puedo ayudar —dijo DongHae y cogió una caja. 


 


—No —casi gritó HyukJae mientras levantaba la mano, con la palma hacia fuera—. Sólo quédate ahí. TaeIl puede cargar el coche. 


 


—Pero son sólo unas pocas cajas, Señor. 


 


—Lo sé —murmuró HyukJae. 


 


DongHae no estaba seguro de qué pensar, así que se dio la vuelta hasta que vio a Dizzy. Estaba sentada junto a la mesa, lamiéndose su pata. DongHae se agachó y la agarró, acunándola en sus brazos. 


 


—¿Qué pasa con Larry? ¿TaeIl, también, lo bajará? 


 


—¿Dónde está la pecera? —preguntó HyukJae. DongHae señaló por encima de la ventana. 


 


—Ahí mismo. 


 


HyukJae cruzó la habitación y tomó la pequeña pecera, sosteniéndola con el brazo extendido como si Larry fuera una piraña come-hombres o algo así. DongHae resopló de risa. —No lo atacará, Señor. 


 


Una de las cejas de HyukJae se levantó lentamente mientras lo miraba. —Si te pertenece, no apostaría por eso. 


 


Eso sólo hizo reír, a DongHae, más fuerte, y entonces el pequeño comenzó a bufar. Curvó sus labios, preguntándose si HyukJae iba a burlarse de su risa como cualquier otra persona en la tierra habría hecho. 


 


HyukJae le sonrió, y DongHae se convirtió en un simplón. Se le puso una sonrisa de oreja a oreja al ver el brillo en los ojos de HyukJae. El hombre, el hombre era simplemente increíble. TaeIl regresó, pero no dijo una palabra mientras DongHae y HyukJae cesaban de sonreír. Se sintió como si su mundo se iluminara por sólo ese pequeño gesto. 


 


TaeIl agarró la última de las cajas y luego se dirigió hacia la puerta. 


 


—Creo que, ahora, podemos irnos —dijo HyukJae mientras llevaba la pecera a la puerta. Todavía estaba a cierta distancia, pero DongHae sabía que HyukJae no dejaría caer a Larry. El hombre no parecía del tipo propenso a los accidentes. El hombre caminaba con una facilidad que DongHae sólo podía desear poseer. 


 


DongHae cerró la puerta detrás de él, llevando a Dizzy fuertemente entre sus brazos mientras seguía a HyukJae. Cuando llegaron al segundo piso, DongHae vio a la Señora TaeYeon subir las escaleras, con algunas bolsas de supermercado en la mano. 


 


—Aguanta a Dizzy. — DongHae empujó su atigrado gato en el brazo libre de HyukJae mientras se apresuraba a tomar las bolsas de la mujer mayor. Pensó por un segundo que HyukJae iba a protestar por haberle dado a su gato, pero el hombre no dijo una palabra mientras DongHae llevaba las bolsas a la puerta de la Señora TaeYeon. 


 


—¿Has hablado con alguien acerca de mudarse a la planta baja, Señora TaeYeon? —preguntó DongHae, mientras esperaba a que la Señora encontrara las llaves en su bolso de paja y abriera la puerta—. Sería mucho más fácil para usted. 


 


—Por enésima vez, DongHae, no. Me gusta donde estoy. He vivido en este apartamento durante diez años. No quiero mudarme. —Ella le acarició la mejilla y luego abrió la puerta. DongHae suspiró. Odiaba ver su lucha cuando no tenía que hacerlo. Pero la entendía, en cierta medida. Dejó las bolsas en la mesa de la cocina y le dio un beso en la mejilla. 


 


—Voy a mudarme, Señora TaeYeon. Asegúrese de llamar a JaeMin cuando necesite hacer algo en la casa. No voy a estar aquí para ayudar. 


 


JaeMin era el nieto de la Señora TaeYeon, y la ayudaba tanto como podía. DongHae la ayudaba cuando JaeMin no podía hacerlo. 


 


—Lo haré, querido. ¿Vas a vivir con ese hombre joven y guapo del pasillo? —Ella se rio mientras comenzaba a desempacar los comestibles. 


 


—Sí, Señora. Soy su asistente personal. 


 


Los ojos de la Señora TaeYeon se agrandaron, y luego una sonrisa apareció en su marchito rostro. —Muy bien, DongHae. Siempre supe que estabas destinado a grandes cosas. 


 


— DongHae. 


 


DongHae se volvió al oír a HyukJae llamándolo por su nombre. Su nuevo jefe estaba de pie en la puerta, sin soltar el cuenco con el brazo extendido, pero Dizzy se arrastraba detrás de los hombros de HyukJae. —Tenemos que marcharnos. 


 


HyukJae no parecía feliz cuando volvió la cabeza para fruncirle el ceño a Dizzy. 


 


—Bien, Señor —Palmeó el hombro de la Señora TaeYeon y luego se despidió de ella mientras cogía a Dizzy de los hombros de HyukJae y luego hizo una mueca cuando sus garras se quedaron atrapadas en la camisa del hombre. 


 


—Con cuidado, DongHae —dijo HyukJae mientras este liberaba cuidadosamente el gato. 


 


—Lo siento, Señor. —Salió del apartamento de la Señora TaeYeon y se dirigió hacia el coche, gracias a Dios entró sin ningún accidente en el camino. Tal vez, todavía, había esperanza para él.


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