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Peligroso DongHae por DenisseZepol

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HyukJae dio un suspiro de alivio cuando entró en su apartamento. No hubo ningún incidente con DongHae en el coche, ni subiendo en el ascensor. Ahora, si podía conseguir establecer al hombrecillo sin que rompiera nada, sería un hombre feliz.


 


—Aquí está tu habitación —dijo HyukJae mientras abría la puerta de la habitación de invitados y guiaba a DongHae dentro—. Siéntete libre de mirar alrededor, mientras ordeno la cena. 


 


Era tarde, y necesitaba terminar los informes si quería jugar con DongHae. 


 


—¿Ordenar la cena, Señor? —preguntó DongHae mientras se sentaba con Dizzy en el suelo. 


 


—Sí, suelo pedirla en un restaurante muy bueno en esta calle. — HyukJae colocó la pecera en un mueble y salió de la habitación de DongHae—. Dúchate, y nos vemos en la cocina. 


 


—Sí, Señor. — DongHae miró alrededor y luego se dirigió hacia el baño. 


 


HyukJae salió, dejando al joven a su suerte y oró para que DongHae no se lastimara mientras se duchaba. Fue a llamar al restaurante y se dio cuenta que se había olvidado de preguntarle a DongHae que prefería para comer. 


 


HyukJae volvió a entrar en la habitación de DongHae y se detuvo. Allí, de pie en toda su gloria, desnudo, estaba DongHae. Su larga trenza cayéndole por la espalda, hizo que HyukJae quisiera gruñir. Cuando había visto a DongHae en el cuarto de baño de su apartamento, con el pelo recogido hacia atrás, HyukJae estuvo malditamente cerca de correrse en sus pantalones. 


 


El cabello castaño oscuro era impresionante, pero recogido era igual de sexi, si no más. Tenía ganas de acercarse y girar el largo mechón de pelo alrededor de su mano y darle un tirón. 


 


—¿Necesitaba algo, Señor? 


 


Sí. Necesitaba a DongHae sobre sus rodillas, chupando su polla. —¿Qué te gustaría comer? —Maldita sea, le estaba costando no mirar la expuesta ingle de DongHae. Tenía algo de vello rodeando su polla, pero no demasiado, como si el hombre lo mantuviera corto. Era de un color marrón oscuro, coincidiendo con el pelo de la cabeza. Reprimió las ganas de tragárselo con la vista. 


 


Después de todo, era un Dom. Debía tener más control que esto. HyukJae dirigía. No seguía. No lloriqueaba como un adolescente inexperto a los pies de nadie. Pero vaya si DongHae no lo estaba frustrando. 


 


A HyukJae, no le gustaba sentirse fuera de control. Todo tenía que estar orden. Todo tenía que estar en su lugar. Y las estrictas normas habían sido hechas para ser seguidas. Se suponía que DongHae era el que debía estar frustrado, no él. 


 


DongHae era el sumiso.


 


No HyukJae.


 


—Comeré cualquier cosa, Señor. 


 


HyukJae sólo podía esperarlo. 


 


—Muy bien —dijo. Apretó los labios para no gemir cuando miró a la polla de DongHae una vez más, antes de obligarse a alejarse. HyukJae hizo la llamada al restaurante y luego sacó los archivos de su maletín. Los dejó sobre su escritorio en su estudio, abrió su portátil y se puso a trabajar. 


 


DongHae llenaba su mente mientras golpeaba las teclas. Se imaginaba todas las cosas que iba a hacerle a DongHae, y todas las depresiones y sinuosas líneas que iba a explorar. Giró la cabeza, soltando un poco la tensión, mientras continuaba trabajando en los informes. 


 


—¿Señor? 


 


HyukJae se giró y casi se traga la lengua. DongHae llevaba el par de pantalones más cortos y apretados que había visto. El hombre se quedó allí, con su polla y sus huevos tan marcados que HyukJae podía ver cada curva. Tuvo que aclararse la garganta antes de responder. —¿Sí? 


 


—La cena está aquí. 


 


HyukJae podía sentir su ira en aumento. Se dio la vuelta en su silla, con los ojos enfocándose en los pequeños pantalones cortos azul marino. —¿Abriste la puerta en eso? —Señaló con la cabeza hacia el trozo de tela que apenas cubría las partes de DongHae. 


 


Una sonrisa se formó en los labios de DongHae y luego echó un vistazo a su ropa interior, si el pequeño trozo de material, incluso podría ser llamado así. 


 


—Diablos, no — DongHae resopló de risa—. Tenía una toalla alrededor de mi cintura, Señor. 


 


Como si eso era una mejor opción. HyukJae se levantó, controlando sus emociones, colocando una tapa sobre ellas mientras cruzaba la habitación. —Vamos a comer. 


 


Cuando DongHae se volvió para irse, hizo que HyukJae se tragara su lengua. Las nalgas de DongHae sobresalían de la parte posterior de los apretados calzoncillos azules, los montículos acampanados se veían muy bien. Las manos de HyukJae se morían de ganas de llegar y golpear una nalga, o ambas. 


 


Sus ojos se quedaron clavados en el culo de DongHae hasta que llegaron a la cocina. De acuerdo, el hombre era peligroso, pero esa palabra había adquirido un nuevo significado cuando DongHae se sentó en la pequeña mesa para dos. 


 


—Nunca antes he probado la comida de este restaurante — dijo DongHae mientras comenzaba a quitarle las tapas a varios platos— . ¿Es buena? 


 


—Sí, Antonio sirve una excelente comida. Solía pedir la mayoría de mis comidas en De Monique, pero perdieron a su chef, junto con la mayoría de los camareros, el mes pasado. Dado que BumJoo se trasladó a Antonio, yo también 


 


—¿Come siempre comida de restaurantes para llevar? 


 


HyukJae levantó la vista de su plato, asintiendo. —Trabajo muchas horas, DongHae. No tengo mucho tiempo para cocinar y esas cosas. 


 


DongHae frunció el ceño. —¿Quién cuida de usted, entonces? 


 


—SeHun viene dos veces por semana a limpiar. Envía mis trajes a la tintorería una vez a la semana y compra las provisiones que pueda necesitar. Aparte de eso, ¿qué necesito? 


 


—No, eso está mal. Si va a trabajar tan duro, necesita a alguien que cuide de usted. —Las cejas de DongHae se juntaron mientras su ceño se profundizaba... y de pronto se suavizó cuando el hombre empezó a sonreír—. Es por eso que me contrató, ¿no? Voy a cuidar de usted. 


 


—Te contraté para ser mi asistente personal. 


 


—Lo sé, pero usted dijo que me necesita las veinticuatro horas del día, y para ser honesto, al principio, no entendía por qué. — HyukJae tuvo un sentimiento de inquietud cuando la sonrisa de DongHae creció—. Ahora, sé por qué. 


 


— DongHae. 


 


—No se preocupe, Señor, me aseguraré de que esté bien cuidado. Usted me contrató para ser su asistente personal las veinticuatro horas del día. Me aseguraré de que todas sus necesidades sean atendidas de modo que usted no tenga que preocuparse ni de una sola cosa. 


 


HyukJae se quejó. Tuvo un loco impulso de palmear su cara. DongHae no tenía ni idea de lo que estaba diciendo. En realidad no lo hacía. HyukJae quería muchas cosas de DongHae, y maldición, ninguna de ellas tenía algo que ver con su colada. 


 


—Cena, DongHae. Hablaremos de tus deberes, más tarde. 


 


—Sí, Señor. 


 


HyukJae parpadeó en estado de shock cuando DongHae prácticamente vibraba en su asiento. —¿Cuánto azúcar has tomado hoy, DongHae? —Tenía que haber una razón para el rebote del hombre. 


 


—No mucho, se lo juro. Tomé un zumo de naranja y un tazón de cereales para el desayuno, pero eran Cheerios y no creo que tengan mucho azúcar. Tomé un sándwich de jamón con queso cheddar para el almuerzo y una manzana. Podría haber tomado patatas, pero se quedan atascadas entre los dientes, especialmente los nachos. 


 


HyukJae lentamente bajó su tenedor y miró boquiabierto a DongHae mientras el hombre solo seguía y seguía. Lo miró para ver si respiraba, porque seguro que no había sucedido todavía. 


 


—Oh, y tomé un café antes de llevarle el paquete a su oficina. 


 


—¿Café? —La voz de HyukJae fue tan alta que pareció que se quedaba estrangulada en la garganta. 


 


—Oh, sí, por lo general tomo tres o cuatro al día. Me ayuda a seguir adelante. 


 


—No más café, DongHae. —Y no habría debate sobre eso. Café y DongHae no eran una buena combinación y HyukJae no quería comprobarlo. Nunca—. Si necesitas algo caliente para beber, puedes tomar té de hierbas descafeinadas. 


 


—¿No más café? 


 


¡¿Dios mío, eso en los ojos de DongHae eran lágrimas?! HyukJae suspiró y soltó su tenedor. A este ritmo, nunca iba a conseguir terminar de comer. Apoyó los codos en la mesa y juntó las manos. 


 


—Los codos sobre la mesa, no. 


 


Las cejas de HyukJae se alzaron. —¿Perdón? 


 


—No debe poner los codos sobre la mesa mientras está comiendo. Es de mala educación. 


 


—De mala educación, claro. — HyukJae bajó los brazos a su regazo—. Mira, DongHae, sobre el café. Si eres bueno, puedes tomar una taza los fines de semana. Pero sólo una. Si puedes manejar eso sin hacerte daño, entonces hablaremos de tomar más. 


 


—Sí, Señor. 


 


HyukJae hizo una seña al plato a medio comer de DongHae. — ¿Terminaste con eso, DongHae? 


 


—Sí, Señor. No como mucho —El rostro de DongHae palideció de repente mientras miraba desde el plato a HyukJae y viceversa—. Señor, ¿va a descontar mis comidas de mi sueldo porque- 


 


—Relájate, DongHae, todas las comidas y el mantenimiento se incluyen en el trabajo. Llámalo ventajas. 


 


—¿Eso incluye a TaeIl? 


 


—¿Qué pasa con él? —gruñó HyukJae. De pronto tenía visiones de TaeIl y DongHae en la parte de atrás de la limusina, y quería tirarse al piso y mover sus pies como un niño de dos años cuando le negaban su juguete favorito. 


 


—¿No lo voy a recibir como ventaja también? 


 


—¡Seguro que no lo harás! 


 


DongHae suspiró profundamente y se encogió de hombros. — Está bien, Señor. Era sólo una idea. Todavía puedo ir a trabajar en bicicleta. 


 


HyukJae necesitaba un trago.


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