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Idiotas en la escuela [Kimetsu no Yaiba] por Wan chan

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La cena estaba servida.

Frente a los hermanos Soyama se encontraba un plato de ramen instantáneo recién hecho.

Un feroz gruñido de sus estómagos se dejó escuchar por todo el pequeño comedor. Estaban a finales de mes, por lo que el dinero les hacía falta.

Solo había una palabra que los definía en ese momento: bancarrota.

—Media taza de ramen no es suficiente —se quejó Akaza.

—Cállate y engaña a tu estómago.

—Podríamos pedirles un poco de comida al maestro y a Koyuki.

—No, ellos tienen sus propios problemas.

Un suspiro salió de los labios de Akaza.

Pedir de comer no era malo, pero sabía que Keizo apenas y podía costear el dojo con su salario, y es que cuando le ofrecieron como regalo el lugar, su maestro no lo pensó dos veces y aceptó tenerlo por dos razones, primero por Koyuki, el sitio era lo que alguien tan delicada de salud como ella necesitaba; el lugar estaba rodeado de árboles que filtraban las impurezas del aire y hacían bien a la omega.

La segunda razón era que Keizo siempre quiso tener un dojo en donde enseñar su arte marcial, y el que le traspasaran uno era como un sueño hecho realidad.

Al ser su tutor legal, ambos hermanos tuvieron que moverse con él. Eso y que Hakuji no podía separarse de su prometida. Aun así, el orgullo de ambos hermanos no permitía que aceptaran una habitación en el dojo que Keizo les ofreció.

Pensaron que podían vivir solos y valerse con el dinero que sus padres les habían dejado antes de morir, pero lo que les daba la aseguradora al mes apenas y les alcanzaba para sobrevivir.

—Creo que es hora de conseguir un trabajo de medio tiempo —dijo Hakuji después de sorber una porción de los fideos.

—No lo necesitaríamos si te resistieras un poco a comprar cualquier cosa para Koyuki.

Hakuji se molestó.

—Las cosas para ella son necesarias.

—¿Cómo ese gorro con largas orejas que se mueven?

—¡Se veía adorable con él! Además, tú también compras cosas innecesarias.

—¡Eso no es cierto!

—¿Quién de nosotros compra videojuegos o revistas porno?

—¡Yo no compro porno!

—¿Quieres que vaya a tu habitación a corroborarlo? Si tan caliente te sientes usa tu imaginación, busca en tu celular o encuentra a alguien, pero deja de gastar nuestro dinero en eso.

Akaza bufó molesto, tomó su porción de ramen y terminó cruzado de brazos, él no compraba porno, solo tenía dos ejemplares de revistas que había comprado cuando era más joven.

Después de un breve silencio, lentamente sus mejillas se ponían rosas y eso llamó la atención de Hakuji.

—Quiero preguntarte algo.

La voz de Akaza sonó suave y bajita, todo lo contrario a como normalmente era. Hakuji se dio cuenta solo con eso de que lo que su hermano iba a cuestionarle le importaba mucho, así que tomaría su papel como hermano mayor.

—¿Cómo te diste cuenta que Koyuki era tu pareja destinada?

Ah.

El fideo en la boca de Hakuji regresó a su plato después de escuchar eso. Sus mejillas se tornaron rojas al rememorar ese bonito encuentro.

Fue cuando eran niños. Sus padres y el papá de Koyuki eran grandes amigos, por eso cuando los presentaron el pequeño Hakuji supo de inmediato que no se quería separar de la enfermiza Koyuki, que debería protegerla de todo y de todos.

Una sonrisa se formó en su rostro.

—Solo lo sentí…

—Eso no me ayuda, bobo.

—¡Déjame terminar! —gruñó—. En ese entonces no lo entendía, pero ahora sí. Cuando estoy con Koyuki mi mente se siente serena, mi pecho tranquilo y solo puedo pensar en una sola cosa: yo y ella en una casa rodeados de flores de cerezo, después, el olor a limpieza, comida casera y té verde llega a mi nariz.

Akaza abrió ampliamente su boca, incrédulo de lo que su hermano decía.

—¡Justamente eso me pasó!

El entrecejo de Hakuji se frunció, ¿acaso su hermano se había enamorado de su prometida?

Un olor a molestia e irritación llegó a Akaza. Hakuji se estaba poniendo territorial.

—Hermano malo —dijo Akaza antes de arrojarle un poco de agua a la cara como si fuese un gato —. Koyuki no me gusta, es solo mi mejor amiga. A lo que me refería era a ese sentimiento y los pensamientos raros sobre escenas inexistentes.

El agua había funcionado y a Hakuji se le bajó el enojo. Tomó sus palillos y se dispuso a comer de nuevo su media porción de ramen instantáneo.

—Entonces ¿con quién? —una sonrisa pícara se formó en su rostro— ¿acaso será Enmu?

Akaza tembló, Enmu de cierta manera le daba repelús. Era bonito, pero demasiado extraño. Además, odiaba que le tomara fotos sin su permiso, parecía un acosador.

—Tal vez Daki.

El rostro de Akaza se tornó a uno de total desagrado. Daki era realmente hermosa, pero era desesperante, caprichosa y mimada, todo por culpa de Gyutaro. Y esas eran cosas que Akaza odiaba.

—Ya sé, de seguro es Douma.

Ahora su rostro se pintó de azul y se puso pálido. Odiaba a Douma y sus millones de insinuaciones, sobre todo esa en donde claramente le dio a entender que entre alfas no hay cachorros.

—Me retracto. Seguramente es Nakime.

—¡Deja de decir nombres al azar!

Hakuji se rio, así que siguió nombrando personas.

—Kokushibo, Gyutaro, Kaigaku, Rokuro, Yoriichi, el chico frentón del 2C, el rubio primo de Kaigaku, el tipo jabalí…

—¡Es Kyojuro! ¿¡Contento!? ¡Maldita sea, mi destinado es Kyojuro Rengoku!

Los palillos de Hakuji terminaron en el suelo después de la confesión de su hermano. ¿¡Qué está pasando!?

—¿¡Fue en ese momento!? —cuestionó Hakuji en un nada agradable grito.

Cierto, desde que Akaza vio al profesor el primer día se comportó como un completo tonto, o enamorado, era casi lo mismo.

—¡Ya no estoy seguro! El otro día, con ese ser extraño que casi se folla a Kaigaku me topé con una chica, se parecía a Kyojuro, pero no era él.

Hubo un pequeño momento de silencio. Akaza suspiró pesadamente y se empinó el plato con el ramen para terminarlo de golpe. Hakuji sabía que debía de respetar ese silencio hasta que Akaza quisiese.

—Fui a buscar a Kyojuro por medio de su aroma, pero en cuanto entre al salón de artes, solo estaban Uzui y esa chica. Fue confuso, pero ella olía igual a él.

—Eso es raro, tal vez es su novia —la nada amigable mirada de Akaza le hizo saber que no debía de haber dicho eso —¿Al menos era bonita?

Akaza dejó caer su cabeza en la mesa, golpeándola con la frente. Un muy largo y pesado suspiro salió de su boca, seguido de un gruñido de irritación.

—Lo era. No sé porque me molesto, si hasta parecen hermanos. Cabellos largos que parecen de fuego, cejas pobladas, bonitas facciones, un hermoso cuello para marcar, se nota que su carácter es fuerte pero sincero… ¡Joder! Es como Kyojuro, pero en mujer.

Hakuji no contestó, solo se dedicó a comer su porción de ramen y ver a su hermano sumergirse en su miseria. Esa era su venganza por no poner atención en donde ponía sus respuestas del examen.

 

 

—¡Salgamos todos juntos!

La voz de Daki resonó por todo el salón, en sus manos estaba el cartel de una película que llevaba por título “Monos ninja del espacio vs las maquinas malditas 2”, Daki sostenía el cartel con tanta fuerza que hasta lo estaba arrugando. Realmente estaba emocionada.

—¿Para ver esa estúpida película? No gracias —se quejó Kaigaku.

Literalmente fue fulminado con la mirada por parte de la chica.

—Suena divertido —dijo Koyuki.

Su voz sonaba distorsionada debido a que se encontraba vía online por medio de video llamada.

De alguna u otra manera, el profesor Rengoku logró hacer que fuera a clases. Después de pedir infinidad de veces que aprobaran su propuesta, se le dio luz verde para poner medios audiovisuales en el salón F (aunque según el sistema EIB no se los merecían), estando los aparatos bajo su cargo.

Aun así, a pesar de estar en lo acogedor de su hogar, Koyuki estaba obligada a sentarse frente a una caja de cartón en vez de su cómoda cama.

Y solo por ese motivo, Hakuji movió cielo, mar y tierra para poder conseguirle una bonita caja a su prometida.

—¡Uwaa! Estoy tan feliz de no ser la única chica en el grupo. ¡Apoya mi idea Koyuki!

Daki terminó abrazándose a la pantalla que transmitía a la chica de las tres horquillas en forma de copo de nieve.

—No saldré con ustedes —dijo Kaigaku.

—Viejo, no seas aguafiestas —reprochó Gyutaro.

—Aun así, iríamos todos juntos —habló Enmu —, después de todo Kokushibo ya tiene una cita este fin de semana.

Cierto, la cita entre Nakime y Kokushibo iba a ser en el cine.

—Kaigaku irá conmigo —mencionó Kokushibo, ganándose la mirada de todos y una enorme interrogante por parte de Kaigaku.

—¿Por qué motivo debería ir contigo?

—Compré un NFT que de seguro te va a interesar.

Kokushibo mostraba su celular a Kaigaku, quien solo se puso completamente rojo y cayó rendido al suelo, con los ojos completamente aguados por las lágrimas que se negaba a soltar.

—Mi vida esta arruinada —susurró Kaigaku derrotado.

—¡Vayamos al cine! —habló con fuerza Koyuki desde la pantalla —estoy segura que eso nos hará sentir mejor y nos hará olvidar lo del EIB.

No quisieron seguir objetando, en un suspiro cansado todos los presentes soltaron un “si” flojo. Tal vez una salida grupal los ayudaría a limar las asperezas que hayan surgido.

 

 

La enorme fuente del centro comercial era el punto de reunión, frente a ella lo más distinguido era la cabellera blanca de Daki. La albina levantó la mano emocionada viendo entre la multitud la nada inconfundible cabellera de Akaza.

—¡Una fresa! —dijo un niño.

A Akaza ganas de golpearlo no le faltaron.

—Llegan tarde —se quejó Daki —, ¿dónde está Koyuki?

—Lo sentimos —se disculpó Hakuji por la tardanza —. Koyuki no vendrá. Es alérgica a la estación cinco del tren.

Pareciera que cualquier cosa podría matar a esa chica.

—¿Y el resto? —preguntó Akaza.

—Fueron a hacer fila para comprar los boletos. Vamos con ellos.

Una vez en el cine les entregaron sus boletos, pero al leer los nombres de las películas Akaza alzó una ceja.

—Pensé que íbamos a ver la de los monos ninjas.

Hakuji curioso se acercó a leer el boleto de su hermano, el nombre de la película era “Dulce romance en los trenes de París”. Extrañado, el gemelo mayor sacó su boleto, el cual tenía el nombre de la película de los monos ninjas.

—¿Se habrán equivocado?

—Que mal, mi boleto también está equivocado —mencionó Enmu.

Todos acercaron sus boletos y en efecto, el boleto de Enmu tenía el mismo título de la película que se supone Akaza iba a ver. El otro que tenía nombre diferente era el de Kaigaku.

—¿Por qué soy el único que va a ver “la guerra y la paz”?

—Muévete.

La voz de Kokushibo hizo temblar a Kaigaku, de repente, era arrastrado de su camisa hasta la puerta de la sala donde Nakime los esperaba.

—¡No quiero! ¡Auxilio! ¡Son siete horas de mi vida en un cine!

Kaigaku desapareció por la puerta de la sala.

—Aun así, es raro que se hayan equivocado —dijo Daki ignorando el extraño secuestro de Kaigaku.

Al resto tampoco le importó.

Espera, espera, espera. ¿Qué no fue Enmu a comprar las entradas?”, pensó Douma.

—No sé qué pasó. Pero sería una molestia tener que ir a cambiar los boletos, y de seguro la sala para la película ya se llenó —dijo Enmu.

Douma escudriñó con la mirada a Enmu, hasta que el pequeño omega de cabello negro lo notó. Entonces solo pudo sonreír y enseñarle la lengua discretamente.

Pequeño cabrón”, pensó Douma.

—¿Qué se le puede hacer? —mencionó Daki —¡Si no nos damos prisa la película va a empezar!

Así sin más, se fueron cada uno a su sala. Antes de alejarse lo suficiente, Douma volteó a ver como Akaza y Enmu se alejaban. Enmu le imitó y entre ambos se levantaron el dedo medio para desearse lo peor.

¿Qué tal eso idiota?”, retó mentalmente Enmu a Douma.

Ojalá en tu próximo celo te folle un burro, imbécil”, le deseó Douma a Enmu.

 

 

Habían sido la peor hora con treinta y cinco minutos de la vida de Akaza. La película era malísima, cliché barato de romance, con todo y escena del chico corriendo detrás de su amada cuando el tren se estaba comenzando a marchar.

Se sentía agotado.

No tenía la menor idea de que hacer, la película de los monos duraba media hora más, por lo que estaba teniendo que convivir forzosamente con Enmu. Así que fue obligado a ir a una tienda de disfraces, donde el pequeño omega recogió un paquete y, después, a una cafetería para “hacer tiempo” en lo que el resto salía.

Obviamente dejarían olvidados a Kokushibo y Kaigaku. Tenía entendido que esa película es eterna.

—¿No vas a comer?

Frente a él, Enmu comía una crepa de fresa con plátano.

La verdad es que Akaza moría de hambre. Esa mañana los hermanos Soyama solo desayunaron té verde y unas galletas que Keizo les había regalado. La salida al cine había quitado dinero de sus últimas monedas del mes. Ahora habían entrado en un modo ultra ahorrativo.

Si seguían gastando, terminarían por tomar agua con azúcar y comer harina y aceite. Eso ultimo era el plan nutrimental de Hakuji para no morir por falta de nutrientes y sobrevivir a base de carbohidratos.

—No, la verdad no me gusta mucho las cosas dulces.

Mentía descaradamente. Incluso Enmu puso un rostro de no creerle.

—¿En serio? Sabes, estaba planeando darte un poco de mi crepa, es mucho para mí.

Akaza volteó a verlo rápidamente. ¡Que idiota! Había desperdiciado su oportunidad de comer algo más que solo la cuarta parte de un vaso de ramen instantáneo, porque sí, ya habían llegado al punto de comer la mitad de la mitad.

—¿No quieres probar?

Frente a él, Enmu cortaba un trozo de su crepa, el olor de la crema de avellana llegaba hasta las fosas nasales de Akaza. Era un buen trozo que no estaba dispuesto a rechazar. Todo sea por el bien de comer algo más.

—En ese caso no seré quisquilloso.

Lo que no esperaba es que Enmu trataba de dárselo en la boca.

—Di aaah~

Akaza estaba pálido debido a las acciones de Enmu, pero tenía hambre.

Acercó su boca al bocado que le era ofrecido, pero antes de que pudiera comerlo, un tenedor de plástico cruzó frente a él, clavándose en la pared.

Detrás del mostrador se encontraba un grupo de cinco chicos con sus capas del CDLI.

Tch, fallé.

—¡Pecador!

—¡Enmu-chan al último que debería de darle de comer es a un idiota como él!

—¡Aléjate de Enmu-chan!

Uno de los chicos colgó la llamada que hacía por el celular.

—El gran líder ha dado su sentencia. ¡Atrápenlo y quémenlo en la hoguera!

Akaza se puso de pie, podía con cinco chicos de su salón, era pan comido. Lo que no se esperaba es que el resto de comensales también eran parte del CDLI, y entrando por las ventanas había más chicos.

Prácticamente lo estaban rodeando.

—¡Huyamos! —gritó Enmu.

El rostro de Enmu se iluminó cuando Akaza se dio la vuelta y estiró su mano para ir a tomar la suya, sin embargo, lo que Akaza agarró fue la crepa que estaba en el plato.

Sin decir más palabras comió de un bocado el postre y salió corriendo de la cafetería, no sin antes golpear a los chicos que se interponían entre él y la salida.

 

 

Kyojuro estaba pasando un día muy agradable para poder despejar su mente. Aunque estaba solo paseando en el centro comercial, pudo comprarse otras tres corbatas rojas y más ligas para su cabello.

Durante su caminata hacia la salida se topó con Kanae Kocho. Ella le llamó y sonrió amablemente, y entre platicas terminaron paseando por varias tiendas del centro comercial.

Cualquiera que los viera, pensaría que estaban en una cita.

Justo como interpretaba la escena Sanemi Shinazugawa.

Lo que más lo irritó fue ver a Rengoku darle un nuevo broche de mariposa a la chica, y ella se aferró dulcemente a su brazo, mientras desaparecían por la entrada del parque que estaba cerca del centro comercial.

Eso no se iba a quedar así.

Sanemi emprendió una carrera, y en cuanto el olor a sed de sangre y muerte llegó a la nariz de Kyojuro, este comenzó a correr alejándose de su compañero de trabajo.

—¡No es lo que piensas Shinazugawa!

—¡Aléjate de Kanae, maldito cerdo!

Habían dado un par de vueltas a la primera sección del parque, Shinazugawa siempre pisándole los talones a Kyojuro.

En una curva, milagrosamente algo de lodo cayó en el rostro de Sanemi, opacando su vista por unos segundos, los cuales fueron aprovechados por Kyojuro para esconderse entre los arbustos donde Kanae estaba.

—Es demasiado persistente —dijo Kyojuro.

Shh… mientras estemos aquí no nos encontrará —susurró Kocho.

—¿Es realmente seguro?

La tercera voz llamó la atención de los dos profesores. A su costado se encontraba Enmu. Intrigados, le preguntaron qué sucedía.

Enmu explicó lo sucedido en la cafetería y cómo, al igual que Kanae, había estado esperando su oportunidad para ayudar a Akaza. Pero sus perseguidores se habían multiplicado como moho.

—Esos imbéciles arruinaron mi cita —se quejó Enmu.

Al escuchar eso Kyojuro se sorprendió. Tal parecía que Akaza ya tenía pareja. Increíblemente eso le incomodó. Aunque no era tiempo para esas cosas, su prioridad actual era escapar de Shinazugawa.

Se asomaron entre los arbustos, y vieron como el profesor de matemáticas aún estaba buscándolos. Al parecer se estaba apoyando de su olfato para localizar ya sea a Kanae o a Kyojuro.

—No te atrevas a manchar a Kanae con tu suciedad. ¡Te daré ochenta azotes, te mandaré a la hoguera y daré tus restos a los cuervos!

Ugh… suena como uno de los del CDLI”, pensó Enmu.

A Kyojuro se le fueron los colores del rostro.

—No te preocupes. Está confundido porque mezclé perfume con el lodo —confesó Kanae.

—¡Ah! Ahora que lo recuerdo, creo que tengo algo que puede ayudarnos.

Enmu mostró el paquete que había recibido en la tienda de disfraces.

 

 

Realmente no se esperaba esto.

Dentro del paquete había un par de kimonos para mujer. Mientras el que usaba Enmu era uno blanco con pétalos de sakura, el de Kyojuro era azul con blanco y estampado con peces koi.

Para completar su vestimenta, Kanae le había recogido el cabello en una coleta alta y maquillado suavemente.

—¿¡Por qué tienes ropa de mujer ahí!? —se quejó Rengoku.

—Pedí disfraces en pareja, y dijeron que era para mí. Supongo que pensaron que la otra persona también era mujer.

Aunque la verdad Enmu había pedido disfraces para él y Akaza, aunque no especifico que el segundo disfraz era para un alfa hombre. Tal vez realmente pensaron que era algún omega alto debido a las medidas que dio.

—No te ofendas, pero ¿Quién te daría ropa de hombre? —Kyojuro soltó un suspiro cansado —, Kanae, ¿puedes darme mi ropa?

Al voltear a ver a su amiga, ella solo estaba emocionada, feliz y sonrojada.

—Creo que te ves realmente lindo. Por alguna razón me gustaría verte disfrazado como maid.

—¡No digas cosas vergonzosas Kanae!

El sonido de los arbustos moviéndose bruscamente les llamó la atención. Sanemi atravesó las ramas con un salto, quedando a un costado de ellos listo para una pelea.

—¡Te encontré! ¡Se un hombre y enfren…

La escena era ciertamente risible, pero para Sanemi fue repulsivo.

—¿Por qué estás vestido así?

—¡No preguntes! Pensado era un buen plan.

Rengoku trató de cubrir su cuerpo, sus mejillas estaban completamente rojas de vergüenza. Quería que la tierra se lo tragara o esconderse en algún hoyo.

—Acabaré contigo, cerdo pervertido.

Sanemi había saltado contra Kyojuro, el rubio simplemente se puso en una pose de defensa para responder al ataque del albino. Sin embargo, el ataque nunca llegó.

Por un costado de ellos aparecía Akaza, quien también había saltado hacia los arbustos para esconderse de sus perseguidores, pero terminó estampándose contra Shinazugawa en el aire haciendo que los dos cayeran al suelo aparatosamente.

El primero en levantarse es Sanemi, listo para arremeter de nuevo contra Kyojuro, pero es detenido, de nuevo, por Akaza.

—No dejaré que lastime a una mujer —sentenció Akaza, pues había visto como el profesor de matemáticas se iba en contra de la señorita Renko.

—¿¡Acaso estas ciego!? —espetó Shinazugawa.

No hubo respuesta. Frente a él, Akaza se posicionaba para pelear en un mano a mano. Al no estar en la escuela, podía arreglar sus problemas a golpes libremente.

Sanemi sonrió, no era de pelearse con alumnos, pero sabía que podía no contenerse contra los hermanos Soyama, en especial con Akaza.

—Te mandaré al infierno, dairokuten maō —siseó Shinazugawa.

Ambos se lanzaron al ataque, sin embargo, Akaza se dedicaba a esquivar sus golpes. La riña les llevó fuera de los arbustos, de regreso al camino de piedra del parque.

En un hábil movimiento Akaza alejó lo suficiente a Sanemi, pero antes de que este último se le abalanzara de nuevo, Akaza hizo una respiración profunda, y con una fuerte voz soltó:

—¡Aaah! ¡El profesor Shinazugawa está acosando a Enmu-chan!

Segundos después, el ensordecedor sonido de montones de pisadas se dejaba escuchar, para cuando Sanemi se dio cuenta, estaba rodeado del gran grupo del CDLI que estaba persiguiendo a Akaza.

—Fuera de la escuela es un civil más, ¡atrápenlo! —gritó uno de los encapuchados.

Una turba furiosa se dejó ir en contra de Sanemi.

Akaza corrió de regreso a los arbustos y tomó la mano de Kyojuro para alejarlo del lugar.

—¡Hay que ponernos a salvo Renko-san!

 

 

Habían corrido lo suficiente como para ir al otro lado del parque, justo en donde estaba el lago. Cansados, tomaron asiento en una de las bancas frente al mismo lago.

—¡Todo esto no hubiera sucedido si tuviera dinero suficiente! —se quejó Akaza.

Kyojuro respiró profundamente para tratar de dejar de soltar jadeos. Se la había pasado corriendo la ultima hora, y ahora, corriendo con un kimono era más problemático.

Volteó lentamente su rostro para ver a su alumno. Akaza no se veía mejor que él.

—¿Qué quieres decir con eso?

Akaza terminó resumiéndole todo lo sucedido el día de hoy. Desde la ida al cine en grupo hasta su persecución por parte del CDLI.

—¿Entonces no sales con el joven Enmu?

—¡Claro que no! Estar con él fue un malentendido. Además, solo es un…

—¿Amigo?

—No, más bien solo un compañero de clase.

Rengoku sonrió, no quería sentirse aliviado, pero no pudo evitarlo.

—Bueno, supongo que es un alivio para todos tus pretendientes.

—¿Qué dices? No tengo nada de eso, y si tuviera no les haría caso. Ya tengo a mi destinado.

Los ojos de Kyojuro se abrieron sorprendidos, de repente un extraño nudo en su garganta se formó.

—¿En serio? ¿Quién? —la voz apenas le salía, el falsete que se forzaba a hacer podría perderse si seguía hablando. Para su fortuna, Akaza no le veía.

Por algún motivo, la señorita Renko le causaba seguridad a Akaza. Sentía que podía confesarle cualquier cosa y ella no lo juzgaría.

—Mi profesor de historia.

Un breve silencio se apodero del lugar. El graznar de los gansos era lo único que irrumpía.

Kyojuro no quiso indagar más, así que cambió el tema de conversación.

—¿Necesitas dinero?

—Mi hermano y yo estamos quedándonos en ceros, así que sí, necesito un trabajo para tener dinero y no comer harina y aceite.

En definitiva, Rengoku no preguntaría acerca de esa radical dieta. Por su estabilidad mental y glotonería, se abstendría de saber esa respuesta.

—Sabes artes marciales, ¿verdad? ¡Conozco un lugar que necesita a alguien con experiencia!

—¿¡En serio!? ¿Dónde?

—Aunque es un dojo de katana, no pierdo la esperanza de que te acoplarás a ellos.

Kyojuro le dictó la dirección y Akaza la apuntó en su celular.

—Deberías de ir de una vez, aún es temprano.

—¡Lo haré! ¡Muchas gracias Renko-san!

Akaza se alejó, no sin antes despedirse con una reverencia. Un par de minutos después, Rengoku se marchó del parque con rumbo a su casa.

Aunque ninguno de los dos vio esos ojos que los observaban con suma atención.

 

 

Como siempre, estar con su salón de tutorías era agotador. Y eso que solo fueron unos cuantos chicos. Aunque de nuevo y de cierta manera se había divertido.

Kyojuro Rengoku había terminado de bañarse, de su refrigerador sacó una bebida energética y con ella en mano se dirigió a su sofá, encendió el televisor y comenzó a secar su cabello con la toalla que colgaba en su cuello.

Había sido un día lleno de emociones en tan solo un par de horas.

Sin embargo, nada lo preparó para la confesión de su alumno y destinado, Akaza Soyama.

Dejó la toalla sobre su cabeza y acercó la bebida a sus labios, y a pesar de que la toalla le ocultaba más de medio rostro, se alcanzaba a apreciar lo cuan sonrojadas estaban sus mejillas.

—Idiota —susurró a la imagen mental de su alumno de cabello rosa.


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