Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

With you por L_inverse

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

"Ella quiere volver a casa, pero no hay nadie allí. Es donde yace rota por dentro. Sin lugar a donde ir con sus ojos secos, rota por dentro."


 Nobody's home - Avril Lavigne


 

Capítulo 4. Cambiar las reglas

Levi llevaba despierto al menos veinte minutos, pero todavía no se había movido de la posición en la que estaba una vez que sus ojos se abrieron y su mente conectara con la realidad. Hacía un frío terrible, podía sentirlo golpear sus mejillas y su nariz que no alcanzaba a tapar con las mantas, ya que, de hacerlo, implicaría cubrir completamente el rostro de Eren que se hallaba recostado sobre su pecho, abrazándose a él en un enredo de extremidades, como si no quisiera que se fuera mientras estuviese en la profundidad de sus sueños.

No pudo volver a conciliar el sueño nuevamente, pese a que se sentía necesitado de unos minutos más de descanso, sobre todo porque la noche había sido un poco agitada y tensa tras lograr que el moreno se subiera al vehículo que le había prestado su tío y lo condujera hacia la residencia, casi arrastrándolo en el camino hasta su habitación pues el hermoso chico de ojos verdes no había dejado de llorar.

Para cuando ya estaban más resguardados del frío de la noche, con el calefactor encendido y un té caliente entre las manos de ambos, Eren por fin había calmado su incesante llanto amargo que tenía su rostro hinchado en la zona de los labios y pómulos, la nariz enrojecida de tanto limpiarla y sus ojos verdes volviéndose vidriosos.

Esta era otra faceta del joven. Si bien era una que mostraba el dolor que siempre guardaba receloso en su corazón, también era uno que se mostraba vulnerable y sumiso ante sus cuidados, no así como el Eren que se había marchado de su habitación semanas atrás, negándose a recibir su ayuda y mostrando un poco de orgullo y obstinación ante ello.

No, este Eren parecía alguien que se sabía en confianza con Levi y le permitiera protegerlo y cuidarlo, incluso había buscado su abrazo constante y el confort de su cercanía mientras el azabache le hablaba con suavidad, haciéndole entender que no estaba molesto con él por desaparecer por tantos días, así como tampoco lo odiaba por lo último que se habían dicho.

Al igual que siempre, Levi no le había preguntado el motivo de su dolor, tampoco lo había juzgado por estar en ese puente a altas horas de la noche con ese clima tan propio del invierno que ya se avecinaba; sólo se limitó a hacerlo sentir seguro en ese lugar, en esa pequeña habitación que era todo lo que podía ofrecerle, pues ni siquiera tenía otra cama para dormir y dejarlo descansar por su cuenta, teniendo que compartirla. Aunque, francamente, parecía que al chiquillo no le molestaba esa cercanía y tenía como prueba el hecho de que, apenas se había tumbado a su lado bajo las mantas, las manos de Eren se había aferrado a él con necesidad, como si estuviese asustado, como si temiera que Levi se marchara.

— ¿Levi? — su voz media dormida llamó su atención, notando que se había quedado divagando en todas las cosas que tenía que resolver con respecto al chico, lo cual implicaba, en primer lugar, encontrarle un lugar donde vivir tranquilo.

— ¿Te desperté? — le preguntó en voz baja, temiendo no haberse percatado de algún gesto o movimiento que lo sacara de su estado de ensoñación. Pero Eren, quien tenía el rostro alzado hacia él, mostrando esas esferas verdes deslumbrantes en su dirección, le había sonreído, sin apartarse mucho de él.

— No… ¿estabas despierto? — preguntó confundido al tiempo que se fregaba suavemente sus ojos, como si eso sonara demasiado raro en su mente.

— No te preocupes. — le dijo, restándole importancia al asunto y desconocedor si era buena idea hacerle notar que todavía estaba abrazándose a él o si debería dejarlo pasar y disfrutar de la calidez del cuerpo contrario, en medio de esa fría mañana. — ¿Cómo te sientes? — se apresuró en preguntar, de nuevo temiendo que el chico contrajera un resfriado o que tuviera alguna migraña de tanto llorar, pese a haberse asegurado de que tomara dos tazas de té colmadas para mantenerse hidratado.

Ante sus ojos, el chico pegó un suspiro y volvió a acomodar su mejilla contra el pecho de Levi. Todavía mantenía sus manos alrededor del torso del azabache y, por alguna razón, este se sabía muy consciente de cómo los dedos de Eren parecían dejar unas caricias casi inexistentes sobre su camiseta, como si fuesen un gesto distraído mientras la mente del moreno estaba en otro lugar, llena de pensamientos que Ackerman era incapaz de visualizar, ni por asomo.

Se instauró un corto silencio entre ellos, sintiendo que tenía que controlar un poco su respiración así como sus latidos, es decir, el chico estaba ahí, escuchando su frenético bombeo con cada sensación que le daba sentirse bajo los brazos de Eren y su calor trasmitiéndose entre sus ropas, así como también la inquietud que le producía aquel mutismo lleno de expectación por intentar verbalizar sus pensamientos.

Temió que de nuevo se desbordara en llanto, pues nunca había sido bueno tratando a la gente en momentos así; y es que cuando hizo la pregunta sólo pretendía averiguar si algún síntoma gripal lo estaba aquejando, mas Eren seguramente había interpretado aquello como una petición de que le explicara los sucesos que desencadenaron en esa terrible noche que el mocoso llegó hasta su dormitorio con signos de violencia en su persona, para luego marcharse sin querer recibir ayuda y, finalmente, reencontrarse, como si la ciudad dibujara los caminos que debían seguir para coincidir una y otra vez.

Y, pese a que Levi no había pretendido indagar en los motivos para estar en esta situación, tampoco había hecho el intento de darse a entender con su pregunta inicial. Porque, en el fondo, sabía que la angustia por conocer la verdad lo mantenía en esa vigilia inquieta y temeroso de hacer o decir cualquier cosa que provocara que Eren se volviera a marchar, esta vez, quizá, para siempre.

— Soy un perdedor. — comenzó a decir el chico, llevándolo a tragar fuerte para mantener la mente concentrada en sus palabras y no en el vacío que sentía en la boca del estómago ante lo que sea que Eren fuese a decirle. — Nunca fui muy bueno con los estudios, apenas si pasaba los exámenes y muchas veces me ayudaron en eso. — siguió diciendo, con un tono distante que le daba a entender a Levi que el chico se había perdido en los recuerdos de su mente. — En parte es mi culpa por nunca dedicarme a estudiar más, pero también es porque nadie me incitaba a hacerlo. — se tomó un momento para seguir hablando, todavía con su mejilla reposando sobre el corazón agitado de Levi, cuyos latidos no podía controlar a conciencia, mientras sus miradas ausentes estaban puestas en los pensamientos que cada uno tenía ante la conversación. — Vengo de una familia muy rota. Mi madre se fue de nuestra casa cuando yo tenía doce años… — mencionó ahora en susurro casi quebrado. Instintivamente, Levi afirmó los hombros contrarios con un poco más de fuerza, ignorante de cuándo había puesto su mano ahí, también abrazando al chico que se encontraba junto a él. — No la culpo. — señaló tras aclararse la garganta. — Mi padre es un alcohólico que llegaba del trabajo a sentarse en el sillón de la sala a bajarse una botella de whiskey todas las noches, hasta que se dormía en ese lugar con la televisión encendida. Tampoco teníamos mucho dinero, porque mi padre trabaja en una empresa pequeña con un sueldo miserable. Mi madre se esforzaba trabajando, limpiando pisos en una tienda comercial. —

El azabache cerró los ojos y contuvo el gruñido que quiso escapar desde su pecho cuando esa imagen mental se formó. Un pequeño Eren mirando a su padre desperdiciar su vida y su madre abandonando aquella tóxica situación, sin importarle que su hijo se quedara atrapado en ella.

Quería preguntarle muchas cosas y, a la vez, pedirle que no siguiera. Esas simples palabras le bastaban para entender medianamente la posición en la que estaba el chico y por qué se encontraba en un estado emocional tan depresivo, tan lastimado. Sin embargo, Eren volvió a suspirar contra sus ropas, estrechándolo un poco más, afirmando su camiseta a la altura de la cintura.

— A medida que fui creciendo… tuve un par de trabajos para costear mis propios gastos, que, por cierto, eran bastante ridículos. Como alcohol, cigarrillos, comida chatarra… — como todo adolescente, había pensado Levi, quién también probó esos vicios durante el instituto. — No recuerdo muy bien cuándo me volví más… promiscuo. — comentó, inquietándose contra él, como si se avergonzara de esto. — Al principio era divertido. Ya sabes… el sexo cuando eres adolescente es lejos el menos placentero, pero es una experiencia nueva, que quieres repetir una y otra vez, sobre todo si es algo tabú como el sexo entre dos hombres. — el azabache suspiró y notó que Eren había alzado la mirada en su dirección, mostrando ligeramente sus pómulos brillando por ese rubor que se acentuó por su relato. — El sexo se pone mejor con el tiempo, cuando ya te conoces a ti mismo, lo que te gusta y todo eso… — su mirada tenía una expresión traviesa que, inmediatamente, le hizo pensar en cada uno de los encuentros que tuvo con el moreno.

— Tú lo has dicho. — comentó, aclarándose la garganta con un nerviosismo que le supo ajeno. Eren soltó una carcajada y volvió a su posición anterior, descansando sobre su pecho como si fuese la almohada más cómoda del mundo. Aunque el universitario tenía que admitir que no le desagradaba tenerlo así, tampoco le parecía incómodo, se sentía… natural.

— Logré salir del instituto y pensé que la vida sería mucho más fácil. Pero me equivocaba. — siguió hablando, de nuevo sumergiéndose en aquellos recuerdos, sacándolos a la luz como quien registra un viejo baúl de fotografías. — Por mis notas no me alcanzaba para ninguna universidad decente y, bueno, tampoco es como que tuviese dinero para pagar mis estudios, menos aún acceder a una beca. — le comentó con desánimo. — Así que opté por buscarme un trabajo mientras tanto y después pensaría en lo que quería hacer; sin embargo, está muy difícil encontrar algo en estos tiempos. Muchos trabajos parciales están pensados para universitarios, además de que son horriblemente mal pagados y también tuve algunos en los que no soporté el maltrato y terminé por renunciar. Tengo mi carácter. — mencionó, de nuevo inquietándose junto a él. Levi no pudo contener la carcajada que salía de su garganta, suave y casi disimulada, pero sabía que el otro chico la pudo percibir. — El trabajo que tengo actualmente me lo dio un viejo conocido de mi madre, con el cual mantengo el contacto desde que era muy niño. Pero sé que ni siquiera me necesita ahí, me deja trabajar para poder tener un sueldo al menos y, con eso, poder costear mis cosas… —

— Temo preguntar, pero… ¿tu padre no aporta en nada monetariamente? — cuando expresó su duda, se arrepintió inmediatamente, pues la tensión en los hombros de Eren no pasó desapercibida, notándolo porque se había mantenido abrazándolo distraídamente.

— Yo… no vivo con mi padre. — confesó el chico en un murmullo.

El azabache se sorprendió ante sus palabras y, por supuesto, se sintió confundido por la situación, hasta que el chico se irguió, apartándose sutilmente de su costado y dejando un vacío ahí, permitiendo que el frío se colara por esa zona de su cuerpo y añorando tenerlo nuevamente cerca.

Sus ojos cuales esmeraldas lo observaban con seriedad, y Levi debía admitir que fue incapaz de apartarse de aquella mirada tan profunda y determinada.

— Tengo mucho que contar todavía… ¿estás seguro de que quieres seguir? — la expresión expectante que tenía el joven le hizo fruncir el ceño, como si ese rastro del Eren que quería huir se manifestara en forma de esas palabras.

— Sólo si tú quieres contármelo, Eren. — le dijo seriamente, sin un ápice de dudas en su tono ronco. — No es necesario que me hables de todo ahora… tómate tu tiempo. —

— Gracias por todo esto, Levi. — dijo el chico, curvando las comisuras de sus labios en una débil sonrisa que aclaró sus ojos verdes. — Encontrarme anoche contigo fue… mágico, porque justamente llevaba pensando en ti toda esa noche… y todas las noches desde la última vez que hablamos. —

— ¿Sólo en las noches? — preguntó con sorna, incapaz de disimular la emoción que le causaba saber que no era el único demente de estar pensando en el otro, que Eren también se sentía atraído y que, tal vez, quería verlo tanto como Levi había añorado encontrárselo la noche pasada.

Ante su atenta mirada, el chiquillo soltó una sutil carcajada que se le antojó de lo más adorable, porque sus mejillas se encendieron rápidamente y se sentó sobre la cama, alejándose más de él al sentirse tan escrutado por el azabache.

Levi suspiró mientras lo veía rascar sus cabellos castaños, al tiempo que se encogía de hombros y parecía adoptar una actitud más incómoda ante la situación.

— Particularmente en las noches. — admitió con una risita nerviosa, cerrando los ojos con fuerza para evadir la mirada del dueño de la habitación. Ackerman se sentó frente a él, alzando su mano para dejar una corta caricia en la cabellera sedosa del chico.

— Yo también pensé en ti, mocoso. — le soltó con tranquilidad, viendo que el otro apenas abría uno de sus ojos tras su confesión. — ¿Confiarás en mí esta vez? —

— Eso intento… pero esto es algo nuevo para mí. No todos los días te encuentras con una persona tan bondadosa como tú. —

— No soy bondadoso con cualquiera, Jaeger. — inquirió el azabache, enarcando una ceja para dejar claro que, para Levi, este chico no era cualquier persona. Se había metido en su cabeza desde la primera sonrisa que el joven le regaló, haciéndose espacio con cada mirada, con cada beso, con cada caricia, con cada faceta de él… Eren había calado hondo en su mente y, por qué no, parecía también calar en su corazón. Pero eso todavía no lo sabía con certeza.

— Tienes una pronunciación muy buena. — elogió el moreno con ese típico tono provocador, esa actitud que le hacía arder en deseo… Sin embargo, Levi ya sabía que todo esto de los encuentros sexuales con el moreno no podía seguir como si nada. Eren ya no era un desconocido, tampoco quería que lo fuera. Así que, en cuanto a ese tema, el azabache sintió que tenía que dejar las cosas claras entre ambos.

— Eren… nuestro acuerdo se fue al demonio, así que debemos definir nuevas… reglas. — señaló con más seriedad, aunque no menos nervioso por hacerlo. Junto a él, Jaeger pareció sorprenderse. — Tal vez, por un tiempo, tendremos que ser… amigos simplemente. —

— Oh… — la decepción surcó las facciones del chico y esto lo llevó a apresurarse en hablar.

— Escucha, quiero hacer las cosas bien. — intentó explicarse, acariciando la zona rapada de su nuca en un gesto de frustración que era muy propio de él cuando no encontraba las palabras correctas para plantear sus ideas. — Estás pasando por un momento difícil y quiero ayudarte. No espero nada a cambio más que, quizá, la oportunidad de conocernos mejor. — se aclaró la garganta y tragó fuerte antes de continuar. — Tengo la impresión de que estaría abusando de ti o algo por el estilo si seguimos acostándonos como si nada pasara. Ya no somos simples desconocidos que tienen sexo casual… —

— Entiendo… — murmuró el chico, bajando la mirada y manteniendo una expresión neutra en todo momento. — Creo que estoy de acuerdo contigo. Aunque admito que es un poco difícil controlarme… lo siento si te incomodé durmiendo abrazado a ti. — mencionó con culpabilidad.

— Tch. No hay nada que disculpar. Tampoco pretendo fingir que nunca hemos compartido más que simples palabras, no cuando te he metido la lengua hasta la garganta y… bueno, otras cosas en otros lugares de tu cuerpo. — comentó con un poco de autosatisfacción. A lo que Eren respondió con una carcajada espontánea y ridículamente hermosa. — Por lo demás… puedes quedarte aquí unos días. Te ayudaré a buscar un nuevo lugar donde vivir. —

— Levi es que… — de nuevo Eren parecía incomodarse, como si tuviese muchas cosas en su mente que parecían llevarlo a huir. — No tengo el dinero para pagar algo decente. Es una de las tantas razones por las que sigo viviendo... donde estoy actualmente. — comentó con una vergüenza ridícula. Levi se molestó, no tener dinero no era motivo para sentir vergüenza, no cuando sabía que el chico estaba esforzándose por tratar de llevar una vida tranquila.

— Hay un montón de lugares, de distintos precios. Encontraremos el que más se acomode a ti. Y, mientras, puedes quedarte conmigo. No tengo problema siempre y cuando fijemos ciertas reglas. —

— ¿Más reglas? — cuestionó enarcando una ceja.

— Sí. — dijo firmemente. — La primera es que me gusta que las cosas estén limpias y ordenadas. Así que no quiero ver tus cosas desperdigadas por todos lados. Hay un cesto de ropa sucia en el baño, te dejaré un cajón para que metas tus útiles de aseo y te dejaré un espacio en el closet para tu ropa. — Levi se estaba haciendo un esquema mental de cómo organizar sus cosas para hacerle espacio al otro chico. También consideró una buena opción comprar un colchón inflable para que pudieran dormir tranquilos y no tener que estar chocando en esa cama tan pequeña… aunque sonaba muy tentador dormir con él todas las noches…

— Puedo sentir los engranajes de tu cabeza funcionando a toda máquina, Levi. — mencionó el chico con un gesto de extrañeza. — No hace falta que cambies tu sistema de organización por mí. —

— No empieces con esas mierdas, no sabemos cuándo encontrarás un lugar que se acomode a tus ingresos y gustos, así que podríamos pasar semanas y lo mejor que podemos hacer es acomodarnos para no entorpecer al otro. — parecía descabellado que dos jóvenes vivieran en una habitación de apenas diez metros cuadrados; sin embargo, era lo único que podía ofrecerle a Eren, al menos por mientras. Ya que tenía una idea en mente para cuando volviera del receso de fin de año.

— Estoy comenzando a pensar que esto es una mala idea… — el miedo que había en la voz de Eren llamó su atención. Tal vez se estaba mostrando muy maniático con el asunto de la limpieza y el orden, o quizá Eren se sentiría encerrado en un lugar tan pequeño. — Levi… hay algo que debo decirte. —

— Adelante. — el dueño de la habitación se vio obligado a tragar fuerte cuando los ojos del moreno se clavaron en él, como si estuviese intentado leer su mente o, quizá, intentado transmitirle lo que pensaba sin tener que decirlo en voz alta.

— No creo que sea buena idea que me quede a vivir contigo ahora. —

— ¿Por qué? —

— Créeme, es mejor así. — no, Eren no le estaba diciendo toda la verdad. Podía percibir la forma que tenía de dudar, rehuyendo de los ojos grises del azabache. Y es que había algo más… algo más que le impedía al mocoso acceder a que lo ayudara.

Y, de pronto, una idea absurda acudió a su mente. Eren había llegado con signos de violencia física y emocional hasta su dormitorio hace unas semanas y Levi había pensado que se trataba de su padre, sobre todo tras lo que acababa de relatarle el moreno sobre su situación familiar; sin embargo, este le había dicho que no vivía con su progenitor… entonces ¿dónde se quedaba?

— Tienes pareja. — dijo Levi con amargura, frunciendo más el ceño y sintiéndose incapaz de ver a Eren a los ojos.

Por supuesto que tenía pareja. Se estaba quedando con esta persona porque no tenía los recursos para vivir por su cuenta y era motivo suficiente para no irse a vivir con Levi, que era un simple conocido en pie de volverse algo más.

¿Cómo no lo vio antes?

El mismo moreno se lo había dicho. Había sido honesto con él cuando sentenció que no quería empezar una relación con él de esa forma y es que Levi era su jodido amante. Tanto misterio con eso de sus acuerdos y que no se hablaran salvo para concretar un encuentro; tanto secretismo era porque Eren tenía una persona en su vida y Levi era simplemente el mal tercio de esa relación.

— Levi… no es lo que tú crees. —

— Es muy simple, Eren. Estás con alguien o no. — exigió saber. No le había exigido nada a Eren en todo lo que llevaban viéndose, ni siquiera en sus encuentros sexuales, porque jamás había querido forzarlo a hacer algo de lo que se arrepintiera; sin embargo, ahora sentía que merecía saber eso, merecía saber que no estaba simplemente usándolo.

— No es tan simple. — dijo el chico, cabizbajo y un poco receloso por confesar eso. — Es bastante complicado, de hecho. —

— ¿Por qué? — al parecer, lo único que estaba pidiendo eran más y más explicaciones, pese a que se había prometido ser paciente con el chico y esperar a que él tomara la confianza para hablarle de sus cosas.

— Mierda, Levi. — exclamó alterado. — No soy un santo. He cometido varios errores en mi corta vida y todavía estoy viviendo en medio de uno de ellos. —

— ¿Te refieres a mí? —

¿Qué la pasaba? Levi se desconocía completamente en esos instantes, con la rabia bullendo en su interior de sólo pensar que para ese joven era un tipo cualquiera con el cual engañar a su pareja; y, pese a entender que estas emociones eran completamente injustificadas, no podía calmarse lo suficiente.

Eren tenía todo el derecho de hacer lo que quisiera con su vida, pero Levi no toleraba la infidelidad, no la soportaba porque siempre estaba arraigada a malas excusas que venían a intentar mitigar la culpa del infiel.

De pronto, se vio reprochándose a sí mismo al estar proyectando esa rabia que tenía sobre el asunto en el moreno, quien todavía no se explicaba completamente. Porque, de hecho, la última vez que se habían visto, el azabache le había admitido al joven que estaba soltero, sin embargo, Eren jamás le había dicho que él lo estaba ¿no?

— ¿Sabes? Será mejor que me vaya. — las palabras de Eren lo hicieron espabilar lo suficiente para tragarse el amargor de su boca y detenerlo.

— Demonios, no… Espera. — Levi calmó su respiración antes de mirar fijamente al chico que parecía dolido frente a él. — No pretendía lastimarte, sólo…. no sé qué hacer contigo, Eren. — confesó, evidenciando la frustración que le impedía sostenerle la mirada a ese chico por mucho tiempo, conocedor de que aquella molestia sería demasiado obvia ante sus escrutadores ojos verdes que no le perdían detalle ni un segundo. — Ni siquiera me lo pones fácil para ayudarte. Tienes que comprender que lo que sea que estés viviendo no cambiará a menos que pidas ayuda y decidas cambiar o salir de dónde estás. Yo no puedo ser un superhéroe para ti si ni quiera quieres ser salvado, ¿entiendes? —

Eren, por fin, dejó de mirarlo y dirigió su vista hacia las mantas, clavándola en ellas como si tuviesen las respuestas que necesitaba.

El silencio se instauró entre ambos y, por alguna razón, Levi no se vio capaz de romperlo. Ya no se sentía tan molesto por la reciente revelación de que Eren tenía una pareja y que él simplemente era su amante; sino que esta molestia había sido reemplazada por una tristeza asociada a la decepción; la decepción que él mismo se provocó al ilusionarse cuando el moreno le había dicho que le gustaba.

Qué idiota, pensaba el azabache. Estaba haciendo todo ridículamente mal con ese chico, diciéndole que debían ser simples amigos por ahora, pero armándole todo un espectáculo de celos por saberse el mal tercio. Encima, se había mostrado estresado por los múltiples factores que debía considerar si dejaba que ese chiquillo se quedara en su habitación, sabiendo que no estaba del todo permitido en la residencia, así como también se acercaba el receso de fin de año en el que Levi tendría que salir de ahí…

— Tienes razón. — la voz de Eren rompiendo el silencio le provocó un ligero sobresalto que esperó haber pasado desapercibido por el otro. Tenía un tono grave impregnado en su voz, guardando lo que parecía ser molestia. — También quiero poner de mi parte… debo hacerlo. Debo hacerlo si quiero que cambies las reglas. —

— ¿Cambiar las reglas? — preguntó atropelladamente el azabache, avergonzado de sí mismo al no poder controlar sus emociones y la ansiedad que le daba suponer lo que quería decirle Eren.

— Ya sabes… que dejemos de ser simples conocidos o amigos. — confesó el otro, mirándolo a través de sus pestañas espesas, con los pómulos notablemente rojos.

— No comprendo… — por supuesto que comprendía, pero, en esta ocasión, quería asegurarse de que el chico dijera las cosas en vez de dejarlas suspendidas en el aire, como una simple insinuación o esperando que quedara implícito en su actitud. Quería escucharlo de sus propias palabras para no volverse a ilusionar.

— Vamos, no me hagas esto. — le reclamó, mostrándose inquieto. Tanto, que cubrió su rostro con aquellas manos grandes de dedos largos, en un gesto que dejaba en evidencia toda su vergüenza. — Sabes lo que quise decir. — Levi no pudo disimular la sonrisa perversa que se dibujó en su rostro al saber que sus intenciones fueron notadas, pero aprovechó de borrarla mientras el otro era incapaz de mirarlo por su vergüenza.

— Insisto, no sé de qué hablas, Jaeger. — inquirió, saboreando su apellido al pronunciarlo con una entonación más provocadora. Entonces, tras un suspiro exasperado, el joven frente a él bajó sus manos y lo miró con esas preciosas gemas que tenía por ojos, ruborizado hasta las orejas y un poco ofuscado por estar siendo molestado por el mayor.

— Te dije que me gustabas y lo mantengo. — expresó, su voz casi temblando de los nervios. — Quiero ser… más que tu amigo. —

— ¿Más que amigos? Es decir, ¿tu amante? — ahora estaba mostrando un poco de esa molestia anterior, y es que todavía no superaba el hecho de que Eren tuviera pareja, principalmente al considerar que este estaba en planes de querer algo más, todavía teniendo una relación detrás de él; sin embargo, el moreno puso los ojos en blanco en un gesto exasperado y se acercó más a él.

— No caeré en tu provocación, Ackerman. — le soltó, sonrojado todavía, pero más atrevido que antes, dejando entrever esa faceta de Eren que lo había seducido la noche que se conocieron. — Tú dijiste que querías ser mi amigo primero. Así que tenía derecho a romper tu corazón un poco. —

— Qué infantil. — murmuró Levi, sintiendo la tensión entre ellos al tenerlo tan cerca, bajando involuntariamente su vista a esos carnosos labios que ahora se atrevían a curvarse en una media sonrisa.

Pronto, notó su respiración un poco más agitada, de sólo ser consciente de que la distancia entre ellos se había reducido bastante, tanto así que Eren estaba casi sobre él, de no ser porque el azabache descansaba su espalda contra el respaldo de la cama.

Cualquier estrago de cordura comenzaba a esfumarse como el humo.

— No quiero que seas mi amante. — dijo Eren sobre sus labios, rozándolos efímeramente cuando hablaba. — Tampoco un amigo. — expresó, cargándose más sobre el cuerpo de Levi. — Pero tienes razón… por ahora, tal vez debemos… esperar. Quiero hacer las cosas bien. —

— Estoy de acuerdo. — fue su turno de murmurar sobre los labios contrarios, conteniendo los deseos que tenía de sujetar la nuca de Jaeger y atraerlo hacia él para besarlo ferozmente; sin embargo, justo cuando estaba por perder el control y sucumbir a sus más primitivos deseos, un rugido característico hace presencia entre ellos: el estómago de Eren alegando por ser alimentado.

Sin poder evitarlo, ambos se miraron perplejos por un momento y, en seguida, se largaron a reír a carcajadas.

— Lo siento tanto. — dijo el chico, limpiándose las lágrimas después de haberse reído con tantas ganas ante la anticlimática situación entre ambos.

— Vamos a desayunar antes de que ese monstruo que tienes en el estómago amenace con salir. — sentenció el azabache, moviéndose hasta sentarse a los pies de la cama y calzarse las zapatillas.

Pretendía levantarse para ir al baño y asearse para invitar al moreno a desayunar, no obstante, sus intentos de salir de la cama son interrumpidos por los largos brazos que rodearon su cintura, al mismo tiempo que el cálido torso de Eren se acoplaba a su espalda, estrechándolo contra él cuando se sentó de tal forma que sus piernas colgaron a ambos costados de las de Levi.

La manera que tenía el joven de abrazarlo le hizo aflorar las mariposas en su estómago, pues no sólo se trataba de la sensación que lo embargaba al saberse rodeado completamente por el cuerpo contrario, sino también porque su rostro escondido en el hueco que se formaba entre el hombro y el cuello de Levi le había erizado la piel con tan sólo sentir su respiración sobre esa extensión cutánea.

— No quiero ser tu amigo. — susurró con suavidad. — Sólo me conformaré por el momento… ya verás que me esforzaré por ser merecedor de tu cariño. — estableció con total seguridad, tanto, que dejó absorto al dueño de la habitación, como si hubiese borrado las palabras de su mente y cualquier respuesta que pudiese pensar se quedaba atorada en sus labios, incapaz de salir verbalizada hacia el moreno. — Todavía tengo mucho que decirte, pero te pediré paciencia al respecto. —

— De acuerdo. — fue lo único que pudo soltar.

— Gracias. —

El tímido y corto beso que Eren dejó en su mejilla bastó para que las mariposas en su estómago comenzaran una danza frenética y lo llevaran a sonrojarse como nunca le había pasado cuando estaba junto al chico.

Apartó la mirada cuando el moreno que estaba en su habitación se bajó de la cama y dirigió su atención hacia él, curioso por saber cómo había reaccionado ante sus palabras y acciones; pero escuchar su carcajada bastó para que se aclarara la garganta y se pusiera de pie, dispuesto a salir de esa habitación y comenzar de cero con esa relación entre ellos, con mucho por conocer el uno del otro.

 

~*~~~*~~~*~

 

Se había formado una espesa neblina y la ciudad volvía a caer víctima del manto oscuro nocturno, pese a que todavía no eran si quiera las seis de la tarde.

Eren iba caminando con paso lento, casi arrastrando los pies por esas calles mal cuidadas de aquel sector de la ciudad, esquivando los montones de basura que se hallaban desperdigados por la berma cuando los perros y gatos callejeros rompían las bolsas que la gente botaba sin cuidados a la calle y que los camiones recolectores recogían pocas veces a la semana.

Transitar por esas calles le provocaba una sensación amarga que se acrecentaba tan sólo al escuchar los ladridos lejanos, los autos pasando por las avenidas principales, la gente hablando en voz alta y el olor a restos de licor en botellas quebradas sobre su camino. Ese sector era lejos uno de los más horribles de la ciudad, uno donde las autoridades se negaban a invertir recursos y donde la pobreza abundaba.

Lo único que en ese momento estaba calmando su creciente ansiedad y atenuaban las ganas que sentía de huir de allí — como ya había hecho en muchas ocasiones — era el olor de Levi danzando bajo su nariz, debido a que el azabache le había prestado una de sus bufandas para soportar el horrible clima de aquel domingo; era cual fuente de valor para mover sus piernas y seguir andando hacia su destino, aquel que le permitiría — tal vez— comenzar a cambiar un poco su vida, con la promesa que se había hecho a sí mismo cuando cayó en cuenta de que no quería perder a alguien como Levi, no cuando ni siquiera habían tenido la oportunidad de conocerse correctamente o si quiera intentar llevarse como dos personas normales.

Eren no estaba acostumbrado a que lo cuidaran, no estaba acostumbrado a que las personas se preocuparan por él a menos que tuvieran otras intenciones y es que había aprendido desde muy niño que nada era gratis en la vida; sin embargo, con Levi todo era diferente, siempre era diferente.

Levi Ackerman. El joven que lo había tratado con tanta amabilidad sin siquiera conocer su historia, sin exigirle nada más que la oportunidad de conocerse; que, incluso cuando sus encuentros eran meramente pasionales, había buscado complacerlo y no simplemente usarlo como le había pasado a lo largo de su historial de encuentros con otras personas.

Cuando le comentó esa parte de su vida arraigada a su familia, se sintió tan pequeño como vulnerable, pues no le agradaba para nada contar sobre su pasado y la deplorable situación en la que había vivido durante su adolescencia; pero sabía que el azabache no lo juzgaría y, por supuesto, no lo hizo… así que tampoco se arrepintió de mostrar aquella parte de sí que era la culpable de muchas de sus malas conductas y decisiones.

Ese domingo, tras pasar el día juntos por primera vez, conversando un poco sobre el trabajo que hacía el chico como mesero y las aburridas clases de Levi, junto al montón de trabajos que tenía que entregar antes de mediados de diciembre, Eren le dijo que se marcharía, pero que no significaba que desaparecía. No esta vez.

Quedarse junto a Levi iba a implicar un montón de problemas para ambos y no necesitaba que su relación se complicara más debido a este factor. Quería hacer las cosas bien, por una vez en su vida quería cambiar esas reglas que solía seguir en su día a día, esas que le obligaban a huir cuando alguien se acercaba demasiado o tomar decisiones apresuradas debido a sus emociones incontrolables. Ahora, quería tomar decisiones asertivas tanto consigo mismo como con el azabache; así que el primer paso era volver a este lugar.

Por fin, llegó hasta esa reja oxidada, cuya puerta se encontraba abierta — igual que siempre —, permitiéndole acceder al pequeño patio descuidado, lleno de chatarra y cajas colmándose de hongos por la humedad. No había notado que su respiración se había agitado, manteniendo a su pecho en un movimiento irregular bajo la chaqueta que lo estaba protegiendo del frío aquella tarde.

Caminó hasta llegar a la entrada de la vivienda, teniendo que detenerse por unos segundos para sopesar lo que iba a hacer, sintiendo el miedo nuevamente corriendo gélido bajo su piel y peleando con su lado racional para hacerlo salir de allí.

Sin embargo, aferrándose a la lana de la bufanda negra de Levi, dio una honda inhalación que oxigenó cada uno de los músculos de su cuerpo, así como también lo embriagó del valor que ese aroma cítrico en la prenda le dejaba, procedió a alzar su puño y golpear tres veces la madera de la puerta.

Pudo escuchar movimiento en el interior del hogar, tensando su cuerpo a cada segundo que pasaba, hasta cortarle la respiración cuando la puerta se abre y se enfrenta al dueño de aquella vivienda.

Los ojos contrarios se abrieron ante la perplejidad de ese encuentro, mostrándose pequeños y tan verdes como los suyos.

 — Hola, papá. — 

Notas finales:

¡Hola a todos y todas! 

Es un agrado estar de nuevo por aquí con actualizaciones. Me hacía falta tener este espacio para darle rienda suelta a mi imaginación y compartir este con ustedes. 

La entrega de hoy me encanta un montón, creo que toda buena relación tiene que crearse con cimientos fuertes y parte de eso es aprender de errores del pasado para no volver a cometerlos, así crecer como personas en todos los aspectos.

En ese sentido, la decisión de Eren de querer actuar diferente para tener una oportunidad real con Levi, se me hace un acto de madurez muy grande que a muchos nos cuesta dar, acostumbrados a dejarnos guiar por nuestros malos hábitos y desencadenar situaciones sin aprender de las vivencias previas.

Esta historia se me hace muy real y el capítulo siguiente es muy especial para mí, así que espero tenerles aquí con su apoyo.

Cuídense mucho.

Ah! Por cierto, actualicé Criminal en su capítulo 37. Para quienes no lo han leído, les invito a darle una oportunidad. Es un poco larga, pero ya está en su recta final y me estoy dando el tiempo de continuar con su desarrollo.

Ahora sí, ¡Un abrazo!

Nos estamos leyendo.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).