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Más que una mascota por DenisseZepol

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Los ojos de Baek se abrieron cuando escuchó una alarma sonando a su alrededor. Nunca había oído un ruido parecido antes. Se asustó. Comenzó a temblar cuando ChanYeol, de repente, se sentó y miró alrededor frenéticamente. 


 


Eso no podía ser bueno. 


 


—Mierda. — ChanYeol gruñó cuando salió de la cama y corrió hacia el cuarto con la puerta de acero, metiendo un código. La puerta se abrió y se coló hacia adentro. Baek sólo se quedó allí. No tenía la certeza de lo que debía hacer. Nunca tuvo una alarma disparándose mientras estaba dormido. ChanYeol caminó de vuelta hacia el cuarto y rápidamente se vistió. Cogió una espada de un compartimento escondido en la pared y se dirigió hacia la puerta. 


 


—Quédate aquí, Baek 


 


Baek asintió rápidamente. —Sí, Amo. 


 


Se sentó y tiró de sus rodillas hasta el pecho mientras ChanYeol salía corriendo del cuarto. El silencio que llenó el aire mezclado con la tensión que atravesaba su cuerpo le hizo acordarse de cuando el Maestro Kris había sido atacado. Todo había estado tan tranquilo. 


 


Y entonces no lo estaba. 


 


El sonido de la lucha del Maestro Kris, y luego su muerte, era algo que Baek nunca olvidaría. Pero más que los gritos que escuchó fue el silencio lo que le aterrorizó. Odiaba el silencio y estar esperando para descubrir si su Amo estaba vivo o muerto. 


 


La espera fue horrible. 


 


Baek no sabía lo que haría si perdía otro Maestro. No tendría a nadie esta vez. Sería una mascota sin dueño, un pase libre para cualquiera que tratara de cogerlo. 


 


—Aquí, póntelo — ChanYeol gritó cuando entró corriendo en el cuarto y le arrojó algo—. Y que sea rápido. 


 


Baek estaba tan aliviado al ver a ChanYeol que no podía moverse. Sintió como si estuviera congelado en el sitio en cuanto examinaba cada centímetro de su cuerpo buscando heridas. 


 


—¡Baek! — ChanYeol chasqueó los dedos delante de su cara. 


 


Parpadeó y entonces se dio cuenta de que no había seguido las órdenes de su nuevo Maestro. —Disculpe, Amo. 


 


—Sólo vístete, Tenemos que irnos. 


 


—¿Maestro? — Baek se hizo eco mientras observaba cómo ChanYeol cogía cosas y las metía en una bolsa negra. Se movió hacia el borde de la cama, se levantó, y luego comenzó a subirse los pantalones que ChanYeol le había dado. 


 


Estaba feliz de que tuvieran un cordón porque podía apretarlo en la cintura. El largo, no obstante, no tenía arreglo. Tenían que ser unos pantalones de ChanYeol. Eran enormes. —¿Uh, Amo? —preguntó mientras miraba la tela reunida alrededor de sus pies. 


 


ChanYeol miró y luego frunció el ceño 


 


Baek chilló cuando ChanYeol cogió un gran cuchillo muy afilado y lo miró. Se puso de rodillas y empezó a cortar el resto de tela de la parte inferior de los pantalones hasta que llegaron a sus pies. 


 


—Esto debería bastar. 


 


Baek respiró hondo cuando ChanYeol empezó a levantarse. Su camisa estaba roja carmesí. — Amo, está sangrando. 


 


—¿Qué? 


 


Baek extendió la mano y tocó tímidamente el brazo de ChanYeol hasta justo debajo de la mancha roja —Su brazo, amo. Está lleno de sangre. 


 


—Oh, ¿eso? — ChanYeol se encogió de hombros—. No es nada. 


 


—¿Nada? — Baek se hizo eco suavemente. Seguramente el hombre precisaba de ayuda o algo así. Estaba sangrando—. ¿Precisa de sangre, Amo? 


 


ChanYeol rió, lo que era un sonido extraño saliendo de la boca del hombre. Desde que había puesto los ojos en ChanYeol, no había escuchado un sonido como el que salía de la boca de su nuevo Amo. No parecía encajar con su personaje peligroso y letal. 


 


—Siempre voy a precisar de sangre, Baek. Simplemente nosotros no tenemos tiempo ahora. 


 


Baek no tenía tanta certeza sobre eso. Precisaba darle a su Amo sangre para que rindiera mejor. Eso podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. Pero discutir no era algo a lo que estaba acostumbrado cuando su Amo le hablaba. 


 


—Sí, Amo. 


 


—Hey. — Baek miró totalmente sorprendido cuando sintió la mano de ChanYeol acariciar su cara. Rápidamente recuperó la compostura y bajó los ojos. Cuando se acordó de que ChanYeol quería que le mirara cuando hablaba, miró hacia arriba. 


 


Era tan difícil acostumbrarse a estas nuevas reglas. 


 


—¿Sí, Amo? 


 


—Está bien que estés preocupado, y aprecio eso, pero realmente no hay nada de qué preocuparse. 


 


Los ojos de Baek se abrieron cuando ChanYeol se quitó la camisa y se giró para enseñarle el corte casi curado de su brazo. 


 


—Ves, casi como nuevo. 


 


Baek tragó y asintió. No estaba sorprendido de que se estuviera curando tan rápidamente. Eso era lo que hacían los Dom. Estaba más sorprendido por el estómago firme y musculoso que ChanYeol reveló cuando se quitó la camisa. Su Amo era una obra maestra... bien... 


 


—Vamos, vamos —, dijo ChanYeol cuando cogió una bolsa negra del armario y luego se dirigió a la puerta—. No tenemos mucho tiempo. 


 


Baek no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, pero obedientemente siguió a ChanYeol. Dado que se le había dado una orden, no había nada más qué hacer. Eso no quería decir que no estuviera un poco asustado, Infierno, estaba muy asustado. Aterrorizado era una buena palabra. Especialmente cuando iban a la puerta de acero que ChanYeol le había dicho expresamente que nunca entrara. Baek desaceleró sus pasos mientras ChanYeol marcaba un código y la puerta se abría. Cuando ChanYeol entró por la puerta, Baek no podía conseguir que sus pies se movieran. 


 


Se le habían dado instrucciones muy específicas para no entrar nunca en esta habitación. Nunca. Si lo hiciera, ¿estaría rompiendo esa regla? ¿Sería castigado? ¿Sería castigado si no entrara en el cuarto? 


 


—¿A—Amo? 


 


ChanYeol apareció en la puerta nuevamente. Extendió la mano, agarró su muñeca y tiró de él hacia el cuarto. Baek tropezó hacia delante, chocando con el cuerpo mucho más grande de ChanYeol. Rápidamente se echó hacia atrás. 


 


—Lo siento mucho, Amo — Baek, cálmate.


 


Sabía que eso iba a pasar. 


 


Cuando ChanYeol lo bordeó y cerró la puerta de acero grande, consiguió su primera buena mirada alrededor de la habitación, él no debería estar dentro con todos esos grandes monitores apoyados en la pared y una especie de consola de ordenador en la mesa debajo de ellos. 


 


Había una jaula de metal en una esquina. Por un momento, se preguntó si iba a ser su nueva casa, hasta que vio todas las armas dentro. Soltó un suspiro. Era para algún tipo de armas y munición. No una jaula para él. 


 


El resto del cuarto era relativamente sencillo. Había un sofá en uno de los lados y una gran librería incorporada en la pared detrás de él. No era sorprendente que también hubiera una nevera junto a él. Baek asumió que su amo mantenía bolsas de sangre en el interior. 


 


Según su experiencia, incluso con una mascota, la mayoría de los Amo mantenía un suministro de sangre por seguridad en algún sitio. 


 


El Maestro Kris lo tenía en el armario de su cuarto. ChanYeol aparentemente lo tenía en esta habitación. 


 


Baek saltó y se dio la vuelta cuando el puño de ChanYeol golpeó el escritorio de la consola del ordenador. Había estado tan ocupado mirando alrededor de la habitación que ni siquiera se había dado cuenta cuando ChanYeol cruzó la habitación. 


 


—¿Amo? 


 


—Debemos irnos, Baek 


 


—¿Nos vamos, Amo? — Baek miró alrededor de la habitación. Estaban totalmente encerrados—. ¿Ir para dónde? 


 


Se estremeció cuando ChanYeol suspiró. Tal vez no debería haber dicho nada. Obviamente iba a estar harto de sus faltas de respeto. Sabía que no tenía que cuestionar a su Amo. 


 


ChanYeol apuntó al monitor. —Hay cazadores fuera, Baek. Pasaron mi primer nivel de seguridad. Tenemos que irnos antes de que entren en el búnker. 


 


Baek miró más allá de ChanYeol y vio el monitor. Su sangre se congeló cuando vio al pequeño grupo de cazadores fuera, tratando de entrar y por fuera, no se refería a fuera de la casa. Se refería fuera del ascensor que lleva al búnker. 


 


Los cazadores eran mortales. 


 


Eran básicamente nada más que músculo contratado, pero eran muy peligrosos. Ellos mataban sin pensar, cogían lo que querían, no importaba qué, y no tenían ninguna misericordia. Baek lo sabía por experiencia personal. Los cazadores fueron los que vinieron detrás de él y mataron al Maestro Kris. Baek despreciaba a los cazadores. 


 


Se giró para mirar a ChanYeol con un miedo abrumador llenando cada célula de su cuerpo. —Tenemos que huir, Amo.


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