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ÍMPETU E INSTINTO por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

Nanaba llega a un perturbable conclusión respecto a ti. 

La ciudad industrial era un bullicio en esa época del año. Los artesanos se reunían para vender sus productos así que las calles eran un mar de personas cuando el escuadrón de Hange Zoë se movió por los caminos de piedra, llevando sus caballos de las riendas. Tuvieron que desmontar poco antes de visualizar las instalaciones de la fábrica de armamento militar, con Hange en la delantera.

 

Un importante edificio de concreto de nueve metros de altura con puertas reforzadas de hierro apareció delante del grupo. Hange se detuvo mirando hacia arriba y sus subordinados la imitaron, provocando un irregular ruido de cascos de caballos.

 

El aire olía a hierro y humo viejo y el clima había cambiado. Comparado con las lloviznas del sur, esto era mucho más cálido.

 

-Aquí es donde se fabrican los equipos tridimensionales – Susurró a Abel, revelando emoción en su voz.

 

- ¿Son del cuerpo de exploración? – Preguntó un hombre con una voz recelosa y bastante gruesa. Hange parpadeó y se volvió hacia el recién llegado, un macho alto de tez morena y rostro adusto. Portaba una escopeta en las manos, listo para disparar, y el uniforme de la policía militar.

 

-Lo somos – Se adelantó Moblit a su lado sin que tuviera que pedírselo – Ella es la sargento Hange Zoë, líder del cuarto escuadrón del cuerpo de exploración

 

-Recibimos la carta de su comandante – le informó directamente a ella – Necesitaré los nombres de los demás, si pretende que los deje pasar.

 

-Solo Moblit Berner y yo entraremos – Declaró Hange – El resto se quedará aquí.

 

El hombre la miró y la evaluó a ella y a Moblit por un segundo, luego alzó el brazo izquierdo, hizo un gesto brusco y las pesadas puertas de hierro comenzaron a abrirse lentamente, produciendo un ruido metálico. 

 

Hange echó un vistazo al interior y cuando el soldado se dio media vuelta, tanto ella como su segundo comenzaron a caminar, abandonando las riendas de sus caballos, la cuales fueron tomadas por Abel y Nifa a la vez.  

 

Las puertas se cerraron detrás de ellos, pero Hange confiaba en que sus subordinados se las arreglarían en caso de que algo ocurriera. Lo pensó mientras se detuvo un momento, mirando sobre su hombro las puertas. Luego retomó su andar.

 

El interior no era tan diferente del exterior. Las paredes también eran de concreto, solo gris por todos lados. Hange fingió que aquello no le afectaba. Por si misma sabe que los omegas prefieren los colores luminosos, pero este lugar claramente no fue construido para omegas.

 

El soldado de la policía militar los guio a través de los pasillos de las instalaciones. Antes de ingresar en una sala bastante amplia, se detuvieron delante de una puerta y él les dijo:

 

-El ingeniero en jefe está ansioso por recibirlos, sin embargo, el concejo de la compañía quiere hablar con usted primero – Miró a Hange – Tienen que asegurar que obtendrán su dinero en el tiempo que estipulan. – Hizo una breve pausa, tomó de la perilla dorada de la puerta, pero no la giró - He escuchado que obtuvieron una financiación importante, ¿Qué es lo que esperan comprar? – Se volvió hacia Hange.

 

-Tenemos un diseño – Respondió ella, haciendo ademán de extraer una hoja de papel de uno de sus bolsillos, preparándose para mostrarla, pero no lo desplegó.

 

El hombre se retiró después de abrir la puerta y echarle otro breve vistazo, alejándose por el pasillo.

 

-No me da confianza – Comentó Moblit, pero Hange procedió a entrar fingiendo no haberlo escuchado.

 


 

T/N alzó la mirada del cuaderno y la pasó sobre la ventana que tenía en frente, desde donde podía ver los campos traseros de la mansión por donde caía una lluvia ligera.

 

Momentos antes, tal vez una hora atrás, Rico ingresó en el salón y se puso cómoda antes de ponerse a leer uno de los múltiples libros que extrajo de la biblioteca. 

 

La mansión contaba con siete salones, pero Rico eligió específicamente ese. Era normal que un omega siempre buscara la compañía del alfa de la familia al que se sintiera más cercano. Incluso Rico podría estarlo haciendo inconscientemente.

 

-Nos vamos en dos días – Le dijo, esperando no cambiar su estado de ánimo. Bajó su mirada hacia la libreta, la cerró con cuidado y la depositó en la mesilla que se encontraba junto al sillón de cuero, donde reposaban sus sentaderas.

 

Luego tiro del pestillo de la caja rectangular recubierta de piel que se encontraba allí mismo y reveló doce puros de los más lucrativos del país. Su padre jamás los fumó, pero T/N creía que no podían simplemente desperdiciarse.

 

Sacó uno de ellos, el primero que sus dedos tomaron, y lo manejo con facilidad. Luego sacó el cuadrado encendedor metálico del bolsillo delantero de su pantalón y lo encendió, disfrutando del excitante crepite que provocó al arder. Sus oídos se deleitaron.

 

Dio una bocanada profunda, relajó sus hombros y su espalda y luego estiró el puro hacia la omega.

 

- ¿Quieres probarlo? – Rico respondió gateando sobre el sofá donde momentos antes había permanecido encogida y se detuvo sobre el brazo acolchado, lo suficientemente cerca para que sus labios alcanzaran el puro y se cerraran alrededor de él suavemente.

 

Inhaló, haciendo un extraño parpadeó y luego soltó el humo satisfactoriamente.

 

-Eso fue confortante – Dijo, sentándose sobre sus tobillos. Hizo una pausa – Me agradó.

 

T/N sonrió un poco, devolviendo el puro a sus propios labios.

 

-Para calentarte, seguro que es más efectivo que una taza de té – Le permitió una segunda bocanada a Rico y esta vez lo hizo mejor porque lo tomó con sus propias manos.

 

-Los alfas no lo necesitan – Comentó distraídamente.

 

-No, es verdad – Concedió y Rico aprovechó para dar una tercera bocanada – Es suficiente, dámelo.

 

Ella lo hizo, pero sin muchas ganas. T/N lo tomó entre sus dedos y luego lo aplastó sobre el cenicero de la mesilla antes de guardarlo nuevamente en el interior de su estuche con la atenta mirada de Rico en sus manos.

 

Cuando cerró el estuché, Rico cambió el tema.

 

-Exactamente, ¿En qué momento partiremos? – T/N le devolvió la mirada a Rico, quien dejó descansar sus manos en sus rodillas.

 

-El carruaje llegara al medio día. Llegaremos a Ehrmich con calma al anochecer. Allí nos detendremos, pero tendremos que retomar el viaje antes del amanecer y así poder llegar a Mitras a tiempo para la reunión.

 

- ¿Y cuánto nos quedaremos en Mitras? – La cuestionó.

 

-Dos días, cuando mucho – Respondió.

 

- ¿Mi tía vendrá?

 

-No.

 

-Entonces tendremos que despedirnos – T/N asintió – La cuenta que abrirás a mi nombre ¿Cómo podré usarla?

 

-Podrás usarla para comprar lo que quieras – Le aseguró – Mientras no seas portadora de una mordida.  

 

-Entiendo – Asintió con conformidad – Después de eso, será mi alfa quien me brinde todo lo que necesito – T/N parpadeó, estando de acuerdo y miró por la ventana, donde la lluvia se había vuelto más intensa en el poco tiempo que llevaban conversando.

 

- Y yo ya no podré darte nada – Susurró. Rico debió creer que se había puesto nostálgica, porque se puso en pie y se recostó sobre su regazo con cuidado, encogiendo las piernas y apoyando su cabeza en el cuenco de su cuello.

 

T/N sintió la cercanía reconfortante, así que pasó su brazo derecho por la espalda de la omega y acarició su cabello.

 

Dar estaba en la naturaleza de un alfa. Sin eso, no tenía mucho propósito en la vida. Tal vez, después de todo, buscar un compañero no parecía ser una mala idea.

 

-Tu madre oculta su marca, ¿Por qué lo hace? – La pregunta fue apenas un murmullo y la sacó de su ensimismamiento. No lo notó, pero dejó de acariciarla.

 

-No oculta su marca – Le aseguró – Oculta la ausencia de ella.

 

Rico alzó la mirada, haciendo que la punta de su nariz coincidiera con la mejilla del alfa.

 

-Una marca así no puede desaparecer – Dijo susurrante y T/N sintió su aliento sobre su piel.

 

-Despúes de años lo hace. Si el alfa deja de morder, la marca comienza a desvanecerse hasta ser imperceptible, pero el vínculo permanece a menos que uno de los dos muera.

 

Hubo silencio por un tiempo. Rico se reusó a cambiar de posición su rostro. La lluvia parecía empezar a aminorar porque las gotas de aguas caían sobre el vidrío lentamente, humedeciéndolo al tiempo que creaba una película ondeante sobre el cristal.

 

-Ningún alfa querría que su omega anduviera sin marca – Susurró nuevamente la omega, esta vez con cautela.

 

-No, usualmente no – Frunció ligeramente el ceño y añadió con voz imperturbable, imitando el susurro de Rico – Nos sirve mucho clavar nuestros dientes sobre la marca de nuestros omegas. Eso hace que dejen de pelear, los vuelve extremadamente dóciles, incapaces de consentir cualquier actividad sexual – Cuando terminó de decir aquellas palabras, decidió continuar acariciando el cabello de Rico, se volvió hacia su rostro y depositó un beso sobre su frente mientras los dedos de la omega se clavaban sobre su abdomen – Pero debemos tener cuidado. Si mordemos de más, podemos matar al omega.

 

Tal vez debió guardarse aquello porque esta vez la había asustado de verdad. Pero logró tranquilizarla con el tiempo y mientras ambas escuchaban el repiqueteó de la lluvia sobre el cristal, finalmente, Rico se quedó dormida.

 


 

Las patas del caballo cargaron con un charco de agua sucia, salpicando las botas de Nanaba. Ella apenas lo notó. Mantuvo su mirada al frente, hacia el camino mientras el caballo seguía la formación del escuadrón y mantenía su posición detrás del sargento.

 

El sol antes del anochecer fue intensó, perlando la frente de sudor de Nanaba. Su temperatura corporal tampoco ayudaba mucho y las lluvias ocasionales solo ponían más cálido el ambiente.

 

Concentró sus pensamiento en su siguiente tarea.

 

Todo el escuadrón se marchaba hacia la ciudad de Trost, hacia el sur y aún estaban a al menos una hora de distancia.

 

-Nanaba – La nombró el sargento sin alzar demasiado la voz. Nanaba alzó la mirada y vio a Mike mirándola de reojo, montado por delante.

 

-Si – Nanaba espoleó a su semental para posicionarse al costado del sargento.

 

-Te cuestionaré sobre la soldado T/N – Nanaba parpadeó, comenzando a sentirse incómoda - ¿Tenías conocimiento alguno de su posición económica?

 

-No comprendo a qué se refiere – Respondió, mirando su rubia cabellera. Mike soltó una expresión de entendimiento.

 

-No lo sabes – Fue lo que dijo, dejándola más confundida. Continuaron trotando sobre los pastos descuidados de la senda. Nanaba creyó que eso sería todo, hasta que Mike volvió a hablar.

 

-Debió ser obvio con solo haber escuchado su apellido – Sonó como una queja – T/N es una de las personas más adineradas del país, lo suficiente para comprar al ejército – Los ojos de Nanaba se pelaron.

 

-Eso…eso… – Tartamudeó, sin poder salir de su estupor.

 

- ¡No está hablando en serio, sargento! – Exclamó Gelgar justo detrás de ellos. Nanaba no lo vio, pero sujetaba su cantimplora con fuerza y su expresión iba más allá de la sorpresa: era enfado – La última vez yo invité los tragos – Apretó los dientes.

 

-Porque eres un idiota – Refunfuñó Lynn, junto a Gelgar.

 

Era cierto, Gelgar usualmente invitaba los tragos. Debía parecerle totalmente injusto que T/N jamás se hubiera ofrecido a hacerlo. Mike no respondió al arrebato, pero sonrió un poco.

 

-Eso tiene sentido – Dijo finalmente Nanaba, encogiendo levemente los hombros.

 

- ¿Lo tiene? – la cuestionó el sargento, mirándola de reojo.

 

- ¿A qué se refiere con comprar al ejército? – Cambió la pregunta ella.

 

-A que ahora estamos sujetos a ciertas condiciones – Cerró los ojos un momento y negó.

 

¿Acaso es posible?, pensó.

 

-Escuché que una soldado bajo el mando de Hange está obsesionada con ella – Comentó Gelgar. Nanaba se volvió hacia él y le gruñó.

 

-Cierra la boca, Gelgar.

 

- ¡Por favor!, la pequeña tonta omega se paseó por las instalaciones con su aroma de celo, si el comandante no te hubiera enviado a ti… – Nanaba estuvo a punto de girar a su caballo, pero Lynn le dio una patada al costado del caballo y éste se replegó con un suave relinchido, haciendo cerrar la boca al jinete.

 

- ¿Quién es? – la cuestionó el sargento, ignorando la disputa. Muchos soldados estaban bajo el mando de Hange, sin mencionar su propio escuadrón. Además, a Mike rara vez le importaban esas nimiedades.

 

-La única mujer de su escuadrón, aparte de Hange – Mike asintió.

 

-Hablas de Nifa – Dijo. Mike sabía que T/N era una alfa y lo sabía porque su escuadrón solo se componía por miembros alfas, lo que era estratégico porque el papel de su escuadrón consistía sobre todo en trabajo pesado y rudo.

 

-Si… ¿Sargento?, ¿Sabes por qué se fue T/N? Como le dije, solo mencionó que tenía asuntos en Stohess.

 

-Parece ser que tuvo una disputa con las tropas estacionarias. El comandante Erwin está averiguando qué fue lo que ocurrió.

 

- ¿Una disputa?, ¿Por qué tendría una disputa con toda una división del ejército? – Esta vez habló Lynn, claramente desconcertada.

 

-Porque es una contribuyente e hicieron algo estúpido que la disgustó – Respondió antes de espolear a su caballo y posicionarse por delante de sus subordinados, dando por finalizada la charla.

 

¿De qué clase de condiciones hablaba el sargento?

 

Pero Nanaba dejó de indagar en una respuesta a esa pregunta y recordó la primera misión que tuvieron juntas, solo seis meses después de terminar su entrenamiento y unirse a la Legión.

 

El comandante las había enviado a ella, T/N y Henning a una misión de rescate en el interior de la ciudad subterránea. Una, entre tantas y tantos omegas, había sido secuestrada un día antes por unos tratantes. La diferencia fue que esta omega era de alta alcurnia y se había catalogado como una misión de urgencia por lo que la policía militar tuvo que recurrir a la Legión. Ellos solo les brindaron toda la información que tenían al respecto.

 

Eso y lo que le dijo en el claro hace pocos días durante su última misión de exploración no le hacía más que comprender que T/N no solo era misteriosa, también era diferente; si podía obligar a un alfa a matarse a sí mismo, definitivamente era alguien con quién deberías tener absoluto cuidado.

 

Además, no todos los alfas podían someter a otros alfas como T/N lo hizo con ella. Debías de ser superior por naturaleza y solo sometían a alfas de rango alto entre los alfas, como lo era Nanaba.

 

T/N tenía razón: Nanaba ahora respondía a las exigencias de T/N. Y aunque quisiera poder hablar con Mike sobre ello, no tenía autorización para hacerlo. Pensar en que con ello llegaría a perjudicar a T/N, la hacía rechazar la idea. Todo lo que le quedaba era esperar el día de la ceremonia de los reclutas y poder conversar con T/N.


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