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ÍMPETU E INSTINTO por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

Hola!, espero que les guste este capítulo, porque estoy algo emocionada por el siguiente. 

Esa misma noche, con el cantar de las cigarras, abrió la ventana de su recámara personal dejando que el frío y limpio aire de la noche se filtrara por el balcón y removiera las gruesas cortinas carmesí. Como alfa, el frío no era un problema, de hecho, ayudaba a su cuerpo a regular su natural y abrasadora temperatura.

Se había quitado el calzado porque quería sentir la frescura del suelo.

Permaneció de pie, apoyada sobre el largo y ancho barandaje con los antebrazos, el pecho inclinado hacia el frente y la vista en las estrellas.

Tenía mucho que hacer respecto a la decisión que recién tomó en relación con la compañía de la familia. Al declarar en un juzgado cuales serían sus intenciones, había reclamado por fin su posición en la empresa.

Pronto, recibiría cartas de múltiples personas a lo largo y ancho de todo Paradis. Pero la única que de verdad le interesaba, era la carta de su madre.

No supo cuánto tiempo pasó de pie ahí, pero de pronto tuvo la necesidad de suspirar profundamente y sintió como si despertara de su ensueño. Parpadeó y se irguió por completo, admirando una última vez los campos de la mansión antes de ingresar.

Cada recámara contaba con un baño privado así que N/T se dio una ducha después de eso, preparándose para ir a la cama. Se recostó sobre la tina y disfrutó un buen rato del agua caliente. Generalmente, no se daba el tiempo de admirar su cuerpo, pero mientras frotaba con sus manos sus corpulentos brazos, se dio cuenta de cuánto había cambiado desde que se unió al ejército.

Por supuesto que los alfas estaban diseñados para generar cuanta masa muscular puedan permitirse, así que no era de sorprender que sus músculos se marcaran en cada rincón de su cuerpo de una forma tan notoria. Eso la hacía mucho más resistente a los golpes, además.

El jabón hizo burbujas en el agua y eso la distrajo un momento. Reclinó su cabeza hacia atrás y sus ojos se toparon con el blanco techo del cuarto.

Se estaba preparando para hacerse cargo de un montón de responsabilidades de las que no podía decir, no esperaba.

Todo este tiempo las había estado evitando, por más de una razón. Y hace solo dos días acababa de tomar a Rico bajo su protección; de ninguna manera podía haberse negado a hacerlo. Y poco después, tomó el mando de la compañía familiar.

No se arrepentía, en absoluto.

A los pocos minutos decidió salir de la ducha y cuando lo hizo, el agua escurrió irremediablemente por su cuerpo desnudo, salpicando el suelo. Tomó las hebras de su cabello con ambas manos tras su nuca y escurrió el agua.

Cuando salió del cuarto de baño, únicamente con un pantalón holgado, apagó las luces por completo. Luego se tiró sobre la gran cama, boca abajo, recostó su cabeza sobre las suaves y frescas almohadas y cruzó los brazos debajo de éstas.

Ni siquiera se molestó en cubrirse con las sábanas.

El suave silbido del viento le relajó de inmediato y estuvo a punto de quedarse dormida cuando escuchó un bajo golpe en la puerta de su recámara. Creyó que haberlo imaginado, pero casi de inmediato la puerta se abrió. Al principio un poco, dejando que un halo de luz se colara al interior.

-T/N – Dijo suavemente una voz – No estoy lista para dormir sola está noche – Cuando T/N se percató de la armoniosa voz de Rico, abrió uno de sus párpados y la vio de pie con el camisón puesto, junto a la puerta. Su rostro era una sombra oscura, pero T/N supo que no llevaba los anteojos puestos – ¿Puedo dormir contigo?

T/N asintió, no podía negarse. Rico se apresuró a la cama, sin molestarse en cerrar la puerta o apagar las luces del pasillo. Se recostó a su lado, a solo unos centímetros de su torso desnudo, sin llegar a tocarla en absoluto a pesar de que había espacio de sobra. Luego acomodó su cabeza sobre la almohada de junto y la miró, aunque no miraba exactamente su rostro.

- ¿Cuándo te volviste tan fornida? – Soltó, algo deslumbrada.

-No lo sé, ¿Cuándo de volviste tan curiosa? – Contraatacó ella, haciendo que Rico se avergonzara.

No respondió, pero se relajó rápidamente a su lado.

Rico no llevó la playera impregnada del aroma del alfa consigo porque T/N no vio la necesidad de seguir usando los supresores de olor; solo eran una obligación en el ejército, nada más. Así que Rico no necesitaba la prenda, al menos por esa noche.

T/N no recordaba la última vez que compartió una cama con alguien, pero debió de haber sido hace mucho tiempo, cuando aún era una cría. Así que por unos segundos temió la posibilidad de que lastimara a Rico estando dormida.

Lo que no esperó, fue lo que ocurrió por la mañana.

No recordó haberse quedado dormida. El aroma de Rico, sándalo y cereza, la embriagó dulcemente durante la noche e inconscientemente T/N había pasado un brazo por su cintura y la había atraído hacia sí, pero no lo suficiente para que sus rostros o sus torsos llegaran a tocarse. Rico tampoco pareció notarlo, hasta que despertó e intentó zafarse. Y lo intentó con todas sus fuerzas, pero T/N se había relajado bastante a su lado y su sueño se tornó profundo por largas horas.

T/N se disculpó, sorprendida de sí misma.

-No pude mover tu brazo ni un solo centímetro – Declaró Rico, sobrecogida, mientras se sentaba sobre la cama con las rodillas dobladas en una posición que T/N interpretó como sumisa. Estaba acalorada.

-No deberías estar sorprendida – Dijo, aún somnolienta – Eres débil, comparada conmigo.

Imitó a Rico y se sentó también, tirando de sus piernas hacia afuera. Su cabello cayó revuelto sobre su rostro.

-Puedo enfrentarme a un alfa – Expuso, definitivamente indignada. Alzó la mirada hacia T/N. Sus ojos plateados brillaban. La había molestado, pero T/N no se inmutó.

-No, no puedes – Le aseguró el alfa, tomando una playera de la cajonera al lado de la cama – Tal vez esto sea una prueba de que debes huir antes de pelear, si eres inteligente.

- ¿Por qué dudas de mí? – Le preguntó con una notable voz desanimada. La miró de reojo mientras se vestía. El calor del Sol descendía sobre el pasillo junto a la cama desde el balcón.

-No estoy dudando de ti – Negó, sorprendida por sus palabras.

¿Acaso hablaban idiomas distintos?

– Solo es la realidad, pero te niegas a enfrentarla. Estoy segura de que te resististe a Floch, ¿y qué fue lo que lograste? – La cuestionó, poniéndose en pie. Pudo ver los pequeños puños de la omega cerrarse sobre sus rodillas, cubiertas por el camisón.

-No podía salir huyendo, eso me haría quedar mal frente a mis subordinados – Murmuró con los labios fruncidos. El cabello caía un poco por su frente, ocultando sus ojos de T/N.

-Entonces fuiste tonta – Reiteró, severa. Luego la miró, pero Rico no lo hizo de vuelta – Escucha, no estoy diciendo que seas una inútil o que algún omega lo sea, solo que intentas sobresaltar cualidades que no posees – Luego apartó la mirada y siguió con lo suyo.

- ¿Qué cualidades poseo?, Dime. Si no puedo demostrar fortaleza, ¿Cómo van a obedecerme?

Para ese punto, T/N se había puesto su calzado y caminaba hacia la puerta semiabierta de la recámara.

-Porque alguien más se los ordena – Fue lo que le dijo antes de salir, sin dedicarle un último vistazo. No pudo evitar sentir que acababa de romperle una enorme y resistente burbuja a su pequeña prima. Una que la había mantenido segura e indiferente en cuanto a la dominación alfa del mundo se trataba. Y es que sabía que sus padres siempre habían querido protegerla de esto.

T/N preparó el desayuno. Su madre le enseñó a cocinar, así que era bastante buena, pero no tan buena como un omega lo sería de haber practicado mucho más. Dejó un platillo delante, del otro lado de la mesa, y se sentó a la mesa.

No pasó mucho tiempo hasta que Rico hizo acto de presencia. Tomó asiento en silencio, sin hacer contacto visual. Pero antes de llevarse la comida a la boca, masculló:

-Tienes razón.

Luego, comenzó a comer.

Lo que Rico no sabía, era que T/N no quería tener razón.

Cuando ya habían consumido más de la mitad de sus alimentos, Rico decidió concentrar su ánimo en otro tema.

-No me has hablado de tu ocupación en la Legión. Sé que no eres la comandante, la Legión ya tiene uno.

-No tengo ningún cargo en la división – Soltó, llevándose algo de comida a la boca y sorprendiéndola.

-Pero ¿Qué dices? ¿Por qué? – Se alzó sobre la mesa, con las palmas de las manos sobre la superficie. T/N se inclinó un poco hacia atrás y parpadeó.

-Abemos personas que no somos tan ambiciosas – Respondió, algo indignada.

-No se trata de ambición – Gritó, aún sin poder creerlo – Eres un alfa. Los alfas son, por naturaleza, líderes. Toman decisiones todo el tiempo – Pero se detuvo, percatándose de algo que N/T no vio en ese momento.

-Entiendo – Dijo, mucho más calmada. Luego volvió a su asiento y asintió – No soy la única que no explota sus verdaderas cualidades.

T/N no respondió al instante, pero se dio cuenta de que Rico hablaba con la verdad. Sonrió un poco y dijo:

-Debe venir de familia – Esperó unos segundos más antes de añadir – La verdad es que mi alfa es demasiado dominante. La razón detrás de porque decidí no involucrarme en absoluto es porque estoy tratando de controlarlo. A veces, solo expulsar todo mi aroma ha llevado a meterme en situaciones de las que desearía jamás haberme involucrado.

Y tenía razón. Tomar un cargo como sargento o incluso, comandante, alimentaría las ansias del poder que burbujeaban en su interior, esperando salir. A veces la sensación era tan intensa que temía que todo se saliera de control, pero siempre, desde que se unió al ejército, había tenido éxito conteniéndolo.

- ¿Qué clase de situaciones? – Preguntó Rico, con algo de pavor.

Pero antes de tener oportunidad de responder, tocaron la puerta.

 

 


 

 

-Perdimos la base, muchos de los granos y semillas otorgados a la legión por el gobierno se destruyeron en la huida, un total de ocho caballos desaparecieron del otro lado de la muralla y, además, murieron cinco soldados – Recitó un soldado, rígido, de pie a un costado del escritorio del comandante. Cargaba en una mano un pergamino de papel.

-Pudo haber sido peor – Susurró Hange, cabizbaja.

-No tenemos suficiente comida para alimentar a todos los soldados en una próxima expedición – Aseveró Mike Zacharius con la mirada fija en el comandante.

-Mandé una carta al consejo militar hace cinco días, solicitando mayores contribuciones – Dijo Erwin, sin mirada a nadie en particular – No he recibido respuesta.

Tanto Levi como Hange se sintieron decepcionados. Luego, Erwin alzó un poco la cabeza y dijo:

-Las expediciones al exterior tendrán que cancelarse hasta nuevo aviso.

- ¡¿Qué?! Erwin, ¡no! – Hange saltó hacia adelante con una mirada expectante. Pero todos sabían que estaba suplicando – No canceles las expediciones, aún no hemos capturado un solo titan. ¡Mis investigaciones…!

-No hay remedio – Dijo Erwin con voz tranquila, lo que la hizo callar, y mostró un poco de decepción en sus ojos – Somos vulnerables con alimentos, caballos y una base. Sin ellos – Negó – No saldremos.

- ¡Pero…!

-Llegó una carta del distrito de Stohess, señor comandante – Interrumpió una voz aguda, ingresando en la oficina. Erwin parpadeó, sorprendido. El mensajero se adelantó con una mochila y le entregó en la mano izquierda una carta con el sello oficial de la policía militar.

Hange se quedó donde estaba, de pie y con las manos posadas sobre el escritorio. Todos en el despacho esperaron mientras Erwin desenrollaba el pergamino y leía el contenido.

- ¿Vas a decirnos que dice? – Asalto nuevamente Hange, claramente desesperada.

-Hange – Le advirtió Levi, cansada de su actitud. Pero todos ignoraron el incidente y Erwin continuó en silencio.

Levi cambió su mirada de Hange Zoë a Erwin con pesadumbre desde su asiento delante del escritorio. Decidió ignorar, como casi todos los días, el hecho de que los únicos dos asientos aparte del de Erwin fueran cedidos para ellos dos.

Erwin de pronto enrolló el pergamino y permaneció pensativo unos segundos.

-Uno de las principales familias contribuyentes a las tropas de guarnición tuvo un conflicto con la división recientemente – Dijo tranquilamente – No menciona los detalles, pero la familia ha decidido suspender las aportaciones de forma permanente.

- ¿Eso que tiene que ver con nosotros? – Esta vez, la pregunta la hizo Levi. Erwin lo miró y algo en el interior del capitán se movió.

-Nos las han cedido a nosotros.

Hange abrió la boca y soltó una exclamación de sorpresa. Mike sonrió, pero Levi continuó con su mirada sobre el comandante, quien apartó la suya para mirar al resto de los líderes de la Legión.

- ¿Y cuánto es eso? Si es una de las principales familias contribuyentes debe ser demasiado – clamó Hange, excitada, porque sus mejillas estaban rojas.

-Más que demasiado – Erwin cerró un momento los ojos y sonrió un poco. Levi se concentró en ese rostro y su propia expresión cambió, relajándose, sin que él se diera cuenta.

Siempre había apreciado cada sonrisa de Erwin.

-Eso es bueno – Comentó Mike, de pie junto a la silla que Hange había abandonado hace rato – Pero ¿De qué familia estamos hablando?

-Tal vez te suene el apellido – Respondió Erwin, algo jovial – Se trata de la familia Brzenska.

La expresión de Hange se volvió seria. Cerró la boca, inclinó un poco el cuello hacia delante de modo que su cabello castaño que no estaba sujeto con la liga cayó por su rostro. Luego caminó hacia atrás y tomó asiento.

Levi se interesó por ese cambio de actitud, pero no dijo nada al respecto.

- ¿Por qué les sonaría el apellido? – Quiso saber. Volteó a ver a Mike y lo notó algo confundido.

-Una de mis subordinadas se apellida Brzenska – Dijo. Levi parpadeó, sorprendido.

- ¿Dices que todo el tiempo tuviste un miembro de una familia contribuyente al ejército en tu escuadrón? – Mike movió un poco la cabeza y su cabello danzó sobre su frente.

-No lo sabía – Fue todo lo que dijo.

-Se llama T/N – Los interrumpió Hange sin mirar a nadie – Se fue hace un par de días. Recibió una carta del comandante Pixis. Al parecer fue algo bastante serio – Aquello último lo dijo casi en un susurro – Pero no es más que un soldado – Añadió, algo sorprendida – Uno creería que con ese poder económico tendría algún cargo en la división.

-Los omegas no son ávidos al liderazgo – Comentó Levi.

-Dudo que sea una omega, en realidad – Respondió Hange con una sonrisa, volviendo su mirada hacia él. Levi casi podía oír en su cabeza decirle “Somos extraños, entonces”.

Pero las palabras que si dijo, lo extrañaron.

-Suponiendo que es un alfa….

-Ella debió tomar esa decisión, sino ¿Por qué el comandante Pixis la haría llamar al Distrito de Stohess a medianoche con urgencia?

-Eso no nos corresponde. No es correcto tratar de adivinar el segundo género de un soldado – Sentenció Erwin, hablando por primera vez en algún tiempo.

-Pero, tú lo sabes, Erwin – Replicó Hange con una mirada dócil.

-Yo soy el comandante – Refutó, como si no lo hubiera dicho ya varias veces. Antes de añadir otra cosa, el mensajero volvió a adelantarse y extendió nuevamente sus manos.

-No es la única carta, comandante – Se inclinó un poco en una muestra de sumisión. Erwin tomó la segunda carta y entonces el mensajero se movió hacia la salida.

Pero al ver el remitente en el sobre, Erwin no la abrió.

-Recibiremos las primeras aportaciones cerca de dos semanas – Anunció – Será mucho trabajo, porque además debemos recibir a los nuevos reclutas en la ciudad de Trost.

Hange se puso en pie con una mirada determinante.

-Supongo que saldremos nuevamente dentro de poco. Iré a preparar todo antes de que el trabajo sea demasiado – Erwin no negó sus palabras, así que Hange se dio media vuelta y caminó a paso lento.

-Mike, ¿tienes idea de cuándo volverá T/N? – Consultó Erwin.

-Nanaba mencionó que se reuniría con nosotros en la ceremonia de los reclutas – La puerta del despacho se abrió y se cerró, dejando salir a Hange. Luego Mike añadió – Tenía planeado un castigo para ella.

-Esa será tu decisión – Inclinó apenas un poco la cabeza, cediendo – Por ahora eso es todo.

Al escuchar esas palabras, Levi se puso en pie con esa gracia característica de él.

- ¿Tendremos que agradecerle? – Preguntó con mesura, esperando una orden.

-Tendremos que – Asintió y aunque no usó su voz alfa, Levi sabía que era una orden – Tengo que leer la segunda carta.

-Bien – Accedió y se dio media vuelta.

Con que esa tal T/N sí es un alfa

No se le agradece por algo así a quién no fue responsable…y solo un alfa podría haber tomado esa decisión.

Una vez más, dejó que no le afectara el hecho de que ninguno de los demás líderes en la habitación se movió hasta que él lo hizo.

No podía hacer nada contra los irremediables instintos alfas de sus compañeros. Ellos podían no saber conscientemente que Levi era un omega, pero sus alfas, aparentemente, si lo hacían y se movían conjuntamente para resguardarlo.

Personalmente, pensaba que aquello era una molestia.


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