Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sentimientos por PoisonSkarlett

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El sol se elevó radiante en el despejado cielo azul. Generalmente, la imagen sería suficiente para hacerle creer a Rei que ese sería un buen día. En esa ocasión no lo fue. Tenía un mal día por delante; lo sabía en la frialdad que Kai desprendía, lo sabía en la mirada preocupada de Max, lo sabía en el agudo dolor que tenía clavado en el pecho. Simplemente… Lo sabía a la perfección.

—El barco zarpará a las 3:00 de la tarde. No vayan a olvidarlo.

El señor Dickenson dio una última instrucción durante el desayuno, comida del día que parecía más bien un velatorio, y nunca antes había estado en uno, pero podía imaginar que se sentía como esa mesa: Frío, taciturno, gris.

Al parecer, el espíritu festivo se había marchado, llevándose consigo algo de la alegría y el entusiasmo habitual. Tyson no parecía de buen humor, Max lucía inquieto, Kai irradiaba una gelidez peor a la del comienzo —cuando el equipo se formó—, Kenny estaba ausente y Rei mismo tenía deseos de dormir y no levantarse hasta que sus problemas se solucionaran solos.

Lo peor de tan peculiar situación, era que se sentía el responsable directo de todo. No sabía cómo o por qué eso sería su culpa, sencillamente… Tenía esa sensación.

Cuando el reloj que se encontraba en un muro marcó las 10:00 am, Dickenson se levantó de la mesa. Al notar cierta preocupación en la mirada del hombre, supo que no estaba imaginando cosas y que en verdad el equipo no estaba teniendo su mejor momento. El anciano les deseó suerte con sinceridad, y sin poder hacer más por ellos se retiró en los segundos posteriores.

El siguiente en abandonar la mesa fue Kai. Silencioso y distante como siempre, se apartó sin decir una palabra.

—Ahí va el alma de la fiesta.

Tyson habló. Se encontraba con las manos tras la cabeza y apariencia fingidamente relajada, pero la pulla fue obvia, al igual que cierta aspereza contra el capitán del equipo.

—¡Tyson!

Max alzó la voz, regañando a su compañero con desapruebo en sus celestes pupilas. Tras la acción, se puso de pie y siguió a Kai, haciendo que Granger soltara un chasquido con la lengua.

A Rei le hubiera encantado saber qué estaba ocurriendo, no sólo por saber, sino porque quería hacer algo al respecto. No le gustaba en lo absoluto sentir ese tenso ambiente entre todos. Que él no se encontrara en buenas condiciones no quería decir que todos debían estar igual. Desafortunadamente, no pudo hacer nada por dos razones. Primera: No tenía cabeza para pensar en otra cosa que no fuera su situación. Y segunda: Tyson se levantó y dejó el lugar sin decir nada.

Si en algún momento tuvo una ínfima esperanza de que se equivocaba y el día sería bueno… Lo ocurrido en la mesa destrozó dicha esperanza, atándole a la cruda realidad.

Tras un suspiro de resignación, él también se puso en pie y abandonó aquel sitio, decidido a dar un paseo por las calles de Nueva York.

[...]

Las enormes edificaciones acompañadas de anuncios espectaculares distrajeron su atención de sus pensamientos durante breves momentos. La Gran Manzana era un sitio en verdad fascinante, nada parecido a su sencillo pueblo natal.

Los recuerdos de China le hicieron sentir nostálgico, aunque… también le hicieron sentir incómodo. Suspiró. A esas alturas, ya debería haberse acostumbrado a sentirse así todo el tiempo.

¿Qué dirían sus padres, sus amigos, o sus conocidos, si se enteraban de que sus primeros besos habían sido con otro chico? No les caería muy bien la noticia, estaba seguro de ello. Había visto el rechazo que sufrían quienes salían con personas de su mismo género. Él nunca había pensado demasiado en aquel tema. Ciertamente, jamás contradijo las opiniones de los mayores ni las antiguas costumbres de su pueblo en cuanto a las relaciones románticas se refiere, sin embargo, en sus adentros no había concordado con ellos. En secreto, pensaba que no había nada de malo en torno a las relaciones homosexuales. Amor era amor y nadie merecía ser juzgado por amar. El problema se presentaba ante la idea de que ahora podría ser él quien cargara con el rechazo y la incomprensión de las personas.

Tenía miedo.

¿Cómo explicarle a sus padres y a todos en su pueblo que estaba a punto de ir contra las enseñanzas que le dieron? ¿Cómo ir en contra de los principios morales que le inculcaron desde siempre?

"No es bueno", "No es correcto", "Nunca deben hacer eso", "Esas personas se perdieron en el camino y no deben imitarlas".

Tantas conversaciones al respecto aún hacían ruido en su cabeza, generándole inseguridades y dudas.

Envuelto en múltiples preguntas que le consumían, se dirigió a uno de los sitios de mayor interés en Nueva York: El Empire State. Quería llegar a un sitio alto y contemplar desde ahí la ciudad. Necesitaba aire y necesitaba adquirir perspectiva.

Ajeno a su entorno, llegó a su objetivo en menos tiempo del esperado, eso, o estaba tan ocupado con sus pensamientos que ni siquiera se percató del pasar de los minutos. Fuera como fuera, su atención continuó en donde había estado desde semanas atrás: El beso de Kai. Era difícil creer todo lo que había desencadenado un simple beso.

Acercándose a una barandilla de seguridad, observó los enormes edificios aledaños al rascacielos.

El fresco soplo del viento casi acariciaba su rostro, brindándole una confortable sensación. Fue una pena que eso no ayudara a relajarlo.

A cada respiración, el malestar en su pecho se hacía presente como un eterno recordatorio de sus equivocaciones. Y a cada recordatorio de ellas, una violenta agitación lo sacudía por completo, sensación comparable a un balde de agua fría cayéndole encima y helando hasta sus huesos. No era fácil descubrir lo mucho que se equivocó por seguir la anticuada educación que se le dio en la infancia.

"No es bueno", "No es correcto".

¿Cómo puede no ser bueno el amor? ¿Cómo puede ser incorrecto amar a alguien? En cambio… ¿Sí era bueno que estuviera perdiendo la tranquilidad y viviera en constante ansiedad por tener sentimientos por otro chico? ¿Sí era correcto haberle hecho daño a alguien que se interesó sinceramente en él?

Algo estaba muy mal con las antiguas enseñanzas de su pueblo. Peor aún, algo había estado muy mal con su actuar de las últimas semanas.

Kai fue abierto y honesto. Kai fue valiente cuando se le declaró. Si tan sólo hubiera imitado algo del comportamiento de su capitán, las cosas serían muy diferentes.

De haber sido abierto…

¿Por qué correspondiste?

Te correspondí porque me gustó el beso, pero no estoy seguro de si tú me gustas.

Eso habría respondido a Kai luego de que lo besó por primera vez. Eso debió responder, pero se negó a admitir, incluso ante sí mismo, los variados sentimientos que ese contacto despertó en él.

De haber imitado la honestidad del otro chico…

Kai, espera. Quiero hablar contigo respecto a…

¿Respecto a…?

Respecto a tus sentimientos, respecto a los míos. No puedo dejar de pensar en ti, ni en el beso que me diste. Creo que podría corresponderte, pero necesito un poco más de tiempo para aclararme. Por ahora… Quiero que estés cerca de mí. Me gusta tu cercanía y tu compañía.

Eso habría dicho aquella mañana cuando entrenó a solas con Kai. Eso debió decir; en lugar de ello, escogió seguir mintiéndose, escogió decirse que la mágica mañana entrenando junto a su capitán había sido como cualquier entrenamiento, escogió no ser honesto ni siquiera consigo mismo.

De haber sido valiente, como Kai lo fue…

Kai, no estás siendo tú mismo últimamente. Has estado actuando extraño con Max, y aunque me gusta ver que te preocupas por alguien más, no puedo evitar sentirme incómodo. No puedo evitar sentir celos por las atenciones que le das.

Con esa confesión, la situación habría terminado de una manera favorable, y más allá de eso… Perfecta.

Sí me gustas. Sí estoy enamorado de ti.

Pero estaba asustado de sus sentimientos y no logró superar a tiempo ese miedo. Aún en negación, dejó que el temor convirtiera los celos en furia y, finalmente, volcó ésta sobre Kai, arruinando absolutamente todo.

¿Por qué tuvo que actuar así? ¿Por qué no pudo sólo decirle cómo se sentía? Su capitán le dijo su sentir aquella ocasión.

Querías saber qué me pasaba, ¿no? Pues te lo diré: Estoy furioso contigo, no por perder un enfrentamiento, sino por dejar ganar a Mariah por los sentimientos que tienes hacia ella. Detesto que te hayas fijado en ella.

Hiwatari hizo parecer sencillo el trabajo de sincerarse, pero no lo era en lo absoluto.

Durante cinco días no hizo más sino ser un silente observador de la inusual conducta de Kai y Max, sintiendo enfado y dolor ante la nueva complicidad del par, ignorando a la voz de la razón cuando trataba de hacerle ver que no tenía derecho de sentirse así, porque si estaba en esa posición, inseguro y celoso, era porque él mismo lo había escogido al rechazar erróneamente a Kai.

Bien… Ya había cometido suficientes errores.

Poco a poco, pudo deshacerse de la bruma que nublaba su juicio. La claridad apareció, quizás entre la aceptación de sus sentimientos y la revelación de que nada catastrófico ocurrió por aceptar que estaba enamorado de otro chico.

Nuevas preguntas surgieron al haber avanzado, sólo que en esta ocasión no se permitió agobiarse por ellas, en lugar de eso, reflexionó serenamente en cada una. Tener una respuesta lo más clara posible serviría como una guía para tomar un mejor camino, para dejar de actuar con equivocación.

¿Qué era lo que quería con Kai? ¿Quería algo más que una amistad? De ser ese el caso... ¿Cuál era el propósito? ¿Tenía pleno conocimiento de que el chico era alguien… complicado?

El beso inicial, la secreta afinidad entre ambos y su deseo de más fueron los encargados de dar respuesta a todas las preguntas. Sí, quería algo más que una simple amistad. Su propósito era, sencillamente, estar cerca de Kai, recibir su atención, sus miradas, sus besos, pero también su confianza —la misma que tuvo al confesársele—, tener su luz y sus sombras. Quería una relación real, sincera, duradera.

Por supuesto, sabía que no podía adelantarse demasiado, primero tenía que buscar el modo de arreglar el daño causado. Esperaba poder tener una oportunidad de hablar en privado con Kai, necesitaba disculparse por su actitud y por haberlo tratado mal.

Con sus ideas teniendo un orden que hacía semanas no tenían, el día le pareció más esperanzador.

El latir de su corazón aún conservaba cierto dolor, resultado de tener presente lo ocurrido la noche anterior. Su arrepentimiento por haber lastimado a su compañero lo hizo volver sobre sus pasos sin esperar ni un segundo más. Era urgente que aclarara las cosas.

Volvió a entrar al elevador. Y como sus resoluciones no cambiaron ni un ápice, supo, al llegar al primer piso, que por fin había tomado una decisión correcta.

Una sonrisa adornaba sus labios cuando estuvo a punto de abandonar el Empire State.

—¡Rei!

El llamado de una alegre y conocida voz captó su atención, haciéndole girarse a pocos metros de la entrada principal. No tuvo que buscar demasiado con la mirada, pues la dueña de dicha voz se acercó a él, sin titubear en abrazarlo.

—Mariah —observó un tanto sorprendido a su amiga, antes de acariciar sus cabellos rosas—, ¿qué haces aquí?

—¡Estamos de viaje!

—¿"Estamos"?

—Sí, y es toda una sorpresa encontrarnos contigo, Rei.

Dirigió su mirada hacia la nueva voz que escuchó, encontrándose con Lee acercándose a ellos. Por supuesto, debió saber que Mariah no viajaría sola a ningún sitio. Todo el equipo White Tigers estaba de viaje, pues tras Lee vio a Gary y Kevin.

—Chicos… Es un gusto verlos.

Lo decía en serio, se notaba en el brillo iluminando su rostro. Ver a su antiguo equipo le pareció reconfortante, sobre todo, después de lo ocurrido con su equipo actual durante el desayuno.

Disfrutó el reencuentro y disfrutó los recuerdos de épocas pasadas, mas no se permitió dejarse llevar demasiado por aquello; debía atender sus problemas presentes, por complicados que parecieran. Fue así como, tras pocos minutos de conversación con los chicos, se preparó para despedirse de ellos.

—En verdad fue agradable encontrarme con ustedes, pero tengo que irme.

—No, Rei, quédate con nosotros un poco más.

La insistencia de Mariah hizo vacilar su decisión de irse, no sólo por la mirada de súplica que ella le dedicó, sino porque tenerla tomada de su brazo y tan cerca de él, le trajo otros recuerdos de antaño y una nueva revelación.

Independientemente de lo que pasara con Kai, no podía tener a Mariah esperando. La amaba, sí, como a una hermana, no de la manera romántica que ella creía. Ponerle un alto a la situación con la chica era otra cosa más que debía hacer, y debía ser pronto. Llegado a esa conclusión, asintió un poco torpe a la petición de la muchacha y se dejó llevar por ella de un lado a otro en el interior del gran rascacielos.

En cada minuto de su tiempo con los White Tigers, Rei no pudo evitar pensar en si ellos comprenderían sus sentimientos por el capitán de los Bladebreakers.

No había querido pensar más en el hecho de que estaba a punto de ir en contra de las antiguas costumbres de su pueblo que le fueron inculcadas durante toda su vida. Si no le dio mayor atención a ello, fue porque aún no sabía qué podría ocurrir al hablar con Kai, ni tampoco tenía manera de saber lo que el futuro le depararía con él. Había un largo camino por recorrer antes de unir su pasado y su presente.

Dio un suspiro. Esperar lo mejor de todo era lo único a hacer, por el momento.

Cuando vio uno de los relojes del lugar marcando la 1:00 pm, les dijo a los chicos que era hora de irse, pues su barco zarparía en dos horas y no estaban precisamente a la vuelta de la esquina del Puerto de Nueva York.

—Mariah, antes de irme, quisiera hablar contigo.

Después de despedirse de todos, y de que los tres chicos se apartaran lo suficiente para no escucharlo, realizó a su amiga aquella petición.

—Claro, Rei —se giró hacia sus compañeros— ¡Vuelvo en unos minutos, chicos!

Juntos, caminaron hacia afuera del enorme edificio.

[...]

Incluso sumergido en sus reflexiones, Kai se percató de la presencia de Max y de la preocupación que las celestes pupilas le dedicaban.

No le habló acerca de lo ocurrido con Rei en la azotea, pero consideró innecesario decirle que algo malo había sucedido. Su dura expresión, el peligro en su mirada y el aura de advertencia que portaba cuando entró a la habitación hablaban por sí solos. Y continuaba luciendo exactamente igual a entonces, sólo el estúpido de Tyson había sido lo suficientemente idiota como para molestarlo al término del desayuno. Granger podía, y debía, agradecer que decidió no desquitar su mal humor con él.

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?

"Sólo si puedes regresar en el tiempo y evitar que cometa el error de fijarme en Rei" su pensamiento no fue dicho, y lo descartó apenas lo tuvo. Había cometido un grave error enamorándose del moreno, al menos así lo creía, mas debía aprender de lo ocurrido.

—No necesito tu lástima, Max.

La áspera respuesta no desanimó al menor. Max atribuyó las desapacibles palabras al malestar que Kai se esforzaba en ocultar. Hubiera querido saber con exactitud qué sucedió entre su capitán y su compañero chino; de saber... Tal vez podría ayudarlo mejor.

Se resignó a los segundos, porque sabía bien que no importaba cuánto preguntara, Kai no le diría absolutamente nada. Sumado a ello, tampoco quería agobiarlo más.

—No es lástima, Kai —negó inmediatamente, siendo claro y honesto—. Eres mi amigo y me preocupo por ti. Y... sé que quizás no quieras que me involucre más, pero puedo ayudarte. Podría... Podría... Hablar con Rei...

—No —interrumpió a su compañero justo ahí, girándose a mirarlo con severidad—. Tienes razón: No quiero que te involucres más. Las cosas con Rei están perfectamente aclaradas, no necesito que te preocupes.

Abandonó su posición, recargado en la pared y cruzado de brazos, para salir de la habitación. Necesitaba respirar aire fresco, se sentía asfixiado en ese cuarto en donde pasó una de sus peores noches sin poder dormir, teniendo a Rei a un metro de distancia, pero sintiéndolo tan lejos, tan inalcanzable. Su ceño se frunció a causa del pensamiento que, de inmediato, juzgó como estúpido. Y no fue a lo único que calificó con ese adjetivo. Reprendiéndose a sí mismo, se insultó por haber sido tan estúpido de enamorarse y por haber sido tan ingenuo al creer que eso saldría bien. Inclusive, se regañó un poco más por permitirse sentir un fuerte dolor en el corazón como sólido recordatorio de que tenía sentimientos.

—¿Y si vamos a comer un helado o una hamburguesa?

Quiso, mediante una mirada, decirle a Max que estaba irritándolo con su presencia y que quería estar solo. La idea se quedó en un simple intento. Maldijo entonces ese maldito dolor que estaba poniendo en riesgo sus habilidades para apartar a otros de sí, pues fue el culpable de que, sencillamente, mirara con leve molestia al rubio y continuara su camino, incapaz de echarlo de su lado.

Desconocía si quería estar solo o si quería compañía. Desde semanas atrás se desconocía a sí mismo por completo.

[...]

—Dime, ¿de qué quieres hablar?

Algo de intranquilidad aceleró los latidos de Rei mientras observaba a Mariah. El brillo en sus ojos y la alegría en su rostro le hicieron temer hasta dejarle a punto de retroceder en su decisión de decirle que no estaba enamorado de ella. Antes de desistir, a su mente acudió la mirada que Kai le dedicó la noche anterior, en donde, ahora sabía, hubo dolor y profunda desilusión. Significó un duro golpe de realidad, útil para recordarle que la deshonestidad hiere más que la verdad.

Discretamente, inhaló y exhaló un par de veces, buscando en sus adentros el valor que sabía poseía, pero que últimamente parecía dispuesto a ocultarse.

—De ti y de mí —comenzó suavemente—. Mariah, siempre has sido una gran amiga. Eres una persona muy importante para mí, por eso quiero aclarar las cosas entre nosotros. No quiero hacerte daño, pero debo ser honesto.

Tuvo que hacer una pausa, esforzándose en no retractarse cuando su amiga le dedicó una mirada preocupada que bordeaba la tristeza, como si ya hubiera comprendido a dónde se dirigía con esa conversación.

—Rei, ¿a... a qué viene esto?

Ella comenzaba a ponerse nerviosa, y no es que él estuviera en mejor estado, sólo que lo disimulaba un poco mejor.

—A que... No quisiera que siguieras teniendo falsas ilusiones sobre nosotros. No... No estoy interesado en ti, Mariah —confesó con el mayor tacto que le fue posible, sintiéndose mal cuando la mirada de la chica se cristalizó—. Nunca voy a dejar de quererte como a una amiga, como a una hermana, y... y... aunque puedo imaginar que ahora mismo eso no te ofrece ningún consuelo, es todo lo que puedo ofrecerte, mi sinceridad y mi amistad.

Una vez llegó a esa conclusión, sintió un peso retirándose de encima suyo. Punto y aparte de cómo fueran tomadas sus palabras, había hecho lo correcto y eso le brindó cierta calma.

Guardó silencio el tiempo que su amiga necesitaba para asimilar la situación. La vio desviar la mirada y cruzar los brazos más como si estuviera abrazándose a sí misma. Se preocupó por ella, fue inevitable, pese a ello, no se acercó demasiado ni se atrevió a abrazarla; posiblemente ninguna cercanía sería bien recibida en ese momento.

—Hay... Hay alguien más, ¿verdad?

Sus músculos se tensaron a la llegada de esa pregunta. No esperaba eso, no lo esperaba en lo absoluto, así que, su única respuesta fue una lenta negativa con la cabeza cuando Mariah volvió a mirarlo.

En la expresión de la menor sólo pudo ver aflicción. El usual brillo de alegría en su mirada era ahora el brillo de sus lágrimas luchando por salir. Le pareció tan irreal ser el responsable de hacerle daño a dos personas enamoradas de él, que le costó concentrarse. Fue una débil y trémula sonrisa de Mariah el gesto que lo hiciera volver a la realidad.

—Actuaste extraño luego del Torneo, también durante el tiempo que estuviste en el pueblo.

No tuvo palabras para responder a eso. Le pasó por la cabeza la idea de insistir en negarlo, pero... No pudo.

—Está bien, Rei —se frotó los ojos con el dorso de la mano, limpiando las rebeldes lágrimas—. Gracias por ser honesto conmigo.

Se tranquilizó ligeramente al recibir una cálida sonrisa. Casi devolvió el gesto, impedido de ello por las siguientes palabras que escuchó y que volvieron a ponerlo tenso.

—¡Espero pronto poder conocerla! Y espero que sea buena, porque mereces a una gran chica.

El nerviosismo recorrió su piel, apenas reflejándose en una sonrisa de cierta intranquilidad. No supo con exactitud cómo consiguió no decirle la verdad a Mariah, después de todo... era su mejor amiga. Pudo ser completamente honesto con ella, pudo compartirle sus temores y preocupaciones. Si al final no lo hizo, fue porque no lo deseó. Para bien o para mal, quería compartir todo eso con cierto chico a quien aún le debía una disculpa.

—Gracias por todo, Mariah.

Dejó que el viento se llevara sus inquietudes; no había necesidad de continuar preocupado. Ahora todo se veía más claro y comprendía mejor cuáles eran sus siguientes pasos. Pensaría en decirle la verdad a su antiguo equipo, y al nuevo también, cuando llegara el momento. Si es que llegaba. La posibilidad de que Kai no le perdonara reavivó el malestar en su pecho.

—Debo irme.

Ella asintió, acercándosele con notable timidez. Sonrió un tanto enternecido, abriendo sus brazos para recibir un abrazo de despedida. Inexplicablemente, sintió que ese gesto no era un simple "adiós" dicho el uno para el otro, no. Ambos estaban despidiéndose de algo más. Mariah le decía adiós a las ilusiones que tenía con él, mientras él le decía adiós a una parte de su vida que ahora quedaba atrás, dando paso a algo nuevo, al cambio.

Reforzaron el abrazo, ajenos ante el andar de las personas que pasaban a pocos pasos de su costado derecho, ajenos a una mirada escarlata que los observaba a unos cuantos metros.

Kai había comenzado a recomponer su impasibilidad, poniendo todo su empeño en ello, porque creyó que ese era el camino más seguro. Si levantaba de nuevo sus defensas y congelaba con apatía a cualquiera que intentara acercársele, volvería a ser el mismo de antes. Necesitaba urgentemente eso.

Estuvo cerca de conseguir su objetivo, estuvo cerca de usar su habitual brusquedad para alejar a Max. Pero, entonces, una escena en frente suyo devastó sus esfuerzos con la facilidad que tiene un tornado para arrasar con lo que está a su paso.

Rei y Mariah cómodos entre los brazos del otro fue una imagen que, definitivamente, no hubiera querido ver.

No consiguió ser el mismo de antes, de lo contrario, eso no le hubiera afectado de la forma en que lo hizo.

Esta vez no hubo fuego, ni hubo llamas, no hubo disgusto, ni hubo agresión. Su sentir se resumía en una profunda aflicción que nunca antes había experimentado. Y esta vez, mientras retrocedía un paso, ignoró en su totalidad a Max. Dando media vuelta volvió por donde había llegado sin decir una palabra.

Ahora no tenía dudas de que quería estar solo.


Continuará...

Notas finales:

¿Cómo ven? ¿Qué tal les pareció el capítulo?
Sí, lo sé, ya me gustó esto de que haya personajes viendo lo que no deben de ver(?)

Por otro lado, creo que me faltó hacer una pequeñísima aclaración: Aunque sigo la línea de eventos del anime, habrá sucesos que no ocurrieron allá, así que el canon ahora mismo lo lanzamos por la ventana. No se preocupen, que al rato vuelve cual boomerang.

 

Agradecimiento especial a:
Arantxa ChoMoon por sus comentarios.

 

Sin más que decir, me despido. ¡Nos leemos pronto!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).