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Sentimientos por PoisonSkarlett

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Notas del capitulo:

Capítulo un poquito largo. El más largo hasta el momento.

En ocasiones, la vida es casualmente cruel. Justo cuando las cosas lucen mal y se suele creer que no pueden empeorar más… Resulta que sí pueden empeorar más.

Max lo comprobó al tener frente a sus ojos la escena de un abrazo entre Rei y Mariah. Esos dos podrían estar en plena acera pública, pero la intimidad que el gesto ostentaba le hacía sentir como si estuviera invadiendo su espacio con sólo mirarlos y, por ende, debiera mirar a otro lado, cosa que hizo apenas pudo reaccionar.

El punto en donde su mirada se concentró fue su costado. Antes hubo ahí alguien acompañándolo, ahora había un sitio vacío.

“Oh, no. Kai”

Durante toda la caminata con su capitán, había ocultado lo preocupado que estaba por él, en favor de no molestarlo; no quería hacerle pensar, nuevamente, que le tenía lástima. Sin embargo, dada la situación actual le fue imposible esconder su preocupación, esta surgió rápidamente, llevándose algo del brillo en su mirada.

Inseguro se mantuvo de pie observando a la nada.

Multitud de preguntas lo agobiaron al instante. Desconocía cómo se debía manejar esa situación. ¿Debería ir tras de Kai una vez más? ¿Debería hablar con Rei? O… ¿Debería simplemente mantenerse al margen tal y como Hiwatari quería que hiciera? Quizás fuera adecuado escuchar a Kai, en vista de que sus sinceros deseos de ayudarlo no sirvieron en lo absoluto. Quizás su capitán estaba mejor solo antes de que él se entrometiera con sus planes inservibles. Quizás.

—¿Max?

Dio un pequeño salto en su sitio, antes de girarse a mirar a Kon. Por unos instantes se olvidó de la presencia de su compañero a pocos metros. Tras él, alcanzó a notar a Mariah marchándose hacia el interior del Empire State.

—Hola.

Hizo el intento de no delatar sus sentimientos, o de lo contrario tendría muchas explicaciones que darle a Rei y eso de ningún modo lo pondría al margen como Kai quería. Lástima que su intento no fuera exitoso.

Con una nueva percepción de las cosas, Rei comenzó a notar ciertos detalles.

En los días previos, Kai no fue el único que actuó extraño, Max también lo hizo. Su rubio amigo abandonó su usual apego a Tyson desde el comienzo del Torneo Estadounidense, pareciendo empeñado en mantenerse cerca de Hiwatari. ¿Por qué? A esa situación podía sumar las miradas llenas de preocupación que Max les dedicó tanto a Kai como a él desde la noche anterior, luego de que discutió con su capitán, misma preocupación que se mantuviera en las celestes pupilas durante el desayuno. ¿Qué pasaba por la mente del pequeño rubio para mirarlos así? Una sutil tensión se apoderó de sus músculos cuando una idea cruzó su mente. ¿Max podría saber algo?

Sus doradas pupilas se afilaron sobre el menor en un gesto apenas perceptible, pero claramente examinador.

Lejos de ambos quedó el bullicio de las calles de Nueva York.

El más joven, sumergido en sus pensamientos y vanos intentos de mostrarse con su vivacidad habitual, no prestó atención al mundo fuera de ellos, aunque la mirada de su compañero estaba acrecentando su inquietud.

El mayor, tratando de obtener respuestas a través de una simple mirada, ignoró todo lo que les rodeaba, centrándose exclusivamente en el menor.

Su análisis visual no llegó demasiado lejos; pensar en lo ocurrido durante el desayuno le dio una sospecha no muy grata. Kai se había retirado y Max lo había seguido. Entonces… ¿No deberían estar juntos? Esa posibilidad le provocó un nudo en el estómago. ¿Y si Kai lo había visto con Mariah?

—Max… ¿No estabas con Kai?

Dejó brotar la pregunta en cuanto el temor se instaló en su interior. Ni siquiera se molestó, demasiado, en ocultar su inquietud. Antes de que su compañero hablara supo la respuesta, el nerviosismo en las celestes pupilas se lo dijo.

—Sí.

No necesitó decir ni oír más. Dio por terminada la conversación inmediatamente, poniéndose en búsqueda de Kai. A sus espaldas dejó a Max. No quería ser grosero con él, pero poco le importaba en esos momentos. Hiwatari era su prioridad.

[...]

Para cuando llegó al hotel le faltaba el aliento. Pudo ser a causa de la preocupación, o por llegar al lugar corriendo. La respuesta no le importó, no con su mente siendo ocupada por el capitán del equipo, a quien su mirada encontró a un lado del autobús en su típica pose: Brazos cruzados, ojos cerrados, expresión neutral y espalda recargada en el costado del automóvil. Viéndolo así, Kai parecía ser el mismo de siempre, desinteresado de los demás, ajeno al mundo que lo rodeaba.

Esa apatía no era un secreto para nadie, el secreto era el motivo.

¿Qué era lo que el chico ocultaba? ¿Cuáles eran sus razones para mantenerse a distancia de todos y todo?

Quería conocer la respuesta, quería conocer sus secretos y quería conocerlo a él. Quedarse en lo superficial del atractivo misterio que ese chico portaba no era una idea de su agrado. No necesitaba eso, necesitaba la cercanía y la sinceridad que Kai le brindó en ocasiones anteriores, los mismos que no supo valorar y que en ese momento no sabía si volvería a tener.

—Ah, chicos, me da gusto que hayan llegado —Dickenson se hizo oír, recordándole que su presencia era el motivo por el cual no se dirigió hacia el capitán del equipo—. Temía que se olvidaran de la hora de partir. Pero… ¿En dónde está Kenny?

Parpadeó, tratando de comprender el motivo de que el hombre hablara en plural.

—Creo que está en la fuente de sodas del hotel.

Un sobresalto atacó su interior ante la voz de Tyson sonando a sus espaldas. Suavemente se giró, encontrándose con Tyson y Max tras él. ¿Cuándo llegaron? Supuso que ocurrió mientras estaba perdido en sus añoranzas.

—Vayan por Kenny.

La orden de Kai le hizo volver a mirarlo. Silenciosamente, intentó suplicarle por un momento, sólo unos minutos para conversar.

—¡¿Y por qué no vienes con nosotros para ir a buscarlo?!

Tyson elevó la voz, haciendo notar su inconformidad y causando inquietud en Dickenson.

—Ya, ya, no es momento de discusiones sin sentido —Max intervino, tomando del brazo a Tyson—. Vamos por jefe, antes de que se nos haga más tarde.

Estuvo agradecido por el actuar del pequeño rubio. Sin embargo, no miró a los menores y no se movió. Continuó observando a Kai en espera de que este le diera atención. Lo único que recibió a cambio fue una fría mirada, antes de que el capitán del equipo se dirigiera a la puerta del autobús.

—Vayan.

Al reiterar la orden, Hiwatari no fue más amable, causando con ello algunos bufidos llenos de molestia en Granger.

Rei se vio obligado a inhalar y exhalar repetidas ocasiones en un intento por no perder la tranquilidad. Quería, necesitaba, aclarar las cosas con Kai de una vez por todas. Lamentablemente… No era el momento. Pedirle una conversación en privado significaría poner sobre ellos la atención de todos, y era impensable tener una conversación en el autobús con la presencia de los demás chicos a pocos metros. Suficientes errores había cometido ya como para añadir a ellos el exponer al equipo sus vidas privadas; Kai de ningún modo querría eso.

Paciencia. En su mente repitió la palabra unas cuantas veces más, mientras Max lo tomaba por el brazo y le halaba con suavidad.

—Vamos, Rei. Tenemos que darnos prisa.

El mismo cuidado que Tate puso en su gesto lo dio también a su tono de voz. Una vez más, se sintió agradecido con él. No opuso ningún tipo de resistencia, dejándose llevar e ignorando algunas quejas de Granger en el camino a la fuente de sodas del hotel.

A partir de ese momento, el transcurrir de los minutos se tornó en una pesada y eterna espera.

[...]

—¡Ya quiero ver nuestras habitaciones!

—Técnicamente podrías llamarles “camarotes”, Tyson.

No puso mucho interés a la conversación entre Tyson y Kenny. Había estado actuando de ese modo desde el viaje en autobús, pero ese par no dieron señales de notarlo, sólo Max pareció darse cuenta, enviándole nuevamente algunas miradas llenas de preocupación a las cuales no prestó más de la debida atención.

—¡Wow! ¡La sala en común es muy bonita y tiene televisión!

Suspiró ante el infantil comportamiento de Tyson. Nunca antes sus compañeros le parecieron molestos ni estorbosos, salvo ahora, cuando necesitaba con urgencia un tiempo a solas con Kai y todos esos chiquillos estaban ahí interponiéndose con su sola presencia. Estuvo obligado a recordarse que si estaba en esa situación era por su propia culpa, de nadie más. No se sintió mejor ante el recordatorio, aunque funcionó para que evitara tratar mal a cualquiera de los chicos.

—¡Los camarotes se ven muy bien! —Granger continuó con sus gritos una vez llegaron al pasillo que daba a las dos habitaciones en donde dormirían— Oye, Max… ¿Por qué no te quedas esta noche con nosotros?

Por un segundo, Rei se sintió aliviado de escuchar a Tyson. ¡El chico había tenido una excelente idea! Pero Kai no opinó lo mismo.

—No.

Todos miraron con cierta sorpresa a su capitán cuando alzó un poco la voz para negar ante la pregunta del menor. Y pese a tener las miradas de todos encima, Kai continuó mostrándose indiferente, como si esa simple palabra no estuviera delatando un comportamiento extraño.

—¡Le pregunté a Max, no a ti!

¿Fue imaginación suya o cierta tirantez se alzó en la atmósfera? ¡¿Qué rayos estaba pasando entre Kai y Tyson?! Los dos parecían de un pésimo humor. Es decir… Comprendía a Kai, le había hecho daño y era obvio que no tendría ni la poca paciencia habitual para soportar a nadie. A quien no comprendía era a Tyson, ¿por qué parecía dispuesto a discutir o agredir al capitán del equipo en cada oportunidad que se le presentaba?

—Eh… Tyson… —Max se puso entre ambos, tratando de calmar al mencionado— No creo que sea conveniente que me quede con ustedes, sólo hay dos camas individuales en su camarote; no cabríamos. En cambio… En el otro camarote tenemos la cama grande.

—Sí, pero…

—Tyson, así estamos bien acomodados. Si quieres pasar tiempo con Max puedes hacerlo en la sala. No armes un escándalo por eso.

Kenny pidió amablemente, tomando de la camiseta a Tyson para llevarlo con él a su camarote. El jefe ignoró quejas del chico con gorra, mientras los otros tres entraban en fila india a su propio camarote compartido, empezando por Rei y terminando con Kai.

—Tengo la sensación de que Tyson está actuando extraño.

—Sí… —Rei respondió a Max un tanto distraído, tomándose unos segundos para pensar antes de girarse a ver a sus compañeros— Algo le… ¿En dónde está Kai?

Max le miró un poco sorprendido, girándose para encontrar un espacio vacío a sus espaldas. Todo cuanto había era la mochila de Kai a un costado de la puerta. La mandíbula del pequeño rubio bien pudo caer al suelo.

—Estaba… ¡Estaba aquí hace sólo unos segundos!

Rei no pudo contenerse de soltar un gruñido y abandonar la habitación. Literalmente salió corriendo de ahí, pasando por la sala en común hasta llegar al pasillo exterior. Miró alrededor buscando a su capitán, sin tener resultado alguno.

—Se fue.

Susurró apesadumbrado conforme se recargaba en la pared al lado de la puerta. El corazón le dolió ante la espera, ante no poder hablar con Kai porque, claramente, este le estaba evitando a toda costa.

—Rei… —Max habló en cuanto lo vio— Creo que… Debemos hablar.

Al girarse a verlo volvió a ver en sus celestes pupilas preocupación, inquietud, pero ahora también pudo ver seriedad, temor y duda. La mirada del chico era completamente distinta a la de siempre y ahora sabría el porqué.

—Sí, también lo creo —concordó, dejando su posición para caminar hacia el interior de la sala—. Vayamos a la habitación.

Miró de reojo al menor, quien simplemente asintió, siguiéndole sin demora.

Apenas estuvieron en el camarote cerraron la puerta. Necesitaban hablar sin interrupciones y sin que nadie los escuchara.

—Muy bien, Max, quisiera saber… ¿Qué está ocurriendo entre tú y Kai?

Pese a sentirse mal, pese a todavía tener celos de Max, fue apacible, porque la última vez que actuó con enojo las cosas se salieron de control. Aprendió de su error.

—Yo estaba a punto de preguntarte lo mismo —dijo con inseguridad—. Kai no me ha dicho a detalle lo que pasa entre ustedes y tampoco quise insistir demasiado para que me lo dijera.

Ahora fue su turno de mostrar inseguridad.

—¿De qué hablas? ¿Qué sabes exactamente?

Trató de no verse nervioso. Posiblemente falló en ello.

El pequeño rubio tomó algo de aire y luego de un suspiro comenzó a contarle todo a Rei desde el principio. Cuando lo escuchó hablando con Kai aquella madrugada, lo extraña que le pareció la escena en la cocina, los detalles y pistas que empezó a reunir. La conversación con Kai y… aquel disparatado plan de provocarle celos.

—¡¿Cómo se les pudo ocurrir algo como eso?!

Estaba considerablemente alterado, sólo no comprendía si estaba nervioso por todo lo que Max sabía, enojado por la locura que se le ocurrió al par, abochornado de haber estado tan celoso de Tate o ahogándose en más culpa por haber acusado a Kai de usar a Max cuando en realidad ambos estaban trabajando juntos, por así decirlo.

—Lo siento —involuntariamente puso una expresión demasiado triste y arrepentida que hizo sentir un tanto mal al otro chico—. Sólo quería ayudar a Kai. Además… Te aseguro que la idea tenía sentido para nosotros. Nunca pensamos que podría salir mal, porque… Salió mal, ¿cierto? Kai y tú… Discutieron, ¿verdad?

La angustia en la celeste mirada le oprimió otro tanto más el pecho. Según parecía, Max se sentía responsable de lo ocurrido con el capitán del equipo, aunque ni siquiera sabía qué había pasado. Hermético como siempre, Kai no le contó absolutamente nada.

—Sí… Algo así —aceptó, dando un suspiro conforme bajaba la mirada al suelo—. Yo… Cometí un error muy grave.

—Creo que somos dos.

Comprobó que la culpa también estaba molestando al chico cuando escuchó esas palabras.

—No, no fue… —hizo un pequeño gesto de descontento, volviendo a mirarlo— Bueno… Lo de ustedes no fue muy correcto, pero tampoco creo que haya sido tan grave como lo que hice.

—Y… ¿Qué fue lo que hiciste?

—Yo… —titubeó, mirando hacia otro lado— No quisiera hablar de eso, Max. Dejémoslo para otro momento. Por ahora…

Hizo una pausa, pensando. Aunque se tomó su tiempo para volver a hablar, el otro chico no le interrumpió, sencillamente esperó paciente.

—¿Me ayudarías a encontrar a Kai? —volvió a poner sus doradas pupilas sobre las azules— Necesito hablar con él. Te prometo que es para arreglar las cosas y que ya no volveré a hacerle daño.

Tuvo que decir lo último cuando vio al chico vacilar ante su petición, como si temiera que fuera a lastimar más a Kai.

—¡Está bien, Rei! ¡Te ayudaré! —recobró su ánimo habitual al encontrar sinceridad en la felina mirada de su amigo— Pese a que ninguno de los dos me explica toda la situación.

No pudo evitar reírse suavemente por esa pequeña queja.

—Lo lamento, Maxy. Quizás después de hablar con Kai pueda contarte todo.

—No es una muy buena promesa, pero la acepto.

Tras esas bromistas palabras ambos sonrieron más relajados.

Rei le dio una pequeña mirada enternecida a Max. El chico sólo había querido ayudar, nada más. Lamentó bastante haberse puesto tan celoso de él y… en secreto, haberse puesto incluso a la defensiva.

Después de unos segundos, ambos chicos salieron velozmente a recorrer el barco, tratando de encontrar al bicolor.

[...]

Por tres horas, Rei y Max corrieron de un lado a otro. Revisaron varios sitios, incluso aquellos en los que había pocas probabilidades de encontrar a Kai, pero las opciones se agotaban y no encontraban al chico.

—¿Algo?

Rei cuestionó a un agitado Max que llegaba al pasillo en donde acordaron verse.

—Nada —se dejó caer de rodillas, respirando con dificultad—. Recorrí toda la cubierta, dos áreas de piscinas y el gimnasio. Pregunté a varios chicos, pero nada.

Comenzaba a frustrarse, y no era un desalmado como para exigirle a su amigo que volviera a acudir aquí o allá. Se notaba que el niño estaba exhausto.

—Descansa, Max. Yo seguiré buscando.

—Espera… —se levantó con un poco de esfuerzo— Sé que quieres arreglar las cosas, ¡eso es muy bueno! ¡En serio! Sólo que… Quizás debas darle un tiempo a solas. Kai tendrá que volver al camarote a dormir, entonces podrás hablar con él.

Si bien detuvo sus pasos al escuchar a su compañero, no tomó una decisión de inmediato. Duda e inseguridad se hicieron visibles en su rostro.

La espera no ayudaba con el agobio que le hería el corazón. ¿Kai se sentiría como él? ¿Se sentiría peor? Pensar eso tampoco fue de ayuda para hallar algo de tranquilidad. Estuvo a punto de salir corriendo de nuevo.

—Rei… —la intranquilidad en la voz de Max consiguió hacer que lo mirara— Trata de calmarte, ¿sí? Kai no podrá evitarte por siempre. Lo solucionarán en su momento.

El problema estaba en que necesitaba que ese momento ocurriera lo más pronto posible. Nunca antes había sentido tanta impaciencia ni tanta frustración por tener que esperar.

“Para todo hay una primera vez” fue su pensamiento, respirando profundo y relajando su cuerpo todo lo que aquella incómoda situación le permitía, entonces obtuvo una sonrisa de parte del pequeño rubio.

—Gracias, Max.

Recibió un asentimiento y sin muchas más palabras de por medio se separaron, esta vez para dar un paseo por el barco cada quien por su lado.

Él terminó su paseo en el restaurante.

Una molesta contrariedad le inundó mientras leía el menú. Dudaba. ¿Comerse sus problemas o ayunar hasta solucionarlos? Ambas opciones le parecían muy buenas. Tanto su mente como su cuerpo parecían bastante contrariados a causa de sus problemas.

No era el único en ese estado.

En la bodega de carga del barco, Kai entrenaba con esmero, restándole importancia al desayuno que no comió y a la comida que debería estar consumiendo debido a la hora que era. Estaba cansado, e incluso así no se detuvo. Quería su mente puesta en algo útil, como el entrenamiento. Sin embargo, su concentración no estaba precisamente sobre de su blade. Por instantes divagaba. Recordaba las cosas sucedidas en las últimas semanas y terminaba maldiciendo para sí cuando no conseguía ejecutar una simple acción. No quería pensar en Rei, pero no podía dejar de hacerlo. Lo detestaba, pero al mismo tiempo no lo hacía, porque no podía.

Qué débil estaba siendo por culpa de los estúpidos sentimientos.

[...]

El atardecer cayendo en el horizonte era la señal de que pronto terminaría aquel pésimo día.

Rei apenas podía esperar por el anochecer. Mientras se ejercitaba haciendo abdominales a pocos metros de la piscina, su mente trabajaba incluso más que su cuerpo. Tyson había sido derrotado de manera muy sencilla por aquel chico, Robert. Ese evento le dio la razón a Kenny respecto a que el equipo necesitaba entrenarse físicamente para continuar mejorando. Nadie se opuso al estricto régimen de entrenamiento de jefe. Ahí fue donde volvió a inquietarse por Kai. El chico lo ignoraba como si no existiera, poniendo obstáculos para no estar solos.

—Max, volverás a las máquinas del gimnasio y terminarás tus ejercicios.

—¡Muy bien, jefe!

—Tyson, retoma las vueltas, pero... quiero que lo hagas desde el principio.

—¡¿Desde el principio?! —gritó alarmado, mas pareció recordar su derrota, así que casi en seguida se tranquilizó— Sí, jefe.

—Rei, tú harás unos... doscientos cincuenta abdominales. Y finalmente, Kai, tú... Estás en muy buena condición física, creo que para ti... Unas cincuenta vueltas nadando en la piscina de doscientos metros será suficiente.

—Bien. Sería buena idea que Tyson trotara cerca de la piscina para que puedas vigilarlo, para que puedas vigilar a todos.

—¡Oye! ¡No planeo hacer trampa!

—Ya dejaste una vez el entrenamiento, Tyson —Kenny le recordó con suma tranquilidad—. Así que estoy de acuerdo con Kai. Nosotros vayamos a la piscina. Max, ya sabes en dónde encontrarnos cuando termines tus ejercicios de pesas.

Continuaba sin poder creer la habilidad con la que su capitán puso a casi todos en el mismo sitio simplemente con la finalidad de que no se quedaran a solas.

—Doscientos treinta.

Murmuró para sí, deteniéndose unos instantes para tomar aire. Sentado con la gran piscina frente a sus ojos, involuntariamente terminó mirando a Kai. Kenny no se equivocó al decir que Hiwatari tenía muy buena condición física. Desde su sitio se le quedó mirando, teniendo un extraño sentimiento al reparar no sólo en la condición, sino en el físico del chico. Siempre había tenido presente que Kai tenía un buen aspecto, pero en esa ocasión... Su manera de verlo fue distinta. Se sintió diferente mientras contemplaba el movimiento de los músculos bajo el agua. Se descubrió a sí mismo sintiéndose bastante atraído por el masculino cuerpo de su compañero. Y ni hablar de los deseos que tuvo de volver a estar entre sus brazos tal como la primera vez, cuando le robó esos dos besos semanas atrás. Esos nuevos pensamientos se encargaron de darle color a sus mejillas.

—¡Terminé!

El grito de Tyson lo asustó, llevándolo a continuar los ejercicios, fingiendo que nada había ocurrido, aunque su rostro seguía ruborizado. Ligeramente nervioso miró hacia Tyson hablando con Kenny. Tal parecía que jefe no se había dado cuenta de su momento de ensimismamiento mirando a Kai porque estaba muy ocupado revisando datos en su computadora. Agradeció eso en sus adentros poco antes de decir en alto "Doscientos cincuenta".

—¡Terminé de mis ejercicios, chicos!

Ese fue Max, quien llegó corriendo al lugar y sin demora se dejó caer en una silla al igual que Tyson, ambos notablemente agotados. Él no se encontraba en mejor estado, sólo estaba distraído de los malestares del ejercicio por tener de vuelta su atención en Kai, quien salía de la piscina chorreando agua.

—De acuerdo, chicos. El entrenamiento físico concluyó por hoy. ¿Les parece si entrenamos sólo unos minutos con los blades?

No creyó que la idea de Kenny sería tan apoyada, pero sus compañeros, incluido su capitán, estuvieron de acuerdo.

Pocos minutos le tomó a Kai secarse y vestirse para dirigir el siguiente entrenamiento. La realidad golpeó a Rei durante esos momentos.

El capitán le alzó la voz a Tyson de vez en cuando, en cambio, a Max lo trató con afabilidad, aunque sin dejar de ser un tanto estricto. Para su persona... No hubo nada. No hubo gritos, no hubo voz elevada, no hubo amabilidad, sencillamente, no recibió ni una mirada de esas bonitas pupilas escarlatas.

—Sigue así, Max.

Al cabo de unos instantes, el rubio fue el primero y el único en llevarse una aprobación que también podría considerarse un halago. En tan simples palabras alcanzó a notar un atisbo de orgullo. Kai estaba orgulloso de Max. No pudo ser diferente, pues el niño obedeció las instrucciones a la perfección, teniendo mejoría de inmediato.

Un malestar atacó su interior. Incluso si sabía que no había motivo para estar celoso, no pudo evitar que tal sentimiento se hiciera presente, pero en esa ocasión un poco más intenso que antes, debido al descubrimiento de que Kai estaba teniendo un comportamiento más abierto con el pequeño rubio, y no era para provocarle celos; únicamente estaba siendo más él mismo con Max. Se sintió sofocado en cuanto se dio cuenta de ello, pues Kai sólo había actuado así con él.

Dolió. Dolió mucho darse cuenta de que su capitán ya no era abierto con él; había vuelto a encerrarse en su fría coraza, sitio al cual parecía permitirle acceso sólo a Max. Y dolió saber que eso era el resultado de sus errores.

Lastimó demasiado a Kai y lo peor era no saber si podría hacer algo para arreglarlo.

[...]

La noche había envuelto el barco desde varias horas atrás, no obstante, ir a dormir fue lo último que los chicos hicieron.

Los cinco jóvenes bladers se encontraban pasando el rato en la sala en común. Veían películas y se atiborraban de comida chatarra. Por lo menos tres de ellos, aunque Tyson siempre le llevaría la delantera a todos en cuanto a comer demasiado se refiere.

—Después de todo el entrenamiento de hoy, ¿no creen que sería buena idea ir a descansar?

Rei intentó mover a sus compañeros de ahí, necesitando con más urgencia que nunca hablar con Kai, quien inclusive parecía dispuesto a pasar tiempo en compañía del equipo con tal de evadirlo.

—Nah —Tyson negó, metiéndose un puñado de palomitas a la boca—. Tú ve a dormir si estás cansado.

—¡Tyson! No hables con la boca llena.

Dio un pequeño suspiro por el regaño de Max. Sin querer darse por vencido hizo un nuevo esfuerzo.

—Max, Kai… —llamó a ambos— ¿No quieren ir a dormir ya?

Esperaba que su comentario sirviera como una indirecta, o al menos que captara la atención del bicolor. Desafortunadamente, Kai estaba obstinado en ignorarlo y no consiguió ni su mirada, ni una respuesta. Max sólo atinó a negar torpemente entre balbuceos al ver la conducta de su capitán.

Agotado por todo lo ocurrido, aceptó tener que esperar un poco más.

—Me voy a dormir. Buenas noches.

Se despidió de todos, escuchando distraídas respuestas de Tyson y Kenny, que miraban muy atentos la película, y una respuesta tintada de preocupación de Max. De Kai no obtuvo más que un pesado silencio, otra vez.

No se molestó en cambiarse de ropa, puesto que antes de cenar se había dado una ducha. Entró a la cama, tomando su lugar habitual en uno de los extremos. Solamente le quedaba continuar con la espera. Así lo hizo. Sobre la cómoda, un pequeño reloj molestaba con su constante tic-tac. Gustosamente habría estampado el objeto contra la pared, pero generarse deudas y más problemas no estaba en sus planes.

Tras un tiempo indeterminado por fin escuchó murmullos en el pasillo. La puerta del camarote de Tyson y Kenny se cerró, y, en seguida, la puerta de su propio camarote fue abierta por un soñoliento Max que avanzó hasta la cama, dejándose caer en ella sin preocuparse de cerrar la puerta. Fue ese gesto el responsable de hacerle creer que Kai vendría detrás. Pasaron un par de minutos aproximadamente, entonces, no dudó en dejar la cama con un salto, poniéndose rápidamente los zapatos para salir corriendo hacia la sala en común. Ya había comprobado lo testarudo que el capitán del equipo podía llegar a ser, eso le hizo creer que era capaz incluso de no dormir en la habitación, pensamiento que pareció corroborar cuando no halló rastro alguno del otro chico en la sala. Apenas se percató de la ausencia maldijo en voz baja. Tuvo una intensa necesidad de gritar ante la frustración. Controlarse le requirió un gran esfuerzo.

Abandonó el lugar corriendo, buscando por segunda vez a Kai, incrédulo de cómo lograba escabullirse con tanta velocidad.

Como un sueño. Se dijo. Uno de aparente calma que se convierte en pesadilla de un momento a otro y que termina de igual forma, dejando extrañeza y nada más. No, ese chico no habría de convertirse en algo tan pasajero, tan común. No se lo permitiría. Arreglaría las cosas así tuviera que amarrarlo para que le escuchase. Cortando el hilo de decididos pensamientos estuvo el dueño de ellos. Hiwatari estaba en la proa del barco, recargando sus brazos en el barandal de seguridad, pudo verlo desde la planta alta. Poco le importó la existencia de las escaleras, bajó de su sitio mediante unos cuantos saltos. De ningún modo se arriesgaría a perder de vista al capitán del equipo, no de nuevo.

Durante todo el día presumió estar listo para esa conversación. Se lo dijo a sí mismo, se lo dijo a Max. Sin embargo, cada nuevo paso dejaba su corazón más cerca de salirse de su pecho. Casi le tembló la voz cuando pronunció aquellas palabras conocidas por traer malas noticias, aunque en ese caso era lo opuesto.

—Kai, tenemos que hablar.

Kai detestó aquellas palabras, pero detestó más darse cuenta de que fueron en vano las horas invertidas en reconstruir la persona que era antes de enamorarse de Rei. Aún no arreglaba los estragos causados por los sentimientos que le tenía, y seguramente le tomaría un tiempo poder hacerlo. Su sola presencia le perturbaba. Había hecho de él su punto focal durante las últimas semanas, replanteándose sus metas, sus motivaciones e incluso las órdenes que debía acatar. ¿Y para qué? Para terminar con el corazón y el orgullo heridos. Un daño innecesario por tomar un riesgo innecesario. Así aprendería a no volver a hacer idioteces.

—No tenemos nada de qué hablar, Rei.

En un intento por no dar opción a réplica usó un tono de voz áspero, uno jamás utilizado con su compañero. El único motivo de no irse de ahí fue simple: Estaba cansado de huir. Sin importar cuánto intentara excusar su comportamiento diciéndose que necesitaba estar a solas, en el fondo sabía muy bien la verdad. Confundido prefería huir. Huir del chico de quien estaba enamorado y huir de sus propios sentimientos, algo en realidad inútil, pues no se puede huir de lo que se lleva en el corazón. Habiendo comprendido eso, optó por abandonar el intento, permaneciendo inmóvil en su sitio. No sería agradable escuchar a Rei expresándose de Mariah con cariño, alegría, brillos y todo el show. Había tenido suficiente de eso en el Torneo Asiático. En definitiva, cualquier cosa que su compañero quisiera decirle acerca de su vida sentimental era una información innecesaria. Principalmente si iba a contarle que había comenzado a salir con la chica aquella. Supuso que ese era el motivo de que Rei quisiera hablar con él. Un aviso para que estuviera enterado y no le tomara por sorpresa después.

—¡Sí tenemos!

Según parecía, el chico no estaba dispuesto a darle ninguna alternativa. Con resignación accedió en silencio a escucharlo. Hablarían por última vez y luego por fin podría continuar su vida. Todo eso entre ellos jamás habría pasado, lo enterraría así fuera lo último que hiciera.

—Kai, yo… —Rei se puso a su lado, recargándose también en la barandilla— Tengo miedo.

Puso su mirada sobre él, porque eso no era lo que esperaba. Esa conversación la imaginaba distinta. Maldijo. Maldijo todo y nada, maldijo los sentimientos que no tenía, pero, sobre todo, maldijo los que sí tenía. Ellos llevaron su atención hacia su acompañante cuando más estaba esforzándose en no mirarlo. El amor que —en lugar de entender su inutilidad y morir—, continuaba creciendo en compañía de un sincero interés fue el responsable de hacerlo escuchar cuidadosamente a Rei. Después de todo… ¿A qué venía esa declaración tan repentina?

—¿Sabías que en mi pueblo natal se nos inculcan ideas muy estrictas respecto a ciertas cosas? —dirigió sus doradas pupilas hacia su capitán—. Nos restringen en varios aspectos. Uno de ellos son los viajes; no se nos permite salir con frecuencia del pueblo. Y otro son las relaciones con personas de nuestro mismo género; son mal vistas, casi prohibidas.

No pudo guardarse un ligero gesto de sorpresa. Nunca había meditado en esa posibilidad, ni siquiera la había considerado. ¿Ese podría ser el motivo del particular comportamiento de Rei? ¿Y a dónde se dirigía al hablarle sobre eso?

—Aun así, abandonaste tu pueblo natal para viajar.

Trataba de comprender esa conversación, sin querer ver lo obvio por temor a que fueran simples imaginaciones suyas que terminarían lastimándolo más.

—Sí. Y aun así… Me enamoré de otro chico.

Aquello que estaba tratando de ignorar con tanto empeño se materializó apenas esas palabras terminaron de ser dichas. De un segundo a otro sus planes cambiaron; hasta esa confesión creía saber ya lo que haría y cómo actuaría. Ignoraría al felino muchacho por el resto de ese viaje y, de ser posible, por el resto de su vida. Ahora, tal planeación se iba a la deriva.

El mundo pareció dejar de existir, o esa fue la percepción de ambos mientras se miraban a los ojos sin saber muy bien qué seguía. ¿Cómo se continuaba?

Temor y nerviosismo flotaron en el aire, desplazando el salado aroma del mar abierto e instalando un ambiente tenso.

—¿Y Mariah?

Kai por fin encontró su voz luego de unos minutos. Su corazón le gritaba que tomara entre sus brazos a Rei y besara sus labios a fin de averiguar si eso era realidad o un simple sueño. En cambio, su mente le obligó a permanecer quieto, asegurándole que era real, tan real como el hecho de que volver a actuar llevado por sus sentimientos sería el peor error que podía cometer. No más impulsividad. Lo que sí debía averiguar era el terreno al cual iba a adentrarse, ese era el porqué de su pregunta conforme se erguía y dejaba de recargarse en la blanca barandilla.

—Sé que me viste con ella afuera del Empire State, pero lo malinterpretaste —señaló suavemente, cambiando de posición al igual que su compañero—. Estábamos despidiéndonos después de que yo le dijera que no podía haber nada romántico entre nosotros. Ella se dio cuenta de que… me interesa alguien más. Sólo no pude decirle de quién se trata. Necesito un poco más de tiempo antes de decirle la verdad, a ella y a todo mi antiguo equipo. Temo su rechazo, aunque ahora mismo… temo más el tuyo.

El aire abandonó sus pulmones y su corazón comenzó a latir a marcha errática. Era demasiado para procesar. ¿Verdaderamente Rei estaba diciendo todo eso? ¿Acababa de admitir lo que sentía por él?

—Kai, te hice daño por no ser honesto contigo, lo sé y lo lamento mucho —no reprimió la aflicción, ni en sus palabras ni en su expresión—. Sé que no tengo excusa y posiblemente perdón tampoco, pero no quiero quedarme sólo con la imaginación de lo que pudo haber sido. Quiero… quiero intentar algo contigo.

Por unos segundos, la realidad de la situación lo abrumó. Esta vez no había engaños, ni impedimentos, era verdad pura enfrente suyo.

Era tan sencillo, pero al mismo tiempo tan complicado darse cuenta de lo egoísta que había sido, viviendo de pensar en las cosas que él había hecho, lo que él había arriesgado, lo que él sentía, sin detenerse a meditar en Rei.

Ambos habían estado actuando bastante mal, ahora lo sabía. No obstante… Se podía arreglar. Lo podían arreglar juntos.

—No pensé en ti, en tu situación —se permitió mostrarse arrepentido—. Rei, yo…

Toda la hosquedad demostrada a lo largo del día se esfumó ahí, con el silencioso perdón que sus pupilas escarlatas pedían.

Ahora la sorpresa se adueñó del rostro de Rei. Nunca antes había visto eso en la mirada de su compañero. Entonces, cayó en cuenta de algo que le puso una sonrisa divertida en los labios y un ligero color en las mejillas.

—Viéndote ahora me doy cuenta de algo: Cuando te disculpaste por haberme besado… No eras sincero.

—No— admitió, negando ligeramente con la cabeza y dejando que sus labios mostraran una pequeña sonrisa.

—No te arrepientes de eso— lo observó con acusación, una acusación que se notaba era falsa por la sonrisa que continuaba presente.

—Me arrepiento de haberte forzado, pero no puedo arrepentirme de tomar tu primer beso.

—Y el segundo— le recordó.

—Y el segundo.

Añadió luego de que Rei lo dijera. Al hablar, su mirada estaba puesta sobre la de su compañero, tal vez por eso el rubor en las mejillas del moreno aumentó levemente. La conversación le dio la confianza para estirar su diestra y acariciar la colorada piel. Entre ellos existía sólo un paso de distancia, mismo que no tardó en dar por su necesidad de estar cerca suyo.

De pronto, las dudas e inquietudes dejaron de existir. Sabían cómo continuar.

Se dejaron llevar espontáneamente por el deseo que ambos compartían, acercándose así al mismo tiempo. Sus labios se unieron en un beso cuyo comienzo fue tierno, reflejando el cariño sincero, mas cuyo final fue de mayor intensidad, dejando en claro cuánto anhelaban eso y lo fuertes que eran sus sentimientos por el otro.


Continuará...

Notas finales:

¡Hey! Ya bastante sin actualización, me disculpo por ello. Se me cruzaron una baja de ánimo y un bloqueo, por eso tardé un poquito con este capítulo. Dejando eso de lado... ¿Qué opinan? ¿Qué les pareció? Ya se acabó el drama.
...Por el momento.

Pequeño aviso:
Probablemente me demore entre uno o dos meses para actualizar de nuevo. Voy avisando para que no se preocupen o vayan a pensar que dejaré esta historia sin terminar.

El motivo de la futura demora será uno sencillo, se los digo junto a un poquito de Spam. (A quien no le interese se puede retirar). En Fb Ilitia forever creó un evento llamado "Family moments week" que abarcará del 27 de Junio al 3 de Julio. La idea es escribir sobre nuestras parejas con sus hijos, o incluso sus mascotas. Y yo he decidido participar así que estaré ocupada escribiendo para esa semana.

Ahora, sin más por decir paso a retirarme agradeciendo por sus lecturas y especiales agradecimientos a Arantxa por continuar aquí comentando. ¡Muchísimas gracias por tus comentarios! Me alegran el día~

Eso es todo de mi parte. ¡Hasta pronto!


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