–¡Joey, llegaste!– Yugi sonrió con auténtica alegría al ver a su amigo entrar al salón de clases. Se había quedado preocupado porque había desparecido sin dejar rastro el día de ayer.
–Hola Yug– Joey mostró una de sus típicas sonrisas y se sentó junto a su amigo.
–No solo llegó, sino que antes del maestro. ¿a qué debemos semejante milagro?– dijo Tristán, dramatizando un poco su voz. Joey enarcó una ceja, pero cuando iba a decir algo entro el maestro al aula. Todos se fueron a sus asientos, y la queja de Joey se quedó en el aire.
–¿Qué te sucedió aye? No regresaste por tus cosas– susurró Yugi; no quería ser descubierto pero no aguantaba las ganas de interrogar a su amigo.
–Lo siento Yug, no quería preocuparte. Tuve algo urgente que hacer, y no podía esperar– a Joey no le gustaba mentirle a sus amigos, mucho menos a Yugi. Pero no se sentía con ganas de platicarle lo que sucedió; seguía sin saber como sentirse al respecto.
–Buen día profesor– una conocida y autoritaria voz interrumpió la clase. El CEO de Kaiba Corp se acercó al maestro y le entregó un papel, y luego paso a sentarse. En todo ese pequeño trayecto, Kaiba no volteó a ver a Joey, quien se sintió aún más incómodo al escuchar la profunda voz del ojiazul.
El maestro retomó su clase.
Dos horas más tarde, y justo antes del almuerzo, todos estaban en el patio.
–Bien, el día de hoy haremos carreras de relevos en parejas– Joey y Yugi se voltearon a ver y se sonrieron; serían un buen equipo, pero si Tristán agarraba un buen compañero, les sería difícil ganarles. –Esta vez yo haré las parejas, así que en cuanto los nombre colóquense juntos– Joey y Yugi se decepcionaron un poco, pero ambos le restaron importancia a la situación.
La maestra nombró a varios de sus compañeros. Después puso a Yugi con Tristán, dejando a Joey algo celoso. Tal vez si Tea o Duke no hubieran faltado ese día, las cosas hubieran sido distintas.
Pero el hubiera no existe, y el destino a veces se encapricha.
–El señor Wheeler estará con el señor Kaiba– Joey sintió como el mundo se le venía encima. ¿Por qué, de entre los más de 20 compañeros que quedaban, le tenía que tocar con Kaiba? Y justo ese día, con lo que le acababa de suceder menos de 24 horas antes.
–¡Pero maestra!– iba a protestar cuando la mirada de la profesora lo detuvo.
–Pero nada, Señor Wheeler. Los equipos están hechos y no hay cambios. Le sugiero que se ponga de acuerdo con su compañero, el señor Kaiba, antes de que les toque y eso les implique una baja calificación– se dio la vuelta y siguió nombrando los equipos.
Joey suspiró. Volteó a ver a Kaiba, quien estaba recargado al costado de la cancha de voleibol sin voltear a ver al grupo. Tenía los brazos cruzados en el pecho, y miraba al cielo. El rubio suspiró una vez más, indeciso de ir o no con él.
–Vaya suerte la tuya, hermano. Si lidiar con Kaiba no es fácil, ahora trabajar con él en equipo– Tristán se paró a su lado, observando también al castaño.
–Ni que lo digas. Esto parece una pesadilla. Si existen los dioses, de seguro se están riendo de mí en este momento– Tristán soltó la carcajada ante la expresión del rubio, aunque él no hablaba en broma. Yugi llegó con ellos.
–Vamos Joey, no importa con quien estés, eres un buen corredor y de seguro tú y Kaiba harán un buen equipo– Yugi siempre se caracterizaba por ser optimista; a veces hasta de más.
Joey suspiró de nuevo. Estaba a punto de caminar hacia Kaiba, cuando la mirada ojiazul se posó sobre él; no supo como actuar. Si bien siempre se había caracterizado por ser fuerte e independiente, la confesión del día anterior lo hacía sentir incómodo.
¿Por qué alguien como Kaiba se había fijado en él?
No era cuestión de una autoestima baja, ni de que no se sintiera suficiente. Es que era Seto Kaiba, y él Joey Wheeler; eran como agua y aceite, o fuego y hielo. Joey no se sentía especial en ningún ámbito de la vida. Además, al menos que él recordara, nunca había hecho nada para llamar la atención del CEO de Kaiba Corp de ninguna manera. Él solo era Joey en su día a día y ya; eso era lo que más le asustaba.
–Wheeler– la gélida voz del CEO lo sacó de sus pensamientos. ¿Cuándo se había acercado tanto? Estaba a unos escasos 5 metros de él. –No te vayas a quedar atrás– su voz sonaba como siempre, su mirada se ve como siempre... ¡todo él está igual que siempre!
No pareciera que se hubiera confesado ayer ante él.
–¡Yo nunca me quedo atrás, Kaiba!– su voz salió más enérgica de lo que hubiera querido, y tan solo obtuvo un asentimiento de parte del ojiazul. Después vio como se dio la vuelta y se acercó a la maestra, quien estaba dando indicaciones del orden en que correrían.
–Vaya, pensé que iban a pelear de nuevo– dijo Tristán.
–Vamos, debemos acercarnos nosotros también– Yugi los guio justo a tiempo para escuchar las indicaciones. Yugi y Tristán serían los 5tos, y Seto y Joey irían después de ellos.
-Empezaron los relevos, y la profesora estaba registrando cada tiempo de los equipos. Llegó el turno de Tristán y Yugi. Cada uno tenía que dar 2 vuelta a la cancha, intercalando vuelta y vuelta. Yugi era ágil por su baja estatura, pero Tristán lo era aún más. Su tiempo fue de 1 minuto y 3 segundos. Chocaron sus manos, felices de hacer un buen equipo.
Entonces llegó el turno de castaño y rubio.
–Vamos Wheeler, tú sales primero– la voz autoritaria de Kaiba no dio lugar a quejas.
Ante la señal de su maestra, el rubio emprendió carrera, corriendo como si el alma se le fuera en ello. Llegó a donde empezó, y chocó la mano con Kaiba, quien salió corriendo aún más rápido que él. Joey estaba sorprendido. ¿Acaso Kaiba siempre había sido así de rápido? O quizás nunca se había fijado; no es que tomar cuenta a Seto Kaiba fuera prioridad en su vida.
Muy pronto volvieron a chocar las manos y salió el rubio de nuevo, tratando de mejor su tiempo. Un choque de manos más, y el castaño corrió con toda su energía.
Entonces Joey empezó a preguntarse, ¿qué no se suponía que Kaiba dirigía una compañía a diario? ¿O es que acaso tenía una pista en alguno de los pisos de su corporación y todas las tardes hacía entrenamientos de velocidad? Porque para ser un empresario dedicado al 100% a su compañía, tenía una condición física envidiable.
–¡Muy bien chicos, el mejor tiempo hasta ahora! 58 segundos. Veamos si alguien los puede superar– dijo su maestra con entusiasmo.
Joey estaría más emocionado si no se tratara de ganar con Kaiba. Es más, habría estado más emocionado de ganar con Kaiba si no hubieran ocurrido los acontecimientos del día anterior.
–¡Bien hecho Joey!– la mirada siempre alegre de su amigo de cabello tricolor lo regresó a la realidad; había mejorado incluso el tiempo de Tristán y Yugi, y eso no era del todo fácil. El rubio sonrió; sabía que estaba demasiado ensimismado en sus pensamientos, y no quería preocupar a sus amigos.
–¿Quién diría que tú y Kaiba pueden hacer equipo y no matarse en el intento?– la sarcástica voz de Tristán sacó un puchero de parte de Joey. –Lástima que Duke no vino hoy; la verdad es que no creo que me crea si se lo platico– entonces recibió un coscorrón de parte de su amigo rubio.
Empezaron a discutir al respecto. Y esa fue la razón por la cual ninguno de los dos notó la mirada ojiazul, que estaba intensamente clavada en el chico rubio.