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Me Gustas por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Aquí les traigo un nuevo capítulo

Disfrute mucho haciendo este... bueno, todos en general

 

Pero también espero que ustedes estén disfrutando el fic

 

Gracias a todos los que leen, y a todos los que se dan el tiempo de dejar un review

 

Un abrazo grande

 

¡¡Amor para todos!!

Un molesto sonido lo hizo despertar. ¿Qué demonios era ese ruido estridente? Abrió los ojos para tratar de localizar el origen de ese molesto sonido, y vio cómo su amante se sentaba para contestar su teléfono. Se recargó en la cabecera de la cama y habló con su típica seguridad y voz de mando; ambos estaban tapados con una delgada sábana, desnudos debajo de ella.

 

Joey no tenía idea con quien hablaba, pero se dedicó a observar a Seto; era un hombre hermoso ante sus ojos. Se ruborizó ante su pensamiento, pero admitió para sí mismo que era la verdad. En todo el tiempo que habían compartido clases, nunca se había fijado en él más que para molestarlo y pelear.

 

Sonrió. Era divertido discutir con Kaiba y sacar frustraciones y tensiones que cargaba gracias a su modo de vida. De hecho estaba seguro de que si no hubieran llevado ese tipo de relación casi de odio, nunca lo habría notado; mucho menos porque no le gustaba estar con gente egocéntrica, característica del castaño.

 

Lo había empezado a tomar más en cuenta cuando le había confesado sentirse atraído por él.

 

Sonrió pensando en cómo su vida había cambiado desde entonces. Y todo era para bien.

 

Seto estaba concentrado en su llamada, pero Joey jaló su atención cuando puso su mano en su muslo y comenzó a acariciarlo. No es que fuera una caricia traviesa ni fogosa; más bien el CEO la sintió llena de cariño. Volteó a ver al rubio quien seguía con la cabeza en la almohada, y acarició sus cabellos.

 

Joey, por primera vez en mucho tiempo, se sintió feliz y tranquilo. No tenía nada que lo atormentara o que lo apremiara en ese momento; al contrario, estar con Seto le infundía seguridad. Y todas las dudas que había estado teniendo los últimos días habían muerto al darse cuenta de que Seto en verdad lo amaba. Podía verlo en su mirada, sentirlo en cada caricia y cada beso, y vibrarlo cuando le hacía el amor con devoción.

 

–No me importa, lo quiero solucionado, y lo quiero ya. Es tu trabajo; espero tus resultados pronto– Kaiba colgó el teléfono y lo dejó al lado. Volteó a ver a Joey quien había levantado el rostro, y sus miradas se encontraron.

 

–Sigues siendo temible– el rubio rio ante sus propias palabras, y el castaño sonrió levemente.

 

–No me gusta la ineptitud; si les pago bien a mis empleados, espero un buen trabajo. Si no pueden con eso es su problema. Hay muchos otros lugares donde pueden trabajar en la ciudad– el castaño tenía suavizada la mirada, pero su voz era severa.

 

–Implacable como siempre, Seto– dijo Joey, pero el castaño negó con la cabeza.

 

–Solo exijo lo mismo que yo doy. Si no pueden hacerlo está bien, pero tendrán que irse. Si mi trato hacia ellos o su sueldo fueran mediocres, entonces aceptaría actitudes mediocres. Pero no lo son, así que quiero solamente lo que les doy; lo mejor– Joey entendió a qué se refería, y no le vio caso discutir eso.

 

El castaño removió unos cabellos de la frente del rubio. Acarició su mejilla y luego sus labios.

 

–¿Cómo estás?– Seto siempre se preocupaba por él, y Joey valoraba eso. El rubio sonrió.

 

–De maravilla aquí contigo– la mirada de Seto brilló y su sonrisa se ensanchó. Poco a poco Joey se estaba volviendo más expresivo, y eso lo llenaba de felicidad.

 

–Me alegra– el castaño siguió acariciando su rostro con amor. –Por cierto, hay algo que quiero preguntarte– Joey lo miró extrañado.

 

–Pregunta pues.

 

–En pocas semanas será navidad, y la verdad es que me gustaría pasarla contigo– el rubio sonrió; había olvidado las fechas.

 

–Es cierto, ni me acordaba de la navidad. ¿Qué tienes en mente?– el CEO sonrió con picardía.

 

–Tú y yo solos en una cabaña en la nieve sin ningún tipo de ropa, solo amándonos y disfrutándonos– el rubio parpadeó un par de veces y luego se puso todo rojo. Kaiba comenzó a reír sin soltar su rostro.

 

–¿Estás hablando en serio?– Seto asintió, sonriendo de una bella manera. –¿Qué hay de Mokuba?

 

–Cada año, la escuela de Mokuba tiene una excursión en estas fechas. Mokuba nunca va porque siempre pasamos navidad juntos y no quiere que esté solo. Pero como sabe que ahora tú y yo estamos juntos, se irá con su salón a pasar un par de semanas fuera de la ciudad– al rubio le sorprendió eso.

 

–Suena raro. ¿Por qué estudiantes querrían salir en estas fechas y no pasarla con sus familias?– el castaño no dejaba de sonreír; estaba embelesado con Joey.

 

–Mokuba está en una prestigiosa escuela, donde la mayoría de los niños son hijos de empresarios o políticos que no les pueden poner mucha atención. Muchos de ellos prefieren pasarla con sus amigos que solos en casas gigantes– Joey cambió su semblante por uno más serio.

 

–Que feo. Tener todo ese dinero y no darse el tiempo de disfrutarlo ni con sus hijos. ¿Para qué trabajan tanto entonces?– Seto lo miró a los ojos, como examinándolo.

 

–Supongo que para llenar los vacíos de su vida. Quieren que sus hijos vivan bien, pero no quieren aceptar el hecho de que lo que los niños más necesitan es el contacto con ellos– Seto se veía bastante tranquilo hablando de eso con Joey.

 

–Pues que bueno que tú sí pasabas las fiestas con Mokuba; con razón es un niño alegre y equilibrado– Seto sonrió de nuevo.

 

–¿Entonces qué dices?– Seto lo miro, tranquilo e ilusionado a la vez.

 

–Me encantaría pasarla contigo, Seto– Joey sonrió, y Kaiba lo hizo también. Seto seguía acariciando el rostro de Joey, y el rubio decidió cambiar de posición. Giró sobre sí mismo y se apoyó con sus antebrazos, levantando la cabeza para ver a Seto a los ojos. –¿Sabes qué otra cosa me gustaría?– preguntó Joey con una voz que salió algo distinta, y Kaiba lo notó.

 

–Dime– el rubio sonrió como cachorro traviesa, y se metió debajo de las sábanas, en donde se movió hasta quedar entre las piernas de Seto, con la pura cabeza fuera de la sábana.

 

–Probarte– sin esperar a que el ojiazul dijera nada, Joey lamió los testículos del castaño, sorprendiéndolo y haciéndolo suspirar. Mientras lamía y chupaba, su mano empezó a acariciar y estimular el miembro del castaño, que poco a poco pero con rapidez iba poniéndose cada vez más duro.

 

En poco tiempo Joey tenía a Kaiba gimiendo como desesperado por todo lo que le estaba haciendo.

 

Joey dejó los testículos de Seto para concentrarse en su hombría; la metió a la boca y comenzó a mover la cabeza con mucha velocidad. Seto estaba extasiado. Joey lo estaba llevando al paraíso y más allá.

 

Y es que era tanto lo que sentía, que Kaiba se vino en su boca muy rápido. Cuando Joey lo tocaba perdía mucho de su autocontrol.

 

Joey se sentó, aventando la sábana a cualquier parte, y agarró a Seto de las piernas, jalándolo y haciendo que quedara recostado sobre la cama. Entonces se dio la vuelta y se recostó sobre él, con su cabeza en su miembro, y su propia hombría al alcance de la deliciosa boca del ojiazul.

 

No dijo nada, pero empezó de nuevo a estimularlo, tanto con la boca como con las manos.

 

–Eres un cachorro travieso, ¿sabías?– dijo Seto, y Joey sonrió con su miembro en la boca. No estaba completamente flácido, pero había perdido bastante de su dureza.

 

Joey fue sacudido por un enorme placer cuando Seto lo metió a su boca; él no había recibido atención y estaba muy excitado. Seto se dedicó activamente a lamer, chupar y manosear todo a su alcance.

 

Joey estaba en las nubes. Kaiba lo hacía sentir tanto y con tanta intensidad.

 

Kaiba dejó el miembro de Joey por un momento para lamer sus dedos, y volvió a meterlo a su boca a la vez que introducía un dedo en el rubio. Para Joey fue tanta estimulación que derramó toda su esencia en la boca del castaño; tuvo que soltarlo para poder gritar su nombre mientras llenaba su boca con su semen.

 

Pero Seto quería más, así que no se detuvo. A la par de que Joey experimentaba su delicioso orgasmo y todas las sensaciones que vinieron después, Kaiba siguió preparándolo para poder tomarlo.

 

Aun cuando acababa de venirse, Joey estaba pronto excitado de nuevo y gritando el nombre de Kaiba mientras tenía 3 dedos moviéndose en su interior y la boca del castaño dándole placer. Era tanto lo que sentía Joey que no podía meter a Seto en su boca, porque tenía la enorme necesidad de gritar como desquiciado.

 

Cuando lo consideró prudente, Seto sacó sus dedos del rubio quien emitió una pequeña protesta con la garganta. Kaiba entonces lo jaló para acomodarlo encima de él.

 

Lo besó con todas las ganas que traía desde que había despertado. Su lengua se movía sobre la de su amante, probándolo hasta el último rincón de su boca, y disfrutándolo en demasía.

 

Con Joey sobre de él, Seto empezó a mover la cadera haciendo que sus miembros se friccionaran, llenándolos de placer.

 

Joey no podía pensar con claridad. Él siempre había sido puro impulso, y esta vez no era la excepción. Terminó el beso y se sentó sobre de Kaiba, auto penetrándose con el miembro del castaño con una sola estocada; tuvo que quedarse quieto por haberse metido de una, ya que fue un poco doloroso.

 

Pero ver a Seto debajo de él, arqueando la espalda y gimiendo su nombre, lo hizo sentir un enorme placer. Puso sus manos sobre el pecho del castaño y empezó a acariciarlo mientras movía su cadera lentamente. Era increíble la cantidad de placer que podía sentir con Seto Kaiba.

 

La velocidad iba aumentando cada vez más, y Seto se retorcía de placer debajo de él. A Joey le fascinó ver cómo Seto disfrutaba de él.

 

Apoyó sus pies en la cama, y en lugar de mover la cadera, empezó a elevarse y dejarse caer, llegando a una mayor profundidad. Seto estaba, literalmente, gritando de placer, gimiendo el nombre de Joey.

 

Joey no se detenía. Los músculos de las piernas le empezaban a quemar por el gran esfuerzo, pero no estaba dispuesto a detenerse hasta que Seto lo llenara con su esencia. Sintió como su propio cuerpo comenzaba a tensarse, y supo que su orgasmo estaba cerca.

 

Con su mano empezó a masturbarse, aumentando un poco más la velocidad con la que se movía arriba y abajo. Seto empezó a gritar con más fuerza, pidiéndole más, sabiendo que su orgasmo estaba cerca.

 

Joey lo sintió. Un par de estocadas más y se derramaría en el pecho del castaño.

 

–Seto... Seto... ¡SETO!– él mismo no podía hacer otra cosa que gritar.

 

Empezó a venirse en el pecho del castaño.

 

–¡SETO, TE AMO!– gritó Joey mientras embarraba el pecho de su amante. Y con las contracciones de su ano causadas por su propio orgasmo, el castaño llenó su interior de inmediato.

 

Todo fue tan intenso. Fueron fuego puro en el regazo del otro.

 

Cuando ambos terminaron, Joey no pudo más y estiró sus piernas; casi no podía sentirlas. Seto lo acomodó de manera que quedaron acostados del lado, uno frente al otro, Seto aún dentro del rubio. La respiración de Joey aún estaba algo alterada cuando Seto lo besó lenta y profundamente, justo como a ambos les gustaba.

 

Cuando terminó el beso, Seto juntó su frente con la del rubio, cerrando los ojos mientras disfrutaba de la cercanía con su chico.

 

Cuando Joey abrió los ojos, vio algo que lo descolocó; Seto Kaiba estaba llorando.

 

–¿Seto? ¿Estás bien? ¿Hice algo malo?– pero el castaño negó con la cabeza. Abrió los ojos y le dedicó a Joey una de las sonrisas más bellas y tiernas que había visto en su vida.

 

–Dilo de nuevo– Joey se le quedó viendo sin entender.

 

–¿Cómo?

 

–Dilo de nuevo– Joey no estaba seguro a qué se refería.

 

–Si me dices qué, podría ayudarte– el castaño sonrió aún más.

 

–Te amo cachorro– entonces Joey entendió. Era tanto el placer que estaba sintiendo con Kaiba, que había expresado algo de lo que ya estaba seguro, pero le daba algo de pena decirlo.

 

Joey se sonrojó.

 

–Te amo Seto– Seto volvió a juntar su frente con la de Joey, aunque él seguía preocupado porque Seto no dejaba de llorar; ver a Seto Kaiba así era algo perturbador.

 

–Gracias cachorro– Kaiba abrió sus ojos, y su mirada brillaba tanto que podía iluminar el lugar.

 

–Seto, ¿por qué lloras?– Kaiba lo besó profundamente antes de contestar.

 

–Estoy feliz Joey. Siento tu amor desde hace mucho, pero escucharte decirlo me hace vibrar a otro nivel– Seto estaba entre lágrimas, y aunque seguía siendo perturbador, Joey lo entendía.

 

–Te amo Seto. Y quiero que sepas que te lo digo porque lo siento en verdad– Kaiba abrazó a Joey, pegándolo a su cuerpo.

 

–Lo sé cachorro, y por eso te doy las gracias– Joey se separó un poco y ambos se besaron.

 

Cuando el beso terminó, se quedaron viendo a los ojos, e irremediablemente empezaron a reír. Se sentían tan bien, tan libres, tan amados.

 

–Creo que sería bueno limpiarnos. Estamos todos embarrados– el semen que Joey había derramado entre los dos se había mezclado con el sudor y estaba comenzando a secarse.

 

–Me parece buena idea, pero no estoy seguro de que mis piernas me respondan en un buen rato; estoy muerto– Joey rio apenado, y Seto lo besó.

 

–No te preocupes, un buen amo lleva a su cachorro al baño– Seto recibió un ligero golpe en el brazo mientras reía, y luego se paró a preparar todo; en algún momento del abrazo Seto se había salido de su interior.

 

Pronto estuvo de vuelta con Joey, y lo cargó en brazos para llevarlo hasta la tina llena de agua caliente.

 

–Esto te servirá para que tus músculos se relajen y te sientas mejor– Seto puso a Joey dentro del agua; estaba deliciosa.

 

–Pero Seto, quiero que entres conmigo– a Joey le dio la impresión de que había sonado caprichoso, pero no le importó; quería estar con su novio.

 

–¿Y tú crees que yo voy a perder la oportunidad de bañarme contigo? Prepararé un par de toallas y regreso– Kaiba le revolvió los cabellos y fue a la habitación. Al regresar se metió a la tina con él, sentándose detrás y recargándolo en su espalda.

 

Con todo su amor, acarició los hombros del rubio. Luego bajó hacia el pecho y el abdomen. Tocaba cada parte de su chico, disfrutando de ver cómo Joey se sonrojaba.

 

–Eres hermoso cachorro, me encantas– Seto depositó un beso en la cabeza rubia. Joey sonrió. –Si no acabáramos de hacer el amor de una manera tan salvaje, te tomaría aquí mismo de nuevo– Seto besó la mejilla del rubio, que ya se veía roja por el rubor ante la declaración de Seto.

 

–Pervertido– Joey rio, y Seto le dio otro beso.

 

–Di lo que quieras, pero sé que te encanta; eres irresistible para mí– Seto decidió poner sus manos en los hombros del rubio; sabía que se volvería a excitar con su chico, y no estaba para otra ronda.

 

–Muchas gracias Seto. En serio, por todo– Joey volteó la cabeza para besar al castaño, quien lo recibió gustoso. –Te amo– Seto sonrió.

 

No recordaba haberse sentido tan feliz y emocionado en su vida. Sentirse amado era algo tan increíble... y mucho más cuando era Joey quien le profesaba ese amor.

 

 

Notas finales:

¡Bonito día!

¡Hermosa noche!

 

¡¡Amor para todos!!


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