Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Querido amigo por Cris fanfics

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Smith había salido de la habitación del chico a buscar un enfermero.

Tras que le hubiera preguntado al capitán del Tormenta de Géminis por la foto de Schiller en la que salían el anciano, él y otros niños, el joven había empezado a sufrir espasmos muy violentos que le habían asustado.

Dudaba mucho que los espasmos fueran debidos a la foto en sí, pero el hecho de habérsela enseñado podría haber despertado en él recuerdos de algo verdaderamente desagradable…

Aunque se sentía algo culpable por haber provocado algo así, sabía que no había tenido más remedio. La Academia Alius cada vez estaba dando más problemas y debía buscar información para ayudar a detenerla.

Pulsó el botón del café negro y esperó a que la máquina expendedora terminara de trabajar; hasta que la mujer que atendía al joven no le diera permiso para volver a hablar con él no podía hacer otra cosa que esperar, no tenía ningún hilo más del que poder tirar para continuar la investigación: los chicos que habían formado el Tormenta de Géminis eran la única y mayor pista que había encontrado en todo aquel tiempo.

Sonó el pitido que simbolizaba que la máquina había terminado de servir. Con cuidado de no quemarse, recogió el vaso y fue hasta la ventana que dirigía al patio interior del hospital. Desde allí pudo ver a una enfermera acompañando a una chica que, hasta el momento, sabía de ella que la habían llamado Pandora cuando era parte de la Alius.

La joven se encontraba caminando hacia ninguna parte, con la mirada perdida.

El detective no pudo evitar resoplar con resignación. Ninguno de los chicos que habían encontrado tenía sus recuerdos, sin embargo, todos ellos habían reaccionado a la foto del líder del Grupo de Operaciones Schiller —la gran multinacional que había vuelto a la vida tras el pasar de los años—, y sospechaba que eso les había hecho recuperar al menos parte de sus memorias pero no querían contarle nada sobre ellas.

— Detective Smith.

El hombre se giró para ver como la enfermera entraba en la sala.

— ¿Cómo se encuentra? —preguntó por el capitán.

— Estable. No sabemos a qué se debe lo que le ocurrió, así que su médico le ha solicitado un escáner para dentro de tres días. Mientras tanto le agradeceríamos que procure no estresarle… por si acaso.

— ¿Eso quiere decir que puedo hablar con él?

La enfermera arqueó una ceja.

— No hemos dicho nada en contra de eso, pero yo personalmente preferiría que no se acercase a él después de lo que paso la última vez que estuvo con usted. Ahora mismo es frágil emocionalmente.

— Y sus sugerencias son siempre bienvenidas, señorita —afirmó botando el vaso ya vacío a la papelera—. Otra cosa es que yo decida hacerle caso. —Salió de la sala ignorando la forma en la que le miraba ella.

El pasillo del hospital no estaba tan concurrido como cuando había llegado, a hora punta del día, pero aún así el ambiente se seguía sintiendo igual de enrarecido que siempre: las pocas personas que no eran pacientes estaban, en general, abatidas de estar allí y el olor de los enfermos resultaba pastoso y desagradable. Aunque, tras estar mucho rato en el hospital, se acabó acostumbrando a este último detalle y consiguió obviarlo.

Llegó a la habitación del joven que —en contra de lo que había creído— no se encontraba en su cama, sino sentado en una silla para invitados, mirando por la ventana el exterior del hospital, que estaba rodeado de preciosos jardines que serían aún más bonitos de no ser por la cantidad de basura que la gente había tirado en ellos en las pocas horas en las que el servicio de limpieza no había estado trabajando.

Al notar su presencia, el chico de melena verde se levantó con torpeza y le observó de arriba abajo, como analizándole con la mirada.

— ¿Qué tal, chico? —intentó sonar agradable para no empezar con mal pie la conversación.

— Mal.

Algo le decía que aquello no iba a conducir a ninguna parte.

— No sé si me recordarás, soy…

— Gregory Smith, y quiere que le llame solo Smith.

— Veo que recuerdas bien lo que pasó antes —asintió—. ¿Recuerdas también algo que me pueda ser de utilidad, jovencito?

— Deje de llamarme «chico» o «jovencito» —le contestó con fastidio—. Me llamo Jordan. Jordan Greenway.

— Muy bien… Jordan. Quería hablarte sobre la organización a la que pertenecías y de lo que va a pasar contigo de cara al futuro.

— Eso no me importa —afirmó.

— Pues debería, estás metido en un buen lío...

— ¿Dónde están mis compañeros? —cambió de tema sin ninguna maldad ni segunda intención de eludir su responsabilidad, sino por una preocupación genuina y espontánea.

— No los hemos encontrado a todos aún, pero a parte de ti están ingresados otros seis en hospitales de Kioto y Hokkaido, todos ellos por culpa de su estado mental… y en menor medida por un leve estado de malnutrición. —Observó las heridas del brazo de Jordan—. Lo que me hace preguntarme por qué eres el único que se ha hecho esas heridas y moretones, ¿te metiste en unas zarzas?

— Muy gracioso… Mis compañeros no tendrán las mismas heridas que yo porque les regalarían la comida —dijo mordaz—. Yo he tenido que aguantar desde golpes de los vendedores ambulantes hasta palizas y algún que otro atraco de gamberros de la zona.

— En otro momento me gustaría que testificaras sobre eso a un policía local.

Hubo un incómodo silencio en el que ninguno de los dos parecía querer hablar. O así fue hasta que Jordan recordó algo que realmente le preocupaba.

— ¿Estaba Dylan entre los chicos que han encontrado?

— ¿Dylan?

— Es un chico bajito y muy pálido, además es tartamudo y….

El hombre le detuvo con un gesto de la mano.

— Le encontramos a un par de calles de donde estabas tú. Y ahora que lo pienso —dijo llevándose la mano al mentón—, creo que preguntó por ti cuando despertó…

— Por favor, lléveme dónde está, necesito hablar con él —suplicó con el corazón en un puño.

— Te diré en qué habitación duerme, y te permitiré ir a verle, si colaboras conmigo y me hablas de la Academia Alius.

— No pienso replantearme el hablar de la Academia Alius si no me lleva ahora mismo con Dylan y me deja hablar con él a solas —contraatacó.

Smith golpeó la pared, asustando a Jordan con su repentino ataque de ira.

— ¡Eres un terrorista a nivel nacional y no estás en posición de exigir nada!

— Dónde las dan las toman, si lo único que quiere es velar por sus intereses yo haré lo mismo —intentó defenderse el más joven.

Smith se acercó a él, un poco más tranquilo que antes, y se sentó en la segunda cama de la habitación, que no tenía dueño aún.

— Creo que no eres del todo consciente de lo que está pasándote… Una vez los médicos te den el alta vas a ir directo a un tribunal y, de ahí, acabarás en una cárcel.

El cuerpo de Jordan se puso tenso inmediatamente. Hasta aquel momento no había terminado de ver las consecuencias de lo que había hecho; llevaba tantos años aislado de la sociedad conviviendo con los niños del orfanato, bajo las normas de su padre, que el hecho de que cualquiera que no fuera este pudiera juzgarle e, incluso, castigarle por todo lo ocurrido le resultaba irreal, casi carente de sentido.

— Pero hay una forma de que esto no pase, el primer ministro me ha dado la autoridad de sacaros a todos vosotros de aquí siempre y cuando aceptéis contarnos todo lo que sepáis de la Academia Alius y que empecéis a trabajar para nosotros.

Jordan sintió repudio solo de imaginarse el tener que participar en los grandes planes de un tercero como un simple peón… de nuevo.

— Me niego.

El detective pestañeó con incredulidad.

— ¿No sientes ningún aprecio por tu futuro? ¿O es que la Alius te ha comido tanto la cabeza que ahora eres incapaz de dejar de defenderla?

No respondió a esas preguntas. Eludiendo la mirada del detective y centrándose de nuevo en el paisaje más allá de la ventana, dijo:

— La única forma en la que puede convencerme para cambiar de opinión es dejándome ver a Dylan.

— No puedo hacer eso.

— ¿Por qué? —preguntó angustiado.

— Sois muy peligrosos, no podemos dejar que os volváis a encontrar para que planeéis escapar y volváis a atacar Japón.

— Pues me escaparé —declaró en un arrebato típico de un niño pequeño a pesar de que sabía que no le beneficiaba para nada y que podría haberle hecho entrar en razón de otras formas.

La mirada del detective brilló de formá amenazante.

— Si lo haces, te encerraré bajo llave; si vuelves a hacerlo, te ataré a la cama; y si por un casual consigues escapar de nuevo, encerraré a tu amigo en la cárcel más alejada de este punto del mundo para que no vuelvas a verlo nunca más.

— Eso es cruel… —gimió, con los ojos llorosos.

El hombre se levantó de nuevo, soltando un ruidoso suspiro y colocándose al lado de Jordan.

— En tres días tienes pendiente un escáner; en cinco volveré a hablar contigo del tema que acabamos de hablar. Y espero de verdad que hayas pensado bien sobre esto y que tomes la decisión correcta.

El sonido de la puerta al abrirse interrumpió lo que fuera que iba a decir Jordan a continuación.

La enfermera que lo había estado atendiendo, y que había hablado con Smith en la sala de espera para visitas, entró en la habitación. Al observar al menor, la enfermera no tardó en darse cuenta de que estaba pálido y que parecía asustado.

— ¿Todo bien?

— Sí, ya me marcho y la dejo hacer su trabajo tranquila. —Se quedó en el sitio hasta que la mujer pasó al interior y, después, se encaminó a la puerta y se marchó sin despedirse.

La trabajadora colocó una almohada limpia en la cama de Jordan e hizo ademán de irse también. Pero antes de hacerlo no pudo evitar observar al chico con lástima; la forma en la que tenía los hombros hundidos y su cara, que reflejaba estrés y preocupación, no eran propias de alguien de su edad, le recordaba a un adulto muy cansado de la rutina de su día a día.

Sin dar más vueltas a aquellos pensamientos, volvió a su trabajo.

Jordan, por su parte, no se había movido de dónde estaba; su cabeza estaba demasiado ocupada pensando en lo que hacer a continuación como para darse cuenta de que estaba solo de nuevo.

«Tranquilo, Dylan… no te dejaré solo. Buscaré la manera de que podamos escapar juntos y empezar una nueva vida lejos de aquí, te lo prometo».


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).