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Querido amigo por Cris fanfics

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Su primer destino sería a las afueras de Tokio: una de las fábricas más pequeñas de Schiller pero también de las más productivas debido a la cercanía que tenía a la capital.


Jordan estaba en su balcón observando detenidamente el mapa de Japón con todas las fábricas redondeadas que les habían imprimido. Podría estar haciéndolo dentro, pero se sentía a gusto en aquel lugar… le recordaba a su último encuentro con Xavier y eso le calmaba.


Y la culpabilidad lo castigaba por ello.


Aunque sus sentimientos eran correspondidos sabía que no estaba siendo consecuente con el camino que estaba tomando. Aunque, como ya había dicho una vez, no sentía que los chicos de la Alius fueran sus enemigos dudaba de que el Servicio Secreto y sus compañeros pensaran igual que él.


Además, no haber dicho nada sobre que Schiller sabía exactamente dónde se encontraban no ayudaba a que se sintiese menos culpable. No había olvidado aquella perla de información que Xavier le había dado en su última visita, pero no encontraba manera de contárselo al Servicio Secreto sin delatarse y, por ello, se lo seguía callando a pesar de todo.


Por no hablar del peligro que estaba corriendo Xavier, que a parte de tener el mismo problema que él había que sumarle el hecho de que la forma de funcionar de la Academia Alius no era precisamente clemente con sus miembros. A saber lo que le podían hacer si descubrían que estaba viéndose con uno de sus enemigos.


Le dolía solo de pensarlo.


Con un suspiro en el que intentaba dejar ir todas sus preocupaciones, replegó el mapa y se sentó con la espalda contra la balaustrada, mirando a la luna menguante.


Cuando volviera a ver a su amigo de la infancia tenía que hablar con él. No podían seguir viéndose por mucho que ambos lo desearan, el mundo no era tan sencillo como para que se permitieran aquel lujo.


Un par de lágrimas se escaparon de sus ojos.


Se apresuró a limpiárselas, preguntándose por qué lloraba si aquello era lo más lógico del mundo; por su propio bien debían hacerlo.


No había otra salida… ¿O tal vez sí?


Aquella pregunta hizo que su mente hiciera un click.


Se volvió a levantar, con un poco más de ánimo, y empezó a darle vueltas al asunto: ¿cómo podrían estar juntos sin perjudicarse por ello? La única solución que se le pasaba por la cabeza era derrotar a la Alius…


Negó con la cabeza, no podía ser tan obtuso si quería sacar algo en claro que le pudiera ser de ayuda.


«Tal vez… ¿Xavier querría traicionar a padre si le hago ver el punto de vista que tenemos nosotros sobre todo lo que está ocurriendo? Él nunca ha sido una mala persona, si le hago ver la realidad que trae consigo los planes de padre seguro que no quiere volver a su lado» razonó.


Después de todo, él mismo había accedido a ayudar a su padre cegado por la única idea de ser de ayuda y de demostrar su valía; disculpando todo lo malo que fuera a hacer bajo esa excusa pero siempre siendo terriblemente consciente de la verdad… Por lo menos hasta que se había puesto el fragmento del meteorito al cuello, pero eso era otra historia a parte.


Tras razonar aquel último pensamiento surgió una nueva pregunta que no se había parado a pensar hasta ese momento: si todo el Tormenta de Géminis y todo el Épsilon habían visto su comportamiento modificado por culpa de la piedra Alius, ¿por qué Xavier no daba muestras de haber cambiado de conducta?


Era cierto que en aquellos momentos el pelirrojo era más seguro y arrogante de lo que había sido en toda su vida, pero eso podía atribuirse a la adolescencia y a aquella madurez forzada que Schiller le había obligado a afrontar para que participara en sus planes.


— Qué extraño…


— ¿El qué es extraño?


El corazón le dio un vuelco en el pecho, haciendo que diera un salto y que asustara también a la persona que se encontraba a su lado y que acababa de llegar.


— ¡¿Qué ocurre?!


— ¡¡Tú eres lo que me ocurre, Xavier!! ¡No te vuelvas a acercar nunca de esa forma tan sigi…!


El recién llegado le tapó la boca y se puso un dedo en los labios.


— ¡No hagas tanto ruido! —susurró.


Una vez parecía que Jordan lo había atendido y se iba a moderar, le soltó.


El chico de pelo verde cogió una bocanada de aire.


— ¿A qué viene esto? —adoptó el mismo tono de voz—. ¿Esta vez no has manipulado a los del Servicio Secreto?


Xavier negó con la cabeza.


— No es conveniente abusar demasiado del meteorito. Si me puedo colar sin necesidad de usarlo, mejor. —Aunque la verdad era que en aquella ocasión no llevaba ninguna piedra consigo y no había tenido más remedio que entrar tal cual estaba.


Jordan lo miró extrañado.


— Me habías dicho que no íbamos a volver a vernos en un buen tiempo, ¿qué haces aquí?


— Lo de Ehime tomó menos de lo que pensaba —dijo ya sin temor a delatar el lugar de su objetivo.


— Ehime… —paladeó la palabra durante unos momentos antes de volver a centrarse en lo que en aquellos momentos realmente le importaba—. No, espera, me dijiste que ibas a encerrarte en la base para entrenar, ¡¿padre sabe que no estás haciendo lo que te ordenó?! —Preguntaba mostrando un auténtico terror reverencial en cada palabra.


Xavier se puso tenso.


— No, no lo sabe. Pero no quería volver y tampoco quería encontrarme con el Raimon, así que vine aquí —su voz demostraba tristeza, pero Jordan estaba demasiado preocupado pensando en todos los problemas que podrían tener por encontrarse juntos como para darse cuenta.


— ¿Has oído el dicho de: «sustos y disgustos matan a muchos»? Porque es exactamente lo que vas a hacer conmigo como sigamos así, ten un poco de respeto hacia ti mismo y deja de arriesgarte por cosas totalmente innecesarias.


— Lo siento, pero te aseguro que esto no es innecesario, me siento fatal —apoyó los codos encima de la balaustrada e inclinó medio cuerpo hacia delante para agarrarse la cabeza con las manos, como si le doliera.


— ¿Qué te ha pasado? — acabó preguntando Jordan, poniendo una mano en su hombro, sinceramente preocupado.


Hubo un momento de incómodo silencio.


— Tienes razón, no debería haber venido aquí y molestarte —musitó Xavier, apartándose de él—. De veras que lo siento… Me marcho.


— ¡No! ¡No te vayas, por favor! —lo agarró con fuerza del brazo y se acercó a él.


— Jordan, yo…


— No me molestas en absoluto y me alegro de que hayas venido a verme para hablar y desahogarte conmigo, en serio, es solo que me preocupo por ti. Odio ver cómo te pones en peligro.


Xavier se dio cuenta de que tenía los ojos llorosos, y su corazón se encogió de pena.


— Prometo que a partir de ahora no seré tan descarado en este tema. Tienes razón en que he sido demasiado impulsivo y muy poco cuidadoso, lo siento.


— Deja de disculparte tanto —le abrazó con fuerza—. La mitad de las cosas por las que lo haces no necesitan un perdón, sino que no las vuelvas a repetir.


— De acuerdo. En adelante seré un imbécil que nunca se disculpe por los errores que cometa —soltó una risa en el cuello del moreno.


— Idiota.


Xavier se alejó de él e intentó añadir algo pero, para su sorpresa, Jordan se abalanzó sobre él y le robó un beso en los labios.


Una vez finalizaron el dulce contacto, Jordan preguntó:


— ¿Pasamos a mi cuarto? Es más cómodo y discreto que estar aquí, así podremos hablar con tranquilidad.


El pelirrojo asintió y, sin nada más que añadir, entraron al calor del edificio.


**********


El chico moreno, sentado con las piernas cruzadas en el suelo, no sabía cómo tomarse lo que acababa de escuchar de boca de Xavier.


Porque no podía ser que en el intento de acabar con su padre Aquilina estuviera actuando igual que él, no quería creerlo.


— De tal palo tal astilla, se suele decir… —Tuvo que asumirlo.


Xavier, que se encontraba frente a él en la misma postura, asintió.


— Estaba pensándome el abandonar a padre, pero después de esto me niego a hacerlo. Sigo queriendo apoyarlo y, si quienes se suponen que deben detenerlo actúan igual o peor que él, no voy a tener ningún reparo en hacerlo —afirmó totalmente indignado y defraudado por lo vivido aquel día.


— Es irónico, antes de que llegaras estaba pensando en lo que podría pasar en caso de que abandonaras la Alius y de que fueras uno de nosotros o que, simplemente, decidieras no tomar partido por nadie. Te quería comentar el tema cuando volviéramos a vernos.


— Pues la decisión ya está tomada, las cosas seguirán como siempre.


Eso le sentó a Jordan como un puñetazo en el estómago.


— ¿Y qué va a ser de… nosotros? —preguntó con el corazón en un puño y mirada triste.


— ¿Qué quieres decir con eso? —parpadeó, perplejo—. Ya lo hablamos ayer, vamos a seguir viéndonos ¿no? Mientras no hablemos de nada que tenga que ver con la Alius todo irá bien —sonrió.


Jordan negó desesperadamente con la cabeza.


— Eso no es cierto, sabes lo que nos puede pasar si nos descubren y lo que implica el simple hecho de que estemos juntos; aún sin quererlo estás traicionando a padre.


— No estoy traicionando a padre, pero debo ser también fiel a mí mismo por mucho que a él no le guste; por fin lo he entendido. —Hizo un pausa y se movió hasta Jordan, provocando que sus caras estuvieran tan cerca que podían sentir al otro respirar—. Te amo y estoy dispuesto a asumir todo lo que ello conlleva. ¿Y tú? ¿Puedes decir lo mismo sobre mí?


Jordan se alejó de él, sonrojado por la fuerza de aquella revelación aunque también confuso.


Si se hubieran encontrado en la misma situación dos años atrás le hubiera dicho que sí sin dudar porque hubiera sido completamente cierto, Xavier tenía su total y absoluta confianza en aquel entonces, pero en aquellos momentos no podía ignorar todo el tiempo que habían pasado separados y lo que había ocurrido después de su reencuentro (siendo ambos capitanes de la Alius).


— ¿Puedo confiar en ti? —Le miró fijamente, sin rastro de miedo o timidez.


Entonces fue el momento de Xavier para vacilar.


— Touché —acabó sonriendo con resignación.


— Desearía decirte que sí —volvió a la pregunta anterior—. Pero lo único que puedo asegurarte ahora mismo es que me lo pensaré.


Y se hizo el silencio.


A ninguno de los dos les gustó cómo habían terminado la conversación, pero era algo que habían tenido que aclarar. Una pena que hubieran acabado con más cosas en las que pensar que al principio.


— Eso no significa que no te quiera o te tenga rencor… Solo que necesito más tiempo. —Jordan se agarró el codo y bajó la mirada, triste por la situación en la que se encontraban.


— Lo sé, no te preocupes, tómate todo el que necesites. Tampoco yo puedo asegurarte que soy de fiar tal y como está todo… Decidas lo que decidas lo respetaré y no tendré nada en tu contra.


— Ojalá las cosas fueran de otra manera.


Xavier no aguantó más verle así de derrotado, le acarició la mejilla con suavidad e hizo que volviera a subir la cabeza.


— No pensemos más en cosas desagradables ¿vale? Ahora estamos juntos, así que disfrutémoslo.


Se abrazaron pero, a pesar de todo, Jordan no pudo evitar soltar lágrimas amargas que pronto fueron acompañadas por los suaves sollozos de Xavier, que trataba de no hacerse notar en el silencio de la noche.


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