Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Querido amigo por Cris fanfics

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El guardia de seguridad alumbró con la linterna la sala que ejercía de recepción antes de continuar su patrulla por el edificio.


La fábrica había sido construida en el siglo veinte, y eso se notaba en su estilo arquitectónico brutalista —en el que destacaba el uso notable del material con el que se había construido; en aquel caso el ladrillo—, en los tipos de ventanas que tenía y en la forma alargada y espaciosa que habían decidido darle a la estructura, que contaba con solo dos plantas y un sótano que eran tan amplios que había valido la pena totalmente renunciar al diseño tradicional, con el que se hubiera contado con más pisos.


A pesar de tener tres niveles propiamente dichos, a los guardias solo les permitían velar por las dos plantas abiertas a los trabajadores, nunca por el sótano. Aunque, en contra de lo que pudiera parecer, aquello era bastante complicado, ya que el edificio estaba dividido en un montón de cuartos que se usaban tanto para construir y almacenar los distintos tipos de armas como para proporcionar lugares hábiles en los que los empleados pudieran moverse.


Y aquella noche en concreto solo estaban trabajando dos hombres a parte de él, así que les tocaba suplir el doble del trabajo habitual.


Estaba atravesando el pasillo que le llevaría a los dos únicos departamentos de aquella fábrica, el de recursos humanos y el administrativo, cuando algo lo hizo detenerse en el sitio.


La luz proveniente del exterior le había permitido ver una sombra humana doblando la esquina del final del corredor.


— ¿Quién va?


Nadie le respondió y eso le puso nervioso.


Ya había habido una vez un intento de robo en el cual uno de los ladrones había disparado a uno de sus compañeros en el hombro, y no quería que se repitiera la experiencia.


Sacó su pistola eléctrica del cinturón —dispuesto a disparar si resultaba que se encontraba con alguien a quien no conociera— y empezó a caminar.


Pasó la esquina donde la sombra había desaparecido, pero no había nada destacable… salvo la puerta que daba al almacén de productos de limpieza —la única habitación del pasillo— entreabierta.


Ya estaba seguro de que alguien se había escondido allí huyendo de él.


Levantó el arma y avanzó con cuidado.


Cuando iba a terminar de abrir la puerta, el fuerte sonido de objetos metálicos cayendo al suelo no muy lejos de allí le interrumpió.


Giró la cabeza hacia el lugar de dónde acababa de venir, dudando sobre qué hacer, y gracias a ello no se dio cuenta de las chispeantes luces que oscilaban entre el negro, el azul y el lila que se hicieron presentes en el almacén durante unos segundos.


Al final acabó decantándose por seguir con lo que estaba haciendo, después de todo, aquel ruido podría haber sido provocado por una rata o por alguno de sus compañeros; aquello era más urgente.


Pasó al interior del almacén de sopetón, apuntando con el arma… para encontrarse con que no había nadie allí dentro.


Bajó la pistola, aliviado a la vez que confuso.


Si hubiera alguien allí tendría que habérselo encontrado, ya fuese de paso o dentro.


Tal vez todo hubiera sido imaginación suya, necesitaba un buen par de días de descanso tras estar más de siete trabajando de seguido.


Se restregó los ojos un momento, asumiendo que se trataba de aquello y maldiciendo la falta de cámaras de seguridad, y fue a revisar el ruido que había escuchado segundos antes, dando la espalda a toda aquella zona del edificio.


**********


Jordan se abalanzó sobre Dylan y Rhona, que se acababan de transportar allí desde el pasillo colindante mediante la supertécnica de esta última.


— ¿Estáis bien?


Dylan asintió, temblando y jadeando.


— Han estado a punto de descubrirnos, gracias por esa ayuda tan oportuna —les agradeció la chica a sus tres compañeros.


Jordan le quitó peso a la situación con un gesto.


Se encontraban en lo que parecía ser la zona de descanso, el lugar de reunión que habían acordado cuando cada uno terminara de investigar la zona de la que se había hecho cargo.


— Vimos que el guardia iba demasiado directo en vuestra dirección y nos imaginamos lo peor...


— ¿Os dio tiempo a registrar antes de que Dylan metiera la pata? —interrumpió Gregory.


El susodicho acusó el golpe, consciente de que había tenido poco cuidado y que todos podrían haber pagado caro por su descuido.


— Sí, pude hasta guardar unos cuantos archivos que nos parecieron interesantes. —Rhona dejó su mochila en una mesa cercana y la abrió para sacar unas carpetas repletas de papeles—. Contienen información sobre los socios de padre en Tokio, creímos que tal vez el Servicio Secreto le pudiera sacar partido.


Pat le arrebató una de las manos y la ojeó por encima pasando con rapidez las páginas.


— Muy bien —se lo devolvió—. ¿Qué deberíamos hacer ahora? Los demás no han terminado de investigar esta planta… ¡Este lugar es demasiado grande para que solo nosotros once podamos registrarlo entero en una sola noche sin saber dónde se encuentra cada cosa!


— Y sin descubrirnos —añadió Gregory—. Cuando el resto vuelva debemos avisarles de que tengan más cuidado; ahora que Dylan ha metido la pata los guardias estarán aún más atentos.


— ¿Puedes parar ya de recordárselo? No lo ha hecho queriendo y al final ha salido todo bien, deja de restregar la herida.


— Tú ya no eres nuestro capitán, puedes dar todas las órdenes que quieras pero yo no tengo porque obedecer a ninguna. —Jordan le fulminó con la mirada, pero el más bajito no se amilanó—: Cuanto lo siento —dijo en una parodia de arrepentimiento—, ¿no te gusta que me meta con tu novio?


— Basta. —Rhona se metió en medio de los dos al ver que Jordan ya iba a abalanzarse sobre el otro chico.


Dylan la imitó.


— Na-nadie gana nada discutiendo por t-tonterías, aguantaos el odio que sentís e-el uno por el otro de mo-momento, ahora somos compañeros y tenemos que tra-trabajar juntos.


El chico de pelo verde respiró hondo, intentando contenerse para no darle un puñetazo a quien consideraba la persona más irritante que había conocido nunca.


Por su parte, Gregory apartó la cabeza y sonrió con la malicia reluciendo en sus ojos verdes.


Pat, aliviada porque por fin aquellos dos habían terminado con aquel patético espectáculo, aprovechó la oportunidad para sacar el tema que le preocupaba:


— Creo que no deberíamos estar tanto rato en el mismo sitio. Es mejor seguir investigando. ¿A alguien se le ocurre a dónde ir?


Hubo silencio durante unos incómodos segundos.


— Rhona y yo vi-vimos algo in-interesante a-antes —Dylan se atrevió a hablar, bajo las miradas atentas de sus compañeros—. Había unas es-escaleras bloqueadas que c-conducían a una p-planta inferior a esta.


— Es cierto.


Pat alzó la ceja, con evidente interés.


— Tiene toda la pinta de que ahí va a haber algo interesante, tenemos que ir.


— Pero alguien tendría que quedarse aquí para hablar con los demás cuando lleguen.


— Podría quedarse Dylan, es un inútil.


Jordan iba a abrir la boca para defender a su amigo, pero no hizo falta.


— Yo no p-pienso que-quedarme atrás.


— Bien, me puedo quedar yo. —Pat se ofreció voluntaria—. No es que me importe demasiado, y alguien tiene que hacerlo.


Jordan asintió con la cabeza y se dirigió a Rhona y Dylan:


— Os seguimos.


**********


Avanzando con la oscuridad como aliada, consiguieron pasar una vez más a los guardias y bajar las escaleras que les llevarían al sótano.


Aunque una vez allí los cuatro chicos pudieron darse cuenta de que, a priori, no había nada que destacara en aquel lugar; todo era más o menos igual a la planta que ya habían revisado.


— ¿Qué hacemos?


— Separémonos y busquemos, tiene que haber algo diferente aquí o no tendrían prohibida la entrada.


— Está bien. Vámonos, Gregory. —La chica empezó a avanzar, ya sin miedo a ser descubierta, pero aún con cierto cuidado en sus movimientos.


— ¿Por qué decides tú por mí?


— No quiero que empecéis a pelearos, lo mejor es que vosotros tres estéis separados para evitar problemas —dijo mientras continuaba avanzando, sin ni siquiera mirar atrás.


Para no quedarse solo, a Gregory no le quedó más remedio que empezar a seguirla, aunque se notaba que había visto herido su orgullo.


Cuando ambos se habían alejado lo suficiente, Jordan le preguntó a su compañero:


— ¿Vamos?


Tras asentir tímidamente con la cabeza, Dylan sacó una linterna de su mochila.


— Creo que sería mejor continuar sin luz —le detuvo el de la melena.


— ¿P-por qué? Y-ya no hay guardias…


— Pero eso no implica que no haya nadie aquí, más vale ser precavidos. Ante la duda prefiero seguir buscando como antes, solo usando las linternas para leer documentos.


— A-antes teníamos la luz de la lu-luna y las farolas de fuera para poder guiarnos, aquí no hay ni una v-ventana.


Jordan zarandeó la cabeza, aún sabiendo que aquello era verdad tenía un mal presentimiento.


Dylan se dio cuenta de su acción y decidió que no tenía ganas de rebatirle aquello, no valía la pena si de todas formas usarían las linternas si eran verdaderamente necesarias.


Ambos empezaron a registrar las habitaciones que sus otros dos compañeros habían pasado de largo, y así empezaron a darse cuenta de las diferencias que había entre el sótano y las zonas que ya habían visto antes.


Allí no había armas, solo planos con prototipos de estas y estanterías repletas de archivadores llenos de polvo que no parecían haberse tocado en años.


Entraron en una habitación más profunda que las anteriores, pero que era idéntica a sus vecinas, con el añadido de que había unas cuantas mesas cerca de la puerta con papeles amarillentos en ellas.


Jordan encendió su linterna y apuntó a las estanterías, revisando los títulos de la documentación que se encontraba cuidadosamente ordenada. Siguió caminando por la estancia hasta que uno de los ficheros —que se encontraba en la parte más alta de uno de los últimos muebles— le llamó la atención, ya que tenía huellas de dedos.


Su amigo se había quedado atrás, estaba entretenido echando un vistazo a los planos de algo parecido a un tanque que se encontraban esparcidos en una de las mesas, pero no creía necesitar su ayuda para aquello.


Se puso de puntillas, tratando de agarrar el archivo.


Aún con todo su esfuerzo no lo conseguía y, por si fuera poco, había notado como un bicho acababa de pasarle por la mano, consiguiendo que un escalofrío le recorriera todo el cuerpo.


Hizo un último intento, esta vez metiendo los dedos entre los dos archivadores contiguos al que le interesaba para agarrarlo. Una vez consiguió esto, solo tuvo que ir tirando poco a poco hacia fuera hasta que consiguió zafarlo de su sitio.


Lo dejó caer al suelo, a sabiendas que no sería capaz de cogerlo a tiempo y sin hacerse daño, para después recogerlo y empezar a ojear en su interior.


— Zoolan Rice —observó el nombre y la firma de un papel que parecía importante—. ¿De qué me suena ese nombre?


Al parecer lo que estaba leyendo era un contrato en el que Schiller también había firmado para llevar a cabo un proyecto conjunto, pero no se especificaba nada más acerca del susodicho.


Justo entonces la pila de su linterna empezó a fallar, brillando intermitente hasta dejar de iluminar.


Jordan chasqueó la lengua.


Cerró el archivo y procedió a ir a dárselo a Dylan para que lo guardara en su mochila; él ya no podía con más.


Sin nada que alumbrase la habitación salvo la luz de la linterna de su amigo detrás del armario, Jordan no pudo ver la tela de araña con la se topó de bruces y que antes había evitado de puro milagro.


— ¡Mierda!


Retrocedió para no enredarse más en la red y empezó a quitársela de encima, con asco.


— Mira que ya es mala suerte… —suspiró alzando la cabeza para comprobar que no tenía tela en el fleco y pasándose las manos por la coleta.


Y la sangre se le congeló en las venas.


La lente de una cámara de seguridad colgada en el techo le observaba fijamente, sin perder detalle de ninguno de sus movimientos.


A partir de ese momento todo sucedió demasiado rápido.


Jordan salió corriendo para avisar a Dylan. Tropezó por culpa de un desnivel en el suelo, raspándose las rodillas, pero se levantó y siguió adelante sin darle importancia.


— ¡Dylan! —se asomó por la última de las estanterías, esperando ver allí a su amigo.


Y así fue, pero no estaba solo.


Antes de que pudiera reaccionar de cualquier forma, una mano de adulto le empujó hacia atrás con insultante facilidad, consiguiendo tirarle al suelo.


Un hombre, al que reconoció como uno de los matones que Wyles había dejado a su cargo cuando era capitán del Tormenta de Géminis, le puso el pie encima del pecho, impidiéndole levantarse.


— ¿Creías que íbamos dejar campar a tu equipo por ahí a sus anchas, Janus? Ya no pertenecéis a la Alius, ¿qué hacéis aquí y quién os ha mandado?


Le ignoró y buscó con la mirada a Dylan, al cual otro de los hombres de Wyles había agarrado por la espalda y había tapado la boca para que no hablase. Aún agarraba la linterna con fuerza, y en su intento de escaparse, la movía desesperadamente en todas direcciones, lo cual le hizo preguntarse si les habían atrapado a la vez, ya que era imposible no haberse dado cuenta de aquel detalle.


— Suéltame —farfulló Jordan entre dientes, intentando quitarse la pierna de encima.


El hombre le pisó con aún más fuerza, consiguiendo que soltara un grito de dolor.


— Si no me sueltas ahora mismo esto no quedará así, dónde las dan las toman, iré a por ti —farfulló entre dientes.


— ¿Habrán conseguido pillar a los otros dos? —le preguntó a su compañero, pasando de su antiguo “jefe”.


— Seguro que sí, pero me preocupa más que no sean solo cuatro.


— De momento llevémonos a estos dos, Schiller querrá saber lo que ha pasado aquí hoy.


El otro hombre arqueó la ceja con condescendencia.


— ¿De verdad hace falta que llegue a él? Creo que esto es algo de lo que cualquier segundón se puede hacer cargo. —Aún cargando Dylan se acercó a Jordan y apartó con el pie el fichero que había caído cerca del chico moreno tras el empujón.


— No sé. —Agarró a Jordan con fuerza y lo levantó en volandas para cogerlo al hombro, como si este fuera un saco de escombros—. Pero sí que tienes razón en que deberíamos hablar a través de intermediarios y que ellos, que tienen más poder dentro del Grupo Schiller que nosotros, decidan lo que hacer.


Los hombres empezaron a caminar y Jordan no supo cómo actuar. Podía escapar usando la supertécnica que casi todo su equipo conocía, pero no estaba seguro de que Dylan, bajo los nervios, fuera capaz de hacer lo mismo, y no quería dejarle atrás. Además, aunque decidiera hacerlo, ¿y después qué podía hacer? Teleportación no era un técnica de largo alcance, aunque huyera lo acabarían alcanzando y, seguramente, en el proceso delataría al resto de sus compañeros.


Aunque había algo que podía ser útil que hiciera: ganar tiempo. Estaba claro que si aquellas dos moles estaban allí era porque aquel lugar tenía que ver con el meteorito; si sus compañeros podían acabar el trabajo y descubrir que, efectivamente, allí se encontraba una falsificación de la Alius, él debía hacer todo lo posible por facilitarles el trabajo.


El hombre que lo tenía agarrado le había cogido al revés —con la mitad superior del cuerpo colgando a su espalda— así que, con la fuerza que tenía en la piernas, una patada suya en una zona sensible dolería.


Sin mayores miramientos, empezó a emprenderse a patadas contra la entrepierna de su captor.


— ¡Hijo de…! —su insulto se vio interrumpido por un gemido ahogado de dolor.


Se dejó caer de rodillas en el suelo y soltó a Jordan, que aprovechó la oportunidad de tener la cabeza del adulto a tiro para darle una patada que, como mínimo, lo dejaría inconsciente.


El otro hombre no tardó en reaccionar. Agarró a Dylan por la nuca, como si fuera un cachorro, y le puso delante de él —pero separado a su cuerpo para no correr la misma suerte que su compañero— a modo de escudo.


— Suéltalo.


— ¡Atrévete a golpearme y le rompo el cuello!


Jordan observó a Dylan a los ojos, no podía hacer nada sin que él saliera perjudicado de algún modo.


— Escúchame, Janus, no vale de nada que hagas esto. Ven conmigo y no te pasará nada malo.


— ¿Por eso has amenazado con matar a mi amigo? Lo siento si no te creo.


— Eso… ha sido un momento de debilidad. Ven conmigo.


Jordan empezó a caminar lentamente, dando vueltas alrededor de las dos personas que se encontraban con él en el corredor, en un intento de aprovechar cualquier descuido del adulto para atacarlo con toda la fuerza de su supertécnica de tiro.


A ser posible no quería hacer daño a nadie, pero teniendo en cuenta la situación en la que estaba no le quedaba otra.


La situación estaba haciendo que tanto Jordan como el captor de Dylan tuvieran los músculos en tensión, a la espera de la reacción del otro. Sin embargo, y muy a su pesar, Jordan se estaba sintiendo bien con aquello, ya que le recordaba a su etapa como Janus, cuando competía con sus compañeros de equipo… Y, también, como debería haber sido su duelo final contra el Raimon.


Todo el tiempo en el que se había encargado de colaborar con Schiller, el equipo ganador del FFI no había sido más que una mosca molesta en el camino, y cuando el grupo de Evans por fin logró ganar fuerza había conseguido tanta que habían barrido con él con demasiada facilidad.


Entonces recordó su encuentro con Mark en Kioto y lo que él le había dicho.


«Algún día jugaremos juntos, Evans, y para entonces seré más fuerte… Este es el primer paso para ese reencuentro» sonrió.


— ¿Qué te ocurre?


Antes de que su ojo se diera cuenta del veloz movimiento del chico de pelo verde, este ya se encontraba a su lado.


— ¿Eh?


Le dio un golpe seco en en la garganta con un lado de la mano, sin cerrar el puño pero con fuerza, consiguiendo que el agarre del hombre en Dylan se debilitara y que este pudiera soltarse.


Antes de que su enemigo pudiera reaccionar de ninguna manera ambos chicos retrocedieron para, a la vez, volver a precipitarse sobre él y lanzarle una patada al unísono dirigida al pecho, que lo lanzó por una buena parte del pasillo y lo dejó votado en el suelo.


Hubo un momento de silencio, en el que ambos adolescentes esperaron a que se levantara.


Pero ese momento no llegó.


— Creo que ya está —Jordan soltó un suspiro con el que liberó gran parte de la tensión.


— ¿Qué ha p-pasado con Rhona y Gregory? —la voz de Dylan reflejaba miedo.


— Vamos a buscarlos.


Dylan asintió y encabezó la marcha con linterna en mano. Alumbrando el camino y yendo a paso rápido; no tenían tiempo que perder.


**********


La sala final de aquel lugar llamaba la atención de forma poco natural.


No solo se debía a que el gran portón de madera que ocupaba casi tanto como el de la entrada —y por lo tanto el triple que lo de una puerta normal— desentonara, sino que se notaba desde donde se encontraban la fuerza maligna que procedía del interior.


Por acuerdo tácito, Jordan y Dylan lo atravesaron con sus supertécnicas antes incluso de intentar empujar para abrirlo.


Aunque Jordan se esperaba lo que se iban a encontrar allí dentro, eso no impidió que se quedara sin aliento.


Agarrado por cables de acero a una máquina extraña, a la que no supo ponerle nombre, se hallaba un monolito de más de tres metros de mineral tallado que emitía un aura idéntica al meteorito Alius, diferenciándose de esta solo porque la que estaba viendo en aquellos momentos no era de color lila sino totalmente blanca, tan blanca que no pudo evitar fijarse solo y exclusivamente en ella, hipnotizado por su dulce belleza…


Una bofetada le sacó de su ensimismamiento.


— ¡Jordan!


— ¿Eh? ¿¡Qué!?


Rhona lo zarandeaba por los brazos mientras le obligaba a mirarla a los ojos y pasar de la piedra.


— ¡No la mires durante demasiado tiempo o no podrás dejar de observarla!


Él obedeció, con pocas ganas de que aquello ocurriera.


— ¿Qué ha pasado?


— No sé cuando llegasteis, pero cuando me dí cuenta de que os encontrabais aquí estabais ambos mirando como idiotas a la piedra.


— ¿Dylan? —A su alrededor no había nadie salvo la chica de pelo rosa.


— Ha ido a ayudar a Gregory a cortar todos estos cables. Vamos a romper la piedra contra el suelo. —Le miró con aún más seriedad de la que ella solía demostrar—. Debemos darnos prisa. Saben que estamos aquí.


— Lo sabemos, tuvimos que encargarnos de unos hombres que vinieron a por nosotros. ¿Vosotros habéis tenido algún problema?


— Luego te lo cuento, ahora vamos a lo importante para poder irnos cuanto antes de aquí.


— Pero… la orden era no destruir la piedra, solo averiguar si estaba aquí.


Ella chasqueó la lengua.


— ¿Crees que ahora que nos han descubierto nos darán una segunda oportunidad para intentarlo? Tenemos que hacerlo ya.


Le tendió un alicate de los dos que tenía.


— ¿Dónde habéis encontrado esto?


— Caja de herramientas. Allí —dijo escueta mientras señalaba una caja grande al fondo de la sala—. Ahora vamos.


Al final, Jordan no pudo más que darle la razón y colaborar con ella.


Se reunieron con sus dos compañeros y, sin nada que decirse, se sumaron al trabajo de estos inmediatamente.


Haciendo aquella labor, que era bastante más relajada que lo que había estado haciendo hasta aquel momento, Jordan se dio cuenta de lo débil que se encontraba. No solo por haber estado todo el día y gran parte de la noche caminando, sino también y sobretodo por todas las veces que había usado sus supertécnicas. Si seguía así iba a acabar desmayándose del cansancio, debía moderarse…


Tras rato cortando gran cantidad de cables con los que se sujetaba la copia del meteorito Alius —sin mirarla directamente—, esta se vio desprovista de agarre y cayó al suelo por culpa de su propio peso, arrastrando consigo los cables que los chicos no habían cortado y rompiéndose en mil pedazos.


— ¡Ya está! —Gregory no pudo evitar emocionarse.


— Aún no hemos acabado —interrumpió la chica—. No tenemos tiempo de buscar una forma de romper los fragmentos, tenemos que llevárnoslos.


— ¡Tampoco tenemos tiempo para eso! ¿Y si nos dejamos atrás alguno?


Rhona estaba claramente irritada, harta de perder el tiempo.


— ¿Alguien ha encontrado en su búsqueda un molino pulverizador de rocas? ¿No, verdad? ¡Pues dejad de hablar y moved el culo!


Sin ninguna intención de hacerla enfadar, empezaron a recoger los restos de la piedra y guardarlos en sus mochilas, sacando todo lo que fuera necesario para hacerles hueco.


Gritos y pasos de mucha gente se empezaron a escuchar fuera de la estancia.


— V-van a llegar pron-pronto.


— Tranquilo, Dylan, tú sigue. —Jordan centró su atención en la chica—. Rhona, tiene que haber un molino de los que mencionaste en algún lugar. ¡Esto es una fábrica!


— Lo sé, pero no tenemos tiempo de buscarlo y huir. Es una cosa o la otra.


— ¿No fuiste tú la que dijiste que querías ir a por todas porque nos habían dicho que éramos prescindibles? Pues ahora es el momento de demostrarlo.


Sus palabras fueron totalmente ignoradas.


— ¿Los tenemos todos? —preguntó ella a los allí presentes.


— Si se nos ha pasado alguno yo no lo veo, he mirado hasta debajo de las mesas.


— Y-yo tampoco encuentro na-nada más.


La joven se puso la mochila llena a la espalda antes de decirle a Jordan:


— Si es necesario me entregaré por la causa, pero no voy a ponerme en riesgo para algo que sé que no vamos a conseguir y que podemos hacer de todas formas fuera de aquí. Le entregamos los fragmentos al Servicio Secreto y ellos se encargaran de todo, ahora debemos buscar a nuestros compañeros e irnos. —Le miró fijamente a los ojos—. Los héroes no llegan a viejos, cíñete al plan y no hagas locuras innecesarias.


Tras unos segundos de silencio en los que nadie dijo nada —y en los que Jordan no pudo evitar fijarse en la irónico que era aquel último comentario viniendo de la misma persona que había tomado la iniciativa de romper la piedra sin permiso—, Gregory habló:


— Estoy seguro de que van a estar fuera esperando a que salgamos… ¿Qué hacemos?


— Usar supertécnicas y correr —le contestó Jordan con un nudo en la garganta, a sabiendas de que no sería capaz de mantener el ritmo.


Dylan lo observaba sin poder creerse lo que decía y Rhona se limitó a encogerse de hombros.


— No tenemos un plan mejor.


— De perdidos al río —corroboró Jordan con una risa nerviosa.


Rhona y Gregory se despidieron con un gesto de ellos tras decidir entre todos que era mejor volver a separarse —para probar suerte y ver si podían despistar a sus perseguidores— y salieron los primeros.


Pronto se pudo escuchar jaleo fuera del cuarto.


Jordan se disponía a imitar a sus compañeros cuando notó a Dylan agarrándole del brazo.


— Jordan, ¿po-podrás aguantar?


— ¿Lo has notado?


Asintió con la cabeza, manteniendo la mirada baja.


— Tranquilo, estoy cansado pero podré con esto. No pienso caer de nuevo en las garras de padre ni de quienquiera que esté compinchado con él, pero prométeme que tú no pararás de correr ¿de acuerdo?


— Si me dices eso pa-parece que n-no crees que puedas su-superar esto.


— Por si acaso. Prefiero caer solo que arrastraros a cualquiera de vosotros conmigo. Además… tú tienes objetivos que cumplir, debes detener a padre y disculparte con todos aquellos a los que hicimos daño. Recuerda eso y no te detengas por mí.


Dylan no sabía si podría cumplir esa promesa si la hacía, así que se limitó a callar y desear que todo fuera bien y que no se tuviera que ver en la situación de elegir entre sus recién adquiridas metas y al que consideraba el mejor amigo que tendría nunca.


**********


Tan pronto como salieron, se encontraron con uno de los peores escenarios posibles.


No habían muchos hombres custodiando la entrada a donde se encontraba la copia de piedra Alius —tal vez serían unos diez—, pero algunos robots como los que Schiller había puesto de guardias en la base del Fuji estaban con ellos.


— ¡Vamos! —gritó a Dylan a modo de ánimos.


Cuando algunos humanos se abalanzaron sobre ellos en un intento de neutralizarlos tirándoseles encima, ambos chicos usaron Teleportación para superarlos y empezar a correr hasta las escaleras que les llevarían a la planta baja y hasta sus compañeros.


Jordan esperaba sinceramente que estuvieran todos en el lugar acordado para escapar juntos de una sola vez y no tener que preocuparse por dejar a nadie atrás.


Los robots guardias se metieron en su camino, dispuestos a hacer una supertécnica, pero gracias a la velocidad que habían alcanzado consiguieron superarles antes de que lograran hacerlas y tirarlos al suelo por la inercia.


Siguieron corriendo sin mirar atrás, si lo hacían lo único que conseguirían sería ponerse más nerviosos de lo que ya estaban y frenarse.


Subieron las escaleras y saltaron la valla de nuevo.


En ese último movimiento fue cuando algo muy pesado agarró la pierna de Jordan, haciendo que sus huesos dieran violentamente contra el suelo y se diera un golpe en la frente, para empezar a arrastrarlo escaleras abajo.


El chico intentó liberarse, aterrado, pero no era humano lo que le retenía, sino un robot que lo había hecho su presa y no tenía la menor intención de soltarlo.


Su única posibilidad era usar una supertécnica para escapar.


Intentó usar Teleportación una vez más, pero en vez de que ocurriera lo de siempre lo único que pasó fue que sintió cómo sus últimas reservas de energía se le escapan de entre los dedos y lo dejaban más débil que antes.


— No…


El aparato hizo un ruido mecánico que pretendían ser palabras, pero él no las entendió.


— ¡Déjame ir! —gritó desesperado mientras empezaba a dar patadas con la pierna que tenía libre al robot sin que hicieran ninguna mella en él.


Ya sin saber qué hacer, se agarró a un escalón con fuerza, en un vano intento de frenar el avance de la máquina. Lo que logró con aquello fue recibir tirones más fuertes, con los que parecía que su pierna iba ser arrancada de cuajo en cualquier momento.


«Lo siento» fue su último pensamiento antes de soltarse y cerrar los ojos, dándose por vencido pero sin querer ver lo que iba a ocurrir con él cuando le pillaran.


Sin embargo, una mano agarró su brazo.


— ¿Dylan…?


Su amigo tiró de él consiguiendo subirle un par de peldaños y hacer caer al robot, poniendo la cabeza de este último a su alcance.


Con una potente patada se la separó del cuerpo, dejando al descubierto los cables pelados y chispeantes que se habían visto desprovistos de su enganche al cuerpo metálico.


— ¡Ay! ¡Mi pie! ¡Jo-joder! —se tiró en uno de los escalones mientras se lo agarraba.


Jordan no perdió el tiempo, tras soltarse la pierna agarró por la axila a su amigo y le forzó a levantarse.


— Te ayudo a caminar —le tendió el hombro para que apoyara parte de su cuerpo en él y usara su pie bueno—. ¡Sigamos!


Aquella escena trajo muy malos recuerdos a la mente de Jordan. Recuerdos de Isabelle, Bryce y él totalmente desprotegidos y débiles tras una noche espantosa en la que podrían haber muerto; cargándose entre ellos, de una forma muy similar a como tenía que llevar en aquel momento a Dylan, para salir de una cabaña abandonada en mitad de un bosque. Y, como aquella vez, no tenía la esperanza de recibir ayuda y debían escapar por sus propios medios sí o sí.


Con ese pensamiento en mente, hizo un esfuerzo para continuar avanzando. Aunque si no hubiese sido porque seguían buscándoles en la planta de abajo no lo hubieran contado.


Llegaron a la sala de descanso… dónde los compañeros que no les habían acompañado se encontraban interrogando a los que habían llegado poco antes que ellos dos.


Rhona fue la primera en reaccionar y acercarse para ayudarlos.


— ¡No perdamos más tiempo, nos vamos!


Fue decir aquello y que se escuchara a varios guardias de seguridad gritándose entre ellos dónde buscar.


— No te-tenemos forma de e-escapar, es-estamos acorralados.


Un hombre se asomó por la puerta.


— ¡Los he encontrado! ¡Hay más! —salió corriendo en busca de sus compañeros.


Los chicos del Tormenta de Géminis empezaron a salir del cuarto.


— Se suponía que no había cámaras de seguridad, ¡esto es injusto! —soltó Pat, frustrada.


Nadie le respondió, tampoco era necesario.


A pesar de varios contratiempos —como enfrentarse a algunos robots o ayudar al dolorido Dylan a avanzar— consiguieron llegar al exterior, creyéndose a salvo.


Pero nada más lejos de la realidad, porque los trabajadores de Wyles se les habían adelantado y habían mandado a varios de los suyos fuera de la fábrica a sabiendas de que podrían escapar.


— ¡Somos más que vosotros! —presumió Gregory al comprobar que solo eran ocho—. Dejadnos ir o acabaréis mal.


Sus enemigos no dieron muestras de obedecer a sus demandas pero, aunque su bando tenía la ventaja numérica en aquellos momentos, Jordan no quería pelear; sabía que no podrían contra unos adultos que, muy probablemente, también sabrían usar supertécnicas y además podían estar armados.


— Gregory, no…


— Venid a por nosotros si queréis, niñatos. Ahora que no tenéis la piedra Alius no sois tan fuertes, podemos con vosotros —afirmó uno de los adultos.


Con aquello bastó para que parte del equipo se picara y estuviese más que dispuesto a enfrentarse a ellos… a pesar de que era obvia la desventaja.


— Mantened la calma —dijo Rhona—. Lo único que tenemos que hacer es escapar, y todos juntos podemos hacerlo.


— ¡Calla! ¡No pienso obedecer otra vez órdenes tuyas! —Empezó a caminar, liderando a aquellos que pretendían luchar.


Y no había forma de detenerlos.


Jordan se mordió el labio y tomó una decisión, no podían permitirse aquello costase lo que costase.


Dejó que Rhona se encargara sola de Dylan y se alejó de ellos.


— ¿Qué vas a hacer?


— ¿Jordan?


Ignorando a sus compañeros, corrió hasta ponerse en medio de ambos bandos, dejando a sus enemigos sin saber cómo actuar por lo inesperado de su acción.


Una vez allí sacó de su mochila un pedazo de mineral blanco y lo apretó contra su pecho, avanzando hacia los de su equipo a paso lento; normalmente se necesitaba algo de tiempo para usar una supertécnica, pero en su estado y para lo que quería hacer necesitaba aún más y debía ganar tiempo.


— ¡Tú aparta! —le gritó Gregory.


Ignoró sus palabras, solo debía concentrarse en el lugar al que quería ir: el pueblo a más de medio hora de allí en el que los estaba esperando el agente del Servicio Secreto.


Era una distancia muy larga, si aquello salía mal no sabía qué podía pasar, pero debía de intentarlo.


Lo único que pudieron ver los hombres que trabajan para Schiller y Wyles antes de que los polizones desaparecieran sin dejar rastro, fue como una luz azul celeste inundaba el lugar unos segundos para después desvanecerse, como si todo hubiera sido solo un sueño.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).