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Querido amigo por Cris fanfics

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Torch seguía entrenando aún a aquellas horas de la noche. Era algo que solía ocurrir bastante, y por eso ninguno de sus compañeros le había animado a irse a dormir cuando se había terminado el entrenamiento.


Pero en aquella ocasión el capitán del Prominence tenía otros motivos para no haberse marchado a su cuarto. Lo ocurrido horas antes con Gazelle, Wyles y Schiller seguía rondándole en la cabeza.


Gazelle le había contado sus sospechas a Schiller, pero el anciano no se las había tomado en serio. Después de todo, el chico de pelo blanco no tenía pruebas —que Wyles le hubiese ofrecido una de las falsificaciones del meteorito era una acusación que no podía ser respaldada por nadie y, por si fuera poco, la cámara del despacho había estado estropeada todo aquel día—, era normal que Schiller no quisiese prescindir de su segundo sin ningún motivo real.


Y que Gazelle hubiese atestiguado que deseaba ser socio de su padre le había ido en contra. Wyles aseguraba que el joven quería quitarle el puesto y por eso le estaba acusando falsamente (declaración que había aprovechado también para negarse a la propuesta del chico de registrar su despacho y su habitación en busca de pruebas).


Torch conocía a su rival desde hacía muchísimo tiempo y, aunque pudiese decir muchas cosas negativas de él, no le veía capaz de hacer algo tan pérfido. Gazelle siempre iba con la verdad de cara; si quería quitarle el puesto a Wyles lo hubiese dejado en claro desde el principio y, entonces, hubiera dado lo mejor para cumplir su objetivo.


— Gazelle no puede estar mintiendo en esto, no puedo creérmelo, pero… ¿Por qué a Wyles le interesaría hundir a padre cuando ya tiene un buen trato con él? ¿Por conseguir más dinero?


A medida que hablaba la fuerza de sus patadas fue a mayores paulatinamente.


En el último de sus chuts pegó mal a la pelota y esta, al rebotar contra uno de los palos de la portería, salió despedida hacia la entrada de la sala de entrenamiento.


Maldiciendo entre dientes fue a por ella… deteniéndose antes de tocarla siquiera con las puntas de los dedos.


Sentía algo raro en el ambiente, algo que no le terminaba de cuadrar. Su piel se había puesto de gallina y el sueño había empezado a hacer mella en él de repente.


Y pronto entendió el porqué.


Hacía frío aún cuando debería ser imposible, ya que la base estaba acondicionada para mantener siempre una temperatura estable independientemente del tiempo que hubiese en el exterior.


¿Estarían Gazelle y su equipo entrenando supertécnicas? No, ni con esas el frío podría llegar hasta allí.


Llevado por la curiosidad, y sin pensar demasiado en ello, Torch se internó en los laberínticos pasillos en busca del origen del brusco cambio de temperatura.


A medida que iba avanzando se encontraba con que las cámaras de seguridad estaban totalmente congeladas, algunas incluso se habían caído de su sitio, rompiéndose en pedazos, porque el agarre había sido insuficiente para aguantar tanto peso.


Un presentimiento lo animó a caminar más rápido. Aunque no sabía qué dirección seguir era más probable que encontrase a quien quiera que hubiese hecho aquello si aceleraba el paso.


Llegó hasta el despacho de Wyles y pasó de largo, llegando a la encrucijada que podía conducirle directamente a la zona de dormitorios, pero el sonido de la puerta mecánica abriéndose justo cuando tomó el cruce le detuvo en seco.


Esperó unos segundos más antes de asomarse. Cuando lo hizo pudo ver a Gazelle saliendo del despacho, vestido sin el uniforme de su equipo y llevando una mochila grande y aparentemente llena de cosas a su espalda.


Eso de por sí ya puso a Torch en alerta, pero lo que terminó de hacerle sentir inquieto fue ver que el otro chico guardaba un pendrive en el bolsillo de su sudadera para después empezar a caminar en dirección contraria a dónde él estaba agazapado.


Intrigado, empezó a seguirle dejando siempre una buena distancia para que no le descubriera cuando atravesaran pasillos un poco más largos de lo habitual, asomándose lo justo para ver qué camino escogía.


Torch no tardó mucho tiempo en darse cuenta que el recorrido que estaban haciendo les llevaba lenta pero inexorablemente a la salida de la base. Pero aún con esas no quiso dar por hecho lo que había empezado a imaginar hasta que no estuvieran en el exterior.


Desgraciadamente, el frío viento del monte Fuji y las miradas acusadoras de los once chicos del Diamond clavándose en él confirmaron sus sospechas.


Murmullos preguntándose qué hacía el capitán rival allí recorrieron la explanada gris y triste que conducía al bosque del Fuji.


— Torch… —Gazelle se encaró a él.


— ¿Os marcháis?


Un silencio incómodo cayó como una loza.


— Chicos —se dirigió a su equipo—, iros sin mí. En un rato me reuniré con vosotros.


— ¿Qué vas a hacer, capitán?


— No preguntes, Lucy. Vámonos.


Su hermano la agarró de los hombros y empezó a tirar de ella para marcharse con el resto de sus compañeros, que ya habían empezado a bajar la montaña.


Torch no hizo nada para impedírselo, estaba demasiado ocupado teniendo un duelo de miradas con Gazelle.


Una vez se quedaron solos, el pelirrojo no pudo seguir callado más tiempo.


— ¿Por qué te marchas? Si padre no te ha castigado no entiendo el motivo de que nos abandones justo ahora.


Gazelle se sintió algo más aliviado al darse cuenta de que Torch no se había cerrado por banda y estaba dispuesto a escuchar; aún podía marcharse de allí sin enfrentamientos innecesarios.


— No creo que valga la pena continuar con todo esto.


— Hace unas horas estabas diciendo que querías que padre te dejase colaborar con él y que harías lo que fuera por la Alius, ¿qué ha cambiado en ese tiempo?


— Darme cuenta de la verdad —dijo con resignación—. Ese hombre al que llamamos padre no es el mismo que nos quiso y nos dio un hogar. Por eso ya no tengo ningún motivo para seguir participando en esta locura.


Torch apretó los puños, con impotencia.


— ¡Te comprometiste a ayudar cuando todo esto empezó, ahora no puedes escurrir el bulto como si nada! —Paró de hablar un segundo para recuperar el aliento, sintiendo como el frío que respiraba le daba punzadas en la garganta—. ¡¿Y qué quieres decir con “esta locura”?!


Aunque el capitán del Prominence era fiel, resultaba extraño oírle clamar esa fidelidad como si no fuese nada; después de todo era un chico orgulloso.


Pero Gazelle pasó por alto aquel detalle.


— He descubierto cosas que me han disuelto todas las dudas sobre si abandonar o no —se llevó la mano inconscientemente al bolsillo en el que guardaba el pendrive—. Si no hubiese sabido que este proyecto está siendo manejado por personas a la que no les importa en absoluto lo que pase con cualquiera de nosotros hubiera dado la orden a mi equipo de volver a la base y olvidarlo todo sobre esta escapada; seguir siendo parte de la Alius sería la mejor opción aunque solo fuera por mi propio beneficio.


— Deja de hablar dando rodeos y explícate con claridad de una vez.


Gazelle lo taladró con la mirada.


— Padre no es el pez gordo aquí, él es solo un peón de fuerzas muy superiores a cualquiera de nosotros que están usando a la Alius como escalón para alcanzar el futuro.


— ¿Qué futuro? —tenía un nudo en la garganta; ya no sabía si estaba escuchando los desvaríos de un loco sobre una de sus tantas teorías conspiranoicas o si de verdad había algo aún más oscuro detrás de una organización cuyo objetivo era sumir al mundo en una guerra.


El futuro —contestó como si no tuviera nada más que añadir—. No he podido descubrir más sobre ello, pero es así como llaman a su principal objetivo.


— Ajá, ¿y me vas a decir que has averiguado todo eso… en el despacho de Wyles? Si lo que me estás contando es verdad no me creo que padre aceptara ser manipulado de esa forma.


El chico de pelo blanco empezó a reír.


— Torch… eres idiota.


— ¿Qué te pica ahora? —se envaró, ofendido.


— ¿Qué te hace pensar que padre sabe lo que está pasando? —dijo tras que se terminaran abruptamente las carcajadas.


El capitán del Prominence no supo cómo reaccionar a aquello.


— Entonces lo que dijiste de que Wyles estaba haciendo algo a espaldas de padre y que podía traicionarlo en cualquier momento… ¿Es esto? ¿Él es el que está detrás de el futuro?


— ¿Wyles? ¡No, claro que no! Él es solo otro peón, un mandado. —Empezó a jugar con un mechón de su pelo—. Por eso no merece la pena perder el tiempo intentando desenmascararle, aunque padre se dé cuenta de que es un peligro y le quite de en medio tarde o temprano aparecerá otra persona a ocupar su lugar.


— ¿Me lo dices para que no intente hacerlo? Ahora que me has contado todo esto no puedo quedarme de brazos cruzados sin más.


Por un momento pareció que la mirada de hielo de Gazelle dejase traspasar una chispa de cariño.


— Te aconsejo que no lo hagas. De hecho, lo mejor sería que te marchases de la Alius también.


— Me niego —la respuesta fue tajante—. Yo voy a conseguir el título de Génesis.


— Génesis —paladeó la palabra—. Créeme cuando te digo que ser parte de ese equipo no es tan bueno como parece; lo mejor que puedes hacer es dejar que Xene y Bellatrix se hagan cargo del tema —dijo con amargura.


El capitán del Prominence se avalanzó sobre Gazelle y le agarró de los hombros, consiguiendo que su cara se crispara en un gesto de dolor: le estaba apretando en la quemadura que se había hecho aquel mismo día.


— ¿Qué te ha pasado, Bryce? Tú tanto como yo querías el nombre de Génesis para tu equipo y para ti… No me creo que estés diciendo estas cosas.


— Por un título no me voy a agarrar a la fuente de la que puede ser mi propia destrucción —aguantaba como podía las ganas de gritar y empujar al pelirrojo lejos de él—. Y deberías actuar igual; tú más que nadie te has esforzado para llegar a donde estás, cuando nadie creía en ti nos diste una bofetada haciéndote un hueco con Xavier y conmigo en lo más alto… ¿De verdad crees que necesitas el nombre de Génesis y la atención de padre para concederte el valor que te mereces?


Las palabras de Gazelle fueron una bofetada para Torch. Recuerdos de días intensivos de entrenamiento hasta la extenuación y de los momentos de gloria tras conseguir arrebatarle el puesto de capitán supremo a Dvalin volvieron a él más fuerte que nunca, casi haciéndole daño.


En parte concedía la razón a su rival, no necesitaba que nadie le dijera lo buenos que eran sus méritos para valorarse a sí mismo, pero no quería tirar la toalla cuando le faltaba tan poco para llegar a su meta.


— ¿Qué debo hacer? No quiero abandonar… —soltó a Gazelle y se apartó de él poco a poco.


— No me esperaba que la persona con la que he estado rivalizando fuera tan débil, ¿te vas a desmoronar y darme la victoria sin ni siquiera luchar por ella?


— ¿De qué hablas?


— Te dije en su momento que algún día demostraría que soy mucho mejor que tú en todo, y me respondiste diciendo que no lo ibas a permitir. Ese fue el origen de toda nuestra competitividad actual.


— Es cierto —recordó—. Y aún no he tenido la ocasión si quiera de ganarte en un partido…


Gazelle sonrió.


— Elijas lo que elijas no olvides que debemos volver a vernos para sanjar ese asunto, ni se te ocurra convertirte en un títere de padre o ponerte a lloriquear porque no sabes lo que hacer; sería patético.


Torch comprendió lo que estaba haciendo.


— Eres orgulloso hasta para ayudar… Y después dicen de mí.


— No sé de que estás hablando.


— Si tienes razón acabaré abandonando a la Alius por mucho que me duela —dejó escapar un suspiro exasperado seguido de una pequeña risa sarcástica—. Ni siquiera yo me pondría en peligro por simple orgullo, soy cabezota no estúpido.


— Me alegro que al menos reconozcas eso —sonrió durante un segundo—. Ahora… ¿vas a intentar detenerme de algún modo o me vas a dejar ir de una vez? Ni siquiera yo soy del todo inmune al frío, y mi equipo me está esperando.


— Vete. No diré nada sobre esto ni a padre ni a nadie.


Gazelle inclinó un poco la cabeza, agradecido, antes de empezar a bajar el camino que lo llevaría al pie de la montaña sin ni siquiera despedirse correctamente de su rival.


Torch estaba introduciendo el código que le permitiría volver a entrar en la base cuando recordó algo que no le había preguntado al capitán del Diamond.


Corrió detrás de él en un intento de acercarse lo suficiente como para que lo escuchase aún con las rachas de aire aullando con fuerza.


— ¡¿Dónde podré encontrarte cuando vaya a darte una paliza?! —gritó.


Gazelle se detuvo y se dio la vuelta para responderle:


— ¡Estaremos cerca de aquí! ¡Más vale que tu equipo y tú estéis preparados, no seremos rivales fáciles!


— ¡Dalo por hecho! —se despidió alzando la mano y moviéndola con energías.


Con una sonrisa pícara en el rostro dio la vuelta para volver al que, durante un tiempo más, sería su hogar; consciente de que no pasaría mucho tiempo para que hubiese un reencuentro entre ambos.


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