Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Querido amigo por Cris fanfics

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Aquel día era el cumpleaños de Xavier.

Llevábamos semanas preparando una fiesta a sus espaldas para celebrar su undécimo cumpleaños. Semanas en las que habíamos tenido que hacerle regalos a mano o buscar en el trastero algo que pudiera gustarle, debido a que no teníamos dinero para comprarle nada, y suplicar a Aquilina para que nos dejara usar la cocina una noche antes para poder prepararle un pastel.

Las celebraciones de cumpleaños en el orfanato no solían pasar de felicitar al cumpleañero y poco más, pero aquel año habíamos decidido entre unos pocos prepararle una fiesta a Xavier a causa de una revelación que me había hecho el año anterior por las mismas fechas.

Al parecer él era —junto con Aquilina— el único hijo biológico del señor Schiller pero, debido a que padre no quería hacer distinciones entre sus hijos y los niños del orfanato, nunca había celebrado el cumpleaños de mi amigo o de nuestra hermana mayor con una fiesta para que el resto no nos desconsoláramos.

A pesar de que el razonamiento de padre era justo, no había podido evitar sentir lástima porque mi amigo tuviera que renunciar a cosas que yo y otros huérfanos hubiéramos tenido la ocasión de disfrutar si viviéramos con nuestras familias. Así que, tras pedirles a nuestros amigos más cercanos que me ayudaran, conseguí convencer a padre a base de insistir de que por una vez hiciese una excepción.

En aquellos siete años en los que había tenido la oportunidad de hacerme amigo de Xavier le había conocido lo suficiente como para saber que no le gustaba que los demás se tomasen molestias por él. Así que, tras hablarlo con el resto, habíamos decidido que solo participaríamos sus más allegados para que no se sintiese demasiado incómodo.

A la hora de la merienda busqué a Xavier y, bajo una excusa, le convencí para que me acompañase a la cocina.

— ¡Sorpresa! —exclamó el resto en cuanto abrí la puerta.

— Felicidades, Xavier —hablé yo al percibir que se había quedado en blanco—. Es tu cumpleaños, ¿no me digas que no te acordabas? —bromeé picándole un ojo.

— No es eso. ¿Habéis hecho una fiesta? ¿Para mí?

— Obviamente. No se la íbamos a hacer a Claude por haber aprendido por fin a diferenciar la izquierda de la derecha —contestó Bryce con acidez.

— ¡Se suponía que eso tenía que quedar entre nosotros dos! —espetó el susodicho, sonrojado hasta las orejas y sin darse cuenta de que si no hubiese dicho nada el comentario habría quedado como una bromas más.

— Gracias, chicos, pero no teníais por qué hacerlo. ¿Habéis preparado también una tarta? —preguntó mirando el pequeño pastel que se encontraba encima de la encimera.

— No es una gran cosa pero esperamos que te guste. ¡Además te hemos hecho regalos! —sonreí un poco avergonzado.

Aquella era la primera vez que cocinábamos… tuvimos suerte de que Lina nos ayudara a hacer la tarta, porque si no hubiésemos tenido que echar mano a nuestros flanes de una semana para tener algo decente preparado.

A Xavier, a pesar de las medidas que tomamos para que se sintiera cómodo, le costó un buen rato acostumbrarse a tener tanta gente pendiente de él —aunque solo fuésemos cinco personas a parte de él mismo—, pero tras superar el malestar consiguió disfrutar con el resto.

Sí, aunque pareciese mentira nosotros también nos lo pasamos bien con aquello. Yo hacía años que no había tenido la oportunidad de tener un día como aquel; Aquilina estaba feliz simplemente con estar allí y haber apoyado para poder celebrar aquel día especial para su hermano; y en el caso de Isabelle, Claude y Bryce aquella era la primera vez que disfrutaban de algo así.

Aún recuerdo la ilusión que sentí al ver la sonrisa cómplice de Xavier al recibir mi regalo. Había decidido regalarle un colgante con su respectivo cordón —que había encontrado tiempo atrás abandonado en el trastero y me recordaba al que tenía su hermana— con una foto en la que salíamos Isabelle, él y yo jugando al fútbol en el patio una noche en la que no habíamos podido dormir. Aquilina nos había descubierto y en vez de regañarnos decidió sacarnos la foto sin que nos diéramos cuenta de ello. Los tres recordábamos aquella noche con mucho cariño.

El día estaba siendo perfecto, ya que era una oportunidad única para que todos pudiéramos olvidar las circunstancias por las que nos encontrábamos en el orfanato y que disfrutáramos de un rato divertido con nuestros seres queridos.

O lo hubiese sido si no fuese porque padre decidió que aquel era el mejor momento para contarle a Xavier la verdad.

En algún momento de la tarde padre se presentó en la cocina y, aprovechándose de que el resto de nosotros estábamos entretenidos hablando, consiguió apartar a Xavier del grupo.

Rato después noté la ausencia de mi amigo y decidí ir a buscarlo. Aunque no tardé mucho en localizarle. Padre y él estaban en el jardín interior.

Nunca olvidaré la expresión de Xavier en el momento en el que abrí la puerta.

Me estremecí al ver las lágrimas saliendo de sus ojos mientras volvía a entrar en el edificio por otra de las puertas con la cabeza gacha para que no le viera llorar... Y sin que padre hiciese nada para detenerlo.

Sin molestarme en observar dos veces al anciano, yo también entré de nuevo y me las apañé para alcanzar a Xavier antes de que subiera a la segunda planta y se encerrase bajo llave en nuestro cuarto.

—¿Estás bien? —pregunté cogiéndole de los hombros para que me mirara a la cara— ¿Qué te ha dicho padre?

— Lo siento, Jordan, pero no tengo ganas de hablar de ello —me cortó, aún con la cabeza gacha—. Dile a los demás que no me encuentro bien, pero que no se preocupen. —Se deshizo de mi agarre y subió a nuestra habitación.

Yo, aún confuso por la actitud de mi amigo, volví a la cocina, dónde Bryce y Claude habían empezado una nueva discusión mientras que Isabelle y Aquilina hablaban entre ellas ignorando totalmente a los otros dos.

No perdí demasiado el tiempo; excusé a Xavier y, bajo el mismo pretexto que el de él, me fui del comedor. Después del arrebato de mi amigo lo único en lo que podía pensar era en lo que le habría dicho padre para que se pusiese así.

Volví al jardín, pero el anciano ya no se encontraba allí. Y si tampoco me lo había encontrado de camino lo más probable era que se hubiese encerrado en su despacho, de dónde sería imposible sacarle, así que renuncié a la idea de averiguar nada por él.

Estaba preocupado, pero sabía que si Xavier no había querido decirme nada era porque no se sentía con ganas de hablarme de ello. Lo mejor era dejar que se calmara y si él quería contarme lo que había pasado lo acabaría haciendo más tarde.

Y así pasé el resto de la tarde. Comiéndome las uñas mientras esperaba a que llegara la hora de la cena y posteriormente la de acostarse, en la que podría volver a mi cuarto compartido sin sentir que con mi presencia estaba forzando a mi amigo a hablar.

Aquella noche fui el primero en salir del comedor. El hecho de que Xavier no hubiese venido a cenar había hecho que me preocupara aún más de lo que estaba antes, así que me dí prisa en volver a nuestro cuarto.

Frené en seco al ver que Xavier estaba recostado contra la pared, mirándome fijamente y con los ojos aún vidriosos, como si se hubiese pasado mucho rato llorando.

— ¿Te encuentras mejor? —me acerqué con timidez.

— No lo sé… quería hablar contigo.

— Claro, entremos.

— Preferiría salir a coger un poco de aire, si vuelvo a entrar ahí siento que me voy a asfixiar.

Asentí.

Tuvimos que darnos prisa antes de que el resto salieran del comedor y se dieran cuenta de nuestra escapada. Pero, para mi sorpresa, Xavier no se limitó a salir de la casa, si no que también saltó la valla que cubría el patio.

Entonces me imaginé a dónde quería ir. No era la primera vez que salíamos por la noche para poder ir a aquel lugar, aquella especie de “guarida secreta” que Xavier solo me había mostrado a mí y que era el lugar donde más relajado se encontraba.

Nos internamos en el bosque que rodeaba el orfanato hasta que llegamos a un claro en el que lo más destacable era un hermoso árbol con las hojas de color rojo y naranja.

Por lo que me había dicho Xavier, aquel árbol era un Árbol de Fuego y era bastante raro en Japón; por lo que sospechábamos que alguien lo había plantado allí a propósito.

Nos tumbamos entre sus gruesas raíces, viendo a través de las hojas el cielo nocturno plagado de estrellas.

Estuvimos un rato en silencio antes de que Xavier se decidiera a empezar a hablar.

— Padre me ha contado algo hoy… algo que no sé si hubiese preferido no saber nunca —se detuvo un momento antes de continuar—. Yo no soy su hijo de verdad.

Incorporé la mitad superior de mi cuerpo para poder mirar bien su expresión. Sorprendentemente, él estaba tranquilo, como si mirar fijamente a las estrellas hubiese calmado gran parte de su tristeza tras enterarse de aquello.

— Su hijo de verdad murió hace años… tenía once cuando falleció y se llamaba igual que yo. Bueno, más bien yo me llamo igual que él, ya que fue padre quien me puso su nombre. Llegué al Don Sol siendo un bebé: mi madre me dejó a cargo del orfanato y padre decidió adoptarme porque pensó que me parecía a Xavier cuando era pequeño —me explicó con una sonrisa cansada.

—Lo siento —fue lo único que se me ocurrió decir.

— Sé que no debería sentirme triste —continuó él, obviando mis condolencias—. Padre siempre me ha tratado muy bien, y sé que me quiere como si fuese su hijo de verdad, pero no puedo evitar sentir que he vivido todo este tiempo en una mentira. ¿Por qué no me lo contó antes? Ni siquiera Aquilina, que lo sabía, se molestó en decírmelo.

— Padre lo ha hecho ahora. A lo mejor no se había atrevido nunca por lo mismo que tú me has dicho; te quiere como un hijo y temía tu reacción.

Xavier no respondió, pero no lo consideré una mala señal. Sabía que estaba pensando lo que le había dicho.

— Puede ser… de verdad quiero pensar que eso es verdad. No me gustaría que nuestra relación cambiara, ni tampoco quiero dejar de tratar a Lina como mi hermana mayor.

— Entonces no lo hagas. Imagino que para ti es un disgusto que no seáis familia de sangre, pero… ¿de verdad crees que eso importa tanto? Míranos a nosotros y al resto de niños del orfanato. No tenemos lazos sanguíneos pero estamos más unidos que muchas familias que sí los tienen.

— Tienes razón —concedió Xavier—. Hoy me he comportado como un estúpido.

— Tampoco es eso. Es normal que te sintieras dolido por algo así. Pero como dijo cierto escritor: «el vínculo que te une a una verdadera familia no es de sangre, sino de respeto y alegría por la vida de otro».

Xavier me sonrió.

— ¿Qué escritor es ese?

— Pues la verdad… es que no lo sé.

La sonrisa de Xavier pasó a ser una carcajada. A pesar de su carácter tranquilo —que podía dar a entender que era una persona seria—, siempre había tenido una risa fácil.

— No te rías de mí, encima que te intento ayudar — dije inflando un moflete, fingiendo estar enfadado.

— Lo sé, lo sé, perdona —me contestó tratando de calmarse, pero aún con una gran sonrisa en el rostro—. Gracias, Jordan, me alegro de que seamos amigos.

— Yo también —dije sonrojándome un poco.

No pude evitar pensar que en el aquel momento Xavier se veía bien, parecía que brillaba con luz propia… Deseé que pudiera estar siempre así, sin preocupaciones, relajado, simplemente siendo él mismo.

Me dí cuenta de que llevábamos demasiado rato mirándonos fijamente. Aparté la mirada, un poco incómodo, y volví a centrarme en el cielo nocturno. Él hizo lo mismo.

Aquella noche no volvimos al orfanato. Nos pasamos gran parte de la misma viendo las estrellas y hablando de estupideces hasta que nos quedamos dormidos.

No me había sentido así de a gusto en mucho tiempo.

Claro está, a la mañana siguiente tuvimos que pagar por el susto que habíamos dado a padre y Lina al marcharnos toda una noche sin permiso y sin avisar. Pero, aún así, no me arrepentí de ello.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).