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Fábrica De Bebés por Liss83

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Las calles londinenses estaban saturadas de vehículos trasportando a quienes iban al trabajo o a la escuela. Todos concentrados en las obligaciones que requerían su atención. Algunos conductores sacando la cabeza por las ventillas de sus movilidades para gritar su frustración debido al congestionamiento

Pero quien definitivamente estaba harto de todo era Ernie Prang. Taxista a tiempo completo desde hacía tres años, se había convertido en el terror de las compañías de taxi debido a los accidentes que solía sufrir

 

 

 

Ernie aporreo la bocina sin clemencia, quería llegar pronto al parqueadero y tirarse en el asiento de atrás  para hacer un video llamada con Sybill Trelawney, una mujer bastante rara que había conocido hacia dos noches, y que a pesar de sus excentricidades al asegurar ser descendiente directa de una gitana venida en desgracia a mediado de los años veinte, sabia decir las palabras justas para despertar un hambre carnal insaciable en él.

Se inclinó hacia la derecha para cambiar el dial de la radio, refunfuñando sobre el tipo de música actual, cuando un golpe en el capo de la movilidad, haciéndolo levantar el rostro de manera sobresaltada

 

 

 

-          ¡Ay no! – gimió desesperado – ¡Ay, no! ¿Por qué estas cosas solo me pasan a mí?

 

 

 

Sobre el capo y el parabrisas de su taxi había caído un hombre pelirrojo… ¿vestido de bebé?

 

 

 

_____________

 

 

 

Le dolía todo cuando recobro la conciencia, y el olor intenso a desinfectante no ayudaba en nada. Escucho a lo lejos voces. Alguien discutía en voz baja no muy lejos. Eran voces que él no conocía. No eran ni de su…

Un grito aterrorizado salió de sus labios mientras él miraba hacia todos lados y la puerta se abrió por donde pasaron personas vestidas de blanco que él no conocía. Movían los labios y lo detenían suavemente pero no alcanzaba a entenderlo

 

 

 

-          ¿onde toy? – sollozo - ¿onde toy?

-          Tranquilo señor – dijo un hombre con barba blanca, su mirada azul intenso transmitía tranquilidad detrás de sus gafas de media luna – soy el doctor Albus Dumbledore y está en el St George's Hospital – y Ron  no aguanto más y empezó a llorar en medio de carcajadas – ¿Sabe su nombre?

 

 

 

¡Era libre! Por fin el infierno había terminado. Y después de un ataque de risa de cinco minutos su primera palabra fue “Poichía”, aunque también necesitaba urgente un cambio de pañal

 

 

 

El impacto que causó la re aparición en dichas condiciones de la mega estrella del futbol inglés, Ronald Weasley, tras un año fuera de los reflectores, fue abrumador para el pelirrojo, y más aún, después de haber señalado a su kinesiólogo y a un reconocido psiquiatra como sus secuestradores. Todos querían sus declaraciones en exclusivas. Medios como la BBC  o la ITV, el Five Channel, o Four Channel entre otras cadenas londinenses de cobertura nacional e internacional del caso.

 

 

 

Una firma reconocida de abogados tomo su caso a honoris, representado por un pusilánime Quirinus Quirrell, mientras el condado coloco a Theodore Nott, un joven pero sagas detective de la Scotland Yard, al frente de la investigación. Desgraciadamente, y a pesar de los esfuerzos nunca se logró dar con la famosa “Fabrica De Bebes”. Las investigaciones determinaron que tanto Zabini como Malfoy habían estado dentro de las fechas señaladas en el país, por lo cual el caso fue desechado antes de llegar a la corte

 

 

Con pesar, Ron descubrió que su padre tenía otra familia, la cual contaba con una esposa y seis hijos más. Al tener acceso legal irrestricto a sus cuentas, y con  Ron recluido durante el último año, Arthur y su otra familia había despilfarrado la fortuna del futbolista, quien había recuperado de sus millones apenas unos escasos treinta mil dólares tras un arreglo corto y de bajo perfil a pedido del propio Arthur, para no perjudicar la carrera ascendente de modelo de su hija menor, Ginny Weasley. Lo cierto era que era el propio Ronald quien no quería saber más de la prensa.

Al día siguiente del arreglo, y con una cuenta en un banco con acceso desde cualquier parte del mundo, Ronald había tomado sus cosas y salido de la ciudad bajo el manto de una noche de tormenta hacia algún lugar donde sus pies lo llevasen y nadie lo reconociera, llevando solamente una mochila acuesta con tres mudadas de ropa y el firme propósito de empezar de nuevo

 

 

 

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El sol le dio en el rostro cuando se giró sobre el colchón duro. Hacia frio y él había olvidado reparar la calefacción. Rio sin gracias. ¿A quién engañaba? No tenía dinero. Con suerte y anoche había comido una sopa.

Llamaron, o mejor dicho aporrearon la puerta, pero él no se levantó. Sabía perfectamente quien era. Su “adorado” casero, Argus Filch, exigiendo su pago. Se dio la vuelta y metiéndose el dedo pulgar en la boca se dejó llevar por el sueño

 

 

 

-          Señor Weasley – dijo el hombre golpeando la puerta nuevamente – sé que está ahí. Soy el detective Theodore Nott del Scottland Yeard – Ron se quedó inmóvil – Por favor abra. Tengo novedades sobre su caso – volvió a golpear la puerta – en realidad ya son cinco victima… y los médicos no son tan optimistas como en su caso. Ayúdeme por favor – ¿cinco… victimas? ¿Quiénes serían? ¿los conocería? ¿a qué se refería? – por favor señor Weasley ayúdeme a detenerlos – Ron entre abre su  puerta –. Es el único que puede hacer algo.

-          Lo intente – sollozo el pelirrojo – y nadie me creyó

-          Confié en mí por favor – suplico – ¡yo le creo! Pero necesito su ayuda para hacerlos pagar

-          ¡Váyase! – dijo Ron intentando cerrar la puerta

-          Tome mi tarjeta – dijo ofreciéndosela pero Ron aprovecho para cerrarla de golpe – llámeme para que podamos hablar – y deslizo la cartulina por debajo de la puerta – Estaré esperándolo

 

 

 

Ron miro el papel en el piso y no pudo evitar llorar en silencio viendo cómo se formaba el charco bajo sus pies. ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¿Por qué le pasaba eso a él? ¿Por qué? El  olor llego a sus fosas nasales y le fue imposible que su mente no lo llevara a una cuna gigante donde le solían cambiar el pañal. ¡Él era un adulto!

No fue consiente cuando mientras lloraba gemía “¡Mamá!” Casi podía sentir la colonia de Draco que se inclinaba para tomarlo en brazos y decirle que todo estaba bien. Y no pudo odiarse más  a sí mismo por necesitar desesperadamente que eso fuese real mientras se hacía un ovillo sobre sus orines mientras se chupaba el dedo pulgar

 

 

 

Habían pasado cerca de unos quince minutos cuando finalmente logro tranquilizarse. De manera temblorosa se puso de pie mientras tomaba la tarjeta personal, que afortunadamente estaba intacta. Camino hacia la mesita de noche y la dejo ahí. Siguió al baño, se quitó la ropa y tomó un trapeador y desinfectante, regreso junto la puerta y limpio todo.

Después de una hora todo estaba limpio nuevamente al igual que él, pero su estómago le exigía algo tibio. Caminó lentamente hasta la isla de la cocina y la cruzo, abrió su refrigerador, y aunque había verduras y frutas, tomo una jarra que tenía sumo. Camino hacia el estante de vaso y lo abrió con mano temblorosa, tomo un recipiente alargado y vacío el zumo en él para luego taparlo. Regreso junto su cama y dejo su desayuno sobre la mesita de noche. Miro hacia el ropero, y casi podía ver como un monstruo cerniéndose sobre él.

 

 

 

Con paso tembloroso camino hacia el mueble y lo abrió. No quería hacer eso. Lo odiaba, pero lo necesitaba. Sacó el objeto de la bolsa y regreso a la cama. Odiaba su olor. Odiaba su forma. Lo odiaba todo. Sin dejar de llorar se acomodó el pañal para adulto y se cubrió con la sabana. Tomo el biberón de la mesita de noche y acostándose mientras se cubría con las sabanas se llevó el biberón a la boca lloroso mientras succionaba. Casi podía sentir a Draco acomodándole el cabello y besándole la frente, mientras Blaise le acariciaba sus muslos desnudos, acercándose peligrosamente a  su entrepierna diciéndole: “Eres el bebe más hermoso de todos”. Y no ayudaba en nada sentir como si la tarjeta del detective lo juzgara desde la mesita de noche

 

 

 

 


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