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Fábrica De Bebés por Liss83

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Sentado en la barra del Sprout Cooffe en King's Cross, Theo observaba al mesero moverse de aquí para allá, limpiando, tomando órdenes, llevando bandejas, pasando cuentas. Siempre se veía agotado pero el hombre alto y delgado, de cabellos negros y una notoria timidez jamás se detenía. Excepto cuando lo atendía a él con la sonrisa más radiante. Theo había conocido a Neville Longbotton cuando la abuela de este había resultado herida durante un asalto en un supermercado de propiedad de la familia Crouch y le habían asignado a él el caso.

En los meses en los que duro  la investigación, ambos hombres habían entablado una bonita amistad, y a pesar de que el juicio no había llegado a buen puerto para Longbotton, la amistad había permanecido. Una prueba de ello eran los consejos que Theo le daba a Neville para su relación con Hannah Abbott, la cajera de la cafetería en la que trabajaba

 

 

 

-          ¿Y que cuenta hoy, detective? – pregunto Neville sirviéndole el café

-          ¿es que nunca me vas a tutear? – respondió Theo fingiendo molestia

-          No creo pudiese hacer nunca eso, señor – dijo el mesero – yo sé que no es mucha la diferencia de edad entre nosotros, pero he aprendido a verlo como una especie de padre

-          ¿Tan viejo soy? – dijo el abogado haciendo sonrojar al otro hombre

-          No, claro que no – se apresuró a decir Neville – yo… – pero en eso sonó el teléfono de Theo y su semblante cambio

-          Perdón debo responder. Hola – dijo mirando a Neville alejarse

-          ¿Cuál es el plan? – dijo la voz y Theo no puede evitar sonreír casi de manera demente

 

 

 

_________________

 

 

 

Tamborileaba sus dedos nervioso en el reposabrazos del asiento del copiloto del Porsche negro 911 Turbo Cabriolet modelo 2022. ¿Y si algo salía mal? ¿Y si se daban cuenta de todo? ¿Y si…? una mano en su hombro derecho lo trajo de vuelta a la realidad. El plan de Theo era simple. Ronald solo tenía que presentarse a la cita que durante un mes habían intentado concretar con Blaise. Debía convencerlo que quería volver a La Fábrica ya que no se había ajustado nuevamente a la vida de adulto. La policía lo monitorearía y una vez ahí, los detendrían a todos, y tanto Zabini como Malfoy pagarían sus crímenes.

¿Pero… en verdad podría aparecer frente a ese par de enfermos y pedirles que lo sometan otra vez a los vejámenes que había vivido hasta hacia un año?

 

 

 

-          ¡No podre! – dijo Ronald nervioso mojando su pañal – ¡no podre! – y empezó a sollozar

-          Ronald, tranquilízate – dijo Theo estacionando a un lado de la calle – mírame, mírame. Piensa en todas esas personas que no han tenido la misma suerte que tú de escapar de ese infierno. Tú puedes hacer algo por ellos. Rescatarlos.

-          ¿Y si ellos…? – dijo el pelirrojo mirando hacia la entrada del hotel

-          Estaré aquí – dijo Theo – el transmisor está funcionando. Solo necesitamos que acepte llevarte a ese lugar de nuevo. Lo grabaremos todo. ¡No estás solo! Recuerda que Draco está hospedado como Scorpius Black – y Ron asintió – y tú eres…

-          Newton Santander – dijo Ron

-          Bien – dijo Theo – suerte

 

 

 

Temblando como hacía mucho que no lo hacía, Ronald Weasley abrió la puerta del automóvil y bajo. Avanzo unos pasos inseguros y volcó a mirar hacia la movilidad que había quedado oculta entre las sombras de un callejón a una cuadra del hotel “The Rubens at the Palace”.

El lugar era lujoso en demasía. Entro temeroso al lugar, y se acomodó la gorra acercándose a la barra.

 

 

 

-          El señor Black me está esperando  – dijo el pelirrojo

-          Su nombre por favor – dijo la recepcionista

-          Scamander – dijo Ron – Newton Scamander

-          Deme un… – dijo la mujer revisando la computadora – tercer piso, señor. Número 315. Necesito que me firme el acta

-          Gracias – dijo Ron tomando la pluma y estampando su firma

 

 

 

Ronald decidió subir los tres pisos por las escaleras para tranquilizar su corazón. ¿Y si se lo querían llevar a la fuerza? ¿O lo drogaban? No tomaría nada en ese lugar

En menos tiempo del deseado ya estaba frente a la puerta. Respiro hondo un par de veces y llamo. Escucho pasos del otro lado, y medio minuto después la puerta se abrió

 

 

 

-          Enserio viniste – dijo Blaise, se veía cansado – creí que…

-          Yo…

-          Pasa – invito el psiquiatra cediéndole el paso y Ron entro temeroso – ¿estás bien?

-          Si – susurro Ron – yo…

-          ¿quieres tomar algo? – pregunto Blaise

-          Estoy bien

-          ¿Traes… puesto… un pañal? – pregunto el pelinegro sorprendido

-          Quiero volver – suplico Ron rompiendo en llanto y corriendo a abrazarse a él – déjame volver, papi. déjame volver contigo y con mamá por favor.

-          Ron cálmate – dijo Blaise tomándolo suavemente de los hombros

-          Déjame volver – suplico entre llanto

-          ¿Dónde quieres volver? – dijo Blaise

-          Seré un bebe bueno, papi – suplicaba el ex futbolista – ya no quiero ser adulto. Quiero jugar contigo al vaquero. Quiero que mamá me de comer y me cambie el pañal. No digas que no me quieres

-          Ronald – dijo el hombre calmadamente – no sé de qué hablas. No soy tu padre. Un tiempo tuve tu custodia pero…

-          Ya no puedo más – dijo Ron dejándose caer lentamente en la alfombra – quiero volver

-          Tranquilo cariño – dijo dulcemente Blaise levantándolo en brazos – te llevare al baño para que te limpies. Te... – y señalo su entrepiernas – vamos

 

 

 

Blaise lo dejó en el baño y le dio su espacio para que se cambiara. Ron se miraba en el espejo ¿Qué había pasado? ¿Acaso Zabini sabía que era una trampa? Era imposible. Cualquiera diría que lo había inventado todo pero… Se  aseo y se acomodó la ropa. Se aseguró que el micrófono estuviese en su lugar. Y salió.

Blaise revisaba su celular sentando en la cama. Sin embargo en cuanto la puerta se abrió, guardo el aparato y se puso de pie. Se giró y le sonrió al pelirrojo

 

 

 

-          ¿estás mejor? – dijo Blaise

-          Si… papá – dijo Ron bajando el rostro – gracias

-          Ronald, mírame, yo no soy tu papá. Debo irme – dijo el psiquiatra y saco una tarjeta de su abrigo – esta es mi tarjeta. Háblame si te sientes mal – y colocándosela en su bolsillo salió sin mirar atrás

-          Papá… papá no te vayas por favor. Papá… – suplico pero ya era tarde le medico ya no estaba

 

 

 

El encuentro fue realmente frustrante. Zabini había actuado como si realmente nada hubiese pasado entre ellos. Su celular sonó, ¿sería Blaise? Tal vez quería que se vieran en otro lado. Si era así debería hablar con el detective Nott. Tomo su celular lo más rápido que puedo pero era Blaise. “El caso está cerrado. No me vuelvas a buscar por favor. Detective Theodore Nott”

Había perdido todo. Su vida. Su dinero. Su dignidad. Y la oportunidad de hacer pagar a los culpables de su tragedia

 

 

 

Regreso caminando a paso lento a su departamento. Era lejos y no tenía dinero. Le demoro cerca de tres horas, y con la lluvia, el pañal lo produjo rozaduras. Estaba harto. Ya no quería vivir. Ya no quería nada

El señor Filch lo esperaba en la entrada para decirle que tenía tres días para pagar su renta atrasada o llamaría a la policía para que lo echasen. Ron ni siquiera volcó a verlo mientras subía las escaleras hacia su departamento. En cuanto cerró la puerta. Ron cerró los ojos y volvió a llorar. Se odiaba. Se  odiaba porque no había conseguido que Blaise confesase. Se odiaba por el accidente en sus pantalones a penas lo vio al hombre. Se odiaba porque no había logrado que confesara nada. Pero por sobre todo se odiaba porque le hubiese encantado que Blaise lo abrazara, lo santeara en sus piernas y dijera…

 

 

 

-          Eres lo que papá y yo más amamos en el mundo – dijo una voz a sus espaldas

-          ¡Draco! – dijo girando sobresaltado y mirando asustado alrededor

-          Ves – dijo el rubio sonrió – no nos respetas. Por eso papá está molesto contigo. Tranquila mi princesita. Tienes el pañal mojado. Voy a cambiarte – y se acercó lentamente – tranquila, soy yo. Mamá

-          No por favor – dijo Ron llorando y se dejó caer en el suelo – ya no más. vete. Vete

-          Ven aquí, mi bebé. Ya te hice tu biberón – y tomándolo en brazos lo llevo a la cama - ¿quieres tu chupón? – y sacándolo de un bolsillo de su pantalón se lo coloco cerca de los labios – ya estoy aquí. Tranquila. Mi hermosa pequeña

 

 

 

Después de asearlo, ponerle cremas para las rozaduras  y colocarle nuevamente un pañal limpio, lo sentó sobre sus muslos y remplazo el chupón por la mamadera de leche, mientras tarareaba la canción de cuna de siempre. Después de mucho tiempo Ronald Weasley se durmió tranquilo. Lo último que escucho antes de caer completamente en la inconciencia fue un “no te preocupes princesa, pronto papá y yo te llevaremos a casa”

 

 

 

Despertó sobresaltado. Aun sentía el aroma de la colonia de  Draco. Miro para todos lados pero estaba solo. Fue entonces que se percató que estaba abrazado a algo. Lo miro detenidamente y su corazón se paralizo. Era su comadreja de peluche. La misma con la que dormía abrazado en su cuna de La Fábrica.

Draco Malfoy realmente había estado ahí. Unas palabras lucharon para abrirse paso atravesó de su mente confundida “pronto papá y yo te llevaremos a casa”

 No supo si debía sentir miedo o alegría

 

 

 

_________________

 

 

 

La templada tarde primaveral atraía a los niños a los parques cercanos tal como abeja es atraída por la miel. Caminó seguro hasta la banca y se sentó a mirar a los niños en silencio. Era enfermo lo que quería pero se consolaba pensando que al menos su pequeño no era uno real, solo actuaría como uno, a la fuerza pero actuación al fin y al cabo.

 

 

 

Una presencia lo sobresaltó pero se controló a tiempo y logro disimular, dándole de comer a las palomas semillas de sésamo. Giró sutilmente el rostro para asegurarse de que fuese la persona que esperaba

 

 

-          Pensé que…

-          Yo nunca falto a mis compromisos – dijo Blaise – y honro mi palabra. Y más aún después de un servicio como el que me prestó. ¿Trajo lo que necesitó?

-          Aquí tiene – dijo el hombre deslizando un sobre sobre la banca hacia él

-          Muy bien – dijo Blaise tomando el sobre y sacado la foto que había en el interior junto con unos papeles – Neville Longbotton. Veinticuatros años. Trabaja en Sprout Coffee en la zona de King's Cross. Me sirve. Entra a las tres de la tarde y sale a las once de la noche ¿Qué más? si, está bien. ya – dijo revisando los demás papeles – me sirve.

-          ¿Cuándo…? – pregunto el cliente

-          Necesito tiempo para organizarlo todo y nadie sospeche. Le iré comunicando mis avances – dijo Blaise –. El día que llegue a mi institución usted deberá estar ahí para recibirlo

-          Recibirla – corrigió el hombre nervioso – quiero… una niña…

-          ¿algo especial para su primer encuentro con la pequeña? – pregunto Blaise con una sonrisa gentil, sin embargo la que le devolvieron fue la de un demente absoluto

 

 

 

 

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Para Ron con el correr del tiempo, el “pronto” de la nota de Draco nunca llego. El fallo en su reinserción a la sociedad lo llevo a no poder conseguir un trabajo, lo cual derivo en que terminase viviendo en Plaistow, un barrio ubicado en el municipio de Newham, en el área conocida como Londres exterior. Su alto índice delincuencial lo llevo a vivir en un bote de basura que ni la escoria de la sociedad solía visitar. Comiendo deshecho tirados por los vagabundos de los callejones circundantes, pasaba sus días llorando hecho un ovillo en la parte trasera del contenedor donde dormía por las noches.

Su incontinencia era tan incontrolable, que ni los otros vagabundos se le acercaban. Nunca más escucho ni de su padre biológico ni de Zabini o Malfoy. Todos lo abandonaron. Lo único que le quedaba era su viejo y sucio peluche en forma de comadreja como única prueba de su paso por La Fábrica, al que se aferraba cada vez que escuchaba pasos. Quería morir, pero ya ni eso sabia como hacer. Cubierto con unos cartones viejos, que imaginaba que era la frazada con la que lo solían arropar de noche mientras estuvo internado, se llevaba el pulgar a la boca y cerrando los ojos se dejaba arrastrar al mundo de los sueños

 

 

 

Esa noche el sueño de Ron fue pesado, quizás porque después de dos días por  fin se había llevado algo al estómago gracias a un nuevo inquilino en el callejón que se lo regalo. Quizás por eso no sintió el automóvil que se estaciono en la entrada del callejón, ni los pasos seguros que se acercaban hasta detenerse a su lado. Una caricia suave en su rostro antecedió una aguja que se perforo la piel de su cuello, al par de brazos que lo cargaron.

La puerta del BMB se abrió desde adentro y Ron sintió el tibio aire que lo recibía

 

 

 

-          Mi hermosa bebe – susurro alguien mientras su cuerpo cambiaba de brazos – ya estás en casa – y por instinto Ron empezó a succionaran cuando algo se abrió  paso entre sus labios

 

 

 

 


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