La serenidad del ambiente nocturno se veía interrumpida por balbuceos llenos de lo que parecían ser quejas. Un pequeño bebé de apenas seis semanas no paraba de moverse en brazos de su padre, bastante enérgico y descontento ante la idea de dormirse.
—Gou, basta —Kai habló con suavidad, en medio de arrullos que no daban resultado—. Es hora de dormir. Te gusta dormir.
Trataba de convencer a su inquieto hijo que parecía dispuesto a no dar tregua y pasar despierto más tiempo del debido.
—¿Por qué no le cantas una canción de cuna?
Bajo el umbral, Ray hizo la sugerencia. Ni siquiera los llantos leves le hicieron dejar de observar cálidamente a Gou. De no ser precisamente por esos sonidos, la habitación se habría sumergido en un incómodo silencio.
—Yo no…
Aunque Kai no concluyó su comentario, Ray comprendió lo que quiso decir. A diferencia suya, Kai no había crecido en un ambiente familiar. Su infancia había sido muy complicada, sin tener los debidos cuidados que un niño normal requiere. Como consecuencia, en la actualidad no sólo desconocía cosas comunes, como la mencionada canción de cuna, sino que debía trabajar constantemente para mejorar poco a poco en ciertos aspectos y, del mismo modo, aprender en otros. Tales esfuerzos lo hacían amarlo y admirarlo más.
—Te enseñaré algunas canciones —se acercó a ellos, luciendo una amorosa sonrisa al extender sus brazos pidiendo a su hijo—. Podemos comenzar con mi favorita.
Después de que su amado le pasara cuidadosamente a su hijo, comenzó a tararear a un ritmo suave. Gou no dejó de quejarse, pero mermó un poco las quejas, dedicándole una miradita entremezclada de molestia y curiosidad.
En los segundos siguientes dio letra a la melodía usando su idioma natal, el chino. Kai conocía el idioma, así que entender la canción o aprenderla no le sería ningún problema, en especial cuando sólo contaba con dos estrofas; por ese último hecho no tardó en repetirla. Sorpresivamente, llegado ese momento los llantos habían cesado y su bebé se encontraba ya tranquilo.
—Le gusta —Ray susurró al término de la primera repetición—, o eso parece.
—Le gusta —Kai afirmó tras abrazar a su pareja por la espalda y besarle la mejilla—, lo sé. Y a mí también.
Ray estuvo seguro de que la sonrisa en sus labios no alcanzaba a expresar lo feliz que se sentía, y también estuvo seguro de que se ruborizó ligeramente conforme volvía a entonar la canción.
Hubo cierta resistencia de parte de Gou a dormirse, ambos lo notaron en sus gestos y movimientos. Sin embargo, a los pocos minutos cedió al cansancio, durmiéndose tras varios bostezos.
—Ya que tanto te gustan las canciones de cuna podría cantarte algunas antes de dormir.
—Hmn.
Ese bufido le sacó una risa baja y suave. Ocasionalmente molestaba a su pareja con alguna broma, aunque… quizás sus palabras no eran del todo una broma. Después de todo, debía enseñarle canciones de cuna, ¿no?
—Kai, estaba pensando en algo —hizo una pequeña pausa, sintiendo a su novio recargar su mentón en el hombro—. Sé que apenas llevamos pocas semanas siendo padres, pero pienso que lo estamos haciendo bien y…
—¿Y…? —le besó el hombro sobre la ropa, mirándolo intrigado— ¿Qué tramas?
—Nada, sólo quisiera saber si… Si te gustaría que tuviéramos otro bebé —acarició la mejilla de su hijo, para en seguida mirar de reojo a Kai—. Creo que a Gou le vendría muy bien tener un hermanito de su edad.
—Mm…
Un corto sonido le indicó que su amado bicolor estaba considerando la idea. Eso era un buen indicador, pues de no estar de acuerdo simplemente habría negado en el acto. Mientras esperaba la respuesta, su pequeño se acurrucó más contra él, tomando su ropa con su manita.
—Y decías que no te quería.
—Sólo me quiere cuando lo consiento —dejó una pequeña caricia sobre la mano que sostenía su ropa—. Igual que tú.
Kai le miró con ojos entrecerrados y tal gesto le obligó a morderse el labio inferior a fin de no soltar una sonora risa que despertara al niño.
—Yo te quiero siempre —susurró, depositando un beso en su mejilla—. Y… Sí. Sí me gustaría que tuviéramos otro bebé.
En la mirada de Ray encontró un fulgor incluso más intenso. Dudó de la causa. ¿Su primer comentario? ¿La aceptación de tener otro bebé? ¿Ambos? No llegó a preguntarlo ya que un cariñoso beso en los labios le robó el aliento y la capacidad de pensar durante unos cuantos segundos.
—Te amo, Kai.
—Te amo, Ray —habló sobre sus labios, mirándolo con amor—. Sólo que… Si no te molesta, preferiría que el siguiente embarazo sea tuyo.
—No me molesta —inmediatamente negó, dispuesto a ser el siguiente en embarazarse—. Entonces es oficial: Tendremos otro hijo.
Apenas terminó de decir aquello, Gou despertó llorando escandalosamente, tomando a ambos por sorpresa. Parpadearon.
—Eh… ¿Eso quiere decir que no está de acuerdo con la idea?
Ray preguntó ladeando el rostro.
—No sé. Sólo sé que necesitaremos otra canción de cuna.